Lección 274

Este día le pertenece al Amor. Hoy no tendré miedo de nada.

1. Padre, hoy quiero dejar que todas las cosas sean como Tú las creaste y ofrecerle a Tu Hijo el honor que se merece por su impecabilidad; el amor de un hermano hacia su hermano y Amigo. De ese modo soy redimido. Y del mismo modo, la verdad pasará a ocupar el lugar que antes ocupa­ban las ilusiones, la luz reemplazará toda obscuridad y Tu Hijo sabrá que él es tal como Tú lo creaste.

2. Hoy nos llega una bendición especial de Aquel que es nuestro Padre. Dedícale a Él este día, y no tendrás miedo de nada hoy, pues el día habrá sido consagrado al Amor.

Lección 273

Mía es la quietud de la paz de Dios.

1. Tal vez estemos ahora listos para pasar un día en perfecta calma. Sl esto no fuese posible todavía, nos contentaremos y nos sentiremos más que satisfechos, con poder aprender cómo es posible pasar un día así. Si permitimos que algo nos perturbe, aprendamos a descartarlo y a recobrar la paz. Sólo necesitamos decirles a nuestras mentes con absoluta certeza: “Mía es la quietud de la paz de Dios”, y nada podrá venir a perturbar la paz que Dios Mismo le dio a Su Hijo.

2. Padre, Tu paz me pertenece. ¿Qué necesidad tengo de temer que algo pueda robarme lo que Tú has dispuesto sea mío para siempre? No puedo perder los dones que Tú me has dado. Por lo tanto, la paz con la que Tú agraciaste a Tu Hijo sigue conmigo, en la quietud y en el eterno amor que Te profeso.

Lección 272

¿Cómo iban a poder satisfacer las ilusiones al Hijo de Dios?

1. Padre, la verdad me pertenece. Mi hogar se estableció en el Cielo mediante tu voluntad y la mía. ¿Podrían contentarme los sueños? ¿Podrían brindarme felicidad las ilusiones? ¿Qué otra cosa sino Tu recuerdo podría satisfacer a Tu Hijo? No me contentaré con menos de lo que Tú me has dado. Tu Amor, por siempre dulce y sereno, me rodea y me mantiene a salvo eternamente. El Hijo de Dios no puede sino ser tal como Tú lo creaste.

2. Hoy dejamos atrás las ilusiones. Y si oímos a la tentación llamarnos e invitarnos a que nos entretengamos con un sueño, nos haremos a un lado y nos preguntaremos si nosotros, los Hijos de Dios, podríamos contentarnos con sueños cuando podemos elegir el Cielo con la misma facilidad que el infierno. Y el amor reemplazará gustosamente todo temor.

Lección 271

Hoy sólo utilizaré la visión de Cristo.

1. Cada día, cada hora y cada instante elijo lo que quiero contemplar, los sonidos que quiero oír y los testigos de lo que quiero que sea verdad para mí. Hoy elijo contemplar lo que Cristo quiere que vea; hoy elijo escuchar la Voz de Dios, así como buscar los testigos de lo que es verdad en la creación de Dios. En la visión de Cristo, el mundo y la creación de Dios se encuentran, y según se unen, toda percepción desaparece. La dulce visión de Cristo redime al mundo de la muerte, pues todo aquello sobre lo que Su mirada se posa no puede sino vivir y recordar al Padre y al Hijo: la unión entre Creador y creación.

2. Padre, la visión de Cristo es el camino que me conduce a Ti. Lo que Él contempla restaura Tu recuerdo en mí. Y eso es lo que elijo contemplar hoy.

6. ¿Qué es el Cristo?

L-pII.6.1. Cristo es el Hijo de Dios tal como Él lo creó. Cristo es el Ser que compartimos y que nos une a unos con otros, y también con Dios. Es el Pensamiento que todavía mora en la Mente que es Su Fuente. No ha abandonado Su santo hogar ni ha perdido la inocencia en la que fue creado. Mora inmutable para siempre en la Mente de Dios.

L-pII.6.2. Cristo es el eslabón que te mantiene unido a Dios, y la garantía de que la separación no es más que una ilusión de desesperanza, pues toda esperanza morará por siempre en Él. Tu mente es parte de la Suya, y Ésta de la tuya. Él es la parte en la que se encuentra la Respuesta de Dios, y en la que ya se han tomado todas las decisiones y a los sueños les ha llegado su fin. Nada que los ojos del cuerpo puedan percibir lo afecta en absoluto. Pues aunque Su Padre depositó en Él los medios para tu salvación, Él sigue siendo, no obstante, el Ser que, al igual que Su Padre, no conoce el pecado.

L-pII.6.3. Al ser el hogar del Espíritu Santo y sentirse a gusto únicamente en Dios, Cristo permanece en paz en el Cielo de tu mente santa. Él es la única parte de ti que en verdad es real. Lo demás son sueños. Mas éstos se le entregarán a Cristo, para que se desvanezcan ante Su gloria y pueda por fin serte revelado tu santo Ser, el Cristo.

L-pII.6.4. El Espíritu Santo se extiende desde el Cristo en ti hasta todos tus sueños, y los invita a venir hasta Él para que puedan ser transformados en la verdad. Él los intercambiará por el sueño final que Dios dispuso fuese el fin de todos los sueños. Pues cuando el perdón descanse sobre el mundo y cada, uno de los Hijos de Dios goce de paz, ¿qué podría mantener las cosas separadas cuando lo único que se puede ver es la faz de Cristo?

L-pII.6.5. ¿Y por cuánto tiempo habrá de verse esta santa faz, cuando no es más que el símbolo de que el período de aprendizaje ya ha concluido y de que el objetivo de la Expiación por fin se ha alcanzado? Tratemos, por lo tanto, de encontrar la faz de Cristo y de no buscar nada más. Al contemplar Su gloria, sabremos que no tenemos necesidad de aprender nada, ni de percepción, ni de tiempo, ni de ninguna otra cosa excepto del santo Ser, el Cristo que Dios creó como Su Hijo.

Lección 270

Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo.

1. Padre, la visión de Cristo es el don que me has dado, el cual tiene el poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo contemplan en el panorama de un mundo perdonado. ¡Cuán glorioso y lleno de gracia es ese mundo! No obstante, ¡cuánto más podré contemplar en él que lo que puede ofrecerme la vista! Un mundo perdonado significa que Tu Hijo reconoce a su Padre, permite que sus sueños sean llevados ante la verdad y aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba para siempre, conforme Tu recuerdo aflora en su memoria. Y ahora su voluntad es una con la Tuya. Ahora su función no es sino la Tuya Propia, y todo pensamiento salvo el Tuyo ha desaparecido.

2. El sosiego de hoy bendecirá nuestros corazones y, a través de ellos, la paz descenderá sobre todo el mundo. Cristo se convierte en nuestros ojos hoy. Y mediante Su vista le ofrecemos curación al mundo a través de Él, el santo Hijo que Dios creó íntegro; el santo Hijo a quien Dios creó como uno solo.

Lección 269

Mi vista va en busca de la faz de Cristo.

1. Te pido que hoy bendigas mi vista. Mi vista es el medio que Tú has elegido para mostrarme mis errores y para poder ver más allá de ellos. Se me ha concedido poder tener una nueva percepción a través del Guía que Tú me diste, y, mediante Sus lecciones, superar la percepción y regresar a la verdad. Pido la ilusión que trasciende todas las que yo inventé. Hoy elijo ver un mundo perdonado en el que todo lo que veo me muestra la faz de Cristo y me enseña que lo que contemplo es mío, y que nada existe, excepto Tu santo Hijo.

2. Hoy nuestra vista es bendecida. Compartimos una sola visión cuando contemplamos la faz de Aquel Cuyo Ser es el nuestro. Somos uno por razón de Aquel que es el Hijo de Dios, Aquel que es nuestra Identidad.

Lección 268

Que todas las cosas sean exactamente como son.

1. No permitas que hoy sea Tu crítico, Señor, ni que juzgue contra Ti. No permitas que interfiera en Tu creación, desfigurándola y convirtiéndola en formas enfermizas. Permítaseme estar dispuesto a no atacar su unidad imponiéndole mis deseos, y así dejarla ser tal como Tú la creaste. Pues de esta manera seré también capaz de reconocer a mi Ser tal como Tú lo creaste. Fui creado en el Amor y en el Amor he de morar para siempre. ¿Qué podría asustarme si dejo que todas las cosas sean exactamente como son?

2. Que nuestra vista no sea blasfema hoy, y que nuestros oídos no hagan caso de las malas lenguas. Sólo la realidad está libre de dolor. Sólo en la realidad no se experimentan pérdidas. Sólo la realidad ofrece completa seguridad. Y esto es lo único que buscamos hoy.

Lección 267

Mi corazón late en la paz de Dios.

1. Lo que me rodea es la vida que Dios creó en Su Amor. Me llama con cada latido y con cada aliento; con cada acción y con cada pensamiento. La paz llena mi corazón e inunda mi cuerpo con el propósito del perdón. Ahora mi mente ha sanado, y se me concede todo lo que necesito para salvar al mundo. Cada latido de mi corazón me inunda de paz; cada aliento me infunde fuerza. Soy un mensajero de Dios, guiado por Su Voz, apoyado por Su amor y amparado eternamente en la quietud y en la paz de Sus amorosos Brazos. Cada latido de mi corazón invoca Su Nombre, y cada uno es contestado por Su Voz, que me asegura que en Él estoy en mi hogar.

2. Que preste atención sólo a Tu Respuesta, no a la mía. Padre, mi corazón late en la paz que el Corazón del Amor creó. Y es ahí y sólo ahí donde estoy en mi hogar.

Lección 266

Mi santo Ser mora en ti, Hijo de Dios.

1. Padre, me diste todos Tus Hijos para que fuesen mis salvadores y mis consejeros de visión; los heraldos de Tu santa Voz. En ellos Tú te ves reflejado y en ellos Cristo me contempla desde mi Ser. No permitas que Tu Hijo se olvide de Tu santo Nombre. No permitas que Tu Hijo se olvide de su santo Origen. No permitas que Tu Hijo se olvide de que su nombre es el Tuyo.

2. En este día entramos al paraíso, invocando el Nombre de Dios y el nuestro, reconociendo nuestro Ser en cada uno de nosotros y unidos en el santo Amor de Dios. ¡Cuántos salvadores nos ha dado Dios! ¿Cómo podríamos perdernos en nuestro trayecto hacia Él, cuando Él ha poblado el mundo con aquellos que señalan hacia Él, y nos ha dado la vista para poder contemplarlos?

Lección 265

Lo único que veo es la mansedumbre de la creación.

1. Ciertamente no he comprendido el mundo, ya que proyecté sobre él mis pecados y luego me vi siendo el objeto de su mirada. ¡Qué feroces parecían! ¡Y cuán equivocado estaba al pensar que aquello que temía se encontraba en el mundo en vez de en mi propia mente! Hoy veo el mundo en la mansedumbre celestial con la que refulge la creación. En él no hay miedo. No permitas que ninguno de mis aparentes pecados nuble la luz celestial que refulge sobre el mundo. Lo que en él se refleja se encuentra en la Mente de Dios. Las imágenes que veo son un reflejo de mis pensamientos. Pero mi mente es una con la de Dios. Por lo tanto, puedo percibir la mansedumbre de la creación.

2. En la quietud quiero contemplar el mundo, el cual refleja únicamente Tus Pensamientos, así como los míos. Concédaseme recordar que son lo mismo, y veré la mansedumbre de la creación.

Lección 264

El Amor de Dios me rodea.

1. Padre, estás delante y detrás de mí, a mi lado, allí donde me veo a mí mismo y dondequiera que voy. Estás en todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mía. En Ti el tiempo desaparece, y la idea del espacio se vuelve una creencia absurda. Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo. No hay otra fuente que ésa, y no hay nada que no comparta Su santidad, nada que se encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve a todas las cosas dentro de Sí. Padre, Tu Hijo es como Tú. Hoy apelamos a Ti en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno Amor.

2. Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy. Ésta es la plegaria de la salvación. ¿No deberíamos acaso unirnos a lo que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con él?

Lección 263

Mi santa visión ve la pureza de todas las cosas.

1. Padre, Tu Mente creó todo cuanto existe, Tu Espíritu se adentró en ello y Tu Amor le infundió vida. ¿Y voy yo acaso a contemplar lo que Tú creaste como si en ello pudiese anidar el pecado? No quiero percibir imágenes tan tenebrosas y atemorizantes. Es imposible que yo pueda preferir el sueño de un loco a toda la hermosura con la que tú bendijiste la creación; a toda su pureza y dicha, así como a su eterna y serena morada en Ti.

2. Y mientras todavía nos encontremos ante las puertas del Cielo, contemplemos todo cuanto veamos a través de una visión santa y de los ojos de Cristo. Permite que todas las apariencias nos parezcan puras, para que podamos pasarlas de largo con inocencia, y dirigirnos juntos a la casa de nuestro Padre como hermanos y como los santos Hijos de Dios que somos.

Lección 262

No dejes que hoy perciba diferencias.

1. Padre, tienes un solo Hijo. Y es a él a quien hoy deseo contemplar. Él es Tu única creación. ¿Por qué habría de percibir miles de formas en lo que sigue siendo uno solo? ¿Por qué habría de darle miles de nombres, cuando con uno solo basta? Pues Tu Hijo tiene que llevar Tu Nombre, ya que Tú lo creaste. No permitas que lo vea como algo ajeno a su Padre o a mí. Pues él es parte de mí, así como yo de él, y ambos somos parte de Ti que eres nuestra Fuente. Estamos eternamente unidos en Tu Amor y somos eternamente el santo Hijo de Dios.

2. Nosotros que somos uno, queremos reconocer en este día la verdad acerca de nosotros mismos. Queremos regresar a nuestro hogar y descansar en la unidad. Pues allí reside la paz, la cual no se puede buscar ni hallar en ninguna otra parte.

Lección 261

Dios es mi refugio y seguridad.

1. Me identificaré con lo que creo es mi refugio y mi seguridad. Me veré a mí mismo allí donde percibo mi fuerza y pensaré que vivo dentro de la ciudadela en la que estoy a salvo y en la que no puedo ser atacado. No dejes que hoy busque seguridad en el peligro ni que trate de hallar mi paz en ataques asesinos. Vivo en Dios. En Él encuentro mi refugio y mi fortaleza. En Él radica mi Identidad. En Él reside la paz eterna. Y sólo allí recordaré Quién soy realmente.

2. No dejes que vaya en pos de ídolos, Padre mío, pues lo que deseo es estar Contigo en casa. Elijo ser tal como Tú me creaste y encontrar al Hijo que Tú creaste como mi Ser.

5 ¿Qué es el cuerpo?

"Como mencioné anteriormente, Jesús hace algunos de los mismos puntos aquí que hizo en "¿Qué es el pecado?" Y "¿Qué es el mundo?" El cuerpo es intencional, la piedra angular de la estrategia del ego y el paso final en su plan para mantener al Hijo de Dios sin mente. Esta falta de mente asegura que el ego estará siempre a salvo de que la mente del Hijo elija el amor antes que la separación. El resumen comienza con la imagen de una cerca que vimos en "El pequeño jardín":
“El cuerpo es una diminuta cerca que rodea a una pequeña parte de una idea que es completa y gloriosa. El cuerpo traza un círculo, infinitamente pequeño, alrededor de un minúsculo segmento del Cielo, lo separa del resto, y proclama que tu reino se encuentra dentro de él, donde Dios no puede hacer acto de presencia.” (T-18.VIII.2:5-6)
(L-pII.5.1:1-2) «El cuerpo es una cerca que el Hijo de Dios se imagina haber erigido para separar partes de su Ser de otras partes. Cree vivir dentro de esa cerca, para morir a medida que ésta se deteriora y se desmorona.»
Esta "cerca" - el cuerpo - me mantiene separado de ti. Tú tienes tu espacio físico y psicológico, yo tengo el mío, y los dos no pueden coexistir en el mismo lugar. Al ser la encarnación del ego, el cuerpo proclama en voz alta que la separación es la verdad: no somos uno, sino separados, porque los cuerpos no se unen. De hecho, por razones opuestas, Jesús nos dice lo mismo: “Las mentes están unidas; los cuerpos no.” (T-18.VI.3: 1). Además, los cuerpos fueron hechos para «no» unirse. La unión que creemos que ocurre es solo el cumplimiento de nuestros pensamientos de especialismo. Esta, por supuesto, no es la unión del perdón de la que habla Jesús, y que refleja la compleción del Cielo:
“No busques esto [la compleción] en el desolado mundo de las ilusiones, donde nada es seguro y todo te deja insatisfecho. En el Nombre de Dios, estáte completamente dispuesto a abandonar todas las ilusiones. En cualquier relación en la que estés totalmente dispuesto a aceptar la compleción y sólo la compleción, ahí Dios se completa, y Su Hijo junto con Él.” (T-16.IV.9:4-6)
Jesús ahora recurre al doble propósito del ego al hacer el cuerpo:
(L-pII.5.1:3-5) «Pues cree estar a salvo del amor dentro de ella. Al identificarse con lo que considera es su seguridad, cree ser lo que ésta es. ¿De qué otro modo, si no, podría estar seguro de que permanece dentro del cuerpo, y de que mantiene al amor afuera?»
El ego no sabe lo que es el amor, por lo que Jesús continuamente nos dice que realmente no puede hablarnos de Dios, el Cielo o la verdad. Sin embargo, el ego sí sabe que si el Hijo de Dios «elige» el amor, la individualidad desaparecerá. «Este es el miedo del ego». Su estrategia, por lo tanto, que culmina en el cuerpo, es mantenerse a salvo - no del amor, sino del poder del tomador de decisiones de la mente del Hijo. Por lo tanto, el ego quiere mantenernos sin mente, porque si no sabemos que tenemos una mente, ¿cómo podemos cambiarla? Y si no podemos cambiar nuestras mentes, nunca podremos elegir el Amor de Dios sobre el odio del ego; Su Unicidad sobre la separación del ego. Por lo tanto, una vez que elegimos el cuerpo sin mente, nos convertimos en el cuerpo.
Esta es la ecuación ego-cuerpo de la cual hablan los primeros capítulos del texto; por ejemplo:
“El cuerpo es el hogar que el ego ha elegido para sí. Ésta es la única identificación con la que se siente seguro,...” (T-4.V.4:1-2)
Sin embargo, antes de elegir el cuerpo, nuestra seguridad es el sistema de pensamiento del ego, con el cual el Hijo de Dios se identifica primero. Por lo tanto, ya no somos Cristo, ni siquiera un tomador de decisiones, sino los yoes individuales en los que se ha convertido el sistema de pensamiento de individualidad. Una vez que se proyecta, este sistema de pensamiento se convierte en el cuerpo, y ahora somos yoes individuales, separados «y» físicos, sin ningún recuerdo de que nuestra existencia corporal sea una defensa. Hemos olvidado «de» qué nos separamos: la mente; y recordamos solo «a» qué nos hemos dividido: el cuerpo. Somos lo que elegimos con qué identificarnos, asegurando que el Amor de Dios permanezca como un recuerdo muy distante.
Jesús ahora recurre a la segunda forma en que el ego usa el cuerpo como medio para asegurar su existencia.
(L-pII.5.2:1-2) «El cuerpo no perdurará. Sin embargo, para él eso supone una doble seguridad.»
La primera seguridad, una vez más, es que el cuerpo sin mente nos mantiene a salvo de elegir el amor. La segunda seguridad es que la muerte del cuerpo - "El cuerpo no perdurará" - prueba que Dios está equivocado y que tenemos razón. Por lo tanto, el cuerpo primero asegura la supervivencia de nuestra identidad individual y mantiene olvidado el Amor de Dios. Segundo, prueba que la muerte es real, lo que significa que la vida eterna es una ilusión. Una vez más, se muestra que Dios es un mentiroso:
“...la vulnerabilidad del cuerpo es su mejor argumento de que tú no puedes proceder de Dios. Ésta es la creencia que el ego apoya fervientemente.” (T-4.V.4:2-3)
Así es como funciona esta estrategia del ego:
(L-pII.5.2:3) «Pues la temporalidad del Hijo de Dios es la "prueba" de que sus cercas funcionan y de que están llevando a cabo la tarea que su mente les asignó.»
El cuerpo hace exactamente lo que la mente quiere que haga. Su impermanencia prueba que las defensas de la mente funcionan y que la estrategia del ego ha tenido éxito. Somos cuerpos sin mente, que establecen que la separación de Dios es un hecho. Por lo tanto, Dios no puede existir, porque la totalidad perfecta no puede contener pensamientos de separación.
(L-pII.5.2:4-8) «Pues si su unidad aún permaneciese intacta, ¿quién podría atacar y quién podría ser atacado? ¿Quién podría ser el vencedor? ¿Quién la presa? ¿Quién podría ser la víctima? ¿Quién el asesino?»
Si el principio de Expiación es verdadero, lo que significa que la Unidad de Dios permanece intacta - “no se perdió ni una sola nota del himno celestial.” (T-26.V.5: 4) - no hay dualidad, ni víctima ni victimario. Si la unidad es la verdad, «yo» no existo, porque puedo existir como individuo solo atacando a Dios primero, convirtiéndome en el victimario y a Dios en mi víctima; yo soy el vencedor y Dios mi presa. El ego revierte esto rápidamente a través de la proyección, y ahora Dios se convierte en el asesino y yo en Su presa. Sin embargo, no hace ninguna diferencia porque de cualquier forma la Unidad viviente de Dios ha sido borrada, al menos en nuestra memoria. Así, el cuerpo prueba que el ego tiene razón, incluso aunque el cuerpo muera, porque para el ego ambos sueños son verdaderos - víctima «y» victimario. Recuerda este pasaje del texto:
“Sueñas que tu hermano está separado de ti, que es un viejo enemigo, un asesino que te acecha en la noche y planea tu muerte, deseando además que sea lenta y atroz. Mas bajo este sueño yace otro, en el que tú te vuelves el asesino, el enemigo secreto, el sepultador y destructor de tu hermano así como del mundo.” (T-27.VII.12:1-2)
(L-pII.5.2:9) «Y si él no muriese, ¿qué "prueba" habría de que el eterno Hijo de Dios puede ser destruido?»
A pesar de su locura inherente, el ego es diabólicamente astuto, ya que, como no somos conscientes de su estrategia, no podemos ver su patente engaño. Jesús explica en el texto (T-4.V.4) que el ego nos dice que abandonemos la mente e ingresemos en un cuerpo donde estaremos a salvo, escaparemos de la ira castigadora de Dios y nunca moriremos. Si permanecemos en nuestras mentes, nos advierte el ego, Dios ciertamente nos aniquilará. Nosotros, como el único Hijo de Dios, seguimos el consejo del ego y nos escondemos en el cuerpo, solo para descubrir que el cuerpo ciertamente perece. Como Jesús explica, el Hijo entonces confronta al ego y dice: “¿Qué es lo que pasa? Me dijiste que estaría a salvo en mi cuerpo y te creí. Pero ahora que estoy aquí, mi muerte es tan segura como si hubiera permanecido en la mente. Dices que esta muerte es el castigo de Dios, del cual me prometiste que escaparía.” Como explica Jesús, la respuesta del ego es borrar la pregunta de nuestra mente objetiva.
En otras palabras, ya no podemos cuestionar al ego porque hemos olvidado por completo la mente en la que se planificó y logró la estrategia del ego. Tras hacer que un velo caiga sobre la mente del Hijo, borrando todo recuerdo de cómo y por qué se fabricó el cuerpo, el ego asegura que olvidará el propósito específico del cuerpo, sin ningún recuerdo de su origen. Incluso si sufrimos una regresión hasta el momento del nacimiento, el canal de nacimiento, el útero o incluso el óvulo y el esperma, todavía no tenemos ningún recuerdo de la mente de la que provenimos. No importa a cuántas vidas pasadas podamos acceder, no queda ninguna remembranza de la mente que el ego ha borrado de nuestro recuerdo. Así se le permite al ego mentir y mentir y mentir una vez más, ya que hemos olvidado que la mentira actual era una defensa contra la anterior, que se defendía contra la mentira que vino antes de esa. Cuando el ego nos hace olvidar lo que precedió a nuestra existencia, no tenemos forma de cuestionar su estrategia. Por lo tanto, para repasar - por un lado, el ego dice que el cuerpo nos protegerá, y por el otro dice que el cuerpo morirá, al igual que nosotros. Sin embargo, yo - el ego - seguiré viviendo.
Por lo tanto, el ego nos hace creer, como dice este párrafo, que si la unidad fuera el caso, no existiríamos. Una vez que esto se establece en nuestras mentes como un patrón, lo revivimos una y otra vez como cuerpos. Continuamente victimizamos a los demás, sobre todo haciendo que parezca que nos están victimizando. Por paradójico que pueda parecer, los mayores victimarios son las víctimas inocentes, porque son las que el mundo nunca sospecha. Sin embargo, todos somos victimarios y víctimas el uno del otro, porque somos partes separadas del mismo pensamiento victimizante y victimizado. Una vez más, Jesús nos muestra la estrategia del ego como lo que es. Si pudiéramos mirarlo, nos daríamos cuenta de su absoluta locura. No solo es el ego vicioso, cruel y despiadado con nosotros y todos los demás, está demente - parte de su complot para hacernos creer que lo verdadero no existe, y lo que no existe es verdadero. Nuestra práctica, por lo tanto, implica primero comprender los conceptos del sistema de pensamiento de engaño del ego, y luego observar sin juzgar cómo nuestras vidas diarias los ejemplifican.
(L-pII.5.3:1-3) «El cuerpo es un sueño. Al igual que otros sueños, a veces parece reflejar felicidad, pero puede súbitamente revertir al miedo, la cuna de todos los sueños. Pues sólo el amor puede crear de verdad, y la verdad jamás puede temer.»
Experimentamos felicidad cuando nuestros objetos de amor especial funcionan bien para nosotros, pero hemos aprendido que cada sueño nace del miedo, incluido el sueño cósmico del universo físico. Sin embargo, cuando elegimos estar en un estado de amor, el miedo es imposible, porque "el amor perfecto echa fuera el temor". La apertura de "Los Regalos de Dios" articula claramente el origen temeroso del sueño, y su deshacimiento mediante la aceptación del regalo de Dios del amor. Merece otra lectura:
«El miedo es la única emoción del mundo. Sus formas son muchas ... pero es una en contenido. Nunca lejos, ni siquiera en la forma, de lo que es su propósito, nunca con poder para escapar de su causa, y nunca más que una falsificación de la alegría, descansa incierto sobre un lecho de mentiras. Aquí nació y se refugió por su aparente comodidad. Aquí permanecerá donde nació, y donde vendrá su fin ... Si estuvieras seguro ... el miedo se dejaría de lado tan fácilmente como la alegría y la paz se unirían en nombre del amor. Pero primero debe haber certeza de que no puede haber amor donde existe el miedo, y que el mundo nunca dará un regalo que no esté hecho de miedo, oculto tal vez, pero que seguramente está presente en algún lugar del regalo. No lo aceptes, y entenderás un regalo mucho más grande que te ha sido dado.» (Los Regalos de Dios, página 115).
(L-pII.5.3:4) «Hecho para ser temeroso, el cuerpo no puede sino cumplir el propósito que le fue asignado.»
Todo en el mundo es una proyección del pensamiento, y dado que «las ideas no abandonan su fuente», y el pensamiento clave en nuestras mentes es el miedo - proveniente del pecado y la culpa - el cuerpo encarna el miedo. De hecho, todos vivimos con miedo, potencial o real. Si no recibimos suficiente oxígeno o comida, por ejemplo, el terror se eleva en nuestros corazones; cuando nuestras necesidades especiales no se satisfacen, el miedo a la pérdida es inevitable.
(3:5) «Mas podemos cambiar el propósito que el cuerpo obedece si cambiamos de parecer con respecto a su finalidad.»
El tema de suma importancia del propósito regresa. Una vez más, Jesús no nos está pidiendo que neguemos nuestros cuerpos, sino que simplemente lo elijamos como nuestro maestro. Así aprenderemos el uso apropiado del cuerpo - un aula de aprendizaje que nos ayude a cuestionar el propósito del ego y cambiar nuestras mentes.
“Ésa es la pregunta [¿Para qué?] que tú tienes que aprender a plantear en relación con todo. ¿Qué propósito tiene esto? Sea cual fuere, dirigirá tus esfuerzos automáticamente. Cuando tomas una decisión con respecto a un propósito, tomas una decisión con respecto a los esfuerzos que vas a llevar a cabo en el futuro. Y esta decisión permanecerá en vigor a menos que cambies de parecer.” (T-4.V.6: 8-11).
(L-pII.5.4:1) «El cuerpo es el medio a través del cual el Hijo de Dios recobra la cordura.»
El cuerpo es el medio porque es lo único que conocemos, siendo inconscientes de la mente. Jesús nos ayuda a comprender, no obstante, que lo que sentimos y percibimos con nuestros cuerpos son proyecciones de los pensamientos de la mente. Aún más al punto, son proyecciones de un deseo de que se demuestre que tenemos razón y que Dios está equivocado - el propósito último del ego para el cuerpo. De hecho, ese es el propósito de la muerte del cuerpo - permitirnos decir a Dios: "La vida eterna es una mentira. Estás equivocado de nuevo." Sin embargo, el propósito del cuerpo puede cambiarse - el objetivo de estas lecciones - como leemos de nuevo:
(L-pII.5.4:2) «Aunque el cuerpo fue concebido para condenarlo al infierno para siempre, el objetivo del Cielo ha substituido a la búsqueda del infierno.»
El cuerpo no cambia; el «propósito» de la mente ha cambiado porque hemos cambiado su maestro.
(L-pII.5.4:3-5) «El Hijo de Dios busca la mano de su hermano para ayudarlo a marchar por la misma senda que él. Ahora el cuerpo es santo. Ahora su propósito es sanar la misma mente para dar muerte a la cual fue concebido.»
No es difícil ver que el propósito del cuerpo es perpetuar el principio de «uno o el otro»: mi cuerpo existe a expensas del tuyo; no camino hacia el Cielo «contigo», sino «encima» de ti - te humillo para ser superior. El cuerpo se fabricó específicamente para que pudiéramos proyectar nuestra culpa y nuestro pecado sobre los demás, convirtiéndolos en los que Dios finalmente castigará, no nosotros mismos, que nos hemos convertido en las víctimas inocentes. Por lo tanto, el ego usa el cuerpo para atacar; empujando a otros al fango del pecado, para que podamos ascender al Cielo sobre las alas de la inocencia. Sin embargo, cuando acudimos a Jesús, él nos ayuda a darnos cuenta de que no podemos regresar a casa, ni recordar el Amor de Dios si abrigamos un resentimiento contra alguien. Hacer esto hace realidad el sistema de pensamiento de pecado, pero visto en otros, no en nosotros mismos. Así pues, intercambiamos el principio de «uno o el otro» por el de “juntos, o ninguno en absoluto.” (T-19.IV-D.12: 8):
“Aguardemos luego un instante y estemos muy quietos, olvidándonos de todo lo que habíamos creído oír y recordando cuán poco sabemos. Este hermano ni nos dirige ni nos sigue, sino que camina a nuestro lado por la misma senda que nosotros recorremos. Él es como nosotros, y se halla tan cerca o tan lejos de lo que anhelamos como le permitamos estar. No hacemos ningún avance que él no haga con nosotros, y si él no avanza, nosotros retrocedemos. No le des la mano con ira, sino con amor, pues su progreso es el tuyo propio. Y recorreremos la senda por separado a no ser que lo mantengas a salvo a tu lado.” (T-31.II.6:4-9)
El cuerpo no es santo en sí mismo, como atestiguan las muchas referencias de Jesús a él como mero polvo, sino que se hace santo debido al propósito que le ha sido dado por la mente recta.
(L-pII.5.5:1-2) «Te identificarás con lo que pienses que te ha de dar seguridad. Sea lo que sea, creerás que ello es lo que tú eres.»
Creíamos que nuestro yo individual estaba a salvo con el ego, y, de nuevo, en ese momento ya no habíamos «elegido» el sistema de pensamiento de separación del ego, sino que nos «convertimos» en él:
“La parte concreta [de la mente] cree en el ego porque el ego depende de lo concreto. El ego es aquella parte de la mente que cree que lo que define tu existencia es la separación.” (T-4.VII.1:4-5)
Por otro lado, cuando nos damos cuenta de que el ego ha mentido y no puede hacernos felices, elegimos con gratitud a Jesús como nuestro maestro y su amor como nuestra identidad - la elección en favor de una seguridad verdadera. A medida que continuamos nuestro viaje, aprendemos a aceptar esa identidad y ninguna otra.
(L-pII.5.5:3) «Tu seguridad reside en la verdad, no en las mentiras.»
Este es el principio de la Expiación. Sin embargo, le dijimos al Espíritu Santo que no le creíamos, porque nuestra seguridad no reside Allí sino en nuestro yo separado - el ego y su preciado cuerpo.
(L-pII.5.5:4-8) «El amor es tu seguridad. El miedo no existe. Identifícate con el amor, y estarás a salvo. Identifícate con el amor, y estarás en tu morada. Identifícate con el amor, y hallarás tu Ser.»
En términos prácticos, esto significa identificarse con el amor reflejándolo a lo largo del día: reconociendo que tú y yo no tenemos propósitos separados y conflictivos. Así el perdón establece la conciencia de nuestro objetivo compartido: encontrar el "arca de seguridad" en la que se encuentra el cumplimiento de la promesa de Dios a Su Hijo. Cerramos con el siguiente pasaje sobre este nuevo propósito elegido para el cuerpo:
“Tu hogar está edificado sobre la salud de tu hermano, sobre su felicidad e impecabilidad, así como sobre todo lo que su Padre le prometió. Ningún pacto secreto que hayas hecho en lugar de eso ha estremecido en lo más mínimo los Cimientos de este hogar. El viento podrá soplar sobre él y la lluvia azotarlo, pero sin consecuencia alguna. El mundo será arrastrado, pero este hogar permanecerá en pie para siempre, pues su fuerza no reside sólo en él. Es un arca de seguridad, que descansa sobre la promesa que Dios le hizo a Su Hijo de que él siempre moraría a salvo en Él. ¿Qué brecha podría interponerse entre la seguridad de este refugio y su Fuente? Desde aquí se puede ver al cuerpo como lo que es, sin atribuirle más o menos valor del que tiene como medio para liberar al Hijo de Dios a fin de que pueda regresar a su hogar. Y con este santo propósito se convierte por un tiempo en un hogar de santidad, ya que comparte la Voluntad de tu Padre contigo.” (T-28.VII.7) "
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martínez.

Lección 260

Que recuerde que Dios me creó.

1. Padre, yo no me creé a mí mismo, aunque en mi demencia creí que así había sido. No obstante, en cuanto que Pensamiento Tuyo, no he abandonado mi Fuente y sigo siendo parte de Aquel que me creó. Tu Hijo, Padre mío, Te llama hoy. Que recuerde que Tú me creaste. Que recuerde mi Identidad. Y que deje que mi impecabilidad vuelva a alzarse ante la visión de Cristo, a través de la cual deseo hoy contemplar a mis hermanos y contemplarme a mí mismo.

2. Ahora recordamos nuestra Fuente, y en Ella encontramos por fin nuestra verdadera Identidad. Sómos en verdad santos porque nuestra Fuente no conoce el pecado. Y nosotros que somos Sus Hijos, somos semejantes los unos a los otros, y semejantes a Él.

Lección 259

Que recuerde que el pecado no existe.

1. El pecado es el único pensamiento que hace que el objetivo de alcanzar a Dios parezca irrealizable. ¿Qué otra cosa podría impedirnos ver lo obvio, o hacer que lo que es extraño y distorsionado parezca más claro? ¿Qué otra cosa sino el pecado nos incita al ataque? ¿Qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente de la culpabilidad y exigir castigo y sufrimiento? ¿Y qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente del miedo, al eclipsar la creación de Dios y conferirle al amor los atributos del miedo y del ataque?

2. Padre, hoy no quiero ser presa de la locura. No tendré miedo del amor ni buscaré refugio en su opuesto. Pues el amor no puede tener opuestos. Tú eres la Fuente de todo lo que existe. Y todo lo que existe sigue estando Contigo, así como Tú con ello.

Lección 258

Que recuerde que Dios es mi objetivo.

1. Lo único que necesitamos hacer es entrenar nuestras mentes a pasar por alto todos los objetivos triviales e insensatos, y a recordar que Dios es nuestro objetivo. Su recuerdo se encuentra oculto en nuestras mentes, eclipsado tan sólo por nuestras absurdas e insignificantes metas, que no nos deparan nada y que ni siquiera existen. ¿Vamos acaso a continuar permitiendo que la gracia de Dios siga brillando inadvertida, mientras nosotros preferimos ir en pos de los juguetes y las baratijas del mundo? Dios es nuestro único objetivo, nuestro único Amor. No tenemos otro propósito que recordarle.

2. No tenemos otro objetivo que seguir el camino que conduce a Ti. Ése es nuestro único objetivo. ¿Qué podríamos desear sino recordarte? ¿Qué otra cosa podemos buscar sino nuestra Identidad?

Lección 257

Que no me olvide de mi propósito.

1. Si me olvido de mi objetivo no podré sino estar confundido e inseguro acerca de quién soy, y así, mis acciones no podrán sino ser conflictivas. Nadie puede estar al servicio de objetivos contradictorios, y servirlo bien. Tampoco puede desenvolverse sin que se abata sobre él una profunda angustia y depresión. Resolvamos hoy, por lo tanto, recordar lo que queremos realmente, para así unificar nuestros pensamientos y acciones de manera que tengan sentido y para llevar a cabo únicamente lo que Dios quiere que hagamos este día.

2. Padre, el perdón es el medio que Tú has elegido para nuestra salvación. No permitas que nos olvidemos hoy de que no tenemos otra voluntad que la Tuya. Y así, nuestro propósito tiene asimismo que ser el Tuyo si queremos alcanzar la paz que Tú has dispuesto para nosotros.

Lección 256

Dios es mi único objetivo hoy.

1. La única manera de llegar a Dios aquí es mediante el perdón. No hay otra manera. Si la mente no le hubiese concedido tanto valor al pecado, ¿qué necesidad habría habido de encontrar el camino que conduce a donde ya te encuentras? ¿Quién tendría aún incertidumbre? ¿Quién podría estar inseguro de lo que es? ¿Y quién podría seguir durmiendo entre espesas nubes de duda con respecto a la santidad de aquel que Dios creó libre de pecado? Aquí sólo podemos soñar. Pero podemos soñar que hemos perdonado a aquel en quien todo pecado sigue siendo imposible, y esto es lo que elegimos soñar hoy. Dios es nuestro objetivo, y el perdón, el medio por el que nuestras mentes por fin regresan a Él.

2. Y así es, Padre nuestro, como queremos llegar a ti por el camino que Tú has señalado. No tenemos otro objetivo que oír Tu Voz y hallar el camino que Tu sagrada Palabra nos ha señalado.

Lección 255

Elijo pasar este día en perfecta paz.

1. No me parece que pueda elegir experimentar únicamente paz hoy. Sin embargo, mi Dios me asegura que Su Hijo es como Él. Que pueda hoy tener fe en Aquel que afirma que soy el Hijo de Dios. Y que la paz que hoy elijo experimentar dé fe de la verdad de Sus Palabras. El Hijo de Dios no puede sino estar libre de preocupaciones y morar eternamente en la paz del Cielo. En Nombre Suyo, consagro este día a encontrar lo que la Voluntad de mi Padre ha dispuesto para mí, a aceptarlo como propio y a concedérselo a todos Sus Hijos, incluido yo.

2. Así es como deseo pasar este día Contigo, Padre mío. Tu Hijo no Te ha olvidado. La paz que le otorgaste sigue estando en su mente, y es ahí donde elijo pasar este día.

Lección 254

Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.

1. Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. No tengo otra oración que ésta: que me des la verdad. Y la verdad no es sino Tu Voluntad, que hoy quiero compartir Contigo.

2. Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones. Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos. No deseamos las consecuencias que nos acarrearían. Por lo tanto, no elegimos conservarlos. Ahora se han acallado. Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle.

Lección 253

Mi Ser es amo y señor del universo.

1. Es imposible que me pase algo sin yo mismo haberlo pedido. Aun en este mundo, soy yo el que rige mi destino. Lo que sucede es lo que deseo. Lo que no ocurre es lo que no deseo que suceda. Tengo que aceptar esto. Pues de esta manera se me conduce más allá de este mundo a mis creaciones —las criaturas de mi voluntad—, las cuales moran en el Cielo junto con mi santo Ser y con Aquel que me creó.

2. Tú eres el Ser a Quien Tú creaste como el Hijo, el cual crea como Tú y es uno Contigo. Mi Ser, que es señor y amo del universo, no es sino la perfecta unión de Tu Voluntad con la mía, la cual no puede sino asentir gustosamente a la Tuya, de modo que pueda extenderse hasta Sí Misma.

Lección 252

El Hijo de Dios es mi Identidad.

1. La santidad de mi Ser transciende todos los pensamientos de santidad que pueda concebir ahora. Su refulgente y perfecta pureza es mucho más brillante que cualquier luz que jamás haya contemplado. Su amor es ilimitado, y su intensidad es tal que abarca dentro de sí todas las cosas en la calma de una queda certeza. Su fortaleza no procede de los ardientes impulsos que hacen girar al mundo, sino del Amor ilimitado de Dios Mismo. ¡Cuán alejado de este mundo debe estar mi Ser! Y, sin embargo, ¡cuán cerca de mí y de Dios!

2. Padre, Tú conoces mi verdadera Identidad. Revélamela ahora a mí que soy Tu Hijo, para que pueda despertar a la verdad en Ti, y saber que se me ha restituido el Cielo.

Lección 251

No necesito nada más que la verdad

1. Busqué miles de cosas y lo único que encontré fue desconsuelo. Ahora sólo busco una, pues en ella reside todo lo que necesito, y lo único que necesito. Jamás necesité nada de lo que antes buscaba, y ni siquiera lo quería. No reconocía mi única necesidad. Pero ahora veo que solamente necesito la verdad. Con ella todas mis necesidades quedan satisfechas, mis ansias desaparecen, mis anhelos se hacen finalmente realidad y a los sueños les llega su fin. Ahora dispongo de todo cuanto podría necesitar. Ahora dispongo de todo cuanto podría querer. Y ahora, por fin, me encuentro en paz.

2. Y por esa paz, Padre nuestro, te damos gracias. Lo que nos negamos a nosotros mismos, Tú nos lo has restituido, y ello es lo único que en verdad queremos.

4. ¿Qué es el pecado?

L.pII.4.1. El pecado es demencia. Es lo que hace que la mente pierda su cordura y trate de que las ilusiones ocupen el lugar de la verdad. Y al estar loca, la mente ve ilusiones donde la verdad debería estar y donde realmente está. El pecado dotó al cuerpo con ojos, pues, ¿qué iban a querer contemplar los que están libres de pecado? ¿Para qué iban a querer la vista, el sonido o el tacto? ¿Qué iban a querer oír o intentar asir? ¿Qué necesidad iban a tener de los sentidos? Usar los sentidos es no saber. Y la verdad sólo se compone de conocimiento y de nada más.

L.pII.4.2. El cuerpo es el instrumento que la mente fabricó en su afán por engañarse a sí misma. Su propósito es luchar. Mas el objetivo por el que lucha puede cambiar. Y entonces el cuerpo lucha por otro objetivo. Lo que ahora persigue lo determina el objetivo que la mente ha adoptado para substituir a la meta de engañarse a sí misma que antes tenía. La verdad puede ser su objetivo, tanto como las mentiras. Y así, los sentidos buscarán lo que da fe de la verdad.

L.pII.4.3. El pecado es la morada de las ilusiones, las cuales representan únicamente cosas imaginarias procedentes de pensamientos falsos. Las ilusiones son la “prueba” de que lo que no es real lo es. El pecado “prueba” que el Hijo de Dios es malvado, que la intem­poralidad tiene que tener un final y que la vida eterna sucumbirá ante la muerte. Y Dios Mismo ha perdido al Hijo que ama, y de lo único que puede valerse para alcanzar Su Plenitud es la corrupción; la muerte ha derrotado Su Voluntad para siempre, el odio ha destruido el amor y la paz ha quedado extinta para siempre.

L.pII.4.4. Los sueños de un loco son pavorosos y el pecado parece ser ciertamente aterrador. Sin embargo, lo que el pecado percibe no es más que un juego de niños. El Hijo de Dios puede jugar a haberse convertido en un cuerpo que es presa de la maldad y de la culpabilidad, y a que su corta vida acaba en la muerte. Mientras tanto, su Padre ha seguido derramando Su luz sobre él y amándolo con un Amor eterno que sus pretensiones no pueden alterar en absoluto.

L.pII.4.5. ¿Hasta cuándo, Hijo de Dios, vas a seguir jugando el juego del pecado? ¿No es hora ya de abandonar esos juegos peligrosos? ¿Cuándo vas a estar listo para regresar a tu hogar? ¿Hoy quizá? El pecado no existe. La creación no ha cambiado. ¿Deseas aún seguir demorando tu regreso al Cielo? ¿Hasta cuándo, santo Hijo de Dios, vas a seguir demorándote, hasta cuándo?

Lección 250

Que no vea ninguna limitación en mí.

1. Permítaseme contemplar al Hijo de Dios hoy y ser un testigo de su gloria. Y que no trate de empañar la santa luz que mora en él y ver su fuerza menoscabada y reducida a la fragilidad; que no perciba en él las deficiencias con las que atacaría su soberanía.

2. Él es Tu Hijo, Padre mío. Y hoy quiero contemplar su ternura en lugar de mis ilusiones. Él es lo que yo soy, y tal como lo vea a él, me veré a mí mismo. Hoy quiero ver verdaderamente, para que en este mismo día pueda por fin identificarme con él.

Lección 249

El perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda sensación de pérdida.

1. El perdón nos ofrece un cuadro de un mundo en el que ya no hay sufrimiento, es imposible perder y la ira no tiene sentido. El ataque ha desaparecido y a la locura le ha llegado su fin. ¿Qué sufrimiento podría concebirse ahora? ¿En qué pérdida se podría incurrir? El mundo se convierte en un remanso de dicha, abundancia, caridad y generosidad sin fin. Se asemeja tanto al Cielo ahora, que se transforma en un instante en la luz que refleja. Y así, la jornada que el Hijo de Dios emprendió ha culminado en la misma luz de la que él emanó.

2. Padre, queremos devolverte nuestras mentes. Las hemos traicionado, sumido en la amargura y atemorizado con pensamientos de violencia y muerte. Ahora queremos descansar nuevamente en Ti, tal como Tú nos creaste.

Lección 248

Lo que sufre no forma parte de mí.

1. He abjurado de la verdad. Permítaseme ahora ser igualmente firme y abjurar de la falsedad. Lo que sufre no forma parte de mí. Yo no soy aquello que siente pesar. Lo que experimenta dolor no es sino una ilusión de mi mente. Lo que muere, en realidad nunca vivió, y sólo se burlaba de la verdad con respecto a mí mismo. Ahora abjuro de todos los conceptos de mí mismo, y de los engaños y mentiras acerca del santo Hijo de Dios. Ahora estoy listo para aceptarlo nuevamente como Dios lo creó, y como aún es.

2. Padre, mi viejo amor por Ti retorna, y me permite también amar nuevamente a Tu Hijo. Padre, soy tal como Tú me creaste. Ahora recuerdo Tu Amor, así como el mío propio. Ahora comprendo que son uno.

Lección 247

Sin el perdón aún estaría ciego.

1. El pecado es el símbolo del ataque. Si lo veo en alguna parte, sufriré. Pues el perdón es el único medio por el que puedo alcanzar la visión de Cristo. Permítaseme aceptar que lo que Su visión me muestra es la simple verdad y sanaré completamente. Ven hermano, déjame contemplarte. Tu hermosura es el reflejo de la mía. Tu impecabilidad, la mía propia. Has sido perdonado, y yo junto contigo.

2. Así es como quiero ver a todo el mundo hoy. Mis hermanos son Tus Hijos. Tu Paternidad los creó y me los confió como parte de Ti, así como de mi propio Ser. Hoy Te honro a través de ellos, y así espero en este día poder reconocer mi Ser.

Lección 246

Amar a mi Padre es amar a Su Hijo.

1. Que no piense que puedo encontrar el camino a Dios si abrigo odio en mi corazón. Que no piense que puedo conocer a mi Padre o a mi ser, si trato de hacerle daño al Hijo de Dios. Que no deje de reconocerme a mí mismo, y siga creyendo que mi conciencia puede abarcar lo que mi Padre es o que mi mente puede concebir todo el amor que Él me profesa y el que yo le profeso a Él.

2. Aceptaré seguir el camino que Tú elijas para que yo venga a Ti, Padre mío. Y no podré por menos que triunfar porque así lo dispone Tu Voluntad. Y reconoceré que lo que Tu Voluntad dispone, y sólo eso, es lo que la mía dispone también. Por lo tanto, elijo amar a Tu Hijo. Amén.

Lección 245

Tu paz está conmigo, Padre. Estoy a salvo.

1. Tu paz me rodea, Padre. Dondequiera que voy, Tu paz me acompaña y derrama su luz sobre todo aquel con quien me encuentro. Se la llevo al que se encuentra desolado, al que se siente solo y al que tiene miedo. Se la ofrezco a los que sufren, a los que se lamentan de una pérdida, así como a los que creen ser infelices y haber perdido toda esperanza. Envíamelos, Padre. Permíteme ser el portador de Tu paz. Pues quiero salvar a Tu Hijo, tal como dispone Tu Voluntad, para poder llegar a reconocer mi Ser.

2. Y así caminamos en paz, transmitiendo al mundo entero el mensaje que hemos recibido. Y de esta manera oímos por fin la Voz que habla por Dios, la cual nos habla según nosotros predicamos la Palabra de Dios, Cuyo Amor reconocemos, puesto que compartimos con todos la Palabra que Él nos dio.