Lección 60

Lección 60
Repaso I
«Éstas son las ideas para el repaso de hoy:»
"ESTA ÚLTIMA LECCIÓN VUELVE AL PERDÓN, EL TEMA CENTRAL EN LA SINFONÍA DE AMOR Y VERDAD DE JESÚS.
📘(1:1) (46) «Dios es el Amor en el que perdono.»
🔸️(1:2-3) «Dios no perdona porque jamás ha condenado. Los que están libres de culpa no pueden culpar, y aquellos que han aceptado su inocencia no ven nada que tengan que perdonar.»
El hecho de que Dios no perdona se convierte en la base de nuestro perdón en el sueño. El perdón es necesario únicamente como una corrección al pensamiento de condena. Cuando el juicio hacia nosotros mismos se retira, nuestro juicio hacia los demás también se retira: la «idea» de juicio nunca puede abandonar su «fuente». Por lo tanto, Jesús nos pide que aceptemos nuestros errores pasados, aceptando así la inocencia llena de luz que reside en paz justo más allá de la oscuridad de nuestra creencia en el pecado. Cuando la condenación se va no queda nada que tenga que ser perdonado.
🔸️(1:4-6) «Con todo, el perdón es el medio por el cual reconoceré mi inocencia. Es el reflejo del Amor de Dios en la tierra. Y me llevará tan cerca del Cielo que el Amor de Dios podrá tenderme la mano y elevarme hasta Él.»
Ese es el problema: no queremos ser elevados hasta el Cielo, porque entonces nuestra individualidad desaparece. Reconocer nuestra inocencia nos permite darnos cuenta de cuán pecaminosos y culpables creíamos que éramos, porque queríamos estar separados de Dios. Al ver el dolor que ha resultado de tal creencia, podemos elegir en favor de la cordura. Ya no tenemos miedo del «último paso» de Dios, que termina el proceso que comenzó nuestra decisión de perdonar a nuestro hermano, permitimos que Su Amor nos eleve de la tierra hasta el Cielo.
Otro tema importante en estas cinco lecciones, por no mencionar en todo el Curso de Milagros, es que no perdonamos por nuestra cuenta, como vemos ahora:
📘(2:1) (47) «Dios es la fortaleza en la que confío.»
🔸️(2:2-3) «No es con mi propia fortaleza con la que perdono. Es con la fortaleza de Dios en mí, la cual recuerdo al perdonar.»
No soy yo quien te perdona. Solo puedo pedirle ayuda al Espíritu Santo para verte de otra manera, porque la forma en que te veo ahora no me hace feliz. El punto fundamental es reconocer que hay efectos dolorosos de mi elección de tener la razón, ser egoísta y especial. De este modo, dejo de lado la debilidad de mi aparente fortaleza, y en su lugar elijo la fortaleza de Cristo que es restaurada a mi conciencia a través del perdón.
🔸️(2:4-6) «A medida que comienzo a ver, reconozco Su reflejo en la tierra. Perdono todas las cosas porque siento Su fortaleza avivarse en mí. Y empiezo a recordar el Amor que decidí olvidar, pero que nunca se olvidó de mí.»
El problema de nuevo es simplemente que hemos olvidado. Sin embargo, el olvido es activo. Hemos optado por olvidar porque queríamos recordar la debilidad de nuestra individualidad en lugar de la fortaleza de Cristo. Sin embargo, olvidar nuestra Identidad no la destruyó. Nuestro Ser simplemente aguardó a que cambiáramos de mentalidad, efectuado por nuestro cambio de percepción: del juicio a la visión, de la debilidad a la fortaleza.
Paragraph 3 returns us to the real world:
📘(3:1) (48) «No hay nada que temer.»
🔸️(3:2-4) «¡Cuán seguro me parecerá el mundo cuando lo pueda ver! No se parecerá en nada a lo que ahora me imagino ver. Todo el mundo y todo cuanto vea se inclinará ante mí para bendecirme.»
Una vez que elegimos el lugar de perfecta seguridad en nuestras mentes, representado por Jesús, el mundo que experimentamos afuera será su reflejo. «No» puede ser de otra manera, ya que «las ideas no abandonan su fuente». La belleza de este mundo perdonado se refleja en este hermoso pasaje del texto:
“¡Imagínate cuán hermosos te parecerán todos aquellos a quienes hayas perdonado! En ninguna fantasía habrás visto nunca nada tan bello. Nada de lo que ves aquí, ya sea en sueños o despierto, puede compararse con semejante belleza. Y no habrá nada que valores tanto como esto ni nada que tengas en tanta estima. Nada que recuerdes que en alguna ocasión hiciera cantar a tu corazón de alegría te brindó ni una mínima parte de la felicidad que esta visión ha de brindarte. Pues gracias a ella podrás ver al Hijo de Dios. Contemplarás la belleza que el Espíritu Santo adora contemplar, y por la que le da gracias al Padre. Él fue creado para ver esto por ti hasta que tú aprendas a verlo por tu cuenta. Y todas Sus enseñanzas conducen a esa visión y a dar gracias con Él.
Esta belleza no es una fantasía. Es el mundo real, resplandeciente, puro y nuevo, en el que todo refulge bajo la luz del Sol. No hay nada oculto aquí, pues todo ha sido perdonado y ya no quedan fantasías que oculten la verdad.” (T-17.II.1:1-2:3)
Recordar esta belleza nos ayudará a elegir de nuevo cuando estemos tentados de hacer realidad el feo mundo de especialismo del ego.
Ten en cuenta el uso de "todo el mundo" y "todo" en 3: 4 para describir nuestra visión. Si alguien o algo queda excluido de la luz de la seguridad, todo el mundo se sumerge en la oscuridad, la sombra de los pensamientos oscurecidos de culpabilidad de nuestra mente.
🔸️(3:5-6) «Reconoceré en todos a mi Amigo más querido. ¿Qué puedo temer en un mundo al que he perdonado y que a su vez me ha perdonado a mí?»
Esta es la visión de Cristo, en la cual se percibe la totalidad de la Filiación a través de los ojos de la santidad. No se excluye un sólo aspecto del Hijo, y con la separación desaparecida, también lo es todo el miedo, que había sido el resultado inevitable de nuestra creencia en el pecado y la culpa. Esta visión está muy bien representada en las primeras líneas del primer poema de Helen, "Los Regalos de la Navidad":
«Cristo nunca pasa a nadie de largo. Y por esto puedes saber
Que Él es el Hijo de Dios. Reconoces Su toque
En cuanto a Su gentileza y amabilidad universal. Su Amor
Se extiende a todo el mundo. Sus ojos contemplan
El Amor de Dios en todo lo que Él ve.»
(Los Regalos de Dios, p. 95)
Con tal amor a nuestro lado y dentro nuestro, el miedo es imposible; ya que el miedo ha sido reemplazado por el amor que el perdón trae consigo.
📘(4:1) (49) «La Voz de Dios me habla durante todo el día.»
🔸️(4:2-3) «No hay un solo momento en el que la Voz de Dios deje de apelar a mi perdón para salvarme. No hay un solo momento en el que Su Voz deje de dirigir mis pensamientos, guiar mis actos y conducir mis pasos.»
Como mencioné cuando hicimos la Lección 49, esto no significa que «escuchemos» Su Voz durante todo el día; simplemente significa que Él nos está «llamando» durante todo el día. Esta es la Llamada que ferviente y ferozmente intentamos ocultar - el propósito del mundo que hemos fabricado; el propósito de nuestros pensamientos de especialismo de ataques, juicios y deseos. Estos se pueden dejar de lado fácilmente cuando decidimos que ya no deseamos escuchar el chillido estridente del ego. La asombrosa pero amable Voz silenciosa de Dios regresa en el instante en que deseamos escuchar su sonido, y «únicamente» su sonido. Así, la dulce melodía del amor de Dios se extiende a través del sueño, guiando nuestros pensamientos, palabras y acciones.
🔸️(4:4-5) «Me dirijo firmemente hacia la verdad. No hay ningún otro lugar adonde pueda ir porque la Voz de Dios es la única voz y el único guía que se le dio a Su Hijo.»
No existe nada más. Cualquier otro camino que elijamos es nada y no lleva a ninguna parte, porque proviene de una voz que no existe. La belleza de este reconocimiento se describe en estos hermosos párrafos finales en "La verdadera alternativa", que nos recuerda que, como Pensamientos de Dios, nunca hemos podido abandonar nuestra Fuente; el camino que nos lleva de regreso a Él deshace el camino que nunca existió en realidad:
¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! Pero tú olvidaste Su Presencia y no recordaste Su Amor. No hay senda en el mundo que te pueda conducir a Él, ni objetivo mundano que pueda ser uno con el Suyo. ¿Qué camino puede haber en todo el mundo -excepto si la jornada no es más que un errante vagar- que te pueda llevar hasta tu interior cuando todos fueron concebidos para separar a la jornada del propósito que debe tener? Todos los caminos que te alejan de lo que eres te conducen a la confusión y a la desesperanza. Sin embargo, Él nunca dejó Sus Pensamientos a merced de la muerte sin que su Fuente estuviese eternamente en ellos.
¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! Y así como Él no podría separarse de ellos, ellos no pueden excluirlo a Él de sí mismos. Moran unidos a Él, y en su unicidad ambos se conservan intactos. No hay camino que pueda alejarte de Él, ni jornada que pueda llevarte más allá de ti mismo. ¡Qué absurdo y descabellado es pensar que puede haber un camino con semejante objetivo! ¿Adónde podría conducir? ¿Y cómo se te podría obligar a recorrerlo sin que tu propia realidad te acompañase?
Perdónate a ti mismo tu locura, y olvídate de todas las jornadas fútiles y de todas las metas sin objetivo. No significan nada. No puedes dejar de ser lo que eres. Pues Dios es misericordioso, y no permitió que Su Hijo lo abandonara. Siéntete agradecido por lo que Él es, pues en ello reside tu escapatoria de la locura y de la muerte. No puedes estar en ningún lugar, excepto donde Él está. Y no hay camino que no conduzca a Él.” (T-31.IV.9-11)
Y finalmente, este movimiento sinfónico que comprende este repaso culmina con un regreso a su tema central; el ciclo del amor concluye con el amor y la sabiduría con que comenzó:
📘(5:1) (50) «El Amor de Dios es mi sustento.»
🔸️(5:2-4) «Cuando escucho la Voz de Dios, Su Amor me sustenta. Cuando abro los ojos, Su Amor alumbra al mundo para que lo pueda ver. Cuando perdono, Su Amor me recuerda que Su Hijo es impecable.»
¿Y quién es Su Hijo? Yo soy Su Hijo. Dado que todos somos uno, cuando me doy cuenta de mi impecabilidad, me doy cuenta de que todo el mundo es también impecable. Y «no» puede ser de otra forma, si es que el amor es el Amor de Dios.
🔸️(5:5) «Y cuando contemplo al mundo con la visión que Él me dio, recuerdo que yo soy Su Hijo.»
Jesús culmina este movimiento de su sinfonía con el logro de nuestro objetivo final. La forma en que alcanzamos la visión del mundo real es prestando cuidadosa atención al mundo externo, de modo que pueda enseñarnos que lo «externo» es un reflejo de lo «interno». El dolor de nuestra experiencia como cuerpos, interactuando con otros cuerpos, se convierte en la motivación para elegir otro camino, otro Maestro. Por consiguiente, llegamos a cambiar de mentalidad, eligiendo el Pensamiento del Espíritu Santo como la fuente de nuestra visión y contemplando el mundo a través de la visión de Cristo. El mundo real le da la bienvenida a nuestra visión y finalmente recordamos Quiénes somos como el Hijo uno de Dios, felizmente llegaremos a exclamar palabras como las que Jesús nos pone en la Parte II del libro de ejercicios:
“¡Regocíjate hoy! ¡Regocíjate! Hoy no hay cabida para nada que no sea alegría y agradecimiento. Nuestro Padre ha redimido a Su Hijo en este día. Ni uno solo de nosotros dejará de salvarse hoy. No habrá nadie que no esté a salvo del miedo ni nadie a quien el Padre no acoja en Su regazo, despierto ahora en el Cielo, en el Corazón del Amor.” (W-pII.340.2)
Es así como culminamos este movimiento celestial con un pensamiento feliz de Unicidad, el pensamiento que pone fin al sueño de pesadilla de la ilusión y que nos despierta gozosamente al recuerdo del Amor de nuestro Padre."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.

Lección 59

Lección 59
Repaso I
«Estas son las ideas a repasar hoy:»
"En la Lección 59 nuevamente encontramos el tema de quiénes somos como el Hijo de Dios, y los maravillosos y asombrosos efectos de llegar a comprender y aceptar su verdad.
📘(1:1) (41) «Dios va conmigo dondequiera que yo voy.»
🔸️(1:2-7) «¿Cómo puedo estar solo cuando Dios está siempre conmigo? ¿Cómo puedo dudar o sentirme inseguro cuando en Él mora la perfecta certeza? ¿Cómo puede haber algo que me pueda perturbar cuando Él mora en mí en paz absoluta? ¿Cómo puedo sufrir cuando el amor y la dicha me rodean por mediación Suya? No he de abrigar ninguna ilusión con respecto a mí mismo. Soy perfecto porque Dios va conmigo dondequiera que yo voy.»
No es que Dios camine literalmente con nosotros. Más bien, Jesús enseña que Dios está con nosotros porque Su Amor se encuentra en nuestras mentes, que es donde estamos. Es este Amor - nuestro Ser - lo que es la base para deshacer el pensamiento de separación: el hogar de todas las ilusiones de sufrimiento y dolor.
Todo lo que se necesita para que este Amor vuelva a la conciencia es recurrir al poder de nuestras mentes para elegir, uno de los temas más importantes de Un Curso de Milagros, al que ahora nos dirigimos:
📘(2:1-2) (42) «Dios es mi fortaleza. La visión es Su regalo.»
🔸️(2:3-6) «Hoy no recurriré a mis propios ojos para ver. Quiero estar dispuesto a dejar de lado la lamentable ilusión de que puedo ver, e intercambiarla por la visión que Dios me da. La visión de Cristo es Su regalo y Él me lo ha dado. Hoy me valdré de este regalo de tal forma que este día me ayude a comprender la eternidad.»
Siempre tenemos una elección sobre el sistema de pensamiento con el que nos identificamos, lo cual es posible una vez que recordamos que nuestros sentimientos de mal-estar y perturbación emanan de la elección errónea de la mente y de ninguna otra parte. Así intercambiamos las percepciones erróneas del ego por la visión de Cristo, la exclusión por la unidad, la separación por el perdón y el tiempo por la eternidad.
📘(3:1-2) (43) «Dios es mi Fuente. No puedo ver separado de Él.»
🔸️(3:3-7) «Puedo ver lo que Dios quiere que vea. No puedo ver nada más. Más allá de Su Voluntad sólo hay ilusiones. Son éstas las que elijo cuando pienso que puedo ver separado de Él. Son éstas las que elijo cuando trato de ver con los ojos del cuerpo.»
Una vez más, todas las percepciones erróneas provienen de la creencia ilusoria de que podemos estar separados de Dios; la Idea de que el Hijo de Dios, que somos nosotros, puede abandonar su Fuente. Así, nuestro pensamiento de separación da lugar a un mundo de separación, que creemos que está ahí porque creemos que lo vemos. Los ojos del cuerpo ahora han reemplazado a la visión, una sustitución que permanece en su lugar hasta que cambiamos de mentalidad.
🔸️(3:8-9) «No obstante, se me ha dado la visión de Cristo para reemplazarlos. A través de esta visión es como elijo ver.»
Un Curso de Milagros tiene como propósito el cambio de mentalidad que permite que la «visión» reemplace a la «manera de ver» del ego. Esta visión no puede venir a menos que tomemos una decisión que diga: He estado pensando y percibiendo erróneamente. Sé que hay otra manera, porque tiene que haber otra manera de sentir. No me encuentro feliz, y deseo estar en paz. Por lo tanto, dejo de lado mi inversión en tener la razón. De este modo, nuestro deseo de verdadera paz y felicidad se convierte en la motivación para elegir la visión que reemplaza las ilusiones.
📘(4:1) (44) «Dios es la luz en la que veo.»
🔸️(4:2-4) «No puedo ver en la obscuridad. Dios es la única luz. Por lo tanto, si he de ver, tiene que ser por medio de Él.»
Como el texto nos recuerda: “Puedes elegir la visión [o la luz] o juzgar [la oscuridad], pero nunca ambas cosas.” (T-20.V.4: 7). Elegimos uno o el otro, y en nuestra elección de mentalidad correcta todo el mundo queda libre.
🔸️(4:5-7) «He tratado de definir lo que es ver y me he equivocado. Ahora se me concede poder entender que Dios es la luz en la que veo. Le daré la bienvenida a la visión y al mundo feliz que me mostrará.»
Tengo que darme cuenta de que he estado equivocado acerca de todo lo que veo y de todo lo que creo que entiendo. Muy frecuentemente Jesús nos recuerda este hecho feliz; y es feliz, de hecho, cuando no nos encontramos identificados con la obstinada insistencia del ego de que él tiene razón y de que Dios está equivocado. Esta feliz aceptación de la verdad es el lugar de nacimiento de nuestra humildad, que lleva a la visión de Cristo que bendice al mundo junto conmigo.
La lección cierra con un regreso al pensamiento de Unicidad, el cual deshace el mundo porque deshace la mente separada:
📘(5:1) (45) «Dios es la Mente con la que pienso.»
🔸️(5:2-4) «No tengo pensamientos que no comparta con Dios. No tengo pensamientos aparte de los Suyos porque no tengo otra mente que la Suya. Puesto que soy parte de Su Mente mis pensamientos son Suyos, y Sus Pensamientos son míos.»
Recuerda, el sistema del ego nace de la idea de que nuestros pensamientos nos pertenecen y que los pensamientos de Dios son Suyos, y que estos dos tipos de pensamientos jamás podrán encontrarse en una sola mente. No solo eso, le decimos a Dios lo que son Sus pensamientos. Esta arrogancia demente forma la base de la segunda ley del caos (T-23.II.4-6), donde Dios se vuelve tan demente como nosotros:
“En ninguna otra parte es más evidente la arrogancia en la que se basan las leyes del caos que como sale a relucir aquí. He aquí el principio que pretende definir lo que debe ser el Creador de la realidad; lo que debe pensar y lo que debe creer; y, creyéndolo, cómo debe responder. Ni siquiera se considera necesario preguntarle si eso que se ha decretado que son Sus creencias es verdad. Su Hijo le puede decir lo que ésta es, y la única alternativa que le queda es aceptar la palabra de Su Hijo o estar equivocado.” (T-23.II.6:1-4)
La demencia de tal creencia se corrige fácilmente una vez que reconocemos su completa locura. Las nubes de la separación se dispersan rápidamente en este regreso a la cordura, y nos regocijamos en la Unicidad del Amor que nunca ha cambiado y que permanece como el Pensamiento de nuestro Ser, en unidad con la Filiación y con la Mente de Dios."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.

Lección 58

Lección 58
Repaso I
«Hoy vamos a repasar las siguientes ideas:»
"Esta próxima serie de lecciones tratan acerca de nuestra santidad, el otro lado de nuestras mentes que se mantiene oculta por el ego y por la no santidad de su sistema de pensamiento.
📘(1:1) (36) «Mi santidad envuelve todo lo que veo.»
🔸️(1:2) «De mi santidad procede la percepción del mundo real.»
Cuando hacemos el cambio interno y nos identificamos con el amor de Jesús en lugar de con el odio del ego, su amor se extiende a través de nosotros. Podemos seguir percibiendo exactamente el mismo mundo - el sueño en la «forma» no necesariamente cambia - pero ahora se percibe a través del amor que está dentro de nosotros mismos. Esto marca el nacimiento de la verdadera compasión. No sentimos lástima por los cuerpos de las personas, sino por la fuente real de su dolor: la creencia de que son huérfanos y nunca regresarán a casa. En esa visión compasiva se reconoce que «todas» las personas comparten el mismo sufrimiento.
🔸️(1:3-5) «Habiendo perdonado, ya no me considero culpable. Puedo aceptar la inocencia que es la verdad con respecto a mí mismo. Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento, sólo veo su santidad porque lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo.»
Este es un resumen sucinto del perdón: primero cambiamos nuestra percepción de modo que al ver de otra manera el pecado de otra persona - reconociendo que no es más que una proyección de una creencia sobre nosotros mismos - aceptamos la naturaleza ilusoria del sistema de pensamiento de separación y ataque del ego. Esto permite que la inocencia de la Expiación vuelva a nuestra conciencia y entonces se convierta en la base de nuestra nueva percepción del mundo.
La percepción inocente o verdadera es toda-inclusiva, como vemos ahora:
📘(2:1) (37) «Mi santidad bendice al mundo.»
🔸️(2:2-5) «La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí. Todas las personas y todo cuanto veo en su luz comparten la dicha que mi santidad me brinda. No hay nada que esté excluido de esta dicha porque no hay nada que no comparta mi santidad. A medida que reconozca mi santidad, la santidad del mundo se alzará resplandeciente para que todos la vean.»
No solo somos uno en el sistema de pensamiento del ego, también somos uno en el del Espíritu Santo. Con este reconocimiento, nacido de nuestra nueva percepción, la creencia del ego en la separación es deshecha por la visión de Cristo que abraza a la Filiación (y por lo tanto al mundo) con su santidad. Si nuestra visión no es todo-inclusiva, no es visión. Al excluir incluso a una parte de la Filiación, la Totalidad también se excluye, por lo que nunca podremos recordar que somos el Hijo de Dios. Es por eso que Jesús nos da estas palabras como un recordatorio:
“Traigo a vuestros cansados ojos una visión de un mundo diferente, tan nuevo, depurado y fresco que os olvidaréis de todo el dolor y miseria que una vez visteis. Mas tenéis que compartir esta visión con todo aquel que veáis, pues, de lo contrario, no la contemplaréis. Dar este regalo es la manera de hacerlo vuestro. Y Dios ordenó, con amorosa bondad, que lo fuese.” (T-31.VIII.8:4-7)
📘(3:1) (38) «No hay nada que mi santidad no pueda hacer.»
🔸️(3:2-3) «El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado. ¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones?»
No se nos salva del mundo, ni de ningún destino terrible dentro de él, tampoco salvamos a los demás del mundo. De lo que se nos salva es de nuestros pensamientos erróneos, de los errores que provienen de haber elegido el ego en lugar del Espíritu Santo. Eso no tiene nada que ver con el mundo, sino todo que ver con nuestros pensamientos ilusorios. Nuevamente, es una salvación que nos sana como «uno», porque únicamente existe «una» ilusión en el Hijo «uno».
🔸️(3:4-6) «¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas acerca de mí? Mi santidad las desvanece a todas al afirmar la verdad de lo que Soy. En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo, todos los ídolos desaparecen.»
Una y otra vez vemos a Jesús volviendo a este punto central: nuestras percepciones erróneas son causadas por la «única» percepción errónea de nosotros mismos - que no somos tal como Dios nos ha creado. Cuando este «único» pensamiento erróneo es sanada, todas las imágenes erróneas del ego - los ídolos del especialismo - son también deshechos: «un» sólo problema, «una» sola percepción errónea de no santidad; «una» sola solución, la «única» visión de la santidad.
📘(4:1) (39) «Mi santidad es mi salvación.»
🔸️(4:2-3) «Puesto que mi santidad me absuelve de toda culpa, reconocer mi santidad es reconocer mi salvación. Es también reconocer la salvación del mundo.»
El tema sinfónico de Jesús continúa, en una serie casi infinita de maravillosas variaciones. El «único» problema de la culpa desaparece en la «única» solución de la santidad, que también hace que todos los problemas desaparezcan. De este modo, mi percepción de mí mismo es sanada y salvada, así como mi percepción del mundo, que nunca ha abandonado su fuente en mi mente.
🔸️(4:4-5) «Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme. Y al no tener miedo, todos compartirán mi entendimiento, que es el regalo que Dios me hizo a mí y al mundo.»
La fuente de «todo» temor es que hayamos elegido la no santidad de nuestra individualidad separada en lugar de la santidad de la unicidad del Hijo de Dios. Dado que las mentes están unidas, la aceptación de mi santidad recuerda a los demás de que pueden hacer la misma elección. Esto no significa que todos «harán» esa misma elección ahora. Sin embargo, significa que dentro mi santidad me doy cuenta de que esta elección «ya» ha sido tomada porque la separación nunca fue posible. Cuando esa elección es aceptada en toda la Filiación es sólo cuestión de tiempo.
📘(5:1) (40) «Soy bendito por ser un Hijo de Dios.»
🔸️(5:2-8) «En esto reside mi derecho a lo bueno y sólo a lo bueno. Soy bendito por ser un Hijo de Dios. Todo lo que es bueno me pertenece porque así lo dispuso Dios. Por ser Quien soy no puedo sufrir pérdida alguna, ni privaciones ni dolor. Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo. El cuidado que me prodiga es infinito y eterno. Soy eternamente bendito por ser Su Hijo.»
Toda pérdida, privación y dolor surgen porque hemos olvidado quiénes somos. Ese es el problema, sin excepción, que es la razón por la cual no hay grados de dificultad en los milagros (T-1.I.1: 1). Cuando soltamos la mano de Jesús y tomamos la del ego en su lugar, estamos automáticamente dentro del dolor. Siguiendo la estrategia del ego para proteger nuestra decisión equivocada, ponemos una brecha entre la causa del dolor y nuestra experiencia de él, y entonces pensamos que entendemos la fuente del dolor - el mundo, nuestro compañero especial, nuestros cuerpos, nuestra comida o lo que sea, y por lo tanto, nunca podemos reconocer la causa real en nuestras mentes. Cuando finalmente recobramos la cordura y nos damos cuenta de nuestro error, podemos acudir al pensamiento de Expiación que refleja nuestro verdadero Ser, una Identidad que se encuentra perfectamente a salvo debido a que está más allá de todos los pensamientos de dolor y pérdida. Despertando del sueño del ego del sufrimiento, nos encontramos en casa con el Dios que realmente nunca hemos abandonado."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.

Lección 57

Lección 57
Repaso I

«Repasemos hoy las siguientes ideas:»
📘(1:1) (31) «No soy víctima del mundo que veo.»
🔹️️(1:2-9) «¿Cómo puedo ser la víctima de un mundo que podría quedar completamente des-hecho si así lo eligiese? Mis cadenas están sueltas. Puedo desprenderme de ellas sólo con desearlo. La puerta de la prisión está abierta. Puedo marcharme en cualquier momento sólo con echar a andar. Nada me retiene en este mundo. Sólo mi deseo de permanecer aquí me mantiene prisionero. Quiero renunciar a mis desquiciados deseos y caminar por fin hacia la luz del sol.»
Encontramos esto convincente porque sentimos que somos víctimas. Si este es un mundo que hemos fabricado, que es lo que Jesús nos ha estado enseñando desde el principio, el mundo no es el problema. «El hecho de que lo hayamos fabricado es el problema» - "¿Cómo podemos ser las víctimas de un mundo que podría quedar completamente des-hecho si así lo eligiésemos?"
Tenemos que estar dispuestos a admitir que hemos estado equivocados acerca de todo. Lo que nos hace creer que tenemos razón es nuestra experiencia de ser víctimas de todo lo demás. Recuerda, el "todo lo demás" no es sólo el cuerpo de los demás, sino también el nuestro. El cuerpo está exclusivamente fuera de la mente, la fuente de nuestra verdadera identidad. La analogía con un prisionero que camina hacia la luz del sol se refiere a la famosa Alegoría de la Caverna de Platón en «La República». Vale la pena resumir - aunque sea brevemente - cómo Jesús hace una referencia más específica a ello en el texto.
La alegoría está ambientada en una caverna, donde los prisioneros están encadenados de tal manera que sólo pueden ver la pared interior de la caverna, sin ser conscientes de la entrada de la caverna que hay detrás de ellos, a través de la cual fluyen los rayos del sol, arrojando sombras sobre la pared, de los transeúntes a lo largo del camino que pasa por la entrada de la caverna. Así, los prisioneros creen que las sombras son la realidad, ya que no conocen nada más. Uno de los prisioneros (representando al estimado maestro de Platón, Sócrates) es liberado y, volviéndose y abriéndose camino hacia la luz, comienza a entender la diferencia entre las apariencias y la realidad. Volviendo para enseñar la verdad a sus compañeros, los libera, sólo para encontrarse con el asesinato a manos de aquellos que todavía temen a la luz de la verdad. He aquí, pues, las dos referencias específicas del texto:
“Los que llevan años aprisionados con pesadas cadenas, hambrientos y demacrados, débiles y exhaustos, con los ojos aclimatados a la obscuridad desde hace tanto tiempo que ni siquiera recuerdan la luz, no se ponen a saltar de alegría en el instante en que se les pone en libertad. Tardan algún tiempo en comprender lo que es la libertad.” (T-20.III.9: 1-2)
“Los ojos se acostumbran a la obscuridad, y la luz de un día soleado les resulta dolorosa a los ojos aclimatados desde hace mucho a la tenue penumbra que se percibe durante el crepúsculo. Dichos ojos esquivan la luz del sol y la claridad que ésta le brinda a todo lo que contemplan. La penumbra parece mejor: más fácil de ver y de reconocer. De alguna manera lo vago y lo sombrío parece ser más fácil de contemplar y menos doloroso para los ojos que lo que es completamente claro e inequívoco. Éste, no obstante, no es el propósito de los ojos, y ¿quién puede decir que prefiere la obscuridad y al mismo tiempo afirmar que desea ver?” (T-25.VI.2)
Así reconocemos que hemos sido nuestros propios carceleros, y ahora podemos tomar la única decisión sensata disponible para nosotros: dejar las tinieblas en favor de la luz. Nuestras cadenas de culpabilidad y ataque eran simplemente la falta de voluntad para abrir los ojos y «ver», y ahora elegimos la visión. El siguiente párrafo repite la lección:
📘(2:1) (32) «He inventado el mundo que veo.»
🔹️️(2:2-3) «Yo mismo erigí la prisión en la que creo encontrarme. Basta con que reconozca esto y quedo libre.»
Es por eso que Jesús sigue diciendo que este es un curso simple. Todo lo que necesitamos hacer es darnos cuenta de que hemos inventado todo esto; que el mundo es una alucinación (T-20.VIII.7), que todo lo que pensamos que nos está haciendo daño no es cierto. La llave para abrir esta ilusoria prisión de oscuridad siempre ha estado en nuestras mentes. Ahora por fin tenemos el maestro y el camino que nos ayuda a darnos cuenta de que este gozoso hecho es cierto.
🔹️️(2:4-8) «Me he engañado a mí mismo al creer que era posible aprisionar al Hijo de Dios. He estado terriblemente equivocado al creer esto, y ya no lo quiero seguir creyendo. El Hijo de Dios no puede sino ser libre eternamente. Es tal como Dios lo creó y no lo que yo he querido hacer de él. El Hijo de Dios se encuentra donde Dios quiere que esté y no donde yo quise mantenerlo prisionero.»
Este es un tema que se vuelve prominente más adelante en el libro de ejercicios: Las lecciones 94, 110, 162 y el Repaso VI. Si somos tal como Dios nos ha creado, todo lo que el ego y su mundo nos han enseñado es falso. Su "luz" nos engañó, y una vez que reconocemos que era «auto»-engaño, podemos hacer algo al respecto eligiendo de manera diferente, dejando el mundo de las tinieblas para siempre y retornando el mundo de la luz - "donde Dios quiere que estemos" - a nuestra conciencia.
📘(3:1) (33) «Hay otra manera de ver el mundo.»
🔹️️(3:2-3) «Dado que el propósito del mundo no es el que yo le he asignado, tiene que haber otra manera de verlo. Veo todo al revés y mis pensamientos son lo opuesto a la verdad.»
Para poder mirar al mundo "de otra manera", una declaración clave en Un Curso de Milagros, necesitamos la humildad de admitir que estamos equivocados. Siempre es útil estar alerta, darse cuenta de cuán tercamente insistimos en que tenemos razón, no sólo en las maneras evidentes de creer que la separación es real, sino en las maneras sutiles y cotidianas de estar tan seguros de que nuestras percepciones de los demás son correctas.
🔹️(3:4-6) «Veo el mundo como una prisión para el Hijo de Dios. Debe ser, pues, que el mundo es realmente un lugar donde él puede ser liberado. Quiero contemplar el mundo tal como es y verlo como un lugar donde el Hijo de Dios encuentra su libertad.»
Claramente la referencia aquí no es al mundo en sí, sino a nuestras «percepciones» del mundo; y aún más al punto, al «propósito» que le hemos dado. Si le hemos dado al mundo el propósito de aprisionarnos, lo hará. Si, por otro lado, le hemos dado el propósito de perdonar y liberar, somos libres. Volveremos sobre este importante tema en breve. Por ahora podemos recordar que el cambio de propósito implica un cambio en los maestros, cambiando nuestra percepción del mundo de una prisión de culpabilidad a un salón de clases de perdón.
📘(4:1) (34) «Podría ver paz en lugar de esto.»
🔹️️(4:2-4) «Cuando vea el mundo como un lugar de libertad, me daré cuenta de que refleja las leyes de Dios en lugar de las reglas que yo inventé para que él obedeciera. Comprenderé que es la paz, no la guerra, lo que mora en él. Y percibiré asimismo que la paz mora también en los corazones de todos los que comparten este lugar conmigo.»
Esto se refiere al mundo real, que discutiremos en mayor profundidad más adelante. Basta decir por ahora que refleja la unicidad de la realidad al permitirnos ver a todos los miembros de la Filiación - «sin excepción» - compartiendo el objetivo común de abandonar la prisión de la guerra por el lugar de paz que habita en «todas» las personas. Así cambiamos nuestro propósito de la culpabilidad a la paz, del aprisionamiento a la libertad.
📘(5:1-2) (35) «Mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo.»
🔹️(5:3-5) «A medida que comparto la paz del mundo con mis hermanos empiezo a comprender que esa paz brota de lo más profundo de mí mismo. El mundo que contemplo ha quedado iluminado con la luz de mí perdón y refleja dicho perdón de nuevo sobre mí. En esta luz empiezo a ver lo que mis ilusiones acerca de mí mismo ocultaban.»
Este es también un tema importante, especialmente en el manual (por ejemplo, M-in.1-3): Enseñar a otros es como aprendemos. Cuanto más dejo ir mis resentimientos contra ti, enseñando que hay otra manera de pensar, más refuerzo esa idea en mí mismo. En esta luz del perdón veo lo que mis ilusiones pretenden ocultar. Como hemos visto, el perdón consiste en unirnos a Jesús, sosteniendo juntos la lámpara que brilla en la oscuridad de nuestras mentes, exponiendo las ilusiones del ego a la luz de la verdad (T-11.V.1). El perdón levanta los velos del sistema defensivo del ego, permitiéndonos ver el amor que realmente se encuentra ahí.
Al retirar de ti las proyecciones de oscuridad de la culpa, reflejo la voluntad de retirar mi inversión en la oscuridad en mí. Así, las ilusiones dan paso a la luz de la verdad, y la paz alborea en una mente que hasta ahora había creído en el conflicto.
🔹️️(5:6) «Empiezo a comprender la santidad de toda cosa viviente, incluyéndome a mí mismo, y su unidad conmigo.»
Esto es lo que yace debajo de la creencia del ego de que somos hijos de la separación, el especialismo, la culpa y el miedo. Es esta constelación de no santidad la que se ha convertido en la cobertura de nuestra santidad inherente como hijos del amor; una santidad compartida por «toda» "cosa viviente", incluidos nosotros mismos. Por lo tanto, podemos equiparar la no santidad con la separación, y la santidad con la unidad."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.

Lección 56

Lección 56
Repaso I
«Nuestro repaso de hoy abarca lo siguiente: »
📘(1:1) (26) «Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad.»
🔸️(1:2) «¿Cómo puedo saber quién soy cuando creo estar sometido a continuos ataques?»
Tengo que verme a mí mismo como sometido a continuos ataques porque estoy atacando a todos los demás. Por eso la lección se titula: "Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad". Soy verdaderamente invulnerable como el Hijo de Dios, pero al identificarme con el ego me veo vulnerable, porque la culpa exige un castigo y me siento víctima del contraataque de Dios. Si creo que todos los demás me van a atacar, no puedo ser tal como Dios me creó - inocente e invulnerable. Por lo tanto, el argumento que me presenta el ego es: si puede probar que el Hijo de Dios «es» verdaderamente vulnerable - el propósito del cuerpo - entonces, ¿cómo podría yo ser el Hijo de Dios? Este razonamiento se presenta claramente en el siguiente pasaje de "¿Qué es el Cuerpo?", al cual regresaremos mucho, mucho más adelante en esta serie:
“Pues la temporalidad del Hijo de Dios es la "prueba" de que sus cercas [cuerpos] funcionan y de que están llevando a cabo la tarea que su mente les asignó. Pues si su unidad aún permaneciese intacta, ¿quién podría atacar y quién podría ser atacado? ¿Quién podría ser el vencedor? ¿Quién la presa? ¿Quién podría ser la víctima? ¿Quién el asesino? Y si él no muriese, ¿qué "prueba" habría de que el eterno Hijo de Dios puede ser destruido?” (WpII.5.2:3-9)
🔸️(1:3) «El dolor, la enfermedad, la pérdida, la vejez y la muerte parecen acecharme.»
Nuevamente, es esencial darse cuenta de que estamos viviendo en un mundo de dolor, enfermedad, pérdida, envejecimiento y muerte; un mundo elegido deliberadamente por nuestros egos para probar que su sistema de pensamiento de separación está en lo cierto y que la Expiación del Espíritu Santo está equivocada.
🔸️(1:4-5) «Todas mis esperanzas, aspiraciones y planes parecen estar a merced de un mundo que no puedo controlar. Sin embargo, la seguridad perfecta y la plena realización constituyen mi verdadera herencia.»
Una vez más, Jesús nos está mostrando que tenemos una mente dividida, y que podemos elegir si nos veremos a nosotros mismos viviendo en un estado de constante terror, miedo y vulnerabilidad, o en un estado de seguridad constante. No es cierto que estemos, nuevamente, “a merced de cosas que se encuentran más allá de ti, de fuerzas que no puedes controlar” (T-19.IV-D.7: 4), porque la verdad es que nuestro “Ser es amo y señor del universo” (W-pII.253).
🔸️(1:6-8) «He tratado de despojarme de mi herencia a cambio del mundo que veo. Pero Dios la ha salvaguardado para mí. Mis pensamientos reales me enseñarán lo que es mi herencia.»
No se puede decir con suficiente frecuencia que para que podamos acceder a nuestros pensamientos reales, primero debemos dejar de lado nuestros pensamientos irreales, lo que no podemos hacer sin ser conscientes de que están allí. Aprendemos este hecho feliz al comprender que el mundo que percibimos es el que fabricamos y, por lo tanto, es irreal: una proyección de nuestros pensamientos irreales de separación y culpa. Nuestra verdadera herencia es como un Hijo de Dios amado y atesorado, no como el hijo de la culpa y el miedo del ego. Como Jesús concluye en “El tesoro de Dios”:
“Lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti «es» tuyo. Dios le ha dado Su Voluntad a Su tesoro, para quien esa Voluntad es su propio tesoro. Allí donde esté tu tesoro allí estará tu corazón, tal como el Suyo está allí donde se encuentra Su tesoro. Tú, a quien Dios ama, eres completamente bendito.” (T-8.VI.10:1-4)
📘(2:1) (27) «Por encima de todo quiero ver.»
🔸️(2:2-6) «Al reconocer que lo que veo es un reflejo de lo que creo ser, me doy cuenta de que mi mayor necesidad es la visión. El mundo que veo da testimonio de cuán temerosa es la naturaleza de la imagen que he forjado de mí mismo. Si he de recordar quién soy, es esencial que abandone esta imagen de mí mismo. A medida que dicha imagen sea reemplazada por la verdad, se me concederá la visión. Y con esta visión contemplaré al mundo y a mí mismo con caridad y con amor.»
Jesús siempre vuelve a las mismas ideas centrales: nuestras percepciones reflejan nuestra autoimagen - hijo de Dios o hijo del ego - y la visión corrige las percepciones erróneas perversas y temerosas del ego, reflejando nuestra Identidad como espíritu. La visión así «deshace» el sistema de pensamiento del ego. Como se nos enseña en el texto: el ego siempre habla primero (T-5.VI.3: 5), y el Espíritu Santo es la Respuesta.
“El ego dicta sentencia y el Espíritu Santo revoca sus decisiones, en forma similar a como en este mundo un tribunal supremo tiene la potestad de revocar las decisiones de un tribunal inferior. Las decisiones del ego son siempre erróneas porque están basadas en el error para cuya defensa se tomaron.” (T-5.VI.4:1-2)
Con la visión reemplazando al juicio, vemos un mundo unificado de paz y amor, independientemente de lo que nuestros ojos físicos contemplan.
📘(3:1) (28) «Por encima de todo quiero ver de otra manera.»
🔸️(3:2-3) «El mundo que veo mantiene en vigor la temerosa imagen que he forjado de mí mismo y garantiza su continuidad. Mientras siga viendo el mundo tal como lo veo ahora, la verdad no podrá alborear en mi conciencia.»
El propósito del mundo proyectado es mantener mi temerosa auto-imagen en su lugar. Esto prefigura una declaración importante en la Parte II del libro de ejercicios, hablando de nuestros pensamientos que no perdonan:
“Un pensamiento que no perdona es aquel que emite un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso. La mente se ha cerrado y no puede liberarse. Dicho pensamiento protege la proyección, apretando aún más sus cadenas de manera que las distorsiones resulten más sutiles y turbias, menos susceptibles de ser puestas en duda y más alejadas de la razón. ¿Qué puede interponerse entre una proyección fija y el objetivo que ésta ha elegido como su deseada meta?” (W-pII.1.2)
De este modo, nuestras proyecciones permiten al ego proteger su autoconcepto de separación y odio, ya que ahora se percibe que ese concepto es externo a la mente que es su fuente. Este es el autoconcepto que dice que soy un individuo, la cualidad individual que compré a costa del pecado. Este pecado debe ser castigado, y por eso merezco tener miedo. Nada realmente ha cambiado, excepto que ahora creo que no soy la fuente del miedo, que tiene su origen en algo que está fuera de mí. Seguro de lo que veo, nunca cuestiono mi percepción. Sin que mi percepción sea cuestionada, el Espíritu Santo no podrá dar una respuesta a mi condición de miedo y dolor.
🔸️(3:4) «Dejaré que la puerta que se encuentra detrás de este mundo se abra, para así poder mirar más allá de él al mundo que refleja el Amor de Dios.»
El que nos abre la puerta es Jesús, pero tenemos que «permitirle» que lo haga, pidiéndole ayuda para llevar nuestras ilusiones de ataque a su verdad de perdón. Este mundo real del completo perdón refleja el Amor de Dios, que aguarda justo más allá de la puerta que Jesús mantiene abierta para nosotros:
“Cristo está en el altar de Dios, esperando para darle la bienvenida al Hijo de Dios...La puerta no está atrancada, y es imposible que no puedas entrar allí donde Dios quiere que estés...Puedes negarte a entrar, pero no puedes atrancar la puerta que Cristo mantiene abierta. Ven a mí que la mantengo abierta para ti, pues mientras yo viva no podrá cerrarse, y yo viviré eternamente.” (T-11.IV.6:1,3,5-6)
📘(4:1) (29) «Dios está en todo lo que veo.»
🔸️(4:2-4) «Tras cada imagen que he forjado, la verdad permanece inmutable. Tras cada velo que he corrido sobre la faz del amor, su luz sigue brillando sin menoscabo. Más allá de todos mis descabellados deseos se encuentra mi voluntad, unida a la Voluntad de mi Padre.»
De la misma forma en que Jesús hizo en las lecciones de la uno a la cincuenta, él enfatiza la naturaleza de nuestras mentes correctas. La mente equivocada está llena de pensamientos de ataque: enfermedad, sufrimiento, muerte, asesinato y juicio. Él nos ayuda a darnos cuenta de que estos pensamientos están ocultando algo más. Sin embargo, el hecho de que nos diga esto no significa que no tengamos que hacer el trabajo de elegir ese «algo más», pero al menos ahora somos conscientes de cuáles son las alternativas entre las que estamos elegimos. No es que elijo entre «mata o te matarán» - ¿te mato a ti o tú me matas a mí? Se trata de elegir entre milagros o asesinato (T-23.IV.9: 8). Este pasaje nos dice que hay otro sistema de pensamiento en nuestras mentes, esperando que lo elijamos. También implica que hay un «propósito» inherente a que hayamos elegido el ataque sobre el amor: el deseo de preservar nuestra identidad - elegida en la separación y forjada en el odio - al demostrar que tenemos razón y que Dios está equivocado. Es así como elegimos vivir en la oscuridad, creer que es real «porque creemos que lo es.»
🔸️(4:5-6) «Dios sigue estando en todas partes y en todas las cosas eternamente. Y nosotros, que somos parte de Él, habremos de ver más allá de las apariencias, y reconocer la verdad que yace tras todas ellas.»
Jesús nos asegura que el "resultado es tan seguro como Dios" (T-2.III.3: 10), porque seguramente haremos la elección adecuada - como lo haría cualquier buen platonista - entre las apariencias y la realidad. No importa que tan fervientes sean nuestros intentos de hacer lo contrario, seguimos siendo tal como Dios nos ha creado y no tenemos el poder de cambiar la verdad resplandeciente acerca nosotros mismos. Por lo tanto, vemos un mundo que nos refleja la radiante realidad del Amor de Dios.
📘(5:1) (30) «Dios está en todo lo que veo porque Dios está en mi mente.»
🔸️(5:2-5) «En mi propia mente, aunque oculto por mis desquiciados pensamientos de separación y ataque, yace el conocimiento de que todo es uno eternamente. Yo no he perdido el conocimiento de Quién soy por el hecho de haberlo olvidado. Ha sido salvaguardado para mí en la Mente de Dios, Quien no ha abandonado Sus Pensamientos. Y yo, que me cuento entre ellos, soy uno con ellos y uno con Él.»
El Espíritu Santo salvaguarda para nosotros el recuerdo del conocimiento de que nunca hemos verdaderamente podido separarnos de Dios. Al principio del texto, Jesús dice que “perder algo no significa que haya desaparecido. Significa simplemente que no recuerdas dónde está.” (T-3.VI.9: 3 -4). Lo mismo es cierto aquí: aunque hemos perdido de vista el conocimiento de quiénes somos y hemos olvidado a nuestra Fuente, ello no significa que Su Amor no se encuentre totalmente presente en nuestras mentes. Un Curso de Milagros está repleto de reafirmaciones de este tipo. Aquí hay dos de ellas:
“El Padre mantiene a salvo todo lo que creó, lo cual no se ve afectado por las falsas ideas que has inventado, debido a que tú no fuiste su creador. No permitas que tus absurdas fantasías te atemoricen. Lo que es inmortal no puede ser atacado y lo que es sólo temporal no tiene efectos.” (T-24.VII.5:1-4)
“Puedes perder de vista la unicidad, pero no puedes sacrificar su realidad. Tampoco puedes perder aquello que quieres sacrificar ni impedir que el Espíritu Santo lleve a cabo Su misión de mostrarte que la unicidad no se ha perdido.” (T-26.I.6:1-2)
Lo que permanece es la aceptación de la certeza de Jesús, la cual es un señalamiento al recuerdo que hay en nuestra mente de la Unicidad que nos ha creado uno junto con Él."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.