Lección 57

Lección 57
Repaso I

«Repasemos hoy las siguientes ideas:»
📘(1:1) (31) «No soy víctima del mundo que veo.»
🔹️️(1:2-9) «¿Cómo puedo ser la víctima de un mundo que podría quedar completamente des-hecho si así lo eligiese? Mis cadenas están sueltas. Puedo desprenderme de ellas sólo con desearlo. La puerta de la prisión está abierta. Puedo marcharme en cualquier momento sólo con echar a andar. Nada me retiene en este mundo. Sólo mi deseo de permanecer aquí me mantiene prisionero. Quiero renunciar a mis desquiciados deseos y caminar por fin hacia la luz del sol.»
Encontramos esto convincente porque sentimos que somos víctimas. Si este es un mundo que hemos fabricado, que es lo que Jesús nos ha estado enseñando desde el principio, el mundo no es el problema. «El hecho de que lo hayamos fabricado es el problema» - "¿Cómo podemos ser las víctimas de un mundo que podría quedar completamente des-hecho si así lo eligiésemos?"
Tenemos que estar dispuestos a admitir que hemos estado equivocados acerca de todo. Lo que nos hace creer que tenemos razón es nuestra experiencia de ser víctimas de todo lo demás. Recuerda, el "todo lo demás" no es sólo el cuerpo de los demás, sino también el nuestro. El cuerpo está exclusivamente fuera de la mente, la fuente de nuestra verdadera identidad. La analogía con un prisionero que camina hacia la luz del sol se refiere a la famosa Alegoría de la Caverna de Platón en «La República». Vale la pena resumir - aunque sea brevemente - cómo Jesús hace una referencia más específica a ello en el texto.
La alegoría está ambientada en una caverna, donde los prisioneros están encadenados de tal manera que sólo pueden ver la pared interior de la caverna, sin ser conscientes de la entrada de la caverna que hay detrás de ellos, a través de la cual fluyen los rayos del sol, arrojando sombras sobre la pared, de los transeúntes a lo largo del camino que pasa por la entrada de la caverna. Así, los prisioneros creen que las sombras son la realidad, ya que no conocen nada más. Uno de los prisioneros (representando al estimado maestro de Platón, Sócrates) es liberado y, volviéndose y abriéndose camino hacia la luz, comienza a entender la diferencia entre las apariencias y la realidad. Volviendo para enseñar la verdad a sus compañeros, los libera, sólo para encontrarse con el asesinato a manos de aquellos que todavía temen a la luz de la verdad. He aquí, pues, las dos referencias específicas del texto:
“Los que llevan años aprisionados con pesadas cadenas, hambrientos y demacrados, débiles y exhaustos, con los ojos aclimatados a la obscuridad desde hace tanto tiempo que ni siquiera recuerdan la luz, no se ponen a saltar de alegría en el instante en que se les pone en libertad. Tardan algún tiempo en comprender lo que es la libertad.” (T-20.III.9: 1-2)
“Los ojos se acostumbran a la obscuridad, y la luz de un día soleado les resulta dolorosa a los ojos aclimatados desde hace mucho a la tenue penumbra que se percibe durante el crepúsculo. Dichos ojos esquivan la luz del sol y la claridad que ésta le brinda a todo lo que contemplan. La penumbra parece mejor: más fácil de ver y de reconocer. De alguna manera lo vago y lo sombrío parece ser más fácil de contemplar y menos doloroso para los ojos que lo que es completamente claro e inequívoco. Éste, no obstante, no es el propósito de los ojos, y ¿quién puede decir que prefiere la obscuridad y al mismo tiempo afirmar que desea ver?” (T-25.VI.2)
Así reconocemos que hemos sido nuestros propios carceleros, y ahora podemos tomar la única decisión sensata disponible para nosotros: dejar las tinieblas en favor de la luz. Nuestras cadenas de culpabilidad y ataque eran simplemente la falta de voluntad para abrir los ojos y «ver», y ahora elegimos la visión. El siguiente párrafo repite la lección:
📘(2:1) (32) «He inventado el mundo que veo.»
🔹️️(2:2-3) «Yo mismo erigí la prisión en la que creo encontrarme. Basta con que reconozca esto y quedo libre.»
Es por eso que Jesús sigue diciendo que este es un curso simple. Todo lo que necesitamos hacer es darnos cuenta de que hemos inventado todo esto; que el mundo es una alucinación (T-20.VIII.7), que todo lo que pensamos que nos está haciendo daño no es cierto. La llave para abrir esta ilusoria prisión de oscuridad siempre ha estado en nuestras mentes. Ahora por fin tenemos el maestro y el camino que nos ayuda a darnos cuenta de que este gozoso hecho es cierto.
🔹️️(2:4-8) «Me he engañado a mí mismo al creer que era posible aprisionar al Hijo de Dios. He estado terriblemente equivocado al creer esto, y ya no lo quiero seguir creyendo. El Hijo de Dios no puede sino ser libre eternamente. Es tal como Dios lo creó y no lo que yo he querido hacer de él. El Hijo de Dios se encuentra donde Dios quiere que esté y no donde yo quise mantenerlo prisionero.»
Este es un tema que se vuelve prominente más adelante en el libro de ejercicios: Las lecciones 94, 110, 162 y el Repaso VI. Si somos tal como Dios nos ha creado, todo lo que el ego y su mundo nos han enseñado es falso. Su "luz" nos engañó, y una vez que reconocemos que era «auto»-engaño, podemos hacer algo al respecto eligiendo de manera diferente, dejando el mundo de las tinieblas para siempre y retornando el mundo de la luz - "donde Dios quiere que estemos" - a nuestra conciencia.
📘(3:1) (33) «Hay otra manera de ver el mundo.»
🔹️️(3:2-3) «Dado que el propósito del mundo no es el que yo le he asignado, tiene que haber otra manera de verlo. Veo todo al revés y mis pensamientos son lo opuesto a la verdad.»
Para poder mirar al mundo "de otra manera", una declaración clave en Un Curso de Milagros, necesitamos la humildad de admitir que estamos equivocados. Siempre es útil estar alerta, darse cuenta de cuán tercamente insistimos en que tenemos razón, no sólo en las maneras evidentes de creer que la separación es real, sino en las maneras sutiles y cotidianas de estar tan seguros de que nuestras percepciones de los demás son correctas.
🔹️(3:4-6) «Veo el mundo como una prisión para el Hijo de Dios. Debe ser, pues, que el mundo es realmente un lugar donde él puede ser liberado. Quiero contemplar el mundo tal como es y verlo como un lugar donde el Hijo de Dios encuentra su libertad.»
Claramente la referencia aquí no es al mundo en sí, sino a nuestras «percepciones» del mundo; y aún más al punto, al «propósito» que le hemos dado. Si le hemos dado al mundo el propósito de aprisionarnos, lo hará. Si, por otro lado, le hemos dado el propósito de perdonar y liberar, somos libres. Volveremos sobre este importante tema en breve. Por ahora podemos recordar que el cambio de propósito implica un cambio en los maestros, cambiando nuestra percepción del mundo de una prisión de culpabilidad a un salón de clases de perdón.
📘(4:1) (34) «Podría ver paz en lugar de esto.»
🔹️️(4:2-4) «Cuando vea el mundo como un lugar de libertad, me daré cuenta de que refleja las leyes de Dios en lugar de las reglas que yo inventé para que él obedeciera. Comprenderé que es la paz, no la guerra, lo que mora en él. Y percibiré asimismo que la paz mora también en los corazones de todos los que comparten este lugar conmigo.»
Esto se refiere al mundo real, que discutiremos en mayor profundidad más adelante. Basta decir por ahora que refleja la unicidad de la realidad al permitirnos ver a todos los miembros de la Filiación - «sin excepción» - compartiendo el objetivo común de abandonar la prisión de la guerra por el lugar de paz que habita en «todas» las personas. Así cambiamos nuestro propósito de la culpabilidad a la paz, del aprisionamiento a la libertad.
📘(5:1-2) (35) «Mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo.»
🔹️(5:3-5) «A medida que comparto la paz del mundo con mis hermanos empiezo a comprender que esa paz brota de lo más profundo de mí mismo. El mundo que contemplo ha quedado iluminado con la luz de mí perdón y refleja dicho perdón de nuevo sobre mí. En esta luz empiezo a ver lo que mis ilusiones acerca de mí mismo ocultaban.»
Este es también un tema importante, especialmente en el manual (por ejemplo, M-in.1-3): Enseñar a otros es como aprendemos. Cuanto más dejo ir mis resentimientos contra ti, enseñando que hay otra manera de pensar, más refuerzo esa idea en mí mismo. En esta luz del perdón veo lo que mis ilusiones pretenden ocultar. Como hemos visto, el perdón consiste en unirnos a Jesús, sosteniendo juntos la lámpara que brilla en la oscuridad de nuestras mentes, exponiendo las ilusiones del ego a la luz de la verdad (T-11.V.1). El perdón levanta los velos del sistema defensivo del ego, permitiéndonos ver el amor que realmente se encuentra ahí.
Al retirar de ti las proyecciones de oscuridad de la culpa, reflejo la voluntad de retirar mi inversión en la oscuridad en mí. Así, las ilusiones dan paso a la luz de la verdad, y la paz alborea en una mente que hasta ahora había creído en el conflicto.
🔹️️(5:6) «Empiezo a comprender la santidad de toda cosa viviente, incluyéndome a mí mismo, y su unidad conmigo.»
Esto es lo que yace debajo de la creencia del ego de que somos hijos de la separación, el especialismo, la culpa y el miedo. Es esta constelación de no santidad la que se ha convertido en la cobertura de nuestra santidad inherente como hijos del amor; una santidad compartida por «toda» "cosa viviente", incluidos nosotros mismos. Por lo tanto, podemos equiparar la no santidad con la separación, y la santidad con la unidad."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.