Lección 56

Lección 56
Repaso I
«Nuestro repaso de hoy abarca lo siguiente: »
📘(1:1) (26) «Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad.»
🔸️(1:2) «¿Cómo puedo saber quién soy cuando creo estar sometido a continuos ataques?»
Tengo que verme a mí mismo como sometido a continuos ataques porque estoy atacando a todos los demás. Por eso la lección se titula: "Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad". Soy verdaderamente invulnerable como el Hijo de Dios, pero al identificarme con el ego me veo vulnerable, porque la culpa exige un castigo y me siento víctima del contraataque de Dios. Si creo que todos los demás me van a atacar, no puedo ser tal como Dios me creó - inocente e invulnerable. Por lo tanto, el argumento que me presenta el ego es: si puede probar que el Hijo de Dios «es» verdaderamente vulnerable - el propósito del cuerpo - entonces, ¿cómo podría yo ser el Hijo de Dios? Este razonamiento se presenta claramente en el siguiente pasaje de "¿Qué es el Cuerpo?", al cual regresaremos mucho, mucho más adelante en esta serie:
“Pues la temporalidad del Hijo de Dios es la "prueba" de que sus cercas [cuerpos] funcionan y de que están llevando a cabo la tarea que su mente les asignó. Pues si su unidad aún permaneciese intacta, ¿quién podría atacar y quién podría ser atacado? ¿Quién podría ser el vencedor? ¿Quién la presa? ¿Quién podría ser la víctima? ¿Quién el asesino? Y si él no muriese, ¿qué "prueba" habría de que el eterno Hijo de Dios puede ser destruido?” (WpII.5.2:3-9)
🔸️(1:3) «El dolor, la enfermedad, la pérdida, la vejez y la muerte parecen acecharme.»
Nuevamente, es esencial darse cuenta de que estamos viviendo en un mundo de dolor, enfermedad, pérdida, envejecimiento y muerte; un mundo elegido deliberadamente por nuestros egos para probar que su sistema de pensamiento de separación está en lo cierto y que la Expiación del Espíritu Santo está equivocada.
🔸️(1:4-5) «Todas mis esperanzas, aspiraciones y planes parecen estar a merced de un mundo que no puedo controlar. Sin embargo, la seguridad perfecta y la plena realización constituyen mi verdadera herencia.»
Una vez más, Jesús nos está mostrando que tenemos una mente dividida, y que podemos elegir si nos veremos a nosotros mismos viviendo en un estado de constante terror, miedo y vulnerabilidad, o en un estado de seguridad constante. No es cierto que estemos, nuevamente, “a merced de cosas que se encuentran más allá de ti, de fuerzas que no puedes controlar” (T-19.IV-D.7: 4), porque la verdad es que nuestro “Ser es amo y señor del universo” (W-pII.253).
🔸️(1:6-8) «He tratado de despojarme de mi herencia a cambio del mundo que veo. Pero Dios la ha salvaguardado para mí. Mis pensamientos reales me enseñarán lo que es mi herencia.»
No se puede decir con suficiente frecuencia que para que podamos acceder a nuestros pensamientos reales, primero debemos dejar de lado nuestros pensamientos irreales, lo que no podemos hacer sin ser conscientes de que están allí. Aprendemos este hecho feliz al comprender que el mundo que percibimos es el que fabricamos y, por lo tanto, es irreal: una proyección de nuestros pensamientos irreales de separación y culpa. Nuestra verdadera herencia es como un Hijo de Dios amado y atesorado, no como el hijo de la culpa y el miedo del ego. Como Jesús concluye en “El tesoro de Dios”:
“Lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti «es» tuyo. Dios le ha dado Su Voluntad a Su tesoro, para quien esa Voluntad es su propio tesoro. Allí donde esté tu tesoro allí estará tu corazón, tal como el Suyo está allí donde se encuentra Su tesoro. Tú, a quien Dios ama, eres completamente bendito.” (T-8.VI.10:1-4)
📘(2:1) (27) «Por encima de todo quiero ver.»
🔸️(2:2-6) «Al reconocer que lo que veo es un reflejo de lo que creo ser, me doy cuenta de que mi mayor necesidad es la visión. El mundo que veo da testimonio de cuán temerosa es la naturaleza de la imagen que he forjado de mí mismo. Si he de recordar quién soy, es esencial que abandone esta imagen de mí mismo. A medida que dicha imagen sea reemplazada por la verdad, se me concederá la visión. Y con esta visión contemplaré al mundo y a mí mismo con caridad y con amor.»
Jesús siempre vuelve a las mismas ideas centrales: nuestras percepciones reflejan nuestra autoimagen - hijo de Dios o hijo del ego - y la visión corrige las percepciones erróneas perversas y temerosas del ego, reflejando nuestra Identidad como espíritu. La visión así «deshace» el sistema de pensamiento del ego. Como se nos enseña en el texto: el ego siempre habla primero (T-5.VI.3: 5), y el Espíritu Santo es la Respuesta.
“El ego dicta sentencia y el Espíritu Santo revoca sus decisiones, en forma similar a como en este mundo un tribunal supremo tiene la potestad de revocar las decisiones de un tribunal inferior. Las decisiones del ego son siempre erróneas porque están basadas en el error para cuya defensa se tomaron.” (T-5.VI.4:1-2)
Con la visión reemplazando al juicio, vemos un mundo unificado de paz y amor, independientemente de lo que nuestros ojos físicos contemplan.
📘(3:1) (28) «Por encima de todo quiero ver de otra manera.»
🔸️(3:2-3) «El mundo que veo mantiene en vigor la temerosa imagen que he forjado de mí mismo y garantiza su continuidad. Mientras siga viendo el mundo tal como lo veo ahora, la verdad no podrá alborear en mi conciencia.»
El propósito del mundo proyectado es mantener mi temerosa auto-imagen en su lugar. Esto prefigura una declaración importante en la Parte II del libro de ejercicios, hablando de nuestros pensamientos que no perdonan:
“Un pensamiento que no perdona es aquel que emite un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso. La mente se ha cerrado y no puede liberarse. Dicho pensamiento protege la proyección, apretando aún más sus cadenas de manera que las distorsiones resulten más sutiles y turbias, menos susceptibles de ser puestas en duda y más alejadas de la razón. ¿Qué puede interponerse entre una proyección fija y el objetivo que ésta ha elegido como su deseada meta?” (W-pII.1.2)
De este modo, nuestras proyecciones permiten al ego proteger su autoconcepto de separación y odio, ya que ahora se percibe que ese concepto es externo a la mente que es su fuente. Este es el autoconcepto que dice que soy un individuo, la cualidad individual que compré a costa del pecado. Este pecado debe ser castigado, y por eso merezco tener miedo. Nada realmente ha cambiado, excepto que ahora creo que no soy la fuente del miedo, que tiene su origen en algo que está fuera de mí. Seguro de lo que veo, nunca cuestiono mi percepción. Sin que mi percepción sea cuestionada, el Espíritu Santo no podrá dar una respuesta a mi condición de miedo y dolor.
🔸️(3:4) «Dejaré que la puerta que se encuentra detrás de este mundo se abra, para así poder mirar más allá de él al mundo que refleja el Amor de Dios.»
El que nos abre la puerta es Jesús, pero tenemos que «permitirle» que lo haga, pidiéndole ayuda para llevar nuestras ilusiones de ataque a su verdad de perdón. Este mundo real del completo perdón refleja el Amor de Dios, que aguarda justo más allá de la puerta que Jesús mantiene abierta para nosotros:
“Cristo está en el altar de Dios, esperando para darle la bienvenida al Hijo de Dios...La puerta no está atrancada, y es imposible que no puedas entrar allí donde Dios quiere que estés...Puedes negarte a entrar, pero no puedes atrancar la puerta que Cristo mantiene abierta. Ven a mí que la mantengo abierta para ti, pues mientras yo viva no podrá cerrarse, y yo viviré eternamente.” (T-11.IV.6:1,3,5-6)
📘(4:1) (29) «Dios está en todo lo que veo.»
🔸️(4:2-4) «Tras cada imagen que he forjado, la verdad permanece inmutable. Tras cada velo que he corrido sobre la faz del amor, su luz sigue brillando sin menoscabo. Más allá de todos mis descabellados deseos se encuentra mi voluntad, unida a la Voluntad de mi Padre.»
De la misma forma en que Jesús hizo en las lecciones de la uno a la cincuenta, él enfatiza la naturaleza de nuestras mentes correctas. La mente equivocada está llena de pensamientos de ataque: enfermedad, sufrimiento, muerte, asesinato y juicio. Él nos ayuda a darnos cuenta de que estos pensamientos están ocultando algo más. Sin embargo, el hecho de que nos diga esto no significa que no tengamos que hacer el trabajo de elegir ese «algo más», pero al menos ahora somos conscientes de cuáles son las alternativas entre las que estamos elegimos. No es que elijo entre «mata o te matarán» - ¿te mato a ti o tú me matas a mí? Se trata de elegir entre milagros o asesinato (T-23.IV.9: 8). Este pasaje nos dice que hay otro sistema de pensamiento en nuestras mentes, esperando que lo elijamos. También implica que hay un «propósito» inherente a que hayamos elegido el ataque sobre el amor: el deseo de preservar nuestra identidad - elegida en la separación y forjada en el odio - al demostrar que tenemos razón y que Dios está equivocado. Es así como elegimos vivir en la oscuridad, creer que es real «porque creemos que lo es.»
🔸️(4:5-6) «Dios sigue estando en todas partes y en todas las cosas eternamente. Y nosotros, que somos parte de Él, habremos de ver más allá de las apariencias, y reconocer la verdad que yace tras todas ellas.»
Jesús nos asegura que el "resultado es tan seguro como Dios" (T-2.III.3: 10), porque seguramente haremos la elección adecuada - como lo haría cualquier buen platonista - entre las apariencias y la realidad. No importa que tan fervientes sean nuestros intentos de hacer lo contrario, seguimos siendo tal como Dios nos ha creado y no tenemos el poder de cambiar la verdad resplandeciente acerca nosotros mismos. Por lo tanto, vemos un mundo que nos refleja la radiante realidad del Amor de Dios.
📘(5:1) (30) «Dios está en todo lo que veo porque Dios está en mi mente.»
🔸️(5:2-5) «En mi propia mente, aunque oculto por mis desquiciados pensamientos de separación y ataque, yace el conocimiento de que todo es uno eternamente. Yo no he perdido el conocimiento de Quién soy por el hecho de haberlo olvidado. Ha sido salvaguardado para mí en la Mente de Dios, Quien no ha abandonado Sus Pensamientos. Y yo, que me cuento entre ellos, soy uno con ellos y uno con Él.»
El Espíritu Santo salvaguarda para nosotros el recuerdo del conocimiento de que nunca hemos verdaderamente podido separarnos de Dios. Al principio del texto, Jesús dice que “perder algo no significa que haya desaparecido. Significa simplemente que no recuerdas dónde está.” (T-3.VI.9: 3 -4). Lo mismo es cierto aquí: aunque hemos perdido de vista el conocimiento de quiénes somos y hemos olvidado a nuestra Fuente, ello no significa que Su Amor no se encuentre totalmente presente en nuestras mentes. Un Curso de Milagros está repleto de reafirmaciones de este tipo. Aquí hay dos de ellas:
“El Padre mantiene a salvo todo lo que creó, lo cual no se ve afectado por las falsas ideas que has inventado, debido a que tú no fuiste su creador. No permitas que tus absurdas fantasías te atemoricen. Lo que es inmortal no puede ser atacado y lo que es sólo temporal no tiene efectos.” (T-24.VII.5:1-4)
“Puedes perder de vista la unicidad, pero no puedes sacrificar su realidad. Tampoco puedes perder aquello que quieres sacrificar ni impedir que el Espíritu Santo lleve a cabo Su misión de mostrarte que la unicidad no se ha perdido.” (T-26.I.6:1-2)
Lo que permanece es la aceptación de la certeza de Jesús, la cual es un señalamiento al recuerdo que hay en nuestra mente de la Unicidad que nos ha creado uno junto con Él."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.