Lección 45

DIOS ES LA MENTE CON LA QUE PIENSO. (Lección 45)
📘(1:1) «La idea de hoy es la llave que te dará acceso a tus pensamientos reales,»
Eso es porque nuestros verdaderos pensamientos están con Dios. Nota en la siguiente discusión que Jesús identifica nuestros pensamientos reales con la Mente de Cristo.
📘(1:2) «Los cuales no tienen nada que ver con lo que piensas que piensas, de la misma manera en que nada de lo que piensas que ves guarda relación alguna con la visión.»
Acá Jesús nos está haciendo una pequeña burla, diciéndonos que nosotros pensamos que pensamos, que pensamos que vemos. De hecho, no estamos pensando ni viendo nada en absoluto.
📘(1:3) «No existe ninguna relación entre lo que es real y lo que tú piensas que es real.»
Otras palabras podrían ser sustituidas por éstas. Podríamos decir, por ejemplo, que no hay una relación entre lo que Dios es y lo que el mundo piensa que es Dios - esto incluye a todas las teologías del mundo. Volviendo a la lección del libro de ejercicios, vemos una declaración de Nivel Uno - no hay absolutamente nada, no hay un punto intermedio, entre la verdad y la ilusión. Cada vez que pensamos que entendemos algo, tal comprensión no puede ser real porque estamos involucrados solo con nuestros propios pensamientos, y «nuestros» pensamientos nunca son reales. El propósito de Un Curso de Milagros no es llevarnos a un «entendimiento» de Dios, sino a una «experiencia» de Su Amor, por lo que debemos escapar de la oscuridad de nuestra culpa y odio. La siguiente declaración de la Introducción a la clarificación de términos expresa este objetivo de la experiencia en lugar del entendimiento:
“Una teología universal es imposible, mientras que una experiencia universal no sólo es posible sino necesaria. Alcanzar esa experiencia es lo que el curso se propone. Sólo cuando ésta se alcanza es posible la consistencia porque sólo entonces se acaba la incertidumbre.” (C-in.2:5-7)
También podemos recordar esta maravillosa línea del texto:
“Todavía estás convencido de que tu entendimiento constituye una poderosa aportación a la verdad y de que hace que ésta sea lo que es. Mas hemos subrayado que no tienes que comprender nada.” (T-18.IV.7:5-6)
📘(1:4-2:5) «Ni uno solo de los que según tú son tus pensamientos reales se parece en modo alguno a tus pensamientos reales. Nada de lo que piensas que ves guarda semejanza alguna con lo que la visión te mostrará.
Piensas con la Mente de Dios. Por lo tanto, compartes tus pensamientos con Él, de la misma forma en que Él comparte los Suyos contigo. Son los mismos pensamientos porque los piensa la misma Mente. Compartir es hacer de manera semejante o hacer lo mismo. Los pensamientos que piensas con la Mente de Dios no abandonan tu mente porque los pensamientos no abandonan su fuente.»
El principio extremadamente importante de «las ideas no abandonan su fuente» hace su primera aparición aquí en el libro de ejercicios, aunque ya lo hemos discutido muchas veces. Jesús lo menciona nuevamente más adelante en las lecciones, y está en el centro de su enseñanza en los tres libros del Curso. Para expresarlo de manera diferente: este principio es la Expiación, que refleja la verdad inmutable de que somos una idea o pensamiento en la Mente de Dios, y nunca hemos abandonado nuestra Fuente. Esto significa que la separación nunca ocurrió. Por lo tanto, estamos diciendo que todos los pensamientos, si son reales, nunca han abandonado su Fuente. Aunque creemos que hemos abandonado a Dios y estamos dormidos en el sueño, todavía podemos tener reflejos de estos pensamientos. Una vez más, en estos pasajes, Jesús no hace una distinción entre los pensamientos reales y el reflejo de los pensamientos reales.
📘(2:6-8) «Por consiguiente, tus pensamientos están en la Mente de Dios, al igual que tú. Están en tu mente también, donde Él está. Tal como tú eres parte de Su Mente, así también tus pensamientos son parte de Su Mente.»
Todo es uno, ya que «las ideas no abandonan su fuente». La mente que pensamos que somos es irreal, en contraste con la Mente de Cristo, el referente de Jesús aquí.
Este es otro ejemplo de cómo el lenguaje del libro de ejercicios no es, estrictamente hablando, teológicamente correcto. Dado que el perdón es imposible en Dios, como veremos en un momento, nuestros pensamientos de perdón, en realidad, tampoco tienen nada que ver con Dios. Más apropiadamente, el perdón es el «reflejo» del Pensamiento de Dios. Lee este material, por lo tanto, como lo harías con un maravilloso poema, no como un tratado técnico para ser analizado y diseccionado.
📘(3) «¿Dónde están, pues, tus pensamientos reales? Hoy intentaremos llegar a ellos. Tendremos que buscarlos en tu mente porque ahí es donde se encuentran. Aún tienen que estar ahí, ya que no pueden haber abandonado su fuente. Lo que la Mente de Dios ha pensado es eterno, al ser parte de la creación. »
La función del Espíritu Santo es mantener esos pensamientos en nuestra mente, los cuales, a pesar de nuestra mente divagante, permanecen en su fuente. La proyección es una defensa poderosa y persuasiva, pero no puede desafiar el principio básico: «las ideas no abandonan su fuente». Es nuestro aprendizaje de este hecho salvador lo que el ego continuamente intenta evitar.

📘(4:1-2) «Nuestras tres sesiones de práctica de hoy, de cinco minutos cada una, seguirán el mismo modelo general que usamos al aplicar la idea de ayer. Intentaremos abandonar lo irreal y buscar lo real.»
La oración 2 parece decir exactamente lo opuesto al pasaje en el Capítulo 16 que cité anteriormente: “Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado contra él.” (T-16.IV.6:1) - porque aquí las palabras dicen que debes buscar la verdad. Esta es otra indicación de su uso inconsistente de las palabras. Sin embargo, es igualmente cierto que los principios que enseña nunca varían y son consistentes, como lo deja claro el resto del párrafo. En otras palabras, encontramos la verdad («lo real») primero encontrando la ilusión («lo irreal») y entonces abandonando la ilusión decidiendo en su contra. Por cierto, 4:2 se toma de la famosa declaración hindú acerca de abandonar lo irreal en favor de lo real. Aquí ahora está el resto del párrafo:
📘(4:3-6) «Negaremos el mundo en favor de la verdad. No permitiremos que los pensamientos del mundo nos detengan. No dejaremos que las creencias del mundo nos digan que lo que Dios quiere que hagamos es imposible. En lugar de ello, trataremos de reconocer que sólo aquello que Dios quiere que hagamos es posible.»
La forma en la que buscamos la verdad y lo que es real es mediante la negación lo irreal, lo cual hacemos mirando a nuestros pensamientos irreales con Jesús. Una vez más, cuando miremos con él a nuestros juicios, odio y culpa, desaparecerán, dejando sólo la verdad. De hecho, el proceso mismo de «mirar» es lo que sana. Como comenté en el Preludio, es «no» mirar a nuestra culpa lo que preserva su existencia ilusoria. Esa es la función del mundo y el cuerpo: evitar que miremos dentro de nosotros. Por lo tanto, mirar sin culpa o sin juicio a nuestra decisión de ser culpables es lo que la deshace, y le transmuta su sustancia, pasando de ser un sólido muro de granito - «pesado, opaco e impenetrable» - a un «frágil velo» que ya no tendrá el poder de mantenerte alejado de la luz (T-18 .IX.5: 2-4). Volveremos a este tema importante varias veces antes de que se complete nuestro viaje a través del libro de ejercicios.
📘(5) «Trataremos asimismo de comprender que sólo lo que Dios quiere que hagamos es lo que nosotros queremos hacer. Y también trataremos de recordar que no podemos fracasar al hacer lo que Él quiere que hagamos. Tenemos hoy todas las razones del mundo para sentirnos seguros de que vamos a triunfar, pues ésa es la Voluntad de Dios.»
Jesús nos está recordando aquí nuestro propósito al hacer el libro de ejercicios y de estudiar su curso: lo que realmente queremos hacer es ser una expresión de la Voluntad de Dios, aunque estrictamente hablando, Dios no nos hace hacer nada. Una vez más, y difícilmente por última vez, vemos a Jesús apelando a nuestra motivación de mentalidad recta: queremos aprender sus lecciones porque nos harán sentir mejor.
📘(6) «Comienza los ejercicios de hoy repitiendo la idea para tus adentros, al mismo tiempo que cierras los ojos. Luego dedica unos cuantos minutos a pensar en ideas afines que procedan de ti, mientras mantienes la idea presente en tu mente. Una vez que hayas añadido cuatro o cinco de tus pensamientos a la idea, repite ésta otra vez mientras te dices a ti mismo suavemente:
Mis pensamientos reales están en mi mente. Me gustaría encontrarlos.
Trata luego de ir más allá de todos los pensamientos irreales que cubren la verdad en tu mente y de llegar a lo eterno.»
La forma de ir a lo eterno es a través de tus pensamientos irreales, son estos pensamientos los que llevas al Espíritu Santo o a tus pensamientos reales. Nuestro gráfico (ver Lección 43) ilustra esto. Encuentras a Dios al atravesar el sistema de pensamiento ego, que comienza con tu experiencia de ti mismo como cuerpo. A continuación, te das cuenta de que tu cuerpo es una proyección de los pensamientos irreales de separación, especialismo y culpa que se encuentran en tu mente, los que llevas a los pensamientos reales del Espíritu Santo. Y es entonces cuando se van, dejando solamente la verdad. Este proceso de pasar de lo irreal a lo real, la esencia del perdón, se encuentra descrito poderosamente en el siguiente pasaje del texto que habla de nuestro viaje a través del "anillo de temor" hacia Dios, con el Espíritu Santo como nuestro compañero y guía. :
“Pero Dios puede llevarte hasta allí [más allá de todo miedo], si estás dispuesto a seguir al Espíritu Santo a través del aparente terror, confiando en que Él no te abandonará ni te dejará allí. Pues Su propósito no es atemorizarte, aunque el tuyo lo sea. Te sientes seriamente tentado de abandonar al Espíritu Santo al primer roce con el anillo de temor, pero Él te conducirá sano y salvo a través del temor y más allá de él.” (T-18.IX.3:7-9)
📘(7:1) «Debajo de todos los pensamientos insensatos e ideas descabelladas con las que has abarrotado tu mente, se encuentran los pensamientos que pensaste con Dios en el principio.»
Estos no son pensamientos que normalmente llamaríamos como pensamientos, porque Jesús habla de una expresión de la Voluntad de Dios - Unicidad, verdad y amor. A pesar de que no somos conscientes de ellos, estos pensamientos siguen siendo, sin embargo, "abrigados y salvaguardados" en nuestras mentes rectas hasta el momento en que los elijamos a ellos y sólo a ellos. Jesús señala lo mismo en este pasaje conmovedor al principio del texto. Lo cito en su totalidad:
“¿Cómo es posible que tú que eres tan santo puedas sufrir? Todo tu pasado, excepto su belleza, ha desaparecido, y no queda ni rastro de él, salvo una bendición. He salvaguardado todas tus bondades y cada pensamiento amoroso que jamás hayas abrigado. Los he purificado de los errores que ocultaban su luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminiscencia. Se encuentran más allá de la destrucción y de la culpabilidad. Procedieron del Espíritu Santo en ti, y sabemos que lo que Dios crea es eterno. Puedes ciertamente partir en paz porque te he amado como me amé a mí mismo. Mi bendición va contigo para que la extiendas. Consérvala y compártela, para que sea siempre nuestra. Pongo la paz de Dios en tus manos y en tu corazón para que la conserves y la compartas. El corazón la puede conservar debido a su pureza y las manos la pueden ofrecer debido a su fuerza. No podemos perder. Mi juicio es tan poderoso como la sabiduría de Dios, en Cuyo Corazón y Manos radica nuestra existencia. Sus sosegadas criaturas son Sus Hijos benditos. Los Pensamientos de Dios están contigo.” (T-5.IV.8)
📘(7:2-4) «Están ahí en tu mente, ahora mismo, completamente inalterados. Siempre estarán en tu mente, tal como siempre lo han estado. Todo lo que has pensado desde entonces cambiará, pero los cimientos sobre los que eso descansa son absolutamente inmutables.»
Estos pensamientos, que reflejan el amor de Dios, están siempre con nosotros - totalmente inmutables. Los hemos cubierto con un nubarrón de pensamientos sin sentido, y Jesús nos está ayudando a descubrir la verdad que hay en nosotros. Al final, llegaremos a reconocer que estos pensamientos dementes son una fabricación. Su aparente poder no ha tenido efectos sobre la verdad, y tal verdad es el recuerdo del Reino de los Cielos que se tiene en la tierra.
📘(8:1-4) «Hacia esos cimientos es adonde los ejercicios de hoy apuntan. Ahí es donde tu mente está unida a la Mente de Dios. Ahí es donde tus pensamientos son uno con los Suyos. Para este tipo de práctica sólo se necesita una cosa: que tu actitud hacia ella sea la misma que tendrías ante un altar consagrado en el Cielo a Dios el Padre y a Dios el Hijo.»
Jesús nuevamente nos está instando a tomar estas lecciones en serio y recordar por qué las estamos haciendo. Sin embargo, no las estamos tomando en serio si no las aplicamos, por lo que nuestra vigilancia se vuelve tan importante. En el texto, Jesús explica que los altares son devociones:
“Tanto el Cielo como la tierra están en ti porque la llamada de ambos está en tu mente. La Voz de Dios procede de los altares que le has erigido a Él. Estos altares no son objetos; son devociones. Sin embargo, ahora tienes otras devociones. Tu devoción dividida te ha dado dos voces, y ahora tienes que elegir en cuál de los dos altares quieres servir. La llamada que contestas ahora es una evaluación porque se trata de una decisión. La decisión es muy simple. Se toma sobre la base de qué llamada es más importante para ti.” (T-5.II.8:5-12)
Y así se nos instruye a reconocer «qué llamada es más importante para nosotros». Es nuestra práctica y nuestra vigilancia lo que terminará reforzando lo que «verdaderamente» deseamos.
📘(8:5-7) «Pues tal es el lugar al que estás intentando llegar. Probablemente no puedes darte cuenta todavía de cuán alto estás intentando elevarte. Sin embargo, aun con el poco entendimiento que has adquirido hasta la fecha, deberías ser capaz de recordarte a ti mismo que esto no es un juego fútil, sino un ejercicio de santidad y un intento de alcanzar el Reino de los Cielos.»
Una vez más se nos pide que recordemos la importancia de estas lecciones para nosotros, ya que se trata de la aplicación práctica y específica de los principios del texto. La sinceridad de nuestro deseo de regresar a casa se reflejará en nuestro compromiso con esta práctica continua. Así lo dice Jesús en la primera oración del párrafo 9:
📘(9:1) «En las sesiones de práctica cortas de hoy, trata de recordar cuán importante es para ti comprender la santidad de la mente que piensa con Dios.»
Ya debería ser evidente a estas alturas, a través de su énfasis continuo, cuán importante cree Jesús que son estas lecciones, y cuán importantes deberían ser para nosotros. Discutiremos pronto cómo esta importancia puede ser medida mediante nuestra disposición a que dejemos a un lado nuestra inversión en el especialismo.
La lección cierra con esta última súplica de Jesús de que elijamos «en contra» ("dejemos a un lado") los pensamientos de nuestro ego, y a favor de lo recordatorios de los Pensamientos que compartimos con Dios:
📘(9:2-4) «Mientras repites la idea a lo largo del día, dedica uno o dos minutos a apreciar la santidad de tu mente. Deja a un lado, aunque sea brevemente, todos los pensamientos que son indignos de Aquel de Quien eres anfitrión. Y dale gracias por los pensamientos que Él está pensando contigo.»
La gratitud es un tema importante en Un Curso de Milagros, y uno al que a menudo regresaremos. El núcleo de esta gratitud es que Dios jamás ha dejado de ser Quien Él es, a pesar de todos nuestros intentos dementes de hacer que Él sea de otra manera."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez