Lección 32

HE INVENTADO EL MUNDO QUE VEO.
(Lección 32)
📘(1:1-2) «Continuamos hoy desarrollando el tema de causa y efecto. No eres víctima del mundo que ves porque tú mismo lo inventaste.»
No soy una víctima del mundo que veo porque soy la víctima de mis pensamientos, lo cuales han fabricado este mundo. Desde un punto de vista metafísico, mi vida entera - desde el nacimiento hasta la muerte, es mi sueño; el guión de victimización que escribí para cumplir el propósito del ego. Como ya hemos visto, este propósito es mantener mi existencia individual, pero separarme de mi creencia en el pecado al proyectarla sobre otros. Si mi vida es mi sueño, mi obra de teatro, mi guión, entonces obviamente soy su autor. Así soy una víctima de mi propia obra de teatro. En verdad, el tomador de decisiones que se identifica con el ego - la parte de mi mente dividida que se identifica con la separación - escribió este guión para enseñar que el mundo es una prisión y que todos en ella son mi carcelero. Cuando lo invito a entrar, el Espíritu Santo se une a mí allí para enseñarme que este mundo ahora puede convertirse en un aula de aprendizaje en la que aprendo que lo he fabricado. Él me enseña todavía más, me enseña «por qué» lo he fabricado: para proteger mi individualidad y especialismo. Por lo tanto, debido a que lo he fabricado y debido a que yo he inventado el mundo que veo, puedo cambiarlo.
Nuevamente, "he inventado el mundo que veo" se refiere a la idea de que mi vida es toda una invención, y se basa en la premisa irreal de que he sido injustamente tratado como un pequeño niño y, por lo tanto, que necesita defensas. Así, yo, como un ego en plena forma, literalmente invento el mundo que siempre demostrará que estoy en lo correcto y que todos los demás están equivocados, por lo que mis pensamientos de ataque y mi comportamiento están justificados.
📘(1:3-5) «Puedes renunciar a él con la misma facilidad con la que lo construiste. Lo verás o no lo verás, tal como desees. Mientras desees verlo, lo verás; cuando ya no lo desees ver, no estará ahí para que lo puedas ver.»
Una vez más, Jesús está hablando acerca de la motivación: es «mi deseo» el poder ver un mundo victimizante, incluso si ese deseo está fuera de la conciencia, como lo son la mayoría de nuestros deseos. El mundo de la victimización que veo está ahí porque «yo deseo» que esté ahí. Si bien no se explica en esta lección, la razón por la que deseo un mundo de victimización es poder decir que el pecado de la separación es tuyo y no mío. Un pasaje revelador cerca del final del Capítulo 27 en el texto hace que esta dinámica, aquí implícita, sea bastante clara:
“El mundo que ves te muestra exactamente lo que creíste haber hecho. Excepto que ahora crees que lo que hiciste se te está haciendo a ti. La culpabilidad que sentiste por lo que habías pensado la proyectaste fuera de ti mismo sobre un mundo culpable que es el que entonces sueña tus sueños y piensa tus pensamientos por ti. Es su venganza la que recae sobre ti, no la tuya propia...El mundo no hace sino demostrar una verdad ancestral: creerás que otros te hacen a ti exactamente lo que tú crees haberles hecho a ellos. Y una vez que te hayas engañado a ti mismo culpándolos, no verás la causa de sus actos porque «desearás» que la culpabilidad recaiga sobre ellos.” (T-27.VIII.7:2-5; 8:1-2)
El principio reinante del sistema de pensamiento del ego, para establecer este punto sumamente importante de nuevo, es la preservación de la separación y de la individualidad, pero sin conservar el pecado que ello conlleva. Por lo tanto, en el mundo de los específicos yo proyecto mi pecado sobre ti y te declaro ser el victimario pecador, no yo. De esta manera tengo el pastel de mi ego y también lo como. Tengo mi individualidad y mi especialismo - mi yo - «pero no soy responsable de ellos»: alguien más ha hecho de mí lo que soy yo.
Para repetir, puedo renunciar al mundo tan fácilmente como lo fabriqué cuando tomé al ego como mi maestro en lugar de a Jesús. Simplemente cambio mi decisión soltando la mano del ego y tomando la suya en su lugar. Es muy simple. Lo que lo hace difícil es su implicación: si hago esto, desapareceré tal como me conozco a mí mismo y luego, ¿quién voy a ser? Ése es el miedo. Nuestra tarea es permitirnos ponernos en contacto con ese miedo y luego observar las defensas demenciales que elegimos para protegernos en contra de algo «que de todos modos no se encuentra ahí».
Jesús está apelando aquí a nuestra motivación, como lo hace constantemente a lo largo de Un Curso de Milagros. Si realmente queremos ser felices, debemos seguir lo que él dice, porque eso es lo único que nos hará felices. Pero eso significa que tenemos que ser capaces de decir que él tenía razón y que nosotros estábamos equivocados. Eso es lo más difícil de admitir para cualquiera en este mundo.
📘(2:1) «La idea de hoy, al igual que las anteriores, es aplicable tanto a tu mundo interno como al externo, que en realidad son lo mismo.»
Puedes ver con qué frecuencia en estas primeras lecciones Jesús señala este punto. Él no está hablando metafórica o figurativamente; él está hablando muy literalmente. Tú deseas reflexionar profundamente sobre lo que esto realmente significa - las implicaciones completas de decir que los mundos interno y externo son lo mismo. Son estas implicaciones las que resultan bastante atemorizantes y perturbadoras.
📘(2:2-3) «Sin embargo, puesto que los consideras diferentes, las sesiones de práctica de hoy tendrán una vez más dos fases: una dedicada al mundo que ves fuera de ti, y la otra, al que ves en tu mente. Trata de introducir en los ejercicios de hoy el pensamiento de que ambos se encuentran en tu propia imaginación.»
Un pasaje como este es crucial porque Jesús está explicando por qué usa el lenguaje de la dualidad. La mayoría de las veces nos habla como si hubiera un mundo allá afuera; personas que tienen que ser perdonadas; un mundo de tiempo y espacio en el que todo esto ocurre; un Espíritu Santo y un Jesús que deambulan en nuestras mentes tratando de ayudarnos. Además, Jesús habla de Dios como si él también fuera una persona con diferentes partes corporales: brazos, manos, pies, voz, labios, etc. Así nos dice aquí que usa los términos de dualidad porque «nosotros» vemos el mundo interno y el externo como diferentes; y, por lo tanto, construirá períodos de práctica tomando en cuenta esta dualidad, no porque lo interno y lo externo sean realmente diferentes, sino porque esa es nuestra experiencia, y él vendrá a nuestro encuentro en las condiciones en las cuales pensamos que nos encontramos (T-25.I.7:4).
Los estudiantes de Un Curso de Milagros se quedan atrapados repetidamente en este tipo de trampas dualistas cuando pasan por alto líneas como esta y toman sus palabras literalmente, cuando Jesús está diciendo que no es así en absoluto. Por eso dice que tratará al mundo externo como si estuviera separado de lo interno; de hecho, como si hubiera incluso un mundo externo. Un pasaje en el texto proporciona quizás la mejor explicación de este estilo dualista de Un Curso de Milagros al presentar el mensaje de enseñanza de Jesús. Su importancia es tal que se repetirá a menudo en estos volúmenes, lo que ayudará a evitar que los estudiantes confundan la forma del curso con su contenido:
“Puesto que crees estar separado, el Cielo se presenta ante ti como algo separado también. No es que lo esté realmente, sino que se presenta así a fin de que el vínculo que se te ha dado para que te unas a la verdad pueda llegar hasta ti a través de lo que entiendes...De acuerdo con esto, se considera al tiempo y al espacio como si fueran distintos, pues mientras pienses que una parte de ti está separada, el concepto de una unicidad unida cuál una sola no tendrá sentido...Él necesita, no obstante, utilizar el idioma que dicha mente entiende, debido a la condición en que esta mente cree encontrarse.” (T-25.I.5:1-2; 7:1.4)
La oración final del segundo párrafo de esta lección también es extremadamente importante. Tanto el mundo que vemos afuera como el mundo que vemos dentro de nuestras mentes existen sólo en nuestra imaginación. Nosotros hemos fabricado todo esto: el pensamiento de separación; un mundo interno de pecado, culpa y miedo, todo esto ha sido engendrado por la creencia en la separación; y el mundo que se proyecta que no es más que la sombra del mundo imaginario interno del ego. En suma, de lo que aquí estamos hablando es de un mundo ficticio creíble y que aparenta estar afuera, pero que en realidad se encuentra dentro de nuestras mentes. Muy lentamente, en estas primeras lecciones, Jesús nos está entrenando a que entendamos que es únicamente nuestros pensamientos lo que de verdad es importante, no el mundo externo.
Su enseñanza ahora continúa:
📘(3) «Una vez más, comenzaremos la sesión de práctica de por la mañana y la de por la noche repitiendo la idea de hoy dos o tres veces mientras miras a tu alrededor al mundo que consideras como externo a ti. Luego cierra los ojos y mira tu mundo interno. Procura tratarlos a ambos con la mayor igualdad posible. Repite la idea de hoy sin ningún apresuramiento y tan a menudo como desees mientras observas las imágenes que tu imaginación le presenta a tu conciencia.»
Jesús está reforzando lo que nos ha estado enseñando: estos pensamientos son una fabricación - los pensamientos de ira, especialismo, auto-odio, ansiedad y terror existen únicamente en nuestra imaginación; no importa si vienen en forma de pensamientos de placer o pensamientos de dolor. Porque estamos hablando acerca de pensamientos imaginarios, también estamos hablando acerca de mundos imaginarios. No hay diferencia.
📘(4) «Se recomiendan de tres a cinco minutos para las dos sesiones de práctica más largas, siendo tres el mínimo requerido. Si notas que hacer los ejercicios te relaja, los puedes alargar a más de cinco minutos. Para facilitar esa relajación, escoge un momento en el que no preveas muchas distracciones, y en el que te sientas razonablemente preparado.»
Aquí vemos a Jesús instándonos a encontrar un momento tranquilo y pacífico (e implícitamente un espacio también con esas mismas características) en el cual podamos meditar. De sus comentarios en otras partes del Curso, se entiende que Jesús no desea que hagamos de nuestra vida espiritual un ritual. Sin embargo, dado que todavía estamos en una etapa muy temprana de nuestro entrenamiento y no somos muy disciplinados en nuestra vigilancia del ego, este tipo de estructura es útil (ver, por ejemplo, la discusión en M-16.2-5).
Los párrafos finales de la lección subrayan nuestro nuevo tipo de práctica: usar la idea del día "tan a menudo como sea posible", y especialmente cuando nos veamos que estamos siendo tentados a percibir la causa de nuestra perturbación externa a nosotros:
📘(5-6) «Estos ejercicios se deben seguir haciendo asimismo a lo largo del día tan a menudo como sea posible. Las aplicaciones más cortas consisten en lentas repeticiones de la idea según exploras tu mundo externo o tu mundo interno. No importa cuál de ellos elijas. La idea de hoy también debe aplicarse inmediatamente a cualquier situación que te pueda perturbar. Aplícala diciéndote a ti mismo: He inventado esta situación tal como la veo.»
Puedes ver cuán radicalmente distinto es todo esto de la perspectiva que el mundo tiene, desde la cual nosotros normalmente percibimos las cosas. Pensamos que elegir entre nuestro mundo interno o externo hace una diferencia. Esto sería evidente, por ejemplo, cuando concluimos que lo que pensamos no importa mientras no lo digamos o actuemos en consecuencia. Sin embargo, Jesús está explicando que no hay diferencia si expresamos nuestros pensamientos o si los pensamos en silencio. Nuestros juicios tienen tanto efecto sobre nosotros y sobre la mente de la Filiación como nuestras acciones. Está bien no actuar sobre ellos - una vez le dijo a Helen que no estaba en contra de una cierta y razonable cantidad de disciplina - pero que si nosotros en realidad no cambiamos el pensamiento subyacente, estos pensamientos simplemente van a permanecer en nuestras mentes, aguardando su inevitable destino que es la proyección. Las consecuencias son que siempre estaremos luchando la batalla perdida de tratar de restringir nuestra agresión: la hostilidad y especialismo de la mente. Por lo tanto, lo que necesitamos hacer es poder llegar a la fuente del problema - nuestros pensamientos - los cuales no han sido otra cosa que dejar a Jesús a un lado, diciendo: “Tú estás errado y yo estoy en lo cierto”. Deshacer esa fuente es poder llegar a decirle: “Gracias a Dios que tú estabas en lo cierto y que yo estaba errado. Gracias porque «existe» otra manera de mirar el mundo ".
En estas lecciones, Jesús nos ha estado ayudando a que nos demos cuenta de que tenemos dos formas de ver el mundo, cada una de estas formas proviene de los dos distintos sistemas de pensamiento o seres - una mente errada y correcta - y dos maestros: el ego y Jesús. Esta toma de conciencia será cada vez más evidente a medida de que las lecciones continúen. Hasta ahora, la mayor parte del énfasis ha estado en la forma que tiene el ego de mirar el mundo. Es por eso que las primeras lecciones nos dijeron que realmente no vemos nada, porque vemos lo que no se encuentra ahí. Por lo tanto, todo lo que percibimos carece de significado. También es por eso que las lecciones han enfatizado nuestros pensamientos de ataque, percibiendo un mundo de venganza, etc. Desde aquí hasta la Lección 50, sin embargo, Jesús nos enseña que hay otra elección disponible, otra manera de ver el mundo. Este es el pensamiento con el cual él introduce la lección que sigue."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traduccion al Español por Alfonso Martinez.