Lección 182

PERMANECERÉ MUY QUEDO POR UN INSTANTE E IRÉ A MI HOGAR. (Lección 182)
La Lección 182 es compañera de la lección anterior, ya que ambas comparten el tema del instante santo. Los contextos, sin embargo, son bastante diferentes. Podríamos subtitular la Lección 181 "Permaneceré muy quedo por un instante y perdonaré", porque se centra en dejar de lado los resentimientos. En la Lección 182 el contexto es más amplio, con Jesús hablando de despertar del sueño y volver a casa. Por cierto, encontramos otro ejemplo más del uso liberal de Jesús de las palabras - el instante santo se ve en la Lección 181 como un trampolín en el viaje, mientras en la Lección 182 marca el final del viaje.
Esta hermosa lección tiene dos partes, la primera centrada en el mundo el cual no es nuestro hogar, y la segunda más poética, que se centra en el Niño interior Quién nos lleva a casa.
📘(1:1-2) Este mundo en el que pareces vivir no es tu hogar. Y en algún recodo de tu mente sabes que esto es verdad.
Jesús habla de la experiencia de todos en el mundo, seamos conscientes o no. El objetivo de Un Curso de Milagros nunca podría ser que seamos felices aquí - como una figura en el sueño - porque su propósito es guiarnos por el camino que nos despierta del sueño, llegando a comprender que nada aquí tiene valor porque no hay nada aquí. En estos párrafos iniciales, por lo tanto, Jesús se dirige a nosotros que creemos que existimos en un cuerpo, aunque en algún recodo de nuestra mente sabemos que no pertenecemos aquí. Nuestra ansiedad y terror provienen de esto. No sabemos ni cómo ni adónde regresar, pero al menos reconocemos que el mundo físico no es nuestro hogar. La desesperación es la consecuencia infeliz de esta existencia reducida, y como veremos, podemos aprovechar lo que ya es la miserable situación de la vida en el cuerpo.
🔹️(1:3-6) El recuerdo de tu hogar sigue rondándote, como si hubiera un lugar que te llamase a regresar, si bien no reconoces la voz, ni lo que esta te recuerda. No obstante, sigues sintiéndote como un extraño aquí, procedente de algún lugar desconocido. No es algo tan concreto que puedas decir con certeza que eres un exiliado aquí. Es más bien un sentimiento persistente, no más que una leve punzada a veces, que en otras ocasiones apenas recuerdas, algo que descartas sin ningún miramiento, pero que sin duda ha de volver a rondarte otra vez.
De vez en cuando sentimos un pensamiento persistente de que algo está muy mal con nuestras vidas, y que no tiene nada que ver con la persona que llamamos nosotros mismos. Es un sentido de "que hay algo mal" mucho más grande de lo que nuestro pequeño yo puede concebir; un sentimiento de que giramos en el lugar equivocado y terminamos en el mundo. No sabemos dónde cometimos el error, o qué hacer al respecto. Sin embargo, un recuerdo del hogar nos persigue, como Jesús tan conmovedoramente nos describe en este pasaje familiar de "La canción olvidada":
Escucha… tal vez puedas captar un leve atisbo de un estado inmemorial que no has olvidado del todo; tal vez sea un poco nebuloso, más no te es totalmente desconocido: como una canción cuyo título olvidaste hace mucho tiempo, así como las circunstancias en las que la oíste. No puedes acordarte de toda la canción, sino sólo de algunas notas de la melodía, y no puedes asociarla con ninguna persona o lugar, ni con nada en particular. Pero esas pocas notas te bastan para recordar cuán bella era la canción, cuán maravilloso el paraje donde la escuchaste y cuánto amor sentiste por los que allí estaban escuchándola contigo. (T-21.I.6)
📘(2:1) No hay nadie que no sepa de que estamos hablando.
Esta es una línea importante porque muchos estudiantes de Un Curso de Milagros dicen que no saben de lo que Jesús está hablando, alegando que son felices y que todo aquí es maravilloso. Sin embargo, Jesús nos dice: "En algún lugar dentro de ti, sabes que lo que estoy diciendo es cierto. No finjas lo contrario, porque si continúas fingiendo que eres feliz aquí, o incluso que hay esperanza de felicidad aquí, nunca podré llevarte a casa, porque pensarás que ya estás en casa. Incluso tratarías de arrastrarme a tu casa creyendo que puedo mejorarla para ti. Sin embargo, mi deseo es llevarte de este mundo al lugar de dónde tú provienes". Después de discutir las cinco leyes del caos (T-23.II), Jesús hace la misma afirmación - tú puedes pretender que estas leyes te son ajenas, pero son las tuyas propias:
Sostienes - y piensas que es verdad - que no crees que estas leyes insensatas ni que tus acciones están basadas en ellas. Pues cuando examinas de cerca lo que postulan, ves que no se puede creer en ellas. Hermano, crees en ellas. (T-23.II.18:1-3)
En virtud de nuestra identidad individual, reflejamos nuestra creencia en el sistema de pensamiento de separación del ego, junto con los sentimientos inconscientes de culpa, terror y dolor.
🔹️(2:2) Sin embargo, hay quienes tratan de ahogar su sufrimiento entreteniéndose en juegos para pasar el tiempo y no sentir su tristeza.
Esto se refiere a cualquier persona que se entregue a las relaciones especiales. Recordemos que los términos relación especial y especialismo nunca aparecen en el libro de ejercicios, aunque son el punto de referencia constante de Jesús al discutir la dinámica de culpa y odio del ego. Nosotros tratamos de ocultar el dolor de nuestra culpa en juegos de especialismo en los que pretendemos que hay alguien y algo fuera de nosotros que nos puede traer amor y felicidad, e incluso la salvación:
Creer que las relaciones especiales, con un amor especial, pueden ofrecerte la salvación, es creer que la separación es la salvación. (T-15.V.3:3)
Sin embargo, el especialismo nunca funcionará:
Y así resulta que, en tú búsqueda de amor….. no encuentras amor. Es imposible negar lo que es el amor y al mismo tiempo reconocerlo. (T-15.XI.6:1-3)
Luego vienen los bobos felices:
🔹️(2:3) Otros prefieren negar que están tristes, y no reconocen en absoluto que se están tragando las lágrimas.
Para los bobos felices, el mundo es perfecto, y Jesús nos ama tanto que nos envió este curso, para que podamos ser felices aquí con él. Este grupo es uno de los más difíciles de ayudar para Jesús, porque no creen que lo necesiten. Recuerda, la ayuda que realmente necesitas radica en reconocer que este mundo es un sueño y aprender para qué lo inventamos. Esto permite que nos perdonemos por haberlo hecho, ayudándonos a despertar y a regresar a la Fuente que realmente nunca hemos abandonado.
🔹️(2:4) Hay quienes afirman incluso que esto de lo que estamos hablando son ilusiones y que no se debe considerar más que como un sueño.
Además de la población general que creería esto, muchos estudiantes de Un Curso de Milagros dirían que Jesús no significa realmente estas palabras; por ejemplo, él no significa que Dios no creó el mundo, sino que Dios no creó dolor, el cáncer o un avión que se estrella. Sin embargo, Jesús está dejando claro en esta lección que quiere decir exactamente lo que dice. Este mundo no es nuestro hogar en absoluto. Pretender que lo es, o tratar de mejorarlo, sólo refuerza la estrategia del ego de mantenernos concentrados mecánicamente en el mundo ilusorio y externo.
🔹️(2:5) Sin embargo, ¿quién podría honestamente afirmar, sin ponerse a la defensiva o engañarse a sí mismo, que no sabe de lo que estamos hablando?
Nuevamente, Jesús nos dice que, en algún lugar adentro nuestro, sabemos que sus palabras son verdaderas. Esta verdad atrajo a la gente a Un Curso de Milagros en primer lugar, ya sea que lo entiendan o no, dándose cuenta de que aquí había algo diferente a todo lo que habían visto antes. Entonces, el miedo se instaló, y se aterrorizaron de esa verdad, a menudo tratando de comprometer su pureza para hacerlo más agradable al paladar y menos amenazante. Aun así, hay una parte más profunda dentro nuestro, que sabe que Jesús dice la verdad. Tomando un principio usado en otro contexto, no necesitaríamos negar lo que dice el Curso sin primero reconocer su verdad. La negación siempre se basa en hacer primero algo real, y entonces pretender que no está allí. Esto es disociación, la dinámica del ego de separar lo que se considera inaceptable y luego olvidarlo:
A menos que primero conozcas algo no puedes disociarte de ello. El conocimiento, entonces, debe preceder a la disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar. (T-10.II.1:1-3)
Una vez más, las palabras de Un Curso de Milagros son claras y nuestra necesidad de cambiar su significado proviene del miedo a su verdad, la que nos diría que no somos la persona que pensamos que somos.
📘(3:1) Hoy hablamos en nombre de todo aquel que vaga por este mundo, pues en él no está en su hogar.
Puedes ver que Jesús no permite excepciones. Por cierto, cuando dice "Todo aquel que vaga por este mundo", habla de aquellos que creen que están aquí, no de alguien como él que solo parecía estar aquí. Así se dirige a todos los que se identifican con sus cuerpos, creyendo que caminan por este mundo - buenos y malos por igual.
🔹️(3:2) Camina a la deriva enfrascado en una búsqueda interminable, buscando en la obscuridad lo que no puede hallar, y sin reconocer qué es lo que anda buscando.
De todas las citas bíblicas en Un Curso de Milagros, el "busca y hallarás", el versículo del Sermón de la Montaña (Mateo 7:7b,8b) es el más frecuentemente citado. Nosotros siempre estamos buscando aquí, cuyo propósito subyacente es que nunca encontremos. Mientras nosotros creemos que buscamos la felicidad y la paz, buscamos en el lugar equivocado - fuera de nuestras mentes - en lugar de en el único sitio donde se puede encontrar la paz: el poder del tomador de decisiones para elegir. Aquí hay un ejemplo citado anteriormente de "busca y hallarás", que señala la verdadera fuente de nuestra frustración:
El ego está seguro de que el amor es peligroso, y ésta es siempre su enseñanza principal. Nunca lo expresa de este modo. Al contrario, todo el que cree que el ego es la salvación parece estar profundamente inmerso en la búsqueda del amor. El ego, sin embargo, aunque alienta con gran insistencia la búsqueda del amor, pone una condición: que no se encuentre. Sus dictados, por lo tanto, pueden resumirse simplemente de esta manera: “Busca, pero no halles”….. Pues el ego es incapaz de amar, y en su frenética búsqueda de amor, anda en pos de lo que teme encontrar. La búsqueda es inevitable porque el ego es parte de tu mente, y, debido a su origen, él no está totalmente dividido, pues, de lo contrario, carecería por completo de credibilidad. Tu mente es la que cree en él y la que le otorga existencia. Sin embargo, es también tu mente la que tiene el poder de negar su existencia, y eso es sin duda lo que harás cuando te des cuenta exactamente de la clase de jornada en la que el ego te embarca. (T-12.IV.1:1-4; 2:3-6)
🔹️(3:3-5) Construye miles de casas, pero ninguna de ellas satisface a su desasosegada mente. No se da cuenta de que las construye en vano. El hogar que anda buscando, él no lo puede construir.
Las "miles de casas" representan las diferentes formas tomadas por el especialismo - una relación, sustancia u objeto - lo que creemos nos haría sentir cómodos y seguros. Sin embargo, el hogar real que buscamos no fue creado por nosotros, y nunca se podrá encontrar en el hogar de la muerte del cuerpo. Ten en cuenta este pasaje paralelo del texto:
Esta persistente ilusión le impulsará a buscar miles de ídolos, y más allá de éstos, mil más. Y todos le fallarán, excepto uno: pues morirá y no se dará cuenta de que el ídolo que buscaba era su muerte. La forma en la que este ídolo se manifiesta parece ser algo externo a él. (T-29.VII.3:1-3)
🔹️(3:6-4:2) El Cielo no tiene substituto. Lo único que él jamás construyó fue un infierno.
Tal vez pienses que lo que quieres encontrar es el hogar de tu infancia. La infancia de tu cuerpo y el lugar que le dio cobijo son ahora recuerdos tan distorsionados que lo que guardas es simplemente una imagen de un pasado que nunca tuvo lugar.
Jesús se refiere a aquellos que idealizan su pasado. Mucha gente fantasea que su infancia fue maravillosa, pero luego sucedió algo que causó su miseria actual. Sin embargo, Jesús nos dice que nuestra infancia no era el lugar donde se podía encontrar la felicidad. Nosotros romantizamos el pasado para poder demostrar lo mal que la gente nos trata en el presente, lo que justifica nuestra rabia. Sin embargo, la mayoría de las personas, si fueran honestos, recordarían que las cosas no fueron tan maravillosas en su infancia.
Esto termina la primera parte de la lección, y la segunda mitad se centra en el Niño interior. Como Niño está en mayúscula, se entiende claramente que significa a Cristo y verlo a Él de esta manera representa los comienzos de nuestro viaje espiritual. No hace falta decir que Cristo no es un niño - no envejece ni cambia, y ciertamente no es un cuerpo. De hecho, hay muchos lugares en Un Curso de Milagros donde Jesús usa la imagen de los infantes. Por lo tanto, somos "muy inexpertos en lo que respecta a la salvación" (T-17.V.9:1); luego habla de los "primeros pasos de la salvación" (T-19.IV-C.9:3; 10:4), y dice además: "He aquí el bebé de Belén renacido" (T-19.IV-C.10:8). Cuando cambiamos de una relación especial a una santa, es como si empezáramos de nuevo, siendo niños nuevamente. Aquí hay otro pasaje, equiparando el perdón con el recién nacido - el amable Salvador que hace Su hogar en nosotros como un Niño:
Mientras el perdón no sea completo, el mundo seguirá teniendo un propósito. Es el hogar donde nace el perdón, donde crece y se vuelve más fuerte y abarcador. Aquí se le alimenta, pues es aquí donde se le necesita. Un benévolo Salvador, nacido donde el pecado fue concebido y donde la culpabilidad parecía real. Éste es Su hogar porque aquí ciertamente se le necesita. (M-14.2:1-5)
🔹️(4:3-6) Más en ti hay un Niño que anda buscando la casa de Su Padre, pues sabe que Él es un extraño aquí. Su infancia es eterna, llena de una inocencia que ha de perdurar para siempre. Por dondequiera que este Niño camina es tierra santa. Su santidad es lo que ilumina el Cielo, y lo que trae a la tierra el prístino reflejo de la luz que brilla en lo alto, en la que el Cielo y la tierra se encuentran unidos cual uno solo.
Esta es otra referencia al mundo real, el reflejo de la verdad del Cielo en el sueño de separación. Es una ilusión y, sin embargo, el mundo real permanece lo más cerca posible de la entrada al sueño. Cuando estás en él - "el prístino reflejo de la luz que brilla en lo alto" - tú estás fuera del sueño del odio, el pecado y la culpa, pero aún eres consciente de ellos. En ese momento tú - como Jesús - te conviertes en el reflejo de la verdad. Una vez más, una parte de nosotros siempre ha sabido que no pertenece aquí, porque nuestras mentes tienen el recuerdo de nuestra Identidad. El problema es que tenemos tener tanto miedo de recordar, que enterramos a este Ser bajo capas de culpa y especialismo. El poema de Helen, "La esperanza de la Navidad", presenta el papel del Niño marcando el comienzo en el mundo real de la esperanza y la luz - "A la tierra renovarse radiante de esperanza / de amor y de perdón":
Cristo no nace ni tampoco muere,
Más en cada uno su renacer es dado.
Uno es en Él su despertar y su nacer,
Pues cuando el Hijo de Dios ha llegado
La luz de la resurrección ha comenzado.
No necesita el Cielo una natividad. Aun así
El Hijo del Cielo necesita al mundo como lugar
De Su nacimiento, pues el mundo se supera
Porque un Niño nace. Y sólo Él será
Quien traiga la promesa de Dios de eternidad.
Es Su nacimiento el final del sueño de muerte,
Pues en Él la muerte se vuelve vida. Puedes mirar
A la tierra renovarse radiante de esperanza
De amor y de perdón. Y los Brazos de Dios al abrazar
Los corazones que en el frío invierno veías tiritar.
(Los Regalos de Dios, p. 98) (En inglés)
📘(5) Este Niño que mora en ti es el que tu Padre conoce como Su Hijo. Este Niño que mora en ti es el que conoce a Su Padre. Él anhela tan profunda e incesantemente volver a Su hogar, que Su voz te suplica que lo dejes descansar por un momento. Tan sólo pide unos segundos de respiro: un intervalo en el que pueda volver a espirar el santo aire que llena la casa de Su Padre. Tú eres también Su hogar. Él retornará. Pero dale un poco de tiempo para que pueda ser lo que es dentro de la paz que es Su hogar, y descansar en silencio, en paz y en amor.
Este es el instante santo, Jesús nos dice que no se nos pide que saltemos del infierno al Cielo. Damos pequeños pasos, por eso Cristo se nos aparece como un Niño y también para que nosotros podamos darnos cuenta de que el perdón es un proceso. Jesús explica que como somos ese Niño, una parte de nosotros es miserablemente infeliz y sofocante hasta la muerte. Esta es la parte a la que él apela. El propósito de Un Curso de Milagros, por lo tanto, es que nos sintamos muy incómodos con la disparidad entre nuestro ser y nuestro Ser, Cuyo recuerdo está en nuestras mentes, que estaremos motivados para decir que debe haber otra manera de percibir el mundo. Por lo tanto, el incitarnos a elegir a Jesús como nuestro maestro es la creciente incomodidad de cómo experimentamos nuestras vidas. Sin tal incomodidad, no habría motivación para cambiar, porque no creeríamos que necesitamos un maestro. El propósito de Jesús no es hacernos sufrir, sino que nos demos cuenta de que ya estamos sufriendo. Así estaremos motivados por fin a buscar el camino a casa, con el maestro que conoce el camino.
📘(6:1) Este Niño necesita tu protección.
Se necesita trabajo y vigilancia constantes si vamos a deshacer el sistema de pensamiento del ego. Encontramos esta misma idea expresada en la tercera lección del Espíritu Santo - “Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino" - para que estemos atentos a nuestros egos, y así "proteger" lo que somos:
El Espíritu Santo separa lo verdadero de lo falso en tu mente, y te enseña a juzgar cada pensamiento que dejas que se adentre en ella a la luz de lo que Dios puso allí. El Espíritu Santo, con vistas a reforzar el Reino en ti, conserva lo que está de acuerdo con esa luz, y acepta y purifica lo que está parcialmente de acuerdo con el Reino. Más lo que está en completo desacuerdo lo rechaza juzgando contra ello. Así es como Él mantiene la perfecta consistencia del Reino y su perfecta unificación….. No obstante, no podrás experimentar una auténtica sensación de que existes mientras sigas teniendo dudas con respecto a lo que eres. Por eso es por lo que es esencial que te mantengas alerta. No permitas que entre en tu mente ninguna duda acerca de tu existencia o, de lo contrario, no podrás saber con certeza lo que eres. La certeza es el regalo que Dios te hace. La verdad no requiere vigilancia, pero las ilusiones sí. (T-6.V-C.1:2-6; 8:5-9)
🔹️(6:2-3) Se encuentra muy lejos de Su hogar. Es tan pequeño que parece muy fácil no hacerle caso y no oír Su vocecilla, quedando así Su llamada de auxilio ahogada en los estridentes sonidos y destemplados y discordantes ruidos del mundo.
La razón de que haya un mundo lleno de tal cacofonía es para evitar que escuchemos la "vocecilla" del Niño, la vocecilla del Espíritu Santo que nos llama para que vayamos al tomador de decisiones de la mente y elijamos de nuevo. Hemos visto antes esta declaración explícita del papel desempeñado por los estridentes sonidos del especialismo del ego:
¡Qué respuesta del Espíritu Santo podría llegar hasta ti, cuando a lo que escuchas es a tu deseo de ser especial, que es lo que pregunta y lo que responde? Tan sólo prestas oídos a su mezquina respuesta, la cual ni siquiera se oye en la melodía que en amorosa alabanza de lo que eres fluye eternamente desde Dios a ti. Y este colosal himno de honor que amorosamente se te ofrece por razón de lo que eres parece silencioso e inaudible ante el “poderío” de tu especialismo. Te esfuerzas por escuchar una voz que no tiene sonido, y, sin embargo, la Llamada de Dios Mismo te parece insonora. (T-24.II.4:3-6)
🔹️(6:4-6) No obstante, Él sabe que en ti aún radica Su protección. Tú no le fallarás. Él volverá a Su hogar, y tú Lo acompañarás.
Mientras lees esta maravillosa lección, ten en cuenta que el Niño no es un ser externo. El Niño eres tú. Por lo tanto, como Jesús dice: "Él volverá a Su hogar y tú Lo acompañarás”. Debe ser así porque tú y el Niño son uno. Éste, no es una entidad extraña en tu mente que te llama - por divino que Él sea. Todos somos este Ser divino, sin embargo, también Lo hemos convertido en un extraño, lo que nos hace extraños también. Es decir, llamamos al único Ser en busca de ayuda - no a un yo individual o conciencia - tal como Él nos llama a nosotros.
📘(7:1) Este Niño es tu indefensión, tu fortaleza.
No tienes que buscar la fortaleza fuera de ti mismo; ni estar a la defensiva afrontando lo que percibes como ataques de las personas. La presencia misma del Niño - la verdad de tu Ser - asegura que las ilusiones no tengan poder sobre ti.
🔹️(7:2-5) Él confía en ti. Vino porque sabía que tú no le fallarías. Te habla incesantemente de Su hogar con suaves murmullos. Pues desea llevarte consigo de vuelta a él, a fin de poder Él Mismo permanecer allí y no tener que regresar de nuevo a donde no le corresponde estar y donde vive proscrito en un mundo de pensamientos que le son ajenos.
Al final, somos los marginados en un mundo de pensamientos extraños. Somos el Niño Cristo, excepto que hemos decidido que somos otra cosa. Nuevamente miramos a uno de los poemas de Helen - "La Resurrección y la Vida" - para una expresión adicional de la vida recién nacida del Niño interior, el simbolismo tomado de Navidad y Pascua. Aquí están las segunda y séptima estrofas:
Tan quedo el nacimiento que vos no comprendiste
Quien llegó a vos. A vuestros ojos aterrados
El Señor de la luz y la vida les parece fallar
En Sus promesas de gracias Celestial, y ha expirado
Para siempre en la cruz. No podéis contemplar
Al Niño de la esperanza en un pesebre cobijado.
No veáis un final donde el comienzo está,
Ni sombra en la luz solar. Vos que vinisteis a llorar,
Recordad ahora la antigua canción del nacer,
A un lado haced las usadas señales del pesar
De las madres sin hijos. Hasta Él alzad vuestro corazón
Pues un Niño os ha nacido una vez más.
(Los Regalos de Dios, p.100-101) (En inglés)
Este Niño de la esperanza, renacido en el instante santo, es la Presencia reflejada de nuestro Ser, llamándonos a regresar del mundo oscuro de la muerte al mundo lleno de luz de la vida eterna.
🔹️(7:6-7) Su paciencia es infinita. Esperará hasta que oigas Su dulce Voz dentro de ti instándote a que lo dejes ir en paz, junto contigo, a donde Él se encuentra en Su casa, al igual que tú.
Vimos esta idea expresada al final del párrafo 6. “Su paciencia es infinita" porque no hay tiempo. Como la octava característica de los maestros de Dios, la paciencia nace de la idea de que el tiempo lineal es una ilusión (M-4.VIII). Nadie, por lo tanto, nos apresura para volver a casa. Todo lo que impulsa nuestra decisión de regresar es la conciencia de nuestra incomodidad aquí.
📘(8:1) Cuando estés en perfecta quietud por un instante, cuando el mundo se aparte de ti y las vanas ideas que abrigas en tu desasosegada mente dejen de tener valor, oirás Su Voz.
Jesús vuelve nuevamente al contraste entre lo valioso y lo sin valor, y nosotros necesitamos reconocer la diferencia. La incomodidad, el dolor y la ansiedad vienen cuando hacemos valioso lo que no tiene valor, incluido nuestro yo individual. La buena noticia, sin embargo, es que otra opción está disponible en nuestras mentes, esperando pacientemente nuestra decisión corregida.
🔹️(8:2-3) Su llamada es tan conmovedora que ya no le ofrecerás más resistencia. En ese instante te llevará a Su hogar, y tú permanecerás allí con Él en perfecta quietud, en silencio y en paz, más allá de las palabras, libre de todo temor y de toda duda, sublimemente seguro de que estás en tu hogar.
Como vimos en la Introducción al quinto repaso, nuestro propósito es ir más allá de las palabras - la forma - al contenido del amor. El instante santo nos lleva allí.
📘(9) Descansa a menudo con Él hoy. Pues Él estuvo dispuesto a convertirse en un Niño pequeño para que tú pudieras aprender cuán fuerte es aquel que viene sin defensas, ofreciendo únicamente los mensajes del amor a quienes creen ser sus enemigos. Con el poder del Cielo en Sus manos, los llama amigos y les presta Su fortaleza para que puedan darse cuenta de que Él quiere ser su Amigo. Les pide que lo protejan, pues Su hogar está muy lejos, y Él no quiere regresar a él solo.
Volvemos a un tema que hemos explorado muchas veces: nuestra función de recordarle a otros que la elección que hicimos por el Espíritu Santo - en este caso por el Niño Jesús - es la elección que ellos también pueden hacer. No hace falta decir que el término otros, incluye a todos los compañeros de amor y de odio especial. El siguiente pasaje sobre el instante santo enfatiza este aspecto del perdón que incluye a todos, el cual es la fuente de nuestra fortaleza, porque refleja la fortaleza de Cristo:
El instante santo es verdaderamente la hora de Cristo. Pues en ese instante liberador, no se culpa al Hijo de Dios por nada y, de esta manera, se le restituye su poder ilimitado….. Cuando estés dispuesto a reconocer que nuestra relación es real, la culpabilidad dejará de ejercer atracción sobre ti. Pues en nuestra unión aceptarás a todos nuestros hermanos. Nací con el sólo propósito de dar el regalo de la unión. Dámelo a mí, para que así puedas disponer de él. La hora de Cristo es la hora señalada para el regalo de la libertad que se le ofrece a todo el mundo. Y al tú aceptarla, se la ofreces a todos. (T-15.X.2:1-2; 3:2-7)
📘(10:1) Cristo renace como un Niño pequeño cada vez que un peregrino abandona su hogar.
Cada vez que elegimos en contra de nuestra relación con Jesús y nos adentramos en el mundo del ego, nos embarcamos en un viaje. Primeramente, bajamos por una escalera hasta el infierno, y ahora comenzamos el viaje de regreso a casa. Este es el significado del renacimiento de Cristo como un Niño pequeño.
🔹️(10:2) Pues éste debe aprender que a quien quiere proteger es sólo a ese Niño, que viene sin defensas y a Quien la indefensión ampara.
No es el sistema de pensamiento del ego - su niño - lo que debemos proteger, sino al Niño verdadero. Esto se remonta a las lecciones anteriores sobre las defensas - Lecciones 135 y 153. El poema de Helen, con su simbolismo Mariano, "Madre del mundo", refleja la protección amorosa dada al Niño interior:
La paz es una mujer, madre del mundo,
Por Dios enviada a posar su suave mano
En las frentes febriles de mil hijos,
En su fresca certeza no existe el miedo,
Y emana de sus pechos una tranquilidad
Sobre la cual se apoyen y disfruten la paz.
Trae a sus temerosos corazones un mensaje
De Aquel Que la enviara. Escuchad ahora
A Quien en nombre de vuestro Padre, madre vuestra es:
“No escuchéis las voces del mundo,
Ni intentéis crucificar otra vez
A Mi Primogénito, y aún hermano vuestro”.
En sus ojos está el Cielo, porque ella contempló
A este Hijo Que fue el primero. Y ahora
A vos ella contempla para hallarlo otra vez.
No neguéis a la madre del mundo
Lo único que jamás anhela ver,
Pues es lo que vos también queréis hallar.
(Los Regalos de Dios, p.84) (En inglés)
🔹️(10:3-4) Ve con Él a tu hogar de vez en cuando hoy. Tú eres un extraño aquí, al igual que Él.
La razón principal de esto es que el Niño y yo somos iguales. Sin embargo, mientras me identifique con mi yo individual y personal, la experiencia del Espíritu Santo, Jesús o Cristo será como la de Alguien separado de mí, con Quien debo unirme. Es solo al final que me doy cuenta de que me uní a mi Ser. La súplica de Jesús para nosotros es que durante todo el día aprendamos a qué niño estamos eligiendo: el del ego o el de Dios.
📘(11:1) Dedica algún tiempo hoy a dejar a un lado tu escudo que de nada te ha servido, y a deponer la espada y la lanza que blandiste contra un enemigo imaginario.
Aunque este es un lenguaje poético, Jesús nos enseña inequívocamente que no hay un mundo aquí, porque todo es una ilusión, "imaginaria". Al igual que con Don Quijote, solo arremetemos contra los molinos de viento, luchando contra enemigos inexistentes, creyendo que un ejército está preparado para atacarnos. Sin embargo, todo está inventado, por lo que el escudo que se nos pide que dejemos a un lado - el plan de defensas del ego - y la espada y la lanza - nuestra necesidad específica de atacar en defensa propia - son innecesarios y no nos benefician nada.
🔹️(11:2-5) Cristo te ha llamado amigo y hermano. Ha venido incluso a pedirte ayuda para que lo dejes regresar a Su hogar hoy, íntegro y completamente. Ha venido como lo haría un niño pequeño, que tiene que implorar la protección y el amor de su padre. El rige el universo, y, sin embargo, te pide incesantemente que regreses con Él y que no sigas convirtiendo a las ilusiones en dioses.
En el siguiente pasaje del texto, Jesús nos suplica que aceptemos su enseñanza y le demos la bienvenida no en el ilusorio pesebre de la pequeñez, sino a la verdadera grandeza de nuestra santidad:
Tan sólo deseo enseñarte lo que ya es tuyo, para que juntos podamos reemplazar la miserable pequeñez que mantiene al anfitrión de Dios cautivo de la culpabilidad y la debilidad, por la gozosa conciencia de la gloria que mora en él. Mi nacimiento es tu despertar a la grandeza. No me des la bienvenida en un pesebre, sino en el altar de la santidad, en el que la santidad mora en perfecta paz. Mi Reino no es de este mundo, puesto que está en ti. Y tú eres de tu Padre. Unámonos en honor a ti, que no puedes sino permanecer para siempre más allá de la pequeñez. (T-15.III.9:4-9)
Por cierto, la referencia aquí es al universo del espíritu. Sin embargo, en otros lugares de Un Curso de Milagros la palabra universo se utiliza para denotar el cosmos físico.
📘(12:1-2) Tú no has perdido tu inocencia. Y eso es lo que anhelas.
Puedes recordar una línea del folleto de Psicoterapia: “¿Y por qué sollozaría alguien sino por su inocencia?” (P-2.IV.1:7). Toda nuestra tristeza y lágrimas vienen porque sentimos que hemos tirado nuestra inocencia y nunca la recuperaremos. Es esa inocencia lo que nosotros anhelamos, como anhelamos que se demuestre que estamos equivocados acerca del ego, sabiendo lo miserable que nos ha hecho. Creer que teníamos razón sobre el pecado de separación fue el comienzo de la culpa, y solo al darnos cuenta de nuestro error, podemos aceptar que la inocencia de Cristo no ha desaparecido, sino que nos ha esperado paciente-mente con la certeza de nuestro regreso.
🔹️(12:3-7) Ésa es la voz que oyes y la llamada que no se puede ignorar. Ese santo Niño todavía sigue a tu lado. Su hogar es el tuyo. Hoy Él te da Su indefensión, y tú la aceptas a cambio de todos los juguetes bélicos que has fabricado.
Nuestra inocencia, nuevamente, es lo que realmente deseamos, no las ofrendas del mundo. Todo con lo que nos hemos involucrado aquí son simplemente "juguetes bélicos", el hogar de la defensa y la guerra - el núcleo de los locos sueños del ego:
¿De qué manera puede actuar un ejército en sueños? De cualquier manera. Podría vérsele atacando a cualquiera con cualquier cosa. Los sueños son completamente irracionales. En ellos, una flor se puede convertir en una lanza envenenada, un niño en un gigante y un ratón puede rugir como un león. Y con la misma facilidad el amor puede trocarse en odio. Esto no es un ejército, sino una casa de locos. Lo que parece ser un ataque concertado no es más que un pandemónium. (T-21.VII.3:7-14)
🔹️(12:8-9) Y ahora el camino está libre y despejado, y el final de la jornada puede por fin vislumbrarse. Permanece muy quedo por un instante, regresa a tu hogar junto con Él y goza de paz por un rato.
Una vez que arrojamos nuestros juguetes de odio, se abre el camino al amor. Jesús nos suplica que pensemos en este pequeño Niño mientras pasamos nuestro día, no como en un ser extraño sino como en el Ser al que anhelamos unirnos. Sin embargo, sigue siendo un Ser al que nos asusta unirnos. El unirnos a Jesús y a nuestros hermanos en los santos instantes del perdón, nos acerca al final de la jornada, con la paz como nuestra compañera y siendo cada vez más felices, ya que el miedo es gentilmente reemplazado por el amor.
Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick. TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL POR DANIEL BEZVESELNY.

Lección 181

CONFÍO EN MIS HERMANOS, QUE SON UNO CONMIGO. (Lección 181)
Permítanme comenzar afirmando que esto no significa que debas confiar en tu hermano del ego. [confiar en el ego de tu hermano]. Por ejemplo, sería una tontería invitar a un cleptómano a tu hogar y luego irte, no cerrar tu casa por la noche en un área de alta criminalidad o tu automóvil cuando te estaciones en el medio de una gran ciudad. Recuerdo una situación en la que un amigo mío, un antiguo estudiante de Un Curso de Milagros, vino a mí con un problema. Había estado en un acuerdo comercial con un compañero del Curso, y se hizo evidente que su compañero lo había estado robando a él. Al hablarme de esto, mi amigo intentó valientemente mirar la situación "espiritualmente" y hablar de ello solo en términos no críticos, pero era obvio que su dolor e ira estaban obteniendo lo mejor de él. Finalmente le dije: "Mira - a los ojos del Cielo esta persona es un Hijo de Dios; a los ojos del mundo es un estafador. No es útil el negar los hechos mundanos".
Como será claro a medida que avancemos, confiamos en la impecabilidad de Cristo, no en lo que percibimos que son los pecados de otro. Confiamos en que el pecado percibido no puede afectar la paz de Dios dentro de nosotros, y que los egos de los demás no tienen más poder para mantenernos lejos del Cielo que el nuestro. Jesús discute esto en "La corrección del error" donde dice que nuestro hermano puede estar equivocado, pero que no obstante tiene razón por ser Quién es. La corrección - en la cual Jesús quiere decir en el contenido, no en la forma - necesita siempre hacerse con el Espíritu Santo, lo que asegura la ausencia de juicio y condena, incluso cuando se corrige el comportamiento:
Para el ego lo caritativo, lo correcto y lo apropiado es señalarle a otros sus errores y tratar de “corregirlos”. Esto tiene perfecto sentido para él porque no tiene idea de lo que son los errores ni de lo que es la corrección. Los errores pertenecen al ámbito del ego, y la corrección de los mismos estriba en el rechazo del ego. Cuando corriges a un hermano le estás diciendo que está equivocado. Puede ser que en ese momento lo que esté diciendo no tenga sentido, y es indudable que si está hablando desde su ego no lo tiene. Tu tarea, sin embargo, sigue siendo decirle que tiene razón. No tienes que decírselo verbalmente si está diciendo tonterías. Necesita corrección en otro nivel porque su error se encuentra en otro nivel. Sigue teniendo razón porque es un Hijo de Dios. Su ego, por otra parte, está siempre equivocado, no importa lo que diga o haga. (T-9.III.2)
Por lo tanto, Jesús no está diciendo que confíes en que las personas siempre son amorosas, sino solo que confíes en que más allá de la oscuridad del ego, la luz de Cristo aún brilla - en todos. Regresaremos a esta importante enseñanza a medida que avancemos en esta lección. La motivación es otro tema clave aquí. Lo que nos permite confiar en que la luz de Cristo brilla en nuestro hermano es entender que esta es la única forma en que recordaremos que la luz brilla en nosotros también. Recuerda que Jesús apela a nuestros motivos egoístas, diciendo: “Haz lo que te enseño porque te hará sentir mejor. No te sentirás bien insistiendo en que eres un ego, ni insistiendo en que el mundo y el cuerpo son tu hogar. Tú encontrarás paz solo cuando te des cuenta de que este mundo no es a donde perteneces, y que tu cuerpo no es tu identidad". El perdón nos enseña esta verdad sobre nosotros mismos, y es la motivación para poner en práctica esta y todas las lecciones del libro de ejercicios.
📘(1:1) Confiar en tus hermanos es esencial para establecer y sustentar tu fe en tu propia capacidad para trascender tus dudas y tu falta de absoluta convicción en ti mismo.
Si voy a trascender las dudas y recordar quién soy como el Hijo de Dios, debo aprender a confiar en mi hermano. Al perdonarlo, recordaré que soy uno con Dios, porque estoy perdonando una parte separada de mí mismo. Recordemos que Jesús nos enseña el camino para recordar a Dios:
… A Dios no se le recuerda solo. Esto es lo que has olvidado. Percibir la curación de tu hermano como tu propia curación es, por lo tanto, la manera de recordar a Dios. Pues te olvidaste de tus hermanos y de Dios, y la Respuesta de Dios a tu olvido no es sino la manera de recordar. (T-12.II.2:7-10)
🔹️(1:2-4) Cuando atacas a un hermano, proclamas que está limitado por lo que tú has percibido en él. No estás viendo más allá de sus errores. Por el contrario, éstos se exageran, convirtiéndose en obstáculos que te impiden tener conciencia del Ser que se encuentra más allá de tus propios errores, así como de sus aparentes pecados y de los tuyos.
Esta es la motivación subyacente de por qué no perdonamos: no queremos ser conscientes de nuestro Ser, prefiriendo el que tenemos. Incluso si creo que lo odio, soy yo mismo, y lo hago porque no quiero dejar de existir. Mi ego me ha enseñado que para mantener el recuerdo de Cristo lejos de mí, todo lo que necesito hacer es mantenerte alejado de mí, porque Cristo es uno. Así, manteniéndote separado a través del ataque y el juicio, la identidad especial de mi ego está segura y nunca necesito preocuparme por desaparecer en el Corazón de Dios. Mi ego, por lo tanto, da vueltas con la esperanza de encontrar a alguien que esté equivocado; incluso si hay un error honesto, rápidamente lo convierto en pecado. Esto significa que quiero que me traiciones y me abandones, que me lastimes y me robes, haciendo una cosa desmesurada tras otra - todas demostrando que estamos separados y que soy la víctima inocente de tu pecado. En ese punto, el recuerdo de Quién soy retrocede mucho en la distancia - nuevamente, por la motivación de apreciar el ataque, la enfermedad y el especialismo que validan mi identidad del ego, por la cual alguien u otra cosa son y serán responsables. Este es el significado de estas sucintas y poderosas declaraciones: Si algo te puede herir, lo que estás viendo es una representación de tus deseos secretos. Eso es todo. Y lo que ves en cualquier clase de sufrimiento que padezcas es tu propio deseo oculto de matar. (T-31.V.15:8-10)
Sin embargo, Jesús nos enseña que nuestros pensamientos de ataque no nos harán felices; y que si nosotros los dejamos ir y confiamos en que la luz de Cristo brilla en otro como brilla en nosotros, nos sentiremos mejor, aprendiendo esta feliz verdad al mirar más allá de las proyecciones de nuestros pecados. Al final, nos daremos cuenta de que estamos perdonando una ilusión que primero hicimos realidad en la mente, y luego en alguien más. Sin embargo, no alcanzaremos este punto hasta que primero prestemos una cuidadosa atención a los resentimientos que tenemos contra los demás - nuestro trabajo comienza allí.
📘(2:1-3) La percepción tiene un enfoque. Eso es lo que hace que lo que ves sea consistente. Cambia de enfoque, y, lo que contemplas, consecuentemente cambiará.
Lo que percibimos afuera tiene un enfoque y un propósito específicos, asignados por la mente. Esto funciona tanto para la mente correcta como para la errada. Mi visión consistente de mentalidad-errada es que percibo el pecado por todas partes, pero no en mí. Si veo el pecado en mí, está en mi cuerpo o en mi personalidad - causados por otra persona - y no están en mi mente. Mi visión de mentalidad-correcta, por otro lado, consistentemente ve expresiones o pedidos de amor. Por lo tanto, lo que percibimos fuera es un resultado directo de lo que hemos percibido dentro, y nosotros lo percibimos porque así lo hemos elegido:
La percepción no parece ser un medio. Y es esto lo que hace que sea tan difícil entender hasta qué punto depende del propósito que tú les asignas. Parece que es la percepción la que te enseña lo que ves. Sin embargo, lo único que hace es dar testimonio de lo que tú enseñaste. Es el cuadro externo de un deseo: la imagen de lo que tú querías que fuese verdad. (T-24.VII.8:6-10)
Esto concuerda con la ley fundamental de la percepción: ves lo que crees que está ahí, y crees que está ahí porque quieres que lo esté. La percepción no está regida por ninguna otra ley que ésa. Todo lo demás se deriva de ella, para sustentarla y darle apoyo. (T-25.III.1:3-5)
Cuando cambio de mi maestro de mentalidad-errada al maestro de mentalidad-correcta, yo percibo los pecados de otros como mis errores, ya que somos uno en el error ilusorio de la separación. Por lo tanto, Jesús nos habla acerca de un cambio de enfoque, que proviene de nuestro cambio de maestros.
🔹️(2:4) Ahora se producirá un cambio en tu visión para apoyar la intención que ha reemplazado a la que antes tenías.
La intención que tenía antes era encontrar pecados en otra persona - un problema externo que no fuese cosa mía. Esto me permitió estar molesto, no porque elegí estar separado de Dios o de Jesús, sino porque alguien más hizo algo que me molestó. Me doy cuenta de que esto no me hace feliz - y de que hay otra forma de verlo todo - y por eso elijo a Jesús como mi maestro. Compartiendo su visión, miro la misma situación de antes, pero la entiendo de manera diferente, dándome cuenta de que todo es mi salón de clases en el que aprendo que el dolor está en mi mente. Por lo tanto, puedo hacer algo al respecto.
🔹️(2:5) Deja de concentrarte en los pecados de tu hermano, y experimentarás la paz que resulta de tener fe en la impecabilidad.
Lo que me motiva a perdonar y a mirar de manera diferente al mundo que me rodea es mi paz. ¿Por qué otra razón elegiría ir en contra del yo especial que creo que soy, la identidad que aprecio, excepto para reconocer el dolor que me trae y la paz que me cuesta? El siguiente pasaje sobre el valor de la relación santa - ver a nuestro hermano libre de pecado - amplifica este punto importante:
¿Deseas conocer tu Identidad? ¿No intercambiarías gustosamente tus dudas por la certeza? ¿No estarías dispuesto a estar libre de toda aflicción y aprender de nuevo lo que es la dicha? Tu relación santa te ofrece todo esto….. Todo ello se te da a ti que quieres ver a tu hermano libre de pecado….. La impecabilidad de tu hermano se te muestra en una luz brillante, para que la veas con la visión del Espíritu Santo y para que te regocijes con ella junto con Él. Pues la paz vendrá a todos aquellos que la pidan de todo corazón y sean sinceros en cuanto al propósito que comparten con el Espíritu Santo, y de un mismo sentir con Él con respecto a lo que es la salvación. Estate dispuesto, pues, a ver a tu hermano libre de pecado, para que Cristo pueda aparecer ante tu vista y colmarte de felicidad. (T-20.VIII.2:1-4,8; 3:1-3)
🔹️(2:6-8) El único apoyo que esta fe recibe procede de lo que ves en otros más allá de sus pecados. Pues sus errores, si te concentras en ellos, no son sino testigos de tus propios pecados. Y no podrás sino verlos, lo cual te impedirá ver la impecabilidad que se encuentra más allá de ellos.
Estoy aprendiendo que lo que veo en ti es un recordatorio de lo que vi por primera vez en mí mismo - el tema principal de Un Curso de Milagros. Si te veo como un pecador miserable, es porque no quiero reconocer el pecado en mí mismo. Si veo tus pecados como simples errores y como un llamado al amor, me doy cuenta de que también es mi llamado. Por lo tanto, no hay culpa, sin la cual el sistema de pensamiento del ego desaparece, porque la culpa es lo que lo sostiene y lo mantiene fuerte. Recordemos este importante pasaje sobre la igualdad inherente de la culpa y la autoculpa:
Si tus hermanos forman parte de ti y los culpas por tu privación, te estás culpando a ti mismo. Y no puedes culparte a ti mismo sin culparlos a ellos. Por eso es por lo que la culpa tiene que ser des-hecha, no verse en otra parte. Échate a ti mismo la culpa y no te podrás conocer, pues sólo el ego culpa. Culparse uno a sí mismo es, por lo tanto, identificarse con el ego, y es una de sus defensas tal como culpar a los demás lo es. No puedes llegar a estar en presencia de Dios si atacas a Su Hijo. (T-11.IV.5:1-6)
📘(3:1) En nuestras prácticas de hoy, por lo tanto, lo primero que vamos a hacer es dejar que todos esos insignificantes enfoques den paso a la gran necesidad que tenemos de que nuestra impeca-bilidad se haga evidente.
Nuestro énfasis debería estar en estos "insignificantes enfoques": la necesidad del ego de ver el pecado como real. Estos pensamientos de ataque son los que necesito liberar, porque cuando lo hago, me doy cuenta de la impecabilidad que estaba debajo, protegida hasta ahora por el odio.
🔹️(3:2) Damos instrucciones a nuestras mentes para que, por un breve intervalo, eso, y sólo eso, sea lo que busquen.
No tienes que hacer esto por toda la eternidad, ni todo el tiempo - solo por breve intervalo. Recuerda lo que dijo Jesús en la Introducción a estas lecciones actuales: debes hacer esto solo por un corto tiempo cada día. Él no pide "dedicación total"; sin embargo, sé consciente de tu práctica y de por qué te hace sentir mejor, así como de la tontería de no continuar practicando con más frecuencia, especialmente sabiendo lo feliz que te hace dejar ir los resentimientos.
🔹️(3:3-6) No vamos a preocuparnos por nuestros objetivos futuros. Lo que vimos un instante antes no nos preocupará en absoluto dentro de este lapso de tiempo en el que nuestra práctica consiste en cambiar de intención. Buscamos la inocencia y nada más. Y la buscamos sin interesarnos por nada que no sea el ahora.
Este es el instante santo, el tema de la lección. El ego usa el tiempo para hacer los pecados del pasado reales, creando miedo al castigo futuro. Cuando te acuso de pecado, hago mi pasado pecaminoso real y trato de escapar del castigo por lo que he hecho. En el instante santo, sin embargo, salimos del tiempo hacia la dimensión atemporal que es la morada del Espíritu Santo. No vemos el pasado, ni tememos el futuro, sino que experimentamos solo el presente. En ese "heraldo de la eternidad" (T-20.V), todos se ven diferentes, porque no hay pasado, futuro o cuerpo; solo una experiencia de Su Amor y paz - la inocencia en que no existe juicio de pecado en ti o en mí:
El instante santo es el recurso de aprendizaje más útil de que dispone el Espíritu Santo para enseñarte el significado del amor. Pues su propósito es la suspensión total de todo juicio. Los juicios se basan siempre en el pasado, pues tus experiencias pasadas constituyen su base….. En el instante santo nadie es especial, pues no le impones a nadie tus necesidades personales para hacer que tus hermanos parezcan diferentes. Sin los valores del pasado, verías que todos ellos son iguales y semejantes a ti, y que no hay separación alguna entre ellos y tú. En el instante santo ves lo que cada relación ha de ser cuando percibas únicamente el presente. (T-15.V.1:1-3; 8:2-5)
Casi todos han sido víctimas de lo que Jesús está a punto de describir:
📘(4) Uno de los mayores obstáculos que ha impedido tu éxito ha sido tu dedicación a metas pasadas y futuras. El que las metas que propugna este curso sean tan extremadamente diferentes de las que tenías antes ha sido motivo de preocupación para ti. Y también te has sentido consternado por el pensamiento restrictivo y deprimente que incluso si tuvieses éxito, volverías inevitablemente a perder el rumbo.
Mucha gente se lamenta: “Nunca aprenderé este curso. ¿Cómo puedo perder mi ego monstruoso? por breves momentos, tal vez, pero luego regresa - ¡con todo!” Sin embargo, todo lo que ellos realmente hacen es hacer realidad el ego, diciéndole a Jesús que está equivocado y que ellos tienen razón, y que su curso no funciona. "Tal vez funcione para todos los demás", podrían decir, "Pero ciertamente no funciona para mí". Quizás hayan dejado de acusar a otras personas, pero esto no importa si odian a otros o a ellos mismos. Es importante, por lo tanto, que reconozcan lo que hacen con el Curso: la terca insistencia que no funciona; que Jesús está equivocado y que ellos tienen razón. Este concepto clave del ego es la base del mundo que hicimos: probar que Dios está equivocado y que preferimos tener razón a ser feliz (T-29.VII.1:9).
📘(5:1) ¿Por qué habrá de ser esto motivo de preocupación?
En el instante santo te das cuenta de la tontería del ego. Cuando dices que no puedes aprender Un Curso de Milagros porque es demasiado difícil, tú declaras que el ego está vivo y en buen estado, y que el tiempo es real: "Tal vez pueda aprender Un Curso de Milagros, pero ciertamente no en esta vida porque no hay el tiempo suficiente para deshacer mi culpa". Una vez que estás entretenido con estos pensamientos, tú sabes que te has identificado con el ego, porque su sistema de pensamiento de separación siempre se manifiesta en el tiempo. Sin embargo, el instante santo está fuera del tiempo, en el que das un paso atrás y miras con Jesús lo monstruoso que parecía ser tu ego, dándote cuenta desde tu nuevo punto de vista, que el ego es realmente nada. Para estar seguros, el ego puede parecernos gigantesco aquí. Sin embargo, en el instante santo no es más que un pensamiento soñado, sin realidad más allá de eso. Luego observa tu resistencia a salir del sueño, a separarte de los problemas, preocupaciones y apegos especiales, y, de hecho, de toda experiencia corporal. Sin embargo, mirando en nuestro ser con Jesús podemos decir: "Esto es lo que está haciendo la figura del sueño que llamo yo" y como observador de esta figura, no puedes ser esta figura.
🔹️(5:1-4) ¿Por qué habría de ser esto motivo de preocupación? Pues el pasado ya pasó y el futuro es tan solo imaginario. Preocupaciones de esta índole no son sino defensas para impedir que cambiemos el enfoque de nuestra percepción en el presente. Nada más.
Una vez más, ten en cuenta que tu preocupación por el fracaso - ya sea el de otro o el tuyo - te defiende contra el instante santo en el que desaparecería tu identidad del ego. Nuestro miedo toma la forma: ¿Quién sería yo sin mis problemas, resentimientos o enfermedades? ¿Quién sería yo sin todo lo que me ha definido de mi pasado? Dicho de otra manera, ¿quién sería yo sin un yo espacio-temporal, definido por un pasado pecaminoso, una culpa presente y un futuro temerosamente lleno de castigo? Este pasaje repetido desarrolla este miedo, en el contexto de la creencia del ego en el infierno:
¡Cuán desolado y desesperante es el uso que el ego hace del tiempo! ¡Y cuán aterrador! Pues tras su fanática insistencia de que el pasado y el futuro son lo mismo se oculta una amenaza a la paz todavía más insidiosa. El ego no hace alarde de su amenaza final, pues quiere que sus devotos sigan creyendo que les puede ofrecer una escapatoria. Pero la creencia en la culpabilidad no puede sino conducir a la creencia en el infierno, y eso es lo que siempre hace. De la única manera en que el ego permite que se experimente el miedo al infierno es trayendo el infierno aquí, pero siempre como una muestra de lo que te espera en el futuro. Pues nadie que se considere merecedor del infierno puede creer que su castigo acabará convirtién-dose en paz….. Tal como el ego usa el tiempo, es imposible librarse del miedo. Pues el tiempo, de acuerdo con las enseñanzas del ego, no es sino un recurso de enseñanza para incrementar la culpabilidad hasta que ésta lo envuelva todo y exija eterna venganza. (T-15.I.6; 7:6-7)
Sin embargo, el Espíritu Santo puede deshacer este par de trinas impías - pecado-culpa-miedo, pasado-presente-futuro - si elegimos el instante santo: "el cambio actual del enfoque en la percepción":
El Espíritu Santo quiere desvanecer todo esto ahora. No es el presente lo que da miedo, sino el pasado y el futuro, más éstos no existen. El miedo no tiene cabida en el presente cuando cada instante se alza nítido y separado del pasado, sin que la sombra de éste se extienda hasta el futuro. Cada instante es un nacimiento inmaculado y puro en el que el Hijo de Dios emerge del pasado al presente. Y el presente se extiende eternamente. Es tan bello, puro e inocente, que en él sólo hay felicidad. En el presente no se recuerda la obscuridad, y lo único que existe es la inmortalidad y la dicha. (T-15.I.8)
🔹️(5:5-7) Vamos a dejar de lado estas absurdas limitaciones por un momento. No vamos a recurrir a creencias pasadas, ni a dejar que lo que hayamos de creer en el futuro nos estorbe ahora. Damos comienzo a nuestra sesión de práctica con un solo propósito: ver la impecabilidad que mora dentro de nosotros.
Se nos pide que las dejemos solo "por un momento", no por los siglos de los siglos, y cuando entremos en el instante santo, podremos ver felizmente la impecabilidad interna.
📘(6:1) Reconocemos que hemos perdido de vista este objetivo si de alguna manera la ira se interpone en nuestro camino.
En "¿Qué es la Paz de Dios?" (M-20), Jesús explica que la forma más segura de deshacerse de la paz es enojarse, por eso precisamente nos enojamos. El enfado no brota dentro de nosotros, sin ser invitado. Es una respuesta que elegimos activamente para mantener la amenaza de la paz de Dios lejos de nosotros:
La paz de Dios no puede hacer acto de presencia allí donde hay ira, pues la ira niega forzosamente la existencia de la paz. Todo aquel que de alguna manera o en cualquier circunstancia considere que la ira está justificada, proclama que la paz es una insensatez, y no podrá por menos que creer que no existe. En esas condiciones no se puede hallar la paz de Dios. (M-20.3:3-5)
🔹️(6:2) Y si se nos ocurre pensar en los pecados de un hermano, nuestro restringido foco nos nublará la vista y nos hará volver los ojos hacia nuestros propios errores, que exageraremos y llamaremos “pecados”.
Cuando cambiamos al enfoque estrecho del ego, vemos solo el pecado como real, y finalmente lo vemos en nosotros mismos, porque es "exactamente lo mismo". Lo siguiente, precedió al pasaje importante que citamos anteriormente sobre la dinámica compartida de culpa y auto-culpa:
Las fases iniciales de esta inversión son con frecuencia bastante dolorosas, pues al dejar de echarle la culpa a lo que se encuentra afuera, existe una marcada tendencia a albergarla adentro. Al principio es difícil darse cuenta de que esto es exactamente lo mismo, pues no hay diferencia entre lo que se encuentra adentro y lo que se encuentra afuera. (T-11.IV.4:5-6)
🔹️(6:3-5) De modo que, por un breve intervalo, de surgir tales obstáculos, los transcenderemos sin ocuparnos del pasado o del futuro, dando instrucciones a nuestras mentes para que cambien de foco, según decimos:
No es esto lo que quiero contemplar.
Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.
Mi enfoque no es confiar en ti porque eres una buena persona, sino confiar en ti dándome cuenta de que, al cambiar mi percepción de ti, reflejo un cambio perceptivo en mí, y, por lo tanto, reconozco la otra manera de mirar, la cual ocurre felizmente cuando tomo la mano de Jesús y entro en el instante santo.
📘(7:1-2) Y nos valdremos asimismo de este pensamiento para mantenernos a salvo a lo largo del día. No estamos interesados en metas a largo plazo.
Como Jesús ha estado diciendo, no necesitas pensar en regresar al Cielo. Te enfocas solamente en cambiar tu percepción por breves momentos durante el día. Vamos dando pequeños pasos, eligiendo diariamente los felices sueños de perdón del Espíritu Santo que nos guían suavemente a casa.
🔹️(7:3) Conforme cada uno de los obstáculos nuble la visión de nuestra impecabilidad, lo único que nos interesará sería poner fin, por un instante, al dolor que, de concentrarnos en el pecado experimen-taríamos, y que, de no corregirlo, persistiría.
Un Curso de Milagros enfatiza ser consciente de los obstáculos - ver a alguien, incluso a Jesús, como separado de nosotros - y a recordar que el especialismo no nos hace felices. Sin embargo, le pedimos ayuda a Jesús mientras miramos con él nuestros obstáculos a la visión. Recordemos:
Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado contra él. No es necesario que busques lo que es verdad, pero sí es necesario que busques todo lo que es falso. (T-16.IV.6:1-2)
📘(8:1-2) No vamos en pos de fantasías. Pues lo que procuramos encontrar está realmente ahí.
La idea no es ver halos alrededor de los demás, ni bañarlos en luz - es necesario no inventar historias. Ten en cuenta solo cuán intencionado eres en demostrar que Jesús está equivocado, al hacer a alguien más responsable de tu infelicidad. Trata de no pensar pensamientos "santos", o imponer una visión de santidad sobre ti u otro. En cambio, deja que Jesús te guíe a través de las nubes de obstáculos dentro de tu mente, llevándote suavemente más allá de ellas a la paz que realmente está ahí.
🔹️(8:3-6) Y conforme nuestro foco se extienda más allá del error, veremos un mundo completamente impecable. Y cuando esto sea lo único que queramos ver y lo único que busquemos en nombre de la verdadera percepción, los ojos de Cristo se volverán inevitablemente los nuestros. El Amor que Él siente por nosotros se volverá también el nuestro. Esto será lo único que veremos reflejado en el mundo, así como en nosotros mismos.
El mundo real - "un mundo completamente impecable" - no es un lugar físico, sino un cambio total en la mente del miedo al amor, alcanzado cuando el instante santo se convierte en nuestro único instante. Como lentamente permitimos que Jesús sea nuestros ojos, vemos destellos de él; solo vislumbres, porque nosotros todavía tenemos demasiado miedo. Sin embargo, estamos aprendiendo que el pecado que vemos en el otro refleja el pecado que nosotros percibimos en nosotros mismos. Reconocer que todas las preguntas relacio-nadas con el pecado son las mismas, nos lleva a la verdadera percepción del Espíritu Santo:
Pues cada una de ellas [las preguntas] te pregunta si estás dispuesto a intercambiar el mundo del pecado por lo que el Espíritu Santo ve, puesto que es esto lo que el mundo del pecado niega. Los que ven el pecado, por lo tanto, están viendo la negación del mundo real. Sin embargo… que tu anhelo de ver el mundo real… se convierta en el único que tengas. (T-21.VII.11:2-4)
📘(9:1) El mundo que una vez proclamó nuestros pecados se convierte ahora en la prueba de que somos incapaces de pecar.
El mundo se convierte en un aula, recordándonos Quiénes somos realmente. En el mundo real, nuestra percepción se rige únicamente por la suave luz que hemos elegido como nuestra realidad, como está dulcemente capturado en uno de los primeros poemas de Helen, "El mundo real":
Donde las estrellas no tienen forma, pero su luz permanece,
Brillando para siempre; donde el sol ha perdido
Su calor ardiente, y sin embargo todavía conserva
Un brillo suave y eterno que mantiene
Todas las cosas en paz y suavidad, y los rayos
De cada ser vivo, buscan a
Todos los demás seres vivos, y desde ellos
A su Creador; donde, cuando caen los pétalos
Y las hojas se descomponen, el aroma y el color de
Las flores son preservadas para siempre frescas
Y encantadoras, y el canto de los pájaros permanece
Aunque sus alas están quietas; aquí todo el mundo
Vendrá a descansar, pues su viaje casi ha terminado,
Y ahí se escucha a la Voz de Dios reconociendo a Su Hijo.
(Los Regalos de Dios, p. 9) (En inglés)
🔹️(9:2-5) Y nuestro amor por todo aquel que contemplemos dará testimonio de que recordamos al santo Ser que no conoce el pecado, y jamás podría concebir nada que no compartiese Su impeca-bilidad. Éste es el recuerdo que queremos evocar hoy cuando consagramos nuestras mentes a la práctica. No miramos ni hacia adelante ni hacia atrás. Miramos directamente al presente.
No me aferro a los pecados pasados ni a un futuro temido, porque en el instante santo he trascendido el tiempo. Mi enfoque sigue siendo el amor de Jesús, porque solo eso es lo importante para mí. Desde su amor miro hacia un mundo que parece transformado. Mis ojos ven como lo hacían antes, pero mi experiencia ha cambiado. Otro de los primeros poemas de Helen, "La luz interior", describe nuestra percepción de la luz radiante del amor cuando miramos desde el tiempo pasado al presente eterno:
Llegará el momento en que el tiempo no tenga sentido,
Y el lugar no estará en ninguna parte. Todos nuestros conceptos esperan
Por su final ya designado. Ellos sostienen
Un sueño sin dimensiones. En la puerta
Del Cielo son dejados simplemente a un lado,
Ante el resplandor de la luz interior.
(Los Regalos de Dios, p. 23) (En inglés)
🔹️(9:6-8) Y depositamos nuestra fe en la experiencia que ahora pedimos. Nuestra impecabilidad no es sino la Voluntad de Dios. En este instante nuestra voluntad dispone lo mismo que la Suya.
Cuando nos unimos con Jesús en el instante santo, reflejamos nuestra unidad con Dios, y esta experiencia de paz y libertad de la ansiedad llega cuando liberamos nuestros resentimientos: lo que es la esencia de nuestra relación con él.
Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick. TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL POR DANIEL BEZVESELNY.