Introducción - Repaso V

Introducción
(Repaso V)
"La Introducción a este quinto Repaso es particularmente hermosa, siendo uno de los pocos lugares en el libro de ejercicios donde Jesús nos habla directamente en primera persona. Permítanme comenzar con algo obvio, pero no por ello menos importante: Jesús toma sus repasos muy en serio, como vemos no sólo aquí, sino en todo el libro de ejercicios. Inherente a esta actitud es su expectativa de que tomemos el libro de ejercicios con la misma seriedad.
Aquí él discute - así como en otros lugares que examinaremos más adelante - nuestra débil dedicación y cómo debemos trabajar para fortalecerla. Nos pide que tomemos en serio el significado de las lecciones del libro de ejercicios, deseando que reconozcamos nuestra inversión en el sistema de pensamiento del ego, cuán incondicionales somos en mantenerlo, y cuán infelices nos hace. Nuestra seriedad se expresa en pasar el mayor tiempo posible a lo largo del día considerando la frecuencia con la que elegimos contra él y su perdón, y en favor del especialismo del ego. En lo que sigue, por lo tanto, Jesús reafirma cuán decididos quiere que estemos, porque sólo entonces encontraremos la felicidad. Así que nos pide que reconozcamos nuestra infelicidad, la cual proviene específicamente de mantener que tenemos razón y que él está equivocado. Trata de tener eso en mente mientras pasamos por esta encantadora Introducción.
📘(1:1-2) «Ahora iniciamos otro repaso. Esta vez estamos listos para poner más de nuestra parte y dedicar más tiempo a nuestro empeño.»
Vemos en esta declaración que Jesús quiere que pasemos tiempo - tiempo de calidad, no sólo horas de reloj - pensando en sus enseñanzas. De hecho, nuestra misma salvación depende de ello.
🔹️(1:3) «Reconocemos que nos estamos preparando para un nuevo nivel de entendimiento.»
Una metáfora prevaleciente de esta Introducción - como de hecho lo es en todo Un Curso de Milagros - es el de un viaje, que refleja el proceso de nuestro aprendizaje. El año que pasamos con el libro de ejercicios es un viaje en y por sí mismo, y Jesús nos dice ahora que estamos listos para la siguiente etapa, "un nuevo nivel de entendimiento". Lo que caracteriza a estas etapas es nuestro compromiso de aprender a ser tan firmes como podamos a lo largo del día al aplicar estas lecciones, y, sobre todo, estar atentos a las divagaciones de nuestra mente.
🔹️(1:4-5) «Queremos dar este paso resueltamente, para poder seguir adelante con mayor certeza, mayor sinceridad y mayor fe. Nuestros pasos han sido inciertos, y las dudas nos han hecho andar con lentitud e inseguridad por el camino que este curso señala.»
Jesús nos está diciendo una vez más que él sabe que hemos estado vacilantes e inestables en nuestro aprendizaje. Por lo tanto, nos insta a ser conscientes de ello y perdonarnos a nosotros mismos - ciertamente sin dejarnos llevar por nuestras dudas más de lo necesario - y esforzarnos continuamente por ser más claros sobre la distinción entre su sistema de pensamiento y el nuestro.
🔹️(1:6) «Pero ahora vamos a ir más de prisa, pues nos estamos acercando a una mayor certeza, a un propósito más firme y a una meta más segura.»
Este es un indicador de nuestro progreso en el viaje: no tanto el grado en que todavía tenemos ataques de ego, sino hasta que punto intentamos justificarlos. Jesús nos presenta ahora esta hermosa oración, que él le dice a Dios en nuestro nombre. Su contenido - en vista del hecho de que Dios no hace nada en el mundo - es que tengamos la humildad de un niño, reconociendo cuánto tenemos que aprender y cuánto necesitamos la guía de un hermano mayor.
📘(2:1-2) «Padre nuestro, afianza nuestros pasos. Aplaca nuestras dudas, aquieta nuestras santas mentes, y háblanos.»
El punto esencial es que silenciamos el ego. El propósito de nuestra relación con Jesús o el Espíritu Santo es ayudarnos a aquietar nuestras mentes, para que podamos escuchar la Voz de Dios que nos habla.
🔹️(2:3) «No tenemos nada que decirte,... »
Ese es el problema. Cuando pedimos ayuda, la solicitamos con «nuestras» palabras. Nosotros somos los que definimos nuestros problemas, exigencias y necesidades, poniendo así palabras y respuestas en la boca de Jesús. Jesús habló de este tema directamente a Helen en un mensaje en 1977, un año después de la publicación del Curso. Él le advirtió sobre el uso de «sus» palabras (Helen) para formular una pregunta, pidiendo en cambio que ella confíe en la Respuesta más allá de todas las palabras - el Amor ilimitado de Dios:
“Cualquier pregunta específica implica una gran cantidad de suposiciones que inevitablemente limitan la respuesta. Una pregunta específica es en realidad una decisión sobre el tipo de respuesta que es aceptable. El propósito de las palabras es limitar, y al limitar, hacer a una vasta área de la experiencia más manejable. Pero eso significa más manejable para «ti». Para muchos aspectos de la vida en este mundo eso es necesario. Pero no para preguntar. Dios no usa palabras, y no responde con palabras. Él solo puede "hablar" al Cristo en ti, Quien traduce Su Respuesta en cualquier lenguaje que puedas entender y aceptar.” (Ausencia de Felicidad, pp. 445, 446).
Por lo tanto, hemos de venir ante Dios en el silencio de la humildad y la confianza.
📘(2:4-3:4) «...pues sólo deseamos escuchar Tu Palabra y hacerla nuestra. Guía nuestras prácticas tal como un padre guía a su hijo pequeño por un camino que éste desconoce, pero que aun así, el hijo lo sigue, seguro de que está a salvo porque su padre le muestra el camino. De este modo es como llevamos nuestras prácticas hasta Ti. Si tropezamos, Tú nos levantarás. Si se nos olvida el camino, sabemos que Tú siempre lo recordarás. Y si nos extraviamos, Tú no te olvidarás de llamarnos.»
Jesús reconoce que cometeremos errores y tropezaremos a lo largo de nuestro camino, olvidándonos de él al elegir al ego como nuestro maestro. Sin embargo, él no quiere que nos sintamos culpables por nuestro miedo, sino que reconozcamos nuestro error y acudamos al Espíritu Santo en busca de ayuda. Esencial para nuestro progreso es la humildad de darnos cuenta de que no sabemos, pero que Alguien sí sabe. Ni siquiera sabemos qué pedir, y mucho menos la naturaleza de nuestros problemas, sin embargo, todo lo que debemos tener en cuenta es que estamos equivocados y que Alguien dentro de nosotros tiene razón. La culpa por nuestra elección "pecaminosa" nos impide dejar ir nuestro sistema de pensamiento. Así, Jesús nos exhorta en el texto a mirar el pensamiento de separación a través de los ojos de la visión y no del juicio:
“No llames pecado a esa proyección sino locura, pues eso es lo que fue y lo que sigue siendo. Tampoco la revistas de culpabilidad, pues la culpabilidad implica que realmente ocurrió. Pero sobre todo, «no le tengas miedo».” (T-18.I.6:7-9)
📘(3:5-6) «Aligera nuestros pasos ahora de modo que podamos caminar con mayor certeza y mayor rapidez hasta Ti. Y aceptamos la Palabra que Tú nos ofreces para unificar nuestras prácticas, a medida que repasamos los pensamientos que Tú nos has dado.»
La unificación de mi práctica viene a través del reconocimiento de que todos los problemas son lo mismo. Mi único problema es creer que estoy mejor separado de Dios y de Jesús. En consecuencia, tengo una solución: reconocer que estaba equivocado al aceptar la premisa de la separación como verdadera.
📘(4:1-3) «He aquí -al final de este párrafo- el pensamiento que debe preceder a los pensamientos que vamos a repasar. Cada uno de éstos clarifica algún aspecto de dicho pensamiento o contribuye a hacerlo más significativo, más personal y verdadero, así como más descriptivo del santo Ser que compartimos y que ahora nos preparamos para conocer de nuevo: Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo.»
Si "Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo", no hay ningún lugar dentro de mí - como vimos en la Lección 170 con respecto a la crueldad - para el juicio, el dolor o la separación en cualquier forma. En este repaso de diez días, Jesús nos pide que sopesemos las diferencias entre el sistema de pensamiento de Amor de Dios y el nuestro de odio, dándonos cuenta de que uno nos hará felices y el otro continuará nuestra miseria. Debemos pensar con detenimiento acerca de cada título de las veinte lecciones en el contexto de "Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo", lo que significa que cualquier pensamiento de ego sobre mí mismo u otro es ilusorio. Esto se hace eco del siguiente pensamiento que sigue directamente a nuestra cita anterior. Jesús nos pide que llevemos la oscuridad de nuestras retorcidas ilusiones a la verdad del Amor de Dios:
“Cuando te parezca ver alguna forma distorsionada del error original tratando de atemorizarte, di únicamente: "Dios es Amor y el miedo no forma parte de Él", y desaparecerá. La verdad te salvará,...” (T-18.I.7:1-2)
📘(4:4-5) «Sólo este Ser conoce el Amor. Sólo sus pensamientos son perfectamente congruentes; sólo ese Ser conoce a Su Creador, se comprende a Sí Mismo y goza de un conocimiento y amor perfectos, así como de un estado de unión constante con Su Padre y Consigo Mismo.»
Este Ser es Cristo, nuestra verdadera Identidad como parte del Amor de Dios.
📘(5:1-3) «Y Eso es lo que nos espera al final de la jornada. Cada paso que damos nos acerca un poco más. Este repaso acortará el tiempo de manera inconmensurable si tenemos presente que Eso es nuestra meta y que a medida que lo ponemos en práctica es a Eso a lo que nos acercamos.»
De nuevo, estamos en un viaje, y nuestra meta - aún no alcanzada - es recordar Quién somos como el Hijo uno de Dios. Deberíamos estar agradecidos por estas lecciones del libro de ejercicios, así como por las lecciones diarias que nos ofrecen nuestras relaciones especiales: los medios que Jesús usa para llevarnos - paso a paso - más cerca de nuestro objetivo. Para repetir, él quiere que seamos tan serios como podamos sobre nuestra práctica diaria del libro de ejercicios.
🔹️(5:4) «Levantemos de las cenizas nuestros corazones y dirijámoslos hacia la vida, recordando que Eso es lo que se nos promete, y que este curso nos fue enviado para allanar el sendero de la luz y enseñarnos, paso a paso, cómo regresar al eterno Ser que creíamos haber perdido.»
Vemos nuevamente que Jesús concibe su curso como un proceso paso a paso. No saltamos del sistema de pensamiento del ego a los Brazos de Dios, sino que debemos prestar cuidadosa atención a los pensamientos de nuestro ego a lo largo del día, pidiendo ayuda para verlos de otra manera. Así, "levantamos de las cenizas nuestros corazones y nos dirigimos hacia la vida", del pensamiento de muerte del ego al pensamiento de vida del Espíritu Santo, en el que recuperamos el recuerdo de nuestro verdadero Ser. Este proceso gradual se refleja en la metáfora del Curso de la escalera que ascendemos con Jesús, remontando el demente descenso del ego de la unicidad al especialismo:
“Lo que espera en perfecta certeza más allá de la salvación no nos concierne ahora, pues apenas has empezado a dejar que se te guíe en tus primeros e inciertos pasos de ascenso por la escalera que la separación te hizo descender. El milagro es lo único que debe concernirte ahora. Éste es nuestro punto de partida. Y habiendo comenzado, el camino de ascenso hacia el despertar y el final del sueño quedará libre y despejado.” (T-28.III.1:1-5)
Llegamos ahora a donde Jesús nos habla directa y personalmente. Este pasaje refleja su presencia en el mundo real fuera del sueño. En este estado de curación, reconocemos que estamos más allá del sueño de separación, conscientes de que nuestra identidad no está separada ni fragmentada, sino que es el Hijo uno de Dios. Seguimos conscientes de lo que está dentro del sueño, pero sabemos que nuestra realidad está fuera de él. Aquí, entonces, está Jesús, nuestro amado hermano mayor:
📘(6:1-2) «Yo te acompaño en esta jornada. Pues por el momento comparto tus dudas y tus miedos, de manera que puedas recurrir a mí que conozco el camino por el que se supera toda duda y temor.»
Jesús se encuentra en nuestras mentes, y el viaje que él toma con nosotros es a través de la mente errada a la mente correcta, y luego más allá. Cuando estemos en un estado de duda y temor sólo necesitamos invocar su ayuda, lo que significa volver al lugar de elección en nuestras mentes, donde vemos lo que creemos que nos está causando miedo, incertidumbre y malestar. Con su amor a nuestro lado, liberamos estos pensamientos del ego. Ya hemos visto el pasaje donde Jesús discute específicamente nuestro viaje con él. Esto es lo que le precede, una expresión gozosa de la Unicidad de Dios y Su Hijo uno:
“La Unicidad de Dios y la nuestra no están separadas porque Su Unicidad incluye la nuestra. Unirte a mí es restituir Su poder en ti toda vez que es algo que compartimos. Te ofrezco únicamente el reconocimiento de Su poder en ti, pero en eso radica toda la verdad. A medida que tú y yo nos unimos, nos unimos a Él. ¡Gloria a la unión de Dios con Sus santos Hijos! Toda gloria reside en ellos porque están unidos. Los milagros que obramos dan testimonio de lo que la Voluntad del Padre dispone para Su Hijo, y de nuestro gozo al unirnos a lo que Su Voluntad dispone para nosotros.” (T-8.V.3)
🔹️(6:3) «Caminamos juntos.»
El tema central de esta Introducción es que hacemos esto con Jesús: "Caminamos juntos". Lo siguiente también nos es familiar, expresando cómo encontramos la verdad examinando las ilusiones, «juntos»:
“Estamos listos para examinar más detenidamente el sistema de pensamiento del ego porque juntos disponemos de la lámpara que lo desvanecerá, y, puesto que te has dado cuenta de que no lo deseas, debes estar listo para ello. Mantengámonos muy calmados al hacer esto, pues lo único que estamos haciendo es buscando honestamente la verdad.” (T-11.V.1:3-4)
🔹️(6:4) «Es preciso que yo entienda lo que es la incertidumbre y el dolor, aun cuando sé que no tienen ningún significado.»
Una vez más, Jesús está fuera del sueño, consciente de lo que hay dentro de él, pero no siendo parte de él - de ahí la importancia de no hacer que su cuerpo sea real. Él se nos apareció en forma física porque no había otra manera en que el mundo pudiera percibirlo. Recuerda estas líneas:
“¿Cómo podrías tú, que te ves a ti mismo dentro de un cuerpo, saber que eres una idea? Identificas todo lo que reconoces con cosas externas, con algo externo a ello mismo. Ni siquiera puedes pensar en Dios sin imaginártelo en un cuerpo, o en alguna forma que creas reconocer.”
(T-18.VIII.1:5-7)
🔹️(6:5-6) «Sin embargo, un salvador debe permanecer con aquellos a quienes enseña, viendo lo que ellos ven, pero conservando en su mente el camino que lo condujo a su propia liberación, y que ahora te conducirá a ti a la tuya junto con él. Al Hijo de Dios se le sigue crucificando hasta que camines por esta senda conmigo.»
Mientras creamos que estamos separados y no somos parte del Hijo uno de Dios, creemos que ha sido crucificado, incluido Jesús. Es sólo cuando entendemos que este es un sueño que nos damos cuenta de que no ha habido crucifixión. Jesús nos ruega que estemos con él fuera del sueño - por encima del campo de batalla de odio y asesinato - y contemplemos sólo figuras en un sueño, no la realidad. Puesto que somos los soñadores del sueño, podemos hacer otra elección. Es evidente a lo largo de Un Curso de Milagros que no podemos hacer esto sin la ayuda de Jesús, ni él puede ayudarnos sin nuestra invitación. En este sentido, "La salvación es una empresa de colaboración." (T-4.VI.8: 2).
📘(7:1) «Mi resurrección se repite cada vez que conduzco a un hermano sin contratiempo alguno allí donde la jornada termina para ya no recordarse más.»
Este lugar es el tomador de decisiones, la parte de nuestras mentes donde el viaje comenzó cuando elegimos al ego y descendimos por la escalera de la separación. Por lo tanto, el viaje vuelve sobre los pasos que conducen al punto de elección - donde el viaje comenzó con una elección equivocada y termina con la correcta. Jesús nos guía de regreso a donde elegimos erróneamente, enseñándonos que tal elección nos ha hecho infelices, y que elegirlo a él ahora nos traerá una alegría indescriptible. Su resurrección - definida como el despertar del sueño de muerte - se repite nuevamente cuando tomamos su mano y completamos el viaje.
🔹️(7:2-3) «Me siento renovado cada vez que un hermano aprende que hay un camino que nos libera a todos de la aflicción y del dolor. Y renazco cada vez que un hermano se vuelve hacia la luz que mora en él y me busca.»
He citado las palabras de Jesús: "No enseñes que mi muerte fue en vano. Enseña, más bien, que no morí, demostrando que vivo en ti." (T-11.VI.7: 3-4). Cuando enseñamos que él no murió demostrando que podemos hacer la misma elección en favor del Amor de Dios que él hizo, su resurrección se renueva y él renace. Esto no tiene nada que ver con Jesús, sino que simplemente significa que nosotros también elegimos despertar del sueño de muerte. Volveremos a este importante tema del renacimiento en la Lección 182.
🔹️(7:4) «No me he olvidado de nadie.»
En la Lección 160 leemos: "Cristo no se olvida de nadie." (W-pI.160.10: 1). Jesús no olvida a nadie porque todos somos - «juntos» - parte de Cristo: el Hijo uno de Dios. Recuerda las primeras líneas de "The Gifts of Christmas" de Helen:
"Cristo no es indiferente. Por esto tu sabes que
Él es el Hijo de Dios. Reconoces Su toque
En la dulzura universal."
(Los Regalos de Dios, p.95)
🔹️(7:5) «Ayúdame ahora a conducirte de regreso allí donde la jornada empezó para que puedas llevar a cabo otra elección conmigo.»
Esta es una declaración explícita del núcleo de las enseñanzas de Jesús: él no puede ayudarnos a menos que se lo pidamos. Decir "Ayúdame ahora" significa: "Por favor, únete a mí en tu mente, y no me traigas al mundo de los específicos, porque esto te atascará aún más en la ilusión. Ven a mí ‘donde la jornada empezó’ y déjame ayudarte a tomar la decisión correcta por fin". Esto se reitera en el texto:
“Sé muy firme contigo mismo con respecto a esto, y mantente plenamente consciente de que el proceso de des-hacimiento, que no procede de ti, se encuentra no obstante en ti porque Dios lo puso ahí. Tu papel consiste simplemente en hacer que tu pensamiento retorne al punto en que se cometió el error, y en entregárselo allí a la Expiación en paz.” (T- 5.VII.6:4-5)
📘(8:1) «Libérame mientras practicas una vez más los pensamientos que te he traído de Aquel que ve tu extrema necesidad, y que conoce la respuesta que Dios le ha dado.»
El "Aquel" es el Espíritu Santo, Quien en términos de función como nuestro Maestro interno es intercambiable con Jesús. No hay, por supuesto, dos voces en nuestra mente, sino dos símbolos que expresan la misma Presencia no-específica del Amor de Dios. La súplica de Jesús de que lo liberemos es la misma súplica que nos hace en el texto, cuando dice que necesita que lo perdonemos:
“Deja que yo sea para ti el símbolo del fin de la culpabilidad, y contempla a tu hermano como me contemplarías a mí. Perdóname por todos los pecados que crees que el Hijo de Dios cometió. Y a la luz de tu perdón él recordará quién es y se olvidará de lo que nunca fue. Te pido perdón, pues si tú eres culpable, también lo tengo que ser yo...Formo parte de tu relación santa, sin embargo, preferirías aprisionarme tras los obstáculos que interpones a la libertad e impedirme llegar hasta ti. Mas no es posible mantener alejado a Uno que ya está ahí. Y en Él se hace posible que nuestra comunión, en la que ya estamos unidos, sea el foco de la nueva percepción que derramará la luz que reside en ti por todo el mundo.” (T-19.IV-B.6:1-4; 8:3-5).
No es que Jesús esté aprisionado por nuestra elección del ego. En nuestras mentes, sin embargo, no lo reconoceremos como el símbolo del Hijo perfecto de Dios a menos que lo perdonemos, lo cual ocurre cuando perdonamos a los demás. Por lo tanto, Jesús «está» aprisionado siempre que aprisionemos a una sola persona, porque - esto no se puede decir con demasiada frecuencia - «el Hijo de Dios es uno». Lo que te hago a ti me lo hago a mí, a Jesús y a Dios - «las ideas no abandonan su fuente». El ego forma un solo paquete, y no hay diferenciación dentro de su sistema de pensamiento de separación, culpa y odio.
🔹️(8:2-4) «Juntos repasaremos estos pensamientos. Juntos les dedicaremos nuestro tiempo y esfuerzos. Y juntos se los enseñaremos a nuestros hermanos.»
Tenemos tres "juntos" en tres oraciones, ya que este es un viaje que emprendemos con Jesús. Cuando lo intentamos sin él, no lo emprendemos en absoluto, porque este curso no puede completarse sin su ayuda. Si no lo quieres, necesitas mirar lo que él simboliza para ti que continuamente lo excluyes. En otro nivel, cuando tratamos de hacer las cosas por nosotros mismos, recreamos el instante ontológico cuando le dijimos a Dios en términos inequívocos: "Puedo hacer las cosas por mi cuenta «sin Ti». Puedo tener un yo y un mundo «sin Ti». Puedo existir muy bien «sin Ti»".
🔹️(8:5-7) «Dios no permitiría que en el Cielo faltase nada. Éste te está esperando, al igual que yo. Sin ti yo estoy incompleto.»
Obviamente, no es que Dios no quiera que en el Cielo faltase nada; Su Unicidad asegura que el Cielo nunca puede estar incompleto. Y Jesús no está sufriendo porque tropezamos en el holograma de tiempo y espacio. Esta declaración simplemente refleja la verdad de que el Hijo de Dios es uno, y si en nuestras mentes delirantes nos mantenemos incompletos, entonces debemos verlo como incompleto a Él, también, o de alguna manera teniendo que lidiar con ello. Varios pasajes en el texto hacen el mismo punto de la incompletitud metafórica de Dios:
“Siempre que pongas en duda tu valor, di:
Dios Mismo está incompleto sin mí.
Recuerda esto cuando el ego te hable, y no le oirás. La verdad acerca de ti es tan sublime que nada que sea indigno de Dios puede ser digno de ti. Decide, pues, lo que deseas desde este punto de vista, y no aceptes nada que no sea digno de ser ofrecido a Dios.” (T-9.VII.8:1-4, 6-7).
“Dios está incompleto sin ti porque Su grandeza es total, y tú no puedes estar excluido de ella.” (T-9.VIII.9:8)
“Sin ti, a Dios le faltaría algo, el Cielo estaría incompleto y habría un Hijo sin Padre. No habría universo ni realidad. Pues lo que Dios dispone es íntegro y forma parte de Él porque Su Voluntad es una. No hay cosa viviente que no forme parte de Él ni nada que no viva en Él.” (T-24.VI.2:1-4)
🔹️(8:8) «Conforme me complete regresaremos juntos a nuestro hogar ancestral, el cual se preparó para nosotros desde antes de que el tiempo comenzara, y se ha mantenido a salvo de los azotes de éste, así como inmaculado y seguro, tal como será cuando al tiempo le llegue su fin.»
Este es nuestro hogar en el Cielo como nuestro Ser. El contenido subyacente, más que familiar a estas alturas, es que somos uno, incluido Jesús. En el tiempo, él es el hermano mayor que nos ayuda, pero cuando regresamos a casa, desaparecemos juntos en el Corazón de Dios como un solo Hijo. Recuerda este importante pasaje, que pone fin a más de dos mil años de especialismo:
“La reverencia se debe reservar sólo para la revelación, a la que se puede aplicar perfecta y correctamente...Los que son iguales no deben sentir reverencia los unos por los otros, pues la reverencia implica desigualdad. Por consiguiente, no es una reacción apropiada hacia mí. Un hermano mayor merece respeto por su mayor experiencia, y obediencia por su mayor sabiduría. También merece ser amado por ser un hermano, y devoción si es devoto. Es tan sólo mi devoción por ti lo que me hace merecedor de la tuya. No hay nada con respecto a mí que tú no puedas alcanzar. No tengo nada que no proceda de Dios. La diferencia entre nosotros por ahora estriba en que yo no tengo nada más. Esto me coloca en un estado que en ti es sólo latente.” (T-1.II.3:1, 5-13)
Uno de los propósitos que Jesús tiene para su curso es que reivindiquemos nuestro potencial y borremos todas las percepciones de diferencias entre él y nosotros - el Hijo de Dios siempre y para siempre es uno.
📘(9:1) «Permite, entonces, que este repaso sea el regalo que me haces a mí.»
Jesús dice: "Demuestra tu amor por mí prestando mucha atención a las palabras que te doy. No hables de boquilla de lo que dice Un Curso de Milagros, o de nuestra relación. Si realmente me amas y quieres volver a Dios, estate atento a estas lecciones y sigue las sesiones de repaso tan fielmente como puedas."
🔹️(9:2-3) «Pues esto es lo único que necesito: que oigas mis palabras y que se las ofrezcas al mundo. Tú eres mi voz, mis ojos, mis pies y mis manos, con los cuales llevo la salvación al mundo.»
Si Jesús necesita nuestra voz, ojos, pies y manos, el cuerpo no puede ser pecaminoso. De hecho, dado que el cuerpo es neutro (W-pII.294), puede servir al propósito santo del perdón al deshacer el propósito impío del ego de mantener el especialismo vivo y bien. Estas líneas también expresan la presencia abstracta y no-específica de Jesús, ya que su amor - un reflejo del Amor de Dios - necesita de una forma específica para que podamos entenderlo y aceptarlo. El hecho de que Helen escribiera palabras específicas - encapsulando un amor abstracto y no-específico - expresaba esta misma necesidad. Nada de esto, sin embargo, debe ser tomado como que él nos necesita literalmente para salir y predicar Un Curso de Milagros al mundo. Esto iría directamente contra todo lo que él está enseñando. Sin embargo, sí quiere que demostremos en «forma» corporal el «contenido» de perdón de su mensaje. Así él necesita nuestros ojos, pies, manos y voz.
🔹️(9:4-9) «El Ser desde el que te llamo no es sino tu propio Ser. A Él nos dirigimos juntos. Toma a tu hermano de la mano, pues no es éste un camino que recorramos solos. En él yo camino contigo y tú conmigo. La Voluntad del Padre es que Su Hijo sea uno con Él. ¿Cómo no iba a ser, entonces, todo lo que vive uno contigo?»
Estas líneas afirman la Unicidad de la creación y su Unidad con Dios. Por eso es imperativo que no excluyas a otro de la Filiación, y cuando lo hagas, que sepas que no estás excluyendo a nadie más que a ti mismo. Debido a que el Hijo de Dios es uno, lo que le haces a alguien más te lo haces a ti mismo, como lo expresa este pasaje sobre la justicia:
“A menos que pienses que todos tus hermanos tienen el mismo derecho a los milagros que tú, no reivindicarás tu derecho a ellos, al haber sido injusto con otros que gozan de los mismos derechos que tú. Si tratas de negarle algo a otro, sentirás que se te ha negado a ti. Si tratas de privar a alguien de algo, te habrás privado a ti mismo. Es imposible recibir un milagro que otro no pueda recibir. Sólo el perdón ofrece milagros. Y el perdón tiene que ser justo con todo el mundo.” (T-25.IX.8)
📘(10:1) «Permite que este repaso sea un intervalo en el que compartimos una experiencia que es nueva para ti, aunque tan antigua como el tiempo e incluso aún más antigua.»
Jesús habla de la paz, el heraldo del amor.
🔹️(10:2) «Santificado sea tu Nombre...»
Esta frase está tomada del Padrenuestro (Mateo 6: 9). Sin embargo, no es sólo el Nombre de Dios lo que se santifica. Nuestro Nombre es igualmente santo, como veremos en las Lecciones 183 y 184, porque el Nombre de Dios y Su creación es lo mismo: la Unicidad no puede ser diferenciada.
🔹️(10:3-8) «...e inmaculada tu gloria para siempre. Tu plenitud ahora es total, tal como Dios lo dispuso. Tú eres Su Hijo, y completas Su extensión con la tuya. No practicamos sino una antigua verdad que sabíamos desde antes de que la ilusión pareciese apoderarse del mundo. Y le recordamos al mundo que está libre de toda ilusión cada vez que decimos: Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.»
Le recordamos al mundo no por nuestras palabras, sino al cambiar de mentalidad. La "antigua verdad" que reflejamos es la verdad de la Expiación: la separación del Amor nunca sucedió. Al volver a unir nuestras mentes con el Espíritu Santo, volvemos a unirnos a nuestro Ser - la compleción del Hijo de Dios - dejando para siempre la ilusión del yo separado y "completo" del ego:
“Para todo el mundo el Cielo es la compleción. En esto no puede haber desacuerdo porque tanto el ego como el Espíritu Santo lo aceptan. Están, no obstante, en completo desacuerdo con respecto a lo que es la compleción y a cómo se alcanza. El Espíritu Santo sabe que la compleción reside en primer lugar en la unión, y luego en la extensión de ésta. Para el ego, la compleción reside en el triunfo, y en la extensión de la "victoria" incluso hasta el triunfo definitivo sobre Dios. El ego cree que con esto el ser se libera finalmente, pues entonces no quedaría nada que pudiese ser un obstáculo para él. Ésa es su idea del Cielo. Para el ego, pues, la unión -la condición en la que él no puede interferir- tiene que ser el infierno.” (T-16.V.5)
📘(11:1-3) «Con esto damos comienzo a cada día de nuestro repaso. Con esto empezamos y con esto concluimos cada período de práctica. Y con ese pensamiento nos vamos a dormir para despertar con esas mismas palabras de nuevo en nuestros labios, y darle así la bienvenida al nuevo día.»
Esta es una súplica de Jesús para que estas lecciones de repaso sean el punto central de tu día y de tu noche. Él quiere que seas consciente de cuán tentado estarás a sustituirlas por otros dioses - los ídolos de especialismo del ego. Subyacente a estas palabras está su mensaje: "¿Qué podría ser más importante que recordar Quién eres como Hijo de Dios y aprender los medios que te devolverán a Él? Sé consciente de cómo te resistes a este aprendizaje olvidando mis palabras." Él repite esta instrucción en el ya familiar final del manual para los maestros:
“Si has formado el hábito de pedir ayuda en toda circunstancia o situación, puedes estar seguro de que te dará sabiduría cuando la necesites. Prepárate para ello cada mañana; recuerda a Dios cuantas veces puedas a lo largo del día; pídele ayuda al Espíritu Santo siempre que te sea posible, y por la noche, dale las gracias por Sus consejos.” (M-29.5:8-9)
🔹️(11:4) «Todo pensamiento que repasemos lo envolvemos con ése, y utilizaremos dichos pensamientos para mantenerlo firme en la mente y claro en nuestra memoria a lo largo del día.»
Esta es la idea de la figura y el fondo, de la que hablamos antes. Lo que es más importante para ti es el pensamiento: "Soy el Hijo de Dios y, por lo tanto, soy un Hijo del Amor". Mantener ese pensamiento en primer plano en tu mente garantiza que todo en tu día sirva como trasfondo, en lugar de ser el centro de atención. Una vez más, trata de notar qué tan rápido reviertes esta perspectiva, y haces que estos pensamientos del libro de ejercicios pasen a un segundo plano y tus necesidades de especialismo ocupen la vanguardia de tu mente - pero mira a esta inversión en el ego sin juicio o culpa.
🔹️(11:5) «Y así, cuando hayamos terminado este repaso, habremos reconocido que las palabras que decimos son verdad.»
Practicar esto nos enseñará la verdad de las palabras de Jesús. Recuerda el cierre de la Introducción al libro de ejercicios:
“Algunas de las ideas que el libro de ejercicios presenta te resultarán difíciles de creer, mientras que otras tal vez te parezcan muy sorprendentes. Nada de eso importa. Se te pide simplemente que las apliques tal como se te indique. No se te pide que las juzgues. Se te pide únicamente que las uses. Es usándolas como cobrarán sentido para ti, y lo que te demostrará que son verdad.
Recuerda solamente esto: no tienes que creer en las ideas, no tienes que aceptarlas y ni siquiera tienes que recibirlas con agrado. Puede que hasta te opongas vehementemente a algunas de ellas. Nada de eso importa, ni disminuye su eficacia. Pero no hagas excepciones al aplicar las ideas expuestas en el libro de ejercicios. Sean cuales sean tus reacciones hacia ellas, úsalas. No se requiere nada más.” (W-in.8-9)
📘(12:1) «Las palabras, sin embargo, no son sino recursos auxiliares y, excepto por el uso que hacemos de ellas al principio y al final de cada período de práctica, se usarán sólo para recordarle a la mente su propósito, según lo dicte la necesidad.»
El propósito de la mente es elegir de nuevo, que específicamente significa perdonar. Las palabras en sí mismas no son sagradas, pero lo que simbolizan «sí lo es»: el recuerdo de que podemos hacer otra elección - el corazón de Un Curso de Milagros. Elegir de nuevo es así nuestro propósito, y las palabras son los medios para ayudarnos a lograrlo. Cuando los estudiantes realizan el libro de ejercicios, a menudo se involucran tanto en los rituales y en una comprensión literal que olvidan que las palabras en sí mismas no significan nada. Para reiterar este punto crucial: las palabras sólo «representan» lo que es significativo, y tienen la intención de enseñarnos que tenemos dos mentes - una errada y otra correcta - y un tomador de decisiones que puede elegir entre ellas. Ese es el propósito de cada palabra en este curso - recordarnos que hemos hecho una elección errónea y ahora podemos hacer una mejor (T-31.VIII.3: 1). Un Curso de Milagros en sí proporciona el modelo y la guía de cómo debemos usar las palabras, como lo vemos en el siguiente pasaje del manual:
“¿Debe evitar, entonces, el maestro de Dios el uso de las palabras cuando enseña? ¡Por supuesto que no! Son muchos a los que aún es necesario acercarse por medio de las palabras, ya que todavía son incapaces de oír en silencio. No obstante, el maestro de Dios debe aprender a utilizar las palabras de otra manera. Poco a poco aprenderá a dejar que las palabras le sean inspiradas, a medida que deje de decidir por sí mismo lo que tiene que decir. Este proceso no es más que un caso especial de la lección del libro de ejercicios que reza: "Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino". El maestro de Dios acepta las palabras que se le ofrecen y las expresa tal como las recibe. No controla lo que dice. Simplemente escucha, oye y habla.” (M-21.4)
🔹️(12:2) «Ponemos nuestra fe en la experiencia que se deriva de las prácticas, no en los medios que utilizamos.»
Nuestra fe, una vez más, no está en las palabras - son solo símbolos - sino en la experiencia que surge cuando las palabras se utilizan para recordarnos nuestra elección equivocada. Esta experiencia es paz, felicidad y dicha, y la ausencia de dolor, conflicto y miedo. Es la experiencia en la que confiamos, no las palabras mismas. Desafortunadamente, muchos estudiantes usan las palabras y nunca van más allá de ellas, lo que significa que realmente no cambian de mentalidad. Es por eso que Un Curso de Milagros enfatiza la importancia del «contenido», no la «forma», y ​​por qué Jesús nos dice que no pidamos por específicos, ya que abarcan la forma. Él nos recuerda que es el contenido lo que queremos: la experiencia del Amor de Dios a través de él que nos llevará a casa. Los específicos, en cierto sentido, es como una zanahoria que él usa para atraernos, así nos daremos cuenta de que él es un mejor maestro que el ego. Sin su consejo, sin embargo, quedaríamos atrapados para siempre en la forma, olvidando que no es más que un medio para nuestro fin deseado.
🔹️(12:3-4) «Esperamos la experiencia, y reconocemos que sólo en ella radica la convicción. Usamos las palabras y tratamos una y otra vez de ir más allá de ellas hasta llegar a su significado, el cual está mucho más allá de su sonido.»
¡Una declaración más explícita de hecho! Debes recordar que hay una diferencia crucial entre las palabras y el significado, el símbolo y la fuente, como Jesús nos dice en "Los obstáculos a la paz":
“Recuerda entonces que ni el signo ni el símbolo se deben confundir con su fuente, pues deben representar algo distinto de ellos mismos. Su significado no puede residir en ellos mismos, sino que se debe buscar en aquello que representan.” (T-19.IV-C.11:2-3)
Nuevamente, las palabras son símbolos, como lo es Un Curso de Milagros mismo. Es su fuente lo que queremos: el Amor de Dios. Los símbolos del Curso representan el significado de nuestra relación con Jesús o el Espíritu Santo, que nos llevan a este Amor. Como Jesús nos enseña, la Voz del Espíritu Santo es una ilusión, desaparece cuando se cumple su propósito, como ya hemos visto:
“Su Voz es la Voz de Dios, y, por lo tanto, ha adquirido forma. Dicha forma no es Su realidad, la cual sólo Dios conoce junto con Cristo, Su verdadero Hijo, Quien es parte de Él.” (C-6.1:4-5)
Por lo tanto, cuando los estudiantes ponen énfasis excesivo en escuchar una voz, están hablando de escuchar una ilusión. Olvidan que dado que «todos» somos títeres, «todos» estamos canalizando - todo el tiempo - porque sólo podemos escuchar una voz interior. Lo único que importa es si elegimos escuchar la voz llena de odio del ego, o la voz perdonadora del Espíritu Santo. Simplemente "ir dentro" y escuchar no es garantía de que estamos escuchando la Voz de Dios. Sólo renunciar a juzgar nos asegura eso.
🔹️(12:5-6) «Éste se hace cada vez más tenue hasta que finalmente desaparece, a medida que nos acercamos a la Fuente del significado. Y Ahí es donde hallamos reposo.»
En «El Canto de Oración», Jesús habla sobre el viaje del perdón que lleva más allá de los sonidos del mundo hacia el silencio de la ausencia de forma - la Fuente del significado:
“El perdón es la llamada a la cordura, porque ¿quién si no un demente podría fijarse en el pecado cuando podría ver en su lugar la faz de Cristo? Esta es la elección que haces; la más simple de todas, y aun así la única que puedes hacer. Dios te llama para que ofrezcas a Su Hijo el amor de Cristo y así lo salves de la muerte. Esta es tu necesidad, y Dios te ofrece este regalo. Tal como Él da, así tienes que dar también. Y así la oración se restituye a lo informe, más allá de todo límite a la intemporalidad, sin nada del pasado que le impida volver a unirse al perenne canto que toda la creación entona a su Dios.” (S-2.I.8)
Sólo en el regreso a casa se encuentra nuestro propósito. Solo en Dios está nuestro descanso seguro. Sólo en el silencio escuchamos la Canción, y sabemos que es nuestro Ser."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.