Lección 159

DOY LOS MILAGROS QUE HE RECIBIDO. (Lección 159)
Ampliando la lección anterior, Jesús enseña la unidad de dar y recibir, y cómo ésta refleja la visión de Cristo. También hablaremos más sobre el mundo real.
📘(1:1-2) Nadie puede dar lo que no ha recibido. Para dar algo es preciso poseerlo antes.
Si he recibido la culpa de mi ego, la ley de la proyección dicta que también debo darla. Si he aceptado el Amor del Espíritu Santo, éste -- o su reflejo -- es lo que debo igualmente dar, por extensión. Ya sea que estemos considerando el amor o la culpa, todavía es verdad que debo tenerlo antes de que pueda darlo; y si lo doy, también debo recibirlo.
🔹️(1:3-6) En este punto las leyes del Cielo y las del mundo coinciden. Pero en este punto difieren también. El mundo cree que para poseer una cosa, tiene que conservarla. La salvación enseña lo contrario.
Dar y recibir no son lo mismo en el mundo. Recuerda la cuarta ley del caos: posees aquello de lo que te apropias (T-23.II.9:1-4). Si te lo he quitado, tú no lo tienes. La verdad, sin embargo, es que si te he quitado algo - atacándote -- estoy reforzando el ataque original sobre mí mismo. Así, el dar y recibir del ego se basan en la separación, mientras que el del Espíritu Santo se basa en el principio de la Expiación.
🔹️(1:7-8) Al dar es como reconoces que has recibido. Es la prueba de que lo que tienes es tuyo.
Para reconocer lo que he elegido para mí -- el temor del ego o el Amor del Espíritu Santo -- necesito ser consciente de lo que le doy a los demás. Si doy conflicto o culpa, eso es lo que recibo en mi mente, a través de mi elección. Si soy gentil, amable y perdonador, eso es lo que he elegido y recibido. El siguiente pasaje ilustra muy bien este hecho de que la proyección da lugar a la percepción:
La condenación es un juicio que emites acerca de ti mismo, y eso es lo que proyectas sobre el mundo. Si lo ves como algo condenado, lo único que verás es lo que tú has hecho para herir al Hijo de Dios. Si contemplas desastres y catástrofes, es que has tratado de crucificarlo. Si ves santidad y esperanza, es que te has unido a la Voluntad de Dios para liberarlo. Éstas son las únicas alternativas que tienes ante ti. Y lo que veas dará testimonio de tu elección y te permitirá reconocer cuál de ellas elegiste. El mundo que ves tan solo te muestra cuánta dicha te has permitido ver en ti y aceptar como tuya. Y si ése es su significado, el poder de dar dicha tiene entonces que encontrarse en ti. (T-21.in.2)
Por lo tanto, lo que recibimos -- condenación o perdón, desastre o dicha -- descansa en el poder de nuestra mente para elegir. Jesús continúa este importante principio:
📘(2) Comprendes que estás sano cuando ofreces curación. Aceptas que el perdón se ha consumado en ti cuando perdonas. En tu hermano te reconoces a ti mismo, y así, te das cuenta de que eres pleno. No hay milagro que no puedas dar, pues todos te han sido dados. Recíbelos ahora abriendo el almacén de tu mente donde se encuentran y dándoselos al mundo.
La fuente de todos los milagros es la presencia del Espíritu Santo en nuestras mentes. Nosotros abrimos Su almacén para recibir los milagros cambiando nuestra decisión equivocada, con gratitud reconocemos que Jesús tiene razón y que nosotros estamos equivocados -- en todo. En efecto, hemos llegado a reconocer y aceptar que "El perdón es la llave de la felicidad" (L-pI.121), y que la manera de recordar a Dios es "percibir la curación de tu hermano como tu propia curación..." (T-12.II.2:9).
📘(3:1-2) La visión de Cristo es un milagro. Viene de mucho más allá de sí misma, pues refleja el amor eterno y el renacimiento de un amor que, aunque nunca muere, se ha mantenido velado.
El pensamiento del amor eterno ya está presente en nuestras mentes, a través del Espíritu Santo. Pero espera nuestra elección del milagro del perdón, el reflejo del Cielo en la tierra.
🔹️(3:3) La visión de Cristo representa el Cielo, pues lo que ve es un mundo tan semejante al Cielo que lo que Dios creó perfecto puede verse reflejado en él.
Jesús habla aquí del mundo real. No es el Cielo sino su antesala, el espacio donde nosotros hemos aceptado la Expiación para nosotros mismos y estamos fuera del sueño, dándonos cuenta de que todo lo que sucede en el mundo, y en la mente que hizo el mundo, es ilusorio. Nosotros aprendemos esto con suavidad y gradualmente, ya que se nos enseña a intercambiar nuestras pesadillas de juicio y dolor por los felices sueños de paz y amor del Espíritu Santo:
Primero soñarás con la paz y luego despertarás a ella. Tu primer intercambio de lo que has hecho por lo que realmente deseas es el intercambio de las pesadillas por los sueños felices de amor. En ellos se encuentran tus verdaderas percepciones, pues el Espíritu Santo corrige el mundo de los sueños, en el que reside toda percepción….. El amor espera la bienvenida, pero no en el tiempo, y el mundo real no es sino tu bienvenida a lo que siempre fue. Por lo tanto, la llamada al júbilo se encuentra en él, y tu gozosa respuesta es tu despertar a lo que nunca perdiste. (T-13.VII.9:1-3,7-8)
🔹️(3:4-5) En el espejo tenebroso que el mundo presenta sólo se pueden ver imágenes distorsionadas y fragmentadas. El mundo real representa la pureza del Cielo.
La fragmentación que constituye nuestro mundo proviene de los pensamientos de separación de la mente de pecado y culpa. Ya que en el mundo real estamos fuera de estos pensamientos, nuestra experiencia es que todos somos parte de la luz que es el único Hijo de Dios, independientemente del sueño egoico de oscuridad. La referencia aquí es al famoso pasaje de San Pablo:
Ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. (1 Corintios 13:12)
El pasaje bíblico también se menciona en el texto, por ejemplo:
Tu mente está repleta de estratagemas para hacer quedar bien al ego, pero no buscas la faz de Cristo. El espejo en el que el ego trata de ver su rostro es ciertamente tenebroso. ¿De qué otra manera, sino con espejos, podría seguir manteniendo la falsedad de su existencia? Con todo, donde buscar para encon-trarte a ti mismo depende de ti. (T-4.IV.1:5-8)
El espejo tenebroso de separación del ego se ilumina al reconocer nuestros intereses compartidos, que reflejan la Unicidad de Cristo.
📘(4:1-3) La visión de Cristo es el milagro del que emanan todos los demás milagros. Es su fuente, y aunque permanece con cada milagro que das, sigue siendo tuya. Es el vínculo mediante el cual el que da y el que recibe se unen en el proceso de extensión aquí en la tierra, tal como son uno en el Cielo.
Cuando damos el milagro, el amor del Cielo en la tierra, reforzamos el hecho de que el amor ya está dentro de nosotros. Nuestra unión "en el proceso de extensión aquí en la tierra" significa que compartimos el único propósito del perdón de la visión de todos, el reflejo de la única Voluntad de Dios. Como nosotros leemos en uno de los "pequeños" poemas de Helen, "El Pensamiento de Cristo":
Aférrate al Pensamiento que el Cristo ha puesto en ti.
Este fue el Pensamiento que vino contigo, y
Acepta todo el propósito que tiene.
No tienes otra función que encontrar este Pensamiento,
Reconocerlo y verlo como
Tu deseo elegido, mientras los deseos aún prevalecen,
Y como el reflejo de la Voluntad de Dios,
Que también es tu voluntad. Hasta que esto se sepa,
Acepta el Pensamiento de Cristo y deja que sea tuyo.
(Los Regalos de Dios, p. 19) (En inglés)
Este Pensamiento encuentra su significado en el mundo a través del milagro de dar y recibir.
🔹️(4:4-6) Cristo no ve pecados en nadie. Y ante Su vista, los que son incapaces de pecar, son todos uno. Su santidad les fue otorgada por Su Padre y por Cristo.
Los incapaces de pecar son uno porque comparten un solo propósito. No son literalmente uno, pero la declaración "Cristo no ve pecados en nadie" expresa la corrección del sistema de pensamiento del ego que ve el pecado en todos, incluyéndonos a nosotros mismos. Cuando tú estás tentado a culpar a alguien por algo, o a ver a alguien como un enemigo o un salvador, es porque has hecho el pecado real, ya sea en otro o en ti mismo. Date cuenta que hacer real el pecado proviene de tu decisión -- no de un mal inherente o de un pecado, sino de tu temor de estar en la presencia del Amor de Dios. Quieres practicar, por lo tanto, siendo consciente de la frecuencia con la que expresas ese miedo durante el día, lo que te permitirá elegir otra vez. Una vez más, culpar a los demás no es un pecado, sino un error que no te traerá lo que quieres. Recuerda las palabras reconfortantes de Jesús:
Hijo de Dios, no has pecado, pero sí has estado muy equivocado (T-10.V.6:1)
📘(5:1) La visión de Cristo es el puente entre los dos mundos.
Este es el puente entre el mundo de separación del ego y el mundo real. La visión de Cristo -- nuestra práctica diaria de perdón -- nos permite cambiar de la identificación con una figura onírica cuya única preocu-pación es ser feliz aquí, a un yo felizmente fuera del sueño. El proceso se ve facilitado por el cambio de la búsqueda de gratificación a través de las relaciones especiales para pasar a verlas como instrumentos de perdón. Este cambio de perspectiva es el puente que nos llevará a Casa:
El puente en sí no es más que una transición en la perspectiva que se tiene de la realidad. A este lado, ves todo sumamente distorsionado y desde una perspectiva errónea. Lo que es pequeño e insignificante se enaltece, y a lo que es fuerte y poderoso no se le concede ningún valor….. este marco de referencia está construido en torno a la relación especial. Sin esta ilusión, no seguirías buscando ningún significado aquí. (T-16.VI.7:1-3,6-7)
🔹️(5:2-4) Y tú puedes tener absoluta confianza de que su poder te sacará de este mundo y te llevará a otro que ha sido santificado por el perdón. Las cosas que aquí parecen completamente sólidas, allí son meras sombras, transparentes, apenas visibles, relegadas al olvido a veces e incapaces de poder opacar la luz que brilla más allá de ellas. A la visión se le ha restituido la santidad, y ahora los ciegos pueden ver.
En el mundo real, te das cuenta de que todo aquí es una sombra de un pensamiento inherentemente irreal. En este mundo, sin embargo, las cosas parecen ser sólidas, el cuerpo parece muy sustancial como fuente de dolor o placer. Sin embargo, cuando estamos fuera del sueño, vemos el mundo y todos los que están en él por lo que son: meras figuras en un sueño de separación. Así todos nuestros pensamientos de juicios ya no están justificados, y la luz del perdón viene a iluminar a nuestros hermanos y a nosotros mismos:
Y ahora los ciegos pueden ver, pues esa misma canción que entonan en honor de su Creador los alaba a ellos también. La ceguera que inventaron no podrá resistir el vibrante recuerdo de esta canción. Y contemplarán la visión del Hijo de Dios, al recordar quien es aquel al que cantan. ¿Qué es un milagro, sino este recordar? ¿Y hay alguien en quien no se encuentre esta memoria? La luz en uno despierta la luz en todos los demás. Y cuando la ves en tu hermano, la recuerdas por todos. (T-21.I.10)
Este pasaje no tiene sentido mientras pensemos que estamos leyendo estas palabras con nuestros ojos, y entendiéndolas con nuestros cerebros. Mientras nuestra experiencia sea corporal -- como casi siempre lo es -- estas palabras finalmente no tendrán sentido para nosotros. Su significado está establecido, sin embargo, por la comprensión de que podemos aprender a no tomar las cosas tan en serio como antes. A medida que continuamos practicando Un Curso de Milagros, cada vez nos molestaremos menos. Lo que hasta ahora había parecido tan vital e importante para nuestra felicidad disminuirá con el tiempo. Todo esto lo podemos aprender, y esto nos llevará a ello. Estamos más cerca de la experiencia que nos ayuda a darnos cuenta de que todo esto es literalmente un sueño. ¡Y lo veremos! ¡Por fin lo veremos!
📘(6:1-2) Este es el único regalo del Espíritu Santo, el tesoro al que puedes recurrir con absoluta certeza para obtener todas las cosas que pueden contribuir a tu felicidad. Todas ellas ya se encuentran aquí.
El regalo de la visión de Cristo es el reconocimiento de que nada aquí nos hará verdaderamente felices. Al aprender esto encontramos nuestra verdadera felicidad.
🔹️(6:3-5) Y se te dan sólo con que las pidas. Aquí las puertas no se cierran nunca, y a nadie se le niega la más mínima petición ni su necesidad más apremiante. No hay enfermedad que no esté ya curada, creencia que no se haya suplido ni necesidad que no haya sido satisfecha en éste, el áureo tesoro de Cristo.
No hay ningún problema en el mundo o en el cuerpo que no pueda resolverse eligiendo un maestro diferente y saliendo con él del sueño. Esta es la base de la salvación, dentro de la cual está el "áureo tesoro de Cristo":
Considera, entonces, los plateados milagros y los dorados sueños de felicidad como los únicos tesoros que quieres conservar dentro del almacén del mundo….. El sueño de curación reside en el perdón, que dulcemente te muestra que nunca pecaste. El milagro no dejará ningún vestigio de culpabilidad que pueda traerte testigos de lo que nunca fue. Y preparará en tu almacén un lugar de bienvenida para tu Padre y tu Ser. La puerta está abierta para que todos aquellos que no quieran seguir hambrientos y deseen gozar del festín de abundancia que allí se les ha preparado puedan entrar. Y éstos se reunirán con tus Invitados, a quienes el milagro invitó a venir a ti. (T-28.III.7:1; 8:4-8)
📘(7) Aquí es donde el mundo recuerda lo que perdió cuando fue construido. Pues aquí se le repara y se le renueva, pero bajo una nueva luz. Lo que estaba destinado a ser la morada del pecado se convierte ahora en el centro de la redención y en el hogar de la misericordia, donde se cura a todos los que sufren y donde se les da la bienvenida. A nadie se le niega la entrada en este nuevo hogar donde le aguarda su salvación. Nadie es un extraño aquí. Nadie le pide nada a otro salvo el regalo de aceptar la bienvenida que se le ofrece.
Cuando acudimos a Jesús en nuestras mentes correctas -- fuera del sueño de pecado y sufrimiento -- lo que acabamos de leer se volverá real para nosotros. En ese instante santo se resuelven todos los problemas y ninguna persona se queda afuera, porque nadie es un extraño. En la experiencia de la visión de Cristo somos percibidos como uno y entenderemos que somos uno, como este pasaje previamente citado de manera tan hermosa nos recuerda:
Donde antes se percibía el pecado se alzará un mundo que se convertirá en el altar a la verdad, y allí tú te unirás a las luces del Cielo y entonarás con ellas su himno de gratitud y alabanza. Y tal como ellas vienen a ti para completarse a sí mismas, así tú te dirigirás a ellas con el mismo propósito. Pues no hay nadie que pueda oír el himno del Cielo sin añadir el poder de su voz a él, haciéndolo así más dulce. Y todos se unirán al himno ante el altar que fue erigido en el pequeño espacio que el pecado proclamaba que era suyo. Y lo que entonces era minúsculo se habrá expandido hasta convertirse en un himno excelso en el que todo el universo se habrá unido cual una sola voz. (T-26.IV.5)
📘(8:1-3) La visión de Cristo es la tierra santa donde las azucenas del perdón echan raíces. Ése es su hogar. Desde ahí se pueden llevar hasta el mundo, pero jamás podrán crecer en tierras estériles y superficiales.
El perdón tiene su hogar en la visión de Cristo, que no ve diferencias donde no hay ninguna. Así, cuando estés tentado a ver las diferencias y darles significado, es que no quieres ser perdonado, porque sabes que, si lo eres, ya no sabrás quién eres. Tu miedo a tal olvido continuamente te lleva de vuelta a tus “amigos”: los resentimientos, la ansiedad y la desesperación. Sin embargo, después de elegir un instante santo y experimentarte de nuevo en el cuerpo, el especialismo que te solía satisfacer ya no lo hace. Te das cuenta de que tu perdón fue realmente perdón-para-destruir (S-2.II), ya que ciertamente el perdón, basado en la visión de Cristo, solo ve un propósito compartido. La aparente realidad del ego, que prosperó en las "tierras estériles y superficiales" de la falta de perdón, ha sido deshecha, porque el especialismo de las diferencias ha sido perdonado.
🔹️(8:4-6) Tienen necesidad de la luz y del calor, así como del amoroso cuidado que la caridad de Cristo les provee. Necesitan el amor con el que Él las contempla. Y se convierten en Sus emisarios, que dan tal como recibieron.
Por lo tanto, las azucenas del perdón -- el tema aquí -- tienen su base en la presencia del amor en nuestras mentes. Si no volvemos a esa presencia, con Jesús como nuestro maestro y guía, todo lo que hagamos estará cargado de especialismo y separación. La cuestión es siempre el maestro que elegimos, y el amor de Jesús nos proporciona la tierra que nutre el perdón.
📘(9:1) Toma lo que quieras de Su depósito, para que sus tesoros puedan multiplicarse.
Jesús nuevamente nos insta a llegar a donde él está: en la mente correcta que contiene el tesoro. Por lo tanto, no tiene sentido -- excepto para el ego -- traer a Jesús al mundo, donde no está su tesoro. Si realmente queremos felicidad y satisfacción en nuestras vidas, debemos ir a su fuente -- llevando la ilusión a la verdad, no la verdad a la ilusión. Cuando entonces regresamos a la ilusión, lo hacemos de manera diferente. Es esencial entender que, si sinceramente queremos perdonar, y ver a nuestro hermano de manera diferente para recordar que nunca abandonamos a Dios, no tenemos más remedio que ir al hogar del tesoro de los milagros en nuestras mentes, lejos de la mentalidad-errada de culpa y miedo.
🔹️(9:2-4) Las azucenas no abandonan su hogar cuando se traen al mundo. Sus raíces siguen aún allá. No abandonan su fuente, sino que llevan su beneficencia consigo, y convierten, al mundo en un jardín como aquel del que vinieron, y al que retornarán con una fragancia todavía mayor.
Jesús enfatiza esta idea en la Lección 184. Nos esforzamos por regresar a la luz, donde recordamos la verdad y a nuestro verdadero maestro. Cuando volvemos a la oscuridad del mundo, somos inevitablemente diferentes, porque nuestra perspectiva es ahora la luz y el amor de Jesús. Todo lo que vemos aquí refleja su presencia, y se nos pide que traigamos a nuestros hermanos con nosotros cuando regresemos al jardín del perdón, la fuente del sueño de la mente:
Sal a su encuentro, pues traen a tu Ser consigo. Y condúcelos dulcemente a tu plácido jardín, y recibe allí su bendición. De este modo, tu jardín crecerá y se extenderá a través del desierto, y no dejará afuera ni un solo mísero reino excluido del amor, dejándote a ti adentro. Y tú te reconocerás a ti mismo, verás tu pequeño jardín transformarse dulcemente en el Reino de los Cielos con todo el amor de su Creador resplan-deciendo sobre él. (T-18.VIII.10)
Por lo tanto, si estamos enojados, iracundos o de alguna manera nos involucramos con el especialismo, necesitamos dirigirnos a la fuente en la mente - al tomador de decisiones que ha elegido el ego -- y elegir nuevamente. En ese momento, todo lo que abordemos aquí se verá de manera diferente. El mundo no desaparece, sino que su importancia retrocede a medida que entramos en nuestro jardín de azucenas, con Jesús y todos nuestros hermanos:
Vengo en paz y les insto ahora a que pongan fin al tiempo y entren en la eternidad conmigo. No habrá un cambio en lo que los ojos puedan ver, ni tú desaparecerás de las cosas del tiempo. Sino que tomarás mi mano cuando vuelvas, porque nos hemos reunido. (Los Regalos de Dios, p. 117)
🔹️(9:5-7) Ahora son doblemente benditas. Han transmitidos los mensajes de Cristo que traían y éstos les han sido devueltos. Y ellas se los llevan de vuelta gustosamente a Él.
La doble bendición es que tanto tú como yo seremos bendecidos -- dando los milagros que recibimos. Cuando te veo a través de los ojos de Jesús, tú recuerdas la elección por la mentalidad-correcta que puedes hacer, incluso cuando esa elección se refuerza en mí.
📘(10:1-4) Contempla el caudal de milagros desplegados ante ti para que los des. ¿No eres acaso merecedor de esos mismos regalos cuando Dios Mismo dispuso que se te concediesen? No juzgues al Hijo de Dios, sino sigue el camino que Dios ha señalado. Cristo ha soñado el sueño de un mundo perdonado.
Jesús nos está dejando saber una vez más que el milagro también es una ilusión. Su mundo no es la realidad, sino el reflejo de la verdad: el sueño de perdón de Cristo.
🔹️(10:5) Ése es Su regalo, a través del cual puede tener lugar una dulce transición de la muerte a la vida; de la desesperación a la esperanza.
Jesús se refiere al puente entre el mundo del ego y el mundo real:
El perdón… [es] una manera en la que los que no saben pueden salvar la brecha entre su percepción y la verdad. No pueden pasar directamente de la percepción al conocimiento porque no creen que ésa sea su voluntad….. la Unidad que refleja se convierte en Su Voluntad. Es lo único que aún está en el mundo en parte, y que, al mismo tiempo es el puente que conduce al Cielo. (C-3.2:1-2; 5:2-3)
🔹️(10:6-8) Permitámonos por un instante soñar con Él. Su sueño nos despierta a la verdad. Su visión nos provee de los medios por los que regresar a nuestra santidad eterna en Dios, la cual nunca perdimos.
Se nos pide que tengamos en cuenta cómo percibimos a los demás, ya que esto nos ofrece un espejo que nos revela cómo nos percibimos a nosotros mismos. Si te juzgo, es porque primero me juzgué a mí mismo; pero como no soy consciente de mi auto-condena, necesito que el mundo sea mi aula con Jesús como mi maestro. Él me ayuda a reconocer que tú y yo no somos diferentes, porque nunca hemos abando-nado la Unicidad de Dios. Esta Unicidad se refleja ahora en mi perdón, el cual deshace la creencia en la separación. Así somos todos sanados como uno solo, regresando a nuestra conciencia compartida de la Voluntad de Dios. Oremos juntos estas encantadoras palabras de Psicoterapia, como cierre de la lección:
Permanezcamos en silencio ante la Voluntad de Dios, y hagamos lo que Ésta ha dispuesto que debemos hacer. Sólo hay una manera de llegar allí donde dieron comienzo todos los sueños. Y es ahí donde los dejaremos, para marcharnos en paz para siempre. Si oyes la petición de ayuda de un hermano, respóndele. Será a Dios a Quien respondes, pues Lo invocaste. No hay otra manera de oír Su Voz. No hay otra manera de buscar a Su Hijo. No hay otra manera de encontrar tu propio Ser. La curación es santa, ya que el Hijo de Dios retorna al Cielo a través de su tierno abrazo. Pues la curación le dice, a través de la Voz que habla por Dios, que todos sus pecados le han sido perdonados. (P-2.V.8)
Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick. TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL POR DANIEL BEZVESELNY.