Lección 182

PERMANECERÉ MUY QUEDO POR UN INSTANTE E IRÉ A MI HOGAR. (Lección 182)
La Lección 182 es compañera de la lección anterior, ya que ambas comparten el tema del instante santo. Los contextos, sin embargo, son bastante diferentes. Podríamos subtitular la Lección 181 "Permaneceré muy quedo por un instante y perdonaré", porque se centra en dejar de lado los resentimientos. En la Lección 182 el contexto es más amplio, con Jesús hablando de despertar del sueño y volver a casa. Por cierto, encontramos otro ejemplo más del uso liberal de Jesús de las palabras - el instante santo se ve en la Lección 181 como un trampolín en el viaje, mientras en la Lección 182 marca el final del viaje.
Esta hermosa lección tiene dos partes, la primera centrada en el mundo el cual no es nuestro hogar, y la segunda más poética, que se centra en el Niño interior Quién nos lleva a casa.
📘(1:1-2) Este mundo en el que pareces vivir no es tu hogar. Y en algún recodo de tu mente sabes que esto es verdad.
Jesús habla de la experiencia de todos en el mundo, seamos conscientes o no. El objetivo de Un Curso de Milagros nunca podría ser que seamos felices aquí - como una figura en el sueño - porque su propósito es guiarnos por el camino que nos despierta del sueño, llegando a comprender que nada aquí tiene valor porque no hay nada aquí. En estos párrafos iniciales, por lo tanto, Jesús se dirige a nosotros que creemos que existimos en un cuerpo, aunque en algún recodo de nuestra mente sabemos que no pertenecemos aquí. Nuestra ansiedad y terror provienen de esto. No sabemos ni cómo ni adónde regresar, pero al menos reconocemos que el mundo físico no es nuestro hogar. La desesperación es la consecuencia infeliz de esta existencia reducida, y como veremos, podemos aprovechar lo que ya es la miserable situación de la vida en el cuerpo.
🔹️(1:3-6) El recuerdo de tu hogar sigue rondándote, como si hubiera un lugar que te llamase a regresar, si bien no reconoces la voz, ni lo que esta te recuerda. No obstante, sigues sintiéndote como un extraño aquí, procedente de algún lugar desconocido. No es algo tan concreto que puedas decir con certeza que eres un exiliado aquí. Es más bien un sentimiento persistente, no más que una leve punzada a veces, que en otras ocasiones apenas recuerdas, algo que descartas sin ningún miramiento, pero que sin duda ha de volver a rondarte otra vez.
De vez en cuando sentimos un pensamiento persistente de que algo está muy mal con nuestras vidas, y que no tiene nada que ver con la persona que llamamos nosotros mismos. Es un sentido de "que hay algo mal" mucho más grande de lo que nuestro pequeño yo puede concebir; un sentimiento de que giramos en el lugar equivocado y terminamos en el mundo. No sabemos dónde cometimos el error, o qué hacer al respecto. Sin embargo, un recuerdo del hogar nos persigue, como Jesús tan conmovedoramente nos describe en este pasaje familiar de "La canción olvidada":
Escucha… tal vez puedas captar un leve atisbo de un estado inmemorial que no has olvidado del todo; tal vez sea un poco nebuloso, más no te es totalmente desconocido: como una canción cuyo título olvidaste hace mucho tiempo, así como las circunstancias en las que la oíste. No puedes acordarte de toda la canción, sino sólo de algunas notas de la melodía, y no puedes asociarla con ninguna persona o lugar, ni con nada en particular. Pero esas pocas notas te bastan para recordar cuán bella era la canción, cuán maravilloso el paraje donde la escuchaste y cuánto amor sentiste por los que allí estaban escuchándola contigo. (T-21.I.6)
📘(2:1) No hay nadie que no sepa de que estamos hablando.
Esta es una línea importante porque muchos estudiantes de Un Curso de Milagros dicen que no saben de lo que Jesús está hablando, alegando que son felices y que todo aquí es maravilloso. Sin embargo, Jesús nos dice: "En algún lugar dentro de ti, sabes que lo que estoy diciendo es cierto. No finjas lo contrario, porque si continúas fingiendo que eres feliz aquí, o incluso que hay esperanza de felicidad aquí, nunca podré llevarte a casa, porque pensarás que ya estás en casa. Incluso tratarías de arrastrarme a tu casa creyendo que puedo mejorarla para ti. Sin embargo, mi deseo es llevarte de este mundo al lugar de dónde tú provienes". Después de discutir las cinco leyes del caos (T-23.II), Jesús hace la misma afirmación - tú puedes pretender que estas leyes te son ajenas, pero son las tuyas propias:
Sostienes - y piensas que es verdad - que no crees que estas leyes insensatas ni que tus acciones están basadas en ellas. Pues cuando examinas de cerca lo que postulan, ves que no se puede creer en ellas. Hermano, crees en ellas. (T-23.II.18:1-3)
En virtud de nuestra identidad individual, reflejamos nuestra creencia en el sistema de pensamiento de separación del ego, junto con los sentimientos inconscientes de culpa, terror y dolor.
🔹️(2:2) Sin embargo, hay quienes tratan de ahogar su sufrimiento entreteniéndose en juegos para pasar el tiempo y no sentir su tristeza.
Esto se refiere a cualquier persona que se entregue a las relaciones especiales. Recordemos que los términos relación especial y especialismo nunca aparecen en el libro de ejercicios, aunque son el punto de referencia constante de Jesús al discutir la dinámica de culpa y odio del ego. Nosotros tratamos de ocultar el dolor de nuestra culpa en juegos de especialismo en los que pretendemos que hay alguien y algo fuera de nosotros que nos puede traer amor y felicidad, e incluso la salvación:
Creer que las relaciones especiales, con un amor especial, pueden ofrecerte la salvación, es creer que la separación es la salvación. (T-15.V.3:3)
Sin embargo, el especialismo nunca funcionará:
Y así resulta que, en tú búsqueda de amor….. no encuentras amor. Es imposible negar lo que es el amor y al mismo tiempo reconocerlo. (T-15.XI.6:1-3)
Luego vienen los bobos felices:
🔹️(2:3) Otros prefieren negar que están tristes, y no reconocen en absoluto que se están tragando las lágrimas.
Para los bobos felices, el mundo es perfecto, y Jesús nos ama tanto que nos envió este curso, para que podamos ser felices aquí con él. Este grupo es uno de los más difíciles de ayudar para Jesús, porque no creen que lo necesiten. Recuerda, la ayuda que realmente necesitas radica en reconocer que este mundo es un sueño y aprender para qué lo inventamos. Esto permite que nos perdonemos por haberlo hecho, ayudándonos a despertar y a regresar a la Fuente que realmente nunca hemos abandonado.
🔹️(2:4) Hay quienes afirman incluso que esto de lo que estamos hablando son ilusiones y que no se debe considerar más que como un sueño.
Además de la población general que creería esto, muchos estudiantes de Un Curso de Milagros dirían que Jesús no significa realmente estas palabras; por ejemplo, él no significa que Dios no creó el mundo, sino que Dios no creó dolor, el cáncer o un avión que se estrella. Sin embargo, Jesús está dejando claro en esta lección que quiere decir exactamente lo que dice. Este mundo no es nuestro hogar en absoluto. Pretender que lo es, o tratar de mejorarlo, sólo refuerza la estrategia del ego de mantenernos concentrados mecánicamente en el mundo ilusorio y externo.
🔹️(2:5) Sin embargo, ¿quién podría honestamente afirmar, sin ponerse a la defensiva o engañarse a sí mismo, que no sabe de lo que estamos hablando?
Nuevamente, Jesús nos dice que, en algún lugar adentro nuestro, sabemos que sus palabras son verdaderas. Esta verdad atrajo a la gente a Un Curso de Milagros en primer lugar, ya sea que lo entiendan o no, dándose cuenta de que aquí había algo diferente a todo lo que habían visto antes. Entonces, el miedo se instaló, y se aterrorizaron de esa verdad, a menudo tratando de comprometer su pureza para hacerlo más agradable al paladar y menos amenazante. Aun así, hay una parte más profunda dentro nuestro, que sabe que Jesús dice la verdad. Tomando un principio usado en otro contexto, no necesitaríamos negar lo que dice el Curso sin primero reconocer su verdad. La negación siempre se basa en hacer primero algo real, y entonces pretender que no está allí. Esto es disociación, la dinámica del ego de separar lo que se considera inaceptable y luego olvidarlo:
A menos que primero conozcas algo no puedes disociarte de ello. El conocimiento, entonces, debe preceder a la disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar. (T-10.II.1:1-3)
Una vez más, las palabras de Un Curso de Milagros son claras y nuestra necesidad de cambiar su significado proviene del miedo a su verdad, la que nos diría que no somos la persona que pensamos que somos.
📘(3:1) Hoy hablamos en nombre de todo aquel que vaga por este mundo, pues en él no está en su hogar.
Puedes ver que Jesús no permite excepciones. Por cierto, cuando dice "Todo aquel que vaga por este mundo", habla de aquellos que creen que están aquí, no de alguien como él que solo parecía estar aquí. Así se dirige a todos los que se identifican con sus cuerpos, creyendo que caminan por este mundo - buenos y malos por igual.
🔹️(3:2) Camina a la deriva enfrascado en una búsqueda interminable, buscando en la obscuridad lo que no puede hallar, y sin reconocer qué es lo que anda buscando.
De todas las citas bíblicas en Un Curso de Milagros, el "busca y hallarás", el versículo del Sermón de la Montaña (Mateo 7:7b,8b) es el más frecuentemente citado. Nosotros siempre estamos buscando aquí, cuyo propósito subyacente es que nunca encontremos. Mientras nosotros creemos que buscamos la felicidad y la paz, buscamos en el lugar equivocado - fuera de nuestras mentes - en lugar de en el único sitio donde se puede encontrar la paz: el poder del tomador de decisiones para elegir. Aquí hay un ejemplo citado anteriormente de "busca y hallarás", que señala la verdadera fuente de nuestra frustración:
El ego está seguro de que el amor es peligroso, y ésta es siempre su enseñanza principal. Nunca lo expresa de este modo. Al contrario, todo el que cree que el ego es la salvación parece estar profundamente inmerso en la búsqueda del amor. El ego, sin embargo, aunque alienta con gran insistencia la búsqueda del amor, pone una condición: que no se encuentre. Sus dictados, por lo tanto, pueden resumirse simplemente de esta manera: “Busca, pero no halles”….. Pues el ego es incapaz de amar, y en su frenética búsqueda de amor, anda en pos de lo que teme encontrar. La búsqueda es inevitable porque el ego es parte de tu mente, y, debido a su origen, él no está totalmente dividido, pues, de lo contrario, carecería por completo de credibilidad. Tu mente es la que cree en él y la que le otorga existencia. Sin embargo, es también tu mente la que tiene el poder de negar su existencia, y eso es sin duda lo que harás cuando te des cuenta exactamente de la clase de jornada en la que el ego te embarca. (T-12.IV.1:1-4; 2:3-6)
🔹️(3:3-5) Construye miles de casas, pero ninguna de ellas satisface a su desasosegada mente. No se da cuenta de que las construye en vano. El hogar que anda buscando, él no lo puede construir.
Las "miles de casas" representan las diferentes formas tomadas por el especialismo - una relación, sustancia u objeto - lo que creemos nos haría sentir cómodos y seguros. Sin embargo, el hogar real que buscamos no fue creado por nosotros, y nunca se podrá encontrar en el hogar de la muerte del cuerpo. Ten en cuenta este pasaje paralelo del texto:
Esta persistente ilusión le impulsará a buscar miles de ídolos, y más allá de éstos, mil más. Y todos le fallarán, excepto uno: pues morirá y no se dará cuenta de que el ídolo que buscaba era su muerte. La forma en la que este ídolo se manifiesta parece ser algo externo a él. (T-29.VII.3:1-3)
🔹️(3:6-4:2) El Cielo no tiene substituto. Lo único que él jamás construyó fue un infierno.
Tal vez pienses que lo que quieres encontrar es el hogar de tu infancia. La infancia de tu cuerpo y el lugar que le dio cobijo son ahora recuerdos tan distorsionados que lo que guardas es simplemente una imagen de un pasado que nunca tuvo lugar.
Jesús se refiere a aquellos que idealizan su pasado. Mucha gente fantasea que su infancia fue maravillosa, pero luego sucedió algo que causó su miseria actual. Sin embargo, Jesús nos dice que nuestra infancia no era el lugar donde se podía encontrar la felicidad. Nosotros romantizamos el pasado para poder demostrar lo mal que la gente nos trata en el presente, lo que justifica nuestra rabia. Sin embargo, la mayoría de las personas, si fueran honestos, recordarían que las cosas no fueron tan maravillosas en su infancia.
Esto termina la primera parte de la lección, y la segunda mitad se centra en el Niño interior. Como Niño está en mayúscula, se entiende claramente que significa a Cristo y verlo a Él de esta manera representa los comienzos de nuestro viaje espiritual. No hace falta decir que Cristo no es un niño - no envejece ni cambia, y ciertamente no es un cuerpo. De hecho, hay muchos lugares en Un Curso de Milagros donde Jesús usa la imagen de los infantes. Por lo tanto, somos "muy inexpertos en lo que respecta a la salvación" (T-17.V.9:1); luego habla de los "primeros pasos de la salvación" (T-19.IV-C.9:3; 10:4), y dice además: "He aquí el bebé de Belén renacido" (T-19.IV-C.10:8). Cuando cambiamos de una relación especial a una santa, es como si empezáramos de nuevo, siendo niños nuevamente. Aquí hay otro pasaje, equiparando el perdón con el recién nacido - el amable Salvador que hace Su hogar en nosotros como un Niño:
Mientras el perdón no sea completo, el mundo seguirá teniendo un propósito. Es el hogar donde nace el perdón, donde crece y se vuelve más fuerte y abarcador. Aquí se le alimenta, pues es aquí donde se le necesita. Un benévolo Salvador, nacido donde el pecado fue concebido y donde la culpabilidad parecía real. Éste es Su hogar porque aquí ciertamente se le necesita. (M-14.2:1-5)
🔹️(4:3-6) Más en ti hay un Niño que anda buscando la casa de Su Padre, pues sabe que Él es un extraño aquí. Su infancia es eterna, llena de una inocencia que ha de perdurar para siempre. Por dondequiera que este Niño camina es tierra santa. Su santidad es lo que ilumina el Cielo, y lo que trae a la tierra el prístino reflejo de la luz que brilla en lo alto, en la que el Cielo y la tierra se encuentran unidos cual uno solo.
Esta es otra referencia al mundo real, el reflejo de la verdad del Cielo en el sueño de separación. Es una ilusión y, sin embargo, el mundo real permanece lo más cerca posible de la entrada al sueño. Cuando estás en él - "el prístino reflejo de la luz que brilla en lo alto" - tú estás fuera del sueño del odio, el pecado y la culpa, pero aún eres consciente de ellos. En ese momento tú - como Jesús - te conviertes en el reflejo de la verdad. Una vez más, una parte de nosotros siempre ha sabido que no pertenece aquí, porque nuestras mentes tienen el recuerdo de nuestra Identidad. El problema es que tenemos tener tanto miedo de recordar, que enterramos a este Ser bajo capas de culpa y especialismo. El poema de Helen, "La esperanza de la Navidad", presenta el papel del Niño marcando el comienzo en el mundo real de la esperanza y la luz - "A la tierra renovarse radiante de esperanza / de amor y de perdón":
Cristo no nace ni tampoco muere,
Más en cada uno su renacer es dado.
Uno es en Él su despertar y su nacer,
Pues cuando el Hijo de Dios ha llegado
La luz de la resurrección ha comenzado.
No necesita el Cielo una natividad. Aun así
El Hijo del Cielo necesita al mundo como lugar
De Su nacimiento, pues el mundo se supera
Porque un Niño nace. Y sólo Él será
Quien traiga la promesa de Dios de eternidad.
Es Su nacimiento el final del sueño de muerte,
Pues en Él la muerte se vuelve vida. Puedes mirar
A la tierra renovarse radiante de esperanza
De amor y de perdón. Y los Brazos de Dios al abrazar
Los corazones que en el frío invierno veías tiritar.
(Los Regalos de Dios, p. 98) (En inglés)
📘(5) Este Niño que mora en ti es el que tu Padre conoce como Su Hijo. Este Niño que mora en ti es el que conoce a Su Padre. Él anhela tan profunda e incesantemente volver a Su hogar, que Su voz te suplica que lo dejes descansar por un momento. Tan sólo pide unos segundos de respiro: un intervalo en el que pueda volver a espirar el santo aire que llena la casa de Su Padre. Tú eres también Su hogar. Él retornará. Pero dale un poco de tiempo para que pueda ser lo que es dentro de la paz que es Su hogar, y descansar en silencio, en paz y en amor.
Este es el instante santo, Jesús nos dice que no se nos pide que saltemos del infierno al Cielo. Damos pequeños pasos, por eso Cristo se nos aparece como un Niño y también para que nosotros podamos darnos cuenta de que el perdón es un proceso. Jesús explica que como somos ese Niño, una parte de nosotros es miserablemente infeliz y sofocante hasta la muerte. Esta es la parte a la que él apela. El propósito de Un Curso de Milagros, por lo tanto, es que nos sintamos muy incómodos con la disparidad entre nuestro ser y nuestro Ser, Cuyo recuerdo está en nuestras mentes, que estaremos motivados para decir que debe haber otra manera de percibir el mundo. Por lo tanto, el incitarnos a elegir a Jesús como nuestro maestro es la creciente incomodidad de cómo experimentamos nuestras vidas. Sin tal incomodidad, no habría motivación para cambiar, porque no creeríamos que necesitamos un maestro. El propósito de Jesús no es hacernos sufrir, sino que nos demos cuenta de que ya estamos sufriendo. Así estaremos motivados por fin a buscar el camino a casa, con el maestro que conoce el camino.
📘(6:1) Este Niño necesita tu protección.
Se necesita trabajo y vigilancia constantes si vamos a deshacer el sistema de pensamiento del ego. Encontramos esta misma idea expresada en la tercera lección del Espíritu Santo - “Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino" - para que estemos atentos a nuestros egos, y así "proteger" lo que somos:
El Espíritu Santo separa lo verdadero de lo falso en tu mente, y te enseña a juzgar cada pensamiento que dejas que se adentre en ella a la luz de lo que Dios puso allí. El Espíritu Santo, con vistas a reforzar el Reino en ti, conserva lo que está de acuerdo con esa luz, y acepta y purifica lo que está parcialmente de acuerdo con el Reino. Más lo que está en completo desacuerdo lo rechaza juzgando contra ello. Así es como Él mantiene la perfecta consistencia del Reino y su perfecta unificación….. No obstante, no podrás experimentar una auténtica sensación de que existes mientras sigas teniendo dudas con respecto a lo que eres. Por eso es por lo que es esencial que te mantengas alerta. No permitas que entre en tu mente ninguna duda acerca de tu existencia o, de lo contrario, no podrás saber con certeza lo que eres. La certeza es el regalo que Dios te hace. La verdad no requiere vigilancia, pero las ilusiones sí. (T-6.V-C.1:2-6; 8:5-9)
🔹️(6:2-3) Se encuentra muy lejos de Su hogar. Es tan pequeño que parece muy fácil no hacerle caso y no oír Su vocecilla, quedando así Su llamada de auxilio ahogada en los estridentes sonidos y destemplados y discordantes ruidos del mundo.
La razón de que haya un mundo lleno de tal cacofonía es para evitar que escuchemos la "vocecilla" del Niño, la vocecilla del Espíritu Santo que nos llama para que vayamos al tomador de decisiones de la mente y elijamos de nuevo. Hemos visto antes esta declaración explícita del papel desempeñado por los estridentes sonidos del especialismo del ego:
¡Qué respuesta del Espíritu Santo podría llegar hasta ti, cuando a lo que escuchas es a tu deseo de ser especial, que es lo que pregunta y lo que responde? Tan sólo prestas oídos a su mezquina respuesta, la cual ni siquiera se oye en la melodía que en amorosa alabanza de lo que eres fluye eternamente desde Dios a ti. Y este colosal himno de honor que amorosamente se te ofrece por razón de lo que eres parece silencioso e inaudible ante el “poderío” de tu especialismo. Te esfuerzas por escuchar una voz que no tiene sonido, y, sin embargo, la Llamada de Dios Mismo te parece insonora. (T-24.II.4:3-6)
🔹️(6:4-6) No obstante, Él sabe que en ti aún radica Su protección. Tú no le fallarás. Él volverá a Su hogar, y tú Lo acompañarás.
Mientras lees esta maravillosa lección, ten en cuenta que el Niño no es un ser externo. El Niño eres tú. Por lo tanto, como Jesús dice: "Él volverá a Su hogar y tú Lo acompañarás”. Debe ser así porque tú y el Niño son uno. Éste, no es una entidad extraña en tu mente que te llama - por divino que Él sea. Todos somos este Ser divino, sin embargo, también Lo hemos convertido en un extraño, lo que nos hace extraños también. Es decir, llamamos al único Ser en busca de ayuda - no a un yo individual o conciencia - tal como Él nos llama a nosotros.
📘(7:1) Este Niño es tu indefensión, tu fortaleza.
No tienes que buscar la fortaleza fuera de ti mismo; ni estar a la defensiva afrontando lo que percibes como ataques de las personas. La presencia misma del Niño - la verdad de tu Ser - asegura que las ilusiones no tengan poder sobre ti.
🔹️(7:2-5) Él confía en ti. Vino porque sabía que tú no le fallarías. Te habla incesantemente de Su hogar con suaves murmullos. Pues desea llevarte consigo de vuelta a él, a fin de poder Él Mismo permanecer allí y no tener que regresar de nuevo a donde no le corresponde estar y donde vive proscrito en un mundo de pensamientos que le son ajenos.
Al final, somos los marginados en un mundo de pensamientos extraños. Somos el Niño Cristo, excepto que hemos decidido que somos otra cosa. Nuevamente miramos a uno de los poemas de Helen - "La Resurrección y la Vida" - para una expresión adicional de la vida recién nacida del Niño interior, el simbolismo tomado de Navidad y Pascua. Aquí están las segunda y séptima estrofas:
Tan quedo el nacimiento que vos no comprendiste
Quien llegó a vos. A vuestros ojos aterrados
El Señor de la luz y la vida les parece fallar
En Sus promesas de gracias Celestial, y ha expirado
Para siempre en la cruz. No podéis contemplar
Al Niño de la esperanza en un pesebre cobijado.
No veáis un final donde el comienzo está,
Ni sombra en la luz solar. Vos que vinisteis a llorar,
Recordad ahora la antigua canción del nacer,
A un lado haced las usadas señales del pesar
De las madres sin hijos. Hasta Él alzad vuestro corazón
Pues un Niño os ha nacido una vez más.
(Los Regalos de Dios, p.100-101) (En inglés)
Este Niño de la esperanza, renacido en el instante santo, es la Presencia reflejada de nuestro Ser, llamándonos a regresar del mundo oscuro de la muerte al mundo lleno de luz de la vida eterna.
🔹️(7:6-7) Su paciencia es infinita. Esperará hasta que oigas Su dulce Voz dentro de ti instándote a que lo dejes ir en paz, junto contigo, a donde Él se encuentra en Su casa, al igual que tú.
Vimos esta idea expresada al final del párrafo 6. “Su paciencia es infinita" porque no hay tiempo. Como la octava característica de los maestros de Dios, la paciencia nace de la idea de que el tiempo lineal es una ilusión (M-4.VIII). Nadie, por lo tanto, nos apresura para volver a casa. Todo lo que impulsa nuestra decisión de regresar es la conciencia de nuestra incomodidad aquí.
📘(8:1) Cuando estés en perfecta quietud por un instante, cuando el mundo se aparte de ti y las vanas ideas que abrigas en tu desasosegada mente dejen de tener valor, oirás Su Voz.
Jesús vuelve nuevamente al contraste entre lo valioso y lo sin valor, y nosotros necesitamos reconocer la diferencia. La incomodidad, el dolor y la ansiedad vienen cuando hacemos valioso lo que no tiene valor, incluido nuestro yo individual. La buena noticia, sin embargo, es que otra opción está disponible en nuestras mentes, esperando pacientemente nuestra decisión corregida.
🔹️(8:2-3) Su llamada es tan conmovedora que ya no le ofrecerás más resistencia. En ese instante te llevará a Su hogar, y tú permanecerás allí con Él en perfecta quietud, en silencio y en paz, más allá de las palabras, libre de todo temor y de toda duda, sublimemente seguro de que estás en tu hogar.
Como vimos en la Introducción al quinto repaso, nuestro propósito es ir más allá de las palabras - la forma - al contenido del amor. El instante santo nos lleva allí.
📘(9) Descansa a menudo con Él hoy. Pues Él estuvo dispuesto a convertirse en un Niño pequeño para que tú pudieras aprender cuán fuerte es aquel que viene sin defensas, ofreciendo únicamente los mensajes del amor a quienes creen ser sus enemigos. Con el poder del Cielo en Sus manos, los llama amigos y les presta Su fortaleza para que puedan darse cuenta de que Él quiere ser su Amigo. Les pide que lo protejan, pues Su hogar está muy lejos, y Él no quiere regresar a él solo.
Volvemos a un tema que hemos explorado muchas veces: nuestra función de recordarle a otros que la elección que hicimos por el Espíritu Santo - en este caso por el Niño Jesús - es la elección que ellos también pueden hacer. No hace falta decir que el término otros, incluye a todos los compañeros de amor y de odio especial. El siguiente pasaje sobre el instante santo enfatiza este aspecto del perdón que incluye a todos, el cual es la fuente de nuestra fortaleza, porque refleja la fortaleza de Cristo:
El instante santo es verdaderamente la hora de Cristo. Pues en ese instante liberador, no se culpa al Hijo de Dios por nada y, de esta manera, se le restituye su poder ilimitado….. Cuando estés dispuesto a reconocer que nuestra relación es real, la culpabilidad dejará de ejercer atracción sobre ti. Pues en nuestra unión aceptarás a todos nuestros hermanos. Nací con el sólo propósito de dar el regalo de la unión. Dámelo a mí, para que así puedas disponer de él. La hora de Cristo es la hora señalada para el regalo de la libertad que se le ofrece a todo el mundo. Y al tú aceptarla, se la ofreces a todos. (T-15.X.2:1-2; 3:2-7)
📘(10:1) Cristo renace como un Niño pequeño cada vez que un peregrino abandona su hogar.
Cada vez que elegimos en contra de nuestra relación con Jesús y nos adentramos en el mundo del ego, nos embarcamos en un viaje. Primeramente, bajamos por una escalera hasta el infierno, y ahora comenzamos el viaje de regreso a casa. Este es el significado del renacimiento de Cristo como un Niño pequeño.
🔹️(10:2) Pues éste debe aprender que a quien quiere proteger es sólo a ese Niño, que viene sin defensas y a Quien la indefensión ampara.
No es el sistema de pensamiento del ego - su niño - lo que debemos proteger, sino al Niño verdadero. Esto se remonta a las lecciones anteriores sobre las defensas - Lecciones 135 y 153. El poema de Helen, con su simbolismo Mariano, "Madre del mundo", refleja la protección amorosa dada al Niño interior:
La paz es una mujer, madre del mundo,
Por Dios enviada a posar su suave mano
En las frentes febriles de mil hijos,
En su fresca certeza no existe el miedo,
Y emana de sus pechos una tranquilidad
Sobre la cual se apoyen y disfruten la paz.
Trae a sus temerosos corazones un mensaje
De Aquel Que la enviara. Escuchad ahora
A Quien en nombre de vuestro Padre, madre vuestra es:
“No escuchéis las voces del mundo,
Ni intentéis crucificar otra vez
A Mi Primogénito, y aún hermano vuestro”.
En sus ojos está el Cielo, porque ella contempló
A este Hijo Que fue el primero. Y ahora
A vos ella contempla para hallarlo otra vez.
No neguéis a la madre del mundo
Lo único que jamás anhela ver,
Pues es lo que vos también queréis hallar.
(Los Regalos de Dios, p.84) (En inglés)
🔹️(10:3-4) Ve con Él a tu hogar de vez en cuando hoy. Tú eres un extraño aquí, al igual que Él.
La razón principal de esto es que el Niño y yo somos iguales. Sin embargo, mientras me identifique con mi yo individual y personal, la experiencia del Espíritu Santo, Jesús o Cristo será como la de Alguien separado de mí, con Quien debo unirme. Es solo al final que me doy cuenta de que me uní a mi Ser. La súplica de Jesús para nosotros es que durante todo el día aprendamos a qué niño estamos eligiendo: el del ego o el de Dios.
📘(11:1) Dedica algún tiempo hoy a dejar a un lado tu escudo que de nada te ha servido, y a deponer la espada y la lanza que blandiste contra un enemigo imaginario.
Aunque este es un lenguaje poético, Jesús nos enseña inequívocamente que no hay un mundo aquí, porque todo es una ilusión, "imaginaria". Al igual que con Don Quijote, solo arremetemos contra los molinos de viento, luchando contra enemigos inexistentes, creyendo que un ejército está preparado para atacarnos. Sin embargo, todo está inventado, por lo que el escudo que se nos pide que dejemos a un lado - el plan de defensas del ego - y la espada y la lanza - nuestra necesidad específica de atacar en defensa propia - son innecesarios y no nos benefician nada.
🔹️(11:2-5) Cristo te ha llamado amigo y hermano. Ha venido incluso a pedirte ayuda para que lo dejes regresar a Su hogar hoy, íntegro y completamente. Ha venido como lo haría un niño pequeño, que tiene que implorar la protección y el amor de su padre. El rige el universo, y, sin embargo, te pide incesantemente que regreses con Él y que no sigas convirtiendo a las ilusiones en dioses.
En el siguiente pasaje del texto, Jesús nos suplica que aceptemos su enseñanza y le demos la bienvenida no en el ilusorio pesebre de la pequeñez, sino a la verdadera grandeza de nuestra santidad:
Tan sólo deseo enseñarte lo que ya es tuyo, para que juntos podamos reemplazar la miserable pequeñez que mantiene al anfitrión de Dios cautivo de la culpabilidad y la debilidad, por la gozosa conciencia de la gloria que mora en él. Mi nacimiento es tu despertar a la grandeza. No me des la bienvenida en un pesebre, sino en el altar de la santidad, en el que la santidad mora en perfecta paz. Mi Reino no es de este mundo, puesto que está en ti. Y tú eres de tu Padre. Unámonos en honor a ti, que no puedes sino permanecer para siempre más allá de la pequeñez. (T-15.III.9:4-9)
Por cierto, la referencia aquí es al universo del espíritu. Sin embargo, en otros lugares de Un Curso de Milagros la palabra universo se utiliza para denotar el cosmos físico.
📘(12:1-2) Tú no has perdido tu inocencia. Y eso es lo que anhelas.
Puedes recordar una línea del folleto de Psicoterapia: “¿Y por qué sollozaría alguien sino por su inocencia?” (P-2.IV.1:7). Toda nuestra tristeza y lágrimas vienen porque sentimos que hemos tirado nuestra inocencia y nunca la recuperaremos. Es esa inocencia lo que nosotros anhelamos, como anhelamos que se demuestre que estamos equivocados acerca del ego, sabiendo lo miserable que nos ha hecho. Creer que teníamos razón sobre el pecado de separación fue el comienzo de la culpa, y solo al darnos cuenta de nuestro error, podemos aceptar que la inocencia de Cristo no ha desaparecido, sino que nos ha esperado paciente-mente con la certeza de nuestro regreso.
🔹️(12:3-7) Ésa es la voz que oyes y la llamada que no se puede ignorar. Ese santo Niño todavía sigue a tu lado. Su hogar es el tuyo. Hoy Él te da Su indefensión, y tú la aceptas a cambio de todos los juguetes bélicos que has fabricado.
Nuestra inocencia, nuevamente, es lo que realmente deseamos, no las ofrendas del mundo. Todo con lo que nos hemos involucrado aquí son simplemente "juguetes bélicos", el hogar de la defensa y la guerra - el núcleo de los locos sueños del ego:
¿De qué manera puede actuar un ejército en sueños? De cualquier manera. Podría vérsele atacando a cualquiera con cualquier cosa. Los sueños son completamente irracionales. En ellos, una flor se puede convertir en una lanza envenenada, un niño en un gigante y un ratón puede rugir como un león. Y con la misma facilidad el amor puede trocarse en odio. Esto no es un ejército, sino una casa de locos. Lo que parece ser un ataque concertado no es más que un pandemónium. (T-21.VII.3:7-14)
🔹️(12:8-9) Y ahora el camino está libre y despejado, y el final de la jornada puede por fin vislumbrarse. Permanece muy quedo por un instante, regresa a tu hogar junto con Él y goza de paz por un rato.
Una vez que arrojamos nuestros juguetes de odio, se abre el camino al amor. Jesús nos suplica que pensemos en este pequeño Niño mientras pasamos nuestro día, no como en un ser extraño sino como en el Ser al que anhelamos unirnos. Sin embargo, sigue siendo un Ser al que nos asusta unirnos. El unirnos a Jesús y a nuestros hermanos en los santos instantes del perdón, nos acerca al final de la jornada, con la paz como nuestra compañera y siendo cada vez más felices, ya que el miedo es gentilmente reemplazado por el amor.
Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick. TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL POR DANIEL BEZVESELNY.