Lección 183

INVOCO EL NOMBRE DE DIOS Y EL MÍO PROPIO. (Lección 183)
📘 “(1:1-2) «El Nombre de Dios es sagrado, pero no es más sagrado que el tuyo. Invocar Su Nombre es invocar el tuyo.»
En muchas religiones, el Nombre (o Nombres) de Dios se considera sagrado. En el judaísmo, por ejemplo, el nombre de Dios – Yahvé – se identifica con Su Ser, por lo que sería blasfemo que los judíos llamaran a su Dios por su nombre, por no hablar de pronunciarlo, ya que esto supone una forma de igualdad con el Creador. Esta separación entre Dios y el hombre es, por lo tanto, considerada sacrosanta, simbolizada por la kipá que usan los hombres judíos. Aquí, sin embargo, Jesús cambia esta idea, diciéndonos que no solo no es blasfemo invocar el Nombre de Dios, sino que es lo único que podemos hacer: el Nombre de Dios es nuestro, ya que Nosotros compartimos un sólo Ser – la Fuente, nosotros, el Efecto. Ya que «las ideas no abandonan su fuente», seguimos siendo uno en Él, ya que dos seres separados serían inconcebibles en la perfecta Unicidad del Cielo. Esto corrige la declaración del ego de que estamos separados de nuestra Fuente, el núcleo de su sistema de pensamiento de individualidad. Así, la corrección del Espíritu Santo: “No estás separado de Dios, Cuyo Nombre es el tuyo, porque compartes un sólo Ser y una sola realidad”.
🔹️(1:3-4) «Un padre le da su nombre a su hijo y, de este modo, identifica a su hijo con él. Sus hermanos comparten su nombre y, así, están unidos por un vínculo en el que encuentran su identidad.»
Jesús usa la familia nuclear como un símbolo de la familia de Dios.
🔹️(1:5) «El Nombre de tu Padre te recuerda quién eres incluso en un mundo que no lo sabe, e incluso cuando tú mismo no lo has recordado.»
En el Cielo no recordamos el Nombre de Dios – «somos» el Nombre de Dios. Jesús así habla de una corrección dentro de la ilusión: el ser que ha olvidado a Dios necesita un sistema de pensamiento externo al sueño para recordarle Quién es.
📘(2:1) «El Nombre de Dios no puede ser oído sin que suscite una respuesta, ni pronunciado sin que produzca un eco en la mente que te exhorta a recordar.»
A medida que avancemos en esta lección, veremos que Jesús no está hablando de encantamientos mágicos, fórmulas rituales u oraciones vacías, sino del proceso de elegir el sistema de pensamiento de perdón del Espíritu Santo. Al invocar el Nombre de Dios – el significado de elegir al Espíritu Santo – nos separamos de los pensamientos de odio, enfermedad y juicio del ego. Hablando en tercera persona en el manual, Jesús habla sobre invocar «su» nombre:
“El Nombre de Jesucristo como tal no es más que un símbolo. Pero representa un amor que no es de este mundo. Es un símbolo que se puede usar sin riesgo para reemplazar a los innumerables nombres de todos los dioses a los que imploras. Constituye el símbolo resplandeciente de la Palabra de Dios, tan próximo a aquello que representa, que el ínfimo espacio que hay entre ellos desaparece en el momento en que se evoca su Nombre.” (M-23.4:1-4)
🔹️(2:2) «Di Su Nombre, y estarás invitando a los ángeles a que rodeen el lugar en el que te encuentras, a cantarte según despliegan sus alas para mantenerte a salvo y a protegerte de cualquier pensamiento mundano que quisiera mancillar tu santidad.»
Para ser claros, Jesús no está hablando de ángeles literales: seres celestiales alados que nos protegen como lo hacen con los pequeños héroes en la ópera de Humperdink, «Hansel y Gretel». En Un Curso de Milagros, los ángeles simbolizan los pensamientos amorosos de la mente correcta, que cuando elegimos que sean nuestra realidad, nos “protegen” del sistema de pensamiento del ego. No es que necesitemos un agente externo que nos proteja, porque si ese fuera el caso, Dios tendría que creer que nuestras ilusiones son verdaderas y dañinas para nosotros y que, por lo tanto, requieren protección. Estos ⚘símbolos⚘ nos ayudan a comprender que nuestra protección proviene de tomar la decisión correcta. Recuerda este breve pasaje que habla de los ángeles del perdón:
“Los ángeles revolotean amorosamente a tu alrededor, a fin de mantener alejado de ti todo sombrío pensamiento de pecado y asegurarse de que la luz permanezca allí donde ha entrado. Las huellas de tus pasos iluminan al mundo, pues por donde tú caminas, el perdón te acompaña jubilosamente.” (T-26.IX.7:1-2)
Otro de los poemas pequeños de Helen, “They Wait”, retrata la amorosa paciencia de los ángeles:
«No conocía Tu Voz. Y lo que escuché
No lo entendí. Había una Palabra
En la que estaba todo. Sin embargo, todo lo que encontré
En su inmensidad no fue más que el sonido
Se una disputa sin sentido. Pasé junto
A miles de ángeles esperando. Y mientras
Me adentraba en vanos desvíos, no vi
Las huestes de santidad que me rodeaban.
Sin embargo, sin duda volveré. Porque Tú
Has prometido que lo que sea que yo haga,
Los ángeles y las santas huestes esperarán; la Palabra
Revoloteará sobre mí hasta que sea escuchada.»
(Los Regalos de Dios, p. 33)
📘(3:1) «Repite el Nombre de Dios, y el mundo entero responderá abandonando las ilusiones.»
“El mundo entero responderá” porque solo hay un mundo en la mente del Hijo uno de Dios. Cuando identifico el Nombre de Dios como propio, recuerdo que soy ese Hijo. En ese instante santo estoy fuera del sueño, y el mundo de separación se cura y se deshace.
🔹️(3:2) «Todo sueño que el mundo tenga en gran estima de repente desaparecerá, y allí donde parecía encontrarse hallarás una estrella: un milagro de gracia.»
En el Curso, una estrella simboliza a Cristo o nuestro recuerdo de mentalidad correcta de Él. Cerca del final del Capítulo 15 están estas líneas que conocemos muy bien: “El símbolo de la Navidad es una estrella: una luz en la obscuridad.” (T-15.XI.2: 1). Es un recordatorio de que la luz de la verdad todavía puede reflejarse en un mundo de oscuridad. Recuerda esta segunda estrofa de “The Second Chance” de Helen, que utiliza maravillosamente el símbolo de la estrella para indicar el fin del odio y el recuerdo del amor:
«Los ojos de Cristo me miraban fijamente
Como si mi odio secreto Él no viera.
Lo abracé fuerte y lo escondí en mi corazón,
Y de todos modos lo mantuve separado de Su Amor.
Hasta que un día mis ojos se encontraron con los Suyos, y entonces
Mis dedos se abrieron y mi corazón. Y cuando
Miré hacia otro lado, una estrella estaba en mi mano;
Otra en mi corazón. Escuché, y
Su voz me dijo en silencio: “Ahora vete
Y no odies más”. Y yo le dije: “Que así sea”.»
(Los Regalos de Dios, p. 45)
🔹️(3:3-4) «Los enfermos se levantarán, curados ya de sus pensamientos enfermizos. Los ciegos podrán ver y los sordos oír.»
Este pasaje es tomado de las famosas declaraciones de Isaías (26:19; 35:5-6), las cuales fueron usadas en el Nuevo Testamento como señales de la venida del Reino (Mateo 10:1,8a; 11:5). En Un Curso de Milagros, sin embargo, Jesús no quiere decir esto literalmente en términos del fin de los síntomas físicos, sino como el fin del sistema de pensamiento ilusorio que fabricamos, que dio lugar a la ilusión de enfermedad. Así él dice al principio del texto:
“Los milagros te capacitan para curar a los enfermos y resucitar a los muertos porque tanto la enfermedad como la muerte son invenciones tuyas, y, por lo tanto, las puedes abolir. Tú mismo eres un milagro, capaz de crear a semejanza de tu Creador. Todo lo demás no es más que tu propia pesadilla y no existe. Sólo las creaciones de luz son reales.” (T-1.I.24)
Este hermoso cierre de “La canción olvidada” describe el fin de la ceguera y la restauración a nuestra conciencia de la visión del Hijo no separado de Dios:
“Y ahora los ciegos pueden ver, pues esa misma canción que entonan en honor de su Creador los alaba a ellos también. La ceguera que inventaron no podrá resistir el vibrante recuerdo de esta canción. Y contemplarán la visión del Hijo de Dios, al recordar quién es aquel al que cantan. ¿Qué es un milagro, sino este recordar? ¿Y hay alguien en quien no se encuentre esta memoria? La luz en uno despierta la luz en los demás. Y cuando la ves en tu hermano, la recuerdas por todos.” (T-21.I.10)
🔹️(3:5) «Los afligidos abandonarán su duelo, y sus lágrimas de dolor se secarán cuando la risa de felicidad venga a bendecir al mundo.»
Volveremos a este tema de la risa, que también tiene referentes bíblicos:
“Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho.” (Isaías 25:8)
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” (Apocalipsis 21:4)
Estas son las lágrimas felices de perdón que deshacen el dolor de nuestra culpabilidad y temor, y nos sonreímos gentilmente a medida que se desvanecen.
📘(4:1) «Repite el Nombre de Dios y todo nombre nimio deja de tener significado.»
Los “nombres nimios”, como veremos en la próxima lección, son nuestras relaciones especiales. Estos se desvanecen en la nada que siempre fueron cuando nos damos cuenta de que sólo hemos querido el Amor de Dios, y que siempre estuvo ahí. ¿Quién podría afirmar en su sano juicio que cualquier cosa aquí se compara con la paz y el gozo que viene cuando recordamos que estamos equivocados y que Dios tiene razón?
🔹️(4:2) «Ante el Nombre de Dios, toda tentación se vuelve algo indeseable y sin nombre.»
Todo lo que nos tienta en este mundo simplemente desaparecerá, porque si pierde su nombre, pierde su identidad. Una forma principal de otorgar realidad a las cosas aquí es nombrarlas, otro tema importante que se desarrollará en la próxima lección. La tentación es la creencia de que somos un cuerpo, “algo indeseable y sin nombre” que hemos elegido para reemplazar al glorioso Ser que Dios creó. Ya estamos familiarizados con estos dos pasajes relevantes:
“Así pues, mantente alerta contra la tentación, recordando que no es más que un deseo demente e insensato de convertirte en algo que no eres. Y piensa también en esa cosa que querrías ser en cambio. Pues de lo que esa cosa se compone es de locura, de dolor y muerte; de traición y de profunda desesperación, así como de sueños fallidos y de haber perdido toda esperanza, salvo la de morir, para así poner fin al sueño de miedo. Eso es todo lo que es la tentación; nada más.” (T-31.VII.14:1-4)
“La lección que la tentación siempre quiere enseñar, en cualquier forma en que se presente e independientemente de donde ocurra, es ésta: quiere persuadir al Hijo de Dios de que él es un cuerpo, nacido dentro de lo que no puede sino morir, incapaz de librarse de su flaqueza y condenado a lo que el cuerpo le ordene sentir. El cuerpo fija los límites de lo que el Hijo de Dios puede hacer. El poder del cuerpo es la única fuerza de la que el Hijo de Dios dispone y el dominio de éste no puede exceder el reducido alcance del cuerpo.” (T-31.VIII.1:1-3)
🔹️(4:3-5) «Repite Su Nombre, y verás cuán fácilmente te olvidas de los nombres de todos los dioses que honrabas. Pues habrán perdido el nombre de dios que les otorgabas. Se volverán anónimos y dejarán de ser importantes para ti, si bien, antes de que dejases que el Nombre de Dios reemplazase a sus nimios nombres, te postrabas reverente ante ellos llamándolos dioses.»
Llevar nuestros nombres al Nombre de Dios implica la conciencia de que nuestro especialismo trae dolor, no felicidad. Esta conciencia nos motiva a recurrir a la verdadera fuente de la felicidad: el pensamiento de Expiación en nuestras mentes. Jesús nos ofrece esta corrección, diciendo: “Aléjate de lo que no tiene valor y déjame enseñarte la falta de valor de todo lo mundano. En cambio, recurre a lo único que tiene valor: estar fuera del sueño conmigo y mirar los “pequeños nombres” de los ídolos de especialismo del ego”. Así, él enseña en el texto:
“Todos los ídolos de este mundo fueron concebidos para impedirte conocer la verdad que se encuentra en tu interior y para que le fueses leal al sueño de que para ser íntegro y feliz tienes que encontrar lo que se encuentra fuera de ti mismo. Es inútil rendirle culto a los ídolos y esperar hallar paz. Dios mora en tu interior, y tu plenitud reside en Él. Ningún ídolo puede ocupar Su lugar. No recurras a ídolos. No busques fuera de ti mismo.” (T-29.VII.6)
📘(5:1-2) «Repite el Nombre de Dios e invoca a tu Ser, Cuyo Nombre es el Suyo. Repite Su Nombre, y todas las cosas insignificantes y sin nombre de la tierra se ven en su correcta perspectiva.»
La “correcta perspectiva” es ver el mundo como un aula. No se me pide que lo deje ir todo, sino simplemente que cambie mi perspectiva – el cambio de figura y fondo del que hablamos antes. Hacer ese cambio significa que el mundo ya no es algo que deseo o que quiero evitar, sino un salón de clases en el que elijo a un maestro diferente, que me ayudará a percibir más adecuadamente “las pequeñas cosas de Dios”, como tiernamente expresa el poema “pequeño” de Helen del mismo nombre – la visión infantil que surge cuando dejamos de lado las “las cosas [de separación] insignificantes y sin nombre de la tierra “.
«Los jardines están llenos de pequeñas cosas de Dios
Que cantan y trinan en una voz minúscula,
Y se mueven de hoja en hoja a través de la hierba.
Brillan con la mañana y resplandecen en la noche,
Y a través de la brisa del día y del zumbido y los giros,
Rodando entre las flores mientras viven
Sus pequeñas vidas, y luego desaparecen.
Sin embargo, cuando entren en la eternidad,
Serán parte de Dios junto conmigo.»
(Los Regalos de Dios, p. 14)
🔹️(5:3-4) «Aquellos que invocan el Nombre de Dios no pueden confundir lo que no tiene nombre con el Nombre, el pecado con la gracia, ni los cuerpos con el santo Hijo de Dios. Y si te unes a un hermano mientras te sientas con él en silencio y repites dentro de tu mente quieta el Nombre de Dios junto con él, habrás edificado ahí un altar que se eleva hasta Dios Mismo y hasta Su Hijo.»
Para hacer este punto de nuevo, Jesús no se refiere a mantras o rituales vacíos. Cuando estés con alguien, no grites el Nombre de Dios – ¡ni siquiera sabes el Nombre! El significado de Jesús es que cuando te des cuenta de la necesidad de complacer tu especialismo y adorar en su altar, ve a tu mente y pide ayuda para ver a esta persona de otra manera. Este es el significado de repetir el Nombre de Dios. Si no entiendes este significado, el libro de ejercicios se convertirá en una serie de ejercicios simplones, que inevitablemente te decepcionarán cuando los resultados que esperabas no estén disponibles. “Invocar el Nombre de Dios” simboliza la corrección para los nombres de especialismo que has elegido. El “altar” del que habla Jesús – como lo hace a lo largo de Un Curso de Milagros – está en nuestras mentes. Anteriormente había estado goteando sangre porque elegimos al ego como nuestro guía, pero ahora está lleno de azucenas de perdón – el altar de la gracia al que llevamos lo que no tiene nombre al Nombre, el cuerpo a la mente:
“La gracia no se le otorga al cuerpo, sino a la mente. Y la mente que la recibe mira instantáneamente más allá del cuerpo, y ve el santo lugar donde fue curada. Ahí es donde se alza el altar en el que la gracia fue otorgada, y donde se encuentra. Ofrécele, pues, gracia y bendiciones a tu hermano, pues te encuentras en el mismo altar donde se os otorgó la gracia a ambos. Y dejad que la gracia os cure a la vez, para que podáis curar mediante la fe.” (T-19.I.13)
📘(6:1-4) «Practica sólo esto hoy: repite el Nombre de Dios lentamente una y otra vez. Relega al olvido cualquier otro nombre que no sea el Suyo. No oigas nada más. Deja que todos tus pensamientos se anclen en esto.»
Podemos ver que Jesús usa “repite el Nombre de Dios” como lo haría un compositor con una frase musical. Aquí se convierte en el medio para que nos pida que traigamos nuestros pensamientos de especialismo al Nombre, liberándolos así.
🔹️(6:5-6) «No usaremos ninguna otra palabra, excepto al principio, cuando repetimos la idea de hoy una sola vez. Y entonces el Nombre de Dios se convierte en nuestro único pensamiento, nuestra única palabra, lo único que ocupa nuestras mentes, nuestro único deseo, el único sonido que tiene significado y el único Nombre de todo lo que deseamos ver y de todo lo que queremos considerar nuestro.»
Si mi nombre es el de Dios, no hay lugar para la identidad personal o los nombres específicos con los que llamo a todos y a todo lo demás. Una vez más, Jesús no se refiere a un nombre en sí mismo, sino al sistema de pensamiento de separación y la corrección de la mentalidad errónea con la que nos hemos identificado. El darme cuenta de que soy uno con Dios significa que estoy unido con la Filiación, porque he llegado a comprender el carácter divisivo de mi forma previa de pensar y percibir.
📘(7:1) «De esta manera extendemos una invitación que jamás puede ser rechazada.»
Invitamos a Dios a entrar. Él no puede negarse porque está dentro de nuestras mentes. Sin embargo, la invitación es realmente para nosotros mismos, que tampoco puede ser rechazada porque estamos en la Mente de Dios.
🔹️(7:2-5) «Y Dios vendrá, y Él Mismo responderá a ella. No pienses que Él oye las vanas oraciones de aquellos que lo invocan con nombres de ídolos que el mundo tiene en gran estima. De esa manera nunca podrán llegar a Él. Dios no puede oír peticiones que le pidan que no sea Él Mismo o que Su Hijo reciba otro nombre que no sea el Suyo.»
Este párrafo merece un poco de discusión. Es significativo porque resalta los diferentes niveles en los que Jesús nos habla en Un Curso de Milagros. No entender estos niveles inevitablemente resulta en una mala interpretación y distorsión de sus enseñanzas, y luego, con la misma seguridad, en su mala aplicación. Jesús declara explícitamente que Dios no escucha nuestras “vanas oraciones”. En otra parte, afirma que Dios no entiende las palabras, ya que fueron hechas para mantenernos separados de Él (M-21.1: 7). Sin embargo, la Parte II del libro de ejercicios consiste en oraciones de nosotros a Dios el Padre. Sin embargo, Jesús no está siendo inconsistente, tampoco es él tratando de confundirnos. Él simplemente enseña en diferentes niveles, de acuerdo con nuestros diferentes niveles de aprendizaje. La Fundación publica muchos libros y cintas que tratan este tema, por lo que lo discutiré aquí brevemente.
La corrección para los malentendidos de la oración se encuentra en «El Canto de Oración», una de las razones de su escritura. Al comienzo de “La verdadera oración” (S-1.I.2), Jesús menciona que a veces nos dice que solo hay un problema y una respuesta, y otras veces muchos problemas y muchas respuestas; y, además, que el Espíritu Santo proporcionará las respuestas específicas que necesitamos. Luego explica que esto no es contradictorio en la oración, lo que significa que cuando pensamos en el viaje a casa como un «proceso» de subir una escalera, entenderemos que nos habla de manera diferente – en los diferentes peldaños de la escalera – en diferentes momentos. Sus declaraciones, por lo tanto, no son contradictorias, porque su propósito sigue siendo el mismo: ayudarnos a subir la escalera y regresar a casa. En la medida en que nos identifiquemos con el cuerpo – los peldaños más bajos de la escalera – creeremos que somos personas específicas con necesidades específicas y, por lo tanto, creeremos que Dios, Jesús y el Espíritu Santo responden a solicitudes específicas. Debido a que eso es lo que creemos, algunos pasajes reflejan el lenguaje de esta identificación corporal – es decir, específica. Sin embargo, si eso es todo lo que crees y no avanzas en la escalera, tu solicitud se convierte en “pedir-para-destruir”. Como lo explica Jesús:
“Pedir lo específico es muy similar a reconocer el pecado y luego perdonarlo.” (S-1.I.4:2)
Por lo tanto, no es incorrecto ni pecaminoso pedir por específicos, pero sí indica que estás en los peldaños más bajos de la escalera, junto con la mayoría de los demás.
Un Curso de Milagros no está escrito para gigantes espirituales, sino para estudiantes que están en la parte inferior de la escalera y, por lo tanto, todavía se identifican con el mundo y el cuerpo del ego. El objetivo de estos pasajes en el libro de ejercicios, así como de muchos otros, es hacernos entender que Jesús nos guía a través de la escalera. A medida que avanzamos gradualmente, nos damos cuenta de que pedir por específicos nos arraiga a la parte inferior, en lugar de ayudarnos a llegar a la cima. Sin embargo, tenemos que empezar. Por lo tanto, el libro de ejercicios – dirigido a los estudiantes que están comenzando su trabajo con el Curso – establece que debes pedirle al Espíritu Santo cosas específicas. Recuerde la lección anterior donde – increíblemente – Jesús dice que le pidamos a nuestro Padre que nos diga qué hacer (Lección 71), mientras que aquí, en la Lección 183, nos dice que Dios no escucha nuestras vanas oraciones. La belleza de Un Curso de Milagros es que Jesús nos encuentra donde creemos que estamos. Sin embargo, su amor es tal que no quiere que nos quedemos allí. Necesitamos tomar su mano y preguntarle por las cosas específicas que queremos, como lo hizo Helen; pero para recordar, como le recordó a su escriba, que si continuamos así indefinidamente, nos perjudicará. La aceptación de Helen de esto fue el estímulo para la enseñanza correctiva que se encuentra en el anexo. Jesús le dijo – como lo describí en el libro «Ausencia de Felicidad» (pp. 441-55) – no te has equivocado al pedir, pero podemos hacerlo mejor. Continuó diciendo que habría una serie de lecciones que presentarían el pedir “mejor”. Esta serie de lecciones evolucionó en el anexo.
Por lo tanto, no es incorrecto pedirle a Jesús por específicos. De hecho, sería una tontería no hacerlo, si esa es tu necesidad. De hecho, al principio, la necesidad de todos es específica, y solo sería arrogante pensar que uno está más allá de eso. Mientras te mires en el espejo y veas a alguien mirando de vuelta, necesitas pedir ayuda específica. Sin embargo, el punto de este pasaje es que aprendes a no estar contento con la pequeñez del ego cuando puedes tener todo; no te contentas con algunas migajas para satisfacer momentáneamente tu hambre, cuando puede tener todo el banquete y nunca volver a pasar hambre:
“Aquí [en el mundo] el Hijo de Dios no pide mucho, sino demasiado poco.” (T-26.VII.11:7)
Una vez más, el decir no invocar a Jesús para pedir por específicos no significa que te sientas culpable cuando lo haces, ni que niegues tus experiencias. Su propósito es que te des cuenta de cuánto ofrece Un Curso de Milagros. Mírate a ti mismo como un niño pequeño, suave y amorosamente guiado en la escalera por tu hermano mayor para que puedas regresar a casa – recuerda la lección anterior que hablaba de Cristo apareciendo como un niño pequeño. Los niños pequeños necesitan cosas específicas de sus padres. Sin embargo, necesitan crecer. Si siempre estás pidiendo por específicos, refleja la autoimagen de un niño que necesita un hermano mayor «todo el tiempo». No hay duda de que la imagen de Jesús (o un símbolo comparable) como guía es esencial para cualquier persona en el camino espiritual. Sin embargo, si sigues siendo un «pequeño» hermano, nunca despertarás. Jesús nos dice tan a menudo que somos lo mismo, y pedir por específicos niega esa igualdad, afirmando en cambio: “Tú y yo somos diferentes. Por favor, nunca me dejes, porque siempre te necesito ”. Él «nunca» te abandonará, pero tú tampoco abandonarás tu hogar terrenal.
Una vez más, no te sientas culpable porque pides por específicos, pero date cuenta de que esto es solo el comienzo del viaje. Si realmente estás dispuesto a despertar del sueño del mundo, necesitas ir más allá de la pequeñez de la infancia a la madurez, por lo que ya no necesitará a Jesús como maestro (T-4.I.6: 3). Entonces te darás cuenta de que eres el adulto espiritual que él es – de hecho, el «mismo» Adulto, como todos los demás. El propósito de esta y la siguiente lección, por lo tanto, es que nos demos cuenta – como dije al principio – de que nosotros y Dios somos uno. Para afirmarlo una vez más, pedir continuamente a Dios por las pequeñas cosas específicas es ver una diferencia y «sólo» una diferencia, reforzando así el sistema de pensamiento de diferenciación del ego. El objetivo de nuestro trabajo con el Curso es que Jesús nos guíe a la feliz realización de que somos uno, porque la separación de nuestra Fuente nunca sucedió en la realidad.
📘(8:1-2) «Repite el Nombre de Dios, y lo estarás reconociendo como el único Creador de la realidad. Y estarás reconociendo asimismo que Su Hijo es parte de Él y que crea en Su Nombre.»
Aquí una vez más está la idea de que somos parte de Dios, no separados de Él. Sin embargo, cuando le pides ayuda específica a Él o al Espíritu Santo, afirmas tu separación. Jesús nos recuerda que somos uno con nuestra Fuente, “creando en Su Nombre”. Recuerda este pasaje del texto:
“El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Uno, de la misma manera en que todos tus hermanos están unidos en la verdad cual uno. Cristo y Su Padre jamás han estado separados, y Cristo mora en tu entendimiento, en aquella parte de ti que comparte la Voluntad de Su Padre.” (T-25.I.5:3-4)
Sin embargo, este entendimiento no puede llegar a nosotros como niños pequeños, lejos de casa, sino sólo a los adultos, cuando nos despertamos del sueño y nos damos cuenta de nuestra Identidad como Cristo.
🔹️(8:3-5) «Siéntate en silencio y deja que Su Nombre se convierta en la idea todo abarcadora que absorbe tu mente por completo. Acalla todo pensamiento excepto éste. Deja que ésta sea la respuesta para cualquier otro pensamiento, y observa cómo el Nombre de Dios reemplaza a los miles de nombres que diste a todos tus pensamientos, sin darte cuenta de que sólo hay un Nombre para todo lo que existe y jamás existirá.»
Es nuestra función silenciar el ego; Jesús no puede hacer esto por nosotros. Invocar el Nombre de Dios es la corrección de mentalidad correcta para nuestro pensamiento de mentalidad errada. Sin embargo, no podemos corregir los pensamientos de mentalidad errada a menos que primero nos demos cuenta de que los tenemos. Por eso, para enfatizar una vez más, este no es un curso sobre el amor, la verdad y la realidad, sino sobre deshacer la culpa, el miedo y el especialismo al elegir a Jesús en el silencio del instante santo, trayendo nuestros pequeños pensamientos de odio a su único pensamiento de amor:
“Aguardemos luego un instante y estemos muy quietos, olvidándonos de todo lo que habíamos creído oír y recordando cuán poco sabemos…Estáte muy quedo y escucha. Despeja tu mente de viejas ideas…Ven sin ningún pensamiento de nada que hayas aprendido antes, y deja a un lado todas las imágenes que has inventado. Lo viejo y decrépito se derrumbará ante lo nuevo tanto si te opones a ello como si lo apoyas…Nada te hará daño en este santo lugar adonde vienes a escuchar en silencio y a aprender qué es lo que realmente quieres. Esto será lo único que se te pedirá aprender. Mas al oírlo, comprenderás que lo único que necesitas hacer es abandonar los pensamientos que ya no deseas y que nunca fueron verdad.” (T-31.II.6:4; 7:2-3; 8:2-3, 6-8)
📘(9:1-3) «Hoy puedes alcanzar un estado en el que experimentarás el don de la gracia. Puedes escaparte de todas las ataduras del mundo, y ofrecerle a éste la misma liberación que tú has encontrado. Puedes recordar lo que el mundo olvidó y ofrecerle lo que tú has recordado.»
Lo que el mundo ha olvidado, ahora lo podemos recordar: el amor lleno de paz que ofrecemos a los demás por su presencia en nosotros. Este tema de olvidar el ego y recordar a Dios – a través del perdón – recuerda estos pasajes del texto:
“Te has olvidado de Él [Dios], pero el Espíritu Santo entiende que tu olvido tiene que ser transformado en una forma de recordar.” (T-7. IV.4:4)
“Los sueños de perdón son benévolos con todo aquel que forma parte de ellos. Y así, liberan completamente al soñador de los sueños de miedo. Él deja entonces de tener miedo de sus propios juicios, pues no ha juzgado a nadie…Y ahora recuerda continuamente lo que había olvidado cuando los juicios parecían ser la manera de salvarle de la sanción que ellos mismos imponen.” (T-29.IX.10:3-6)
🔹️(9:4-5) «Puedes también aceptar el papel que te corresponde desempeñar en su salvación, así como en la tuya propia. Y ambas se pueden lograr perfectamente.»
Nuestro papel, por supuesto, es el perdón.
📘(10:1-2) «Recurre al Nombre de Dios para tu liberación y se te concederá. No se necesita más oración que ésta, pues encierra dentro de sí a todas las demás.»
Este es el punto que discutimos anteriormente con respecto a «El Canto de Oración», similar a la siguiente declaración familiar en el texto:
“La oración es una forma de pedir algo…Mas la única oración que tiene sentido es la del perdón porque los que han sido perdonados lo tienen todo. Una vez que se ha aceptado el perdón, la oración, en su sentido usual, deja de tener sentido. La oración del perdón no es más que una petición para que puedas reconocer lo que ya posees.” (T-3.V.6:1, 3-5)
En el anexo, Jesús cita el famoso pasaje del Sermón de la Montaña:
“Mas buscad primeramente el Reino de Dios… y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33):
“En la verdadera oración sólo escuchas el canto. Todo lo demás es simplemente agregado. Has buscado primero el Reino de los Cielos, y ciertamente, todo lo demás se te ha dado por añadidura.” (S-1.I.3:4-6)
Si te enfocas en los específicos, nunca prestarás atención al amor no-específico que realmente deseas. Al identificarte con la canción de amor en lugar de sus partes específicas, tus necesidades serán atendidas y no será necesario pedirlas. ¿Cómo puedes tener una necesidad cuando te has identificado con el Amor de Dios? Todas las peticiones específicas, vanas preguntas, y necesidades urgentes desaparecen en la experiencia del amor de Jesús, el reflejo del Cielo. Recordemos este importante pasaje:
“El secreto de la verdadera oración es olvidar las cosas que crees necesitar. Pedir lo específico es muy similar a reconocer el pecado y luego perdonarlo. De la misma manera, también en la oración pasas por encima de tus necesidades específicas tal como tú las ves, y las abandonas en Manos de Dios. Allí se convierten en tus regalos para Él, pues Le dicen que no antepondrías otros dioses a Él; ningún Amor que no sea el Suyo. ¿Cuál otra podría ser Su Respuesta sino tu recuerdo de Él? ¿Puede esto cambiarse por un trivial consejo acerca de un problema de un instante de duración? Dios responde únicamente por la eternidad. Pero aun así todas las pequeñas respuestas están contenidas en ésta.” (S-1.I.4)
Recurrir al Nombre de Dios significa recurrir a Jesús como su símbolo. Hemos visto la discusión de Jesús sobre lo que significa invocar el nombre de Jesucristo (M-23.4). Él hace el mismo punto aquí de simbolizar el amor que no es de este mundo. Invocar su nombre no es un mantra o una fórmula para el éxito, pero sí requiere un sistema de pensamiento que refleje el Amor de Dios, todo lo contrario de todo lo que este mundo ofrece. Jesús continúa:
🔹️(10:3) «Las palabras son irrelevantes y las peticiones innecesarias cuando el Hijo de Dios invoca el Nombre de su Padre.»
Para recapitular, cuando comienzas el viaje, pedir por específicos es importante como una forma de reforzar tu relación con Jesús. Permanece en esta etapa, sin embargo, y no progresarás para aprender la totalidad de su sistema de pensamiento de mentalidad correcta. Puedes experimentar recibir la ayuda específica para preguntas específicas, pero siempre existe el peligro de no recurrir al amor abstracto del Cielo. Por lo tanto, utiliza la petición específica como comienzo del viaje, pero no te detengas allí.
🔹️(10:4-6) «Los Pensamientos de su Padre se vuelven los suyos propios. El Hijo de Dios reivindica su derecho a todo lo que su Padre le dio, le está dando todavía y le dará eternamente. Lo invoca para dejar que todas las cosas que creyó haber hecho queden sin nombre ahora, y en su lugar el santo Nombre de Dios se convierta en el juicio que él tiene de la intranscendencia de todas ellas.»
Todas las cosas que pensábamos que eran reales se han quedado sin nombre, lo que significa que ya no son importantes para nosotros. Pero no tomes esto literalmente. Por ejemplo, Jesús no se refiere a que debamos olvidar los nombres de nuestros familiares o amigos. Se refiere a un cambio de perspectiva, en el que las cosas del mundo ya no importan, ya que hemos reconocido su inherente falta de valor. A medida que esta perspectiva cambia cada vez más, no solo las cosas mundanas habrán perdido su valor, nos daremos cuenta de que simplemente eran figuras en un sueño. Por lo tanto, miramos a nuestros ídolos especiales y nos damos cuenta de su inutilidad. Esto se puede hacer sólo desde una perspectiva nacida fuera del sueño, por encima del campo de batalla del ego. De lo contrario, permanecemos en la negación y propensos a la proyección, buscando hacer que otros sean responsables de nuestro sentido personal de falta de valía.
📘(11) «Todo lo insignificante se acalla. Los pequeños sonidos ahora son inaudibles. Todas las cosas vanas de la tierra han desaparecido. El universo consiste únicamente en el Hijo de Dios, que invoca a su Padre. Y la Voz de su Padre responde en el santo Nombre de su Padre. La paz eterna se encuentra en esta eterna y serena relación, en la que la comunicación transciende con creces todas las palabras, y, sin embargo, supera en profundidad y altura todo aquello que las palabras jamás pudiesen comunicar. Queremos experimentar hoy esta paz en el Nombre de nuestro Padre. Y en Su Nombre se nos concederá.»
Cuando elegimos a Jesús como nuestro maestro, invocamos el Nombre de Dios, y en ese instante santo las “cosas insignificantes” se aquietan – los específicos de la vida dejan de exigir, y por lo tanto son acallados. No han desaparecido de la conciencia, pero el valor y la importancia que les dimos han desaparecido.
Cerramos con otro de los pequeños poemas de Helen. “The Mirrors of Christ” describe dulcemente el cambio de percepción que hemos descrito, que nos lleva de la turbulencia a la paz, del pasado amargo al presente tranquilo, de los nombres de las ilusiones al Nombre eterno que compartimos con Dios:
«Pasa una brisa. Un pequeño lago salta,
Centellea en un instante y se queda quieto.
Un arroyo salta por la ladera, y se mantiene
Dentro de la copa que las montañas unidas llenan.
Un estanque se encrespa por un instante cuando
Una tormenta altera su suavidad y vuelve a su tranquilidad habitual.
El mar se sumerge en un profundo remolino, y se eleva
Para atrapar la luna. Así todas las cosas llegan a la paz,
Lejos de las turbulencias y del pasado,
Unidas en la salvación, para convertirse por fin
En los espejos silenciosos del rostro de Cristo.»
(Los Regalos de Dios, p. 22)”
~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.