Lección 198

SÓLO MI PROPIA CONDENACIÓN ME HACE DAÑO. (Lección 198)
Esta es otra lección en la serie actual donde Jesús enfatiza que somos responsables de lo que sentimos, ya sea gratitud, daño o pensamientos de victimización. En otras palabras, el mundo en sí mismo no tiene poder sobre nosotros, ya que nuestro dolor y alegría solo vienen de la decisión de la mente. Por lo tanto, cuando parece que Un Curso de Milagros es imposible de hacer, y mucho menos de entender, es porque creemos que el sistema de pensamiento del ego es todo poderoso, en el cual somos víctimas indefensas e incapaces de cambiar. Jesús enseña, sin embargo, que hay esperanza, porque el poder de hacernos miserables descansa dentro de nosotros, y no hay nada afuera que pueda dañarnos de ninguna manera. De nuevo, la desesperanza de aprender este curso proviene simplemente de no aceptar las lecciones de Jesús sobre la mente. Esto se expresa de diferentes maneras a lo largo de esta lección, que se enfoca casi exclusivamente sobre el perdón - el poder de la mente para elegir de nuevo. Así perdonamos a otros por lo que no han hecho, porque no nos han hecho infelices ni nos han causado dolor.
📘(1:1-4) El daño es imposible. Y, sin embargo, las ilusiones forjan más ilusiones. Si puedes condenar, se te puede hacer daño. Pues habrás creído que puedes hacer daño, y el derecho que te prescribes puede ahora usarse contra ti, hasta que renuncies a él por ser algo sin valor, indeseable e irreal.
Desde el punto de vista de Jesús - fuera del sueño, a donde nos llama a unirnos a él - el daño y la muerte son imposibles. Sin embargo, mientras hagamos realidad el sistema de pensamiento de separación, lo que significa que asesinamos a Dios para poder vivir, esos pensamientos ilusorios producen un mundo y un cuerpo igualmente ilusorios - "las ilusiones forjan más ilusiones". Si creemos que hemos condenado a Dios, debemos creer que podemos ser heridos por Él, porque nuestro pecado exige que seamos castigados. Lo mismo ocurre con nuestras experiencias en el mundo: si atacamos a otros, creeremos que se usará un ataque contra nosotros. Habiéndolo hecho realidad, vemos como el ataque sigue su curso "natural" de ataque y se sigue reproduciendo a sí mismo:
Al creer que tu ataque contra la verdad ha tenido éxito, creerás que el ataque tiene poder. (T-11.V.10:6)
Por lo tanto, creemos que el poder de nuestro ataque - el pecado - justifica nuestra culpa, que luego exige nuestro castigo por un ataque proveniente de otro. Esta dinámica de miedo al castigo engendrada por la culpa proyectada sobre los pensamientos de ataque se expresa en este pasaje que he citado antes:
Por eso es por lo que los que proyectan se preocupan tanto por su seguridad personal. Temen que sus proyecciones van a retornar a ellos y hacerles daño. Puesto que creen haberlas desalojado de sus mentes, creen también que esas proyecciones están tratando de volverse a adentrar en ellas. Pero como las proyecciones no ha abandonado sus mentes se ven obligados a mantenerse continuamente ocupados a fin de no reconocer esto. (T-7.VIII.3:9-12)
Por lo tanto, la culpa exige que los pensamientos de ataque que desplazamos a otros sean infligidos a nosotros de vuelta. Esto garantiza la defensa, la "actividad constante" necesaria para protegernos a nosotros mismos de reconocer lo que la proyección ha forjado y la culpa ha protegido.
Nuevamente, al establecer mi identidad separada por el ataque - ataqué a Dios para poder existir - he hecho que el ataque sea real. Debido a la proyección, debo creer que se utilizará el ataque contra mí. Esta locura continúa hasta que me doy cuenta de que el ataque, la condena y el dolor no tienen valor para mí. Esta realización ocurre en el instante santo, cuando salgo del sueño con Jesús para finalmente ver lo que el ego ha estado haciendo, y las desastrosas consecuencias de haberme identificado con su sistema de pensa-miento de culpa y odio. Recordemos estas líneas:
El mundo que ves es el resultado inevitable de la lección que enseña que el Hijo de Dios es culpable. Es un mundo de terror y desesperación. En él no hay la más mínima esperanza de hallar felicidad. Ningún plan que puedas idear para tu seguridad tendrá jamás éxito. No puedes buscar dicha en él y esperar encon-trarla. (T-31.I.7:4-8)
🔹️(1:5) La ilusión dejará entonces de tener efectos, y aquellos que parecía tener quedarán anulados.
El sistema de pensamiento de la mente se deshará, junto con sus efectos aparentes - el dolor y el sufrimiento - cuando estoy fuera del sueño y ya no me experimento como un cuerpo. Recordemos esta discusión sobre la decisión de nuestra mente de estar enfermo: su poder contra la impotencia del cuerpo:
… la enfermedad es una elección, una decisión….. La curación es directamente proporcional al grado de reconocimiento alcanzado con respecto a la falta de valor de la enfermedad. Sólo con decir: “Con esto no gano nada” uno se curaría. Pero antes de uno poder decir esto, es preciso reconocer ciertos hechos. En primer lugar, resulta obvio que las decisiones son algo propio de la mente, no del cuerpo. Si la enfermedad no es más que un enfoque defectuoso de solventar problemas, tiene que ser entonces una decisión. Y si es una decisión, es la mente y no el cuerpo, la que la toma. (M-5.I.1:4; II.1:1-6)
Por lo tanto, al deshacer la causa - la decisión de ser un cuerpo enfermo - también deshacemos el efecto - el síntoma físico (o psicológico).
🔹️(1:6) Entonces serás libre, pues la libertad es tu regalo, y ahora puedes recibir el regalo que has dado.
La libertad de la que habla Jesús, como veremos en un momento, es el perdón. Esto me permite liberarte de la prisión de culpa en la que te puse, y al mismo tiempo - ya que las mentes están unidas - me libera de la misma prisión. Ten en cuenta esta similar declaración del texto:
A todo aquel que perdonas se le concede el poder de perdonarte a ti tus ilusiones. Mediante tu regalo de libertad te liberas tú. (T-29.III.3:12-13)
📘(2:1-3) Condena y te vuelves un prisionero. Perdona y te liberas. Ésta es la ley que rige a la percepción.
Como eres parte de mí, cuando te ataco también me ataco a mí mismo, y ambos lo seremos encarcelados en la cárcel del odio. Cuando elijo liberarme del odio, sin embargo, también te libero. Es importante recordar que esto no tiene nada que ver con tu experiencia de ti mismo, sino solo con cómo te veo; una elección que refleja cómo me veo a mí mismo - condenado o libre:
Lo único que debes perdonar son las ilusiones que has albergado contra tus hermanos. Su realidad no tiene pasado, y lo único que se puede perdonar son las ilusiones…. Libera a tus hermanos de la esclavitud de sus ilusiones, perdonándolos por las ilusiones que percibes en ellos. Así aprenderás que has sido perdonado, pues fuiste tú quien les ofreció ilusiones. (T-16.VII.9:2-3,5-6)
🔹️(2:4) No es una ley que el conocimiento entienda, pues la libertad es parte del conocimiento.
El conocimiento - el Cielo, Dios, la verdad - no comprenden el perdón, ni la necesidad de corrección para experimentar la libertad, nuestro estado natural. Nuestra voluntad es parte de la Unidad de Dios, y así no puede haber pecado de separación para perdonar o deshacer. Sin embargo, dentro del sueño existe la necesidad de una verdadera percepción para corregir la falsa percepción del pecado y culpa del ego. Por lo tanto, necesitamos perdón, salvación y Expiación - que son uno y lo mismo, como leemos en este pasaje citado anteriormente:
El conocimiento no es el remedio para la percepción falsa, puesto que al proceder de distintos niveles, jamás pueden encontrarse. La única corrección posible para la percepción falsa es la percepción verdadera….. La percepción verdadera es un remedio que se conoce por muchos nombres. El perdón, la salvación, la Expiación y la percepción verdadera son todos una misma cosa. Son el comienzo de un proceso cuyo fin es conducir a la Unicidad que los trasciende a todos. La percepción verdadera es el medio por el que se salva al mundo de las garras del pecado, pues el pecado no existe. Y esto es lo que la percepción verdadera ve. (C-4.3:1-2,5-9; cursiva omitida)
🔹️(2:5-7) Por lo tanto, condenar es en realidad imposible. Lo que parece ser su influencia y sus efectos jamás tuvieron lugar en absoluto. No obstante, tenemos que lidiar con ellos por un tiempo como si en realidad hubiesen tenido lugar.
Jesús nuevamente proporciona su razón para hablar como si el mundo del cuerpo de tiempo y espacio fuese real; como si Dios nos conociera y creara el Espíritu Santo en respuesta a nuestras necesidades; como si tuviéramos que perdonar a alguien fuera de nosotros. Desde nuestra experiencia dualista exigimos que se dirija a nosotros de esa manera, hablamos de los Niveles Uno y Dos. El primero contrasta la realidad y la ilusión, mientras que el segundo contrasta con nuestras mentes errada y correcta, que se experimentan dentro del sueño. Como hemos visto: “Este curso opera dentro del marco de referencia del ego, pues ahí es donde se necesita” (C-in.3:1).
🔹️(2:8-10) Las ilusiones forjan más ilusiones. Excepto una. Pues el perdón es la ilusión que constituye la respuesta a todas las demás ilusiones.
Jesús señala muchas veces que el perdón es una ilusión. Por lo tanto, ¿cómo podría Dios tener algo que ver con eso? ¿Cómo pudo habernos dado el Espíritu Santo para que nos enseñe a perdonar, si Él no sabe de esto? Una vez más, estas son metáforas o símbolos que reflejan un amor más allá de ellos. Sin embargo, el perdón es la única ilusión que deshace el resto. No es la verdad, aunque le abre paso, ya que no se opone a su llegada. Esto simplemente elimina las barreras para que recordemos la verdad que siempre ha estado dentro nosotros. Recuerda este pasaje citado a menudo que refleja el discurso del Nivel Dos del Curso:
El perdón, entonces, es una ilusión, pero debido a su propósito, que es el del Espíritu Santo, hay algo en ella que hace que sea diferente. A diferencia de las demás ilusiones, nos aleja del error en vez de acercarnos a él.
Al perdón podría considerársele una clase de ficción feliz: una manera en la que los que no saben pueden salvar la brecha entre su percepción y la verdad. (C-3.1:3-2:1)
📘(3) El perdón desvanece todos los demás sueños, y aunque en sí es un sueño, no da lugar a más sueños. Todas las ilusiones, salvo ésta, no pueden sino multiplicarse de mil en mil. Pero con ésta, a todas las demás les llega su fin. El perdón representa el fin de todos los sueños, ya que es el sueño del despertar. No es en sí la verdad. No obstante, apunta hacia donde ésta se encuentra, y provee dirección con la certeza de Dios Mismo. Es un sueño en el que el Hijo de Dios despierta a su Ser y a su Padre, sabiendo que Ambos son uno.
El ataque genera ataque, la culpa fomenta culpa; sin embargo, el perdón, aunque es ilusorio en sí mismo, pone fin a las ilusiones en la mente que las eligió, pero que ahora elige en contra de ellas. Podríamos decir, entonces, que el perdón es el mecanismo del sueño feliz, que ayuda nos despertamos del sueño por completo, recordando Quiénes somos como el eterno Hijo de Dios.
Se te ofrece un sueño en el que tu hermano es tu salvador, no tu enemigo acérrimo. Se te ofrece un sueño en el que lo has perdonado por todos sus sueños de muerte: un sueño de esperanza que compartes con él, en vez de los sueños de odio y maldad que sueñas por tu cuenta….. Los sueños de perdón son medios para dejar de soñar con un mundo externo a ti. Y conducen finalmente más allá de todo sueño a la paz de la vida eterna. (T-29.V.7:1-2; 8:5-6)
📘(4:1) El perdón es el único camino que te conduce más allá del desastre, del sufrimiento y, final-mente, de la muerte.
Cambiar nuestras mentes a través del perdón es la salida de todo sufrimiento. De hecho, es la salida, porque solo deshace la culpa que es la fuente del sufrimiento. Al perdonar a nuestros hermanos por lo que no hicieron, demostramos la impotencia del pecado; así nuestro hermano será curado junto con nosotros, y la muerte se disolverá antes de que se oiga el "clarín que llama a la vida":
Y la desesperanza y la muerte no pueden sino desaparecer ante el ancestral clarín que llama a la vida. Esta llamada es mucho más poderosa que las débiles y miserables súplicas de la muerte y la culpabi-lidad. La ancestral llamada que el Padre le hace a Su Hijo, y el Hijo a los suyos, será la última trompeta que el mundo jamás oirá. Hermano, la muerte no existe. Y aprenderás esto cuando tu único deseo sea mostrarle a tu hermano que él jamás te hirió. Él cree que tiene las manos manchadas de tu sangre, y, por lo tanto, que está condenado. Mas se te ha concedido poder mostrarle, mediante tu curación, que su culpabilidad no es sino la trama de un sueño absurdo. (T-29.V.6:5-11)
🔹️(4:2) ¿Cómo podría haber otro camino cuando éste es el plan de Dios?
Jesús está hablando metafóricamente. El "plan" de Dios es Él Mismo: el principio de la Expiación que refleja la realidad de la perfecta Unidad de Dios.
🔹️📘(4:3-5:1) ¿Y por qué combatirlo, oponerse a él, hallarle mil faltas y buscar mil otras alternativas?¿No sería más sabio alegrarte de tener en tus manos la respuesta a tus problemas?
El tema de probar que Dios está equivocado y que nosotros estamos en lo correcto regresa. Es útil leer líneas como estas a menudo, y ver cómo una parte de nuestras mentes siempre se opone al "plan" de Dios e intenta demostrar que Él está equivocado. Este plan implica aprender que sentirse tratado injustamente es una decisión de la mente, no la culpa de otro, de una situación o de un cuerpo. Jesús así pregunta por qué nos opondríamos a este plan cuando él nos ha mostrado repetidamente que es el único que funciona. Para entender esto, primero debemos entender la estrategia del ego, que, al oponerse al plan de salvación, nos hace negar toda responsabilidad por nuestra infelicidad. Por lo tanto, Jesús dice: “Por favor no discutas conmigo, diciendo que tienes razón y que yo estoy equivocado. Eso no va a hacerte feliz". En otras palabras, cuando nos presentamos ante él con nuestra negativa a admitir nuestro error, nos dice suavemente, otra vez: "Dios, no obstante, sabe que eso no es posible" (T-23.I.2:7).
🔹️(5:2-3) ¿No sería más inteligente darle gracias a Aquel que te ofrece la salvación y aceptar Su regalo con gratitud? ¿Y no sería muestra de bondad para contigo mismo oír Su Voz y aprender las sencillas lecciones que Él desea enseñarte en lugar de tratar de ignorar sus palabras y substituirlas por las tuyas?
Durante todo el día, trata de ser lo más consciente posible de cómo te esfuerzas por demostrar que tienes razón y que Jesús está equivocado, y que este curso no funciona. Respondiendo a la queja de Helen, Jesús le preguntó si alguna vez había considerado que la razón por la que Un Curso de Milagros no funcionaba para ella era porque ella no había hecho lo que decía:
Tal vez te quejes de que este curso no es lo suficientemente específico como para poderlo entender y aplicar. Más tal vez no hayas hecho lo que realmente propugna. Éste no es un curso de especulación teórica, sino de aplicación práctica. (T-11.V.5:1-3)
Jesús le dice a Helen y a nosotros que debemos aceptar la responsabilidad de todo lo que sentimos, y no atribuírsela a otra cosa. Sin embargo, antes de que podamos tomar conciencia de nuestras proyecciones, necesitamos ver cuánto discutimos con su verdad y nos oponemos a ella en ambas formas, sutiles y no tan sutiles. Por lo tanto, cada vez que nos sentimos tratados injustamente, o incluso con una leve punzada de dolor, hay un pensamiento en nuestras mentes que dice: "Probaré que el plan de Dios no funciona, y mi infelicidad y dolor son la prueba". En el nivel más amplio, nuestra existencia misma es prueba de que no hay Dios, porque si Él es la Unidad perfecta, ¿cómo puedo existir en un cuerpo? Y si yo existo, Su Unidad debe haber sido eliminada. Todo esto solo demuestra el alcance de nuestra locura.
📘(6:1-3) Sus palabras darán resultado. Sus palabras sanarán. En Sus palabras yace toda la esperanza, bendición y dicha que jamás se pueda encontrar en esta tierra.
La esperanza nunca se encontrará en el mundo. Un Curso de Milagros, por otro lado, está lleno de esperanza cuando aceptas que ésta se encuentra dentro de tu mente, y no en algo externo. Para encontrar esa esperanza, debemos elegir contra la desesperanza del ego, como Jesús nos recuerda:
No pienses que puedes encontrar la felicidad siguiendo un camino que te aleja de ella. Eso no tiene sentido ni puede ser la manera de alcanzarla. Tú que piensas que este curso es demasiado difícil de aprender, déjame repetirte que para alcanzar una meta tienes que proceder en dirección a ella, no en dirección contraria. Y todo camino que vaya en dirección contraria te impedirá avanzar hacia la meta que te has propuesto alcanzar. (T-31.IV.7:1-4)
Una vez que elegimos contra la desesperanza y la desesperación, recordamos a nuestro Creador y Ser - Sus Pensamientos - y nos volvemos hacia Él. Así, la esperanza reemplaza a la desesperanza, la bendición a la maldición, y la alegría a todo miedo. Hemos encontrado nuestro camino a casa, como se expresa en estas palabras familiares y maravillosas:
¡Él no ha abandonados Sus Pensamientos! Pero tú olvidaste Su Presencia y no recordaste Su Amor. No hay senda en el mundo que te pueda conducir a Él, ni objetivo mundano que pueda ser uno con el Suyo….. ¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! Y así como Él no podría separarse de ellos, ellos no pueden excluirlo a Él de sí mismos. Moran unidos a Él, y en Su Unicidad Ambos se conservan intactos. No hay camino que pueda alejarte de Él, ni jornada que pueda llevarte más allá de ti mismo. ¡Qué absurdo y descabellado es pensar que puede haber un camino con semejante objetivo! ¿Adónde podría conducir? ¿Y cómo se te podría obligar a recorrerlo sin que tu propia realidad te acompañase? ... No puedes estar en ningún lugar, excepto donde Él está. Y no hay camino que no conduzca a Él. (T-31.IV.9:1-3; 10; 11:6-7)
🔹️(6:4-7) Sus palabras proceden de Dios, y te llegan con el amor del Cielo impreso en ellas. Los que oyen Sus palabras han oído el himno del Cielo. Pues éstas son las palabras en las que todas las demás por fin se funden en una sola. Y al desaparecer ésta, la Palabra de Dios viene a ocupar su lugar, pues entonces será recordada y amada.
Mediante la práctica diligente de las lecciones de Jesús, se deshace el error de separación y aceptamos la Expiación para nosotros mismos. Así, la Palabra de Dios toma el lugar de todos los pequeños sueños, y el recuerdo de Dios alborea en nuestras mentes cuando decimos un simple "Te amo" a nuestro hermano, que son todos los hermanos, como leemos en uno de los primeros poemas de Helen," El Saludo":
Di "Te amo" a todas las cosas vivientes,
Y pondrán su bendición sobre ti
Para mantenerte a salvo y seguro de
Que perteneces a Dios y Él a ti.
¿Qué sino "te amo" podría ser el saludo
De Cristo a Cristo, Quién lo recibe como de Sí Mismo?
¿Y quién eres tú sino el Hijo de Dios,
El Cristo a Quien Él le da la bienvenida?
(Los Regalos de Dios, p. 19) (En inglés)
Desde el párrafo 7 hasta el final de la lección, encontramos paralelos con “Pues Ellos han llegado” (T-26.IX), cuya belleza profunda quizás no coincida aquí, pero el lenguaje y algunos de los ritmos de las frases de la lección recuerdan esa bella sección. Además, el tema es el mismo: reemplazar la tierra ensangrentada de odio con el milagro del perdón:
📘(7:1-2) En este mundo parece haber diversos escondrijos donde la piedad no tiene sentido y el ataque parece estar justificado. Más todos son uno: un lugar donde la muerte es la ofrenda que se le hace al Hijo de Dios así como a su Padre.
No necesitamos buscar lejos para encontrar casos de crueldad en nuestro mundo, y algunos no estarían de acuerdo con que el ataque a menudo se justifica ante tanta crueldad e inhumanidad. A lo largo de Un Curso de Milagros, Jesús nos recuerda que, subyacente a nuestra experiencia en el mundo es el pensamiento de muerte del ego. Por difícil que sea aceptarlo, estamos realmente memorizando ese sistema de pensamiento, especialmente cuando nos sentimos injustamente tratados y justificados para atacar en defensa propia.
🔹️(7:3-7) Tal vez pienses que Ellos la han aceptado. Más si miras de nuevo allí donde antes contem-plaste Su sangre, percibirás en su lugar un milagro. ¡Qué absurdo creer que Ellos podían morir! ¡Qué absurdo creer que podías atacar! ¡Qué locura pensar que podías ser condenado y que el santo Hijo de Dios podía morir!
Creemos tácitamente que el Hijo de Dios y su Padre son parte de este sueño de muerte, ambos comprar-tiendo equitativamente su locura - la segunda y tercera leyes del caos: Dios está muerto porque lo asesiné para poder vivir; pero a su vez, muero por Su Mano como castigo por mi pecado. Esta tontería se deshace cuando miramos con Jesús la locura del ego y la reconocemos como tal. Así la tierra ha quedado limpia de toda mancha de sangre (T-26.IX.4:6), y la sangre del pecado y el odio es reemplazada por el milagro:
Donde antes se alzaba una cruz, se alza ahora el Cristo resucitado, y en Su visión las viejas cicatrices desaparecen. Un milagro inmemorial ha venido a bendecir y a reemplazar una vieja enemistad, cuyo fin era la destrucción. (T-26.IX.8:4-5)
📘(8:1) La quietud de tu Ser permanece impasible y no se ve afectada por semejantes pensamientos ni se percata de ninguna condenación que pudiera requerir perdón.
El Ser está fuera del sueño, no se ve afectado por nuestras imaginaciones febriles. Recuerda este hermoso pasaje cerca del final del texto, que describe el Pensamiento del Ser más allá del ídolo que adoramos como nosotros mismos:
Más allá de todo ídolo se encuentra el Pensamiento que Dios abriga de ti. Este Pensamiento no se ve afectado en modo alguno por la confusión y el terror del mundo, por los sueños de nacimiento y muerte que aquí se tienen, ni por las innumerables formas que el miedo parece adoptar, sino que, sin perturbarse en lo más mínimo, sigue siendo tal como siempre fue. Rodeado de una calma tan absoluta que el estruendo de batallas ni siquiera llega hasta él, dicho Pensamiento descansa en la certeza y en perfecta paz. Tú única realidad se mantiene a salvo en él, completamente inconsciente del mundo que se postra ante ídolos y no conoce a Dios. El Pensamiento que Dios abriga de ti, completamente seguro de su inmutabilidad y de que descansa en su eterno hogar, nunca ha abandonado la Mente de su Creador, al que conoce tal como su Creador sabe que dicho Pensamiento se encuentra en Su Propia Mente. (T-30.III.10)
🔹️(8:2-3) Pues los sueños, sea cual fuere su clase, son algo ajeno y extraño a la verdad. ¿Y qué otra cosa, sino la verdad, podría contener un Pensamiento que edifica un puente hasta ella misma para transportar las ilusiones al otro lado?
Todos los sueños - tanto de odio como de perdón - son desconocidos para la verdad y, sin embargo, la verdad se refleja en nuestros sueños a través del principio de Expiación, indicado aquí como el "Pensamiento" en mayúscula.
📘(9:1-4) Nuestras prácticas de hoy consisten en dejar que la libertad venga a establecer su morada en ti. La verdad deposita estas palabras en tu mente, para que puedas encontrar la llave de la luz y permitir que a la obscuridad le llegue su fin:
Sólo mi propia condenación me hace daño.
Sólo mi propio perdón me puede liberar.
Esta es la clave para Un Curso de Milagros, no solo para esta lección. Tanto el problema - nuestra elección equivocada - y su solución - nuestra elección de corregir ese error - están en nuestras mentes. Nuevamente, cuando sientas que el Curso no funciona para ti o que su logro es absolutamente inútil, es porque te niegas a aprender lo que está enseñando, la esencia de lo cual es que, ya que todo ocurre en la mente, no hay nada fuera de ella. Reconocer cuán extraño es esto para tu experiencia, independientemente de cuántos años hayas estudiado fielmente este curso, seguirá siendo extraño mientras creas que tu existencia es física. La idea, por lo tanto, no es negar tu experiencia corporal, sino ser consciente de que esta es la estrategia de tu ego. Al final, estás atrapado solo por la decisión de la mente de ser un cuerpo, condenado a una vida separada en el infierno.
🔹️(9:5-6) No olvides hoy que toda forma de sufrimiento oculta algún pensamiento que niega el perdón. Y que el perdón puede sanar toda forma de dolor.
Esto se remonta a la declaración resaltada en la Lección 193: "Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta de perdón” (L-pI.193.4:1). Aquí Jesús lo repite, en un idioma un poco más directo. Todo sufrimiento, independientemente de su forma, esconde un pensamiento que no perdona. Ya hemos visto el siguiente pasaje de Psicoterapia sobre la relación entre la enfermedad y la falta de perdón; esta clarificadora declaración merece otra mención:
La enfermedad adopta muchas formas, y lo mismo hace la falta de perdón. Las formas que adopta una no hacen sino reproducir las formas que adopta la otra, pues son la misma ilusión. Tan fielmente se traduce una a la otra, que un estudio riguroso de la forma que adopta una enfermedad revela claramente la forma de falta de perdón que representa. (P-2.VI.5:1-3)
Para reafirmar este punto, todo el dolor proviene de la culpa, que a su vez proviene de la decisión de la mente. Cuando cambiamos nuestras mentes a través del perdón, somos sanados porque la culpa se deshace. Es por eso que Jesús es tan enfático en enseñarnos, como tú puedes recordar:
Que entre las numerosas causas que percibías como responsables de tu dolor y sufrimiento, tu culpabilidad no era una de ellas. Ni tampoco eran el dolor y el sufrimiento algo que tú mismo hubieses pedido en modo alguno. Así es como surgieron todas las ilusiones. El que las teje no se da cuenta de que es él mismo quien las urde ni cree que la realidad de éstas dependa de él. Cualquiera que sea su causa, es algo completamente ajeno a él, y su mente no tiene nada que ver con lo que él percibe. (T-27.VII.7:4-8)
📘(10:1) Acepta la única ilusión que proclama que en el Hijo de Dios no hay condenación, y el Cielo será recordado instantáneamente, el mundo quedará olvidado y todas sus absurdas creencias quedarán olvidadas junto con él, conforme la faz de Cristo aparezca por fin sin velo alguno en este sueño de perdón.
En estas líneas se refleja lo que he mencionado anteriormente como la fórmula del Curso: ver la faz de Cristo en mi hermano y recordar a Dios. Ver la faz de Cristo en otros - su inocencia - es verla en mí. Esta visión deshace el sistema de pensamiento del ego, dejando que la Palabra de Dios alboree en mi mente como el recordatorio final de que nunca abandoné la Unidad de mi hogar. Aquí hay otro de los "pequeños poemas" de Helen - "La faz de Cristo" - que expresa muy bien este tema:
La faz de Cristo es totalmente inocente.
Nunca vio el pecado, ni sintió el dolor
De la condena y el ataque. Serena
Como la creación de Dios, y tan seguramente sostenida
Dentro del círculo dorado del Amor de Dios,
La faz de Cristo nunca ha conocido una lágrima,
Ni tampoco veía las ilusiones. Suya es la calma
Que Dios pretendía para Su santo Hijo,
Quién fue y es y será uno solo.
(Los Regalos de Dios, p. 11) (En inglés)
🔹️(10:2-4) Éste es el regalo que el Espíritu Santo te ofrece de parte de Dios tu Padre. Deja que el día de hoy sea celebrado tanto en la tierra como en tu santo hogar. Sé benévolo con Ambos, al perdonar las ofensas de las que pensaste que [Ellos] eran culpables, y ve tu inocencia irradiando sobre ti desde la faz de Cristo.
"Ambos" y "Ellos" están en mayúscula porque se refieren a Padre e Hijo, Dios y Cristo. Ser amable con Ambos significa perdonar a Dios - "el que no fuese Su Voluntad que tú fueses crucificado” (T-24.III.8:13) - y perdonarse a uno mismo. Aquí hay un pasaje paralelo de "Pues Ellos han llegado":
¡Sería mucho pedir que tuvieses un poco de confianza en aquel que te trae a Cristo para que todos tus pecados te sean perdonados, sin excluir ni uno solo que todavía quisieras valorar? No olvides que una sola sombra que se interponga entre tu hermano y tú nubla la faz de Cristo y el recuerdo de Dios. ¿E intercam-biarías Éstos por un odio inmemorial? El suelo que pisas es tierra santa por razón de Aquellos que, al estar ahí contigo, la han bendecido con Su inocencia y con Su paz. (T-26.IX.2)
📘(11) Ahora el silencio se extiende por todo el mundo. Ahora hay quietud allí donde antes había una frenética avalancha de pensamientos sin sentido. Ahora hay una serena luz sobre la faz de la tierra, que reposa tranquila en un dormir desprovisto de sueños. Y ahora lo único que queda en ella es la Palabra de Dios. Sólo eso puede percibirse por un instante más. Luego, los símbolos pasarán al olvido, y todo lo que jamás creíste haber hecho desaparecerá por completo de la mente que Dios reconoce para siempre como Su único Hijo.
El silencio alrededor del mundo refleja el silencio en mi mente, que proviene de darme cuenta de que los gritos estridentes del ego no eran nada. Esta frenética avalancha de pensamientos - todo lo que creemos - desaparece en el silencio "desprovisto de sueños" - el mundo real - al cual el perdón nos lleva gentilmente, y luego suavemente nos deja en Dios:
El perdón se desvanece y los símbolos caen en el olvido, y nada que los ojos jamás hayan visto o los oídos escuchado queda ahí para ser percibido. Un Poder completamente ilimitado ha venido, no a destruir, sino a recibir lo Suyo….. Dale la bienvenida al Poder que yace más allá del perdón, del mundo de los símbolos y de las limitaciones. Él prefiere simplemente ser, y, por lo tanto, simplemente es.
(T-27.III.7:1-2,8-9)
Nos acercamos al final del proceso cuando hemos elegido a Jesús de una vez por todas como nuestro maestro, y nos hemos liberado del sistema de pensamiento de impotencia del ego. Nosotros permanecemos en el mundo real un instante más, y luego Dios se inclina y nos eleva hasta Sí Mismo. Ya no estamos involucrados con los símbolos - el perdón, Jesús y el Espíritu Santo. Lo que había sido simbolizado ahora se convierte en realidad - el Amor de Dios.
📘(12:1-5) En él no hay condenación. Es perfecto en su santidad. No necesita pensamientos de misericordia. ¿Qué regalos se le pueden hacer cuando todo es suyo? ¿A quién podría ocurrírsele ofrecer perdón al Hijo de la impecabilidad Misma, tan semejante a Aquel de Quien es Hijo, que contem-plar al Hijo significa dejar de percibir y únicamente conocer al Padre?
De esta manera, nosotros y nuestros hermanos somos santos. Vemos la santidad en el otro, el Cristo Que nos une como uno, así como nosotros somos uno en Dios:
¡Cuán santo debes ser tú, que desde ti la Voz de Dios llama amorosamente a tu hermano para que puedas despertar en él la Voz que contesta tu llamada! ¡Y cuán santo debe ser tu hermano cuando en él reside tu propia salvación, junto con su libertad! Por mucho que lo quieras condenar, Dios mora en él. Pero mientras ataques Su hogar elegido y luches contra Su huésped, no podrás saber que Dios mora igualmente en ti. Mira a tu hermano con dulzura. Contempla amorosamente a aquel que lleva a Cristo dentro de sí, para que puedas ver su gloria y regocijarte de que el Cielo no esté separado de ti.
(T-26.IX.1)
🔹️(12:6) En esta visión del Hijo, tan fugaz que ni siquiera un instante media entre este singular panorama y la intemporalidad misma, contemplas la visión de ti mismo, y luego desapareces para siempre en Dios.
Este es el Hijo de Dios, cuya mente ha sido sanada. Nos quedamos por un instante en el mundo real para ver al Hijo como realmente es. Nos damos cuenta de su perfecta unidad en este estado sin pecado más allá de la percepción, donde el conocimiento de Dios regresa. Esto cierra el viaje, mientras el mundo desapa-rece en la luz del Cielo:
El Cielo se siente agradecido por este regalo que por tanto tiempo le había sido negado. Pues Ellos han venido a congregar a los Suyos. Lo que se había clausurado se abre; lo que se mantenía oculto de la luz se le entrega a ésta para que pueda iluminarlo sin dejar ningún espacio o distancia entre la luz del Cielo y el mundo. (T-26.IX.5)
📘(13:1) Hoy nos aproximamos todavía más al final de todo lo que aún pretende imponerse entre esta visión y nuestra vista.
Jesús dice así: "Este es el final del viaje, al que te llevo. Si realmente deseas alcanzar esta meta y desaparecer en tu Padre, necesitas darme todos los pensamientos de especialismo y, sobre todo, tu insistencia en que tienes razón y que sabes lo que es mejor para ti". Así perdonamos, y cuando perdonamos totalmente a nuestro hermano, pasamos por el velo final juntos - el final del viaje y el cumplimiento de su santo propósito:
Juntos desapareceremos en la Presencia que se encuentra detrás del velo, no para perdernos sino para encontrarnos a nosotros mismos; no para que se nos vea sino para que se nos conozca. Y al gozar de conocimiento, no quedará nada sin hacer en el plan de salvación que Dios estableció. Éste es el propósito de la jornada, sin el cual ésta no tendría sentido. He aquí la paz de Dios, que Él te dio para siempre. He aquí el descanso y la quietud que buscas, la razón de la jornada desde su comienzo. El Cielo es el regalo que le debes a tu hermano, la deuda de gratitud que le ofreces al Hijo de Dios como muestra de agradecimiento por lo que él es y por aquello para lo que su Padre lo creó. (T-19.IV-D.19)
🔹️(13:2-6) Nos sentimos dichosos de haber llegado tan lejos, y reconocemos que Aquel que nos trajo hasta aquí no nos abandonará ahora. Pues nos quiere dar hoy el regalo que Dios nos ha dado a través de Él. Éste es el momento de tu liberación. Ha llegado el momento. Ha llegado hoy.
Esto es paralelo a la conclusión de "Pues Ellos han llegado", donde Jesús nos ha dado otro vistazo del cierre del viaje, asegurándonos que nunca estaremos solos mientras hacemos nuestro camino con nuestro Maestro y Guía. El templo de la curación llama, y volvemos a casa a por fin:
Ahora el templo del Dios viviente ha sido reconocido de nuevo para ser el anfitrión de Aquel que lo creó. Donde Él mora, Su Hijo mora con Él y nunca están separados. Y dan gracias de que finalmente se les haya dado la bienvenida. Donde antes se alzaba una cruz, se alza ahora el Cristo resucitado, y en Su visión las viejas cicatrices desaparecen. Un milagro inmemorial ha venido a bendecir y a reemplazar una vieja enemistad, cuyo fin era la destrucción. Con dulce gratitud el Padre y el Hijo regresan a lo que es Suyo, y a lo que siempre lo será. Ahora se ha consumado el propósito del Espíritu Santo. Pues Ellos han llegado. ¡Por fin han llegado! (T-26.IX.8)
Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick. TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL POR DANIEL BEZVESELNY.