Lección 200

NO HAY MÁS PAZ QUE LA DE DIOS. (Lección 200)
“Esta es la última lección completa en la Parte I, una maravillosa culminación de nuestras discusiones anteriores. Al centrarse en el tema de la búsqueda y el hallazgo, e incluso en algunas de sus frases, esta lección refleja “No busques fuera de ti mismo” (T-29.VII). Jesús nos ayuda a reconocer que nunca somos realmente exitosos en la búsqueda de la felicidad y la libertad del dolor en el mundo. Cualquiera que sea el placer y la paz que parecemos alcanzar es de corta duración, porque la verdadera felicidad viene solo de recordar quiénes somos como hijos del amor. Sin embargo, si el cuerpo es una limitación que se le impone al amor, y el mundo fue fabricado como un ataque al amor, es imposible encontrar el amor que buscamos aquí. Dado que hemos estado buscando en el lugar equivocado y, como resultado, al no encontrar lo que queremos, vivimos en un estado de constante desesperanza. La esperanza real, ofrecida por Un Curso de Milagros, reside en volver al problema y la solución – «en nuestras mentes». Si buscamos la solución donde está, ciertamente la encontraremos. Este mensaje, entonces, es el peso de la lección.
📘(1:1-2)«Deja de buscar. No hallarás otra paz que la paz de Dios.»
La paz no se puede encontrar aquí, porque el cuerpo y el mundo fueron hechos específicamente para ocultar la fuente de paz en la mente.
🔹️(1:3-5) «Acepta este hecho y te evitarás la agonía de sufrir aún más amargos desengaños, o de verte invadido por una sombría desesperación y una gélida sensación de desesperanza y de duda. Deja de buscar. No puedes hallar otra cosa que la paz de Dios, a no ser que lo que busques sea infelicidad y dolor.»
El ego quiere que busquemos el dolor en el mundo, que lo encontremos y que culpemos a los demás por nuestra miseria. Nunca quiere que entendamos que la fuente de nuestro sufrimiento radica en nuestra elección por su sistema de pensamiento en lugar del del Espíritu Santo. Para mantener esta elección oculta y para garantizar que nunca cambiemos de mentalidad, el ego fabricó un mundo para que sea la fuente de dolor, comenzando desde el nacimiento y siguiendo el camino de nuestra vida hasta que morimos. Sin embargo, la miseria no es culpa nuestra -nosotros que buscamos lo que nunca pudimos encontrar- porque fueron los ídolos de especialismo los que nos fallaron.
“El mundo cree en ídolos. Nadie viene a él a menos que los haya venerado y trate todavía de buscar uno que aún le pueda ofrecer un regalo que la realidad no posee…Todo idólatra abriga la esperanza de que sus deidades especiales le han de dar más de lo que otras personas poseen…Y cuando uno falla otro viene a ocupar su lugar, y tú esperas que te pueda conseguir más de otra cosa.” (T-29.VIII.8:4-6, 10)
“No se da cuenta de lo que está pidiendo, y, por lo tanto, lo busca de mil maneras y en mil lugares distintos creyendo en cada ocasión que está allí, pero siempre acaba desilusionado. “Busca, pero no halles” sigue siendo el decreto implacable de este mundo, y nadie que persiga los objetivos del mundo puede eludirlo.” (M-13.5:6-8)
📘(2) «Este es el punto final al que en última instancia todo el mundo tiene que llegar para dejar de lado toda esperanza de hallar felicidad allí donde no la hay; de ser salvado por lo que tan sólo puede causar dolor; y de hacer paz del caos, dicha del dolor y Cielo del infierno. No sigas tratando de ganar por medio de la pérdida ni de morir para vivir. Pues no estarás sino pidiendo la derrota.»
El punto final al que llegamos es la comprensión de que hemos estado equivocados; nunca encontraremos esperanza o felicidad, Dios o la verdad aquí. De hecho, nunca encontraremos nada de valor, porque nada aquí es significativo. Si, como dice Jesús, el propósito de Un Curso de Milagros es ahorrarnos tiempo, no necesitamos agotar todas las posibilidades de la relación especial, esperando que “esta vez funcione”. Nunca funcionará, así que es mejor que ni siquiera comencemos. En última instancia, nos damos cuenta de que él tenía razón y nosotros estábamos equivocados, pero mientras tanto nos causamos un dolor y un sufrimiento innecesarios al continuar buscando la felicidad y la esperanza en el especialismo del cuerpo. En algún momento debemos ver nuestro error al creer que la dicha y la libertad son el dolor y el aprisionamiento, y viceversa:
“El Espíritu Santo te dirigirá sólo a fin de evitarte dolor. Obviamente nadie se opondría a este objetivo si lo reconociese. Mas el problema no estriba en si lo que el Espíritu Santo dice es verdad o no, sino en si quieres escucharle o no. No puedes reconocer lo que es doloroso, de la misma manera en que tampoco sabes lo que es dichoso, y, de hecho, eres muy propenso a confundir ambas cosas. La función primordial del Espíritu Santo es enseñarte a distinguir entre una y otra. Lo que a ti te hace dichoso le causa dolor al ego, y mientras tengas dudas con respecto a lo que eres, seguirás confundiendo la dicha con el dolor.” (T-7.X.3:1-6)
“Hemos dicho que el Espíritu Santo te enseña la diferencia que existe entre el dolor y la dicha. Eso es lo mismo que decir que te enseña la diferencia que hay entre estar aprisionado y ser libre. No puedes hacer esta distinción sin Él porque te has enseñado a ti mismo que el aprisionamiento es libertad. ¿Cómo ibas a poder distinguir entre una cosa y otra cuando crees que ambas son lo mismo? ¿Cómo ibas a poder pedirle a la parte de tu mente que te enseñó a creer que son lo mismo que te enseñase de qué manera son diferentes?” (T-8.II.5)
En las dos últimas oraciones del pasaje anterior del libro de ejercicios encontramos una referencia al principio del ego de «uno o el otro»: yo gano por la pérdida de otro, yo vivo y otro muere; o yo muero para que pueda vivir más allá de la tumba.
📘(3:1-2) «No obstante, con la misma facilidad puedes pedir amor, felicidad y vida eterna en una paz que no tiene fin. Pide esto, y sólo puedes ganar.»
Como Jesús nos asegura a menudo, no nos está negando el amor, la felicidad o la paz, sino que señala que nunca los encontraremos en el mundo. Su curso, sin embargo, nos los ofrece, por el aprendizaje:
“Decide en favor de Dios, y todo se te dará sin costo alguno. Decide contra Él, y escoges lo que no es nada, a costa de la conciencia de lo que es todo…La Expiación es para ti. Tu aprendizaje la reivindica y tu aprendizaje la provee. El mundo no te la ofrece, pero aprende este curso y será tuya.” (M-13.8:2-3,7-10)
🔹️(3:3-4) «Pedir lo que ya tienes te lleva al éxito. Pedir que lo que es falso sea verdadero sólo puede conducir al fracaso.»
Esto es obvio cuando observamos nuestras locas vidas en las que intentamos demostrar que la verdad de Dios es incorrecta y nuestras ilusiones verdaderas: un mundo de odio, traición, soledad y desesperación. Sin embargo, puesto que la verdad ya está dentro de nosotros, nos ponemos en un conflicto perpetuo – dividido entre maestros que nos guían en direcciones opuestas. ¿Cómo podríamos no dejar de aprender?
“El plan de estudios de la Expiación es el opuesto al que tú elaboraste para ti, y lo mismo se puede decir de su resultado. Si el resultado, de tu plan de estudios te ha hecho infeliz, y deseas otro diferente, obviamente es necesario que se efectúen cambios en el plan de estudios. El primer cambio que debe efectuarse es un cambio de dirección. Un plan de estudios que tenga sentido no debe ser inconsistente. Si lo planean dos maestros que creen en ideas diametralmente opuestas, no puede ser un plan integrado. Si esos dos maestros lo ponen en práctica simultáneamente, cada uno de ellos no hará sino ser un obstáculo para el otro…Antes de que pueda efectuarse un auténtico cambio de dirección es necesario reconocer plenamente la total insensatez de semejante plan de estudios. No puedes aprender simultáneamente de dos maestros que están en completo desacuerdo con respecto a todo. Su plan de estudios conjunto constituye una tarea de aprendizaje imposible. Te están enseñando cosas completamente diferentes de forma completamente diferente, lo cual sería posible si no fuera porque las enseñanzas de ambos son acerca de ti. Ninguno de ellos puede alterar tu realidad, pero si los escuchas a los dos, tu mente estará dividida con respecto a lo que es tu realidad.” (T-8.I.5:1-6; 6)
🔹️(3:5) «Perdónate a ti mismo tus vanas imaginaciones y deja de buscar lo que no puedes encontrar.»
Por lo tanto, miramos con Jesús nuestra culpa y lo escuchamos decir: “Mira tus vanas imaginaciones, cuán equivocado has estado – pero mira sin juzgar. «Hay» otra manera de ver el mundo, no como un medio para cumplir los sueños de tu ego, sino como un aula en la que aprendes sobre la realidad más allá de todos los sueños – tu propósito para estar aquí”:
“Para cambiar todo esto [sueños de depresión, muerte, y desencanto], y abrir un camino de esperanza y liberación en lo que aparenta ser un círculo interminable de desesperación, necesitas tan sólo aceptar que no sabes cuál es el propósito del mundo. Le adjudicas objetivos que no tiene, y de esta forma, decides cuál es su propósito. Procuras ver en él un lugar de ídolos que se encuentran fuera de ti…Tus ídolos hacen lo que tú quieres, y tienen el poder que les adjudicas. Y los persigues fútilmente en el sueño porque deseas adueñarte de su poder.” (T-29.VII.8:1-3, 5-6)
🔹️(3:6) «Pues, ¿qué podría ser más absurdo que buscar el infierno una y otra vez cuando no tienes más que abrir los ojos y mirar para darte cuenta de que el Cielo se encuentra ante ti, allende el umbral de una puerta que se abre fácilmente para darte la bienvenida?»
Esa puerta se abrirá fácilmente para darnos la bienvenida cuando le demos la bienvenida, logrado por la visión de Cristo. Sin embargo, no le damos la bienvenida, porque entonces nuestro especialismo desaparecería. Para reafirmar este punto central, necesitamos ver cómo casi todo lo que hacemos oculta un pensamiento que dice: “Voy a probar que este curso no funciona, y que Jesús no dice la verdad”. Es imperativo que nos demos cuenta cuán sutilmente ese pensamiento subyacente influye en nuestras experiencias diarias.
📘(4) «Regresa a casa. Jamás encontraste felicidad en lugares extraños, ni en formas que te son ajenas y que no tienen ningún significado para ti, si bien trataste de que lo tuvieran. No te corresponde estar en este mundo. Aquí eres un extraño. Pero te es dado encontrar los medios a través de los cuales el mundo deja de parecer una prisión o una cárcel para nadie.»
Entre otros, esto se refiere específicamente a la Lección 160, “Yo estoy en mi hogar. El miedo es el que es un extraño aquí.”, y la Lección 182,”Permaneceré muy quedo por un instante e iré a mi hogar.” Jesús no podría ser más explícito: el cuerpo no es nuestro hogar, ni pertenecemos aquí. Recuerda esta descripción de nuestro hogar mundano, y considera si el cuerpo es realmente donde queremos permanecer – prisioneros de la culpa y el dolor:
“El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido. Contempla detenidamente este mundo y te darás cuenta de que así es. Pues este mundo es el símbolo del castigo, y todas las leyes que parecen regirlo son las leyes de la muerte. Los niños vienen al mundo con dolor y a través del dolor. Su crecimiento va acompañado de sufrimiento y muy pronto aprenden lo que son las penas, la separación y la muerte. Sus mentes parecen estar atrapadas en sus cerebros, y sus fuerzas parecen decaer cuando sus cuerpos se lastiman. Parecen amar, sin embargo, abandonan y son abandonados. Parecen perder aquello que aman, la cual es quizá la más descabellada de todas las creencias. Y sus cuerpos se marchitan, exhalan el último suspiro, se les da sepultura y dejan de existir.” (T-13.in.2:2-10)
📘(5:1-2) «Se te concede la libertad allí donde no veías más que cadenas y puertas de hierro. Mas si quieres hallar escapatoria tienes que cambiar de parecer con respecto al propósito del mundo.»
Esta es otra afirmación sólida, que refleja el texto: “No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él.” (T-21.in.1:7). El propósito del mundo, mantenido oculto por el ego, es mantenernos sin mente. En cambio, nos dice que el propósito del mundo es maximizar nuestro placer, minimizar nuestro dolor y culpar a todos los demás por lo que no funciona al no aceptar ninguna responsabilidad por el mundo y sus vicisitudes. Sin embargo, al elegir un nuevo Maestro, vemos el propósito del mundo de ser un salón de clases en el que aprendemos las lecciones del Espíritu Santo:
“El ego construyó el mundo tal como lo percibe, pero el Espíritu Santo -el reintérprete de lo que el ego construyó- ve el mundo como un recurso de enseñanza para llevarte a tu hogar…Haz todas las correcciones que tengas que hacer, procura aprender y mantén una actitud receptiva con respecto al aprendizaje. Tú no creaste la verdad, pero la verdad puede todavía hacerte libre. Contempla todo tal como el Espíritu Santo lo contempla, y entiende todo tal como Él lo entiende.” (T-5.III.11:1,4-6)
🔹️(5:3-5) «Permanecerás encadenado hasta que veas el mundo como un lugar bendito, liberes de tus errores a cada hermano y lo honres tal como es. Tú no lo creaste, así como tampoco te creaste a ti mismo. Y al liberar a uno, el otro es aceptado tal como es.»
En el nivel del ego hicimos a nuestro hermano y a nosotros mismos. Sin embargo, todo lo que hicimos fueron las ilusorias “sombras del pasado” (T-17.III). Nuestro Ser real no tiene nada que ver con lo irreal, por lo que no debemos hacer nada más que cambiar de mentalidad y mirar a través de la visión de Cristo. Todos estamos libres de nuestros errores porque somos uno, no puede haber excepciones. Así, Jesús nos lleva a bendecir a todos en nuestra relación santa, que su amor ejemplifica:
“Santo hermano mío, quiero formar parte de todas tus relaciones, e interponerme entre tus fantasías y tú. Permite que mi relación contigo sea algo real para ti, y déjame infundirle realidad a la percepción que tienes de tus hermanos…No te separes de mí ni dejes que el santo propósito de la Expiación se pierda de vista en sueños de venganza. Las relaciones en las que tales sueños se tienen en gran estima me excluyen a mí. En el Nombre de Dios, déjame entrar a formar parte de ellas y brindarte paz para que tú a tu vez puedas ofrecerme paz a mí.” (T-17.III.10:1-2, 6-8)
📘(6:1-4) «¿Qué función tiene el perdón? En realidad no tiene ninguna, ni hace nada, pues es desconocido en el Cielo. Es sólo en el infierno donde se le necesita y donde tiene una formidable función que desempeñar.»
Al comienzo de la Parte II, leeremos sobre el perdón: “es tranquilo y sosegado, y no hace nada…Simplemente observa, espera y no juzga.” (W-pII.1.4: 1,3). No hay nada que hacer, porque no hay mundo en el que actuar. El perdón simplemente deshace la creencia en tal mundo ilusorio, y por lo tanto no tiene lugar en la verdad del Cielo, que no necesita corrección.
🔹️(6:5-6) «¿No es acaso un propósito loable ayudar al bienamado Hijo de Dios a escapar de los sueños de maldad, que aunque son sólo fabricaciones suyas, él cree que son reales? ¿Quién podría aspirar a más, mientras parezca que hay que elegir entre el éxito y el fracaso, entre el amor y el miedo?»
La elección entre el éxito y el fracaso, el amor y el miedo es ilusoria. Sin embargo, dentro del sueño del mundo es la única opción disponible para mí. Mientras crea que puedo elegir uno u otro, ambos se han vuelto reales, lo que significa que el amor ha dejado de ser él mismo y se ha convertido en un amor especial. La verdadera elección – entre verdad e ilusión, ocurre cuando me doy cuenta de que el mundo no ofrece nada. Una vez que reconozco que elijo entre dos ilusiones, ambas desaparecen. Incluso el perdón que finalmente elijo es una ilusión, y sin embargo, nos lleva más allá de todas ellas a medida que pasamos de las pesadillas a los sueños felices, y luego nos despertamos a la realidad que nunca perdimos:
“Primero soñarás con la paz, y luego despertarás a ella. Tu primer intercambio de lo que has hecho por lo que realmente deseas es el intercambio de las pesadillas por los sueños felices de amor. En ellos se encuentran tus verdaderas percepciones, pues el Espíritu Santo corrige el mundo de los sueños, en el que reside toda percepción. El conocimiento no necesita corrección. Con todo, los sueños de amor conducen al conocimiento. En ellos no ves nada temible, y por esa razón constituyen la bienvenida que le ofreces al conocimiento. El amor espera la bienvenida, pero no en el tiempo, y el mundo real no es sino tu bienvenida a lo que siempre fue. Por lo tanto, la llamada al júbilo se encuentra en él, y tu gozosa respuesta es tu despertar a lo que nunca perdiste.” (T-13.VII.9)
Como lo recomienda Jesús en la oración 5, pregúntate a ti mismo a medida que trancurra tu día: ¿No es un propósito digno para mí ver este día como uno que podría hacerme feliz? ¿No soy digno de recibir este regalo? Mira cómo tu día responde a la negativa que dice: “No, no soy digno de despertar de los sueños malvados del mundo de tristeza y miedo”. Recuerda esta última estrofa del poema de Helen “The Quiet Dream”, que expresa bellamente nuestro sí a los frutos llenos de paz del perdón de Jesús:
“¿Qué puede quedar del mal en el mundo
Que la visión de Cristo contempla? ¿Y qué podría aún
Parecerme temeroso, con la luz
De Su perfección en él? ¿Qué podría enseñarme
Que la pena tiene una causa, o que la muerte es real?
Ayúdame a perdonar al mundo. La paz que das
En mi perdón me será entregada.”
(Los Regalos de Dios, p. 65)
📘(7:1) «No hay más paz que la paz de Dios porque Él sólo tiene un Hijo, que no puede construir un mundo en oposición a la Voluntad de su Padre o a la suya propia, la cual es la misma que la de Él.»
No hay paz en este mundo porque no hay mundo. Sólo pensamos que lo había. La presencia del Espíritu Santo en nuestras mentes garantiza que nuestras pesadillas más salvajes y nuestros pensamientos más perversos no hayan tenido ningún efecto en la paz del Cielo, que permanece mucho más allá de nuestras ilusiones:
“Tú, cuya mente está ensombrecida por las dudas y la culpabilidad, recuerda esto: Dios te dio el Espíritu Santo a Quien le encomendó la misión de eliminar toda duda y todo vestigio de culpabilidad que Su amado Hijo jamás se hubiese echado encima. Su misión no puede fracasar, pues nada puede impedir el logro de lo que Dios ha dispuesto que se logre. La Voluntad de Dios se hace sean cuales fueren tus reacciones a la Voz del Espíritu Santo, sea cual fuere la voz que elijas escuchar y sea cuales fueren los extraños pensamientos que te asalten. Encontrarás la paz en la que Dios te ha establecido porque Él no cambia de parecer…Gozarás de paz porque Su paz fluye todavía hacia ti desde Aquel Cuya Voluntad es la paz. Dispones de ella…Date cuenta de que incluso la más tenebrosa pesadilla que perturba la mente del Hijo durmiente de Dios no tiene poder alguno sobre él…¿Cómo iba a poder el Hijo de Dios perderse en sueños, cuando Dios ha puesto dentro de él la jubilosa llamada a despertar y a ser feliz?” (T-13.XI.5:1-5; 8:4-5; 9:5; 10:1)
🔹️(7:2-6) «¿Qué podría esperar encontrar en semejante mundo? Éste no puede ser real, ya que nunca fue creado. ¿Es acaso ahí adonde iría en busca de paz? ¿O bien tiene que darse cuenta de que tal como él ve el mundo, éste sólo puede engañar? Puede aprender, no obstante, a verlo de otra manera y encontrar la paz de Dios.»
Al pedir la ayuda de Jesús, miramos los específicos de nuestras relaciones especiales y nos damos cuenta de que no funcionan. Engañan porque nunca proporcionarán lo que queremos: el regreso a casa. Nadie realmente quiere estar en este lugar de miseria, dolor y muerte. Sin embargo, debemos ver cómo valoramos la ilusión de que aquí hay un motivo de esperanza. En el contexto del pago en psicoterapia, Jesús refleja la condición del ego de buscar en el mundo, pero nunca encontrando la salvación que verdaderamente buscamos:
“¿Cuánto se gana al esforzarse por conservar ilusiones? ¿Cuánto se pierde al desechar a Dios? ¿Y es posible hacerlo? Es, sin duda, poco práctico esforzarse por nada, e intentar hacer lo imposible. Por eso, detente un momento, lo suficiente para pensar en esto: tal vez has estado buscando la salvación sin reconocer hacia dónde mirar.” (P-3.III.7:3-7)
📘(8:1) «La paz es el puente que todos habrán de cruzar para dejar atrás este mundo.»
En el texto, Jesús se refiere al puente hacia el mundo real (T-16.VI) y cómo el Espíritu Santo es nuestro Puente al Cielo (T-16.IV.12: 2). La paz, entonces, es el efecto inevitable de aprender a perdonar y de tomar la mano de Jesús y viajar con él hacia nuestro Dios:
“El Espíritu Santo es el puente que conduce hasta Él…Démosle ahora juntos la espalda a todas las ilusiones sin vacilación alguna, y no permitas que nada obstruya el camino que conduce a la verdad. Juntos emprenderemos el último viaje inútil que nos aleja de la verdad, y de ahí iremos juntos directamente a Dios, en gozosa respuesta a Su petición de que se le complete.” (T-16.IV.12:2, 5-6)
🔹️(8:2) «Pero se empieza a tener paz en él cuando se le percibe de otra manera, y esta nueva percepción nos conduce hasta las puertas del Cielo y lo que yace tras ellas.»
La totalidad del viaje se resume en esta declaración. Comienzo en mi mundo perceptivo compuesto de diferencias, el hogar del especialismo. Entonces me doy cuenta de que la paz no viene de obtener lo que quiero de ti, sino de darme cuenta de que lo que quiero ya está dentro de mí. Solo necesito elegirlo. Me doy cuenta de que tú y yo somos lo mismo, y esta nueva percepción, nacida del milagro, me lleva hasta las puertas del Cielo – el mundo real – y estoy en casa:
“Los milagros que llevas a cabo en la tierra son elevados hasta el Cielo y hasta Él. Dan testimonio de lo que no sabes, y cuando llegan a las puertas del Cielo, Dios las abre, pues Él nunca dejaría afuera y excluido de Sí Mismo a Su Hijo bienamado.” (T-13.VIII.10:5-7)
🔹️(8:3-4) «La paz es la respuesta a las metas conflictivas, a las jornadas insensatas, a las búsquedas vanas y frenéticas y a los empeños sin sentido. Ahora el camino es fácil, y nos conduce por una ligera pendiente hasta el puente donde la libertad yace dentro de la paz de Dios.»
Esta paz es desconocida en el Cielo, pero viene del perdón aquí, lo que nos permite recordar Quiénes somos como el Hijo de Dios. Es una corrección de mentalidad correcta por haber elegido la mente errada; la decisión de perdonar en lugar de condenar:
“¿Cuán dispuesto estás a perdonar a tu hermano? ¿Hasta qué punto deseas la paz en lugar de los conflictos interminables, el sufrimiento y el dolor? Estas preguntas son en realidad la misma pregunta, aunque formuladas de manera diferente. En el perdón reside tu paz, pues en él radica el fin de la separación y del sueño de peligro y destrucción, de pecado y muerte, de locura y asesinato, así como de aflicción y pérdida.” (T-29. VI.1:1-4)
📘(9:1-3) «No volvamos a perder el rumbo hoy. Nos dirigimos al Cielo, y el camino es recto. Sólo si procuramos desviarnos podemos retrasarnos y perder el tiempo innecesariamente por escabrosas veredas.»
Podemos retrasar esto mientras lo deseemos, pero el resultado es todavía cierto. ¿Por qué, sin embargo, quisiéramos continuar viajando a lo largo de desvíos dolorosos y espinosos, cuando pudiéramos experimentar la alegría de unirnos a Jesús y a todos nuestros hermanos en las praderas del Cielo?
“¡Alegrémonos de poder caminar por el mundo y de tener tantas oportunidades de percibir nuevas situaciones donde el regalo de Dios se puede reconocer otra vez como nuestro! Y de esta manera, todo vestigio del infierno, así como los pecados secretos y odios ocultos, desaparecerán. Y toda la hermosura que ocultaban aparecerá ante nuestros ojos cual prados celestiales, que nos elevarán más allá de los tortuosos senderos por los que viajábamos antes de que apareciese el Cristo. Oídme, hermanos míos, oídme y uníos a mí. Dios ha decretado que yo no pueda llamaros en vano, y en Su certeza, yo descanso en paz.” (T-31.VIII.9:1-5)
🔹️(9:4-7) «Sólo Dios es seguro, y Él guiará nuestros pasos. Él no abandonará a Su Hijo necesitado, ni permitirá que se extravíe para siempre de su hogar. El Padre llama; el Hijo le oirá. Y eso es todo lo que hay con respecto a lo que parece ser un mundo separado de Dios, en el que los cuerpos son reales.»
No se puede encontrar nada de certeza en este mundo, cuyo único propósito es ser un salón de clases en el que aprendamos a reconocer, y luego responder al Llamado del Espíritu Santo en nuestras mentes. Dentro de esa seguridad, el mundo desaparece en la quietud de Dios:
“Síguele luego lleno de júbilo, confiando en que Él te conducirá a salvo a través de todos los peligros que este mundo pueda presentar ante ti para alterar tu paz mental. No te postres ante los altares del sacrificio, ni busques lo que sin duda perderías. Conténtate con lo que, sin duda también, has de conservar, y no pierdas la calma, pues el viaje que estás emprendiendo hacia la paz de Dios, en cuya quietud Él quiere que estés, es un viaje sereno.” (T-13.VII.15)
📘(10:1-4) «Ahora reina el silencio. Deja de buscar. Has llegado a donde el camino está alfombrado con las hojas de los falsos deseos que antes anhelabas, caídas ahora de los árboles de la desesperanza. Ahora se encuentran bajo tus pies.»
El camino por el que transitamos es el camino del mundo, marcado por la desesperanza y la desesperación. Ahora nos damos cuenta de que hay otra forma de mirar. Las hojas caídas de los falsos deseos están tras nosotros, y reconocemos el camino que nos llevará más allá de ellos a nuestro hogar. Esto requiere nuestro reconocimiento inequívoco de que nada en este mundo ha funcionado. Sin embargo, debemos darnos cuenta de cuán enérgicamente nos resistimos a este paso, porque todavía creeremos que algo aquí nos traerá felicidad. Es necesario que veamos cuán abiertos estamos a cambiar cualquier cosa, siempre y cuando no tengamos que cambiar de mentalidad.
Recuerda el poema de Helen “Conversión”, que contrasta el silencio del ego con el de Dios. Aquí están las dos primeras estrofas, que reflejan cada silencio:
“Hay un silencio que traiciona al Cristo
Porque la Palabra de Dios no es escuchada
Por aquellos en amarga necesidad. Aún sin decir,
La Palabra salvación se mantiene para ellos, y mantuvo
Alejada su resurrección de un mundo
Que no es sino el infierno y ajeno al Hijo de Dios.
Vagabundean sin hogar, sin hallar paz en ninguna parte,
Desconocidos, sin saber, ciegos en la oscuridad, y
No nacidos en el silencio de la tumba.
Hay un silencio en el que la Palabra de Dios
Ha vertido un significado ancestral, y sigue existiendo.
Nada queda sin decir ni recibir.
Los sueños extraños son lavados en las aguas doradas
Del silencio ardiente de la paz de Dios,
Y lo que era malvado de repente se convierte en
El regalo de Cristo para aquellos que lo invocan.
Su regalo final no es más que un sueño,
Sin embargo, en ese único sueño el soñar ha terminado.”
(Los Regalos de Dios, 61)
🔹️(10:5-6) «Y tú levantas la mirada y miras al Cielo con los ojos del cuerpo, que ahora te sirven sólo por un instante más. Por fin la paz ha sido reconocida, y tú puedes sentir como su tierno abrazo envuelve tu corazón y tu mente con consuelo y amor.»
Cuando cambiamos de mentalidad sobre el propósito del mundo, todo cambia. En lugar de que el mundo sea una prisión, se convierte en el medio por el cual abandonamos la prisión por completo. Ese es el consuelo, el amor y el suave abrazo de paz que ahora empezamos a sentir. El mundo no cambia; «nosotros» cambiamos. En lugar de luchar constantemente por las “hojas de los falsos deseos” del mundo, nos elevamos por encima de ellos, nuestra mirada dirigida sólo hacia el Cielo.
📘(11:1-3) «Hoy no buscamos ídolos. La paz no se puede encontrar en ellos. La paz de Dios es nuestra, y no habremos de aceptar o querer nada más.»
Esto no es fácil. Recuerda que la Lección 185, “Deseo la paz de Dios”, comenzó con las palabras: “Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo.” Por lo tanto, debemos dejar ir la paz que buscamos aquí, entendiendo que la búsqueda continua de sus ídolos no funcionará:
“Todos los ídolos de este mundo fueron concebidos para impedirte conocer la verdad que se encuentra en tu interior y para que le fueses leal al sueño de que para ser íntegro y feliz tienes que encontrar lo que se encuentra fuera de ti mismo. Es inútil rendirle culto a los ídolos y esperar hallar paz. Dios mora en tu interior, y tu plenitud reside en Él…Para..abrir un camino de esperanza y liberación en lo que aparenta ser un círculo interminable de desesperación, necesitas tan sólo aceptar que no sabes cuál es el propósito del mundo…Procuras ver en él un lugar de ídolos que se encuentran fuera de ti…haz que el final de los ídolos venga cuanto antes a un mundo entristecido y enfermo como consecuencia de los ídolos que se ven en él. Tu santa mente es el altar a Dios, y donde Él está no puede haber ídolos.” (T-29.VII.6:1-3; 8:1, 3; 9:4-5)
🔹️(11:4-5) «¡Que la paz sea con nosotros hoy! Pues hemos encontrado una manera sencilla y grata de abandonar el mundo de la ambigüedad, y de reemplazar nuestros objetivos cambiantes por un solo propósito, y nuestros sueños solitarios por compañerismo.»
Lo que unifica tus experiencias mundanas es el único propósito que proviene del único maestro en tu mente. Mira todo lo que ocurre durante el día como parte de tu guión para esclavizarte a ti y a todos los demás, pero que ahora se convierte en un aula feliz que Jesús usa para enseñarte a despertar del sueño. Sin embargo, mira qué tan rápido te olvidas. Cierras su libro y olvidas todo lo que acabas de leer. Por lo tanto, únete a Jesús para observar esta reacción del ego, y escúchale explicar el miedo de darte cuenta de que estabas equivocado, lo que significa que tu identidad estaba equivocada – no estás separado y solo, sino que eres uno con la Filiación, el Espíritu Santo, y Dios.
🔹️(11:6) «Pues la paz es unión, si procede de Dios.»
La Unicidad de Cristo dentro de Sí Mismo, y Su Unicidad con Dios se reflejan aquí en el único propósito de perdón que compartimos con todos. La paz no puede sino seguir.
🔹️(11:7-9) «Hemos abandonado toda búsqueda. Nos encontramos muy cerca de nuestro hogar, y nos acercamos aún más a él cada vez que decimos: No hay más paz que la paz de Dios, y estoy contento y agradecido de que así sea.»
La clave es estar contentos y agradecidos de que este mundo nunca nos dará lo que queremos. Nuestros egos son ingratos, esto es así, ya que no quieren que veamos que el mundo no satisface nuestras necesidades. Sin embargo, la verdadera gratitud viene al darse cuenta: “Gracias a Dios me equivoqué, porque ahora encuentro la paz que siempre anhelé. No se encontrará aquí, pero con gratitud sé que está en mi mente, junto con Jesús y mis hermanos” . Y luego, en el bendito silencio de la paz de Dios, nuestras palabras están quietas, porque nuestro corazón canta su silencioso himno de gratitud como en el poema de Helen “La paz de Dios”:
“Silencio y nada más. No hay sonido
Y no hay nada que ver. Ningún dedo sigue
Sujetando al mundo. Todas las oraciones han sido olvidadas,
Porque ya no hay nada que se pueda pedir.
La Voz de Dios ya no emite sonido. No hay
Necesidad de quedarse. Hubo una vez,
Ahora sin recordar, cuando había un mundo.
Se pronuncia una Palabra y el mundo se termina.”
(Los Regalos de Dios, p. 94) “
~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.