Lección 152

TENGO EL PODER DE DECIDIR. (Lección 152)
"Esta lección continúa la discusión del papel del cuerpo y el mundo en la estrategia del ego de proteger su identidad, haciendo aún más explícita la conexión entre la mente y el cuerpo. La conclusión es que todo lo que percibes proviene de la decisión de la mente. Este pensamiento, "Tengo el poder de decidir", es el temor primordial del ego. El hecho de que tu mente tenga todo el poder significa que el mundo en y por sí mismo no tiene ninguno. Debido a que tú y sólo tú tienes el poder de cambiar cómo te sientes y piensas, ya no estás a merced de las cosas que están más allá de ti, de fuerzas que no puedes controlar y de pensamientos que te asaltan en contra de tu voluntad (T-19.IV-D .7: 4).
El poder de ser feliz y estar en paz, por lo tanto, no recae en el mundo, sino en tu decisión. La lección también expresa la realidad no dualista del Cielo.
📘(1:1-4) «Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su propia decisión. Nadie sufre dolor salvo cuando él mismo así lo decide. Nadie puede estar afligido, sentir temor o creer que está enfermo a menos que eso sea lo que desea. Y nadie muere sin su propio consentimiento.»
En el tercer obstáculo a la paz, «la atracción de la muerte», Jesús dice prácticamente lo mismo:
“Nadie puede morir a menos que elija la muerte. Lo que parece ser el miedo a la muerte es realmente su atracción. La culpabilidad es asimismo algo temido y temible. Mas no ejerce ningún poder, excepto sobre aquellos que se sienten atraídos por ella y la buscan. Y lo mismo ocurre con la muerte.” (T-19.IV-C.1:4-8)
Sin usar la palabra «mente», Jesús enseña que todo lo que experimentamos aquí proviene de la decisión de la mente. Esto no es específico, tal como elijo vivir o morir, o estar en esta relación u otra. La decisión final - la única que es importante - es la que tomamos como un solo Hijo en el instante original, y una que tomamos una y otra vez: la decisión de alejarnos del Espíritu Santo, declarando que el principio de Expiación es una mentira y que el ego es el único maestro verdadero. De esa única elección provienen toda la pérdida y el dolor, y la ilusión de que el mundo tiene algo que ofrecer. La decisión de la mente de tomar las mentiras del ego como la verdad no solo establece que tenemos razón acerca de la separación, sino que otra persona es responsable de ello. Señalar con el dedo acusador fuera de nosotros mismos es el propósito de todo dolor y sufrimiento, incluso hasta la muerte. Sin embargo, aceptar la Expiación significa que hemos dejado de identificarnos con el ego, salimos del sueño con Jesús, y llegamos a reconocer que todo ocurrió aquí en el único momento demente que elegimos creer que teníamos razón y que Dios estaba equivocado. Y así elegimos de nuevo.
🔹️(1:5) «Jamás ocurre nada que no sea una representación de tus deseos, ni se te niega nada de lo que eliges.»
Mi deseo es ser un individuo autónomo, separado de la unidad del Cielo. Si es mi sueño, todo lo que ocurre es lo que yo he puesto allí; la decisión basada en la necesidad de mi ego de existir y escapar de la responsabilidad por lo que eligió.
🔹️(1:6-8) «He aquí tu mundo, completo hasta el más ínfimo detalle. He aquí toda la realidad que tiene para ti. Mas es sólo ahí donde se encuentra la salvación.»
Esta es la mente y sus deseos; específicamente, el tomador de decisiones que elige tener la razón en lugar de ser feliz. El problema está en la mente, así como el mundo, porque «las ideas no abandonan su fuente». Sin embargo, la mente también es donde encontramos la corrección, porque Jesús está allí.
📘(2:1-2) «Tal vez creas que ésta es una postura extrema o demasiado abarcadora para poder ser verdad. Mas ¿podría la verdad hacer excepciones?»
Jesús habla de la premisa no-dualista en la que se basa Un Curso de Milagros, que se desarrollará más adelante en la lección. Estás malinterpretando totalmente este Curso si crees que hay algo real en el mundo o en el cuerpo. No hay transigencias aquí. Si crees que esta posición es demasiado extrema, dice, considera: “¿podría la verdad hacer excepciones?” Si la verdad es Dios, Quien es perfecta unidad, lo que está fuera de Su Unicidad no puede ser de Él y, por lo tanto, no puede ser real. Todo lo que creemos que es real proviene del deseo de la mente de tener la razón, diciendo que quiero existir y que el mundo sea testigo de esa realidad.
🔹️(2:3) «Si se te ha dado todo, ¿cómo podría ser real perder? »
El "regalo de todo" es el amor que Jesús nos ofrece. Sin embargo, cuando creemos que la pérdida es posible, decimos que no lo tenemos todo, una creencia que proviene del deseo secreto de estar en un estado de escasez y privación, del que alguien u otra cosa es responsable. Así es como se mantiene intacta nuestra separación de Dios, pero sin ser responsables. El siguiente pasaje del texto describe este proceso de uso del ataque (es decir, la proyección) para culpar a otros por el vacío y la pérdida que creemos que es nuestro estado natural:
“El ataque nunca podría suscitar más ataques si no lo percibieses como un medio para privarte de algo que deseas. Sin embargo, no puedes perder algo a no ser que no lo valores, y que, por lo tanto, no lo desees. Esto hace que te sientas privado de ello, y, al proyectar tu propio rechazo, crees entonces que son otros los que te lo están quitando a ti. No podrás por menos que sentirte atemorizado si crees que tu hermano te está atacando para arrebatarte el Reino de los Cielos. Ésta es la base fundamental de todas las proyecciones del ego.” (T-7.VII.8)
🔹️(2:4-7) «¿Puede acaso el dolor ser parte de la paz, o el pesar de la dicha? ¿Cómo podrían el miedo y la enfermedad adentrarse en una mente en la que moran el amor y la santidad perfecta? La verdad tiene que abarcarlo todo, si es que es la verdad. No aceptes opuestos ni excepciones, pues hacer eso es contradecir la verdad.»
Jesús nos dice una vez más que el suyo es un Curso de todo-o-nada, y no debemos comprometer la realidad al tratar de hacer que cualquier cosa en este mundo sea real. Lo mejor que podemos decir es que algo aquí sirve al propósito del Espíritu Santo de ser un salón de clases en el que aprendemos a recordar la realidad. Por lo tanto, mientras creamos que hay dolor o su ausencia, hacemos realidad la dualidad y la ilusión. Mientras creamos que hay gozo, pero no estamos gozosos, decimos que este mundo es real y que el Cielo no lo es. Lee esta clara expresión de la naturaleza no-transigente de la realidad - sólo la verdad es verdad:
“Debe ser, o bien que Dios está loco, o bien que este mundo es un manicomio. Ni uno solo de los Pensamientos de Dios tiene sentido en este mundo. Y nada de lo que el mundo acepta como cierto tiene sentido alguno en Su Mente. Lo que no tiene sentido ni significado es demente. Y lo que es demente no puede ser la verdad. Si una sola de las creencias que en tanta estima se tienen aquí fuese cierta, entonces todo Pensamiento que Dios jamás haya tenido sería una ilusión. Pero si uno solo de Sus Pensamientos es cierto, entonces todas las creencias a las que el mundo otorga significado son falsas y absurdas. Ésta es la decisión que tienes ante ti. No trates de verla de otra manera ni de hacer de ella lo que no es. Pues lo único que puedes hacer es tomar esta decisión.” (T-25.VII.3:2-11)
Jesús continúa con el mismo pensamiento:
📘(3:1-4) «La salvación es el reconocimiento de que la verdad es verdad, y de que nada más lo es. Has oído esto antes, pero puede que todavía no hayas aceptado ambas partes de la aseveración. Sin la primera, la segunda no tiene sentido. Pero sin la segunda, la primera deja de ser verdad.»
Queremos tener un poco de Cielo en el infierno, y así diremos: la verdad es verdad, Dios es Amor y el Cielo es maravilloso, «pero» este mundo también es verdad, como lo son nuestras experiencias aquí. Algo de nuestros cuerpos es vital, y algo de nuestra experiencia es real. ¡No nos quites eso! Así habla el ego, pero Jesús nos dice que si la primera parte de su declaración es verdadera - “la verdad es verdad”, la segunda parte también debe ser cierta: “nada más lo es”. No puede haber un opuesto a la verdad. Decir que la verdad es verdad es decir que cualquier cosa fuera de la Unicidad es una ilusión. Por eso se nos dice que no podemos tener un poco de infierno en el Cielo, o un poco de Cielo en el infierno:
“No puedes renunciar parcialmente al Cielo. No puedes estar en el infierno sólo un poco. La Palabra de Dios [la Expiación] no admite excepciones. Esto es lo que hace que sea santa y que esté más allá del mundo.” (M-13.7:3-6)
“...es imposible que haya ciertas áreas en el Cielo reservadas para el infierno.” (M-22.1:4)
🔹️(3:5-8) «La verdad no puede tener opuestos. No se puede hacer suficiente hincapié en esto o pensar en ello con demasiada frecuencia. Pues si lo que no es verdad fuese tan cierto como lo que es verdad, entonces parte de la verdad sería falsa y la verdad dejaría de tener significado.»
Lo que hace que estas palabras tengan sentido es pensar en lo que hacemos con el mundo. Si algo aquí es verdadero, entonces parte de la verdad debe ser falsa. La verdad es todo-inclusiva, siendo una, y no hay nada fuera de su unidad. Para decirlo de otra manera, el mundo de la percepción (forma) no es lo opuesto al conocimiento. En el mejor de los casos, «refleja» la verdad del conocimiento, pero en sí mismo es ilusorio, ya que "«aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos.»" (T-in.1: 8):
“La diferencia palpable que existe entre la percepción y el conocimiento resulta muy evidente si consideras esto: no hay nada parcial con respecto al conocimiento. Cada uno de sus aspectos es total, y, por lo tanto, ningún aspecto está separado de otro...La percepción, aun en su expresión más elevada, nunca es completa. Incluso la percepción del Espíritu Santo -la más perfecta que puede haber- no tiene significado en el Cielo. La percepción puede extenderse a todas partes bajo Su dirección, pues la visión de Cristo contempla todo en la luz. Pero no hay percepción, por muy santa que sea, que perdure eternamente.” (T-13.VIII.2:1-2, 5-8)
🔹️(3:9) «Sólo la verdad es verdad, y lo que es falso, falso es.»
Aunque este tema se repite continuamente en todo el texto, el libro de ejercicios y el manual, no se puede vivir en este mundo con tal comprensión. Por lo tanto, Un Curso de Milagros nos enseña a reflejar esa verdad aquí a través del perdón. Por lo tanto, no se nos pide que neguemos nuestras experiencias, sino que neguemos lo que pensamos que son. Todo aquí es simbólico, y es nuestra elección si simboliza el sistema de pensamiento de especialismo del ego, o la corrección del Espíritu Santo que ve todas las cosas como aulas de aprendizaje. Es la elección simple entre la ilusión y la verdad, en donde se encuentra la esencia de la salvación:
“La salvación reside en el simple hecho de que las ilusiones no son temibles porque no son verdad. Te parecerán temibles en la medida en que no las reconozcas como lo que son; y no las reconocerás como lo que son en la medida en que desees que sean verdad. En esa misma medida estarás negando la verdad y no llevando a cabo la simple elección entre la verdad y las ilusiones; entre Dios y las fantasías. Recuerda esto, y no te resultará difícil percibir la elección exactamente como es, y sólo como es.” (T-16.V.14)
Jesús aclara así que el problema no es su forma. El hecho de que «queramos» el problema «es» el problema, porque nuestro deseo establece que el ego es real.
📘(4:1-2) «Ésta es la más simple de las distinciones, si bien, la más ambigua. Mas no porque sea una distinción difícil de percibir,... »
Jesús está diciendo que no es realmente difícil comprender que lo que es verdad, verdad es, y lo que es falso, falso es. De hecho, al comienzo del último capítulo del texto, pregunta qué podría ser más fácil de aprender que esta simple verdad sobre la verdad. Él no se deja engañar por nuestras protestas de que no podemos aprender lo que es tan simple y tan obvio:
“¡Qué simple es la salvación! Tan sólo afirma que lo que nunca fue verdad no es verdad ahora ni lo será nunca. Lo imposible no ha ocurrido, ni puede tener efectos. Eso es todo. ¿Podría ser esto difícil de aprender para aquel que quiere que sea verdad? Lo único que puede hacer que una lección tan fácil resulte difícil es no estar dispuesto a aprenderla. ¿Cuán difícil puede ser reconocer que lo falso no puede ser verdad, y que lo que es verdad no puede ser falso? Ya no puedes decir que no percibes ninguna diferencia entre lo falso y lo verdadero. Se te ha dicho exactamente cómo distinguir lo uno de lo otro, y lo que tienes que hacer si te confundes. ¿Por qué, entonces, te empeñas en no aprender cosas tan sencillas como éstas?” (T-31.I.1)
Observa una vez más el continuo regreso de Jesús al problema de la motivación: lo que hace que la simplicidad de la lección sea tan difícil de entender es la falta de voluntad para renunciar a nuestro falso yo.
🔹️(4:3) «… sino porque se halla oculta tras una amplia gama de opciones que no parecen proceder enteramente de ti.»
En otras palabras, el mundo existe fuera de mi mente y no soy responsable de ello, siendo una víctima, no de las decisiones de mi mente sino de los acontecimientos externos. Esto, una vez más, es la esencia de nuestra toma de decisiones: la verdad de la unidad de la Filiación - el Amor de Cristo - o la ilusión de intereses separados:
“El núcleo de la ilusión de la separación reside simplemente en la fantasía de que es posible destruir el significado del amor [la relación especial]. Y a menos que se restaure en ti el significado del amor, tú que compartes su significado no podrás conocerte a ti mismo. La separación no es más que la decisión de no conocerte a ti mismo. Todo este sistema de pensamiento es una experiencia de aprendizaje cuidadosamente urdida, diseñada para apartarte de la verdad y conducirte a las fantasías. Mas por cada enseñanza que pueda hacerte daño, Dios te ofrece corrección y el escape total de todas sus consecuencias.
Decidir entre si escuchar o no las enseñanzas de este Curso y seguirlas, no es sino elegir entre la verdad y las ilusiones. Pues en este Curso se hace una clara distinción entre la verdad y las ilusiones y no se confunden en absoluto. ¡Qué simple se vuelve esta elección cuando se percibe exactamente como es! Pues sólo las fantasías hacen que elegir sea confuso, pero las fantasías son totalmente irreales.” (T-16.V.15-16)
Sin embargo, son estas fantasías de especialismo muy complejas las que ocultan la simplicidad del problema y su solución - el poder de nuestras mentes para elegir:
“La única libertad que aún nos queda en este mundo es la libertad de elegir, y la elección es siempre entre dos alternativas o dos voces.” (C-1.7:1)
🔹️(4:4) «Y así, la verdad parece tener algunos aspectos que ponen en entredicho su consistencia, si bien no parecen ser contradicciones que tú mismo hayas introducido.»
Un ejemplo de la inconsistencia de la verdad es pensar que Dios, permaneciendo en el Cielo del amor perfecto, también está en este mundo, aunque no sea un lugar amoroso. La mayoría de las religiones se ven obligadas a caminar por la imposible cuerda floja para explicar cómo un mundo lleno de sufrimiento, odio y muerte puede coexistir con el Dios todo-amoroso Quien supuestamente lo creó. Así, la verdad parece ser inconsistente, como en el comentario de Jesús después de presentarnos un retrato del sufrimiento inherente a la vida del cuerpo. Regresaremos a ese retrato a continuación, pero aquí están las palabras de Jesús sobre la incongruencia de creer que un Dios amoroso podría crear el ataque y la muerte:
“Si éste fuese el mundo real, Dios «sería» ciertamente cruel. Pues ningún Padre podría someter a Sus hijos a eso como pago por la salvación y al mismo tiempo «ser» amoroso. «El amor no mata para salvar». Si lo hiciese, el ataque sería la salvación, y ésta es la interpretación del ego, no la de Dios.” (T-13.in.3:1-4)
No nos damos cuenta de que introducimos esta incoherencia y esta contradicción. No fue la Palabra de Dios la que escribió la Biblia, sino las mentes de personas cuya ambivalencia y conflicto encontraron expresión creativa en las historias bíblicas, que culminaron en una teología que no tiene sentido. Jesús nos pide que no culpemos de la inconsistencia a Dios o la verdad, porque es nuestra, hecha del intento mágico de permitir que un poco del Cielo exista en el infierno. Él explica además, en el contexto de la visión cristiana de la crucifixión, que esta teología es inconcebible:
“La crucifixión no estableció la Expiación; fue la resurrección la que lo hizo. Son muchos los cristianos sinceros que no han entendido esto correctamente...Si se examina la crucifixión desde un punto de vista invertido, parece como si Dios hubiese permitido, e incluso fomentado, el que uno de Sus Hijos sufriese por ser bueno. Esta desafortunada interpretación, que surgió como resultado de la proyección, ha llevado a muchas personas a vivir sumamente atemorizadas de Dios. Tales conceptos anti-religiosos se infiltran en muchas religiones. El auténtico cristiano, sin embargo, debería hacer una pausa y preguntarse: "¿Cómo iba a ser posible esto?...Con frecuencia la persecución termina siendo un intento de "justificar" la terrible y errónea percepción de que Dios Mismo persiguió a Su Propio Hijo en nombre de la salvación. Ni siquiera las mismas palabras tienen sentido...¿Crees que nuestro Padre piensa realmente así? Es tan esencial eliminar cualquier pensamiento de este tipo que debemos asegurarnos de que nada semejante permanezca en tu mente. Yo no fui "castigado" porque tú fueses malo. La lección completamente benévola que la Expiación enseña se echa a perder si se mancilla con cualquiera de las formas en que esta clase de distorsión se manifiesta.” (T-3.I.1:2-3, 5-8; 2:4-5, 8-11)
Jesús ahora hace una fuerte declaración de por qué Dios no puede tener nada que ver con este mundo. Ya he discutido cómo los estudiantes de Un Curso de Milagros frecuentemente tratan de cambiar el significado de Jesús cuando dice que Dios no creó "el mundo que ves", entendiéndolo como que Dios «sí» creó el mundo, pero no el dolor y el sufrimiento que «nosotros» hemos hecho realidad. Sin embargo, esto «no» es lo que Jesús quiere decir en absoluto, como vemos ahora. Su punto es que Dios no creó un mundo en el que creemos que podemos ver. En otras palabras, Él no creó un mundo perceptivo o dualista de formas en el que hay un sujeto y un objeto. Leemos:
📘(5) «Tal como Dios te creó, tú no puedes sino seguir siendo inmutable; y los estados transitorios son, por definición, falsos. Eso incluye cualquier cambio en tus sentimientos, cualquier alteración de las condiciones de tu cuerpo o de tu mente; así como cualquier cambio de conciencia o de tus reacciones. Esta condición de abarcamiento total es lo que distingue a la verdad de la mentira, y lo que mantiene a lo falso separado de la verdad, y como lo que es.»
Este es el regalo: todo en el mundo cambia, lo que nos ayuda a entender por qué Dios no puede estar involucrado en ello. Si la realidad del Cielo es inmutable, este mundo es exactamente lo contrario. No es sólo el cuerpo físico el que cambia -desde el nacimiento, pasando por lo que llamamos vida, hasta la muerte, seguido de varias etapas en la "vida después de la muerte"- sino que también cambian nuestros estados emocionales - nuestros estados de ánimo, pensamientos y sentimientos están en constante cambio. Todas estas son solo ilusiones diseñadas por el ego para ocultar la verdad inmutable de la realidad:
“Las apariencias engañan, pero pueden cambiar. La realidad, en cambio, es inmutable. No engaña en absoluto, y si tú no puedes ver más allá de las apariencias, te estás dejando engañar. Pues todo lo que ves cambiará; sin embargo, antes pensabas que era real, y ahora crees que es real nuevamente. De este modo, la realidad se ve reducida a formas y se la considera susceptible de cambiar. La realidad, no obstante, es inmutable. Esto es lo que hace que sea real y lo que la distingue de todas las apariencias. Tiene que estar más allá de toda forma para poder ser ella misma. No puede cambiar.” (T-30.VIII.1)
📘(6:1) «¿No es acaso extraño que consideres arrogante pensar que fuiste tú quien fabricó el mundo que ves?»
La gente diría con falsa humildad: ¿cómo puedo haber fabricado este mundo? Es demasiado complejo y complicado. Sin embargo, piensa en los mundos extraños que inventamos cada noche en sueños, muchos de los cuales son extraños y exóticos, dolorosos o placenteros, simples o complicados. Sin embargo, son ilusorios, no son diferentes de los sueños que constituyen el universo físico:
“Los sueños te muestran que tienes el poder de construir un mundo a tu gusto, y que por el hecho de desearlo lo ves. Y mientras lo ves no dudas de que sea real. Mas he ahí un mundo, que aunque claramente existe sólo en tu mente, parece estar afuera...Pareces despertar, y el sueño desaparece. Pero lo que no reconoces es que lo que dio origen al sueño no desapareció con él. Tu deseo de construir otro mundo que no es real sigue vivo en ti. Y pareces despertar a lo que no es sino otra forma de ese mismo mundo que viste en tus sueños. Estás soñando continuamente. Lo único que es diferente entre los sueños que tienes cuando duermes y los que tienes cuando estás despierto es la forma que adoptan, y eso es todo. Su contenido es el mismo. Constituyen tu protesta contra la realidad, y tu idea fija y demente de que la puedes cambiar.” (T-18.II. 5:1-3, 8-15)
Por lo tanto, «es» arrogante creer que hicimos el mundo, una arrogancia nacida de la creencia de que somos más poderosos que Dios y que, de hecho, podemos hacer que un mundo sea lo opuesto al Suyo. La verdadera humildad reconoce, ¡y felizmente! - la imposibilidad de tal locura.
🔹️(6:2-3) «Dios no lo creó. De eso puedes estar seguro.»
Para reafirmar este punto importante, no es que Dios no hizo el mundo que ves, en términos de su interpretación de él. Él no hizo un mundo en el que la percepción - el mundo de la forma - sea verdad, ni tampoco hizo un mundo en el que las cosas cambien, como ya hemos visto:
“El mundo que ves no es más que la ilusión de un mundo. Dios no lo creó, pues lo que Él crea tiene que ser tan eterno como Él. En el mundo que ves, no obstante, no hay nada que haya de perdurar para siempre. Algunas cosas durarán en el tiempo algo más que otras. Pero llegará el momento en el que a todo lo visible le llegue su fin.” (C-4.1)
🔹️(6:4-7) «¿Qué puede saber Él de lo efímero, del pecado o de la culpabilidad? ¿Qué puede saber de los temerosos, de los que sufren y de los solitarios; o de la mente que vive dentro de un cuerpo condenado a morir? Pensar que Él ha creado un mundo en el que tales cosas parecen ser reales es acusarlo de demente. Él no está loco. Sin embargo, sólo la locura da lugar a semejante mundo.»
Como se mencionó anteriormente, Jesús describe el mundo separado del ego - un mundo de culpa, creado por la culpa:
“La aceptación de la culpabilidad en la mente del Hijo de Dios fue el comienzo de la separación, de la misma manera en que la aceptación de la Expiación es su final. El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido. Contempla detenidamente este mundo y te darás cuenta de que así es. Pues este mundo es el símbolo del castigo, y todas las leyes que parecen regirlo son las leyes de la muerte. Los niños vienen al mundo con dolor y a través del dolor. Su crecimiento va acompañado de sufrimiento y muy pronto aprenden lo que son las penas, la separación y la muerte. Sus mentes parecen estar atrapadas en sus cerebros, y sus fuerzas parecen decaer cuando sus cuerpos se lastiman. Parecen amar, sin embargo, abandonan y son abandonados. Parecen perder aquello que aman, la cual es quizá la más descabellada de todas las creencias. Y sus cuerpos se marchitan, exhalan el último suspiro, se les da sepultura y dejan de existir. Ni uno solo de ellos ha podido dejar de creer que Dios es cruel.” (T-13. in.2)
Recuerda el siguiente comentario de Jesús de que "si éste fuese el mundo real, Dios sería ciertamente cruel." (T-13.in.3: 1). En este pasaje del libro de ejercicios, nos dice que si este fuera el mundo real, Dios «estaría» loco. El tema de la locura de Dios se discute en "La roca de la salvación", en el contexto de la premisa demente del ego de que uno debe perder para que otro gane, la base de su mundo de culpa y castigo:
“La creencia de que es posible perder no es sino el reflejo de la premisa subyacente de que Dios está loco. Pues en este mundo parece que alguien tiene que perder porque otro ganó. Si esto fuese cierto, entonces Dios estaría loco. Mas ¿qué es esa creencia, sino una forma de la premisa más básica según la cual, "El pecado es real y es lo que rige al mundo"? Por cada pequeña ganancia que se obtenga alguien tiene que perder, y pagar el importe exacto con sangre y sufrimiento. Pues, de lo contrario, el mal triunfaría y la destrucción sería el costo total de cualquier ganancia. Tú que crees que Dios está loco, examina esto detenidamente y comprende que, o bien Dios es demente o bien es esto lo que lo es, pero no ambos.” (T-25.VII.11)
Así volvemos al principio fundamental de «uno o el otro»: la vida o la muerte, el amor o el pecado, la locura de Dios o la nuestra.
Mientras trabajas con el Curso, es esencial que no traigas a Dios, el Espíritu Santo, o cualquier cosa espiritual al mundo o al cuerpo. De hecho, como hemos visto, el cuerpo fue fabricado específicamente para ocultar lo espiritual que está más allá del mundo. Lo único "espiritual" aquí es ver el mundo como un aula en la que aprendemos, del Maestro «en nuestras mentes», que el mundo es ilusorio. Ese es su único propósito, porque no hay nada inherentemente espiritual sobre lo material.
📘(7:1) «Pensar que Dios creó el caos, que contradice Su Propia Voluntad, que inventó opuestos a la verdad y que le permite a la muerte triunfar sobre la vida es arrogancia.»
Jesús suavemente apunta su dedo de la verdad en nuestra dirección y nos pide que lo sigamos. El caos demente y la crueldad de nuestro mundo no son obra de Dios, ni una expresión misteriosa de Su Voluntad. Proviene únicamente de nuestra decisión demente en favor del ego, haciéndonos así correctos y a Dios equivocado. Además, como Jesús nos explica en "Las leyes del caos", forzamos a Dios a pensar lo que pensamos. Recordemos este pasaje incisivo e inquietante:
“En ninguna otra parte es más evidente la arrogancia en la que se basan las leyes del caos que como sale a relucir aquí. He aquí el principio que pretende definir lo que debe ser el Creador de la realidad; lo que debe pensar y lo que debe creer; y, creyéndolo, cómo debe responder. Ni siquiera se considera necesario preguntarle si eso que se ha decretado que son Sus creencias es verdad. Su Hijo le puede decir lo que ésta es, y la única alternativa que le queda es aceptar la palabra de Su Hijo o estar equivocado. Esto conduce directamente a la tercera creencia descabellada que hace que el caos parezca ser eterno. Pues si Dios no puede estar equivocado, tiene entonces que aceptar la creencia que Su Hijo tiene de sí mismo y odiarlo por ello.” (T-23.II.6)
Hicimos el pecado real, y luego hicimos un Dios que lo cree, pidiendo vengativamente nuestro castigo. Además, hicimos un mundo para atacar a Dios y luego lo metimos en él, exigiéndole que lo arreglara. Luego vamos aún más lejos y decimos que Dios hizo este mundo en Su infinita sabiduría, cuyo misterio no podemos comenzar a comprender. Sin embargo, Jesús nos pide que dejemos a Dios fuera de este lío de locura, que nuestra arrogancia usa para afirmar que tenemos razón (y, por lo tanto, cuerdos) y que Dios está equivocado (y, por lo tanto, demente). Es el momento, dice Jesús, para el cambio a la humildad:
🔹️(7:2-5) «La humildad se daría cuenta de inmediato de que estas cosas no proceden de Él. ¿Y sería posible acaso ver lo que Dios no creó? Pensar que puedes, es creer que puedes percibir lo que la Voluntad de Dios no dispuso que existiera. ¿Y qué podría ser más arrogante que eso?»
Nuestra creencia es que «podemos» ver lo que Dios no creó. El problema no es solo que veamos dolor y enfermedad, sino que creemos que «vemos», «pensamos» y «sentimos». Nuestras percepciones, pensamientos y sentimientos son parte de la misma ilusión. Al equiparar la arrogancia con la pequeñez y la humildad con la grandeza, Jesús nos pide que no dejemos que el mundo nos quite la conciencia de nuestra verdadera gloria:
“No te contentes con la pequeñez. Pero asegúrate de que entiendes lo que es, así como también la razón por la que jamás podrías sentirte satisfecho con ella. La pequeñez es la ofrenda que te haces a ti mismo. La ofreces y la aceptas en lugar de la grandeza. En este mundo no hay nada que tenga valor porque es un mundo que procede de la pequeñez, de acuerdo con la extraña creencia de que la pequeñez puede satisfacerte. Cuando te lanzas en pos de cualquier cosa en este mundo creyendo que te ha de brindar paz, estás empequeñeciéndote y cegándote a la gloria. La pequeñez y la gloria son las únicas alternativas de que dispones para dedicarles todos tus esfuerzos y toda tu vigilancia. Y siempre elegirás una a expensas de la otra.” (T-15.III.1)
📘(8:1) «Seamos hoy verdaderamente humildes y aceptemos lo que hemos hecho tal como es.»
Necesitamos darnos cuenta de que hicimos este mundo para excluir a Dios de nuestras vidas. Eso es lo que Jesús quiere decir más adelante en el libro de ejercicios, como hemos visto antes, cuando nos dice que el mundo estaba destinado a ser un lugar donde Dios no pudiese entrar, y donde Su Hijo pudiera estar separado de Él (W-pII.3.2 : 4).
Así, Jesús nos pide que veamos el mundo por lo que es: la segunda línea de defensa del ego, que es la sombra del sistema de pensamiento subyacente de pecado, culpa y miedo, que en sí misma es una defensa contra el recordar Quiénes somos. La humildad dice que hice todo esto para demostrar que tengo razón, pero gracias a Dios estoy equivocado - con respecto al mundo y su sistema de pensamiento de dolor y muerte. Como Jesús nos pregunta:
“¿Crees acaso que la Voluntad de Dios es impotente? ¿Es a eso a lo que llamas humildad? No te das cuenta de lo que esta creencia ha ocasionado. Te consideras a ti mismo vulnerable, débil, fácil de destruir y a merced de innumerables agresores mucho más fuertes que tú.” (T-22.VI.10:3-6)
Esto no es humildad, sino locura. ¿Cómo puede ser débil el Hijo de Dios? De hecho, todo el poder en el Cielo y en la tierra se nos otorga a través del poder de la mente para elegir, que Jesús nos presenta como nuestro:
“Mi mente será siempre como la tuya porque fuimos creados iguales. Fue sólo la decisión que tomé lo que me dio plena potestad tanto en el Cielo como en la tierra. El único regalo que te puedo hacer es ayudarte a tomar la misma decisión. Inherente a esta decisión es la decisión de compartirla, pues la decisión en sí es la decisión de compartir. Se toma mediante el acto de dar, y es por lo tanto, la única alternativa que se asemeja a la verdadera creación. Yo soy tu modelo a la hora de tomar decisiones. Al decidirme por Dios te mostré que es posible tomar esta decisión y que tú la puedes tomar.” (T-5.II.9)
Y así nos recuerda de nuevo:
🔹️(8:2) «Tenemos el poder de decidir.»
«Yo» fabriqué el mundo, «yo» soy el soñador del sueño y, por lo tanto, «yo» puedo elegir cambiar con quién y con qué estoy soñando. Soy «yo» quien finalmente elige cambiar de soñar a despertar a la realidad, cumpliendo así la función del milagro. Todo depende de lo que quiera - paz o conflicto, felicidad o dolor, perdón o culpa:
“En realidad no ha ocurrido nada, excepto que te quedaste dormido y tuviste un sueño en el que eras un extraño para ti mismo y tan sólo una parte del sueño de otro. El milagro no te despierta, sino que simplemente te muestra quién es el soñador. Te enseña que mientras estés dormido puedes elegir entre diferentes sueños, dependiendo del propósito que le hayas adscrito a tu soñar. ¿Deseas sueños de curación o sueños de muerte? Un sueño es como una memoria, en el sentido de que te presenta las imágenes que quieres que se te muestren.” (T-28.II.4)
🔹️ (8:3-5) Decide únicamente aceptar el papel que te corresponde como co-creador del universo, y todo eso que crees haber fabricado desaparecerá. Lo que entonces emergerá en tu conciencia será todo lo que siempre ha estado ahí, lo cual ha sido eternamente como es ahora. Y entonces pasará a ocupar el lugar de los auto-engaños que inventaste a fin de usurpar el altar del Padre y del Hijo.
Jesús no está hablando del universo físico. A veces usa la palabra universo para referirse al cosmos, al universo «físico», pero otras veces, como en este pasaje, se refiere al universo del «espíritu». Así dice: “Decide contra tu ego, y en favor de mí y del principio de la Expiación. Esto restaurará a la conciencia tu Identidad tal como Dios te creó, el Cristo Quien co-crea el Cielo con Él":
“Dios se extiende hacia afuera, más allá de todo límite y más allá del tiempo, y tú que eres co-creador con Él, extiendes Su Reino eternamente y más allá de todo límite. La eternidad es el sello indeleble de la creación. Los eternos son felices y viven en paz eternamente.” (T-7.I.5:4-6)
Una vez que decidamos en favor de Dios y de nuestro Ser, todo lo que fabricamos - el sistema de pensamiento de separación y el mundo que lo refleja - desaparecerá, y la paz y la alegría de la creación serán nuestras para siempre. Cuando elegimos aceptar la corrección del Espíritu Santo para el ego, el recuerdo de Dios alborea sólo un instante antes de desaparecer en lo Que era el recuerdo; el reflejo de la santidad se convierte en lo reflejado, resplandeciendo en el altar que es la Única Mente de Dios y Cristo:
“...la santidad no es un reflejo, sino la verdadera condición de lo que aquí no era más que un reflejo en ellos. Dios no es una imagen, y Sus creaciones, en cuanto que parte de Él, lo contienen a Él dentro de ellas mismas. Ellas no reflejan simplemente la verdad, sino que «son» la verdad.” (T-14.IX.8:5-7)
El resto de la lección está dedicado a los períodos de práctica:
📘(9:1-3) «Hoy vamos a practicar la verdadera humildad, abandonando la falsa pretensión con la que el ego intenta probar que la humildad es arrogancia. Sólo el ego puede ser arrogante. Pero la verdad es humilde, puesto que reconoce su propio poder, su inmutabilidad y su eterna plenitud, totalmente abarcadora, la cual es el regalo perfecto que Dios le hace a Su Hijo amado.»
Nuestra humildad, una vez más, le dice a Jesús: “Tienes razón y yo estoy equivocado, por lo cual estoy eternamente agradecido. Nada puede hacerme más feliz que saber que estaba equivocado en todo ".
🔹️(9:4) «Dejaremos a un lado la arrogancia, que afirma que somos pecadores, culpables, temerosos y que estamos avergonzados de lo que somos; y en lugar de ello, elevaremos nuestros corazones con verdadera humildad hasta Aquel que nos creó inmaculados y semejantes a Él en poder y en amor.»
Como dice el texto, somos "humildes ante Él, y sin embargo grandes «en» Él" (T-15.IV.3: 1). Nuestra humildad reconoce que Dios es el Creador y nosotros los creados. En ese momento nos damos cuenta de que compartimos en Su grandeza y poder, la respuesta a toda oración:
“Usar el poder que Dios te ha dado como Él quiere que se use es algo natural. No es arrogancia ser como Él te creó ni hacer uso de lo que te dio como respuesta a todos los errores de Su Hijo para así liberarlo. Pero sí es arrogancia despreciar el poder que Él te dio y elegir un nimio e insensato deseo en vez de lo que Su Voluntad dispone. El don que Dios te ha dado es ilimitado. No hay circunstancia en la que no se pueda usar como respuesta ni problema que no se resuelva dentro de su misericordiosa luz.” (T-26.VII.18)
Sólo la arrogante voz de la pequeñez del ego diría lo contrario.
📘(10:1-3) «Tenemos el poder de decidir. Y aceptamos de Él aquello que somos, y reconocemos humildemente al Hijo de Dios. Reconocer al Hijo de Dios implica asimismo que hemos dejado a un lado todos los conceptos acerca de nosotros mismos y que hemos reconocido su falsedad.»
Puedes subrayar la palabra «todos», ya que el sistema de pensamiento de Jesús incluye es todo inclusivo: "«todos» los conceptos acerca de nosotros mismos que han sido dejados de lado y se han reconocido como falsos". Esto recuerda el pasaje que cité anteriormente:
“Aprender este Curso requiere que estés dispuesto a cuestionar cada uno de los valores que abrigas. Ni uno solo debe quedar oculto y encubierto, pues ello pondría en peligro tu aprendizaje.” (T-24.in.2:1-2)
«Cada» valor debe ser cuestionado. Comienzas cuestionando los valores que tienes en el mundo, como el especialismo, y terminas cuestionando el valor último: tu existencia individual. Todos los conceptos acerca de ti mismo están destinados a defender este valor en la conciencia. Es por eso que Jesús declara:
“El concepto del yo ha sido siempre la gran preocupación del mundo. Y cada individuo cree que tiene que encontrar la solución al enigma de lo que él es. La salvación se puede considerar como el escape de todos los conceptos. No se ocupa en absoluto del contenido de la mente, sino del simple hecho de que ésta piensa.” (T-31.V.14:1-4)
“Con nuestros conceptos de nosotros mismos desaparecidos, lo Que realmente somos nos hablará de Sí Mismo.” (T-31.V.17:9)
🔹️(10:4) «También hemos percibido su arrogancia.»
Esta es la arrogancia de pensar que comprendo lo que me motiva a mí y a los demás, lo que me hace feliz e infeliz, lo que es santo e impío, y lo que me llevará a la casa de Dios - todo esto no es más que la arrogancia del ego, a la que miramos a través de la visión de la verdad y la humildad:
🔹️(10:5) «Y con humildad aceptamos jubilosamente como nuestros el esplendor del Hijo de Dios, su mansedumbre, su perfecta pureza, el Amor de su Padre, así como su derecho al Cielo y a liberarse del infierno.»
De este modo, dejamos de lado los regalos del infierno del ego y aceptamos los regalos del Cielo en su lugar.
📘(11:1) «Ahora nos unimos en gozoso reconocimiento de que las mentiras son falsas y de que sólo la verdad es verdad.»
Ya no luchamos contra esta declaración, porque ya no deseamos traer el Cielo a la tierra, mezclando la verdad con la ilusión.
🔹️(11:2-4) «Al levantarnos pensaremos únicamente en la verdad, y pasaremos cinco minutos practicando sus caminos, alentando a nuestras temerosas mentes con lo siguiente:
Tengo el poder de decidir. Hoy me aceptaré a mí mismo tal como la Voluntad de mi Padre dispuso que yo fuese.»
Cuando nos despertamos por la mañana, “pensaremos únicamente en la verdad”. A nivel práctico, esto significa que pensamos en el reflejo de la verdad, porque “únicamente en la verdad” significa que ni siquiera estoy aquí. Reflejar la verdad significa que con gustosamente estoy despierto para un día completo de lecciones, en donde aprendo con un Maestro que me instruirá en la medida en que le traiga a Él mis experiencias. Él me ayudará a entender su significado; específicamente, que yo había estructurado cuidadosamente mi día para probar que tenía razón y que Dios estaba equivocado, y que existo como individuo pero con alguien más como responsable. El Espíritu Santo me ayuda a darme cuenta de que inventé esto como una defensa contra el sistema de pensamiento de culpa de mi mente, que se hizo para defenderme de recordar el amor que es mi realidad eterna. De este modo, mi día se vuelve uno feliz - independientemente de las circunstancias que me esperan - gracias a las lecciones que puedo aprender. No necesito ser consciente de la verdad no-dualista, sino simplemente ser consciente del reflejo de la verdad del Espíritu Santo: intereses compartidos en lugar de intereses separados. Esa es la Voluntad de mi Padre para mí en el sueño, el medio de recordar Su Voluntad para mí en el Cielo.
🔹️(11:5) «Luego aguardaremos en silencio, abandonando todo auto-engaño,»
Aquí vemos nuevamente que esperar en silencio para que Dios me hable, o para que el amor de Jesús me abrace, no significa absolutamente nada mientras «mis» pensamientos busquen ocupar Su lugar. Debo mirar los auto-engaños de mi vida y sistema de pensamiento. Sólo entonces puedo experimentar Su Amor, la Presencia de la verdad que desvanece las mentiras del ego."
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.

Lección 151

TODAS LAS COSAS SON ECOS DE LA VOZ QUE HABLA POR DIOS. (Lección 151)
Esta lección destaca dos temas que son vitales para la comprensión de los aspectos sistema de pensamiento del ego: el papel del juicio y la importancia del cuerpo. La idea “Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios", continúa a la declaración del repaso: "Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios". Nuestro temor es que si miramos todo en este mundo - el sueño del ego - a través de los ojos del Espíritu Santo, veremos todo de manera diferente: ningún ataque, necesidad, o gratificación, sino solo extensiones de amor o peticiones de amor (T-14.X.7:1-2). Esa visión induce al miedo porque ya no seríamos especiales o únicos, al haber aprendido que el cuerpo no tiene efecto y que, por lo tanto, no es nada. Como ya no somos individuos separados, todo lo que creíamos sobre nosotros mismos y los demás estaba equivocado, y entonces abandonamos la creencia en nuestras percepciones al darnos cuenta de que todo aquí refleja el pensamiento de separación de la mente, que nos defiende contra la verdad de la lección de hoy.
📘(1:1-3) Nadie puede juzgar basándose en pruebas parciales. Eso no es juzgar. Es simplemente una opinión basada en la ignorancia y en la duda.
El punto es que continuamente juzgamos con pruebas parciales, por lo que siempre estamos equivocados. Lo que se expresa aquí y durante la primera parte de la lección es expandido en un pasaje del manual que vimos antes (M-10.2-4). En lugar de repetirlo, simplemente extraeré algunas declaraciones relevantes:
Es necesario que el maestro de Dios se dé cuenta, no de que no debe juzgar, sino de que no puede. Al renunciar a los juicios, renuncia simplemente a lo que nunca tuvo….. Para poder juzgar cualquier cosa correctamente, uno tendría que ser consciente de una gama inconcebiblemente vasta de cosas pasadas, presentes o por venir. Uno tendría que reconocer de antemano todos los efectos que sus juicios podrían tener sobre todas las personas y sobre todas las cosas que de alguna manera estén involucradas en ellos. (M-10.2:1-2; 3:3-4)
🔹️(1:4) Su aparente certeza no es sino una capa con la que pretende ocultar la incertidumbre.
Jesús se refiere a la aparente certeza de nuestras percepciones, y aún más al punto, a la aparente certeza de nuestra interpretación de lo que sucede en el mundo. Mientras estamos tan seguros de que tenemos razón, necesariamente debemos estar equivocados. Nuestra insistencia obstinada es una alerta, y refleja la dinámica del yo de la formación de reacciones, formulada por primera vez por Freud hace un siglo atrás, quien describió cómo las personas actúan de manera opuesta a lo que creen inconscientemente, y dio un ejemplo extremo pero instructivo en Pensamientos para los tiempos de guerra y muerte, escrita en medio de la Primera Guerra Mundial. Esto es seguido por una declaración más general de su artículo 1924 Inhibiciones, síntomas y ansiedad:
Una prohibición tan poderosa solo puede ser dirigida contra un impulso igualmente poderoso. Lo que ningún alma humana desea, no tiene ninguna necesidad de prohibición; es excluido automáticamente. El mismo énfasis puesto en el mandamiento "No matarás” asegura que nacemos de una serie interminable de generaciones de asesinos, que tenían la lujuria de matar a los de su sangre, como, tal vez, nosotros mismos hoy tenemos (XIV, 296).
Conflictos de este tipo debido a la ambivalencia son muy frecuentes y pueden tener otro resultado típico, en el que uno de los dos sentimientos conflictivos (generalmente el de afecto) se intensifica enormemente y el otro se desvanece. El grado exagerado y el carácter compulsivo del afecto solo delata el hecho, de que éste no es el único presente, sino que está continuamente en alerta para mantener el sentimiento opuesto bajo supresión, y nos permite postular el funcionamiento de un proceso al que llamamos represión mediante la formación de reacciones ... (XX, 102).
Además, basándose en la visión de Freud, Jung mantuvo con frecuencia que los fanáticos religiosos ocultaban su propia falta de fe; de lo contrario ellos no afirmarían el suyo con tal tenacidad dogmática. Los Hijos de Dios en su mente correcta nunca demostrarían tal insistencia en tener razón. Su conciencia de la verdad los haría simplemente ser.
La decisión por el sistema de pensamiento del ego es el comienzo de la incertidumbre o duda, porque, como hemos visto antes, esa decisión implica automáticamente dudar de nuestra Identidad:
El ego planteó entonces la primera pregunta que jamás se hizo, pregunta que él jamás podrá contestar. La pregunta: “¿Qué eres?” representó el comienzo de la duda. (T-6.IV.2:6-7)
La realidad del Hijo de Dios es el espíritu y no tiene nada que ver con el cuerpo. Una vez elijo la individualidad del ego, niego Quién soy, lo que automáticamente genera dudas e incertidumbre. Esto es defendido con la absoluta certeza de que tengo razón. Este auto-concepto, nacido de la auto-duda, nos lo enseñamos a nosotros mismos y a los demás:
Enseñar no hace sino reforzar lo que crees acerca de ti mismo. Su propósito fundamental es aplacar las dudas que albergamos acerca de nosotros mismos. Esto no quiere decir que el ser que estás tratando de proteger sea real. Pero sí quiere decir que el ser que tú consideras real es al que enseñas. (M-in.3:7-10)
Así, de nuevo, nuestra incertidumbre implícita está encubierta por nuestra certeza explícita. Esto inevitablemente establece la necesidad de defender el yo ilusorio que estamos tratando de ser, como ahora leemos:
🔹️(1:5) Necesita una defensa irracional porque es irracional.
El cuerpo y el mundo son defensas irracionales que defienden contra la incertidumbre irracional en nuestras mentes. Esta es la segunda línea de defensa que nos "protege" de la primera: el sistema de pensamiento del pecado, la culpa y el miedo. Una vez que estas defensas están instaladas, nosotros "olvidamos" que las hicimos. Así es como nos convertimos en nuestras defensas - el cuerpo, hecho para defendernos contra nuestra culpa, se convierte en nuestro yo: la culpa irracional da origen al cuerpo irracional.
🔹️(1:6) Y la defensa que presenta parece ser muy sólida y convincente, y estar libre de toda duda debido a todas las dudas subyacentes.
Vemos de nuevo una expresión de la formación de reacciones: nuestra incertidumbre y nuestro miedo nos llevan a la arrogante certeza de que conocemos la verdad. Tal presunta arrogancia - la arrogancia de los antiguos griegos - nos defiende contra el terror interno que dice que no sabemos nada, especialmente nuestro yo. Debido a que existen tantas dudas dentro de nuestras mentes, tenemos que inventar un mundo que parezca muy seguro, y un cuerpo gobernado por un cerebro que interprete los aportes del mundo a través de los sentidos y proclame: “Sí, este mundo no solo es real, sino que tiene sentido. Y si no tiene sentido para ti, yo, en mi brillantez te lo explicaré". La gente intenta esto también con Un Curso de Milagros. Tratando de darle sentido desde su punto de vista, que en sí mismo es una defensa contra su propia incertidumbre y duda, dogmática y defensivamente protestan sobre su certeza recurriendo a declaraciones erróneas sobre las enseñanzas del Curso.
Ahora al cuerpo:
📘(2:1-3) No pareces poner en tela de juicio el mundo que ves. No cuestionas realmente lo que te muestran los ojos del cuerpo. Tampoco te preguntas por qué crees en ello, a pesar de que hace mucho tiempo que te diste cuenta de que los sentidos engañan.
Todos hemos tenido la experiencia de darnos cuenta de que nuestros sentidos mienten. Aprendimos en la escuela, por ejemplo, cuando nos enseñaron en la clase de geometría que las líneas paralelas no se juntan, aunque nuestra experiencia visual nos diga lo contrario. Hemos mirado en el horizonte, el lugar de reunión aparente del cielo y el agua, sabiendo que no es el caso. Luego están las experiencias temerosas de la infancia de creer que los ruidos nocturnos de hojas que crujen en el viento, o ramas que golpean contra una pared exterior son amenazas de intrusos o incluso de monstruos. Esto indica que no se puede confiar en la percepción, y sin embargo seguimos creyendo que nuestros sentidos nos traen la verdad, aunque, siguiendo los dictados del ego, se hicieron para mentir, como hemos visto:
No permitas que tus ojos se posen en un sueño ni que tus oídos den testimonio de una ilusión. Pues los ojos fueron concebidos para que viesen un mundo que no existe, y los oídos, para que oyesen voces insonoras….. Pues los ojos y los oídos son sentidos sin sentido, y lo único que hacen es relatar lo que ven y lo que oyen. Más no son ellos los que ven y oyen, sino tú, quien ensambló cada trozo irregular, cada migaja y fragmento absurdo de prueba para que diera testimonio del mundo que deseas. (T-28.V.5:3-4,6-7)
🔹️(2:4) El que creas lo que te muestran hasta el último detalle es todavía más extraño si te detienes a pensar con cuánta frecuencia su testimonio ha sido erróneo.
Esto se aplica no solo a nuestras percepciones físicas, sino a nuestras interpretaciones de situaciones en las que estábamos tan seguros de tener razón, solo para darnos cuenta más tarde de que estábamos equivocados. Recordemos nuevamente un pasaje del manual previamente citado:
¿Recuerdas cuántas veces pensaste que estabas al tanto de todos los “hechos” que necesitabas para juzgar algo y cuán equivocado estabas? ¿Quién no ha tenido esta experiencia? ¿Tienes idea de cuántas veces pensaste que tenías razón, sin jamás darte cuenta de que estabas equivocado? (M-10.4:1-3)
🔹️(2:5) Porqué confías en ellos tan ciegamente?
Esta es la misma pregunta que Jesús nos hace en el texto:
No le preguntes a ese transeúnte [el ego]: “¿Qué soy?” Él es la única cosa en todo el universo que no lo sabe. Sin embargo, es a él a quien se lo preguntas, y es a su respuesta a la que deseas amoldarte. Este pensamiento torvo y ferozmente arrogante, y, sin embargo, tan ínfimo y carente de significado que su pasar a través del universo de la verdad ni siquiera se nota, se vuelve tu guía. A él te diriges para preguntarle el significado del universo. Y a lo único que es ciego en todo el universo vidente de la verdad le preguntas: “¿Cómo debo contemplar al Hijo de Dios?”
¿Se le puede pedir que emita juicios a lo que está desprovisto de todo juicio? Y si ya lo has hecho, ¿creerías la respuesta que te da y te ajustarías a ella como si fuese cierta? (T-20.III.7:5-8:2)
🔹️(2:6) ¿No será por la duda subyacente que deseas ocultar tras un alarde de certeza?
La respuesta a la pregunta anterior viene, nuevamente, a través de la comprensión de la formación de reacciones. Creemos en el cuerpo porque cumple con la estrategia del ego de preservar nuestra identidad separada dejándonos sin sentido; es decir, cuerpos que viven en un mundo en estado inconsciente. Esto culmina en nuestra absoluta certeza de que la realidad es física y externa. El propósito de esta pseudo-certeza es ocultar el terror que acecha en nuestras mentes, una incertidumbre nacida de la elección original de reemplazar la Certeza de Dios con la duda del ego.
📘(3) ¿Cómo ibas a poder juzgar? Tus juicios se basan en el testimonio que te ofrecen los sentidos. No obstante, jamás hubo testimonio más falso que ése. Más ¿de qué otra manera excepto ésa, juzgas al mundo que ves? Tienes una fe ciega en lo que tus ojos y tus oídos te informan. Crees que lo que tus dedos tocan es real y que lo que encierran en su puño es la verdad. Esto es lo que entiendes, y lo que consideras más real que aquello de lo que da testimonio la eterna Voz que habla por Dios Mismo.
Este importante tema se reitera a lo largo de Un Curso de Milagros. Jesús no habla simbólicamente cuando dice que no somos cuerpos. Él lo dice literalmente, y lo expresa de nuevo en la siguiente lección. Contamos continuamente con nuestros cuerpos y cerebros para interpretar lo que pensamos que es la realidad y la verdad, y siempre estamos equivocados. La humildad para Jesús, es decir: "Gracias a Dios, estoy equivocado y tú tienes razón". Nos equivocamos en todo, incluso al pensar que sabemos lo que este Curso está enseñando. Nosotros meditamos en el significado de sus palabras a través de nuestra necesidad de hacer realidad la individualidad y el especialismo del cuerpo. Esta identificación con nuestro yo especial ahoga “la eterna Voz que habla por Dios", como hemos visto muchas veces antes:
¿Qué respuesta del Espíritu Santo podría llegar hasta ti, cuando a lo que escuchas es a tu deseo de ser especial, que es lo que pregunta y lo que responde? Tan sólo prestas oídos a su mezquina respuesta, la cual ni siquiera se oye en la melodía que en amorosa alabanza de lo que eres fluye eternamente desde Dios a ti…..
Puedes defender tu especialismo, pero nunca oirás la Voz que habla en favor de Dios a su lado. (T-24.II.4:3-4; 5:1)
📘(4:1-3) ¿A eso es a lo que llamas juzgar? Se te ha exhortado en muchas ocasiones a que te abstengas de juzgar, mas no porque sea un derecho que se te quiera negar. No puedes juzgar.
Ya hemos leído otros pasajes donde Jesús enseña acerca de nuestra incapacidad para juzgar. Aquí hay otra, del texto:
No juzgues, mas no porque tú seas también un miserable pecador, sino porque no puedes. (T-25.VIII.13:3)
No debemos juzgar porque sea malo o pecaminoso. No podemos juzgar. Nuestros juicios provienen siempre del sistema de pensamiento del ego que se basa en la necesidad de preservar nuestra individualidad, demostrando que Dios está equivocado y que nosotros tenemos razón. Nunca se puede emitir un juicio válido sobre esa base, ya que su origen descansa sobre una ilusión y las ideas no abandonan su fuente.
🔹️(4:4) Lo único que puedes hacer es creer en los juicios del ego, los cuales son todos falsos.
No somos libres de establecer la realidad, pero somos libres dentro de nuestro sueño de dictar lo que es esa realidad, como hemos visto muchas veces antes:
La paz es el patrimonio natural del espíritu. Todo el mundo es libre de rechazar su herencia, pero no de establecer lo que ésta es. (T-3.VI.10:1-2)
🔹️(4:5) El ego dirige tus sentidos celosamente, para probarte cuán débil eres, cuán indefenso y temeroso, cuán aprehensivo del justo castigo, cuán ennegrecido por el pecado y cuán miserable por razón de tu culpabilidad.
El sistema de pensamiento del ego se resume aquí en una oración: pecado, culpa y miedo al castigo. El propósito del cuerpo es demostrar la realidad de esta trinidad impía. Sin embargo, su realidad no está en mi mente sino en el cuerpo, y es causada por personas y agentes fuera de mí. Así, el sistema de pensamiento del ego es una realidad dentro del sueño del mundo, y no tiene nada que ver con la decisión de mi mente, ya que se relaciona solo con el cuerpo, el mío o el de alguien más. Esta oración también implica que el propósito del cuerpo es hacer que el dolor sea real. Consideremos los elaborados mecanismos sensoriales físicos/psicológicos que poseen nuestros cuerpos, los cuales reflejan su propósito subyacente. El ego hizo que el cuerpo sintiera dolor, y nosotros respondemos interpretándolo como una prueba de que el pecado, la culpa y el miedo están vivos y en buen estado, habiendo tomado su morada permanente en el cuerpo.
📘(5:1) El ego te dice que esa cosa de la que él te habla, y que defendería a toda costa, es lo que tú eres.
En otro lugar de Un Curso de Milagros, Jesús nos dice que este ser es una parodia del Ser que Dios creó. Recordemos:
¿Qué parodia de la creación de Dios es ésta que ocupa el lugar de tus creaciones? (T-24.VII.1:11)
Tal es la parodia que se hace de la creación de Dios. (T-24.VII.10:9)
Creyendo que el cuerpo es nuestro ser, inconscientemente nos sentimos culpables por el Ser que creemos que destruimos para sobrevivir. Así el cuerpo simboliza nuestro pecado, el cual nosotros buscamos desesperadamente proyectarlo en los demás, lo que requiere la necesidad de defendernos de sus ataques pecaminosos contra nosotros. La Lección 153 elaborará este círculo vicioso de ataque-defensa.
🔹️(5:2-4) Y tú te lo crees sin ninguna sombra de duda. Mas debajo de todo ello yace oculta la duda de que él mismo no cree en lo que con tanta convicción te presenta como la realidad. Es únicamente a sí mismo a quien condena.
Aquí otra vez Jesús revela nuestra testarudez arrogante al creer que estamos en lo correcto. Por debajo, sin embargo, el dedo culpable apunta a nuestras mentes, donde existe el miedo, la incertidumbre, y la duda que defendemos al hacer un mundo en el que estamos seguros de que conocemos a los pecadores. Incluso si creo que soy el peor de todos, quedan mis padres u otros agentes a los que puedo culpar por mi miserable estado. Por lo tanto, hay una parte de nosotros que verdaderamente sabe que somos un fraude - oculto por la formación de reacciones - y también que todo lo que creemos no es cierto.
🔹️(5:5-6:1) Es en sí mismo donde ve culpabilidad. Es su propia desesperación lo que ve en ti.
No prestes oídos a su voz.
La súplica familiar de Jesús a lo largo de Un Curso de Milagros es que escuchemos su voz en lugar de la del ego:
Renuncia ahora a ser tu propio maestro….. pues no fuiste un buen maestro. (T-12.V.8:3; T-28.I.7:1).
Sin embargo, antes de que pueda hacer lo que él dice, primero debo reconocer la voz del ego. Es decir, el por qué Jesús dedica tanto de su Curso a ayudarnos a entender el sistema de defensa de especialismo. No puedo elegir contra algo que no sé qué está ahí.
🔹️(6:2-4) Los testigos que te envía para probarte que su propia maldad es la tuya, y que hablan con certeza de lo que no saben, son falsos. Confías en ellos ciegamente porque no quieres compartir las dudas que su amo y señor no puede eliminar por completo. Crees que dudar de sus vasallos es dudar de ti mismo.
Los "vasallos", los esclavos del ego, son nuestros cuerpos y su experiencia sensorial. Nosotros no lo dudamos porque el ego nos dice que dudar de lo que percibimos afuera, nos empuja a volvernos hacia lo que creemos que es real por dentro - la mente que el ego nos ha dicho que es el hogar del terror del que huimos. Recuerda, el pecado, la culpa y el miedo se hicieron como el primer nivel de la defensa, que nos hace temer a nuestras mentes. A continuación, hacemos un mundo, un cuerpo y un cerebro para escondernos de lo que tanto tememos dentro. Así ponemos nuestra fe en el cuerpo porque tenemos miedo de volver a la mente, y en lo que ponemos nuestra fe, creemos que es cierto. Así, nuestro sentido del yo cambia de la mente al cuerpo, que se convierte en el vasallo de su señor de la culpa y el miedo.
📘(7:1) Sin embargo, tienes que aprender a dudar de que las pruebas que ellos te presentan pueden despejar el camino que te lleva a reconocerte a ti mismo, y dejar que la Voz que habla por Dios sea el único Juez de lo que es digno que creas.
Necesitamos Un Curso de Milagros para que podamos aprender de Jesús que solo podemos ser salvados dudando de nuestra evidencia sensorial, entendiendo que no somos un cuerpo, y reconociendo que los sistemas de pensamiento del mundo se basan en perpetuar la individualidad y el especialismo del ego. Necesitamos aprender que dudar del ego y de su mundo es la salvación. El ego nos dice que dudar significa que seremos destruidos por el horror dentro de la mente, y nos ha convencido de que lo único que podemos hacer con respecto al horror es usar el mundo y el cuerpo para defendernos de él.
Para practicar su Curso, Jesús nos dice que necesitamos estar dispuestos a cuestionar cada uno de los valores que abrigamos (T-24.in.2:1), venir a él y decir: "Mi única fuente de felicidad se encuentra recono-ciendo humildemente que tú eres el que entiende y tiene razón”. Esta comprensión no tiene nada que ver con el mundo, pero me ayuda a darme cuenta de que todo aquí es una defensa. Regresando al manual para el maestro, leemos esta exhortación para que venga el Único Que puede juzgar por nosotros. Volvernos hacia Él (o Jesús) es el único medio para alcanzar la paz que nosotros deseamos:
… hay Alguien a tu lado Cuyo juicio es perfecto….. Abandona, por lo tanto, todo juicio, no con pesar sino con un suspiro de gratitud. Ahora estás libre de una carga tan pesada, que sólo podría haberte hecho tambalear y caer debajo de ella….. Ahora el maestro de Dios puede levantarse aliviado y marchar hacia adelante con paso ligero….. Su sensación de preocupación ha desaparecido, pues no tiene ninguna razón para ello. La ha abandonado, junto con sus juicios. Se entregó a Aquel en Cuyo juicio ha elegido ahora confiar, en lugar del suyo propio. (M-10.4:7; 5:1-2,5,7-9)
Finalmente, nos damos cuenta de la sabiduría de estas palabras, feliz y frecuentemente repetidas:
No tienes idea del tremendo alivio y de la profunda paz que resultan de estar con tus hermanos o contigo mismo sin emitir juicios de ninguna clase. (T-3.VI.3:1)
🔹️(7:2-4) Él [el Espíritu Santo] no te dirá que debes juzgar a tu hermano basándote en lo que tus ojos ven en él, ni en lo que la boca de su cuerpo le dice a tus oídos o en lo que el tacto de tus dedos te informa acerca de él. Él ignora todos esos testigos, los cuales no hacen sino dar falso testimonio del Hijo de Dios. Él reconoce sólo lo que Dios ama, y en la santa luz de lo que Él ve todos los sueños del ego con respecto a lo que tú eres se desvanecen ante el esplendor que Él contempla.
Para contemplar ese esplendor en nosotros mismos y en los demás, primero debemos dejar de lado las interferencias a ello. Necesitamos ver nuestra inversión en creer lo que el ego nos dice, y que esa realidad no tiene nada que ver con el cuerpo y el cerebro. Ahora buscamos testigos diferentes: símbolos de perdón en lugar de pecado, amor en lugar de odio, curación en lugar de dolor, vida en lugar de muerte:
El Testigo de Dios no ve testigos contra el cuerpo. Tampoco presta atención a los testigos que con otros nombres hablan de manera diferente en favor de la realidad del cuerpo. Él sabe que no es real….. Y por cada testigo de la muerte del cuerpo, Él te envía un testigo de la vida que tienes en Aquel que no conoce la muerte. Cada milagro que Él trae es un testigo de la irrealidad del cuerpo. Él cura a éste de sus dolores y placeres por igual, pues todos los testigos del pecado son reemplazados por los Suyos….. De la misma manera en que el miedo es el testigo de la muerte, el milagro es el testigo de la vida….. Gracias a él los moribundos se recuperan, los muertos resucitan y todo dolor desaparece. Un milagro, no obstante, no habla en nombre propio, sino en nombre de lo que representa.
El milagro, asimismo, tiene símbolos en el mundo del pecado. El milagro perdona porque representa lo que yace más allá del perdón….. Y la verdad te será revelada, por haber elegido que los símbolos del amor ocupen el lugar del pecado. (T-27.VI.4:1-3,7-9; 5:7,9-10; 6:1-2; 8:6)
Al invocar a los testigos del Espíritu Santo y no a los del ego, podemos movernos más allá de nuestra percepción de las diferencias y los intereses separados - inherentes a la percepción - a la visión de unidad y propósito compartido - inherente a la mente del único Hijo de Dios.
📘(8:1) Deja que Él sea el Juez de lo que eres, pues en Su certeza la duda no tiene cabida, ya que descansa en una Certeza tan grande que ante Su faz dudar no tiene sentido.
El Espíritu Santo refleja esa Certeza de Dios. Cuando elegimos en contra, nosotros nos volvemos inciertos por definición. Así comenzó la duda, la fuente de todo temor. Recuerda este hermoso pasaje que cierra "El Cristo en ti", expresando la certeza que termina con nuestra duda:
Antes de que pueda haber conflicto tiene que haber duda. Y toda duda tiene que ser acerca de ti mismo. Cristo no tiene ninguna duda y Su serenidad procede de Su certeza. Él intercambiará todas tus dudas por Su certeza, si aceptas que Él es Uno contigo y que esa Unidad es interminable, intemporal y que está a tu alcance porque tus manos son las Suyas. Él está en ti, sin embargo, camina a tu lado y delante de ti, mostrándote el camino que Él debe seguir para encontrar Su Propia compleción. Su quietud se convierte en tu certeza. ¿Y dónde está la duda una vez que la certeza ha llegado? (T-24.V.9)
🔹️(8:2-4) Cristo no puede dudar de Sí Mismo. La Voz que habla por Dios puede tan solo honrarle y deleitarse en Su perfecta y eterna impecabilidad. Aquel a quien Él ha juzgado no puede sino reírse de la culpabilidad, al no estar dispuesto ya a seguir jugando con los juguetes del pecado, ni a hacerle caso a los testigos del cuerpo al encontrarse extático ante la santa faz de Cristo.
Cuanto más recurramos al Espíritu Santo en busca de ayuda, menos seriamente nos tomaremos este mundo y lo que pasa aquí. Así, reflejando Su Amor, seremos cada vez más amorosos y estaremos más disponibles para los demás. Esto no significa, como sabemos, que le demos la espalda a nuestro sufrimiento o al de otras personas, sino que simplemente miramos el sufrimiento de manera diferente, no dándole poder a las defensas del ego de destruir la realidad del amor en nuestras mentes. Así el Espíritu Santo hace que los sueños felices de perdón reemplacen las pesadillas de culpa y muerte del ego. Y nosotros podemos sonreír.
Descansa en el Espíritu Santo, y permite que Sus dulces sueños reemplacen a los que soñaste aterrorizado, temiéndole a la muerte. El Espíritu Santo te brinda sueños de perdón, en los que la elección no es entre quién es el asesino y quién la víctima. Los sueños que Él te ofrece no son de asesinatos y ni de muerte. El sueño de culpabilidad está desapareciendo de tu vista, aunque tus ojos están cerrados. Una sonrisa ha venido a iluminar tu rostro durmiente. Duermes apaciblemente ahora, pues éstos son sueños felices. (T-27.VII.14:3-8)
📘(9:1) Así es como Él te juzga.
El Espíritu Santo no ve la ilusión, ni reconoce como verdad lo que hemos hecho real para nosotros mismos: el pensamiento del pecado o del cuerpo. Así recibimos Su amoroso juicio:
Santo eres, eterno, libre e íntegro, y te encuentras para siempre en paz en el Corazón de Dios. ¿Dónde está el mundo ahora? ¿Y dónde el pesar? (M-15.1:11-12)
🔹️(9:2-7) Acepta Su Palabra con respecto a lo que eres, pues Él da testimonio de la belleza de tu creación y de la Mente Cuyo Pensamiento creó tu realidad. ¿Qué importancia puede tener el cuerpo para Aquel Que conoce la gloria del Padre y la del Hijo? ¿Podrían acaso los murmullos del ego llegar hasta Él? ¿Qué podría convencerle de que tus pecados son reales? Deja asimismo que Él sea el Juez de todo lo que parece acontecerte en este mundo. Sus lecciones te permitirán cerrar la brecha entre las ilusiones y la verdad.
Necesitamos la voluntad de ir a Él y decirle: "Estoy molesto porque estoy atraído por mi especialismo, pero sé que estoy viendo mal porque veo la fuente de placer y dolor en mi cuerpo, y no en la decisión de mi mente". Expresado en este párrafo, por lo tanto, está que el Espíritu Santo no se ocupa del cuerpo, ni de lo que creemos que son nuestros problemas aquí. Él existe en la mente y solo ve la mente, estando más allá de las defensas del pecado, la culpa, el miedo y el cuerpo. De esta manera, no es engañado por las defensas de dos niveles del ego que camuflan la mente. Ir a Él por ayuda significa que nosotros tenemos la pequeña dosis de buena voluntad de suspender la identificación con el yo físico/psicológico llamado por un nombre. Es la misma disposición a dejar que el Espíritu Santo reinterprete el cuerpo y su propósito: comunicación y comunión en lugar de separación y ataque.
Recuerda que para el Espíritu Santo el cuerpo es únicamente un medio de comunicación. Al ser el nexo de comunicación entre Dios y Sus Hijos separados, el Espíritu Santo interpreta todo lo que has hecho a la luz de lo que Él es. El ego separa mediante el cuerpo. El Espíritu Santo llega a otros a través de él. No percibes a tus hermanos tal como el Espíritu Santo lo hace porque no crees que los cuerpos sean únicamente medios para unir mentes, y para unirlas con la tuya y con la mía…
Si usas el cuerpo para atacar, éste se convierte en algo perjudicial para ti. Si lo usas con el solo propósito de llegar hasta las mentes de aquellos que creen ser cuerpos para enseñarles a través del mismo cuerpo que eso no es verdad, entenderás el poder de la mente que reside en ti….. Cuando se usa [el cuerpo] con el propósito de unir, se convierte en una hermosa lección de comunión, que tiene valor hasta que la comunión se consuma….. El Espíritu Santo no ve el cuerpo como lo ves tú porque sabe que la única realidad de cualquier cosa es el servicio que le presta a Dios en favor de la función que Él le asigna. (T-8.VII.2:1-5; 3:1-2,4,6)
Al unirnos a la reinterpretación del propósito del cuerpo por parte del Espíritu Santo, nos convertimos en el medio para despertar del sueño, el puente entre las ilusiones y la verdad, los medios para recordar nuestra comunión con Cristo, como Cristo.
📘(10:1) Él eliminará todo vestigio de fe que hayas depositado en el dolor, los desastres, el sufri-miento y la pérdida.
Implícito aquí es que el Espíritu Santo elimina nuestra fe en el dolor y el desastre una vez que quitamos nuestra inversión en ellos. Él no puede tomarlos si todavía nos aferramos. Un milagro no es mágico. No podemos decirle a Jesús: “Te queremos mucho y estamos molestos. Por favor, quítanos el dolor". Si lo amáramos profundamente, no elegiríamos el dolor para defendernos de ese amor. Por lo tanto, él remueve las defensas cuando nosotros se las llevamos.
🔹️(10:2-3) Él te concede una visión que puede ver más allá de estas sombrías apariencias y contemplar la dulce faz de Cristo en todas ellas. Ya no volverás a dudar de que lo único que te puede acontecer a ti a quien Dios ama, son cosas buenas, pues Él juzgará todos los acontecimientos y te enseñará la única lección que todos ellos encierran.
No se nos pide que neguemos lo que ven los ojos de nuestro cuerpo, sino que se nos pide que salgamos del sueño y miremos con Jesús en sus contenidos. Por encima del campo de batalla con él a nuestro lado, todo se ve diferente, y ahora vemos el mundo como nada más que un sueño. Lo que habíamos pensado que nos daba la salvación o nos traía el dolor, ahora entendemos que eran parte de la misma ilusión. Así:
La puerta se abre para que la faz de Cristo refulja sobre todo aquel que con inocencia pide ver más allá del velo de las viejas ideas y de los conceptos ancestrales que por tanto tiempo abrigó contra la visión de Cristo en ti. (T-31.VII.13:7)
Al mirar más allá de la aparición del pecado - “de las viejas ideas y de los conceptos ancestrales” - nosotros vemos aquí el reflejo de la verdad del perdón que brilla en nuestros hermanos y en nosotros mismos. ¡Cuán hermoso se vuelve el mundo!
📘(11:1) Él seleccionará los elementos en ellos que representan la verdad, e ignorará aquellos aspectos que sólo reflejan sueños fútiles.
Nuevamente, el Espíritu Santo no hace esto mágicamente. Él juzga por nosotros solo cuando nosotros Lo invitamos a compartir Su percepción del mundo, en lugar de pedirle que comparta la nuestra y entonces lo arregle para nosotros. Por lo tanto, no traemos la verdad a la ilusión, sino la ilusión a la verdad, mirando de manera diferente a nuestros hermanos, como sugiere este hermoso pasaje:
Sueña dulcemente con tu hermano inocente, quien se une a ti en santa inocencia. Y el Mismo Señor de los Cielos despertará a Su Hijo bienamado de este sueño. Sueña con la bondad de tu hermano en vez de concentrarte en sus errores. Elige soñar con todas las atenciones que ha tenido contigo, en vez de contar todo el dolor que te ha ocasionado. Perdónale sus ilusiones y dale gracias por toda la ayuda que te ha prestado. Y no desprecies los muchos regalos que te ha hecho solo porque en tus sueños él no sea perfecto. (T-27.VII.15:1-6)
Nuestro perdón "representa la verdad", mientras que nuestros resentimientos "reflejan sueños fútiles".
🔹️(11:2) Y re-interpretará desde el único marco de referencia que tiene, el cual es absolutamente íntegro y seguro, todo lo que veas, todos los acontecimientos, circunstancias y sucesos que de una manera u otra parezcan afectarte.
El Espíritu Santo no cambia el sueño. Cambia nuestra forma de ver el sueño. Entonces vemos todas las situaciones como oportunidades para aprender que tenemos una mente que eligió este sistema de pensa-miento de separación, y por lo tanto una mente que puede cambiarlo.
🔹️(11:3) Y verás el amor que se encuentra más allá del odio, la inmutabilidad en medio del cambio, lo puro en el pecado y, sobre el mundo, únicamente la bendición del Cielo.
Este es el juicio ahora familiar del Espíritu Santo: el comportamiento se percibe como un llamado al amor o como una expresión de éste. Esto no quiere decir que las cosas aquí sean reales, sino que reflejan una decisión de la mente de estar con el ego - mi comportamiento es la sombra de mi elección equivocada, por lo que pido ayuda - o con el Espíritu Santo - mi comportamiento refleja Su Amor, la constancia de la bendición del Cielo sobre la pura inocencia del Hijo.
📘(12:1-2) Tal es tu resurrección, pues la vida no forma parte de nada de lo que ves. Tu vida tiene lugar más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todos los testigos de lo profano, dentro de lo Santo, y es tan santa como Ello Mismo.
Esta lección fue tomada cerca del final de la Cuaresma, poco antes de la Pascua; por eso, la referencia a la resurrección. La “vida” a la que se refiere Jesús es el verdadero Ser más allá de la segunda línea de defensa del ego - el mundo - y su primera línea - el sistema de pensamiento del ego de pecado, culpa, y miedo. A pesar de nuestros viajes al lejano país de los sueños del ego, seguimos estando:
En Dios estás en tu hogar, soñando con el exilio, pero siendo perfectamente capaz de despertar a la realidad. (T-10.I.2:1)
El Espíritu Santo es el recuerdo de ese hogar, y el perdón es el medio que Él usa para despertarnos del sueño de la muerte, lo que es la definición de resurrección del Curso (M-28.1:1-4).
🔹️(12:3-4) En todo el mundo y en todas las cosas Su Voz no te hablará más que de tu Creador y de tu Ser, el Cual es uno con Él. Así es como verás la santa faz de Cristo en todo y como oirás en ello el eco de la Voz de Dios.
No se trata de percepción física. Ver la santa faz de Cristo significa que nosotros vemos la inocencia de nuestro hermano, porque nos damos cuenta de que los pecados de los que lo acusamos son proyecciones de los pecados de los que nos acusamos - todos ilusorios. Así miramos más allá de la fealdad del odio del ego a la belleza de la faz del perdón, escuchando más allá de los chillidos asesinos al suave eco de la Voz de Dios. ¡Que alegre es la recién nacida visión que bendice a nuestros ojos!
¡Pensad en la hermosura que veréis, vosotros que camináis a Su lado! ¡Y pensad cuán bello os parecerá el otro! ¡Cuán felices os sentiréis de estar juntos después de una jornada tan larga y solitaria en la que caminabais por separado! Las puertas del Cielo, francas ya para vosotros, las abriréis ahora para los que aún sufren. Y nadie que mire al Cristo en vosotros dejará de regocijarse. ¡Qué bello es el panorama que visteis más allá del velo y que ahora llevareis para iluminar los cansados ojos de aquellos que todavía están extenuados como una vez los estuvisteis vosotros! ¡Cuán agradecidos estarán de veros llegar y ofrecer el perdón de Cristo para desvanecer así la fe que ellos aún tienen en el pecado! (T-22.IV.4)
Jesús vuelve a los períodos de práctica de esta lección:
📘(13:1-2) Hoy practicaremos sin palabras, excepto al principio del período que pasamos con Dios. Introduciremos estos momentos con una repetición lenta del pensamiento con el que comienza el día.
Esto significa que me doy cuenta de lo mucho que quiero ver todas las cosas como ecos de la voz de mi dios -- la voz de la separación y el especialismo -- pero no quiero una percepción de lo cual ser responsable. Por lo tanto, primero necesitamos ver que percibimos todo como una prueba de que estamos en lo correcto y que Jesús está equivocado. Esta percepción errónea, una vez en la conciencia, puede ser llevada a su presencia sanadora. Tal es el propósito de este y de cada período de práctica. Ten en cuenta la falta de énfasis en las palabras específicas que nos guían a nuestra tranquilidad. Esta falta de énfasis aumentará a medida que continuemos con el programa de entrenamiento de un año del libro de ejercicios.
🔹️(13:3) Después observaremos nuestros pensamientos, apelando silenciosamente a Aquel que ve los elementos que no son verdad en ellos.
El elemento de verdad en mi deseo de estar separado es que elegí esto no porque sea pecaminoso, sino porque temía el Amor no-específico de Dios, todavía presente en mi mente incluso aunque me he puesto contra éste. Por eso mis pensamientos piden ayuda y no expresan pecado. Nota también, el regreso del tema de la observación de la mente, el núcleo de estos ejercicios del libro de ejercicios.
🔹️(13:4) Deja que Él evalúe todos los pensamientos que te vengan a la mente, que elimine de ellos los elementos de sueño y que te los devuelva en forma de ideas puras que no contradicen la Voluntad de Dios.
El Espíritu Santo evaluará mis pensamientos solo si se los entrego a Él -- mi papel en perdón. Debo ser consciente de estos pensamientos de especialismo para que Él pueda ayudarme a mirarlos de manera diferente. De este modo, he dejado de invertir en el ego, lo que lo hace desaparecer. Lo que queda es la mentalidad-correcta de la Expiación. Esta idea es recordada en la petición de Jesús de ser honesto con él, lo cual es el requisito previo para tomar su mano para que él pueda llevarnos al Reino, que ambos tenemos y somos:
Examina detenidamente que es lo que estás realmente pidiendo. Sé muy honesto contigo mismo al respecto, pues no debemos ocultarnos nada el uno al otro. Si realmente tratas de hacer esto, habrás dado el primer paso en el proceso de preparar tu mente a fin de que el Santísimo pueda entrar en ella. Nos prepara-remos juntos….. ¿Hasta cuándo vas a seguir negándole Su Reino? (T-4.III.8)
📘(14) Ofrécele tus pensamientos, y Él te los devolverá en forma de milagros que proclaman jubilosamente la plenitud y la felicidad que como prueba de Su Amor eterno Dios dispone para Su Hijo. Y a medida que cada pensamiento sea así transformado, asumirá el poder curativo de la Mente que vio la verdad en él y no se dejó engañar por lo que había sido añadido falsamente. Todo vestigio de fantasía ha desaparecido. Y lo que queda se unifica en un Pensamiento perfecto que ofrece su perfección por doquier.
Mi trabajo es reconocer que lo que he juzgado como esencial para mi felicidad no es más que un hilo de fantasía. Necesito darme cuenta que simplemente fui engañado por lo que mi ego me dijo que era la realidad. Sin embargo, debo ser consciente de mi identificación con él y con el cuerpo que refleja su sistema de pensamiento. Sólo entonces puede ser reemplazado por el "Pensamiento perfecto que ofrece su perfección por doquier” -- la mente del unificado Hijo de Dios. Citamos anteriormente de la primera estrofa del poema de Helen, "La segunda oportunidad". Aquí está parte de la segunda estrofa, que representa el milagro del amor de Jesús, simbolizado por la estrella que recibimos a cambio de nuestros pensamientos de odio:
Al que yo con fuerza asía [al odio] y ocultaba en mi corazón
Y al que todavía de Su Amor apartaba con tesón.
Más un día se miraron mis ojos en los Suyos, y al instante
Abriéronse mis manos y mi corazón. Y radiante
Al apartar mis ojos una estrella había en mi mano;
Y en otra mi corazón.
(Los Regalos de Dios, p. 45) (En inglés)
📘(15:1-2) Pasa así quince minutos al despertar, y dedica gustosamente quince minutos más antes de irte a dormir. Tu ministerio dará comienzo cuando todos tus pensamientos hayan sido purificados.
Como veremos en una lección posterior (L-pI.154), nuestro ministerio no tiene nada que ver con lo externo, sino simplemente con aceptar la Expiación para nosotros mismos. ¿Qué más podría ser, si solo la mente del Hijo de Dios necesita ser sanada? Es esa mente la que buscamos purificar de nuestros pensamientos de pecado.
🔹️(15:3-5) Así es como se te enseña a enseñarle al Hijo de Dios la santa lección de su santidad. Nadie puede dejar de escuchar cuando tú oyes la Voz que habla por Dios rendirle honor al Hijo de Dios. Y todos compartirán contigo los pensamientos que Él ha re-interpretado en tu mente.
Aquí nuevamente vemos el tema de que el Hijo de Dios es uno: "Cuando me curo, no soy el único que se cura” (L-pI.137). Cuando elijo al Espíritu Santo como mi Maestro, elijo contra la separación. En ese instante santo soy el Hijo de Dios, el cual es uno. ¿Cómo, entonces, podría no escuchar la Voz del Espíritu Santo proclamando la santidad de Cristo como nuestra?
📘(16) Tal es tu Pascua. Y de esa manera depositas sobre el mundo la ofrenda de azucenas blancas como la nieve que reemplaza a los testigos del pecado y de la muerte. Mediante tu transfiguración el mundo se redime y se le libera jubilosamente de la culpabilidad. Ahora elevamos nuestras mentes resurrectas llenos de gozo y agradecimiento hacia Aquel que nos restituyó la cordura.
Las azucenas son el hermoso símbolo del perdón de Un Curso de Milagros. Cuando elijo contra la culpa y en favor de la inocencia, elijo para todos -- la mente del Hijo de Dios es una. Nuestro regalo de azucenas deshace la crucifixión por la separación y restaura a nuestras redimidas y resucitadas mentes, la conciencia de nuestra Identidad como un Hijo. Este es un pasaje de Pascua hermosamente paralelo a este pensamiento:
Éste es el camino [la inocencia nacida del perdón] que te conduce al Cielo y a la paz de la Pascua, donde nos unimos en gozosa conciencia de que el Hijo de Dios se ha liberado del pasado y ha despertado al presente. Ahora es libre, y su comunión con todo lo que se encuentra dentro de él es ilimitada. Ahora las azucenas de su inocencia no se ven mancilladas por la culpabilidad, pues están perfectamente resguardadas del frío estremecimiento del miedo, así como de la perniciosa influencia del pecado…
He aquí tu salvador y amigo, a quien tu visión ha liberado de la crucifixión, libre ahora para conducirte allí donde él anhela estar….. Y gustosamente caminareis juntos por la senda de la inocencia, cantando según contempláis las puertas del Cielo abiertas de par en par y reconocéis el hogar que os llamó (T-20.II.10:1-3; 11:1,3)
📘(17) Y recordaremos cada hora a Aquel que es la salvación y la liberación. Y según damos las gracias, el mundo se une a nosotros y acepta felizmente nuestros santos pensamientos, que el Cielo ha corregido y purificado. Ahora por fin ha comenzado nuestro ministerio, para llevar alrededor del mundo las buenas nuevas de que en la verdad no hay ilusiones, y de que, por mediación nuestra, la paz de Dios les pertenece a todos.
Vemos de nuevo que el mundo es uno con nosotros, y al aceptar este mensaje en nuestras mentes, es aceptado también para el mundo:
Mira a tu Redentor [el Espíritu Santo] y contempla lo que Él quiere que tú veas en tu hermano, y no permitas que el pecado vuelva a cegar tus ojos. Pues el pecado te mantendría separado de él, pero tu Redentor quiere que veas a tu hermano como te ves a ti mismo. Vuestra relación es ahora un templo de curación; un lugar donde todos los que están fatigados pueden venir a descansar. En ella se encuentra el descanso que les espera a todos después de la jornada. Y gracias a vuestra relación todos se encuentran más cerca de este descanso. (T-19.III.11)
Esta es la experiencia que aguarda la liberación del juicio al elegir la visión del perdón. Nuestra voz ahora se hace eco de la Voz que une al Hijo de Dios, la identidad que felizmente recordamos cuando nos unimos a nuestros hermanos para dar gracias a Jesús, quien nos trajo a este lugar santo de resurrección. Lo recordamos con gratitud cada minuto de hoy al nosotros decidir contra el juicio y por la verdad.