Lección 151

TODAS LAS COSAS SON ECOS DE LA VOZ QUE HABLA POR DIOS. (Lección 151)
Esta lección destaca dos temas que son vitales para la comprensión de los aspectos sistema de pensamiento del ego: el papel del juicio y la importancia del cuerpo. La idea “Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios", continúa a la declaración del repaso: "Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios". Nuestro temor es que si miramos todo en este mundo - el sueño del ego - a través de los ojos del Espíritu Santo, veremos todo de manera diferente: ningún ataque, necesidad, o gratificación, sino solo extensiones de amor o peticiones de amor (T-14.X.7:1-2). Esa visión induce al miedo porque ya no seríamos especiales o únicos, al haber aprendido que el cuerpo no tiene efecto y que, por lo tanto, no es nada. Como ya no somos individuos separados, todo lo que creíamos sobre nosotros mismos y los demás estaba equivocado, y entonces abandonamos la creencia en nuestras percepciones al darnos cuenta de que todo aquí refleja el pensamiento de separación de la mente, que nos defiende contra la verdad de la lección de hoy.
📘(1:1-3) Nadie puede juzgar basándose en pruebas parciales. Eso no es juzgar. Es simplemente una opinión basada en la ignorancia y en la duda.
El punto es que continuamente juzgamos con pruebas parciales, por lo que siempre estamos equivocados. Lo que se expresa aquí y durante la primera parte de la lección es expandido en un pasaje del manual que vimos antes (M-10.2-4). En lugar de repetirlo, simplemente extraeré algunas declaraciones relevantes:
Es necesario que el maestro de Dios se dé cuenta, no de que no debe juzgar, sino de que no puede. Al renunciar a los juicios, renuncia simplemente a lo que nunca tuvo….. Para poder juzgar cualquier cosa correctamente, uno tendría que ser consciente de una gama inconcebiblemente vasta de cosas pasadas, presentes o por venir. Uno tendría que reconocer de antemano todos los efectos que sus juicios podrían tener sobre todas las personas y sobre todas las cosas que de alguna manera estén involucradas en ellos. (M-10.2:1-2; 3:3-4)
🔹️(1:4) Su aparente certeza no es sino una capa con la que pretende ocultar la incertidumbre.
Jesús se refiere a la aparente certeza de nuestras percepciones, y aún más al punto, a la aparente certeza de nuestra interpretación de lo que sucede en el mundo. Mientras estamos tan seguros de que tenemos razón, necesariamente debemos estar equivocados. Nuestra insistencia obstinada es una alerta, y refleja la dinámica del yo de la formación de reacciones, formulada por primera vez por Freud hace un siglo atrás, quien describió cómo las personas actúan de manera opuesta a lo que creen inconscientemente, y dio un ejemplo extremo pero instructivo en Pensamientos para los tiempos de guerra y muerte, escrita en medio de la Primera Guerra Mundial. Esto es seguido por una declaración más general de su artículo 1924 Inhibiciones, síntomas y ansiedad:
Una prohibición tan poderosa solo puede ser dirigida contra un impulso igualmente poderoso. Lo que ningún alma humana desea, no tiene ninguna necesidad de prohibición; es excluido automáticamente. El mismo énfasis puesto en el mandamiento "No matarás” asegura que nacemos de una serie interminable de generaciones de asesinos, que tenían la lujuria de matar a los de su sangre, como, tal vez, nosotros mismos hoy tenemos (XIV, 296).
Conflictos de este tipo debido a la ambivalencia son muy frecuentes y pueden tener otro resultado típico, en el que uno de los dos sentimientos conflictivos (generalmente el de afecto) se intensifica enormemente y el otro se desvanece. El grado exagerado y el carácter compulsivo del afecto solo delata el hecho, de que éste no es el único presente, sino que está continuamente en alerta para mantener el sentimiento opuesto bajo supresión, y nos permite postular el funcionamiento de un proceso al que llamamos represión mediante la formación de reacciones ... (XX, 102).
Además, basándose en la visión de Freud, Jung mantuvo con frecuencia que los fanáticos religiosos ocultaban su propia falta de fe; de lo contrario ellos no afirmarían el suyo con tal tenacidad dogmática. Los Hijos de Dios en su mente correcta nunca demostrarían tal insistencia en tener razón. Su conciencia de la verdad los haría simplemente ser.
La decisión por el sistema de pensamiento del ego es el comienzo de la incertidumbre o duda, porque, como hemos visto antes, esa decisión implica automáticamente dudar de nuestra Identidad:
El ego planteó entonces la primera pregunta que jamás se hizo, pregunta que él jamás podrá contestar. La pregunta: “¿Qué eres?” representó el comienzo de la duda. (T-6.IV.2:6-7)
La realidad del Hijo de Dios es el espíritu y no tiene nada que ver con el cuerpo. Una vez elijo la individualidad del ego, niego Quién soy, lo que automáticamente genera dudas e incertidumbre. Esto es defendido con la absoluta certeza de que tengo razón. Este auto-concepto, nacido de la auto-duda, nos lo enseñamos a nosotros mismos y a los demás:
Enseñar no hace sino reforzar lo que crees acerca de ti mismo. Su propósito fundamental es aplacar las dudas que albergamos acerca de nosotros mismos. Esto no quiere decir que el ser que estás tratando de proteger sea real. Pero sí quiere decir que el ser que tú consideras real es al que enseñas. (M-in.3:7-10)
Así, de nuevo, nuestra incertidumbre implícita está encubierta por nuestra certeza explícita. Esto inevitablemente establece la necesidad de defender el yo ilusorio que estamos tratando de ser, como ahora leemos:
🔹️(1:5) Necesita una defensa irracional porque es irracional.
El cuerpo y el mundo son defensas irracionales que defienden contra la incertidumbre irracional en nuestras mentes. Esta es la segunda línea de defensa que nos "protege" de la primera: el sistema de pensamiento del pecado, la culpa y el miedo. Una vez que estas defensas están instaladas, nosotros "olvidamos" que las hicimos. Así es como nos convertimos en nuestras defensas - el cuerpo, hecho para defendernos contra nuestra culpa, se convierte en nuestro yo: la culpa irracional da origen al cuerpo irracional.
🔹️(1:6) Y la defensa que presenta parece ser muy sólida y convincente, y estar libre de toda duda debido a todas las dudas subyacentes.
Vemos de nuevo una expresión de la formación de reacciones: nuestra incertidumbre y nuestro miedo nos llevan a la arrogante certeza de que conocemos la verdad. Tal presunta arrogancia - la arrogancia de los antiguos griegos - nos defiende contra el terror interno que dice que no sabemos nada, especialmente nuestro yo. Debido a que existen tantas dudas dentro de nuestras mentes, tenemos que inventar un mundo que parezca muy seguro, y un cuerpo gobernado por un cerebro que interprete los aportes del mundo a través de los sentidos y proclame: “Sí, este mundo no solo es real, sino que tiene sentido. Y si no tiene sentido para ti, yo, en mi brillantez te lo explicaré". La gente intenta esto también con Un Curso de Milagros. Tratando de darle sentido desde su punto de vista, que en sí mismo es una defensa contra su propia incertidumbre y duda, dogmática y defensivamente protestan sobre su certeza recurriendo a declaraciones erróneas sobre las enseñanzas del Curso.
Ahora al cuerpo:
📘(2:1-3) No pareces poner en tela de juicio el mundo que ves. No cuestionas realmente lo que te muestran los ojos del cuerpo. Tampoco te preguntas por qué crees en ello, a pesar de que hace mucho tiempo que te diste cuenta de que los sentidos engañan.
Todos hemos tenido la experiencia de darnos cuenta de que nuestros sentidos mienten. Aprendimos en la escuela, por ejemplo, cuando nos enseñaron en la clase de geometría que las líneas paralelas no se juntan, aunque nuestra experiencia visual nos diga lo contrario. Hemos mirado en el horizonte, el lugar de reunión aparente del cielo y el agua, sabiendo que no es el caso. Luego están las experiencias temerosas de la infancia de creer que los ruidos nocturnos de hojas que crujen en el viento, o ramas que golpean contra una pared exterior son amenazas de intrusos o incluso de monstruos. Esto indica que no se puede confiar en la percepción, y sin embargo seguimos creyendo que nuestros sentidos nos traen la verdad, aunque, siguiendo los dictados del ego, se hicieron para mentir, como hemos visto:
No permitas que tus ojos se posen en un sueño ni que tus oídos den testimonio de una ilusión. Pues los ojos fueron concebidos para que viesen un mundo que no existe, y los oídos, para que oyesen voces insonoras….. Pues los ojos y los oídos son sentidos sin sentido, y lo único que hacen es relatar lo que ven y lo que oyen. Más no son ellos los que ven y oyen, sino tú, quien ensambló cada trozo irregular, cada migaja y fragmento absurdo de prueba para que diera testimonio del mundo que deseas. (T-28.V.5:3-4,6-7)
🔹️(2:4) El que creas lo que te muestran hasta el último detalle es todavía más extraño si te detienes a pensar con cuánta frecuencia su testimonio ha sido erróneo.
Esto se aplica no solo a nuestras percepciones físicas, sino a nuestras interpretaciones de situaciones en las que estábamos tan seguros de tener razón, solo para darnos cuenta más tarde de que estábamos equivocados. Recordemos nuevamente un pasaje del manual previamente citado:
¿Recuerdas cuántas veces pensaste que estabas al tanto de todos los “hechos” que necesitabas para juzgar algo y cuán equivocado estabas? ¿Quién no ha tenido esta experiencia? ¿Tienes idea de cuántas veces pensaste que tenías razón, sin jamás darte cuenta de que estabas equivocado? (M-10.4:1-3)
🔹️(2:5) Porqué confías en ellos tan ciegamente?
Esta es la misma pregunta que Jesús nos hace en el texto:
No le preguntes a ese transeúnte [el ego]: “¿Qué soy?” Él es la única cosa en todo el universo que no lo sabe. Sin embargo, es a él a quien se lo preguntas, y es a su respuesta a la que deseas amoldarte. Este pensamiento torvo y ferozmente arrogante, y, sin embargo, tan ínfimo y carente de significado que su pasar a través del universo de la verdad ni siquiera se nota, se vuelve tu guía. A él te diriges para preguntarle el significado del universo. Y a lo único que es ciego en todo el universo vidente de la verdad le preguntas: “¿Cómo debo contemplar al Hijo de Dios?”
¿Se le puede pedir que emita juicios a lo que está desprovisto de todo juicio? Y si ya lo has hecho, ¿creerías la respuesta que te da y te ajustarías a ella como si fuese cierta? (T-20.III.7:5-8:2)
🔹️(2:6) ¿No será por la duda subyacente que deseas ocultar tras un alarde de certeza?
La respuesta a la pregunta anterior viene, nuevamente, a través de la comprensión de la formación de reacciones. Creemos en el cuerpo porque cumple con la estrategia del ego de preservar nuestra identidad separada dejándonos sin sentido; es decir, cuerpos que viven en un mundo en estado inconsciente. Esto culmina en nuestra absoluta certeza de que la realidad es física y externa. El propósito de esta pseudo-certeza es ocultar el terror que acecha en nuestras mentes, una incertidumbre nacida de la elección original de reemplazar la Certeza de Dios con la duda del ego.
📘(3) ¿Cómo ibas a poder juzgar? Tus juicios se basan en el testimonio que te ofrecen los sentidos. No obstante, jamás hubo testimonio más falso que ése. Más ¿de qué otra manera excepto ésa, juzgas al mundo que ves? Tienes una fe ciega en lo que tus ojos y tus oídos te informan. Crees que lo que tus dedos tocan es real y que lo que encierran en su puño es la verdad. Esto es lo que entiendes, y lo que consideras más real que aquello de lo que da testimonio la eterna Voz que habla por Dios Mismo.
Este importante tema se reitera a lo largo de Un Curso de Milagros. Jesús no habla simbólicamente cuando dice que no somos cuerpos. Él lo dice literalmente, y lo expresa de nuevo en la siguiente lección. Contamos continuamente con nuestros cuerpos y cerebros para interpretar lo que pensamos que es la realidad y la verdad, y siempre estamos equivocados. La humildad para Jesús, es decir: "Gracias a Dios, estoy equivocado y tú tienes razón". Nos equivocamos en todo, incluso al pensar que sabemos lo que este Curso está enseñando. Nosotros meditamos en el significado de sus palabras a través de nuestra necesidad de hacer realidad la individualidad y el especialismo del cuerpo. Esta identificación con nuestro yo especial ahoga “la eterna Voz que habla por Dios", como hemos visto muchas veces antes:
¿Qué respuesta del Espíritu Santo podría llegar hasta ti, cuando a lo que escuchas es a tu deseo de ser especial, que es lo que pregunta y lo que responde? Tan sólo prestas oídos a su mezquina respuesta, la cual ni siquiera se oye en la melodía que en amorosa alabanza de lo que eres fluye eternamente desde Dios a ti…..
Puedes defender tu especialismo, pero nunca oirás la Voz que habla en favor de Dios a su lado. (T-24.II.4:3-4; 5:1)
📘(4:1-3) ¿A eso es a lo que llamas juzgar? Se te ha exhortado en muchas ocasiones a que te abstengas de juzgar, mas no porque sea un derecho que se te quiera negar. No puedes juzgar.
Ya hemos leído otros pasajes donde Jesús enseña acerca de nuestra incapacidad para juzgar. Aquí hay otra, del texto:
No juzgues, mas no porque tú seas también un miserable pecador, sino porque no puedes. (T-25.VIII.13:3)
No debemos juzgar porque sea malo o pecaminoso. No podemos juzgar. Nuestros juicios provienen siempre del sistema de pensamiento del ego que se basa en la necesidad de preservar nuestra individualidad, demostrando que Dios está equivocado y que nosotros tenemos razón. Nunca se puede emitir un juicio válido sobre esa base, ya que su origen descansa sobre una ilusión y las ideas no abandonan su fuente.
🔹️(4:4) Lo único que puedes hacer es creer en los juicios del ego, los cuales son todos falsos.
No somos libres de establecer la realidad, pero somos libres dentro de nuestro sueño de dictar lo que es esa realidad, como hemos visto muchas veces antes:
La paz es el patrimonio natural del espíritu. Todo el mundo es libre de rechazar su herencia, pero no de establecer lo que ésta es. (T-3.VI.10:1-2)
🔹️(4:5) El ego dirige tus sentidos celosamente, para probarte cuán débil eres, cuán indefenso y temeroso, cuán aprehensivo del justo castigo, cuán ennegrecido por el pecado y cuán miserable por razón de tu culpabilidad.
El sistema de pensamiento del ego se resume aquí en una oración: pecado, culpa y miedo al castigo. El propósito del cuerpo es demostrar la realidad de esta trinidad impía. Sin embargo, su realidad no está en mi mente sino en el cuerpo, y es causada por personas y agentes fuera de mí. Así, el sistema de pensamiento del ego es una realidad dentro del sueño del mundo, y no tiene nada que ver con la decisión de mi mente, ya que se relaciona solo con el cuerpo, el mío o el de alguien más. Esta oración también implica que el propósito del cuerpo es hacer que el dolor sea real. Consideremos los elaborados mecanismos sensoriales físicos/psicológicos que poseen nuestros cuerpos, los cuales reflejan su propósito subyacente. El ego hizo que el cuerpo sintiera dolor, y nosotros respondemos interpretándolo como una prueba de que el pecado, la culpa y el miedo están vivos y en buen estado, habiendo tomado su morada permanente en el cuerpo.
📘(5:1) El ego te dice que esa cosa de la que él te habla, y que defendería a toda costa, es lo que tú eres.
En otro lugar de Un Curso de Milagros, Jesús nos dice que este ser es una parodia del Ser que Dios creó. Recordemos:
¿Qué parodia de la creación de Dios es ésta que ocupa el lugar de tus creaciones? (T-24.VII.1:11)
Tal es la parodia que se hace de la creación de Dios. (T-24.VII.10:9)
Creyendo que el cuerpo es nuestro ser, inconscientemente nos sentimos culpables por el Ser que creemos que destruimos para sobrevivir. Así el cuerpo simboliza nuestro pecado, el cual nosotros buscamos desesperadamente proyectarlo en los demás, lo que requiere la necesidad de defendernos de sus ataques pecaminosos contra nosotros. La Lección 153 elaborará este círculo vicioso de ataque-defensa.
🔹️(5:2-4) Y tú te lo crees sin ninguna sombra de duda. Mas debajo de todo ello yace oculta la duda de que él mismo no cree en lo que con tanta convicción te presenta como la realidad. Es únicamente a sí mismo a quien condena.
Aquí otra vez Jesús revela nuestra testarudez arrogante al creer que estamos en lo correcto. Por debajo, sin embargo, el dedo culpable apunta a nuestras mentes, donde existe el miedo, la incertidumbre, y la duda que defendemos al hacer un mundo en el que estamos seguros de que conocemos a los pecadores. Incluso si creo que soy el peor de todos, quedan mis padres u otros agentes a los que puedo culpar por mi miserable estado. Por lo tanto, hay una parte de nosotros que verdaderamente sabe que somos un fraude - oculto por la formación de reacciones - y también que todo lo que creemos no es cierto.
🔹️(5:5-6:1) Es en sí mismo donde ve culpabilidad. Es su propia desesperación lo que ve en ti.
No prestes oídos a su voz.
La súplica familiar de Jesús a lo largo de Un Curso de Milagros es que escuchemos su voz en lugar de la del ego:
Renuncia ahora a ser tu propio maestro….. pues no fuiste un buen maestro. (T-12.V.8:3; T-28.I.7:1).
Sin embargo, antes de que pueda hacer lo que él dice, primero debo reconocer la voz del ego. Es decir, el por qué Jesús dedica tanto de su Curso a ayudarnos a entender el sistema de defensa de especialismo. No puedo elegir contra algo que no sé qué está ahí.
🔹️(6:2-4) Los testigos que te envía para probarte que su propia maldad es la tuya, y que hablan con certeza de lo que no saben, son falsos. Confías en ellos ciegamente porque no quieres compartir las dudas que su amo y señor no puede eliminar por completo. Crees que dudar de sus vasallos es dudar de ti mismo.
Los "vasallos", los esclavos del ego, son nuestros cuerpos y su experiencia sensorial. Nosotros no lo dudamos porque el ego nos dice que dudar de lo que percibimos afuera, nos empuja a volvernos hacia lo que creemos que es real por dentro - la mente que el ego nos ha dicho que es el hogar del terror del que huimos. Recuerda, el pecado, la culpa y el miedo se hicieron como el primer nivel de la defensa, que nos hace temer a nuestras mentes. A continuación, hacemos un mundo, un cuerpo y un cerebro para escondernos de lo que tanto tememos dentro. Así ponemos nuestra fe en el cuerpo porque tenemos miedo de volver a la mente, y en lo que ponemos nuestra fe, creemos que es cierto. Así, nuestro sentido del yo cambia de la mente al cuerpo, que se convierte en el vasallo de su señor de la culpa y el miedo.
📘(7:1) Sin embargo, tienes que aprender a dudar de que las pruebas que ellos te presentan pueden despejar el camino que te lleva a reconocerte a ti mismo, y dejar que la Voz que habla por Dios sea el único Juez de lo que es digno que creas.
Necesitamos Un Curso de Milagros para que podamos aprender de Jesús que solo podemos ser salvados dudando de nuestra evidencia sensorial, entendiendo que no somos un cuerpo, y reconociendo que los sistemas de pensamiento del mundo se basan en perpetuar la individualidad y el especialismo del ego. Necesitamos aprender que dudar del ego y de su mundo es la salvación. El ego nos dice que dudar significa que seremos destruidos por el horror dentro de la mente, y nos ha convencido de que lo único que podemos hacer con respecto al horror es usar el mundo y el cuerpo para defendernos de él.
Para practicar su Curso, Jesús nos dice que necesitamos estar dispuestos a cuestionar cada uno de los valores que abrigamos (T-24.in.2:1), venir a él y decir: "Mi única fuente de felicidad se encuentra recono-ciendo humildemente que tú eres el que entiende y tiene razón”. Esta comprensión no tiene nada que ver con el mundo, pero me ayuda a darme cuenta de que todo aquí es una defensa. Regresando al manual para el maestro, leemos esta exhortación para que venga el Único Que puede juzgar por nosotros. Volvernos hacia Él (o Jesús) es el único medio para alcanzar la paz que nosotros deseamos:
… hay Alguien a tu lado Cuyo juicio es perfecto….. Abandona, por lo tanto, todo juicio, no con pesar sino con un suspiro de gratitud. Ahora estás libre de una carga tan pesada, que sólo podría haberte hecho tambalear y caer debajo de ella….. Ahora el maestro de Dios puede levantarse aliviado y marchar hacia adelante con paso ligero….. Su sensación de preocupación ha desaparecido, pues no tiene ninguna razón para ello. La ha abandonado, junto con sus juicios. Se entregó a Aquel en Cuyo juicio ha elegido ahora confiar, en lugar del suyo propio. (M-10.4:7; 5:1-2,5,7-9)
Finalmente, nos damos cuenta de la sabiduría de estas palabras, feliz y frecuentemente repetidas:
No tienes idea del tremendo alivio y de la profunda paz que resultan de estar con tus hermanos o contigo mismo sin emitir juicios de ninguna clase. (T-3.VI.3:1)
🔹️(7:2-4) Él [el Espíritu Santo] no te dirá que debes juzgar a tu hermano basándote en lo que tus ojos ven en él, ni en lo que la boca de su cuerpo le dice a tus oídos o en lo que el tacto de tus dedos te informa acerca de él. Él ignora todos esos testigos, los cuales no hacen sino dar falso testimonio del Hijo de Dios. Él reconoce sólo lo que Dios ama, y en la santa luz de lo que Él ve todos los sueños del ego con respecto a lo que tú eres se desvanecen ante el esplendor que Él contempla.
Para contemplar ese esplendor en nosotros mismos y en los demás, primero debemos dejar de lado las interferencias a ello. Necesitamos ver nuestra inversión en creer lo que el ego nos dice, y que esa realidad no tiene nada que ver con el cuerpo y el cerebro. Ahora buscamos testigos diferentes: símbolos de perdón en lugar de pecado, amor en lugar de odio, curación en lugar de dolor, vida en lugar de muerte:
El Testigo de Dios no ve testigos contra el cuerpo. Tampoco presta atención a los testigos que con otros nombres hablan de manera diferente en favor de la realidad del cuerpo. Él sabe que no es real….. Y por cada testigo de la muerte del cuerpo, Él te envía un testigo de la vida que tienes en Aquel que no conoce la muerte. Cada milagro que Él trae es un testigo de la irrealidad del cuerpo. Él cura a éste de sus dolores y placeres por igual, pues todos los testigos del pecado son reemplazados por los Suyos….. De la misma manera en que el miedo es el testigo de la muerte, el milagro es el testigo de la vida….. Gracias a él los moribundos se recuperan, los muertos resucitan y todo dolor desaparece. Un milagro, no obstante, no habla en nombre propio, sino en nombre de lo que representa.
El milagro, asimismo, tiene símbolos en el mundo del pecado. El milagro perdona porque representa lo que yace más allá del perdón….. Y la verdad te será revelada, por haber elegido que los símbolos del amor ocupen el lugar del pecado. (T-27.VI.4:1-3,7-9; 5:7,9-10; 6:1-2; 8:6)
Al invocar a los testigos del Espíritu Santo y no a los del ego, podemos movernos más allá de nuestra percepción de las diferencias y los intereses separados - inherentes a la percepción - a la visión de unidad y propósito compartido - inherente a la mente del único Hijo de Dios.
📘(8:1) Deja que Él sea el Juez de lo que eres, pues en Su certeza la duda no tiene cabida, ya que descansa en una Certeza tan grande que ante Su faz dudar no tiene sentido.
El Espíritu Santo refleja esa Certeza de Dios. Cuando elegimos en contra, nosotros nos volvemos inciertos por definición. Así comenzó la duda, la fuente de todo temor. Recuerda este hermoso pasaje que cierra "El Cristo en ti", expresando la certeza que termina con nuestra duda:
Antes de que pueda haber conflicto tiene que haber duda. Y toda duda tiene que ser acerca de ti mismo. Cristo no tiene ninguna duda y Su serenidad procede de Su certeza. Él intercambiará todas tus dudas por Su certeza, si aceptas que Él es Uno contigo y que esa Unidad es interminable, intemporal y que está a tu alcance porque tus manos son las Suyas. Él está en ti, sin embargo, camina a tu lado y delante de ti, mostrándote el camino que Él debe seguir para encontrar Su Propia compleción. Su quietud se convierte en tu certeza. ¿Y dónde está la duda una vez que la certeza ha llegado? (T-24.V.9)
🔹️(8:2-4) Cristo no puede dudar de Sí Mismo. La Voz que habla por Dios puede tan solo honrarle y deleitarse en Su perfecta y eterna impecabilidad. Aquel a quien Él ha juzgado no puede sino reírse de la culpabilidad, al no estar dispuesto ya a seguir jugando con los juguetes del pecado, ni a hacerle caso a los testigos del cuerpo al encontrarse extático ante la santa faz de Cristo.
Cuanto más recurramos al Espíritu Santo en busca de ayuda, menos seriamente nos tomaremos este mundo y lo que pasa aquí. Así, reflejando Su Amor, seremos cada vez más amorosos y estaremos más disponibles para los demás. Esto no significa, como sabemos, que le demos la espalda a nuestro sufrimiento o al de otras personas, sino que simplemente miramos el sufrimiento de manera diferente, no dándole poder a las defensas del ego de destruir la realidad del amor en nuestras mentes. Así el Espíritu Santo hace que los sueños felices de perdón reemplacen las pesadillas de culpa y muerte del ego. Y nosotros podemos sonreír.
Descansa en el Espíritu Santo, y permite que Sus dulces sueños reemplacen a los que soñaste aterrorizado, temiéndole a la muerte. El Espíritu Santo te brinda sueños de perdón, en los que la elección no es entre quién es el asesino y quién la víctima. Los sueños que Él te ofrece no son de asesinatos y ni de muerte. El sueño de culpabilidad está desapareciendo de tu vista, aunque tus ojos están cerrados. Una sonrisa ha venido a iluminar tu rostro durmiente. Duermes apaciblemente ahora, pues éstos son sueños felices. (T-27.VII.14:3-8)
📘(9:1) Así es como Él te juzga.
El Espíritu Santo no ve la ilusión, ni reconoce como verdad lo que hemos hecho real para nosotros mismos: el pensamiento del pecado o del cuerpo. Así recibimos Su amoroso juicio:
Santo eres, eterno, libre e íntegro, y te encuentras para siempre en paz en el Corazón de Dios. ¿Dónde está el mundo ahora? ¿Y dónde el pesar? (M-15.1:11-12)
🔹️(9:2-7) Acepta Su Palabra con respecto a lo que eres, pues Él da testimonio de la belleza de tu creación y de la Mente Cuyo Pensamiento creó tu realidad. ¿Qué importancia puede tener el cuerpo para Aquel Que conoce la gloria del Padre y la del Hijo? ¿Podrían acaso los murmullos del ego llegar hasta Él? ¿Qué podría convencerle de que tus pecados son reales? Deja asimismo que Él sea el Juez de todo lo que parece acontecerte en este mundo. Sus lecciones te permitirán cerrar la brecha entre las ilusiones y la verdad.
Necesitamos la voluntad de ir a Él y decirle: "Estoy molesto porque estoy atraído por mi especialismo, pero sé que estoy viendo mal porque veo la fuente de placer y dolor en mi cuerpo, y no en la decisión de mi mente". Expresado en este párrafo, por lo tanto, está que el Espíritu Santo no se ocupa del cuerpo, ni de lo que creemos que son nuestros problemas aquí. Él existe en la mente y solo ve la mente, estando más allá de las defensas del pecado, la culpa, el miedo y el cuerpo. De esta manera, no es engañado por las defensas de dos niveles del ego que camuflan la mente. Ir a Él por ayuda significa que nosotros tenemos la pequeña dosis de buena voluntad de suspender la identificación con el yo físico/psicológico llamado por un nombre. Es la misma disposición a dejar que el Espíritu Santo reinterprete el cuerpo y su propósito: comunicación y comunión en lugar de separación y ataque.
Recuerda que para el Espíritu Santo el cuerpo es únicamente un medio de comunicación. Al ser el nexo de comunicación entre Dios y Sus Hijos separados, el Espíritu Santo interpreta todo lo que has hecho a la luz de lo que Él es. El ego separa mediante el cuerpo. El Espíritu Santo llega a otros a través de él. No percibes a tus hermanos tal como el Espíritu Santo lo hace porque no crees que los cuerpos sean únicamente medios para unir mentes, y para unirlas con la tuya y con la mía…
Si usas el cuerpo para atacar, éste se convierte en algo perjudicial para ti. Si lo usas con el solo propósito de llegar hasta las mentes de aquellos que creen ser cuerpos para enseñarles a través del mismo cuerpo que eso no es verdad, entenderás el poder de la mente que reside en ti….. Cuando se usa [el cuerpo] con el propósito de unir, se convierte en una hermosa lección de comunión, que tiene valor hasta que la comunión se consuma….. El Espíritu Santo no ve el cuerpo como lo ves tú porque sabe que la única realidad de cualquier cosa es el servicio que le presta a Dios en favor de la función que Él le asigna. (T-8.VII.2:1-5; 3:1-2,4,6)
Al unirnos a la reinterpretación del propósito del cuerpo por parte del Espíritu Santo, nos convertimos en el medio para despertar del sueño, el puente entre las ilusiones y la verdad, los medios para recordar nuestra comunión con Cristo, como Cristo.
📘(10:1) Él eliminará todo vestigio de fe que hayas depositado en el dolor, los desastres, el sufri-miento y la pérdida.
Implícito aquí es que el Espíritu Santo elimina nuestra fe en el dolor y el desastre una vez que quitamos nuestra inversión en ellos. Él no puede tomarlos si todavía nos aferramos. Un milagro no es mágico. No podemos decirle a Jesús: “Te queremos mucho y estamos molestos. Por favor, quítanos el dolor". Si lo amáramos profundamente, no elegiríamos el dolor para defendernos de ese amor. Por lo tanto, él remueve las defensas cuando nosotros se las llevamos.
🔹️(10:2-3) Él te concede una visión que puede ver más allá de estas sombrías apariencias y contemplar la dulce faz de Cristo en todas ellas. Ya no volverás a dudar de que lo único que te puede acontecer a ti a quien Dios ama, son cosas buenas, pues Él juzgará todos los acontecimientos y te enseñará la única lección que todos ellos encierran.
No se nos pide que neguemos lo que ven los ojos de nuestro cuerpo, sino que se nos pide que salgamos del sueño y miremos con Jesús en sus contenidos. Por encima del campo de batalla con él a nuestro lado, todo se ve diferente, y ahora vemos el mundo como nada más que un sueño. Lo que habíamos pensado que nos daba la salvación o nos traía el dolor, ahora entendemos que eran parte de la misma ilusión. Así:
La puerta se abre para que la faz de Cristo refulja sobre todo aquel que con inocencia pide ver más allá del velo de las viejas ideas y de los conceptos ancestrales que por tanto tiempo abrigó contra la visión de Cristo en ti. (T-31.VII.13:7)
Al mirar más allá de la aparición del pecado - “de las viejas ideas y de los conceptos ancestrales” - nosotros vemos aquí el reflejo de la verdad del perdón que brilla en nuestros hermanos y en nosotros mismos. ¡Cuán hermoso se vuelve el mundo!
📘(11:1) Él seleccionará los elementos en ellos que representan la verdad, e ignorará aquellos aspectos que sólo reflejan sueños fútiles.
Nuevamente, el Espíritu Santo no hace esto mágicamente. Él juzga por nosotros solo cuando nosotros Lo invitamos a compartir Su percepción del mundo, en lugar de pedirle que comparta la nuestra y entonces lo arregle para nosotros. Por lo tanto, no traemos la verdad a la ilusión, sino la ilusión a la verdad, mirando de manera diferente a nuestros hermanos, como sugiere este hermoso pasaje:
Sueña dulcemente con tu hermano inocente, quien se une a ti en santa inocencia. Y el Mismo Señor de los Cielos despertará a Su Hijo bienamado de este sueño. Sueña con la bondad de tu hermano en vez de concentrarte en sus errores. Elige soñar con todas las atenciones que ha tenido contigo, en vez de contar todo el dolor que te ha ocasionado. Perdónale sus ilusiones y dale gracias por toda la ayuda que te ha prestado. Y no desprecies los muchos regalos que te ha hecho solo porque en tus sueños él no sea perfecto. (T-27.VII.15:1-6)
Nuestro perdón "representa la verdad", mientras que nuestros resentimientos "reflejan sueños fútiles".
🔹️(11:2) Y re-interpretará desde el único marco de referencia que tiene, el cual es absolutamente íntegro y seguro, todo lo que veas, todos los acontecimientos, circunstancias y sucesos que de una manera u otra parezcan afectarte.
El Espíritu Santo no cambia el sueño. Cambia nuestra forma de ver el sueño. Entonces vemos todas las situaciones como oportunidades para aprender que tenemos una mente que eligió este sistema de pensa-miento de separación, y por lo tanto una mente que puede cambiarlo.
🔹️(11:3) Y verás el amor que se encuentra más allá del odio, la inmutabilidad en medio del cambio, lo puro en el pecado y, sobre el mundo, únicamente la bendición del Cielo.
Este es el juicio ahora familiar del Espíritu Santo: el comportamiento se percibe como un llamado al amor o como una expresión de éste. Esto no quiere decir que las cosas aquí sean reales, sino que reflejan una decisión de la mente de estar con el ego - mi comportamiento es la sombra de mi elección equivocada, por lo que pido ayuda - o con el Espíritu Santo - mi comportamiento refleja Su Amor, la constancia de la bendición del Cielo sobre la pura inocencia del Hijo.
📘(12:1-2) Tal es tu resurrección, pues la vida no forma parte de nada de lo que ves. Tu vida tiene lugar más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todos los testigos de lo profano, dentro de lo Santo, y es tan santa como Ello Mismo.
Esta lección fue tomada cerca del final de la Cuaresma, poco antes de la Pascua; por eso, la referencia a la resurrección. La “vida” a la que se refiere Jesús es el verdadero Ser más allá de la segunda línea de defensa del ego - el mundo - y su primera línea - el sistema de pensamiento del ego de pecado, culpa, y miedo. A pesar de nuestros viajes al lejano país de los sueños del ego, seguimos estando:
En Dios estás en tu hogar, soñando con el exilio, pero siendo perfectamente capaz de despertar a la realidad. (T-10.I.2:1)
El Espíritu Santo es el recuerdo de ese hogar, y el perdón es el medio que Él usa para despertarnos del sueño de la muerte, lo que es la definición de resurrección del Curso (M-28.1:1-4).
🔹️(12:3-4) En todo el mundo y en todas las cosas Su Voz no te hablará más que de tu Creador y de tu Ser, el Cual es uno con Él. Así es como verás la santa faz de Cristo en todo y como oirás en ello el eco de la Voz de Dios.
No se trata de percepción física. Ver la santa faz de Cristo significa que nosotros vemos la inocencia de nuestro hermano, porque nos damos cuenta de que los pecados de los que lo acusamos son proyecciones de los pecados de los que nos acusamos - todos ilusorios. Así miramos más allá de la fealdad del odio del ego a la belleza de la faz del perdón, escuchando más allá de los chillidos asesinos al suave eco de la Voz de Dios. ¡Que alegre es la recién nacida visión que bendice a nuestros ojos!
¡Pensad en la hermosura que veréis, vosotros que camináis a Su lado! ¡Y pensad cuán bello os parecerá el otro! ¡Cuán felices os sentiréis de estar juntos después de una jornada tan larga y solitaria en la que caminabais por separado! Las puertas del Cielo, francas ya para vosotros, las abriréis ahora para los que aún sufren. Y nadie que mire al Cristo en vosotros dejará de regocijarse. ¡Qué bello es el panorama que visteis más allá del velo y que ahora llevareis para iluminar los cansados ojos de aquellos que todavía están extenuados como una vez los estuvisteis vosotros! ¡Cuán agradecidos estarán de veros llegar y ofrecer el perdón de Cristo para desvanecer así la fe que ellos aún tienen en el pecado! (T-22.IV.4)
Jesús vuelve a los períodos de práctica de esta lección:
📘(13:1-2) Hoy practicaremos sin palabras, excepto al principio del período que pasamos con Dios. Introduciremos estos momentos con una repetición lenta del pensamiento con el que comienza el día.
Esto significa que me doy cuenta de lo mucho que quiero ver todas las cosas como ecos de la voz de mi dios -- la voz de la separación y el especialismo -- pero no quiero una percepción de lo cual ser responsable. Por lo tanto, primero necesitamos ver que percibimos todo como una prueba de que estamos en lo correcto y que Jesús está equivocado. Esta percepción errónea, una vez en la conciencia, puede ser llevada a su presencia sanadora. Tal es el propósito de este y de cada período de práctica. Ten en cuenta la falta de énfasis en las palabras específicas que nos guían a nuestra tranquilidad. Esta falta de énfasis aumentará a medida que continuemos con el programa de entrenamiento de un año del libro de ejercicios.
🔹️(13:3) Después observaremos nuestros pensamientos, apelando silenciosamente a Aquel que ve los elementos que no son verdad en ellos.
El elemento de verdad en mi deseo de estar separado es que elegí esto no porque sea pecaminoso, sino porque temía el Amor no-específico de Dios, todavía presente en mi mente incluso aunque me he puesto contra éste. Por eso mis pensamientos piden ayuda y no expresan pecado. Nota también, el regreso del tema de la observación de la mente, el núcleo de estos ejercicios del libro de ejercicios.
🔹️(13:4) Deja que Él evalúe todos los pensamientos que te vengan a la mente, que elimine de ellos los elementos de sueño y que te los devuelva en forma de ideas puras que no contradicen la Voluntad de Dios.
El Espíritu Santo evaluará mis pensamientos solo si se los entrego a Él -- mi papel en perdón. Debo ser consciente de estos pensamientos de especialismo para que Él pueda ayudarme a mirarlos de manera diferente. De este modo, he dejado de invertir en el ego, lo que lo hace desaparecer. Lo que queda es la mentalidad-correcta de la Expiación. Esta idea es recordada en la petición de Jesús de ser honesto con él, lo cual es el requisito previo para tomar su mano para que él pueda llevarnos al Reino, que ambos tenemos y somos:
Examina detenidamente que es lo que estás realmente pidiendo. Sé muy honesto contigo mismo al respecto, pues no debemos ocultarnos nada el uno al otro. Si realmente tratas de hacer esto, habrás dado el primer paso en el proceso de preparar tu mente a fin de que el Santísimo pueda entrar en ella. Nos prepara-remos juntos….. ¿Hasta cuándo vas a seguir negándole Su Reino? (T-4.III.8)
📘(14) Ofrécele tus pensamientos, y Él te los devolverá en forma de milagros que proclaman jubilosamente la plenitud y la felicidad que como prueba de Su Amor eterno Dios dispone para Su Hijo. Y a medida que cada pensamiento sea así transformado, asumirá el poder curativo de la Mente que vio la verdad en él y no se dejó engañar por lo que había sido añadido falsamente. Todo vestigio de fantasía ha desaparecido. Y lo que queda se unifica en un Pensamiento perfecto que ofrece su perfección por doquier.
Mi trabajo es reconocer que lo que he juzgado como esencial para mi felicidad no es más que un hilo de fantasía. Necesito darme cuenta que simplemente fui engañado por lo que mi ego me dijo que era la realidad. Sin embargo, debo ser consciente de mi identificación con él y con el cuerpo que refleja su sistema de pensamiento. Sólo entonces puede ser reemplazado por el "Pensamiento perfecto que ofrece su perfección por doquier” -- la mente del unificado Hijo de Dios. Citamos anteriormente de la primera estrofa del poema de Helen, "La segunda oportunidad". Aquí está parte de la segunda estrofa, que representa el milagro del amor de Jesús, simbolizado por la estrella que recibimos a cambio de nuestros pensamientos de odio:
Al que yo con fuerza asía [al odio] y ocultaba en mi corazón
Y al que todavía de Su Amor apartaba con tesón.
Más un día se miraron mis ojos en los Suyos, y al instante
Abriéronse mis manos y mi corazón. Y radiante
Al apartar mis ojos una estrella había en mi mano;
Y en otra mi corazón.
(Los Regalos de Dios, p. 45) (En inglés)
📘(15:1-2) Pasa así quince minutos al despertar, y dedica gustosamente quince minutos más antes de irte a dormir. Tu ministerio dará comienzo cuando todos tus pensamientos hayan sido purificados.
Como veremos en una lección posterior (L-pI.154), nuestro ministerio no tiene nada que ver con lo externo, sino simplemente con aceptar la Expiación para nosotros mismos. ¿Qué más podría ser, si solo la mente del Hijo de Dios necesita ser sanada? Es esa mente la que buscamos purificar de nuestros pensamientos de pecado.
🔹️(15:3-5) Así es como se te enseña a enseñarle al Hijo de Dios la santa lección de su santidad. Nadie puede dejar de escuchar cuando tú oyes la Voz que habla por Dios rendirle honor al Hijo de Dios. Y todos compartirán contigo los pensamientos que Él ha re-interpretado en tu mente.
Aquí nuevamente vemos el tema de que el Hijo de Dios es uno: "Cuando me curo, no soy el único que se cura” (L-pI.137). Cuando elijo al Espíritu Santo como mi Maestro, elijo contra la separación. En ese instante santo soy el Hijo de Dios, el cual es uno. ¿Cómo, entonces, podría no escuchar la Voz del Espíritu Santo proclamando la santidad de Cristo como nuestra?
📘(16) Tal es tu Pascua. Y de esa manera depositas sobre el mundo la ofrenda de azucenas blancas como la nieve que reemplaza a los testigos del pecado y de la muerte. Mediante tu transfiguración el mundo se redime y se le libera jubilosamente de la culpabilidad. Ahora elevamos nuestras mentes resurrectas llenos de gozo y agradecimiento hacia Aquel que nos restituyó la cordura.
Las azucenas son el hermoso símbolo del perdón de Un Curso de Milagros. Cuando elijo contra la culpa y en favor de la inocencia, elijo para todos -- la mente del Hijo de Dios es una. Nuestro regalo de azucenas deshace la crucifixión por la separación y restaura a nuestras redimidas y resucitadas mentes, la conciencia de nuestra Identidad como un Hijo. Este es un pasaje de Pascua hermosamente paralelo a este pensamiento:
Éste es el camino [la inocencia nacida del perdón] que te conduce al Cielo y a la paz de la Pascua, donde nos unimos en gozosa conciencia de que el Hijo de Dios se ha liberado del pasado y ha despertado al presente. Ahora es libre, y su comunión con todo lo que se encuentra dentro de él es ilimitada. Ahora las azucenas de su inocencia no se ven mancilladas por la culpabilidad, pues están perfectamente resguardadas del frío estremecimiento del miedo, así como de la perniciosa influencia del pecado…
He aquí tu salvador y amigo, a quien tu visión ha liberado de la crucifixión, libre ahora para conducirte allí donde él anhela estar….. Y gustosamente caminareis juntos por la senda de la inocencia, cantando según contempláis las puertas del Cielo abiertas de par en par y reconocéis el hogar que os llamó (T-20.II.10:1-3; 11:1,3)
📘(17) Y recordaremos cada hora a Aquel que es la salvación y la liberación. Y según damos las gracias, el mundo se une a nosotros y acepta felizmente nuestros santos pensamientos, que el Cielo ha corregido y purificado. Ahora por fin ha comenzado nuestro ministerio, para llevar alrededor del mundo las buenas nuevas de que en la verdad no hay ilusiones, y de que, por mediación nuestra, la paz de Dios les pertenece a todos.
Vemos de nuevo que el mundo es uno con nosotros, y al aceptar este mensaje en nuestras mentes, es aceptado también para el mundo:
Mira a tu Redentor [el Espíritu Santo] y contempla lo que Él quiere que tú veas en tu hermano, y no permitas que el pecado vuelva a cegar tus ojos. Pues el pecado te mantendría separado de él, pero tu Redentor quiere que veas a tu hermano como te ves a ti mismo. Vuestra relación es ahora un templo de curación; un lugar donde todos los que están fatigados pueden venir a descansar. En ella se encuentra el descanso que les espera a todos después de la jornada. Y gracias a vuestra relación todos se encuentran más cerca de este descanso. (T-19.III.11)
Esta es la experiencia que aguarda la liberación del juicio al elegir la visión del perdón. Nuestra voz ahora se hace eco de la Voz que une al Hijo de Dios, la identidad que felizmente recordamos cuando nos unimos a nuestros hermanos para dar gracias a Jesús, quien nos trajo a este lugar santo de resurrección. Lo recordamos con gratitud cada minuto de hoy al nosotros decidir contra el juicio y por la verdad.