Lección 137

CUANDO ME CURO NO SOY EL ÚNICO QUE SE CURA (Lección 137)
Esta lección continúa con el tema de la enfermedad, aquí definida como separación. Esto significa que la curación es unidad: aceptamos nuestra unidad como Cristo, el único Hijo de Dios, al unirnos a Jesús en nuestras mentes correctas - el proceso que deshace la enfermedad. Jesús también iguala la enfermedad con el pecado y con la creencia de que el mundo físico es real. Así equipara la curación con el perdón del pecado y con la percepción del mundo real, que deshace la creencia en la realidad del mundo. En el mundo real estamos fuera de la materialidad, y con el amor de Jesús a nuestro lado nos damos cuenta que el mundo es un sueño. Miramos nuestros cuerpos y vemos que esto no es lo que nosotros somos, porque son simplemente figuras en el sueño de la mente. En suma, el mundo real, el perdón, y la curación se equiparan, al igual que la enfermedad, el pecado y el mundo físico.
La idea de la lección - "Cuando me curo no soy el único que se cura" - se refleja en nosotros, la unidad del Hijo de Dios: uno en el Cielo como Cristo, uno en el sueño. Cuando me uno al amor de Jesús en el instante santo y estoy curado, la Filiación también se cura, porque estoy sin mi ego y, por lo tanto, no creo en la separación y la individualidad. En ese instante, sé que el Hijo de Dios es uno, y que soy parte de esa unidad. El manual expresa la misma idea al responder la pregunta: “¿Cuántos maestros de Dios son necesarios para salvar al mundo?” (M-12) - uno. Jesús es una manifestación de ese maestro, y como solo hay un Hijo, en nuestra curación nos convertimos en él también. La unidad del Hijo de Dios es la nuestra propia.
📘(1:1) La idea de hoy sigue siendo el pensamiento central sobre el que descansa la salvación. Pues la curación es lo opuesto a todas las ideas del mundo que tienen que ver con la enfermedad y con los estados de separación. Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que da lugar a la enfermedad. Esto se convierte en una puerta tras la cual se encierra a un ser separado, y donde se le mantiene aislado y solo.
La enfermedad original es el pensamiento de que estoy por mi cuenta. Comienzo por retirarme de mi unidad con Dios, lo que me establece como algo separado y autónomo, aislado y solo. A través de la evolución del sistema defensivo del ego, ese pensamiento de separación se manifiesta como un cuerpo separado, manteniéndome separado de todos los demás. Cuando tengo síntomas físicos o psicológicos, mi dolor me aísla aún más de los demás, porque no puedo amar cuando siento dolor, ya que lo único que busco es un alivio - el amor y el dolor son estados que se excluyen mutuamente. Por lo tanto, el dolor es una decisión de estar separado del amor. Cuando tengo dolor, yo sólo amo a los que reducirán dicho dolor. Esta es mi necesidad especial, y el objeto especial de amor es el que lo alivia. Si el dolor es psicológico, esa persona especial me "ayuda" con una llamada telefónica, una visita, o una carta; si es físico, me ayudará a mejorar del síntoma. Sin embargo, esto no es una unión verdadera, ya que nuestras necesidades e intereses separados excluyen la conciencia de nuestro propósito compartido. La enfermedad divide nuestro propósito; la curación lo une. Recuerda:
Ninguna mente puede estar enferma a menos que otra mente éste de acuerdo en que están separadas. Por lo tanto, su decisión conjunta es estar enfermas. Si te niegas a dar tu conformidad y aceptas el papel que juegas en hacer que la enfermedad sea real, la otra mente no podrá proyectar su culpabilidad, ya que no has colaborado en dejar que se perciba as sí misma como separada y aparte de ti. De este modo, ninguna de las dos percibe el cuerpo como enfermo desde diferentes puntos de vista. Unirte a la mente de un hermano bloquea la causa de la enfermedad y sus percibidos efectos. La curación es el efecto de mentes que se unen, tal como la enfermedad es la consecuencia de mentes que se separan. (T-28.III.2)
🔹️(2:1-2) La enfermedad es aislamiento. Pues parece mantener a un ser separado del resto, para que sufra lo que otros no sienten.
Cuando estoy enfermo no me preocupo por ti. Probablemente más que cualquier otro momento en mi vida, mi dolor me hace el centro del universo. Solo me importa que mi dolor sea aliviado. Tú existes en mi sueño solo para servir al propósito de aliviar mi incomodidad. Siguiendo la cuarta ley del caos del ego - "posees aquello de lo que te apropias" (T-23.II.9:3) - en cierto modo, nosotros, paradójicamente, culpamos a quien nos ayuda, por nuestra dolorosa situación. Por lo tanto: si tú estás libre de dolor, debes haberme quitado mi estado feliz y no me lo devolverás, dejándome solo en mi sufrimiento. Como dice la ley dolorosamente familiar del ego: Pues los que son enemigos no se conceden nada de buen grado el uno al otro, ni procuran compartir las cosas que valoran. (T-23.II.9:6) Así, la enfermedad nos mantiene separados, reforzando la decisión de la mente de estar separada: La causa del dolor es la separación, no el cuerpo, el cual es solo su efecto. (T-28.III.5:1) Solo devolviendo nuestra conciencia a la mente enferma podemos ser sanados, reconociendo que somos uno en el sufrimiento, así como somos uno en la curación.
🔹️(2:3) Le otorga al cuerpo poder absoluto para hacer que la separación sea real y mantener a la mente en solitario confinamiento, dividida en pedazos y sujeta por una sólida muralla de carne enfermiza que no puede trascender.
Jesús habla aquí de la proyección del pensamiento original de enfermedad de la mente sobre el cuerpo. Como vimos en la lección anterior, un cuerpo enfermo establece sin lugar a duda, que el pensamiento de separación y el cuerpo son reales, y por lo tanto que Dios no lo es. Así, un cuerpo enfermo protege el pensamiento enfermo, manteniendo a “la mente en solitario confinamiento”. El dolor arraiga sólidamente mi atención en el cuerpo, y el pensamiento de tener una mente - por no hablar de un tomador de decisiones - está tan lejos de mi experiencia que incluso concebir eso es imposible. Todo lo que importa es que mis necesidades corporales sean atendidas - satisfacción con lo placentero o evitación del dolor.
📘(3:1) El mundo acata las leyes que la enfermedad apoya, pero la curación opera aparte de ellas.
Esto es así porque la curación ocurre en la mente que está fuera del tiempo y el espacio, y por lo tanto está fuera del cuerpo. El cuerpo, y específicamente la enfermedad física, son pantallas de humo que ocultan la mente transmundana - la fuente de la enfermedad del cuerpo.
🔹️(3:2) Es imposible que alguien pueda curarse solo.
Esto tiene sentido solo cuando nos damos cuenta de que la enfermedad es una creencia en la separación. La curación deshace esta creencia cuando elegimos a Jesús en lugar del ego. Como siempre en Un Curso de Milagros, nada de lo escrito aquí será comprensible si lo relacionas con tu experiencia en el mundo. Más bien, Jesús te pide que relaciones tu experiencia con tu mente, no al revés. Por lo tanto, es mejor no abordar este curso en términos de tu experiencia física, porque la curación no es del cuerpo. “Curarse solo” refleja el sistema de pensamiento defectuoso de la mente de separación y soledad, que se deshace a medida que la curación restaura la conciencia de nuestra unidad inherente como el Hijo de Dios. No podemos ser curado solo porque no estamos solos: Alabado seas tú que haces que el Padre sea uno con Su Propio Hijo. Por separado, no somos nada, pero unidos, brillamos con un fulgor tan intenso que ninguno de nosotros por sí solo podría siquiera concebir. (T-13.X.14:1-2) Este es el brillo de la curación, resplandeciente con la luz de Cristo, el único Hijo de Dios.
🔹️(3:3-4) En la enfermedad, él no puede sino estar aparte y separado. Más la curación es el resultado de su decisión de ser uno solo nuevamente, de aceptar su Ser con todas Sus partes intactas e incólumes.
Cuando me uno a Jesús, también me uno al recuerdo de mi Identidad y la de todos como Cristo - nuestro verdadero Ser. La curación nos eleva por encima del campo de batalla del sueño, desde donde observo sus figuras, algunas de las cuales pueden estar enfermas, incluso una de ellas puede ser la persona a la que considero mí mismo. Estando fuera del sueño, recuerdo la unidad del Hijo de Dios, y sin separación no puede haber pensamiento de enfermedad. Por lo tanto, la aparición de un cuerpo enfermo debe ser ilusoria porque proviene de la ilusión de que estoy separado de Dios. Sin embargo, si ya estoy unido a Su Amor en virtud de estar con Jesús, el ego en su totalidad habrá sido deshecho, permitiéndonos recordar la Totalidad. Así leemos en el texto: La curación es señal de que quieres reinstaurar la plenitud. Y el hecho de que estés dispuesto a ello es lo que te permite oír la Voz del Espíritu Santo, Cuyo mensaje es la plenitud. Él te capacita para que vayas mucho más allá de la curación que lograrías por tu cuenta, pues a tu pequeña dosis de buena voluntad para reinstaurar la plenitud Él sumará toda Su Voluntad, haciendo así que la tuya sea plena. (T-11.II.4:1-3) Esta es la esencia de practicar Un Curso de Milagros: retroceder con Jesús y mirar lo que crees que está causando tu incomodidad. Así mirarás al mundo de manera diferente, y los efectos de la ira, el malestar y el deseo de ser especial desaparecerán. Todo lo que ahora verás son figuras enfermas, al darte cuenta de que la verdad está fuera del sueño, en la Totalidad y la Unidad del Hijo de Dios.
🔹️(3:5) En la enfermedad, su Ser aparenta estar desmembrado y desprovisto de la unidad que le da la vida.
En el instante ontológico cuando creímos que nos separamos de Dios, también creímos que desmembramos el Ser de Cristo. Es otra forma de decir que crucificamos al Hijo de Dios creyendo que Él podría ser separado en fragmentos, como vemos en este importante pasaje: Tú que crees que Dios es miedo tan solo llevaste a cabo una substitución. Ésta ha adoptado muchas formas porque fue la substitución de la verdad por la ilusión; la de la plenitud por la fragmentación. Dicha substitución a su vez ha sido tan desmenuzada y subdividida, y dividida de nuevo una y otra vez, que ahora resulta casi imposible percibir que una vez fue una sola y que todavía sigue siendo lo que siempre fue. Ese único error, que llevó a la verdad a la ilusión, a lo infinito a lo temporal, y a la vida a la muerte, fue el único que jamás cometiste. Todo tu mundo se basa en él. Todo lo que ves lo refleja, y todas las relaciones especiales que jamás entablaste proceden de él. (T-18.I.4) La buena noticia es que nos equivocamos - nuestro Ser nunca abandonó Su Fuente: Tal vez te sorprenda oír cuán diferente es la realidad de eso que ves….. y vuélvete hacia la majestuosa calma interna, donde en santa quietud mora el Dios viviente que nunca abandonaste y que nunca te abandonó. (T-18.I.5:1; 8:2)
🔹️(3:6) Más la curación se logra al él comprender que el cuerpo no tiene el poder de atacar la universal Unicidad del Hijo de Dios.
La curación ocurre cuando le pides ayuda a Jesús, saliendo del sueño para mirar de vuelta en sus figuras y para darte cuenta de que literalmente estás mirando un sueño o, mejor, una alucinación en la que las figuras caminan, viven y mueren (T-20.VIII.7:3-7). Una de esas figuras es la persona que pensabas que era tu yo, un yo que ahora comprendes que reside en la parte tomadora de decisiones de tu mente - el lugar de la curación. El cuerpo, y por lo tanto el pensamiento de separación, no tienen poder aquí, y no puede atacar la universal Unicidad del Hijo de Dios. En otras palabras, la separación no tuvo ningún efecto en absoluto. Este es el principio de la Expiación, que nos lleva de vuelta a la Unidad que nunca abandonamos realmente. Cuando su propósito se ha logrado, la curación se desvanece suavemente en su Fuente - el Amor de Dios:
Sanadores los hay, pues son Hijos de Dios que reconocen su Fuente, y comprenden que todo lo que su Fuente crea es uno con ellos. Ése es el remedio que brinda alivio infalible. Ése es el remedio que seguirá bendiciendo por toda la eternidad. No cura sólo en parte, sino totalmente y para siempre. Ahora la causa de toda dolencia se ha puesto al descubierto exactamente como es. Y en ese lugar se halla ahora escrita la santa Palabra de Dios. La enfermedad y la separación deben curarse mediante el amor y la unión. Nada más puede curar tal como Dios estableció la curación. Sin Él no hay curación, pues sin Él no hay amor. (S-3.III.5)
📘 (4:1-4) El propósito de la enfermedad es demostrar que las mentiras son verdad. Más la curación demuestra que sólo la verdad es verdad. La separación que la enfermedad pretende imponer en realidad jamás ha tenido lugar. Curar es meramente aceptar lo que siempre ha sido la simple verdad, lo cual seguirá siendo exactamente como siempre fue.
Nada en realidad ha cambiado, pero no se nos pide que neguemos ningún nivel de experiencia aquí, para deshacernos de nuestras ropas de individualidad y saltar al Cielo. Solo necesitamos mirar a través de una lente diferente lo que pensábamos que era tan importante, comparando así la mentira de la separación del ego (por ejemplo, la enfermedad) con el principio de la Expiación (la separación nunca sucedió realmente), llegando a la conclusión que Jesús ofrece cerca del final del texto:
¡Qué simple es la salvación! Tan solo afirma que lo que nunca fue verdad no es verdad ahora ni lo será nunca. Lo imposible no ha ocurrido, ni puede tener efectos. Eso es todo. (T-31.I.1:1-4)
¡Qué simple, y qué amoroso!
🔹️(4:5-6) No obstante, a los ojos acostumbrados a las ilusiones se les debe mostrar que lo que contemplan es falso. Así pues, la curación, que la verdad nunca necesitó, tiene que demostrar que la enfermedad es real.
Mirar con Jesús a nuestros egos es uno de los temas clave de Un Curso de Milagros, el corazón del perdón. Explica que el milagro establece que estamos teniendo un sueño, y que su contenido no es real (T-28.II.7:1). Miramos claramente a nuestras experiencias y las de los demás, y nos damos cuenta de que esto es parte de un sueño en el que nada es real. Sin embargo, no sabré que es un sueño a menos que lo mire, lo que no puedo hacer a menos que tenga elija al guía de la visión. Sin embargo, nuestros ojos se han acostumbrado a la oscuridad de las ilusiones, y así, se necesita tiempo dentro del sueño ilusorio del tiempo para permitir que nuestro miedo disminuya lo suficiente para que podamos ver. Recordemos este pasaje, inspirado en la alegoría de Platón sobre prisioneros encadenados en una cueva en la oscuridad:
Los que llevan años aprisionados con pesadas cadenas, hambrientos y demacrados, débiles y exhaustos, con los ojos aclimatados a la obscuridad desde hace tanto tiempo que ni siquiera recuerdan la luz, no se ponen a saltar de alegría en el instante en que se les pone en libertad. (T-20.III.9:1-2)
El consuelo de la presencia de Jesús a nuestro lado proporciona la dulzura de la curación, al abrir lentamente nuestros ojos, que por tanto tiempo hemos mantenido cerrados.
📘(5:1) La curación podría considerarse, por lo tanto, como un anti-sueño que desplaza al sueño de enfermedad en nombre de la verdad, pero no en la verdad en sí.
La verdad del Cielo no sabe nada de enfermedad, y por lo tanto no sabe nada de curación. Recuerda la declaración anterior en el libro de ejercicios de que Dios no perdona porque Él nunca ha condenado (L-pI.46.1:1). El perdón y la curación simplemente deshacen un pensamiento erróneo que nunca estuvo realmente allí. Es por eso que Jesús describe la curación como un anti-sueño, y en otras partes llama al perdón, la ilusión final (L-pI.198.3) o ficción feliz (C-3.2:1), porque perdona lo que nunca sucedió:
El perdón es el medio que nos lleva a Dios y que nos permite alcanzarle, más es algo ajeno a Él. Es imposible concebir que algo creado por Él pueda necesitar perdón. El perdón, entonces, es una ilusión, pero debido a su propósito, que es el del Espíritu Santo, hay algo en ella que hace que sea diferente. A diferencia de las demás ilusiones, nos aleja del error en vez de acercarnos a él. (C-3.1)
Del mismo modo, la curación es una ilusión porque cura lo que nunca estuvo enfermo. Aquí otra vez vemos la ecuación de curación con perdón y el mundo real, contrarrestando la ecuación del pecado de separación con la enfermedad y el mundo. La siguiente línea encantadora expresa este pensamiento:
El sueño de curación reside en el perdón, que dulcemente te muestra que nunca pecaste. (T-28.III.8:4)
🔹️(5:2-3) Así como el perdón pasa por alto todos los pecados que nunca se cometieron, la curación desvanece las ilusiones que jamás tuvieron lugar. Y así como el mundo real emergerá para ocupar el lugar de lo que nunca sucedió realmente, la curación ofrecerá restitución para los estados imagi-narios e ideas falsas que los sueños han ido tejiendo y convirtiendo en cuadros de la verdad.
El proceso es siempre el mismo. Usamos diferentes palabras - consecución del mundo real, percepción verdadera, perdón, sanación, milagro - porque el pensamiento de la separación toma diferentes formas - ataque, enfermedad, creencia en el cuerpo. Sin embargo, al final sólo hay un problema y una solución, una ilusión corrigiendo otra. Además, como con el perdón y la sanación, Jesús también es una ilusión: El hombre era una ilusión, pues parecía ser un ser separado que caminaba por su cuenta, dentro de un cuerpo que aparentemente mantenía a su ser separado de su Ser, como hacen todas las ilusiones. (C-5.2:3)
Jesús es solo una forma entre muchas, respondiendo a nuestra necesidad de salvación en una forma que podemos aceptar y reconocer; la respuesta al estado de separación imaginado, que los sueños han bordado: Los ayudantes que se te proveen varían de forma, aunque ante el altar son uno solo. Más allá de cada uno de ellos se encuentra un Pensamiento de Dios, y esto jamás ha de cambiar. Pero sus nombres difieren por un tiempo, puesto que el tiempo necesita símbolos, siendo de por sí irreal…
¿Es él el único ayudante de Dios? ¡Por supuesto que no! Pues Cristo adoptará muchas formas con diferentes nombres hasta que se reconozca la unicidad de todas ellas. Más para ti, Jesús es el portador del único mensaje de Cristo acerca del Amor de Dios. No tienes necesidad de ningún otro. (C.1:3-5; 6:1-5)
Como estudiantes de Un Curso de Milagros, es importante reconocer que estas ayudas - el perdón, la sanación y Jesús - no son más que el reflejo de la verdad, ilusiones simbólicas que corrigen las ilusiones del ego de culpa, enfermedad y separación. Como nos recuerda Jesús en el tercer obstáculo a la paz, hablando de la idea de la muerte: Recuerda entonces que ni el signo ni el símbolo se deben confundir con su fuente, pues deben representar algo distinto de ellos mismos. Su significado no puede residir en ellos mismos, sino que se debe buscar en aquello que representan. (T-19.IV-C.11:2-3)
La sanación, el perdón y Jesús reflejan la verdad de nuestra unidad y nos llevan de regreso a ella, sin embargo, es importante que recordemos que es la fuente lo que queremos, no su símbolo.
📘(6:1-2) Más no pienses que curar no es algo digno de ser tu función aquí. Pues el anti-Cristo se vuelve más poderoso que el Cristo para aquellos que sueñan que el mundo es real.
Aunque la curación es una ilusión, no debemos pensar que somos indignos de ella, ni creernos que somos arrogantes, porque queremos ir más allá de ella, hasta la verdad. Mientras creamos que estamos aquí, creeremos que el ego ha triunfado. Así, “el anti-Cristo se vuelve más poderoso que el Cristo para aquellos que sueñan que el mundo es real". Mientras nuestras necesidades corporales presionen sobre nosotros, el mundo es real, lo que significa que creemos que el anti-Cristo - el ego y sus ídolos de especialismo - han triunfado sobre Dios y Cristo. Jesús no nos está pidiendo que neguemos lo que creemos, sino que lo corrijamos para que se pueda deshacer. El anti-Cristo tiene poder solo porque hemos invertido en creerle, haciendo realidad nuestros locos sueños, en los cuales lo imposible ha ocurrido y un ídolo se ha convertido en Dios: Un ídolo se establece creyendo en él, y cuando la creencia se abandona, el ídolo “muere”. Esto es todo lo que es el anti-Cristo: la extraña idea de que hay un poder más allá de la omnipotencia, un lugar más allá del infinito y un tiempo que trasciende lo eterno. Ahí, el mundo de los ídolos ha sido establecido por la idea de que ese poder, lugar y tiempo tienen forma, y de que configuran el mundo en el que lo imposible ha ocurrido. Ahí lo inmortal viene a morir, lo que todo lo abarca a sufrir pérdidas y lo eterno a convertirse en esclavo del tiempo. Ahí lo inmutable cambia, y la paz de Dios, que Él otorgó para siempre a toda cosa viviente, da paso al caos. Y el Hijo de Dios, tan perfecto, impecable y amoroso como su Padre, viene a odiar por un tiempo, a padecer y finalmente a morir. (T-29.VIII.6)
🔹️(6:3-4) El cuerpo parece ser más sólido y más estable que la mente. Y el amor se convierte en un sueño, mientras que el miedo continúa siendo la única realidad que puede verse, justificarse y entenderse plenamente.
Hacerlo real es el propósito que el ego le da a su sistema de pensamiento de pecado, culpa y miedo, expresándose como el propósito que le da realidad aparente al mundo físico y al cuerpo, específicamente, en este caso, la enfermedad. Así la enfermedad prueba la realidad del cuerpo, provocada por un agente externo que también se considera real. La poderosa mente es así relegada a la impotencia, y en última instancia, a la no-existencia. Si no hay mente, cómo podríamos elegir contra el ego, que permanece libre para existir dentro de su temeroso sueño, protegido de la amenaza del poder de la mente para elegir la realidad del amor. El siguiente párrafo comienza con la ecuación del perdón, el mundo real y curación - términos que se usan como sinónimos virtuales en esta lección:
📘(7:1) Así como el perdón desvanecerá con su luz todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de lo que has fabricado, asimismo la curación reemplazará las fantasías de enfermedad con las que nublas la simple verdad.
Mantener la enfermedad ante la simple verdad describe una defensa del ego. Eligiendo estar enfermo o enojado y aferrándonos a juicios que hacen que el pecado sea real, la verdad solo nos llegará cuando experimentemos la presencia de Jesús y el Amor de Dios. El miedo a la disolución de nuestro yo especial en presencia del amor, nos impulsa a buscar refugio en los brazos llenos de culpa del ego, porque una vez que surge el miedo, también surge la necesidad de defendernos. Hemos visto como la enfermedad es una de las principales defensas del ego contra la verdad, y el mundo del perdón del Espíritu Santo está bloqueado por nuestras fantasías de pecado y enfermedad. La verdad debe entonces esperar nuestro regreso sanador del mundo enfermo de la ilusión.
🔹️(7:2-3) Cuando se haya visto desaparecer la enfermedad, a pesar de todas las leyes que sostie-nen que es real, todas las preguntas habrán quedado contestadas. Y entonces se dejará de valorar y obedecer dichas leyes.
La causa del sufrimiento y la ira es la decisión de ser culpable. Cuando cambiamos la decisión al tomar la mano de Jesús en lugar de la del ego, la causa se habrá ido, lo que significa el efecto se habrá ido también. Si el efecto ha desaparecido, no puede haber sido real, porque el ego dice que los efectos son eternos. Tenemos la ilusión de que se van, pero mientras la causa de la culpa permanezca en nuestras mentes, su efecto pecaminoso también estará presente en una forma u otra:
Pero mientras la culpabilidad continúe siendo atractiva, la mente sufrirá y no abandonará la idea del pecado. Pues la culpabilidad todavía la llama, y la mente la oye y la desea ardientemente, y se deja cautivar voluntariamente por su enfermiza atracción. (T-19.III.1:4-5)
Las “leyes” de la enfermedad y la curación del cuerpo se trascienden a medida que retiramos la creen-cia en el sistema de pensamiento del pecado, colocándola bajo la ley del perdón de la mente que solo cura.
📘(8:1-2) La curación es libertad. Pues demuestra que los sueños no prevalecerán contra la verdad.
Esta es una declaración de que la separación de Dios nunca sucedió - el principio de la Expiación, reflejado por la curación, el perdón y la percepción del mundo real. Si entonces, la separación es una ilusión, los aprisionadores sueños del ego de ira, enfermedad y juicio también deben ser ilusorios, y no tienen efecto sobre nuestra libertad. Jesús nos ofrece estas reconfortantes palabras de verdad:
No eres libre de renunciar a la libertad, sino sólo de negarla. No puedes hacer lo que Dios no dispuso porque lo que Él no dispuso no puede tener lugar. (T-10.IV.5:1-2)
🔹️(8:3-4) La curación es algo que se comparte. Y mediante este atributo demuestra que las leyes que son diferentes de las que sostienen que la enfermedad es inevitable son más poderosas que las leyes enfermizas que sostienen lo contrario.
La idea de que la curación es compartida, el tema de esta lección, es el reflejo en nuestro sueño de la Unicidad del Cielo. También está representada por el principio de la Expiación, que se mantiene en nuestras mentes enfermas por la Presencia reconfortante del Espíritu Santo, que siempre nos une con Dios y los demás: ¿Qué otro Consolador puede haber para los Hijos enfermos de Dios, excepto Su poder a través de ti? Recuerda que no importa en que parte de la Filiación se le acepte. Él siempre es aceptado por todos, y cuando tu mente lo recibe, Su recuerdo despierta en toda la Filiación. Sana a tus hermanos aceptando simplemente a Dios por ellos. Vuestras mentes no están separadas, y Dios tiene solamente un canal para sanar porque sólo tiene un Hijo. El único nexo de comunicación que le queda a Dios con Sus Hijos los une a todos entre sí, y a ellos con Él. Ser consciente de esto es sanarlos, ya que es la conciencia de que ninguno de ellos está separado y, por ende, ninguno está enfermo. (T-10.III.2)
Es por eso que no somos curados solos. ¡No es posible! Si la separación es una ilusión también lo son las leyes de este mundo: enfermedad, envejecimiento y muerte. Recuerda la discusión de Jesús en la Lección 76: "No me gobiernan otras leyes que las de Dios". Las leyes del mundo se mantienen solo durante el tiempo que se conserva el pensamiento que las fabricó. Cuando hemos liberado ese pensamiento a través del Espíritu Santo, sus efectos aparentes también se irán, y nosotros somos curados.
🔹️(8:5-6) La curación es fuerza. Pues con su tierna mano se supera la debilidad, y las mentes que estaban amuralladas en un cuerpo quedan liberadas para unirse a otras mentes y así ser fuertes para siempre.
El ego recibe esto al revés, porque cree que su locura es fuerza, como lo son sus amigos: ataque, enfermedad y destreza física, todos los cuales demuestran la realidad del mundo y el cuerpo, y la derrota de Dios. Para el ego, su debilidad - la inherente separación de la verdad - se ha convertido en fuerza; pero esto es un ejemplo más de su pensamiento enrevesado, y del nuestro cuando nos identificamos con él. La elección entre la debilidad del ego y la fortaleza de Cristo es un tema importante en todo en Un Curso de Milagros, y el lector puede recordar esta clara declaración:
Elige de nuevo si quieres ocupar el lugar que te corresponde entre los salvadores del mundo, o si prefieres quedarte en el infierno y mantener a tus hermanos allí.
Él ha venido, y esto es lo que te está pidiendo.
¿Cómo se lleva a cabo esta elección? ¡Qué fácil de explicar es esto! Siempre eliges entre tu debilidad y la fortaleza de Cristo en ti. Y los que eliges es lo que crees que es real. (T-31.VIII.1:5-2:4)
Uno de los propósitos principales de Jesús en su curso es convencernos de que su amor es fortaleza, y el odio del ego es debilidad. Cuando en el instante santo elegimos su fuerte mano, la Filiación es una en nuestra experiencia, y todas las mentes son sanadas. Todavía pueden elegir estar separadas, sin embargo, dentro de la mente curada se sana la Filiación, porque ha sido percibida como una. El siguiente pasaje del texto describe esta curación con alegría en el contexto de nuestra relación sanada con nuestro hermano: El Cielo le es restituido a toda la Filiación a través de tu relación, pues en ella reside la Filiación, íntegra y hermosa, y a salvo en tu amor….. ¡Cuán santa y hermosa es vuestra relación, la cual la verdad ilumina! El Cielo la contempla y se regocija de que lo hayas dejado venir a ti. Y Dios Mismo se alegra de que tu relación siga siendo tal como fue creada. El universo que se encuentra dentro de ti se une a ti junto con tu hermano. Y el Cielo contempla con amor aquello que está unido en él, junto con su Creador.
Has sido llamado, junto con tu hermano, a la más santa función que este mundo puede ofrecer. Ésa es la única función que no tiene límites, y que llega hasta cada uno de los fragmentos de la Filiación cual auxilio sanador y unificador. (T-18.I.11:1,4-8; 13:1-2)
📘(9:1) La curación, el perdón y el feliz intercambio del mundo del dolor por uno en que la tristeza no tiene cabida, son los medios por los que el Espíritu Santo te exhorta a que sigas.
La curación, el perdón y el mundo real no son el fin, sino los medios que el Espíritu Santo usa para ayudarnos a deshacer las interferencias de culpa de la mente que nos impiden recordar Quienes somos. Así Sus enseñanzas son los medios y el recuerdo de nuestro Ser, el fin que buscamos.
🔹️(9:2) Sus dulces lecciones te enseñan cuán fácilmente puedes alcanzar la salvación y cuán poca práctica necesitas para dejar que Sus leyes reemplacen a las que tú promulgaste para mantenerte prisionero de la muerte.
Cuando Jesús habla de la poca práctica que necesitamos, parece contradecir sus palabras en muchos otros lugares donde nos recuerda cuánto necesitamos practicar. Todavía él está hablando aquí desde su perspectiva, desde la cual el vasto universo, con sus problemas que abarcan millones de años, se reducen a un "minúsculo deseo" de que estemos separados de Dios y de que esa ilusión es verdadera (T-19.IV-A.8:1). Desde su punto de vista sanado dentro de la mente, por lo tanto, todo esto no es nada, y requiere solo un pequeño cambio de la ilusión a la verdad. Es la misma perspectiva encontrada en la lección poste-rior: "Permaneceré muy quedo por un instante e iré a mi hogar" (L-pI.182). Así, en este sentido, él habla aquí sobre cuán fácilmente puede ser nuestra salvación, y cuán poca práctica necesitamos. En nuestra experiencia dentro del sueño, sin embargo, esto lleva una tremenda cantidad de trabajo, y no es tan fácil de lograr. Para nosotros aún presos por el sistema de pensamiento de muerte del ego, se necesita mucha vigilancia y diligencia, la cual Jesús nos guía y nos anima a que desarrollemos.
🔹️(9:3) Su vida se vuelve la tuya propia, al tú extender la poca ayuda que él te pide para liberarte de todo lo que jamás te causó dolor.
La vida del Espíritu Santo, el símbolo de la Expiación, se hace nuestra cuando lo elegimos a Él. Así nosotros, como Jesús, nos convertimos en la Expiación, y su perdón se extiende a través de la mente unida del Hijo de Dios. La palabra extensión en Un Curso de Milagros no debe tomarse como algo físico, ya que se refiere solo a un proceso dentro de la mente cuando se hace la elección por el perdón. Si elegimos la culpa en su lugar, el proceso es denotado por la palabra proyección, que describe las vicisitudes de la mente errada del ego. La extensión del perdón, sin embargo, es el pensamiento que refleja el Amor del Cielo que se extiende a través de la única mente del Hijo. Ya sea física o verbalmente, expresar el perdón de la mente correcta no es nuestra preocupación. Sucede por sí mismo, ya que cuando nosotros deshacemos las barreras de juicio de la mente, la luz de la relación santa de la mente no puede sino extenderse a lo largo de la Filiación:Esto [el auxilio sanador y unificador] es lo que se te ofrece en tu relación santa. Acéptalo ahora, y lo darás tal como lo has recibido. La paz de Dios se te da con el luminoso propósito en el que te unes a tu hermano. La santa luz que os unió tiene que extenderse, de la misma forma en que la aceptasteis. (T-18.I.13:3-6) Así se extiende el auxilio sanador, como vemos ahora:
📘(10:1) Y a medida que te dejas curar, te das cuenta de que junto contigo se curan todos los que te rodean, lo que te vienen a la mente, aquellos que están en contacto contigo y los que parecen no estarlo. Tal vez no los reconozcas a todos, ni comprendas cuán grande es la ofrenda que le haces al mundo cuando permites que la curación venga a ti. Más nunca te curas solo. Legiones y legiones de hermanos recibirán el regalo que tú recibes cuando te curas.
Esta es otra declaración maravillosa de la Unicidad del Hijo de Dios, que no tiene nada que ver con lo físico o conductual. Pensar que sí lo tiene, es un grosero malentendido de Un Curso de Milagros. La curación ocurre solo dentro de tu mente, porque solo existe tu mente. Cuando esa mente se haya curado y hayas elegido a Jesús como tu maestro, aunque solo sea por un instante, sabrás que el Hijo de Dios es uno: la separación es una ilusión y su sistema de pensamiento de culpa - por no mencionar el mundo que surgió de ella - es también una ilusión. "Legiones y legiones" reciben tu don de curación cuando recuerdas tu unidad natural como Hijo de Dios, el regalo del milagro para la Filiación, que así trasciende el sistema de pensa-miento demente del odio y la enfermedad:
Un milagro es el acto de un Hijo de Dios que ha abandonado a todos los dioses falsos y exhorta a sus hermanos a que hagan lo mismo. Es un acto de fe porque es el reconocimiento de que su hermano puede hacerlo también. Es un llamamiento al Espíritu Santo en su mente, que se refuerza mediante la unión. Puesto que el obrador de milagros ha oído la Voz de Dios, la refuerza en sus hermanos enfermos al debilitar su creencia en la enfermedad, que él no comparte. El poder de una mente puede irradiar hasta otra porque todas las lámparas de Dios fueron encendidas por la misma chispa, la cual está en todas partes y es eterna. (T-10.IV.7)
📘(11:1-2) Los que se han curado se convierten en los instrumentos de la curación. Y no transcurre tiempo alguno entre el instante en que son curados y aquel en que toda la gracia de curación les es dada para que ellos a su vez la den.
En el instante santo estás fuera del mundo físico, y entonces no hay pensamiento de separación - pecado, culpa y miedo - ni un mundo temporal/espacial - pasado, presente, y futuro - que pudiera surgir de ello. Eliminando la causa - la separación - el efecto - el mundo - desaparece. En el instante santo, por lo tanto, el tiempo se ha ido y la curación es instantánea. No necesita extenderse en el tiempo y el espacio, porque no hay tiempo y espacio. Esta es otra forma de entender por qué no necesitamos conscientemente buscar y extender amor y sanación. Si lo haces - creyendo que hay personas que tienes que convertir, enseñar y sanar - estás de vuelta en el mundo separado del tiempo y el espacio, lo que significa que tu mente ahora no está sana. En el instante santo nadie es sanado, porque el reconocimiento ha llegado a nuestras mentes hasta ahora enfermas, de que todos han sido sanados. De hecho, nadie estuvo enfermo alguna vez.
🔹️(11:3-4) Lo que se opone a Dios no existe, y aquel que no lo acepta en su mente se convierte en un refugio donde los que están cansados pueden hallar descanso. Pues ahí es donde se otorga la verdad, y ahí es donde todas las ilusiones se llevan ante la verdad.
Cuando tu mente está curada, un mensaje se dirige a todos los que optan por ellos mismos: la decisión que he tomado, la mano del hermano amoroso que he tomado, son tuyas para que también las tomes. En ese punto te conviertes en un refugio donde los que están cansados pueden hallar descanso. "Lo que se opone a Dios" es el sistema de pensamiento ilusorio de separación y enfermedad del ego. Aceptar su no-existencia nos permite ser un refugio pacífico para aquellos que aún están tentados de hacer que el ego sea real. Este remanso de descanso se describe en el siguiente pasaje de “El pequeño jardín", donde nuestro desierto de ilusiones, odio y separación se convierte en un jardín de verdad, amor y unión:
El desierto se convierte en un jardín lleno de verdor, fértil y plácido, ofreciendo descanso a todos los que se han extraviado y vagan en el polvo. Ofréceles este lugar de refugio, que el amor preparó para ellos allí donde antes había un desierto. Y todo aquel a quien le des la bienvenida te brindará el amor del Cielo. Entran de uno en uno en ese santo lugar, pero no se marchan solos, que fue como vinieron. El amor que trajeron consigo les acompañará siempre, al igual que a ti. Y bajo su beneficencia tu pequeño jardín crecerá y acogerá a todos los que tienen sed de agua viva, pero están demasiado exhaustos para poder seguir adelante solos. (T-18.VIII.9:3-8)
📘(12:1-3) ¿No le ofrecerías refugio a la Voluntad de Dios? Pues con ello sólo estarías invitando a tu Ser a estar en su propia casa. ¿Y podría acaso rechazarse semejante invitación?
El Ser no puede ser rechazado porque una vez que lo eliges, ya está allí. El recuerdo de Quién eres como Hijo de Dios, tu Ser como Cristo, está totalmente presente dentro de tu mente. Cuando Lo eliges, simplemente has elegido aceptarlo donde siempre ha estado. Salimos de nuestra casa solo en sueños, y el tiempo para soñar ha terminado, ya que ha sido acelerado cuando nosotros perdonamos. Así invitamos a nuestros hermanos separados a despertar del sueño del odio y la enfermedad, así como invitamos a Dios y a Cristo, la Unicidad de nuestro Ser, a venir a donde Ellos ya están, como se refleja en este inspirador pasaje de “Pues Ellos han llegado”:
Y Ellos [Dios y Cristo] han venido a morar en el templo que se les ha ofrecido para que sea Su lugar de reposo, así como el tuyo. Lo que el odio le ha entregado al amor, se convierte en la luz más brillante de todo el resplandor del Cielo. Y el fulgor de todas las luces Celestiales cobra mayor intensidad, como muestra de gratitud por lo que se les ha restituido….. No hay nadie en la tierra que deje de dar gracias a aquel que ha restaurado su hogar, protegiéndolo así del crudo invierno y del gélido frío. ¿Y cómo podrían el Señor de los Cielos y Su Hijo dar menos como muestra de agradecimiento cuando han recibido mucho más?
Ahora el templo del Dios viviente ha sido reconstruido de nuevo para ser el anfitrión de Aquel que lo creó. Donde Él mora, Su Hijo mora con Él y nunca están separados. Y dan gracias de que finalmente se les haya dado la bienvenida. (T-26.IX.6:4-6; 7:3-8:3)
🔹️(12:4-5) Pide que ocurra lo inevitable y jamás fracasarás. La otra opción es pedir que lo que no puede ser, sea, y esto es algo que jamás podrá tener lugar.
Todos intentamos hacer esto, por supuesto, y por eso nada funciona en este mundo. No importa lo brillantes que sean los cerebros que conciben la solución - política, educativa, económica, o médica - al final fracasará, porque pidió que la idea de la separación sea real: “lo que no puede ser”. Dado que no es real, todo lo que automáticamente prosigue de ese error será igualmente ilusorio. Eso no quiere decir, sin embargo, que no podemos optar por seguir durmiendo y soñar que lo que es, no es, y lo que no es, es:
¿Y quién puede encontrarse en una ribera lejana, y soñar que está al otro lado del océano en un lugar y un tiempo que hace mucho que desaparecieron? ¿Cómo iba a poder impedir este sueño que él esté donde realmente está? Pues donde él está es un hecho, y sus sueños, de la clase que sean, no pueden cambiarlo. Con todo, puede imaginarse que está en otro lugar y en otro tiempo. Lo que a lo sumo puede hacer es engañarse a sí mismo creyendo que eso es verdad y convertirlo de meras imaginaciones en creencias y en locura, completamente convencido de que donde prefiere estar es donde está.
Más ¿podría eso impedirle estar dónde está? ¿Es cualquier eco del pasado que él pueda oír un hecho en comparación con lo que se puede oír donde él está ahora? ¿Y en qué medida pueden sus propias ilusiones con respecto al tiempo y al espacio cambiar el lugar donde él realmente está? (T-26.V.6:6-7:3)
Todo el mundo es libre de rechazar su herencia, pero no de establecer lo que esta es. (T-3.VI.10:2)
🔹️(12:6) Hoy pedimos que sólo la verdad ocupe nuestras mentes; que los pensamientos de curación vayan en este día desde lo que ya se ha curado a lo que todavía tiene que curarse, conscientes de que ambas cosas ocurrirán al unísono.
La mente del Hijo de Dios es una. Cuando tu mente es curada - "lo que ya se ha curado" - tú te das cuenta de que todos los que creen que todavía necesitan curación ya están curados - “lo que todavía tiene que curarse”. Desde la perspectiva de la mente curada - estar con el Espíritu Santo en el instante santo - todas las enfermedades y los problemas han desaparecido, porque son parte de un sueño del que ya no eres parte, reconociendo que todo aquí es un ilusorio. El pensamiento curativo del amor con el que ahora estás identificado se convierte en un faro que señala a todos los que aún deciden permanecer fuera de ese amor, a que vengan a esa luz y descansen en la unidad del Hijo de Dios, como tú lo has hecho. Esa es nuestra función de unos a otros, cuando nos unimos a la luz que aleja la oscuridad de la enfermedad y el odio, de la separación y la ilusión. El siguiente pasaje nos inspira a recordar nuestra función de ser esa luz para el mundo.
Ni una sola luz en el Cielo deja de acompañaros. Ni uno solo de los rayos que brillan para siempre en la Mente de Dios deja de iluminaros. El Cielo se ha unido a vosotros en vuestro avance hacia Él. Si se han unido a vosotros luces tan potentes que infunden a la pequeña chispa de vuestro deseo el poder de Dios Mismo, ¿cómo podríais vosotros seguir en la obscuridad? Tú y tu hermano estáis retornando a casa juntos, después de un largo e insensato viaje que emprendisteis por separado y que no os condujo a ninguna parte. Has encontrado a tu hermano, y cada uno de vosotros alumbrará el camino del otro. Y partiendo de esa luz, los Grandes Rayos se extenderán hacia atrás hasta la obscuridad y hacia adelante hasta Dios, para desvanecer con su resplandor el pasado y así dar lugar a Su eterna Presencia, en la que todo resplandece en la luz. (T-18.III.8)
📘(13) Cuando el reloj marque la hora, recordaremos que nuestra función es permitir que nuestras mentes sean curadas, para que podamos llevar la curación al mundo e intercambiar la maldición por bendiciones, el dolor por la alegría y la separación por la paz de Dios. ¿No vale la pena, acaso, dar un minuto de cada hora a cambio de semejante regalo? ¿Y no es un poco de tiempo una ofrenda insignificante a cambio del regalo de lo que lo es todo?
A medida que avanza el día, hazte la siguiente pregunta: ¿Realmente vale la pena aferrarse a esta maldición y al dolor, cuando a cambio podría tener la bendición, la alegría y paz de Dios? Esa es tu función: estar en el instante santo que deshace tu elección por el ego eligiendo el Espíritu Santo. De nuevo, ¿realmente quieres aferrarte a los pensamientos y al comportamiento del ego, considerando su costo? Vigilar tu mente durante todo el día refleja la respuesta correcta a esta pregunta. Por lo tanto, siempre que te permitas ser consciente de la ira, la ofensa, la depresión, el dolor o la rectitud, retrocede y pregúntate si tal especialismo vale el precio: ¿por qué no elegiría tener la bendición, la alegría, y la paz de Dios en lugar de la maldición del dolor de la separación? Ten en cuenta esta maravillosa línea de Deuteronomio, donde Moisés se presenta ante los Hijos de Israel, diciendo: "os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida ..." (Deuteronomio 30:19-20). Jesús pone la misma elección delante de nosotros.
📘(14:1) Más debemos estar preparados para semejante regalo.
Jesús parece contradecir lo que dijo antes acerca de que solo una "pequeña práctica" es necesaria. Él nos hace saber que tenemos que practicar durante todo el día, y que nuestra preparación para el instante santo es nuestro deseo. Recuerda:
El instante santo es el resultado de tu decisión de ser santo. Es la respuesta. Desearlo y estar dispuesto a que llegue precede su llegada. Preparas tu mente para él en la medida en que reconoces que lo deseas por encima de todas las cosas. (T-18.IV.1:1-4)
Este, entonces, es el desafío de Jesús como nuestro maestro: el ayudarnos a darnos cuenta de que realmente queremos ser felices, y que solo el perdón nos traerá el deseo de nuestro corazón.
🔹️(14:2-4) De modo que comenzaremos el día dedicando diez minutos a los pensamientos que siguen a continuación, con los cuales también lo concluiremos por la noche: Cuando me curo no soy el único que se cura. Y quiero compartir mi curación con el mundo, a fin de que la enfermedad pueda ser erradicada de la mente del único Hijo de Dios, Quien es mi único Ser.
Debe quedar claro aquí, como mencioné al principio de esta lección, que la enfermedad es la separación. No es un síntoma físico, aunque lo experimentamos de esa manera. La incomodidad que podemos sentir en nuestros cuerpos es una expresión directa de la incomodidad que sentimos en nuestras mentes al elegir tener razón en lugar de ser felices, estar separados del amor de Jesús en lugar de unirnos con él. Una vez más, debemos preguntarnos a lo largo del día: ¿realmente vale la pena permanecer separado de mi hermano, de mi Ser y de Dios?
📘(15:1-3) Permite que la curación se efectúe a través de ti hoy mismo. Y mientras reposas serenamente, prepárate a dar tal como recibes, a conservar únicamente lo que das y a recibir la Palabra de Dios para que ocupe el lugar de todos los pensamientos absurdos que jamás se concibieron. Ahora nos unimos para curar todo lo que antes estaba enfermo y para ofrecer bendiciones allí donde antes reinaba el ataque.
Nada de esto es posible a menos que primero te des cuenta de los pensamientos tontos de enfermedad y ataque. Así volvemos al tema principal - el tema de la próxima lección también - que la sanación, la corrección y el perdón no tienen sentido si no tienes un problema al que puedas aplicarlos. Por lo tanto, debes ser consciente de tu atracción por estar enojado, enfermo y crítico, y sentirte herido, victimizado y deprimido; y pregúntate otra vez: ¿realmente vale la pena? En ese punto, entonces, estás listo para dejar caer la mano del ego y permitir que Jesús te guíe gentilmente a la mente que es la fuente de la enfermedad y la curación.
🔹️(15:4-6) No nos olvidaremos de esta función con el transcurrir de cada hora, sino que recordaremos nuestro propósito con este pensamiento: Cuando me curo no soy el único que se cura. Y quiero bendecir a mis hermanos, pues curaré junto con ellos, tal como ellos curarán junto conmigo.
La ira que tengo contra ti es la ira que tengo contra mí mismo. Mi decisión de excluirte de mi amor, y por lo tanto del Amor de Dios es una decisión - tomada en secreto - de excluirme a mí mismo de ese mismo Amor. Siempre tenemos que hacernos la pregunta: "¿Es la enfermedad de la separación lo que realmente quiero?". Estamos curados al elegir la tranquilidad del perdón, que nos permite escuchar las palabras amables de Jesús que nos exhortan a recordar nuestro Ser y a ser felices finalmente:
Tú eres tal como Dios te creó, al igual como también lo es toda cosa viviente que contemplas, independientemente de las imágenes que veas. Lo que percibes como enfermedad, dolor, debilidad, sufrimiento y pérdida, no es sino la tentación de percibirte a ti mismo indefenso y en el infierno. No sucumbas a esta tentación, y verás desaparecer toda clase de dolor, no importa donde se presente, en forma similar a como el sol disipa la neblina. Un milagro ha venido a sanar al Hijo de Dios y a cerrarle la puerta a sus sueños de debilidad, allanando así el camino hacia su salvación y liberación. Elige de nuevo lo que quieres que él sea, recordando que toda elección que hagas establecerá tu propia identidad tal como la has de ver y como creerás que es. (T-31.VIII.6)
Un último recordatorio: esta no es una práctica que hacemos una vez en la mañana y otra vez en la noche. Jesús nos está pidiendo que apliquemos de manera vigilante nuestra voluntad de recordar a través de todo el día. Así, la bendición de su perdón cae sobre nosotros y todos nuestros hermanos en un abrazo sanador del amor. El milagro ha venido por fin para sanar al Hijo de Dios.
~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL POR DANIEL BEZVESELNY.