Lección 135

SI ME DEFIENDO HE SIDO ATACADO.
(Lección 135)
Prediqué sobre esta lección, en nuestra discusión de la lección anterior al hablar del plan del ego para la salvación o el perdón. Al hacerlo, vinculé la lección con las Lecciones 135 y 136. Para revisar el plan, el ego primero establece la realidad del pecado y la culpa, basado en la separación "real" de Dios. A continuación, nos dice que el pecado y la culpa son tan atroces que tienen que ser negados y nunca más ser vistos, para que no descienda la iracunda venganza de Dios, destruyéndonos como castigo por nuestro pecado. Nos salvamos mágicamente de la naturaleza horrible de la culpa proyectándola desde la mente, percibiéndola y experimentándola en el cuerpo. En la Lección 134, el plan del ego - el perdón-para-destruir - trata con su necesidad de proyectar la culpa de la mente en el cuerpo de otra persona, una culpa de la que entonces presumimos perdonar. En la Lección 136, el plan exige que el ego proyecte la culpa en nuestro propio cuerpo, enfermándonos. En la lección actual, el enfoque está en el plan del ego de tratar con la variedad multitudinaria de problemas que surgen de la proyección de la culpa, cada uno de los cuales exige planes o defensas - las dos palabras se usan como sinónimos aquí - para protegernos de los peligros percibidos fuera de nosotros. Al hacernos creer que el problema no está dentro de nuestra mente, sino en el mundo de los cuerpos, el ego erige un plan - es decir, defensas - para resolver el problema. Esta estrategia es el enfoque de la Lección 135. Por cierto, esta lección es la más larga en el libro de ejercicios - más de cinco páginas - y una muy importante también.
El tema de esta lección - Si me defiendo he sido atacado - recuerda a la línea de "Los dos cuadros": "todas las defensas dan lugar a lo que quieren defender" (T-17.IV.7:1). El propósito de las defensas es protegernos del miedo, pero construir una defensa refuerza nuestra sensación de vulnerabilidad que, junto con la percepción de peligro, justifica nuestra necesidad de defensa. Sin miedo, no hay necesidad de protección, por lo que tener defensas significa que tenemos miedo. Así vemos que, aunque el propósito de una defensa es protegernos del miedo, ésta solo lo refuerza.
Finalmente, la lección explica que cuando creo que necesito defensas, me ataco a mí mismo negando que sea el invulnerable Hijo que Dios creó. Como parte de Su Unidad amorosa, no podría haber nada fuera de mí, y ciertamente nada que pudiera amenazarme. Sin embargo, cuando planeo mi defensa, declaro que no soy invulnerable. Al contrario, afirmo que yo soy vulnerable. Ese es el ataque:
Todo ataque es un ataque contra Uno Mismo. No puede ser otra cosa. Al proceder de tu propia decisión de no ser quién eres, es un ataque contra tu identidad. Atacar es, por lo tanto, la manera en que pierdes conciencia de tu identidad, pues cuando atacas es señal inequívoca de que has olvidado quién eres. (T-10.II.5:1-4)
📘(1:1) ¿Quién se defendería a sí mismo a menos que creyese que ha sido atacado, que el ataque es real y que defendiéndose es como puede salvarse?
Esto es similar al comienzo del Capítulo 6, donde Jesús afirma que el ataque nunca está justificado:
La ira siempre entraña la proyección de la separación, la cual tenemos que aceptar, en última instancia, como nuestra propia responsabilidad, en vez de culpar a otros por ello. No te puedes enfadar a no ser que creas que has sido atacado, que está justificado contraatacar y que no eres responsable de ello en absoluto….. [Pero] Tú no puedes ser atacado, el ataque no tiene justificación y tú eres responsable de lo que crees. (T-6.in.1:2-3,7)
🔹️(1:2) En esto radica la insensatez de las defensas, las cuales otorgan absoluta realidad a las ilusiones y luego intentan lidiar con ellas como si fuesen reales.
La ilusión fundamental es que, habiendo elegido la existencia individual sobre la Unidad, estoy separado del Amor de mi Fuente, habiéndola destruido en un acto de pecado. Soy "salvado" de la enormidad de mi culpa por la proyección, viéndola en otra persona. Esto hace que el mundo sea culpable de mi pecado, y por eso creo que otros están listos para atacarme, lo que justifica mi defensa contra sus injustos “incidentes que socavan [mi] inocencia” (T-31.V.3:4). Esta, entonces, es la locura de la defensa: la creencia de que mi pecado destruyó el Cielo es ficticia; mi pecado proyectado sobre otros es ficticio; el sistema de pensamiento de ataque y defensa es ficticio. En otras palabras, si estoy buscando resolver un problema ilusorio, mi defensa también debe ser ilusoria. ¿Quién sino un loco podría creer esto?
🔹️(1:3) Ello no hace sino añadir más ilusiones a las ilusiones, haciendo así que la corrección sea doblemente difícil.
Es doblemente difícil porque la verdadera necesidad de corrección está en mi mente. Sin embargo, siguiendo el plan del ego para la salvación, defiendo esa necesidad al ver la corrección fuera de mi mente en las situaciones que son responsables de mi infelicidad. Esta maniobra me defiende contra la culpa de mi mente, que es también una defensa. Así, la corrección se vuelve doblemente difícil, y nunca vuelvo a la parte tomadora de decisiones de mi mente que originalmente escogió contra Dios. Esto, por cierto, es similar a la discusión en la Lección 136 sobre el doble escudo del olvido (L-pI.136.5): la culpa me defiende contra el amor en la mente; y la culpa que percibimos en otros me defiende de la culpa interna.
🔹️(1:4) Y esto es lo que haces cuando tratas de planear el futuro, reactivar el pasado u organizar el presente de acuerdo con tus deseos.
Más adelante en esta lección, revisaré nuestra discusión previa sobre la relación del pasado, presente y futuro, con el pecado, la culpa y al miedo. Sin embargo, permítanme mencionar brevemente que esto no significa que no debas hacer planes para el futuro. Esta es una trampa en la que muchos estudiantes de Un Curso de Milagros caen. Lo que quiere decir - como veremos más adelante - es que tú no planees por tu cuenta. Por lo tanto, Jesús no está diciendo que debas cancelar las pólizas de seguro, tirar el libro de citas, o abstenerse de hacer citas futuras. Él simplemente nos insta a no tomar decisiones sin él.
📘(2:1) Actúas basándote en la creencia de que tienes que protegerte de lo que está ocurriendo porque ello encierra una amenaza para ti.
Mientras crea que estoy en este mundo, debo creer que el mundo es hostil, un lugar amenazador en el que soy vulnerable. Debo creer eso porque hice el mundo de esa manera. Recuerda, que si las ideas no abandonan su fuente, el mundo no es más que una proyección de lo que tengo en mente: que soy un pecador miserable porque destruí el Amor de Dios. Es ese egoísmo egocéntrico lo que he proyectado y lo que veo a mi alrededor, lo que me justifica para establecer defensas de autoprotección. Ya que el mundo no es nada más que mi pensamiento de haber atacado a Dios, el mundo también debe ser un ataque: las ideas no abandonan su fuente. Ese es el significado de esta línea frecuentemente citada:
El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. (L-pII.3.2:1)
🔹️(2:2-5) Sentirte amenazado es el reconocimiento de una debilidad inherente; es asimismo la creencia de que hay un peligro que tiene el poder de incitarte a que busques una defensa apropiada. El mundo está basado en esta creencia demente. Y todas sus estructuras, pensamientos y dudas, sus castigos y su pesado armamento, sus definiciones legales y sus códigos, su ética, sus líderes y sus dioses, no hacen sino perpetuar esta sensación de amenaza. Pues nadie andaría por el mundo cargando con una pesada armadura si no fuese porque el terror le encoge el corazón.
Todo esto puede parecer duro, por no mencionar poco realista, a menos que reconozcamos la meta-física subyacente a declaraciones como éstas en Un Curso de Milagros: a saber, el mundo es una ilusión, hecho como un acto de agresión contra Dios porque fue hecho como un lugar donde escondernos de Su ira:
El mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él. (L-pII.3.2:4)
Todo esto es fabricado, porque el iracundo Dios del ego no existe. Mientras nosotros creemos que existimos como individuos, sin embargo, debemos creer que nuestra culpa está justificada y necesita defenderse proyectando un mundo. Una vez que el mundo está en su lugar en nuestras mentes, las cosas que Jesús describe aquí - estructuras, armamentos, castigos, códigos legales, ética, etc. - tienen perfecto sentido. Si el mundo nos está amenazando, ciertamente necesitamos protección - como individuos y como miembros de la sociedad - porque creemos que otros nos harán lo que creemos secretamente que les hicimos: satisfacer nuestras necesidades egoístas de especialismo a expensas de otra persona.
Para reiterar este punto importante antes de continuar, Jesús no nos está instando a dejar de vivir como vivimos nosotros, sino a mirar a través de sus ojos, para que podamos darnos cuenta de la verdadera naturaleza y propósito del mundo.
📘(3:1-2) Las defensas son atemorizantes. Surgen del miedo, el cual se intensifica con cada defensa adicional.
Esta es una re-presentación de la idea del texto: “las defensas dan lugar a lo que quieren defender" (T-17.IV.7:1). Una defensa "proviene del miedo", porque si tengo una defensa puede ser solo porque me siento amenazado. Por otra parte, la amenaza significa que soy vulnerable, lo que establece que no puedo ser el Hijo de Dios, que es por siempre invulnerable. Así el ego se convierte en mi fuente, haciéndome vulnerable a la inminente venganza de su dios. La verdad, sin embargo, es que el Hijo de Dios está perfectamente unido a su Fuente y no necesita defensas. De hecho, así es como se cierra la lección: “el Hijo de Dios no necesita defensas contra la verdad de su realidad".
🔹️(3:3-4) Crees que te ofrecen seguridad. Sin embargo, lo que hacen en proclamar que el miedo es real y que el terror está justificado.
Mi "miedo es real y el terror está justificado" porque, al ver el pecado en ti, veo la amenaza a mi exis-tencia desde fuera de la mente. Es una ley de la mente dividida que cuando nosotros proyectamos, nos olvidamos de lo que proyectamos. Así la culpa que proyectamos queda enterrada en la mente, sin un recuerdo consciente de ella, ni del amor que oculta. Solo nos damos cuenta de lo que ven nuestros ojos e interpretan nuestros cerebros, como una amenaza para el cuerpo - el nuestro o el de otro. Dado que el destino final de la vida tal como la conocemos es la muerte, y los cuerpos envejecen y se deterioran antes de su inevitable fin, exigimos defensas contra los estragos de la enfermedad y la muerte. Tanto si hablamos del nivel físico básico de la existencia, o del psicológico, vivimos con temor: "Pues nadie andaría por el mundo cargando con una pesada armadura si no fuese porque el terror le encoge el corazón".
Sin embargo, nuestras defensas son tan buenas que no estamos en contacto con este terror. Ocasio-nalmente, la ansiedad o el miedo se abren paso, pero en ninguna parte se acercan a la enormidad del terror que acecha en nuestro interior diciendo: "Destruiste a Dios y Él se levantará de entre los muertos, te perseguirá y tomará la vida que le quitaste a Él". Este mundo, entonces, actúa como una defensa o pantalla de humo, lo que nos impide recordar la terrible verdad que fabricamos sobre nosotros mismos. El mismo hecho de que pensamos que existimos significa que el terror está en lo profundo, aunque se niegue. Justificamos nuestro miedo diciendo que todo el mundo tiene miedo. De hecho, si no nos aprovisionamos de oxígeno para respirar, agua para beber, comida para comer, moriremos. Con toda seguridad, si no nos ocupamos de nuestras necesidades especiales, moriremos psicológicamente, sintiéndonos deprimidos y miserables, aislados y solos. Así intentamos defendernos de un mundo inherentemente hostil y amenazador, que fabricamos para ser así, del cual no hay escapatoria.
🔹️(3:5) ¿No te parece extraño que al elaborar planes para reforzar tu armadura y afianzar tus cerrojos todavía más, jamás te detienes a pensar qué es lo que estás defendiendo y contra qué?
Esto introduce la siguiente sección que trata sobre el cuerpo, lo que intentamos defender. El punto de Jesús aquí - como lo es a lo largo de su curso - es que estamos equivocados acerca de nuestra identidad. Pensamos que existimos como carne y hueso, separados de Dios y unos de otros. Este pensamiento de separación está encerrado en el cuerpo, al cual hemos juzgado como nuestra realidad. En otros lugares, Jesús se refiere a esta identidad como una ridícula parodia del glorioso Ser que Dios creó. (T-24.VII.1:11; 10:9; L-pI.95.2:1)
En lugar de este glorioso Ser del espíritu, hemos establecido esta parodia que llamamos vida, en el cuerpo que pensamos que somos. Jesús no está diciendo que deberíamos sentirnos culpables por nuestra identificación corporal. Él sabe muy bien que todos los que leen y estudian sus enseñanzas piensan son cuerpos. Su amable mensaje es: "Déjame ayudarte a ver qué es lo que crees que eres. No tienes que cambiarlo, ni abandonarlo. No tienes que temer que vas a desaparecer en la nada. Simplemente retrocede conmigo y mira esta extraña identidad, y déjame ayudarte a reconocer a la mente de la que procede y el por qué, para finalmente, ver lo que podemos hacer para protegerlo verdaderamente".
Antes de pedirnos que abandonemos nuestra inversión en el cuerpo, Jesús nos pide que compartamos su sonrisa suave cuando miramos el cuerpo y lo que llamamos nuestra vida. Ese es el propósito de esta lección: cuestionar nuestra inversión cuando retrocedemos y miramos con él. Es también lo que significa lo siguiente:
Tu pregunta no debería ser: “¿Cómo puede ver a mi hermano sin su cuerpo?” sino, “¿Deseo realmente verlo como alguien incapaz de pecar?” (T-20.VII.9:1-2)
La siguiente parte de la lección trata sobre la relación del cuerpo con la mente:
📘(4) Examinemos en primer lugar qué es lo que defiendes. Debe ser algo muy débil y vulnerable. Algo que es presa fácil, incapaz de protegerse a sí mismo y que, por lo tanto, necesitas que tú lo defiendas. ¿Qué otra cosa sino el cuerpo adolece de tal fragilidad que para proteger su insignificante vida es necesario prestarle un constante cuidado y preocuparse en gran manera por su bienestar? ¿Qué otra cosa sino el cuerpo flaquea y es incapaz de ser el digno anfitrión del Hijo de Dios?
Hay muchos pasajes similares en Un Curso de Milagros donde Jesús nos dice lo que es el cuerpo. Implícita aquí - en otros lugares es explícita - está la pregunta: "¿Es esto realmente lo que quieres ser? Esta no es la forma en que te veo, y ciertamente no es la forma en que Dios te creó. Sin embargo, es la forma en que exiges que te vean". En otra parte del Curso, Jesús nos ayuda a entender que insistimos en ser así porque el cuerpo nos protege contra la culpa de la mente, que es en sí misma una protección contra el amor de la mente. El ego sabe que, si alguna vez elegimos identificarnos con el Amor de Dios, nuestra existencia individual será deshecha, porque la individualidad y la unidad no pueden coexistir. Una vez más, Jesús quiere que entendamos la naturaleza del cuerpo y el propósito al que sirve. Confrontando los hechos, nuestra decisión por la mentalidad-correcta es inevitable.
Por cierto, no limites los pasajes sobre el cuerpo solo a lo físico, ya que nuestro cuerpo psicológico también está incluido. Sabemos lo débiles y vulnerables que nos sentimos si alguien nos da lo que conside-ramos una mala mirada, o nuestra devastación si alguien cuya opinión valoramos no nos sonríe ni nos da la aprobación que queremos.
📘(5:1-2) Sin embargo, no es el cuerpo el que puede temer o ser algo temible. Las únicas necesidades que tiene son las que tú mismo le impones.
El tú, como sabemos, no se refiere a nuestra personalidad, sino al tomador de decisiones de la mente que elige entre creer las mentiras del ego o la verdad del Espíritu Santo. Ese es el tú que ha elegido identificarse con la individualidad del ego. Por lo tanto, te identificas también con la culpabilidad del ego al obtener tu ser por destruir el Cielo. Esa culpa - como parte del plan del ego - se vuelve tan aterradora para nosotros que nuestra única esperanza de supervivencia es escapar negando su existencia en nuestras mentes y proyectándola, viéndola a nuestro alrededor, pero nunca dentro. Este, entonces, es el punto de Jesús: el miedo de la mente dicta al cuerpo lo que éste debe sentir.
🔹️(5:3-6:1-2) No necesita complicadas estructuras que lo defiendan, ni medicamentos para conservar la salud, ni cuidados, ni que te preocupes por él en absoluto. Si defiendes su vida, le haces regalos para embellecerlo o construyes murallas para su protección, estarás declarando que tu hogar está a merced del ladrón del tiempo, que es corruptible, que se está deteriorando y que es tan vulnerable que tienes que protegerlo con tu propia vida. ¿No es este cuadro aterrador? ¿Cómo puedes estar en paz con semejante concepto de tu hogar?
El punto de afirmaciones como estas no es incurrir en la culpa porque te gusta tener un hogar al que poder regresar por la noche: cuatro paredes y una cama cómoda, ropa de abrigo en el invierno, y la medicina cuando estás enfermo. Jesús simplemente está señalando que, a largo plazo, tales comodidades no te traerán la paz de Dios o la felicidad que perdura por siempre. De hecho, nada de lo que hagas en este mundo - absolutamente nada - te traerá paz o felicidad, por más santa que parezca. Sólo un cambio de mentalidad nos ofrece esto.
Para decir esto de otra manera, todos caminan por aquí con terror, pero tratan de ocultarlo. Por lo tanto, Jesús nos ayuda a comprender - ante todo - que de hecho estamos aterrorizados. Él nos muestra la fuente del terror, porque si no conocemos su origen en la mente, no podemos hacer nada acerca de eso. Si pensamos que el miedo está justificado, proveniente de elementos o personas hostiles, nos esforzaremos solamente por conseguir protección externa - como individuos o miembros de grupos sociales, religiosos y nacionales. Nuestra propia existencia como individuos y sociedades se basa en protegernos a nosotros mismos para que el miedo sea aliviado. Porque creemos que la amenaza es externa, creemos que la única forma de combatirlo es defenderse contra el peligro inminente; es decir, tener un plan para tratar con el destino que sentimos está a la vuelta de la esquina. Una vez más, Jesús no está diciendo que no debamos hacer cambios externos en nuestras vidas. Nos pide que seamos conscientes de que estas vidas se basan en un sistema defensivo de mentiras, construido para defenderse contra las mentiras.
Este pasaje también aborda otro elemento clave en el plan defensivo del ego: la identificación con el cuerpo como nuestro hogar. En otro pasaje Jesús se refiere al cuerpo como nuestro amado hijo:
Así es como el cuerpo se convierte en una teoría de ti mismo, sin proveerte de nada que pueda probar que hay algo más allá de él, ni de ninguna posibilidad de escape a la vista….. El cuerpo crece y se marchita, florece y muere. Y tú no puedes concebirte a ti mismo aparte de él….. No obstante, tu deseo de ser especial susurra: “He aquí a mi amado hijo, en quien me complazco”. Así es como el “hijo” se convierte en el medio para apoyar el propósito de su “padre”….. Tal es la parodia que se hace de la creación de Dios. Pues de la misma manera en que haber creado a Su Hijo hizo feliz al Padre - además de dar testimonio de Su Amor y de compartir Su propósito - así el cuerpo da testimonio de la idea que lo concibió, y habla en favor de la realidad y verdad de ésta. (T-24.VII.10:1,3-4,6-7,9-10)
Una vez que se juzga que el cuerpo es nuestra identidad y nuestro hogar, inevitablemente buscamos protegerlo. Así vemos nuevamente la brillantez de la estrategia de salvación del ego: el Amor de Dios es defendido por nuestra culpa, defendida a su vez por nuestros cuerpos, que son defendidos por el mundo, al mismo tiempo que el cuerpo se defiende contra el mundo. Un plan defensivo, luego otro, luego otro, luego otro.
🔹️(6:3-5) Sin embargo, ¿qué fue lo que dotó al cuerpo con el derecho de servirte de esta manera sino tus propias creencias? Fue tu mente la que le asignó al cuerpo todas las funciones que percibes en él, la que fijó su valor muy por encima del pequeño montón de polvo y agua que realmente es. ¿Quién defendería semejante cosa si reconociese que eso es lo que es?
Antes de cancelar tus pólizas de seguro y tu cobertura médica, eliminar las cerraduras de tus puertas, etc., ten muy claro que conoces y experimentas tu cuerpo como “un pequeño montón de polvo y agua". Si realmente no crees que no es nada, no hagas nada diferente. Recuerda que todo lo que Jesús pide es que retrocedas con él y mires tu comportamiento. Si lo haces con él, el proceso de cambiar tu identidad será gradual, gentil y verdaderamente sanador. Por lo tanto, procura no cambiar tu comportamiento, sino elige cambiar el maestro con quien miras tu comportamiento y el de los demás (T-21.in.1:7). Esto es muy impor-tante. No puedo decirles cuántos estudiantes del Curso lo han hecho, por supuesto, debido a malentender lecciones como esta. La negación de la creencia en la separación y la culpa no es útil, porque uno nunca puede cambiar una creencia sin primero reconocer su presencia.
Por cierto, la referencia bíblica en este párrafo al cuerpo, de que no es más que "Un pequeño montón de polvo" no es en el único lugar en Un Curso de Milagros donde Jesús se burla de nuestra visión exaltada de nuestro "hogar". Además de varias referencias en el libro de ejercicios, que veremos más adelante (por ejemplo, L-pI.136.2:3; L-pI.186.7:4), leemos en el texto:
Y para defender esa pequeña mota de polvo te ordena luchar contra todo el universo. (T-18.VIII.3:2)
[El cuerpo] ocupa el lugar central de cada sueño en el que se narra la historia de cómo fue concebido por otros cuerpos, como vino al mundo externo al cuerpo, como vive por un corto tiempo hasta que muere, para luego convertirse en polvo junto con otros cuerpos que, al igual que él, también mueren. (T-27.VIII.1:3)
📘(7:1-2) El cuerpo no necesita ninguna defensa. No podemos hacer suficiente hincapié en esto.
Mientras creas que eres un cuerpo, su nada requerirá defensa, incluso aunque el problema real permanezca en la mente. Sin embargo, esto tampoco necesita defensa, porque la culpa y el miedo no son nada, tampoco, un hecho que solo necesitamos aceptar; no juzgar, resistir, o defendernos en su contra. Al hablar de la loca mentalidad-errada del ego y la razón de la mentalidad-correcta del Espíritu Santo, Jesús explica cómo simplemente dejamos ir el sistema de pensamiento loco al elegir la cordura.
No puedes abandonar la demencia trasladándote a otro lugar. La abandonas simplemente aceptando la razón en el lugar que antes ocupaba la locura. (T-21.VI.3:7-8)
Este es también el significado de la siguiente declaración del texto, en el contexto de nuestro escape del sufrimiento:
Ahora se te está mostrando que sí puedes escapar. Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es, y no de la manera en que lo has urdido. (T-27.VII.2:1-2)
El problema que hemos "urdido" es el cuerpo, la defensa contra la culpa en nuestras mentes. El problema "tal como es" es la creencia en la culpa ilusoria y la necesidad de tener un problema externo como protección. Es por esto que el verdadero significado del perdón reside en mirar con Jesús como el sistema de pensa-miento del ego se manifiesta en el mundo, reconociendo esta manifestación como una proyección de la culpa de la mente que nunca ha abandonado su fuente. Así Jesús dice al final de la tercera lección del Espíritu Santo "mantente alerta solo en favor de Dios y de Su Reino” (T-6.V-C). Esto no es una defensa sino una vigilancia; tomando conciencia del ego para que podamos volver a la conciencia del Reino.
🔹️(7:3-5) El cuerpo se mantendrá fuerte y saludable si la mente no abusa de él asignándole funciones que están fuera de su alcance y elevadas metas que no puede alcanzar. Tales intentos ridículos, aunque celosamente atesorados, son la fuente de los múltiples y dementes ataques a que lo sometes. Pues el cuerpo parece frustrar tus esperanzas, tus valores y tus sueños, así como no satisfacer tus necesidades.
El foco de nuestra atención es el cuerpo, que inevitablemente nos fallará. Puede no parecer esto cuando somos jóvenes, pero a medida que crecemos en la mediana edad, comenzamos a deteriorarnos hasta nuestra muerte. El enfoque, sin embargo, no debe estar en un cuerpo fuerte y sano, sino en el perdón en la mente. Cuando miramos con delicadeza el pecado, la culpa y el odio de la mente, y dejamos que el amor de Jesús se convierta en nuestra identidad, la paz impregnará nuestra experiencia aquí, independientemente del cuerpo. En otras palabras, la atención cambia de las preocupaciones corporales a la mente, donde aprendemos a distinguir entre sus dos sistemas de pensamiento.
Aprendemos que cuando elegimos contra el amor de Jesús y en favor del ego, sufriremos, estaremos molestos y miserables, enojados y ansiosos, y no podremos dormir ni comer bien. Elegir a Jesús en cambio conduce a una paz que permanece, a pesar de lo que parece estarle pasando al cuerpo - el nuestro o el de cualquier otra persona. Cambiar el enfoque del cuerpo a la mente se traduce en cambiar el propósito al que sirve el cuerpo: de la culpa del ego al perdón de Espíritu Santo. El siguiente pasaje resume este cambio de propósito, mostrando cómo nuestros cuerpos no son negados o ignorados, sino simplemente devueltos al Maestro correcto:
Si usas el cuerpo para atacar, éste se convierte en algo perjudicial para ti. Si lo usas con el solo propósito de llegar hasta las mentes de aquellos que creen ser cuerpos para enseñarles a través del mismo cuerpo que eso no es verdad, entenderás el poder de la mente que reside en ti. Si usas el cuerpo con este fin, y solo con este fin, no lo podrás usar para atacar….. El Espíritu Santo no ve el cuerpo como lo ves tú porque que la única realidad de cualquier cosa es el servicio que le presta a Dios en favor de la función que Él le asigna….. El cuerpo es feo o hermoso, violento o apacible, perjudicial o útil, dependiendo del uso que se haga de él. (T-8.VII.3:1-3,6; 4:3)
📘(8:1) El “ser” que necesita protección no es real.
Esta declaración se aplica tanto a nivel corporal como mental. Ya que el ser de nuestra experiencia como cuerpo es una ilusión, no tiene que ser defendido. ¿Cómo puede la nada ser defendida? Sin embargo, el ser que experimentamos como cuerpo es simplemente una proyección del culpable y pecaminoso ser que hemos hecho realidad en nuestras mentes. Ese ser tampoco necesita protección; solo ser mirado con una visión y una sonrisa suaves mientras desaparece en la nada. El ego nos dice que este ser culpable necesita protección y defensa - del mundo y de los otros cuerpos. Por otra parte, es una parte intrínseca del plan del ego que una vez que fabricamos el ser físico, olvidamos que lo hemos hecho así, creyendo que nacemos en el cuerpo - no por nuestra propia elección - sin otro recurso que seguir el plan del ego. Así defendemos el cuerpo, sin darnos cuenta de que es una defensa contra la culpa de la mente, que no es más real que el cuerpo. La nada defendiendo nada. Es por eso que Jesús nos aconseja que no tenemos que hacer nada (T-18.VII): no hay un problema que necesite solución, no hay amenaza que requiera defensa. Solo necesitamos recordar que nos enfrentamos a nada defendiendo nada.
🔹️(8:2-3) El cuerpo, que de por sí no tiene valor ni es merecedor de la más mínima defensa, solo requiere que se le perciba como algo completamente ajeno a ti, para convertirse en un instrumento saludable y útil a través del cual la mente puede operar hasta que deje de tener utilidad. Pues ¿quién querría conservarlo una vez que deja de ser útil?
En otras palabras, me doy cuenta de que el cuerpo es un aula, en la que aprendo que no soy un cuerpo, y que la culpa que fabricó el cuerpo tampoco es real. El cuerpo se ve así fuera de mí, como un aula en la que mi mente cree que ha entrado. Mientras yo crea que estoy aquí, mi enfoque estará en el cuerpo; pero este enfoque puede ser guiado por un maestro diferente. El enfoque del ego es que permanezco enraizado aquí, protegiéndome de todos los demás cuerpos. El propósito de Jesús, sin embargo, es que veo el cuerpo como el vehículo en el que se me enseña que no soy eso en absoluto. Él me ayuda a darme cuenta de que elegí el cuerpo para representar el pecado y la culpa, que vino de mi decisión de protegerme del Amor de Dios. Cuando entiendo la dinámica de la mente, puedo hacer una elección significativa y diferente.
Así, el cuerpo se vuelve significativo para mí, porque su propósito ha sido cambiado. Recuerda que el propósito lo es todo. Cuando entiendes el propósito, entiendes el significado. Jesús enseña que la única pregunta que debemos hacer es: “¿Para qué sirve?” (T-4.V.6:7-9; T-24.VII.6:1-3). El propósito del cuerpo desde el punto de vista del ego es ser una prisión de la que nadie escapará. Para el Espíritu Santo es un aula, y cuando aprendemos Sus lecciones, todos “escapamos”, simplemente al darnos cuenta de que nunca estuvimos en el cuerpo en primer lugar. Es por eso que Jesús describe este escape del cuerpo como una serena fusión en la mente:
No hay violencia alguna en este escape. No se ataca al cuerpo, sino simplemente se le percibe correctamente. El cuerpo no pide limitarte, ya que ésa no es tu voluntad. En realidad, no se te “saca” de él, ya que no puede contenerte. Te diriges hacia donde realmente quieres estar, adquiriendo, no perdiendo, una sensación de Ser….. Ven a este lugar de refugio, donde puedes ser tú mismo en paz. No mediante la destrucción ni mediante un escape, sino simplemente mediante una serena fusión. (T-18.VI.13:1-5; 14:5-6)
📘(9:1) Defiende el cuerpo y habrás atacado a tu mente.
Regresamos al punto central de la lección de que cuando defiendo el cuerpo, afirmo su debilidad y vulnerabilidad - que hay algo fuera de lo que necesito protección. Sin embargo, si veo a mi cuerpo como vulnerable al pecado externo, es solo porque primero hice el pecado real en mi mente, y llegué a la conclusión de que necesitaba protección contra él, que es la defensa del plan del ego la que me hace proyectar el pecado sobre ti, escapando así de su inevitable y punitivo efecto. Cuando pido la ayuda del Espíritu Santo para los problemas de aquí, estoy diciendo que hay un problema peor en mi mente que no quiero ver. Así Jesús nos enseña que hemos atacado nuestras mentes cuando defendemos el cuerpo - el pecado se ha hecho real y luego se ha hecho totalmente inaccesible a la corrección.
🔹️(9:2) Pues habrás visto en ella las debilidades, las limitaciones, las faltas y los defectos de los cuales crees que el cuerpo debe ser liberado.
He visto pecado y maldad, culpa y miedo en mi mente pero, proyectando esta oscuridad, creo que todo está a mi alrededor, un problema del cual mi cuerpo debe ser salvado. Es por eso que yo necesito un plan de defensa para protegerme de la amenaza externa, en lugar de abordar la pregunta real que permanece oculta: ¿por qué elegí la culpa del ego en primer lugar?
🔹️(9:3-4) De este modo, no podrás ver a la mente como algo separado de las condiciones corpo-rales. Y descargarás sobre el cuerpo todo el dolor que procede de concebir a la mente como frágil, limitada y separada de las demás mentes y de su Fuente.
El pensamiento en mi mente de que estoy separado de Dios, y por lo tanto soy pecador, culpable, frágil y vulnerable, se proyecta y se ve en mi cuerpo que toma el lugar de mi mente, la cual ya no recuerdo. Todo lo que ahora veo y conozco está afuera. Por consiguiente, los pensamientos de mi mente son los mismos pensamientos en mi cerebro; excepto, que en lugar de existir dentro de mí, los veo venir de un mundo en el que nací. Este mundo se convierte en la realidad, un hecho que dice que estoy separado de todos los demás; un hecho que es una sombra del pensamiento que dice que me he separado de mi Fuente, y existo de forma independiente y libre. La culpa que dolorosamente sigue a este pensamiento pecaminoso se desplaza hacia el cuerpo, que "siente" el dolor, pero desconoce su origen. Es por eso que Jesús nos dice en un pasaje familiar que el cuerpo no es el problema:
Atribuir la responsabilidad de lo que ves a aquello que no puede ver, y culparlo por los sonidos que te disgustan cuando no puede oír, es ciertamente una perspectiva absurda. El cuerpo no sufre el castigo que le impones porque no tiene sensaciones. Se comporta tal como tú deseas que lo haga, pero nunca toma decisiones. No nace ni muere. Lo único que puede hacer es vagar sin rumbo por el camino que se le haya indicado….. Lo envías a buscar separación y a que sea algo separado. Luego lo odias, no por lo que es, sino por el uso que has hecho de él….. Más el cuerpo ve y actúa por ti [el tomador de decisiones]….. Y es frágil e insignificante porque así lo deseas….. Lo odias, sin embargo, crees que es tu ser, el cual perderías sin él. (T-28.VI.2:1-5; 3:2-3,6,8; 4:2)
Este pasaje penetrante establece lo más claramente posible la locura de enfocar en el cuerpo - ya sea como una fuente de placer o dolor, como un objeto de reverencia o repugnancia - cuando el verdadero problema, y también la solución, es el poder del tomador de decisiones de la mente. La defensa solo se justifica cuando se utiliza como una vigilancia en contra de nuestra elección por el ego.
📘(10:1-3) Estos son los pensamientos que necesitan curación, y una vez que hayan sido corregidos y reemplazados por la verdad, el cuerpo gozara de perfecta salud. La verdad es la única defensa real del cuerpo. Sin embargo, ¿recurres a ella para defenderlo?
El problema, nuevamente, es que niegas la culpa de la mente, y la proyectas en el cuerpo, que luego parece enfermarse. Sin embargo, la enfermedad no es el síntoma, sino la culpa en la mente. Esto significa que si tu mente está sanada - es decir, que la culpa se ha ido - no estarás enfermo, independientemente de cómo se vea tu cuerpo. Así Jesús nos advierte:
Nada es tan cegador como la percepción de la forma. Pues ver la forma significa que el entendimiento ha quedado velado. (T-22.III.6:7-8)
Percibir la forma del cuerpo no es ver por ti mismo, sino que ves lo que el ego te dice que veas, y esto es ceguera. Juzgar la enfermedad según los síntomas físicos es un ejemplo de no ver, porque la enfermedad es la creencia en la realidad de la culpa, junto con pensamientos concomitantes de debilidad y vulnerabilidad. Si tu mente está sana, el cuerpo debe estar "saludable", a pesar de las apariencias de lo contrario, porque el cuerpo no estaba enfermo en primer lugar. Simplemente obedecía los dictados de la mente. La confusión de la conexión causal entre la mente y el cuerpo es común entre los estudiantes del Curso. El lector puede recordar esta discusión al principio del texto:
La enfermedad o “mentalidad-no-recta” es el resultado de una confusión de niveles, pues siempre comporta la creencia de que lo que está mal en un nivel puede afectar adversamente a otro. Nos hemos referido a los milagros como un medio de corregir la confusión de niveles, ya que todos los errores tienen que corregirse en el mismo nivel en que se originaron. Sólo la mente puede errar. El cuerpo solo puede actuar equivocadamente cuando está respondiendo a un pensamiento falso. (T-2.IV.2:2-5)
Este último punto del texto subraya este punto, aclarando nuevamente la confusión en la comprensión de que la mente es la fuente de la enfermedad. Como ya hemos visto en otro contexto, ¿cómo puede la nada - es decir, el cuerpo - estar enfermo? Aquí está el pasaje:
De este modo, el cuerpo se cura gracias a los milagros, ya que éstos demuestran que la mente inventó la enfermedad y que utilizó al cuerpo para ser la víctima, o el efecto, de lo que ella inventó. Más la mitad de la lección no es toda la lección. El milagro no tiene ninguna utilidad si lo único que aprendes es que el cuerpo se puede curar, pues no es ésta la lección que se le encomendó enseñar. La lección que se le encomendó enseñar es que lo que estaba enfermo era la mente que pensó que el cuerpo podía enfermar. Proyectar su culpabilidad no causó nada ni tuvo efectos. (T-28.II.11:4-7)
En resumen, el problema es tratar de corregir nuestro problema en el nivel del cuerpo, en lugar de dirigir nuestra atención a su fuente - la decisión en curso de la mente de identificarse con el ego. Esta decisión es la enfermedad, y cambiar la decisión es la sanación. En efecto, cambiar la decisión de la mente es la única defensa real del cuerpo.
🔹️(10:4) El tipo de protección que le ofreces no lo beneficia en absoluto, sino que le añade más angustia a tu mente.
Cuanto más buscamos proteger el cuerpo, más reforzamos y escondemos la culpa en nuestras mentes. La culpa es la fuente de nuestra angustia; y, si pasa desapercibida, la angustia continuará. Recordemos esta línea:
De lo único que estabas seguro era de que entre las numerosas causas que percibías como respon-sables de tu dolor y sufrimiento, tu culpabilidad no era una de ellas. (T-27.VII.7:4)
A menudo tenemos la ilusión de haber resuelto un problema externamente, pensando que todo es maravilloso: Dios está en Su Cielo y todo está bien con el mundo. Sin embargo, todo lo que ha ocurrido es que la culpa de la mente pasó desapercibida y, por lo tanto, se acumula y luego es proyectada. Entonces, nos enfrentamos a más y más problemas, ya sea en el cuerpo - el mío o los de otros - o en algo más.
🔹️(10:5) Y no sólo no te curas, sino que eliminas toda esperanza de curación, pues no puedes ver dónde se deben depositar las esperanzas si es que éstas han de ser esperanzas fundadas.
Esta es una línea importante, a la que Jesús regresa al final de la lección. Cuando abordamos un problema externo - en nuestro mundo personal o en el mundo en general - no podemos curar nada. De hecho, hacemos todo lo contrario, destruyendo la verdadera esperanza: la parte tomadora de decisiones de nuestras mentes - la fuente del problema y su solución. Dado que el problema es que hayamos elegido contra el Amor de Dios, la esperanza reside únicamente en volver al tomador de decisiones y volver a elegir, diciendo: cometí un error al elegir el ego, un falso maestro que no habla de la verdad. El verdadero Maestro es el Espíritu Santo, y es Su mensaje de Expiación el que quiero escuchar.
En otras palabras, cuando nos centramos en el cuerpo como problema o como respuesta, negamos la mente, lo único que puede salvarnos; no Jesús, el Espíritu Santo, Dios, o Un Curso de Milagros - solo nosotros podemos salvarnos, cuando elegimos Su ayuda, la cual es impotente si elegimos contra ella. Por lo tanto, la conclusión es elegir un maestro diferente. El rol de Jesús es recordarnos este poder de nuestras mentes, como lo hizo con Helen al darle este consejo durante las primeras semanas de la escritura:
De nada te serviría el que yo menospreciase el poder de tu pensamiento. Ello se opondría directa-mente al propósito de este curso. (T-2.VII.1:5-6)
La siguiente sección de la lección trata específicamente sobre la planificación, y permíteme reiterar que Jesús no quiere significar que debemos renunciar a la planificación para el futuro. Es obvio, por ejemplo, que nuestra Fundación no podría tener un programa de enseñanza si no planeáramos para el futuro. Él quiere significar que no hagas planes por tu cuenta. La importante sección "No tengo que hacer nada" mencionada anteriormente señala el mismo punto (T-18.VII) - Jesús no quiere significar literalmente esta afirmación. Helen estaba obviamente comprometida "haciendo" una gran cantidad de tareas cuando ella tomó notas de su curso. Una vez más, no debemos hacer nada por nuestra cuenta. Aún más específicamente, cuando planeamos o nos comportamos de alguna manera, es porque hemos definido el problema por nosotros mismos, y por lo tanto pensamos que conocemos la solución.
A menudo le pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a resolver un problema que hemos establecido primero como real. La razón por la que no debemos hacer nada es que no hay ningún problema que resolver. La solución que se requiere es sobre la creencia de que hay un problema del cual necesitamos salvarnos. El único problema es por qué elegiría a un maestro que nos diría eso. Por lo tanto, como la elección equivocada es el problema, la corrección es simplemente elegir al maestro correcto. Es por eso que Jesús nos insta a no hacer nada sin él, y el por qué "la mente que ha sanado no planifica ", ya que estaríamos planeando resolver un problema que no existe, una cortina de humo para ocultar el verdadero problema de haber elegido mal.
Para repetir de nuevo, Jesús no está diciendo que no debemos hacer cosas en el mundo. Una de las cosas más importantes que cualquier estudiante de Un Curso de Milagros necesita recordar es: ser normal. La Lección 155 dice que debes lucir como todos los demás, la única diferencia es que sonreirás más a menudo (L-pI.155.1:2-3). Comer, vestir, y tener planes de seguro como todos los demás - hacer lo que hacen los demás, pero diferente porque actúas con un maestro diferente, sonriendo con más frecuencia porque Jesús solo sonríe. El ego sonríe solo cuando quiere algo, lo que significa que su sonrisa refleja el asesinato. Recordemos esta fuerte declaración del texto:
Lo que no es amor es asesinato. (T-23.IV.1:10)
📘(11:1-2) La mente que ha sanado no planifica. Simplemente lleva a cabo los planes que recibe al escuchar a una Sabiduría que no es la suya.
Muchos estudiantes del Curso piensan que siguen este principio porque le piden todo a Jesús. Sin embargo, sin saberlo, caen en la trampa del ego porque le hacen su pregunta, y por lo tanto esperan recibir una respuesta sólo en sus términos. El hecho de pedir por cosas específicas - por ejemplo, curación física, un espacio de estacionamiento, dinero, una relación - limita la respuesta que reciben. Es la arrogancia de pensar que conocen el problema, y luego exigir que Jesús lo resuelva por ellos. Por eso nos advierte en contra de pedir por cosas específicas, como en este pasaje:
El secreto de la verdadera oración es olvidarte de las cosas que crees que necesitas. Pedir algo específico es igual que ver el pecado primero y luego perdonarlo. Del mismo modo, al orar pasas por alto tus necesidades específicas tal como las ves, y las dejas en Manos de Dios. Ahí se convierten en los regalos que Le haces, pues Le dicen que no antepondrás otros dioses a Él, ni que quieres otro amor que el Suyo. ¿Cuál podría ser Su respuesta sino tu recuerdo de Él? ¿Puede esto cambiarse por un insignificante consejillo para un problema de apenas un instante de duración? La respuesta de Dios es para toda la eternidad. Sin embargo, todas las pequeñas respuestas están contenidas en ella. (S-1.I.4)
Pedirle ayuda específica a Jesús no es pecaminoso, pero sí limita su respuesta, como advirtió a Helen en este mensaje poco antes de que ella comenzara a escribir El Canto de la Oración. Repetimos su punto central aquí, que subraya lo que vendría en lo que es ahora el folleto:
Cualquier pregunta específica implica un gran número de suposiciones las cuales limitan la respuesta inevitablemente. Una pregunta específica es realmente una decisión sobre la clase de respuesta que es aceptable. El propósito de las palabras es limitar, y al limitar, hace más manejable una vasta área de experiencia. Pero eso quiere decir manejable para ti. Para muchos aspectos de la vida en este mundo [hacer “más manejable”] es necesario. Pero no para pedir. Dios no utiliza palabras, y no contesta con palabras. Él solo puede “hablarle” al Cristo en ti Quien traduce Su Respuesta al lenguaje que tú puedas entender y aceptar….. Las respuestas no dependen de ti. Cualquier límite que le pongas a éstas interfiere con la audición. La Voz de Dios es inaudible y habla en silencio. Esto significa que tú no fraseas la pregunta y no restringes la respuesta [lo que significa que lo mejor para nosotros es no hacerlo]….. La única petición real es pedir la Respuesta de Dios. Ésta necesita la humildad de la confianza, no la arrogancia de la falsa certeza. (Ausencia de felicidad, pp.491-492,496)
Ésta, entonces, es la respuesta a por qué no deberíamos planear: no sabemos lo que necesitamos, por no hablar de lo que necesitamos planificar. Así, planificar-por-específicos es el mismo error que pedir-por-específicos. Nuestras energías y esfuerzos están mucho mejor dirigidas si pedimos ayuda para perdonar, porque eso y solo eso eliminará las barreras para escuchar la Voz del amor, Cuya sabiduría nos guía suavemente en nuestras palabras y acciones. La culpa es el problema, el perdón es la respuesta. Nunca debemos ser más específicos que eso.
🔹️(11:3) Espera hasta que se le indica lo que tiene que hacer, y luego procede a hacerlo.
Esto supone que estamos eligiendo al Espíritu Santo como nuestro Maestro, lo que significa que Él es el Único que nos instruye sobre la naturaleza de nuestro problema. Al principio del libro de ejercicios, Jesús nos enseñó que nunca estamos disgustados por la razón que creemos (L-pI.5). En respuesta a lo que nosotros pensamos que es el problema, desarrollamos planes y defensas. Si somos "buenos" estudiantes del Curso, traemos al Espíritu Santo para que se convierta en parte de nuestro plan, para cuidar el malestar causado por lo que nosotros hemos decidido, y contra lo que hay que defenderse. Su verdadera enseñanza, sin embargo, es el perdón - el deshacimiento de nuestros impedimentos para escuchar. Una vez son deshechos, somos libres para que nos enseñen qué decir o que hacer. Nuestro enfoque, por lo tanto, es sólo en traer las tinieblas de nuestras ilusiones a la luz de Su verdad:
Extender el perdón es la función el Espíritu Santo. Deja eso en Sus manos. Ocúpate únicamente de entregarle aquello que se puede extender. No guardes ningún secreto tenebroso que Él no pueda usar, antes bien, ofrécele los pequeños regalos que Él puede extender para siempre. Él aceptará cada uno de ellos y los convertirá en una fuerza potente en favor de la paz. El Espíritu Santo no dejará de bendecir ni uno solo de los regalos que le haces ni los limitará en forma alguna. (T-22.VI.9:2-7)
Aprender realmente de nuestro Maestro no es aprender lo que debemos hacer, sino aprender primero, cuál es nuestro problema y pedirle ayuda para ver la situación de manera diferente. Mirando a través de Sus ojos, nos damos cuenta de que la situación - problemas, resentimientos, dolor - es parte del plan del ego para confundirnos en cuanto a dónde está realmente el problema. Nuestros planes nos llevan aún más profundo en el mundo de los cuerpos; el plan del Espíritu Santo o de Jesús nos devuelve a la mente. Este proceso se resume sucintamente en el siguiente pasaje de uno de los primeros capítulos en el texto:
Mi control puede hacerse cargo de todo lo que no es importante, mientras que, si así lo decides, mi asesoramiento puede dirigir todo lo que sí lo es. Yo no puedo controlar el miedo, pero éste puede ser auto-controlado. Tu miedo me impide darte mi control. (T-2.VI.1:3-5)
Al darle a Jesús nuestro miedo, él puede controlarlo. Esto libera su amor para fluir a través de nuestras mentes, guiando gentilmente nuestros pensamientos, palabras y comportamiento.
🔹️(11:4-5) La mente que ha sanado no planifica. Simplemente lleva a cabo los planes que recibe al escuchar a una Sabiduría que no es la suya. No depende de sí misma para nada, aunque confía en su capacidad para llevar a cabo los planes que se le asignan. Descansa serena en la certeza de que ningún obstáculo puede impedir su avance hacia el logro de cualquier objetivo que sirva al gran plan que se diseñó para el bien de todos.
Soy adecuado para cumplir los planes asignados a mi mente cuando dejo que el Espíritu Santo sea mi Maestro y mi guía. El “gran plan” es la Expiación, llevada a cabo por cada uno de los fragmentos aparentemente separados de la Filiación, practicando sus lecciones diarias de perdón, que consisten en elegir un diferente Maestro del perdón. En la Lección 134 vimos cómo el ego nos enseña a perdonar al hacer que el pecado sea real, y luego pasarlo por alto. La verdad del Maestro del perdón nos ayuda a comprender que el problema que requiere perdón está dentro de nuestras mentes, porque lo pusimos allí para mantener intacta nuestra existencia separada. Sé que soy adecuado para cumplir mi parte en este plan, porque tengo un Maestro Que me guiará a buscar la ayuda interna con el problema, en lugar de la externa. El Espíritu Santo es el gran principio de corrección - la Expiación - ya que Él deshace lo que nunca fue.
📘(12:1) La mente que ha sanado se ha liberado de la creencia de que tiene que planear, si bien no puede saber cuál sería el mejor desenlace, los medios por los que éste se puede alcanzar, ni como reconocer el problema que el plan tiene como propósito solucionar.
La mente que ha sanado se da cuenta de que no sabe nada y está agradecida de que no sabe nada. Esta no presume arrogantemente saber cuál es el problema, y por lo tanto cuál es la solución. Nosotros pensamos que sabemos cómo las personas deben responder a nuestros problemas - ya sea alguien con quien vivimos o trabajamos, o el mismo Jesús - porque creemos que sabemos lo que necesitamos. Sin embargo, todo esto es una maquinación del ego, porque cuando las personas no nos dan lo que nece-sitamos, nos sentimos justificados a estar enojados. Por lo tanto, realmente no queremos ayuda mientras cuidemos a nuestra individualidad. Sin embargo, cuando reconocemos nuestro error y elegimos al verda-dero Sanador como nuestro Maestro, se nos quita un tremendo peso. Ya no tenemos que preocuparnos por nada porque nos damos cuenta de que la preocupación en sí misma es una defensa, una defensa ilusoria (el cuerpo) para un problema ilusorio (la mente).
🔹️(12:2-3) La mente no podrá sino hacer un mal uso del cuerpo al hacer sus planes mientras no reconozca que esto es así. Más cuando acepte que esto es verdad, sanará y dejará a un lado al cuerpo.
Hasta que no aceptemos que no sabemos nada y que Jesús lo sabe todo, haremos un mal uso del cuerpo. Esto debe ser así, porque si me vuelvo contra Jesús me siento culpable, pensando que sé más que él. La culpa es tan abrumadora que me impulsa a proyectarla, a ver mi problema en el cuerpo - el tuyo o el mío - y luego hacer algo al respecto. Así hago un mal uso del cuerpo porque lo veo como real, más que como una defensa contra la culpa de mi mente que primero hice real. Hacer que el cuerpo sea parte de la realidad, por lo tanto, se convierte en un problema serio y preocupante, que exige atención y defensa.
📘(13:1) Forzar al cuerpo a que se amolde a los planes que una mente no curada traza para salvarse a sí misma es lo que hace que el cuerpo enferme.
Los planes que la mente no curada del ego establece por sí misma son siempre una expresión del perdón-para-destruir - ver el problema en un cuerpo. Debe hacer que el cuerpo se enferme porque una mente no curada se ha vuelto contra el Espíritu Santo, dejándose separada - pecadora y culpable, lo cual es la enfermedad. Una vez enferma, la mente no tiene más remedio que proyectar la culpa, dando así al cuerpo los síntomas físicos/psicológicos que llamamos enfermedad. Una vez más, la verdadera enfermedad está en la mente, pero se experimenta en el cuerpo debido a la necesidad del ego de escapar de la enfermedad de la culpa, protegiendo así a la mente de cualquier posibilidad de cambio.
🔹️(13:2) En tal caso el cuerpo no es libre para ser un instrumento de ayuda en un plan que le ofrece mucha más protección que la que él podría prestarse a sí mismo, y que por un tiempo requiere de sus servicios.
El plan es la Expiación, y el perdón es el medio por el cual cumplimos nuestra parte en ella. Esto tiene que ver solo con un cambio de mentalidad o de maestros, y nada que ver con el comportamiento. Por lo tanto, no tiene nada que ver con Un Curso de Milagros como un libro que tiene que ser enseñado o predi-cado. Nuestra parte en el plan es simplemente pedir la ayuda de Jesús para perdonar nuestras relaciones especiales.
🔹️(13:3) Cuando se utiliza con este propósito, la salud está asegurada.
Sin culpa en mi mente, sé que no soy un cuerpo. Por lo tanto, ¿cómo puedo estar enfermo? La "curación del cuerpo" viene de reconocer que no soy un cuerpo. No puedo estar enfermo o sano, y esto es cierto independientemente de la apariencia del cuerpo.
🔹️(13:4) Pues todo aquello de lo que la mente se valga para tal fin funcionará perfectamente y con la fortaleza que se le ha otorgado, la cual no puede fallar.
Cuando mi cuerpo sirve bajo la guía del Espíritu Santo, puede funcionar a la perfección, independientemente de su estado. Por lo tanto, nunca podemos juzgar lo que está en la mente de alguien por lo que observamos en el cuerpo. Si observamos algo que creemos que es importante, estamos locos y distorsio-nando la verdad. Por lo tanto, cualquier cosa que concluyamos será equivocada. El mundo no puede ser comprendido excepto desde el punto del amor en nuestras mentes, en el que no hay juicio ni necesidad de entender a nadie ni a nada. Nos damos cuenta de que todas las personas están locas, lo que significa que todas están enfermas, independientemente de sus personalidades o cuerpos. Es suficiente para nosotros saber que, sin culpa en la mente, el cuerpo expresará amor sin esfuerzo, en la forma que sea necesaria. El siguiente pasaje, ya citado, es quizás la mejor instrucción en Un Curso de Milagros para no cometer el error de mirar la forma para entender el contenido. Cuando uno se ha identificado con el pensamiento de la Expiación, este error nunca puede ocurrir. El juicio es de hecho un sustituto lamentable de la visión, la cual no acepta la comparación como un medio para acercarse al Hijo de Dios. Así Jesús nos insta a que nos tratemos con el amor que merecemos, cuya naturaleza solo puede reducir el miedo, no exacerbarlo. Aquí está el pasaje maravilloso:
El valor de la Expiación no reside en la manera en que ésta se expresa. De hecho, si se usa acertadamente, será expresada inevitablemente en la forma en que le resulte más beneficiosa a aquel que la va a recibir. Esto quiere decir que para que un milagro sea lo más eficaz posible, tiene que ser expresado en un idioma que el que lo ha de recibir pueda entender sin miedo. Eso no significa que ése sea necesariamente el más alto nivel de comunicación de que dicha persona es capaz. Significa, no obstante, que ése es el más alto nivel de comunicación de que es capaz ahora. El propósito del milagro es elevar el nivel de comunicación, no reducirlo mediante un aumento del miedo. (T-2.IV.5)
📘(14:1) Tal vez no sea fácil darse cuenta de que los planes que uno mismo inicia son tan solo defensas, al ser su propósito el mismo para el que se concibieron todas las defensas.
En nuestro mundo no parece que la mayor parte de lo que hacemos esté dentro de la categoría de los planes que uno mismo inicia y de que no son más que defensas. Sin embargo, esto está claro cuando entendemos que todo lo que hacemos sirve para hacer real el mundo y el cuerpo, reflejando el propósito subyacente del ego de negar la presencia de la culpa en nuestras mentes, y de que ya había negado la presencia de la Expiación.
🔹️(14:2-4) Estos planes constituyen los medios a través de los cuales una mente atemorizada intenta hacerse cargo de su propia protección a costa de la verdad. Esto se puede reconocer fácilmente en algunas de las formas que adopta este auto-engaño, en las que la negación de la realidad es muy evidente. No obstante, rara vez se reconoce que hacer planes es en sí una defensa.
Para repetir, Jesús no está hablando de planificación, sino de planes auto-iniciados. Planificar de por sí es una parte natural de vivir en este mundo, y, al igual que el cuerpo mismo, es neutral, sirviendo al propósito del ego o del Espíritu Santo. El problema por lo tanto no es la planificación, ni la condición del cuerpo, sino el propósito del ego cumplido por tal planificación. Una vez el problema ha sido identificado, la corrección es fácil y sin esfuerzo.
📘(15) La mente que se dedica a hacer planes para sí misma está tratando de controlar acontecimientos futuros. No cree que se le vaya a proveer de todo cuanto pueda necesitar, a menos que ella misma lo haga. El tiempo se convierte en algo en lo que se enfatiza es el futuro, el cual se debe controlar mediante el aprendizaje y la experiencia derivadas de sucesos pasados y de las creencias que se abrigan. Dicha mente pasa por alto el presente, basándose en la idea de que el pasado le ha enseñado lo suficiente como para permitirle dirigir su futura trayectoria.
Esto resume la experiencia de todos en el mundo. Vivimos nuestras vidas en el presente del ego, planificando para el futuro, basándonos en nuestras experiencias en el pasado. Nuestra planificación nunca se basa en una decisión que tomamos en el verdadero presente, el instante santo en que elegimos a Jesús en lugar del ego. De hecho, todo lo que hacemos se basa en el pasado. Por ejemplo, no quiero estar contigo hoy por lo que me dijiste ayer. Si el tiempo es una ilusión, sin embargo, ¿qué tiene que ver ayer con algo? Nada, a menos que quiera una excusa para odiarte hoy, porque este odio me impide mirar el odio a mí mismo. El pasado se convierte así en una forma de justificar mi decisión en el presente para odiarte. Además, si quiero demostrar que la vulnerabilidad de mi cuerpo no es mi culpa, solo necesito mirar el pasado, lo que me dice que todos mueren en este mundo de acuerdo a leyes más allá de nuestro control. Por lo tanto, tengo que prever mi muerte o la muerte de mis seres queridos - todo lo cual se basa en percepciones pasadas. La subyacente necesidad que me brinda este sistema de pensamiento es preservar mi culpa, pero verla en otra persona.
Como he explicado antes, una forma de entender el mundo del tiempo - pasado, presente y futuro - es verlo como una sombra del mundo interior del pecado, la culpa y el miedo. Cuando estos pensamientos se proyectan desde la mente, dan lugar al mundo del tiempo, que dice: “Pequé contra Dios en el pasado, soy culpable en el presente por lo que he hecho, y merezco el castigo que temo que vendrá en el futuro". Esto significa que el pecado, la culpa y el miedo, pasado, presente y futuro están unidos, y no se puede tener uno sin los otros. Hablamos de ellos como si fueran dinámicas separadas o pensamientos discretos, pero están entrelazados en una sola unidad de separación y odio.
De hecho, todo lo que hago, pienso, siento o planeo está basado en el pasado. Sin embargo, si actúo con Jesús, ya no estoy separado de él, y por lo tanto no estoy separado del Amor de Dios. Sin separación, no puede haber un sistema de pensamiento de odio ni un mundo temporal. Así, con Jesús como mi maestro, mi planificación futura no está en expiar los pecados del pasado, ni en tratar de prevenir una catástrofe inevitable que sé que es mi castigo inevitable. Más bien, mi planificación viene del amor, y no necesito hacer nada más que seguir su gentil dirección.
📘(16:1) La mente que hace planes, por lo tanto, no permite ningún cambio.
Como una mente no sanada que planea, no permito el cambio porque quiero que la separación sea real, pero vista en otra persona. Tampoco quiero ningún cambio real en el mundo, porque eso reflejaría un cambio en mi mente, y quiero que mi decisión original por el ego siga estando. Así Jesús nos enseña acerca de nuestro miedo al cambio:
Muchos montan guardia en torno a sus ideas porque quieren conservar sus sistemas de pensamiento intactos, y aprender significa cambiar. Los que creen estar separados siempre temen cambiar porque no pueden concebir que los cambios sean un paso hacia adelante en el proceso se subsanar la separación. Siempre los perciben como un paso hacia una mayor separación, debido a que la separación fue su primera experiencia de cambio. Crees que si no permites ningún cambio en tu ego alcanzarás la paz. (T-4.I.2:1-4)
El temor básico del ego es que el Hijo cambie su mente - dándose cuenta de que hizo una elección errada al elegir el ego, invirtiendo su decisión y eligiendo el Espíritu Santo. Es decir, ése es el cambio que el ego nunca quiere que hagamos, y el por qué refuerza el mundo del pecado, la culpa, y el miedo con una presencia corporal fuera de la mente - un problema que hay que deshacer a través de la planificación y la defensa. Nuestras percepciones de victimización nunca deben cambiar, porque esto pondría nuestros pies en el camino del cambio que finalmente termina con el ser del ego con el que nos hemos identificado.
🔹️(16:2-3) Lo que aprendió en el pasado se convierte en la base de sus futuros objetivos. Sus experiencias pasadas determinan su elección de lo que ha de suceder.
Los detalles de este aprendizaje pasado no hacen ninguna diferencia. Lo que importa es que yo creo que entiendo la situación, un entendimiento basado solo en el pasado que determina mis necesidades y mis problemas, y luego mis planes que son dirigidos a abordar estas preocupaciones.
🔹️(16:4-5) Y no se da cuenta de que aquí y ahora se encuentra todo cuanto necesita para garantizar un futuro muy diferente del pasado, libre de la continuidad de las viejas ideas y de las creencias enfermizas. No hay ansiedad con respecto al porvenir, pues la confianza presente está a cargo de éste.
La frase aquí y ahora está tomada de la terapia Gestalt, inspirada en Fritz Perls y otros. Floreció en la década de 1960, cuando Un Curso de Milagros fue canalizado. Como el término se usa en el Curso, aquí y ahora significa en el instante santo, que no fue el significado de los Gestaltistas. En el instante santo elijo contra el pecado, la culpa y el miedo del ego, y por tanto contra el tiempo. Por lo tanto, no hay experiencia temporal del cuerpo, y aunque mi atención vuelve al mundo del tiempo y el espacio, donde mi cuerpo parece para estar, pero sin la carga del pecado, la culpa y el miedo - sin culpa por un pasado pecaminoso, ni miedo sobre un futuro temido. Por lo tanto, soy un recipiente vacío a través del cual se vierte el amor de Jesús. La continuidad de la que habla es la unidad forjada de pecado, culpa y miedo, pasado, presente y futuro. En el instante santo no temo al futuro porque no hay futuro. El pasado también se ha ido, y todo lo que conozco es el amor de Jesús que elijo aquí y ahora.
📘(17:1) Las defensas son los planes que emprendes para atacar la verdad.
Esto mira hacia la Lección 136, "La enfermedad es una defensa contra la verdad". El principio se presenta un poco más general aquí: el plan de salvación del ego que ya hemos discutido. Resumiendo, brevemente estas discusiones previas, el ego nos dice que hay que erigir defensas contra la culpa de la mente, como parte de su plan secreto para que sigamos creyendo en su realidad, una realidad tan horrible que nuestra única defensa es proyectarla y verla en otra persona. Sin embargo, el ego nunca nos dice que la culpa es también una defensa, que protege a nuestros egos de la verdad de quienes somos como el Hijo de Dios.
🔹️(17:2) Su objetivo es seleccionar aquello a lo que le das tu conformidad, y descartar lo que consideras incompatible con tus creencias acerca de lo que es tu realidad.
Aprobamos cualquier cosa que refuerce nuestro tener razón y que Dios esté equivocado; a saber, el Hijo se ha separado de su Creador y, por lo tanto, su pecado de especialismo es real. Sin embargo, si bien mante-nemos felizmente nuestro ser especial, damos nuestro pecado con mucha alegría a otra persona a través de la proyección. Por lo tanto, aprobamos cualquier cosa que demuestre la culpa de otro, y rechazamos cualquier cosa que demuestre lo contrario. Decir que todos somos parte del único Hijo de Dios que no merece juicio ni condenación, es incompatible con el plan del ego para hacer que nuestra individualidad sea real, pero culpando a otro por ello. Todas estas ideas son rápidamente negadas, rechazadas, o ignoradas.
🔹️(17:3) No obstante, lo que queda ciertamente no tiene significado.
En otras palabras, lo que queda después de que ignoramos la evidencia que prueba que Dios está en lo correcto y que nosotros estamos equivocados, es la percepción sin sentido de que el pecado es real, pero visto en otra persona. Esto tiene sentido para nosotros, pero no para Dios, Quien no reconoce la separación, y mucho menos nuestro pecado.
🔹️(17:4) Pues tu realidad es “la amenaza” que tus defensas intentan atacar, ocultar, despedazar y crucificar.
La verdadera amenaza para el ego es el poder de la mente del Hijo para elegir en contra de él y por el Espíritu Santo, el recuerdo en nuestras mentes divididas de Quiénes somos como espíritu - el Hijo de Dios tal como Él lo creó. Así el ego nos dice que sus defensas de la culpa y el cuerpo nos protegerán de la ani-quilación por parte de Dios como castigo por nuestro pecado. No revela que nuestras defensas realmente nos protegen de reconocer que podemos cambiar de mentalidad y elegir la verdad en lugar de ilusión.
El siguiente párrafo es uno de los más mal entendidos en Un Curso de Milagros por los estudiantes que lo sacan de contexto, y que lo usan para atacarse a sí mismos y todos los demás:
📘(18:1) ¿Qué no ibas a poder aceptar si supieses que todo cuanto sucede, todo acontecimiento, pasado, presente y por venir, es amorosamente planeado por Aquel Cuyo único propósito es tu bien? Tal vez no hayas entendido bien Su plan, pues Él nunca podría ofrecerte dolor. Mas tus defensas no te dejaron ver Su amorosa bendición iluminando cada paso que jamás diste. Mientras hacías planes para la muerte, Él te conducía dulcemente hacia la vida eterna.
El ego ama aplicar este pasaje a las cosas específicas, reforzando así nuestra específica y contradictoria realidad. No hay especificidad en el Cielo, y si el Espíritu Santo es el recuerdo del no-específico y abstracto Amor de Dios, no puede haber especificidad en el Espíritu Santo, y ciertamente tampoco en Su "plan". El plan del ego ignora lo que es incompatible con su objetivo subyacente y preserva lo que sí es compatible. Su objetivo subyacente es proteger el especialismo, pero proyectando la responsabilidad sobre alguien o algo más. Así, el ego necesita hacer reales los específicos. La Lección 161 establece que “el odio es algo concreto” (L-pI.161.7:1), y “Así fue cómo surgió lo concreto” (L-pI.161.3:1). Necesitamos un mundo concreto para proyectar nuestros auto-odios inconscientes sobre otros, para que el pecado sea visto fuera de nosotros. Un medio ingenioso para demostrar la validez del plan del ego, es tener al Espíritu Santo, o incluso a Dios Mismo, involucrados con el plan específico del ego para mantenernos específicos.
Por lo tanto, un pasaje como este se saca fácilmente de su contexto no-dualista y se usa para probar que el Espíritu Santo tiene un plan específico para mí como individuo específico. Aquí, como en otros lugares, el lenguaje del Curso parece sugerir tales detalles, porque Jesús nos habla como los individuos específicos que creemos que somos:
Él [la Unidad dentro de nuestras mentes] necesita, no obstante, utilizar el idioma que dicha mente entiende, debido a la condición en que esta mente cree encontrarse. (T-25.I.7:4)
Jesús nos habla, por lo tanto, en un idioma dual de especificidad, porque la dualidad es la condición específica en la que creemos que vivimos. A medida que subimos por la escalera de la salvación, nos damos cuenta de que nuestra realidad no es la de un individuo específico amado por Dios, sino como parte del único - y no-específico - Hijo de Dios. El plan del que habla Jesús - similar al "gran plan que se diseño para el bien de todos" - es la Expiación: el plan del Espíritu Santo que corrige el plan de separación del ego.
En verdad, el Espíritu Santo no tiene un plan, al igual que Dios no lo tiene. Si hubiera un plan, tendría que haber un problema real que deshacer. Lo que hay que deshacer es simplemente nuestra creencia errónea de que hay un problema: la separación y el pecado. Así el "plan" del Espíritu Santo deshace el plan del ego de resolver un problema, para el que buscaremos y no encontraremos una solución. Para refrescar nuestros recuerdos, el plan del ego es mantener la individualidad del Hijo, defendiéndola contra su mente siempre cambiante al respecto. Por eso el plan de Expiación del Espíritu Santo refleja la Unicidad del Cielo, que hace imposible la separación. El hecho mismo de que el recuerdo de nuestra realidad como Cristo está en la mente, corrige el sistema de pensamiento del ego de la separación de Dios. La individualidad y la unidad no pueden coexistir. Si el Espíritu Santo es el recuerdo de la Unidad perfecta, nuestra identificación con Su amorosa Presencia deshace el ego. En otras palabras, no se hace nada para contrarrestar el plan del ego excepto aceptar en silencio la presencia de la verdad. En un pasaje importante que ya hemos considerado, leemos acerca de este proceso de deshacer, en el que el milagro "no hace nada":
El milagro no hace nada. Lo único que hace es deshacer. Y de este modo, cancela la interferencia a lo que se ha hecho. No añade nada, sino que simplemente elimina. (T-28.I.1:1-4)
Es por eso que el plan del Espíritu Santo es noespecífico. Su amorosa Presencia de la verdad en nuestras mentes es el deshacimiento del ego, y Su plan es que lo llamemos a Él a medida que avanzamos a través de los planes específicos del especialismo del ego, pidiendo ayuda para mirar de manera diferente a nuestras relaciones especiales. Esto es lo que en una lección posterior se denomina "el guion de la salvación" (L-pI.169.9:3).
El texto nos dice que el ego siempre habla primero, y sus decisiones son siempre erróneas (T-5.VI.3:5; 4:2), y que el Espíritu Santo es la Respuesta (T-5.II.2:5). Lo primero que habla el ego es de su plan para hacer verdad nuestro sueño y evitar que volvamos a casa. Ese es su guion, proyectado en el mundo temporal y espacial que es la manifestación de este plan atemporal de mantener la separación intacta y mantenernos en un perpetuo estado de inconsciencia. El plan del Espíritu Santo es simplemente que miremos, con la ayuda de Jesús, lo que estamos haciendo en nuestras vidas y cómo preservamos nuestro especialismo. Por lo tanto, mientras hacemos planes para la muerte - el plan final del ego para la culpa, que merece el castigo final - el pensamiento de la vida eterna permanece con nosotros. El propósito específico de Un Curso de Milagros, sin mencionar el de estos ejercicios, es ayudarnos a elegir este pensamiento amoroso y eterno.
📘(19:1) Tu presente confianza en Él es la defensa que te promete un futuro tranquilo, sin ningún vestigio de sufrimiento y lleno de un júbilo que es cada vez mayor, a medida que esta vida se vuelve un instante santo, ubicado en el tiempo, pero reconociendo únicamente la inmortalidad.
Como en los primeros capítulos del texto, Jesús juega con el concepto de las defensas psicológicas y la utilización de mecanismos no existentes contra el problema inexistente de la culpa, haciendo con ello que la separación sea real. La Expiación es también una defensa, pero una de curación:
Puedes defender la verdad así como el error. Los medios son más fáciles de entender después de que se ha establecido firmemente el valor del objetivo. Pero lo que hay que tener en cuenta es cuál es su propósito….. La Expiación es la única defensa que no puede usarse destructivamente porque no es un recurso que tú mismo hayas inventado….. La Expiación… resulta ser la única defensa que no es una espada de dos filos. Tan solo puede sanar. (T-2.II.3:1-3; 4:1,8-9)
En Un Curso de Milagros, por lo tanto, se describen dos tipos de defensas: el ego, que hace que la culpa sea real y luego se esfuerza por protegernos a través de la proyección; y el Espíritu Santo, que simplemente nos recuerda que la verdad es verdad y que la ilusión es una ilusión. Esta última defensa se resume en la tercera lección del Espíritu Santo antes mencionada, "Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino” (T-6.V-C). Unidos con todos, sonreímos suavemente con Jesús al ego, y esto constituye nuestra defensa. Así Jesús usa las palabras con connotaciones decididamente egoicas, pero con un significado totalmente diferente.
🔹️(19:2) No permitas que ninguna defensa, excepto tu presente confianza, dirija el futuro, y esta vida se convertirá en un encuentro significativo con la verdad, la cual sólo tus defensas podrían ocultar.
Estrictamente hablando, la verdad no es posible en este mundo, porque la verdad no puede estar presente en la irrealidad. Sin embargo, su reflejo puede ser visto a través del perdón que deshace las ilusiones del ego, y más específicamente a su sistema de pensamiento de pecado, culpa y temor, y pasado, presente y futuro. Nosotros nos unimos a Jesús y su amor en el instante santo, donde no hay separación. Todo lo que hacemos luego, fluye de este amor, lo cual es el significado de: "No permitas que ninguna defensa, excepto tu presente confianza, dirija el futuro."
Mientras nos veamos como individuos específicos, nuestra experiencia será la de una persona específica llamada Jesús, que nos habla específicamente y nos da orientación específica. La mayoría de los estudiantes de Un Curso de Milagros pasan por tal período. Mientras haces tu camino hasta la escalera, sin embargo, entiendes que lo importante no es la guía específica que recibes, sino la experiencia no-especí-fica del Amor de Dios. Una vez que tengas esa experiencia, no puede haber interés en lo específico, ni preocupación por el futuro. En el instante santo, el lugar del amor abstracto, no hay futuro. Por lo tanto, la orientación específica es superflua - ¿Qué debo hacer mañana? ¿Qué trabajo debo tomar? ¿Qué me haría feliz en el futuro? - porque una vez identificado con el amor de Jesús, tu culpa pasada, tu angustia presente, y los temores futuros, todos desaparecen.
Esto no significa, como ya hemos discutido, que tú no planees. Esto es algo normal que la gente hace. Pero cuando el amor es tu identidad, la planificación se lleva a cabo sin esfuerzo, ansiedad, o tensión. Haz lo que sea más amoroso para ti y para las personas que te rodean. Como habitas en un mundo de tiempo y espacio, tu comportamiento a veces debe implicar planes, sin embargo, su fuente es el mundo inocente del instante santo. Cuando tu atención regresa al mundo - como se explica en la Lección 184 (L-pI.184.9,10) - es con la presencia luminosa y amorosa de Jesús a tu lado. Esta luz y amor estarán en todo lo que haces - presente y futuro - y tu planificación no será para aliviar la ansiedad o resolver problemas específicos, sino que será la extensión natural del amor, que se expresa en un mundo de tiempo y espacio. Así, "esta vida se convertirá en un encuentro significativo con la verdad".
📘(20:1) Sin defensas, te conviertes en una luz que el Cielo mismo, lleno de gratitud, reconoce como propia.
Cuando dejamos de lado la necesidad del ego de protegerse a sí mismo - nuestra individualidad y especialismo - lo que queda es la luz del Cielo, que las tinieblas de nuestras defensas buscaron cubrir. Cuando quitamos los velos, la luz brilla a través de nuestra conciencia para abrazar a la Filiación.
🔹️(20:2) Y te conducirá por los caminos que se diseñaron para tu felicidad, de acuerdo con el plan ancestral que comenzó al nacer el tiempo.
Jesús no está hablando de un plan específico que implica que te conviertas en un celebrado maestro o persona santa, o comenzar un grupo donde todos te adorarán y/o cada uno al otro. El plan ancestral de la Expiación, iniciado en el instante en que la separación pareció suceder, es el recuerdo de Dios que vino con nosotros cuando comenzamos nuestro sueño: "que comenzó al nacer el tiempo". Mientras nos identifi-quemos como individuos específicos, nuestras mentes traducirán las enseñanzas abstractas de Un Curso de Milagros - por no mencionar el Amor abstracto de Dios - en algo específico. En consecuencia, pensaremos que Jesús me está hablando acerca de un plan específico para mí. De hecho, hay un plan específico para mí: la vida de mi ego de relaciones especiales, en la que todos son percibidos como el pecador victimizante, mientras que yo, y aquellos con quienes me identifico, seguimos siendo las víctimas inocentes. Con la ayuda de Jesús, miro el plan del ego de manera diferente. En otras palabras, el plan del Espíritu Santo es el plan que yo inventé: el plan de estudios - de mi programa de las relaciones especiales - visto a través de Su visión perdonadora. Vistas sin juicio, mis relaciones son sanadas. Este plan ancestral de la Expiación es, pues, nuestra función especial del perdón, descrito en el siguiente pasaje familiar:
Ésta es la percepción benévola que el Espíritu Santo tiene del deseo de ser especial: valerse de lo que tú hiciste para sanar en vez de para hacer daño. A cada cual Él le asigna una función especial en la salvación que sólo él puede desempeñar, un papel exclusivamente para él. Y el plan no se habrá llevado a término hasta que cada cual descubra su función especial y desempeñe el papel que se le asignó para completarse a sí mismo en un mundo donde rige la incompleción. (T-25.VI.4)
🔹️(20:3-4) Tus seguidores unirán su luz a la tuya, y ésta aumentará hasta que el júbilo ilumine al mundo. Y nuestros hermanos gustosamente dejarán a un lado sus engorrosas defensas, que de nada le sirvieron y solo les causaban terror.
Esta es otra expresión del tema mencionado repetidamente en el Curso: la unidad del Hijo de Dios. No puede haber separación cuando eliges a Jesús como tu Maestro, porque su amor mismo expresa esta unidad. El mundo se salva en este instante, y te vuelves como Jesús - una luz de verdad que brilla a través de la Filiación. Este es el significado de "seguidores" - no de las personas que se agarran de cada palabra que dices y te adoran en tu altar, sino de aquellos que tomarán la misma decisión que tú. Jesús también habla de toda la Filiación, unida como una sola luz en la mente, a medida que tu mente cambia de la oscuridad a la luz.
📘(21:1) Esperaremos hoy con gran expectación ese momento llenos de absoluta confianza en el presente, pues esto es parte de lo que se planeó para nosotros. Descansaremos en la certeza de que se nos proveerá de todo cuanto podamos necesitar para lograr esto hoy. No haremos planes acerca de cómo se va a lograr, sino que nos daremos cuenta de que nuestra indefensión es lo único que se requiere para que la verdad alboree en nuestras mentes con absoluta certeza.
Mientras creamos que somos organismos específicos con necesidades específicas, estamos en el peldaño inferior de la escalera. Además, al describir esta escalera en El Canto de la Oración, Jesús nos dice que cada vez que le pedimos al Espíritu Santo información específica - pedir-desde-la-necesidad (S-1.II.2:1) - reflejamos esta posición (S-1.III.2:1). Mientras subimos la escalera, al identificarnos menos con el cuerpo y más con la mente, nos damos cuenta de que la única necesidad es elegir el maestro adecuado que nos llevará a casa, ayudándonos amablemente a despertar del sueño horrible del ego y a recordar que nunca salimos de la casa de nuestro Padre. Todo el mundo comparte esta necesidad, que nos une como un solo Hijo. Satisfaciendo esa necesidad para nosotros mismos, el despertar arde en la mente de la Filiación, abrazándonos a todos felizmente en su gentil paz:
Siempre que te sientas tentado a emprender un viaje inútil que no haría sino alejarte de la luz, recuerda lo que realmente quieres, y di:
El Espíritu Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir? ¿Qué otra necesidad tengo, salvo la de despertar en Él?
El Espíritu Santo te enseñara como despertar a lo que nosotros somos y a lo que tú eres. Ésta es la única necesidad real que hay que satisfacer en el tiempo. Salvarse del mundo consiste sólo en eso. Mi paz te doy. Acéptala de mí en gozoso intercambio por todo lo que el mundo te ha ofrecido para luego arreba-tártelo. Y la extenderemos como un manto de luz sobre la triste faz del mundo, en el que ocultaremos a nuestros hermanos del mundo, y a éste de ellos. (T-13.VII.14; 16:5-10)
Nuevamente, mientras nos identifiquemos con nuestra existencia individual, la mente traducirá en específica nuestra necesidad por el maestro del perdón. No hay nada malo con esto, pero el error entra cuando pensamos que esto es todo lo que hay, porque entonces nunca pasaremos de los primeros dos peldaños nuestro camino. Lo que habrá sucedido - que en cierto sentido nos deja peor que antes - es que hemos hecho este sueño aún más real, porque ahora el mismo Jesús nos está ayudando a encontrar un sueño más feliz aquí, en el que todas las necesidades específicas se cumplen. Por otro lado, si vemos la satisfacción de nuestras necesidades como una fase de transición que nos lleva a una experiencia mucho mayor, no caeremos en la red del ego. En efecto, habremos allanado el camino para que la verdad caiga sobre nuestras mentes.
📘(22:1) Durante quince minutos, en dos ocasiones hoy, nos abstendremos de elaborar planes sin sentido y de albergar pensamientos que le impidan la entrada a la verdad en nuestras mentes.
Elaborar planes sin sentido significa resolver un problema que no existe, razón por la cual no tiene sentido. Jesús no está diciendo que no debas hacer planes - no puedo reiterar esto lo suficiente - ni tampoco no tener pensamientos sobre el futuro. Sin embargo, cuando tus planes están llenos de tensión, miedo, culpa y ansiedad, te has involucrado en elaborar planes sin sentido, tratando de defenderte contra el problema inexistente de la culpa. ¿Cómo, entonces, podría entrar la verdad sin rastro de culpabilidad?
🔹️(22:2) Hoy recibiremos en lugar de planear de manera que podamos dar en vez de organizar.
Cualquier planificación que hagamos viene después de haber recibido el amor que hemos elegido. Por supuesto, no es que Jesús nos dé su amor; siempre está presente. Nosotros nos alejamos de él y, por lo tanto, tenemos que volver a aceptarlo. Aún más para este punto, el amor nace en nuestras mentes por sí mismo a medida que eliminamos las telarañas del sueño con el que mantuvimos nuestros ojos cerrados por la culpa y el miedo.
🔹️(22:3-5) Y la verdad se nos da cuando decimos: Si me defiendo he sido atacado. Más en mi indefensión seré fuerte. Y descubriré lo que mis defensas ocultan.
Sobra decir que mis defensas ocultan la verdad.
📘(23:1-2) Eso es todo. Si tienes que hacer planes, ya se te dirá cuáles son.
Una vez más, Jesús no está diciendo que no planees. Tampoco quiere decir que escucharás una voz que te proporcionará información específica. Podría suceder, pero la experiencia central es un conocimiento interno de que ésta es la cosa amorosa que puedes hacer. A medida que avanzas en tu trabajo con Un Curso de Milagros, serás cada vez más capaz de discernir entre lo que es verdaderamente amoroso y lo que es especialismo, ya que muy a menudo nuestros pensamientos y acciones amorosas disfrazan un subyacente odio.
🔹️(23:3-4) Puede que no sean los planes que tú creías necesarios, ni las respuestas a los problemas a los que creías enfrentarte. Más son las respuestas a otro tipo de pregunta, la cual sigue aún sin contestar - si bien necesita ser contestada - hasta que por fin te llegue la Respuesta.
Esta es una referencia a la última pregunta que queda por contestar: "¿Y deseo ver aquello que negué porque es la verdad?” (T-21.VII.5:14). Tememos a la verdad y nos defendemos contra ella. Jesús explica que decir "sí" a esa pregunta significa decir "no al no" (T-21.VII.12:4), es decir, debo mirar el sistema de negación del ego y decir: ya no lo quiero. Debo mirar mis defensas y decir que estas no me traerán felicidad y paz, porque no son la verdad. Cuando digo "no" al ego - que es lo que significa mirar con Jesús - lo miro, sonrío gentilmente y rechazo sus ofrendas. No es que yo quiera la verdad, pero ya no quiero la ilusión. Así queda libre el camino para que la respuesta “llegue”. Recuerda, no es que la respuesta nos llegue a nosotros, sino que nosotros llegamos a la respuesta.
Mucho de Un Curso de Milagros está escrito de esta manera para reflejar nuestra experiencia de que la respuesta realmente viene. Una de las grandes oraciones Cristianas ha sido: "Señor Jesús, ven”. El Libro de la Revelación, de hecho, termina con esa oración (22:17,20). Sin embargo, de nuevo, la verdad no es que Jesús venga a nosotros; nos acercamos a él. Para resumir: llegamos a la respuesta mirando el sistema del ego y diciendo que cometimos un gran error y que ya no queremos el dolor que nos ha ocasionado.
📘(24:1-2) El propósito de todas tus defensas ha sido impedir que recibas lo que has de recibir hoy. Y ante la luz y la dicha de la simple confianza, te preguntarás sorprendido cómo pudiste jamás pensar que tenías que defenderte de tu liberación.
Una vez que escojamos a Jesús como nuestro maestro, será inconcebible que alguna vez hayamos pensado que el ego era más sabio que él.
🔹️(24:3-5) El Cielo no pide nada. Es el infierno el que exige extravagantes sacrificios. Hoy no estarás renunciando a nada durante estos momentos en los que, sin defensas, te presentas ante tu Creador tal como realmente eres.
Estas líneas son particularmente notables a la luz de la creencia de muchas espiritualidades de que Dios nos pide cosas específicas. Esto refleja la relación especial original del ego con Dios, en la cual tenemos que pagarle a Él para protegernos de Su ira. Así debo dejar el diezmo a Su iglesia, o sufrir y sacrificar mi vida. De una forma u otra, tengo que obedecer a Sus mandamientos, renunciando a mi tiempo y adorándolo en Su sagrada casa. Esta extraña idea se basa en la realidad del pecado, por el cual Dios nos exige un pago. La verdad, sin embargo, es que todo lo que "pide" el Cielo es que nos despertamos del sueño en el que creímos que habíamos abandonado nuestro hogar. La teología del sacrificio proviene del infierno del ego y no tiene nada que ver con Dios.
📘(25:1-4) Él se ha acordado de ti. Hoy nosotros nos acordaremos de Él. Pues ésta es la Pascua Florida de tu salvación. Y tú emerges de nuevo de lo que parecía ser la muerte y la desesperanza.
Por cierto, esto no se escribió en Pascua, sino en pleno invierno. En Un Curso de Milagros, la resurrección no tiene nada que ver con el cuerpo físico, pero para el ego sí que es una conexión bendita. Esto explica la necesidad de que el mito Cristiano se centre en el tema de Jesús. La crucifixión y la resurrección, confirman así al pecado y al cuerpo como reales. Ciertamente la resurrección, tal como se entiende en el Curso, es nuestro despertar del sueño de muerte de la mente:
La resurrección, dicho llanamente, es la superación de la muerte o el triunfo sobre ella. Es un redespertar o renacimiento; un cambio de parecer con respecto al significado del mundo. Es la aceptación de la interpretación del Espíritu Santo con respecto al propósito del mundo; la aceptación de la Expiación en uno mismo. Es el fin de los sueños de aflicción y la jubilosa conciencia del sueño final del Espíritu Santo. Es el reconocimiento de los dones de Dios. (M-28.1:1-5)
Por lo tanto, observamos el sueño de crucifixión, dolor, sufrimiento y muerte del ego, y decimos, “no al no”: estos no son los regalos que quiero. Tal cambio nos permite tomar la mano de Jesús y salir del sueño de la desesperanza hacia la esperanza - el significado de la resurrección y renacimiento. Dentro del sistema del ego, por supuesto, no hay esperanza; solo muerte.
La siguiente oración se refiere al final del párrafo 10: "Y no sólo no te curas, sino que eliminas toda esperanza de curación, pues no puedes ver dónde se deben depositar las esperanzas si es que éstas han de ser esperanzas fundadas”. Cuando hacemos que el cuerpo sea real planeando ayudarlo, salvarlo o protegerlo, negamos la única esperanza que existe: el poder de la mente para elegir. El final de la lección así nos remite al pensamiento original de desesperanza, en el que el cuerpo era real y necesitado de la salvación. Por lo tanto, es importante no ver al Espíritu Santo como que está específicamente con nosotros en el mundo. Como discutimos anteriormente, esa creencia comienza nuestro ascenso por la escalera, pero nosotros no queremos permanecer en esos peldaños inferiores más tiempo del necesario. La curación radica en el Espíritu Santo porque Él está en la mente, recordándonos elegir nuevamente. Así nuestra verdadera esperanza reside en el poder para tomar decisiones de la mente, para elegir en contra del ego y en favor del Espíritu Santo.
🔹️(25:5) Ahora renace en ti la luz de la esperanza, pues ahora vienes sin defensas a descubrir cuál es tu papel en el plan de Dios.
Recuerda, las defensas siempre se centran en el cuerpo, el cual es uno de los principales temas de esta lección. Cuando venimos sin defensas, es porque hemos ascendido en la escalera lo suficiente como para identificarnos menos con nuestro ser físico y especial, y más con los pensamientos de amor en la mente que es nuestra identidad. Así cumplimos nuestras partes dentro del plan de aprendizaje al aceptar la Expiación perdonando nuestras relaciones especiales. Este cambio no tiene nada que ver con el comportamiento externo, sino con el cambio de maestros en nuestras mentes que nos permite perdonar en lugar de condenar.
🔹️(25:6) ¿Qué insignificantes planes o creencias mágicas pueden seguir teniendo valor una vez que la Voz que habla por Dios Mismo te ha mostrado tu función?
Para hacer el punto una vez más, nuestra función es noespecífica, al menos no en el comportamiento. Se experimenta específicamente, pero la única parte específica de nuestra función es perdonar nuestras relaciones especiales - un proceso que ocurre en nuestras mentes, donde está Jesús.
📘(26:1) No trates de que este día se ajuste a lo que según tú sería más beneficioso para ti.
La forma en que "según tú sería más beneficioso para ti" es si se satisfacen las necesidades de tu especialismo. Por lo tanto - no solo como una práctica continua de esta lección, sino de cada lección, todos los días - trata de estar al tanto del plan secreto del ego para proteger tu individualidad contra tu mente eligiendo contra ella; el plan que dice que quiero existir, pero con alguien más como responsable de ello. Así ves la causa de tu infelicidad como externa a ti mismo, más allá de la verdadera corrección.
🔹️(26:2-5) Pues no puedes ni concebir toda la felicidad que te llega sin que tú tengas que planear nada. Decídete a aprender hoy, y todo el mundo se unirá a ti para dar este paso gigantesco y celebrar tu Pascua Florida contigo. Si en cualquier momento a lo largo del día adviertes que cosas pueriles e insignificantes parecen ponerte a la defensiva y tentarte a urdir planes, recuerda que éste es un día dedicado a un aprendizaje especial, y reconócelo repitiendo lo siguiente:
Jesús cierra esta lección, como lo suele hacer, al pedirte que practiques durante todo el día. Cuando seas tentado por el miedo a perder tu identidad especial, comprende el problema, y observa cómo te defiendes de tu posible pérdida, tejiendo pequeños planes de protección. Te esfuerzas por convencerte a ti mismo y a los demás de que este ser especial es importante: movilizando aliados para asegurar tu estatus especial. Una vez más, el enfoque de Jesús no es la planificación de la conducta diaria necesaria para la supervivencia, pero sí lo es el contenido de dicha planificación: el esfuerzo por preservar tu individualidad frenando la ansiedad, no eliminándola.
Reconocemos nuestra lección diciendo:
🔹️(26:6-8) Ésta es mi Pascua Florida. Y quiero conservarla santa. No me defenderé, pues el Hijo de Dios no necesita defensas contra la verdad de su realidad.
Elegir a Jesús como nuestro maestro nos permite crecer en su amor, para que al crecer recordemos nuestra realidad. Lo que nos permite subir a la escalera que nos lleva a casa es darnos cuenta de que somos uno. Las diferencias aparentes con las que nos enfrentamos son superficiales, porque estamos unidos al compartir el mismo sistema de pensamiento demente y la necesidad de defenderse contra él. Algunas personas, a quienes queremos, se defienden de manera agradable. Otras, contra quienes juzgamos, se defienden de maneras no tan agradables. Al final, sin embargo, todos hacemos lo mismo. Recuerda, el amor especial y el odio especial se ven diferentes, pero comparten el único propósito de preservar nuestra culpa ante la responsabilidad de otra persona. Percibir la unidad de nuestros egos, por lo tanto, nos permite recordar nuestra unidad como el único Hijo de Dios, mientras resucitamos a nuestras indefensas y santas mentes del infierno del mundo del pecado del ego.
Libro "Viaje a través del Libro de Ejercicios de UCDM " por el Dr. Kenneth Wapnick TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL POR DANIEL BEZVESELNY.