Lección 190

ELIJO EL JÚBILO DE DIOS EN LUGAR DEL DOLOR. (Lección 190)
“Nuestra lección actual puede no ser tan hermosa como las dos anteriores, pero su discusión sobre el papel que juega el dolor en el sistema de pensamiento del ego la convierte en una de las lecciones más importantes en el libro de ejercicios. “Los testigos del pecado” (T-27.VI) define el dolor como uno de los testigos del pecado más convincentes del ego, y esta lección dice lo mismo, reflejando el principio metafísico de Un Curso de Milagros de que o Dios o el ego es real, sin transigencias entre la verdad y la ilusión. Por lo tanto, elijo el júbilo de Dios o el dolor del ego. El título también nos recuerda que esta es una elección – entre el perdón de mentalidad recta del Espíritu Santo, la fuente de dicha, y el pecado, culpa y miedo de mentalidad errónea del ego, la causa del dolor. También veremos una discusión de la relación mente-mundo.
📘(1:1-4) «El dolor es una perspectiva errónea. Cuando se experimenta en cualquier forma que sea, es señal de que nos hemos engañado a nosotros mismos. El dolor no es un hecho en absoluto. Sea cual sea la forma que adopte, desaparece una vez que se percibe correctamente.»
El dolor no es del cuerpo, sin embargo, obviamente se experimenta allí. Viene de nuestra creencia errónea de que el pecado es real. Cuando se cambia esta creencia, la fuente del dolor se deshace. Ya no nos identificamos con el cuerpo, y al darnos cuenta de que estamos fuera del sueño, no podemos sentir dolor. La culpa que no queremos reconocer en la mente – el lugar del dolor – la experimentamos en el cuerpo, porque ese es el yo que creemos que somos. No creemos que somos una «mente» pecaminosa, sino el «cuerpo», el repositorio de la culpa que se manifiesta como dolor. Esta perspectiva errónea – lo que Jesús llama “confusión de niveles” en el texto – se explica en este pasaje citado anteriormente:
“Un paso importante en el plan de la Expiación es deshacer el error en todos los niveles. La enfermedad o “mentalidad-no-recta” es el resultado de una confusión de niveles, pues siempre comporta la creencia de que lo que está mal en un nivel puede afectar adversamente a otro. Nos hemos referido a los milagros como un medio de corregir la confusión de niveles, ya que todos los errores tienen que corregirse en el mismo nivel en que se originaron. Solo la mente puede errar. El cuerpo sólo puede actuar equivocadamente [por ejemplo, sentir dolor] cuando está respondiendo a un pensamiento falso.” (T-2.IV.2:1-5)
Como vemos ahora, el ego usa esta confusión de niveles para enseñarnos que el dolor es nuestro justo merecido por nuestro pecado contra Dios – es decir, merecemos Su castigo:
🔹️(1:5-7) «Pues el dolor proclama que Dios es cruel. ¿Cómo podría entonces ser real en cualquiera de las formas que adopta? El dolor da testimonio del odio que Dios el Padre le tiene a Su Hijo, de la pecaminosidad que ve en él y de Su demente deseo de venganza y de muerte.»
Huelga decir que este no es el Dios real, sino el producto final del sistema de pensamiento de culpa y dolor del ego: el dolor es la sombra de la culpa, el efecto de la creencia del ego en la separación. Su causa radica en afirmar mi pecado contra el Creador a fin de existir como un yo especial. La culpa por este pecado me lleva a proyectarlo sobre Dios, convirtiéndolo en el asesino en lugar de a mí: Suya es la Mente llena de odio; Suya es la venganza contra mi yo inocente.
Así el dolor proclama el cruel castigo de Dios por nuestros pecados, como vemos en estos pasajes familiares:
“El pecado exige castigo…El pecado es la proclamación de que el ataque es real y de que la culpabilidad está justificada. Da por sentado que el Hijo de Dios es culpable, y que, por lo tanto, ha conseguido perder su inocencia y también convertirse a sí mismo en algo que Dios no creó. De este modo, la creación se ve como algo que no es eterno, y la Voluntad de Dios como susceptible de ser atacada y derrotada…ésa es su realidad: la “verdad” de la que nunca se podrá escapar…Pues de alguna manera se las ha arreglado para corromper a su Padre y hacerle cambiar de parecer por completo. ¡Llora, pues, la muerte de Dios, a Quien el pecado asesinó!.”
“No hay manera de liberarse o escapar. La Expiación se convierte en un mito, y lo que la Voluntad de Dios dispone es la venganza, no el perdón. Desde allí donde todo esto se origina, no se ve nada que pueda ser realmente una ayuda. Sólo la destrucción puede ser el resultado final. Y Dios Mismo parece estar poniéndose de parte de ello para derrotar a Su Hijo.” (T-23.II.8:1-5)
📘(2:1-4) «¿Es posible acaso dar fe de semejantes proyecciones? ¿Qué podrían ser sino falsedades? El dolor no es sino un testigo de los errores del Hijo con respecto a lo que él cree ser. Es un sueño de una encarnizada represalia por un crimen que no pudo haberse cometido; por un ataque contra lo que es completamente inexpugnable.»
¿Podemos realmente justificar la creencia de que pecamos contra Dios, dejándolo cruel y detestable? Sin embargo, eso es lo que el dolor intenta hacer, diciéndonos que cometimos el pecado indescriptible de destruir a Dios y a Cristo, Ambos, Quienes, en verdad, son inexpugnables e invulnerables. Nuestras creencias dementes van un paso más allá, ya que tememos la represalia justificada de Dios. Así, Jesús nos dice nuevamente que el dolor no tiene nada que ver con la experiencia del cuerpo, ya que es solo la pesadilla errónea de la mente, mientras continúa:
🔹️(2:5) «Es una pesadilla en la que hemos sido abandonados por el Amor Eterno, el cual jamás habría podido abandonar al Hijo que creó como fruto de Su Amor.»
Proyectando el pensamiento de que abandoné a Dios, creo que Dios me ha abandonado. La verdad del principio de Expiación es que este es un sueño vano porque el abandono es imposible, como cierra “Canción a Mi Ser” de Helen:
«Nunca salí de la casa de mi Padre. ¿Qué necesidad Tengo de volver a Él?»
(Los Regalos de Dios, p.38)
Y esta clara afirmación de que el abandono es una proyección:
“Los que creen en la separación tienen un miedo básico a las represalias y al abandono…Estas ideas descabelladas son claramente el resultado de la disociación y la proyección.” (T-6.V-B.1:1, 3)
Pero ahora la verdad de la Expiación:
“Por razón del Amor que tu Padre te profesa, nunca podrás olvidarte de Él, pues nadie puede olvidar lo que Dios Mismo puso en su memoria. Puedes negarlo, pero no puedes perderlo…Dios quiere que te reconcilies contigo mismo, y no te abandonó en tu desolación…Su recuerdo, sin embargo, brilla en tu mente y no puede ser borrado.” (T-12.VIII.4:1-2, 5, 7)
📘(3:1-2) «El dolor es señal de que las ilusiones reinan en lugar de la verdad. Demuestra que Dios ha sido negado, confundido con el miedo, percibido como demente y considerado como un traidor a Sí Mismo.»
Una vez más, vemos un reflejo de la segunda y tercera leyes del caos (T-23.11.4-8), que representan este componente descabellado del sistema de pensamiento demente del ego.
🔹️(3:3-4) «Si Dios es real, el dolor no existe. Mas si el dolor es real, entonces es Dios Quien no existe.»
Este es un ejemplo sobresaliente de la característica de uno u otro del no-dualismo del Curso. Si Dios es real, la separación nunca ocurrió – no hay pecado, culpa o castigo, y por lo tanto no hay dolor. Si, por otro lado, el dolor es real, Dios ha sido asesinado, lo que significa que no hay ningún Dios. Así creamos un cuerpo que siente el dolor que es central para la existencia de todos: el dolor psicológico de la depresión o la ansiedad porque no obtuvimos lo que queríamos, o el dolor físico de un cuerpo que no funciona correctamente.
Recuerda, este es nuestro sueño, y todo en él es intencional. Hicimos un cuerpo que es extremadamente vulnerable al dolor que demuestra que tenemos razón y que Dios está equivocado; nosotros vivimos y Dios no. A pesar de que el dolor es terrible, nuestra mente errónea se deleita en él porque plantea nuestro caso: “¿Cómo puede mi cuerpo ser una ilusión? ¿Cómo puede ser correcto este curso? Mira cómo sufrimos mis seres queridos y yo. Mira el mal en este mundo.” Olvidamos que estas son figuras en un sueño que intentan entender el sueño, pero ¿cómo puede una ilusión entender algo? Por lo tanto, Jesús nos pide que consideremos por qué suplicamos al ego, que no sabe nada de la realidad, que nos instruya sobre ello. Siempre estamos tan seguros de que estamos en lo cierto, pero sólo el ego está seguro, haciendo que el cuerpo pruebe que sólo él puede ser confiable para decir la verdad.
Ten en cuenta este pasaje que explica el propósito al que sirven el dolor y el cuerpo para silenciar la Voz del Espíritu Santo:
“El dolor demuestra que el cuerpo no puede sino ser real. Es una voz estridente y ensordecedora, cuyos alaridos tratan de ahogar lo que el Espíritu Santo dice e impedir que Sus palabras lleguen hasta tu conciencia. El dolor exige atención, quitándosela así al Espíritu Santo y centrándola en sí mismo.” (T-27.VI.1:1-3)
🔹️(3:5-7) «Pues la venganza no forma parte del amor. Y el miedo, negando el amor y valiéndose del dolor para probar que Dios está muerto, ha demostrado que la muerte ha triunfado sobre la vida. El cuerpo es el Hijo de Dios, corruptible en la muerte y tan mortal como el Padre al que ha asesinado.»
Deberíamos darnos un tiempo para reflexionar cuando reconocemos lo que el cuerpo logra, entendiendo el sistema de pensamiento subyacente en nuestra obsesión con el cuerpo y la inversión en mantener su realidad. Es importante ver el propósito del cuerpo, no solo metafísicamente, sino desde la perspectiva de nuestras vidas personales. El enfoque casi exclusivo en nuestro cuerpo y en el de los demás tiene un propósito, ya que nada sucede accidentalmente. Elegimos el cuerpo, pero para un propósito que ocultamos de nosotros mismos. Como sugiere este pasaje del segundo obstáculo a la paz, el placer y el dolor tienen el mismo propósito de hacer que el cuerpo sea real, demostrando así la realidad pecaminosa de la separación:
“El cuerpo no puede proporcionarte ni paz ni desasosiego, ni alegría ni dolor. Es un medio, no un fin. De por sí no tiene ningún propósito, sino sólo el que se le atribuye. El cuerpo parecerá ser aquello que constituya el medio para alcanzar el objetivo que tú le asignes. Sólo la mente puede fijar propósitos, y sólo la mente puede discernir los medios necesarios para su logro, así como justificar su uso…Es imposible tratar de obtener placer a través del cuerpo y no hallar dolor. Es esencial que esta relación se entienda, ya que el ego la considera la prueba del pecado…Pero sí es el resultado inevitable de equipararte con el cuerpo, lo cual es la invitación al dolor…se convierte en el siervo del dolor, lo persigue con un gran sentido del deber y acata la idea de que el dolor es placer. Ésta es la idea que subyace a la excesiva importancia que el ego le atribuye al cuerpo. Y mantiene oculta esta relación demente, si bien, se nutre de ella.” (T-19.IV-B.10:4-8; 12:1-2, 4; 13:4-6)
A lo largo de tus preocupaciones diarias con el cuerpo, no te sientas culpable ni cambies lo que estás pensando; simplemente ten en cuenta el propósito del ego y cuán hábilmente el cuerpo lo sirve.
🔹️(4:1-2) «¡Que la paz ponga fin a semejantes necedades! Ha llegado el momento de reírse de ideas tan absurdas.»
Nuestra necedad consiste en pensar que somos cuerpos que pueden morir, después de haber matado a Dios primero. Sin embargo, podemos reírnos de eso solo cuando nos mantenemos al margen del sueño. Dentro del sueño, la vida del cuerpo es trágica, hiriente y seria; sin embargo, unidos a Jesús podemos sonreír con dulzura a sus actividades. Recuerda este importantísimo pasaje sobre la necesidad de reírse de la alocada idea original de la separación:
“Una diminuta y alocada idea, de la que el Hijo de Dios olvidó reírse, se adentró en la eternidad, donde todo es uno. A causa de su olvido ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales. Juntos podemos hacer desaparecer ambas cosas riéndonos de ellas, y darnos cuenta de que el tiempo no puede afectar a la eternidad. Es motivo de risa pensar que el tiempo pudiese llegar a circunscribir a la eternidad, cuando lo que ésta significa es que el tiempo no existe.” (T-27.VIII.6:2-5)
🔹️(4:3-4) «No es necesario pensar en ellas como si fuesen crímenes atroces o pecados secretos de graves consecuencias. ¿Quién sino un loco podría pensar que son la causa de algo?»
Secretamente albergamos la creencia de que matamos a Dios para que podamos vivir. Jesús nos pide ahora que saquemos a la luz este pensamiento demente sobre el pecado, y cuestionemos cómo podría alguna vez causar algo. Creemos que esta diminuta y alocada idea causó el cuerpo y su dolor, pero si examinamos el pensamiento – que nuestra relación con Jesús nos permite hacer – nos damos cuenta de su incapacidad para causar cualquier cosa. ¿Quién podría olvidar este maravilloso pasaje sobre la insignificancia del ratón asustado del ego?
“¡Cuán débil es el miedo! ¡Cuán ínfimo e insensato! ¡Cuán insignificante ante la silenciosa fortaleza de aquellos a quienes el amor ha unido! Tal es tu “enemigo”: un ratoncillo asustado que pretende enfrentarse al universo. ¿Qué probabilidades tiene de ganar? ¿Sería acaso difícil ignorar sus débiles chillidos que pregonan su omnipotencia y quieren ahogar el himno de alabanza al Creador que perpetuamente y cual una sola voz entonan todos los corazones del universo? ¿Qué es más fuerte, ese ratoncillo o todo lo que Dios creó?…No os dejéis engañar por la ilusión de tamaño, espesor, peso, solidez y firmeza de cimientos que ello presenta. Es verdad que para los ojos físicos parece ser un cuerpo enorme y sólido, y tan inamovible como una montaña. Sin embargo, dentro de ti hay una Fuerza que ninguna ilusión puede resistir. Este cuerpo tan solo parece ser inamovible, pero esa Fuerza es realmente irresistible. ¿Qué ocurre, entonces, cuando se encuentran? ¿Se puede seguir defendiendo la ilusión de inamovilidad por mucho más tiempo contra lo que calladamente la atraviesa y la pasa de largo?” (T-22.V.4:1-7;5:2-7)
La locura de la ilusión, traída a la verdad, solo puede desaparecer en su propia nada.
🔹️(4:5) «Su testigo, el dolor, es tan demente como ellas, y no se debe tener más miedo de él que de las dementes ilusiones a las que ampara, y que trata de demostrar que no pueden sino seguir siendo verdad.»
Aquí vemos otra alusión al doble escudo. El dolor corporal es el escudo usado por el ego para protegernos del dolor de la culpabilidad de la mente. Esta culpabilidad es ilusoria, y por lo tanto sus sombras – el cuerpo y el dolor – también deben ser ilusorias. No podemos saber esto, sin embargo, hasta que salgamos del sueño con Jesús y lo veamos. Reconocer que nuestra vida de especialismo no funciona nos impulsa a pedirle ayuda a Jesús. Lo que pensamos que nos daría felicidad, placer y satisfacción nos ha fallado, mientras que el perdón es lo único que tiene el poder para deshacer la aparente solidez del sueño de separación y dolor del ego:
“Nunca te olvides de que cuando sientes surgir la necesidad de defenderte de algo es que te has identificado a ti mismo con una ilusión. Consecuentemente, crees ser débil porque estás solo. Ése es el costo de todas las ilusiones. No hay ninguna que no esté basada en la creencia de que estás separado; ninguna que no parezca interponerse, densa, sólida e inamovible, entre tu hermano y tú; ni ninguna que la verdad no pueda pasar por alto felizmente y con tal facilidad, que tienes que quedar convencido de que no es nada, a pesar de lo que pensabas que era. Si perdonas a tu hermano, esto es lo que inevitablemente sucederá. Pues es tu renuencia a pasar por alto aquello que parece interponerse entre vosotros lo que hace que parezca impenetrable y lo que defiende la ilusión de su inamovilidad.” (T-22.V.6)
Los párrafos siguientes resaltan la importante relación entre la mente y el mundo:
📘(5:1-6) «Son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor. Nada externo a tu mente puede herirte o hacerte daño en modo alguno. No hay causa más allá de ti mismo que pueda abatirse sobre ti y oprimirte. Nadie, excepto tú mismo, puede afectarte. No hay nada en el mundo capaz de hacerte enfermar, de entristecerte o de debilitarte. Eres tú el que tiene el poder de dominar todas las cosas que ves reconociendo simplemente lo que eres.»
Hemos visto este pensamiento expresado muchas veces antes. Si sientes dolor en alguna forma, debes saber que elegiste al ego como tu maestro, junto con su interpretación de que los demás son responsables: te defraudaron, te traicionaron, te lastimaron, te mintieron o te enfermaron. Merecías que tus necesidades fueran satisfechas; sin embargo, no lo fueron, y por lo tanto eres miserable. Es sólo cuando te das cuenta de que «tú» eres el soñador de tu sueño que todo parecerá diferente. Sin embargo, debe renunciar a la inversión en tener razón sobre sus percepciones. De lo contrario, tu llamado a Jesús, no sirve sino para reforzar tu interpretación del sueño, por lo que no es útil a largo plazo pedirle por específicos. En lugar de reforzar tu vida como una figura en un sueño, necesitas regresar a la mente que es la fuente del sueño. Recuerda estas palabras familiares:
“No importa cuál parezca ser la causa de cualquier dolor o sufrimiento que sientas, eso sigue siendo verdad. Pues no reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú el que lo está soñando. No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata tan sólo de tu propio sueño.” (T-27.VIII.10:4-6)
(5:7-8) «Conforme percibas su inocuidad, ellas aceptarán como suya tu santa voluntad. Y lo que antes inspiraba miedo se convierte ahora en una fuente de inocencia y santidad.»
Cuando te vuelves cuerdo, tu cordura se extiende, llamando a otros a elegir de nuevo. Recuerda que tu función como maestro de Dios no tiene nada que ver con las palabras o el comportamiento, sino simplemente con la paz que sientes dentro de ti. Dado que las mentes están unidas, esa paz abarca a todos cosas vivientes, llamándolos a la inocencia y la santidad que ahora demuestras.
📘(6:1-3) «Santo hermano mío, piensa en esto por un momento: el mundo que ves no hace nada. No tiene efectos. No es otra cosa que la representación de tus pensamientos.»
Nuestros pensamientos son la causa de todo en este mundo – en el nivel metafísico de un Hijo que inventa el mundo, así como en el nivel de nuestros sueños individuales. No nos resultan desconocidas las siguientes líneas sobre la causa ilusoria que tiene efectos ilusorios y, por lo tanto, inexistentes:
“Hace mucho que este mundo desapareció. Los pensamientos que lo originaron ya no se encuentran en la mente que los concibió y los amó por un breve lapso de tiempo. El milagro no hace sino mostrar que el pasado ya pasó, y que lo que realmente ya pasó no puede tener efectos. Recordar la causa de algo tan sólo puede dar lugar a ilusiones de su presencia, pero no puede producir efectos. Todos los efectos de la culpabilidad han desaparecido, pues ésta ya no existe. Con su partida desaparecieron sus consecuencias, pues se quedaron sin causa.” (T-28.I.1:6-2:3)
🔹️(6:4) «Y será completamente distinto cuando elijas cambiar de parecer y decidas que lo que realmente deseas es el júbilo de Dios.»
El mundo no cambia literalmente, así como el mundo físico no cambió porque Jesús apareció aquí. Fue tan odioso y cruel después de que él se fue como era antes de que él viniera. Es la percepción del mundo lo que cambia, lo que significa cómo la mente lo interpreta. Cuando nuestras mentes han cambiado completamente, hemos alcanzado el mundo real. Este no es un lugar donde la hierba es perfecta durante todo el año, y el clima es siempre templado, sino un estado mental en el que una luz brilla constantemente, independientemente de la oscuridad del ego que rodea al mundo:
“Este mundo de luz, este círculo de luminosidad es el mundo real, donde la culpabilidad se topa con el perdón. Ahí el mundo exterior se ve con ojos nuevos, libre de toda sombra de culpabilidad. Aquí te encuentras perdonado, pues aquí has perdonado a todo el mundo. He aquí la nueva percepción donde todo es luminoso y brilla con inocencia, donde todo ha sido purificado en las aguas del perdón y se encuentra libre de cualquier pensamiento maligno que jamás hayas proyectado sobre él. Ahí no se ataca al Hijo de Dios, y a ti se te da la bienvenida. Ahí se encuentra tu inocencia, esperando para envolverte, protegerte y prepararte para el paso final de tu viaje interno. Ahí se dejan de lado los sombríos y pesados cortinajes de la culpabilidad, los cuales quedan dulcemente reemplazados por la pureza y el amor.”
(T-18.IX.9)
🔹️(6:5) «Tu Ser se alza radiante en este santo júbilo, inalterado e inalterable por siempre jamás.»
Nada en realidad cambia; solo nuestra creencia en el ego El Ser que somos como el Pensamiento de Dios permanece inmutable y eterno, como vemos en este pasaje hermoso y citado a menudo:
“Los Pensamientos de Dios están mucho más allá de cualquier posibilidad de cambio y su resplandor es eterno. No están esperando a nacer, sino a que se les dé la bienvenida y se les recuerde. El Pensamiento que Dios abriga de ti es como una estrella inmutable en un firmamento eterno. Se encuentra tan alto en el Cielo que aquellos que se encuentran fuera del Cielo no saben que está allí. No obstante, brillará por toda la eternidad sereno, puro y hermoso. En ningún momento ha dejado de estar allí, ni ha habido jamás un instante en que su luz se haya atenuado o haya perdido su perfección.” (T-30.III.8)
🔹️(6:6) «¿Le negarías a un pequeño rincón de tu mente su propia herencia y lo conservarías como hospital para el dolor, como un lugar enfermizo a donde toda cosa viviente tiene que venir finalmente a morir?»
El mundo es un lugar en el que el cuerpo existe como un “hospital para el dolor”. Jesús nos suplica: “¿Es este lugar cercado en tu mente lo que quieres que sea tu hogar? ¿Es el cuerpo el reino que elegirías, cuando en cambio puedes compartir la herencia del Cielo?”
“El cuerpo es una diminuta cerca que rodea a una pequeña parte de una idea que es completa y gloriosa. El cuerpo traza un círculo, infinitamente pequeño, alrededor de un minúsculo segmento del Cielo, lo separa del resto, y proclama que tu reino se encuentra dentro de él, donde Dios no puede hacer acto de presencia.
Dentro de ese reino el ego rige cruelmente. Y para defender esa pequeña mota de polvo te ordena luchar contra todo el universo…Tal es la extraña situación en la que parecen hallarse aquellos que viven en un mundo habitado por cuerpos. Cada cuerpo parece ser el albergue de una mente separada, de un pensamiento desconectado del resto, que vive solo y que de ningún modo está unido al Pensamiento mediante el cual fue creado. Cada diminuto fragmento parece ser autónomo, y necesitar a otros para algunas cosas, pero sin ser en modo alguno completamente dependiente para todo de su único Creador, ya que necesita la totalidad para poder tener algún significado, pues por sí solo no significa nada.” (T-18.VIII.2:5-3:2; 5:1-3)
📘(7:1-2) «Tal vez parezca que el mundo te causa dolor. Sin embargo, al no tener causa, no tiene el poder de ser la causa de nada.»
Jesús discute estas importantes ideas de causa y efecto en gran profundidad en las secciones finales del Capítulo 27 y las secciones iniciales del Capítulo 28. De hecho, son un tema principal en Un Curso de Milagros, y son fundamentales para su sistema de pensamiento de perdón. La causa de este mundo es nuestra creencia en la realidad del pecado, pero al ser ilusorio, el pecado no existe y, por lo tanto, no puede ser una causa, lo que significa que el mundo no existe. Siendo así, el mundo no causa dolor. Fuera del sueño, unidos al amor de Jesús, deshacemos la separación que causó el mundo de sufrimiento. Sin embargo, el dolor solo existe dentro de la ilusión, y desaparece en el instante santo cuando compartimos la feliz sonrisa de cordura de Jesús:
“Toda enfermedad tiene su origen en la separación. Cuando se niega la separación, la enfermedad desaparece. Pues desaparece tan pronto como la idea que la produjo es sanada y reemplazada por la cordura. Al pecado y a la enfermedad se les considera causa y consecuencia respectivamente, en una relación que se mantiene oculta de la conciencia a fin de mantenerla excluida de la luz de la razón.” (T-26.VII.2)
Así llevamos la oscuridad de nuestro dolor a la luz de la verdad, y somos sanados.
🔹️(7:3-5) «Al ser un efecto, no puede producir efectos. Al ser una ilusión, es lo que tú deseas que sea. Tus vanos deseos constituyen sus pesares.»
El mundo representa nuestro deseo vano de estar separados del Hijo de Dios, lo que nos lleva a creer que somos cuerpos que pueden sufrir dolor. El deseo es “vano” porque no va a ninguna parte y no hace nada, otra declaración del principio de Expiación del Espíritu Santo.
(7:6-7) «Tus extraños anhelos dan lugar a sus sueños de maldad. Tus pensamientos de muerte lo envuelven con miedo, mientras que en tu benévolo perdón halla vida.»
Nada en el mundo tiene realidad. Al decir “en tu benévolo perdón halla vida”, Jesús no quiere decir que el perdón infunde vida al mundo; más bien, el mundo perdonado o real refleja la Vida de Dios. Estar en el mundo real refleja así nuestra vida como Cristo, a medida que nuestros sueños de muerte desaparecen suavemente.
📘(8:1) «El dolor es la forma en que se manifiesta el pensamiento del mal causando estragos en tu mente santa.»
La experiencia del dolor corporal expresa en la forma el pensamiento del mal de mi mente: la creencia de que pequé contra Dios al destruirlo para poder vivir.
🔹️(8:2) «El dolor es el rescate que gustosamente has pagado para no ser libre.»
Esto nos dice que gustosamente sufrimos dolor para demostrar que existimos, pagando con gusto ese precio porque significa que Dios está equivocado y que tenemos razón. En otro contexto, Jesús dice: “La muerte les parece un precio razonable si con ello pueden decir: “Mírame hermano, por tu culpa muero”.” (T-27.I.4:6). Felizmente sufrimos dolor, enfermedad e incluso la muerte, demostrando así que existimos y que alguien más es responsable de ello. Al hacerlo, sin embargo, expresamos la voluntad de aprisionarnos en el sistema de pensamiento de culpa y dolor del ego, creyendo demencialmente que esto nos “libera” al establecer nuestra independencia de Dios. Así confundimos el aprisionamiento y la libertad, como leemos en este importante pasaje:
“El ego trata de enseñarte que tu deseo es oponerte a la Voluntad de Dios. Esta lección antinatural no se puede aprender, y tratar de aprenderla viola tu libertad…El Espíritu Santo se opone a cualquier forma de aprisionamiento de la voluntad de un Hijo de Dios porque sabe que la voluntad del Hijo es la Voluntad del Padre…Hemos dicho que el Espíritu Santo te enseña la diferencia que existe entre el dolor y la dicha. Eso es lo mismo que decir que te enseña la diferencia que hay entre estar aprisionado y ser libre. No puedes hacer esta distinción sin Él porque te has enseñado a ti mismo que el aprisionamiento es libertad. ¿Cómo ibas a poder distinguir entre una cosa y otra cuando crees que ambas son lo mismo? ¿Cómo ibas a poder pedirle a la parte de tu mente que te enseñó a creer que son lo mismo que te enseñase de qué manera son diferentes?” (T-8.II.4:1-3; 5)
🔹️(8:3-5) «En el dolor se le niega a Dios el Hijo que Él ama. En el dolor el miedo parece triunfar sobre el amor, y el tiempo reemplazar a la eternidad y al Cielo. Y el mundo se convierte en un lugar amargo y cruel, donde reina el pesar y donde los pequeños gozos sucumben ante la embestida del dolor salvaje que aguarda para trocar toda alegría en sufrimiento.»
Todos tenemos nuestros “pequeños gozos” a medida que avanzamos en la vida, pero al final debemos enfrentar “la embestida del dolor salvaje” – todos morimos. Jesús a menudo nos pregunta por qué alguna vez querríamos hacer de esto nuestra realidad y verdad. “Aparte del hecho de que no es verdad”, señala, “te hace sentir muy infeliz. Sin embargo, si eliges separarte del especialismo, te garantizo tu felicidad. Primero, sin embargo, debes reconocer que no estás sacrificando nada para ser feliz.” Todos hemos aprendido, ya sea en un contexto religioso o no, que para ser felices tenemos que sacrificarnos y perder – sin dolor, no hay ganancia, como dice el dicho. Jesús nos está pidiendo que cuestionemos la validez de este principio demente.
📘(9:1) «Rinde tus armas, y ven sin defensas al sereno lugar donde por fin la paz del Cielo envuelve todas las cosas en la quietud.»
El sereno lugar es nuestra mente correcta, donde Jesús y el Espíritu Santo hacen Su hogar – “el lugar de descanso” y “centro tranquilo” que describe en el texto (T-18.VII.7-8). Rendir las armas es deponer nuestras defensas: los escudos gemelos de especialismo y pecado.
🔹️(9:2-4) «Abandona todo pensamiento de miedo y de peligro. No permitas que el ataque entre contigo. Depón la cruel espada del juicio que apuntas contra tu propio cuello, y deja a un lado las devastadoras acometidas con las que procuras ocultar tu santidad.»
En otras palabras, puede parecer que estamos juzgando a otros y sosteniendo una espada que apuntamos contra sus cuellos, pero al final es a nosotros mismos a quienes condenamos. Para darnos cuenta de este hecho, solo tenemos que hacernos a un lado y decir: “Gracias a Dios que estaba equivocado, y gracias a Dios hay un Maestro que conoce la verdad y gentilmente me ayuda a ver la infelicidad que me causé a mí mismo”. Feliz y agradecidamente llevo mis errores de separación y especialismo a Su amor sanador”.
📘(10) «Así entenderás que el dolor no existe. Así el júbilo de Dios se vuelve tuyo. Éste es el día en que te es dado comprender plenamente la lección que encierra dentro de sí todo el poder de la salvación: el dolor es una ilusión; el júbilo es real. El dolor es dormir; el júbilo, despertar. El dolor es un engaño, y sólo el júbilo es verdad.»
Volviendo a la parte tomadora de decisiones de nuestras mentes en el instante santo, elegimos contra las mentiras del ego, comprendiendo que no hay dolor, ya que reconocemos que elegir la mente errada ilusoria no nos hace felices. Sin embargo, antes de que podamos elegir el júbilo de Dios, primero debemos entender que elegimos el dolor como un medio para permanecer dormidos y engañarnos sobre quiénes somos, ya que el dolor nos mantiene alejados del Cielo y de nuestro Ser. Necesitamos ser lo más claros posible con nosotros mismos sobre esto, y luego preguntar si esto es realmente lo que queremos. La respuesta del ego es, por supuesto: ¡Sí, esto es exactamente lo que queremos! La tranquila respuesta de Jesús es el milagro – la elección del gozo en lugar del dolor:
“Los milagros están en armonía con la Voluntad de Dios, la cual tú no conoces porque estás confundido con respecto a lo que tú dispones. Esto significa que estás confundido con respecto a lo que eres. Si eres la Voluntad de Dios, y no aceptas Su Voluntad, estás negando la dicha. El milagro es, por lo tanto, una lección acerca de lo que es la dicha. Por tratarse de una lección acerca de cómo compartir es una lección de amor, que es a su vez dicha. Todo milagro es, pues, una lección acerca de lo que es la verdad, y al ofrecer lo que es verdad estás aprendiendo a distinguir entre la dicha y el dolor.” (T-7.X.8)
📘(11) «Por lo tanto, volvemos nuevamente a optar por la única alternativa que jamás se puede elegir, ya que sólo elegimos entre las ilusiones y la verdad, entre el dolor y el júbilo, entre el Cielo y el infierno. Que la gratitud hacia nuestro Maestro invada nuestros corazones, pues somos libres de elegir nuestro júbilo en vez de dolor, nuestra santidad en vez de pecado, la paz de Dios en vez de conflicto y la luz del Cielo en lugar de las tinieblas del mundo.»
Debes ver la claridad de la elección: Dios o el ego, sin espacio para las transigencias. A medida que avance el día, trata de mantenerte consciente de cómo eliges activamente contra la paz y el júbilo de Dios porque quieres tener la razón sobre ti mismo. Esfuérzate por alcanzar el lugar interior de humildad que dice, nuevamente: “Gracias a Dios que estaba equivocado y que hay Alguien que me corrige y me lleva a casa”. Es difícil ser honesto acerca de nuestra obstinada arrogancia, pero en algún momento necesitamos experimentar la gratitud de que se haya demostrado estar equivocados por Aquel cuya verdad nunca ha cambiado. Cerramos la lección con esta gozosa exclamación de la gratitud de Jesús, que nos invita a unirnos en su coro todo-inclusivo al Amor de Dios:
“Mi mano se extiende en gozosa bienvenida a todo hermano que quiera unirse a mí para ir más allá de la tentación, y mirar con firme determinación hacia la luz que brilla con perfecta constancia más allá de ella. Dame los míos, pues te pertenecen a Ti. ¿Y podrías Tú dejar de hacer lo que es Tu Voluntad? Te doy las gracias por lo que mis hermanos son. Y según cada uno de ellos elija unirse a mí, el himno de gratitud que se extiende desde la tierra hasta el Cielo se convertirá, de unas cuantas notas sueltas, en un coro todo-abarcador, que brota de un mundo redimido del infierno y que te da las gracias a Ti.” (T-31.VIII.11) “
~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.