Lección 186

DE MÍ DEPENDE LA SALVACIÓN DEL MUNDO. (Lección 186)
📘(1) Ésta es la afirmación que algún día habrá de erradicar de toda mente todo vestigio de arrogancia. Éste es el pensamiento de la verdadera humildad, que no te adjudica ninguna otra función, excepto la que se te ha encomendado. Dicho pensamiento supone tu aceptación del papel que te fue asignado, sin insistir en que se te asigne otro. No se detiene a considerar qué papel es el adecuado para ti. Tan sólo reconoce que la Voluntad de Dios se hace tanto en la tierra como en el Cielo. Une a todas las Voluntades de la tierra en el plan Celestial para la salvación del mundo, y les restituye la paz de Cielo.
Quiero señalar una vez más que el lenguaje aquí, como en muchos otros lugares, no debe tomarse literalmente. El Espíritu Santo no es una Persona Que escribe un guion, asignándonos roles específicos, o enviándonos oportunidades. Cuando Jesús habla en términos antropomórficos, como lo hace a lo largo de Un Curso de Milagros, usa símbolos para una realidad y un proceso que de otra manera no podríamos entender. Por lo tanto, al decir que a cada uno de nosotros nos ha sido asignado un papel, Jesús habla simbólicamente sobre una función que en cierto sentido es automática. Recordemos nuestra discusión sobre el instante ontológico, en el que el antiguo guion del ego fue escrito junto con el guion de corrección del Espíritu Santo. También se estableció en ese instante que "papel es el adecuado" para nosotros al realizar nuestra elección equivocada, y al luego corregirla.
Al elegir al Espíritu Santo, el perdón corrige nuestra identificación errónea con el ego. Aunque esta función es compartida por todos y, por lo tanto, es no-específica, las formas en que la expresamos difieren notablemente, ya que cada uno de nosotros está en relaciones específicas. Sin embargo, debido a que el Hijo de Dios es uno y el contenido del perdón es el mismo, la curación de cada mente cura a la Filiación. Así se salva el mundo, cuando el pensamiento de separación que dio lugar a este mundo, haya sido deshecho.
La humildad llega cuando aceptamos que nos hemos equivocado y que el Espíritu Santo tiene razón, mientras que la arrogancia resulta de mantener lo contrario, siendo su declaración original que yo existo, que Dios se ha ido, y que la separación es de hecho la realidad. Una vez que nos encontramos en el sueño, conscientes de la enormidad del ego, le dijimos arrogantemente a Jesús que cometió un error al pensar que podríamos aprender y aplicar su curso. Pocos fallan en caer en esta trampa. A medida que eres cada vez más consciente de tu identificación con el ego y la naturaleza desenfrenada de tu especialismo, se vuelve inconcebible que la luz de Cristo brille en ti; tal vez en otros, y ciertamente en Un Curso de Milagros, pero definitivamente no en ti. Así proclamamos en falsa humildad de que tenemos razón y Jesús está equivocado.
Me referí anteriormente al comienzo del Capítulo 31, donde Jesús se dirige a nuestras quejas sobre que este curso es demasiado difícil de aprender para nosotros. Él expone nuestras poco convincentes afirmaciones a la luz de lo que ya hemos aprendido, siendo su respuesta, en efecto: "Has aprendido un sistema de pensamiento increíblemente complicado y loco, y creías que era real. ¿Cómo, entonces, puedes decirme que no puedes aprender la simplicidad de mi enseñanza? Después de todo, simplemente enseño que lo que es verdad es verdad, y lo que es falso es falso". Nuestra arrogancia al decir que tenemos razón y que Jesús está equivocado refleja la arrogancia última de decir: “No soy tal como Dios me creó. Mi nuevo yo es la realidad, mientras que Cristo, la verdadera creación de Dios, es una ilusión".
📘(2:1-5) No nos opongamos a nuestra función. No fuimos nosotros quienes la establecimos. No fue idea nuestra. Se nos han proporcionado los medios para llevarla a cabo perfectamente. Lo único que se nos pide es que aceptemos nuestro papel con genuina humildad, y que no neguemos con un aire de falsa arrogancia que somos dignos de él.
Para el ego es arrogante pensar que puedes aprender este curso y elegir escuchar la guía de Jesús. Sin embargo, es realmente arrogante pensar que el ego es tan enorme que no hay manera que puedas dejarlo de lado y experimentar el Amor de Dios. Pero dices que este asustado ratón que eres tú mismo, que ruge en el universo, tiene el poder de hacerlo temblar con miedo. Cuando te das cuenta de que esto es lo que estás diciendo, solo puedes reírte de la arrogante tontería de pensar que la pequeñez del ego tiene poder sobre la magnitud de Dios y Su Respuesta:
Tú eres absolutamente irreemplazable en la Mente de Dios….. Aceptarte a ti mismo tal como Dios te creó no puede ser arrogancia porque es la negación de la arrogancia. Aceptar tu pequeñez es arrogancia porque significa que crees que tu evaluación de ti mismo es más acertada que la de Dios.
Sin embargo, si la verdad es indivisible, tu evaluación de ti mismo tiene que ser la misma que la de Dios….. Él quiere que reemplaces la creencia del ego en la pequeñez por Su Propia Respuesta exaltada a lo que tú eres, de modo que puedas dejar de ponerla en duda y la conozcas tal como es. (T-9.VIII.10:1,8-9; 11:1,9)
🔹️(2:6-7) Poseemos la fuerza necesaria para hacer lo que se nos pide llevar a cabo. Nuestras mentes están perfectamente capacitadas para desempeñar el papel que nos asignó Uno Que nos conoce bien.
Tenemos la fuerza para cumplir nuestra función de perdón porque ya lo hemos hecho - la Expiación ha sido aceptada y está totalmente presente en nuestras mentes. Sin embargo, no hemos aceptado nuestra aceptación. La parte que el Espíritu Santo nos "asignó" es nuestro papel en la salvación - el perdón - que restaura la conciencia de nuestra grandeza como Hijo de Dios. ¿Cómo podríamos fallar?
¿Cómo puede ser que tu grandeza sea arrogancia cuando Dios Mismo da testimonio de ella? ¿Y puede lo que no tiene testigos ser real?..... La grandiosidad es algo ilusorio porque su propósito es reemplazar a tu grandeza. Pero lo que Dios ha creado no puede ser reemplazado. Dios está incompleto sin ti porque Su grandeza es total, y tú no puedes que estar excluido de ella. (T-9.VIII.9:1-2,6-8)
📘(3:1-2) Mientras no entiendas su significado, puede que la idea de hoy te parezca muy ardua. Lo único que dice es que tu Padre te recuerda todavía y te ofrece la perfecta confianza que tiene en ti, Su Hijo.
Este, entonces, es el principio de Expiación. La declaración "De mí depende la salvación del mundo" parece un desafío imposible de cumplir hasta que te das cuenta de que solo te está diciendo: "La salvación del mundo depende de ti porque no hay mundo". Los medios para deshacer la creencia de que el mundo es real están presentes dentro de ti; de hecho, eres tú. Tu simplemente te disociaste de ellos estableciendo la separación en el lugar de la Expiación.
🔹️(3:3-5) No se te pide que seas diferente de como eres en modo alguno. ¿Qué otra sino esto podría pedir la humildad? ¿Y qué otra cosa sino esto podría negar la arrogancia?
La arrogancia dice que no eres lo que eres - el Cristo que Dios creó - sino el ego separado y su hogar de la pequeñez. ¿Por qué elegir esto, Jesús pregunta, cuando a través del perdón puedes recordar tu gloria en el Cielo y la de todos tus hermanos?
No te contentes con la pequeñez….. La pequeñez es la ofrenda que te haces a ti mismo. La ofreces y la aceptas en lugar de la grandeza….. Evoca en todos únicamente el recuerdo de Dios y el del Cielo que mora en ellos. Allí donde desees que tu hermano esté, allí creerás estar tú. No respondas a su petición de pequeñez y de infierno, sino sólo a su llamamiento a la grandeza y al Cielo. No te olvides que su llamamiento es el tuyo y contéstale junto conmigo. El poder de Dios está a favor de Su anfitrión eternamente, pues su único cometido es proteger la paz en la que Él mora. No deposites la ofrenda de la pequeñez ante Su santo altar, el cual se eleva más allá de las estrellas hasta el mismo Cielo por razón de lo que le es dado. (T-15.III.1:1,3-4; 12)
🔹️(3:6-7) Hoy no dejaremos de cumplir nuestro cometido con la engañosa excusa de que es un insulto a la modestia. Es el orgullo el que se niega a responder la Llamada del Propio Dios.
Jesús invierte la definición del ego de humildad y arrogancia, enseñándonos su significado verdadero. Recuerda esta maravillosa línea, y luego recuerda la llamada para cumplir con nuestra función:
Sé humilde ante Él, y, sin embargo, grande en Él. No antepongas ningún plan del ego al plan de Dios, pues con tu decisión de formar parte de cualquier otro plan que no sea el Suyo dejas vacante tu lugar en Su plan, que debes ocupar si quieres unirte a mí. Te exhorto a que cumplas el santo papel que te corresponde desempeñar en el plan que Él dio al mundo para liberarlo de la pequeñez. (T-15.IV.3:1-4)
📘(4:1) Hoy dejaremos a un lado todo vestigio de falsa humildad para poder escuchar la Voz de Dios revelarnos lo que desea que hagamos.
La "falsa humildad" es la creencia de que el ego es tan gigantesco que es imposible abandonarlo, porque no hay nada más que pensamientos de especialismo corriendo por nuestras mentes. Como hemos visto, Jesús no nos pide que no tengamos estos pensamientos. Simplemente nos pide que no los tomemos en serio, y demos un paso atrás con él y veamos al ego en acción:
La condición necesaria para que el instante santo tenga lugar, no requiere que no abrigues pensamientos impuros. Pero sí requiere que no abrigues ninguno que desees conservar….. En tu práctica, por consiguiente, trata solamente de mantenerte alerta contra el engaño, y no trates de proteger los pensa-mientos que quieres negarte a compartir. Deja que la pureza del Espíritu Santo los desvanezca con su fulgor, y concéntrate sólo en estar listo para la pureza que Él te ofrece. (T-15.IV.9:1-2,8-9)
Esto podemos hacerlo, al expresar la pequeña dosis de buena voluntad que marca el comienzo de nuestra satisfactoria función de perdón que nos dio el Espíritu Santo.
🔹️(4:2-5) No pondremos en duda nuestra capacidad para llevar a cabo la función que Él nos ofrezca. Sólo estaremos seguros de que Él conoce nuestras fuerzas, nuestra sabiduría y nuestra santidad. Y si Él nos considera dignos, es que lo somos. Es sólo la arrogancia la que opina de otra manera.
Toma conciencia de los pensamientos de tu ego, sea cual sea su forma, dándote cuenta de que cada uno escupe en la cara de Jesús, diciendo: "¡No sabes de lo que estás hablando!" Reconoce cómo quieres mantener que tú sabes más que él, ya que pronto será difícil de tomar en serio el loco sistema de pensamiento de odio del ego. Tu honestidad sobre esta motivación oculta deshará la arrogancia de la que habla Jesús.
📘(5:1) Hay una manera, y sólo una, de liberarte del encarcelamiento al que te ha llevado tu plan de probar que lo falso es verdadero.
Hay muchos lugares a lo largo del Curso donde Jesús reduce su mensaje y su aplicación a una simple declaración, como lo hace aquí. Por lo tanto, todo lo que necesitamos hacer es seguirla:
🔹️(5:2) Acepta en lugar de él el plan que tú no trazaste.
Necesitas decir que estás equivocado y que Jesús tiene razón. Eso es todo: "Acepta en lugar de él el plan que tú no trazaste". El plan que trazaste estableció el pecado como real, negó su presencia en la mente, y creó falsamente un mundo repleto de figuras en las que descansaba la proyección de tu pecado: "Soy la víctima inocente, y tú eres responsable de mi dolor". Esta estrategia del ego se deshace cuando vas a Jesús y admites tu error. Tu no niegas tu miedo, ni dices que estás listo para aceptar su plan. Simplemente dices que estabas equivocado, lo cual es el principio del proceso de aceptar su plan en lugar del tuyo. Sólo necesitas el perdón que observa sin juzgar lo que el ego ha elegido. Siendo un proceso, el perdón no exige tu curación perfecta.
🔹️(5:3-5) No juzgues si eres o no eres merecedor de él. Si la Voz de Dios te asegura que la salvación necesita que tú desempeñes tu papel y que la totalidad depende de ti, ten por seguro que así es. Los arrogantes tienen que aferrarse a las palabras, temerosos de ir más allá de ellas y de experimentar lo que podría poner en entredicho su postura.
Nuevamente vemos una referencia al tema de forma - contenido - siendo las palabras la forma, y la experiencia el contenido. El arrogante se aferra a las palabras "de mí depende la salvación del mundo" y pregunta con el ego: "¿Cómo puede la salvación del mundo depender de mí, un miserable pecador lleno de pensamientos de especialismo y oscuridad?” Sin embargo, los humildes son conducidos más allá de las palabras a su significado de Expiación: no estoy separado de Dios, sino que soy una parte de Su Santidad y Amor. Así, nuestra identificación con los pensamientos ilusorios del ego no tiene poder. Su Voz es la que me dice esto, por lo cual, solo puedo estar agradecido:
Siéntate ahora por un momento con verdadera humildad y date cuenta de que puedes hacer todo lo que Dios desea que hagas. No seas arrogante ni digas que no puedes aprender Su programa de estudios. Su Palabra afirma lo contrario. Su Voluntad se hará. No puede ser de otra manera. Y da gracias de que así sea. (M-14.5:10-15)
🔹️(5:6-6:1) Los humildes, en cambio, son libres para oír la Voz que les dice lo que son y lo que deben hacer. La arrogancia forja una imagen de ti que no es real.
La arrogancia al principio señala a Dios y dice: el Ser que Tú creaste no es suficiente. Yo quiero el mío. Este nuevo yo - en otro lugar llamado una parodia de la creación de Dios (T-24.VII.1:11; 10:9) - comienza con una imagen de individualidad y evoluciona rápidamente en una imagen de pecado, culpa y miedo, que culmina finalmente en la imagen proyectada de un cuerpo. Además, los cuerpos de todos los demás son responsables del mío - el yo inocente y victimizado.
🔹️(6:2) Ésa es la imagen que se estremece y huye aterrorizada cuando la Voz que habla por Dios te asegura que posees la fuerza, la sabiduría y la santidad necesarias para ir más allá de toda imagen.
La fuerza, la sabiduría y la santidad no se encuentran en la mente errada, ni ciertamente, tampoco en el cuerpo - el yo individual que creo que soy. Permanecen en la mente correcta, el hogar del Espíritu Santo, y Jesús se refiere aquí al tema al que regresa repetidamente: el terror de mirar nuestra imagen auto-creada y decir que esto no es lo que somos. Entonces me retiro, temeroso de perder mi identidad, y dado que "los que tienen miedo pueden ser crueles" (T-3.I.4:2), ataco nuevamente proyectando salvaje e indiscriminadamente, encontrando fallas en todos, incluyendo en mí mismo. Me miro en el espejo y retrocedo horrorizado por lo que veo. Sin embargo, esta imagen me defiende contra el pensamiento subyacente de que soy tal como Dios me creó, y no, el yo miserable que he hecho en su lugar. Jesús me ayuda a reconocer este miedo a perder mi individualidad, el yo que he definido como quién soy: un niño maltratado con un problema terrible, con un cuerpo deformado o que la enfermedad amenaza su vida; quien no puede mantener una relación, es abandonado y victimizado y así sucesivamente. Necesito ver cómo me aferro a esta imagen, la cual defiendo a muerte contra cualquier sistema de pensamiento o maestro que me diga que estoy equivocado.
🔹️(6:3-5) Tú, a diferencia de la imagen de ti mismo, no eres débil. No eres ignorante ni impotente. El pecado no puede mancillar la verdad que mora en ti, ni la aflicción puede acercarse al santo hogar de Dios.
Este es, entonces, el principio de Expiación: no pasó nada, porque la separación no tuvo efecto sobre la realidad. En el siguiente pasaje, escrito durante la temporada de Navidad, Jesús nos recuerda nuestra gloria como el Hijo de Dios, que hemos sacrificado por los lamentables y pequeños sustitutos egoicos para el amor:
¿Es acaso un sacrificio dejar atrás la pequeñez y dejar de deambular en vano? Despertar a la gloria no es un sacrificio. Pero sí es un sacrificio aceptar cualquier cosa que no sea la gloria. Trata de aprender que no puedes sino ser digno del Príncipe de la Paz, nacido en ti en honor de Aquel de Quien eres anfitrión. Desconoces el significado del amor porque has intentado comprarlo con baratijas, valorándolo así demasiado poco como para poder comprender su grandeza. El amor no es insignificante, y mora en ti que eres el anfitrión de Dios. Ante la grandeza que reside en ti, la poca estima en que te tienes a ti mismo y todas las pequeñas ofrendas que haces, se desvanecen en la nada. (T-15.III.8)
📘(7:1-2) Esto es lo que te dice la Voz que habla por Dios. Y según Él te habla, la imagen se estremece e intenta atacar la amenaza que le resulta desconocida, al sentir que sus cimientos se derrumban.
Podemos ver la importancia de esta idea, porque Jesús la menciona en dos párrafos sucesivos. En presencia del Espíritu Santo, la parte de la mente que se identifica con el ego se estremece y busca atacar lo que la amenaza. Como hemos visto, algunas de las formas destacadas de atacar Un Curso de Milagros - la Palabra del Espíritu Santo - incluyen el distorsionar su enseñanza al afirmar que dice algo diferente de lo que dice, atacando a su mensajero o a cualquier aspecto de su sistema de pensamiento, o poniendo esto todo junto. A veces la gente lo ataca tratando de demostrar que no es verdad; e incluso si es así, puede no ser verdad para ellos. Por lo tanto, una de las mejores maneras de atacar a Jesús y su curso es demostrar que no funciona: “He estudiado sinceramente el Curso durante veinticinco años y le he pedido ayuda al Espíritu Santo todo el tiempo - y nada ha cambiado. Sigo siendo un yo miserable". Tales estudiantes necesitan mirar su identificación con ese yo y su necesidad de demostrar que Un Curso de Milagros está equivocado para proteger esta identidad.
🔹️(7:3) Abandónala.
En otras palabras, abandona esa lamentable imagen de ti mismo. Deja de fingir que tienes razón cuando una parte de ti claramente sabe que no la tienes y, además, estate contento y agradecido de estar equivocado.
🔹️(7:4) La salvación del mundo depende de ti, y no de ese pequeño montón de polvo.
Recordemos que Jesús usa la palabra polvo en Un Curso de Milagros como símbolo del cuerpo, tomado de la declaración bíblica donde Dios dice: “Pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis:3:19). Dios crea a Adán del polvo al respirar vida en ella, y luego proceder a castigar al primer pecador creando la muerte. Sin embargo, Jesús enseña que no somos este cuerpo; que no somos "ese pequeño montón de polvo" - somos el glorioso Ser de luz.
🔹️(7:5-6) ¿Qué podría esa imagen decirle al santo Hijo de Dios? ¿Por qué tiene él que preocuparse por ella en absoluto?
El hecho del asunto es que estamos muy preocupados por el cuerpo, lo que es prueba de nuestra fuerte identificación con esta falsa auto-imagen. Jesús simplemente dice que no defiendas, justifiques o espiritua-lices el cuerpo; que no lo hagas santo a él ni a sus actividades, porque en sí mismo el cuerpo no es nada: es un "pequeño montón de polvo". Es el pensamiento detrás del cuerpo lo que es santo o impío.
📘(8:1-2) Y así hallamos nuestra paz. Aceptaremos la función que Dios nos encomendó, pues toda ilusión descansa sobre la absurda creencia de que podemos inventar otra función para nosotros.
El sistema de pensamiento del ego se basa en la creencia fundamental que hemos logrado lo imposible, y que ahora existimos como individuos separados, fuera de Dios. La paz vendrá cuando reconozcamos que estamos equivocados y que Jesús tiene razón. ¿Con qué frecuencia nos suplica que aceptemos su ayuda, como en esta continuación del pasaje de Navidad citado anteriormente? Aquí es donde se encuentra nuestra paz:
Bendita criatura de Dios, ¿cuándo vas a aprender que sólo la santidad puede hacerte feliz y darte paz?.... Tan sólo deseo enseñarte lo que ya es tuyo, para que juntos podamos reemplazar la miserable pequeñez que mantiene al anfitrión de Dios cautivo de la culpabilidad y la debilidad, por la gozosa conciencia de la gloria que mora en él. Mi nacimiento en ti es tu despertar a la grandeza. No me des la bienvenida en un pesebre, sino en el altar a la santidad, en el que la santidad mora en perfecta paz.
(T-15.III.9:1,4-6)
Así, elegimos contra la impía función de especialismo del ego, eligiendo el perdón como la única función que queremos. Solo el perdón nos llevará a casa.
🔹️(8:3-5) Los papeles que nosotros mismos nos hemos auto-otorgado son inestables y parecen oscilar entre la aflicción y la dicha extática del amor y de amar. Podemos reír o llorar, recibir el día de buen grado o bien recibirlo con lágrimas. Nuestro propio ser parece cambiar según experimentamos múltiples cambios en nuestro estado de ánimo, y nuestras emociones nos remontan hacia lo alto o nos estrellan contra el suelo sumiéndonos en la desolación.
En este y en los tres párrafos siguientes, Jesús nos muestra cómo el yo que fabricamos no puede ser de Dios, Cuyo Ser - Cristo - es inmutable: perfecto y eterno. Nuestro concepto de nosotros mismos cambia continuamente. Nos despertamos en la mañana revitalizados, o nos despertamos cansados; nos despertamos enojados, o nos despertamos felices. A medida que avanzamos el día, nuestros estados de ánimo suben y bajan como una montaña rusa. A medida que nuestro cuerpo envejece y se vuelve cada vez más enfermo, cambia nuestro concepto de nosotros mismos: el joven de veinte años que puede conquistar el mundo cambia a los setenta y ochenta años en los que parece capaz de casi nada. ¿Hay alguien que no pueda identificarse con esta experiencia? Esta es, entonces, la demostración de Jesús de que nuestros cambios en uno mismo no pueden ser reales. Es arrogante, dice, pensar que esto es lo que somos; que nuestros cambios de humor, por ejemplo, son reales e importantes, y no son causados ​​por nosotros. Sin embargo, estamos aprendiendo que todos estos son aspectos diferentes de un sueño que estamos soñando, pero que olvidamos que éramos el soñador. Recordemos este pasaje sobre la naturaleza inmutable de la realidad versus el principio del cambio inherente al yo del ego:
Las apariencias engañan, pero pueden cambiar. La realidad, en cambio, es inmutable. No engaña en absoluto, y si tú no puedes ver más allá de las apariencias, te estás dejando engañar. Pues todo lo que ves cambiará; sin embargo, antes pensabas que era real, y ahora crees que es real nuevamente. De este modo, la realidad se ve reducida a formas y se la considera susceptible de cambiar. La realidad, no obstante, es inmutable. Esto es lo que hace que sea real y lo que la distingue de todas las apariencias. Tiene que estar más allá de toda forma para poder ser ella misma. No puede cambiar. (T-30.VIII.1)
El argumento de Jesús en favor nuestro, continúa:
📘(9) ¿Es éste el Hijo de Dios? ¿Habría podido Él crear semejante inestabilidad y llamarla Su Hijo? Aquel que es inmutable comparte Sus atributos con Su creación. Ninguna de las imágenes que Su Hijo aparenta forjar afecta lo que él es. Dichas imágenes revolotean por su mente como hojas arrastradas por el viento, que forman diseños fugaces y se desbandan para volverse a agrupar hasta finalmente dispersarse. O como los espejismos que se ven en el desierto.
En "El substituto de la realidad" Jesús refleja la misma idea, usando la imagen de plumas:
Tus míseras e insensatas substituciones, trastocadas por la locura y formando torbellinos que se mueven sin rumbo cual plumas arrastradas por el viento, son insubstanciales. Se funden, se juntan y se separan, de acuerdo con patrones cambiantes que no tienen sentido y que no tienen que ser juzgados en absoluto….. Deja que se las lleve el viento, formando torbellinos y dando tumbos hasta que se pierdan de vista, lejos, muy lejos de ti. (T-18.I.7:6-7; 8-1)
Ten en cuenta la consistencia de los temas en juego en los tres volúmenes, entrando y saliendo del tapiz sinfónico que es Un Curso de Milagros.
📘(10:1) Estas imágenes insubstanciales desaparecerán y dejarán tu mente libre y serena cuando aceptes la función que se te ha encomendado.
Cuando le digo a Jesús: “Estoy equivocado y tú tienes razón; tengo una función que es perdonar, la cual tú me ayudas a cumplir", mi miserable concepto de mí mismo se debilita. No desaparecerá de una vez, sino que disminuye su fuerza cuando retrocedo y veo el propósito para el que me había servido. Detrás de las nubes de culpa brilla la luz de la paz, a la cual Jesús me guía suavemente:
Asimismo debería ser con las tenebrosas nubes de la culpabilidad, las cuales son igualmente vapo-rosas e insubstanciales. No te pueden magullar al atravesarlas. Deja que tu Guía te muestre su naturaleza insubstancial a medida que te conduce más allá de ellas, pues debajo de ellas hay un mundo de luz sobre el que esas nubes no arrojan sombras. Sus sombras solo nublan el mundo que se encuentra más allá de ellas, el cual está aún más alejado de la luz. Sin embargo, no puede arrojar sombras sobre la luz. (T-18.IX.8)
🔹️(10:2-3) Las imágenes que fabricas sólo dan lugar a metas conflictivas, transitorias y vagas, inciertas y ambiguas. ¿Quién podría mantener un esfuerzo constante o poner todas sus energías y empeño en metas como éstas?
Nuestras metas cambian continuamente - momento a momento, día a día, mes a mes, año a año. Cuando éramos jóvenes teníamos ciertas metas, que cambiaron a medida que nos hacíamos más viejos. Tenemos metas específicas durante el día mientras practicamos este curso que amamos y creemos, hasta que cierta persona "cruza una habitación llena de gente". Todos entienden la relación especial, y fácil e infelizmente, nos relacionamos con ellas. Sin embargo, Jesús no quiere que nos sintamos culpables, sino solo que reconozcamos lo que está sucediendo. El atractivo del especialismo es realmente poderoso, y su hechizo se rompe solo por la dedicación para traer nuestras "metas conflictivas" a la constancia del propósito de Jesús.
🔹️(10:4-5) Las funciones que el mundo tiene en gran estima son tan inciertas, que aún las más sólidas cambian por lo menos diez veces por hora. ¿Qué se puede esperar de metas como éstas?
Esto nos parece gracioso debido a su obvia verdad. Hay muchos lugares en Un Curso de Milagros donde Jesús se burla de las actividades del cuerpo. Por ejemplo, nota este pasaje donde describe las "aventuras del cuerpo, desde que nace hasta que muere” (T-27.VIII.3:1), y señala de buena gana el valor que le damos a las tiras de papel moneda y a los montones de discos de metal:
… el cuerpo intenta probar de muchas maneras que es autónomo y real. Se engalana a sí mismo con objetos que ha comprado con discos de metal o tiras de papel moneda que el mundo considera reales y de gran valor. Trabaja para adquirirlos, haciendo cosas que no tienen sentido, y luego los despilfarra intercambiándolos por cosas que ni necesita ni quiere. Contrata a otros cuerpos para que lo protejan y para que coleccionen más cosas sin sentido que él pueda llamar suyas. (T-27.VIII.2:1-4)
Sonreímos mientras leemos pasajes como estos porque nos damos cuenta de su verdad. Eso suena absurdo en la descripción de Jesús, pero no es tan tonto cuando nos damos cuenta de cuánto invertimos en estos objetivos cambiantes, centrándonos en símbolos sin sentido que nos impiden regresar a la realidad.
Ahora el otro lado:
📘(11) Como bello contraste, tan seguro como el retorno del sol cada mañana para disipar la noche, tu verdadera función se perfila clara e inequívocamente. No hay duda acerca de su validez. Pues procede de Uno que no conoce el error y Cuya Voz está segura de Sus mensajes. Éstos nunca cambiarán ni estarán en conflicto. Todos ellos apuntan hacia un solo objetivo, el cual puedes alcanzar. Puede que tu plan sea imposible, pero el de Dios jamás puede fracasar porque Él es su Fuente.
Nuestra función aquí refleja la perfecta unidad de nuestro Ser. Mientras todo cambia en el mundo, nuestro propósito no cambia. De hecho, si permanecemos con Jesús, el propósito nunca podría cambiar. Así, nuestra realidad como Hijo de Dios es la inmutabilidad de Cristo, reflejada aquí al aprender a aceptar un único propósito para todo. En esta mentalidad unificada cada día de nuestras vidas, se convierte en un salón de clases en el que tenemos un maestro que nos enseña su única lección de perdón. El plan de estudios es específico - nuestras relaciones especiales - pero la lección sigue siendo la misma. El perdón - el mensaje de enseñanza de Un Curso de Milagros - es el medio de Jesús para unificar nuestros dispares sueños de miedo en un único sueño feliz que nos lleva "más allá de todo sueño a la paz de la vida eterna":
Tal es la médula de miedo de cada sueño que no se le haya entregado a Aquel que otorga a los sueños una función distinta. Cuando los sueños se comparten, pierden la función de atacar y separar, si bien para esto fue para lo que se concibieron. En el mundo de los sueños, no obstante, no hay nada que esté exento de la esperanza de cambio y mejora, pues es en él donde se encuentra la inmutabilidad. Alegré-monos en verdad de que esto sea así, y no busquemos lo eterno en este mundo. Los sueños de perdón son medios para dejar de soñar con un mundo externo a ti. Y conducen finalmente más allá de todo sueño a la paz de la vida eterna. (T-29.V.8)
📘(12:1) Haz lo que la Voz de Dios te indique.
A medida que leamos estos dos párrafos siguientes, puede parecer que Jesús dice que el Espíritu Santo hace cosas específicas. Sin embargo, como hemos discutido, todo lo que Él nos indica hacer es perdonar. Este mandato, por lo tanto, no se trata de hacer cosas específicas, sino acerca de un propósito específico para las cosas que hacemos. Así el Espíritu Santo nos guía a mirar a través de Sus ojos y ver el único propósito que une a nuestro mundo, al cual se dirige Su suave enseñanza.
📘(12:1-2) Haz lo que la Voz de Dios te indique. Y si te pide que hagas algo que parece imposible, recuerda Quien es el que te lo pide y quién el que quiere negarse.
El perdón - nuestra parte en el plan de Dios - puede parecer imposible, pero esa es la evaluación del ego. No se nos pide que nos perdonemos a nosotros mismos, sino que se nos pide que pidamos ayuda para perdonar, lo que significa pedir ayuda para ver de manera diferente la relación especial. Un Curso de Milagros enfatiza que no perdonamos solos, y eso es precisamente lo que significa tener una relación con el Espíritu Santo. Él simplifica lo que hemos hecho tan dificultoso, como lo explica este pasaje sobre el instante santo:
La preparación para el instante santo le corresponde a Aquel Que lo da. Entrégate a Aquel Cuya función es la liberación. No usurpes Su función. Dale sólo lo que Él te pide, para que puedas aprender cuán ínfimo es tu papel, y cuán grande el Suyo.
Esto es lo que hace que el instante santo sea tan fácil y natural. Tú haces que sea difícil porque insistes en que debe haber algo más que tú debes hacer. Te resulta difícil aceptar la idea de que sólo necesitas dar un poco para recibir mucho. Y te resulta muy difícil entender que no es un insulto personal el que haya tal desproporción entre tu aportación y la del Espíritu Santo. (T-18.IV.6:5-7:4)
🔹️(12:3-4) Luego considera esto: ¿Quién de los dos es más probable que esté en lo cierto, la Voz que habla por el Creador de todas las cosas y que las conoce exactamente como son o la distor-sionada imagen de ti mismo, que es inconsistente y está confundida, perpleja e insegura de todo?
Creemos arrogantemente que sabemos más que nuestro Maestro. Recordemos esta cita del texto: "Renuncia ahora a ser tu propio maestro ... pues no fuiste un buen maestro" (T-12.V.8:3; T-28.I.7:1). Tenemos que aceptar que hemos sido mal enseñados - por nosotros mismos - pero tenemos otro Maestro Que nos enseñará de manera diferente. Invocarlo a Él requiere únicamente el admitir que estábamos equivocados; que nuestro lamentable ser nunca podrá sustituir al glorioso Ser creado por Dios.
🔹️(12:5-13:1) No permitas que su voz te dirija. Oye en su lugar una Voz que es inequívoca y que te habla de la función que te encomendó tu Creador, Quien te recuerda y te exhorta a que te acuerdes de Él ahora. Su dulce Voz llama desde lo conocido a lo que no conoce.
El Espíritu Santo es el recuerdo abstracto del Amor en nuestras mentes, que experimentamos dentro del sueño donde no conocemos. Su Voz es constante, pero la experiencia vendrá en una forma que podamos aceptar sin miedo, una forma determinada por la mente correcta.
🔹️(13:2-5) Él quiere consolarte, aunque no conoce el pesar. Él quiere hacer una restitución, si bien goza de absoluta plenitud; Él quiere hacerte un regalo, si bien sabe que lo tienes todo. Él tiene Pensamientos que satisfacen cualquier necesidad que Su Hijo perciba, si bien Él no las ve. Pues el Amor sólo puede dar, y lo que se da en Su Nombre se manifiesta en la forma más útil posible en un mundo de formas.
Una vez más, Jesús nos habla en términos antropomórficos, retratando al Espíritu Santo como una Persona Que se comunica en términos de nuestras necesidades. Esto es porque no podemos comprender un proceso que ocurre en una mente transhumana, más allá del cerebro del cuerpo; un proceso que comenzó con el tomador de decisiones eligiendo el ego. Ahora nos damos cuenta de nuestra equivocación y nos decidimos por el Amor del Espíritu Santo. Su principio abstracto de la Expiación es traducido por la mente a una forma que podamos aceptar y comprender, aunque el lenguaje de Un Curso de Milagros hace que suene como si el Espíritu Santo estuviera activamente involucrado en el proceso. El Amor simplemente brilla; no puede hacer nada más. El poema de Helen "El Consolador" expresa el consuelo de la Voz de Dios, que nos recuerda gentilmente el hogar que habíamos negado, y que nunca pensamos en conocer de nuevo:
Da un paso atrás, Mi niño, y deja que Él te guíe por el camino
Al cual te he enviado. Él toma tu mano
Y te habla de Mí. Su recuerdo
Tiene en tu mente Mi Nombre. Su paz rodea
A Mi niño con todo el amor que siente un Padre
Que lo valora por encima de todo
En la tierra y en el Cielo. A Quien te he enviado
Ha compartido Mi Corazón y trae Mi Palabra con Él
Para consolar y traer solaz a todo el mundo
Que ha olvidado Mi Nombre. Sin un hogar, son ellos
Quiénes permanecen solos, aparte de Mí y
Sin embargo, los llamo a volver a casa. Mi Voz te envía
Cantos de lugares sin sonido. Escucha desde Mí
La canción que un Padre le canta, a ti, Su niño;
Una melodía desde más allá del mundo.
Da un paso atrás y escucha, porque Él viene a bendecir
Y a decirte que no estás sin consuelo.
(Los regalos de Dios, p. 71) (En inglés)
📘(14:1-2) Ésas son las formas que jamás pueden engañar, ya que proceden de la Amorfía Misma. El perdón es una forma terrenal de amor, que, como tal, no tiene forma en el Cielo.
Hemos visto antes que el perdón es ilusorio; una expresión en la forma del Amor de Dios. Aunque no es amor, el cual no tiene cabida en la ilusión, el perdón no lo contradice. Simplemente deshace las barreras para que podamos recordar el Cielo, regresándonos a la Amorfía que nos creó como a Sí Mismo. Volvamos a leer este pasaje de El Canto de la Oración, que expresa el papel del perdón de llevarnos al Amor sin forma de Dios:
El perdón es la llamada a la cordura, pues ¿quién sino un demente se fijaría en el pecado cuando en su lugar puede ver la faz de Cristo? Ésta es la elección que tienes ante ti; la más simple y, sin embargo, la única que puedes hacer. Dios te pide que salves a Su Hijo de la muerte, ofreciéndole el Amor de Cristo. Ésta es tu necesidad, y Dios te ofrece este regalo. Tal como Él da, así tienes que dar tú también. Y de este modo, la oración se restituye a lo amorfo, más allá de todo límite a la intemporalidad, sin nada del pasado que le impida volver a unirse al perenne canto que toda la creación le entona a su Dios. (S-2.I.8)
🔹️(14:3-4) No obstante, lo que aquí se necesite, aquí se concederá. Valiéndote de esta forma puedes desempeñar tu función incluso aquí, si bien el amor significará mucho más para ti cuando se haya restaurado en ti el estado de amorfía.
Así aprendemos a practicar el perdón en formas específicas. Estas son las relaciones que comienzan con nuestros núcleos familiares y continúan a lo largo de nuestras vidas. Esto nos recuerda la Lección 184, donde Jesús habló sobre nuestra vida en un mundo de símbolos, sabiendo que los símbolos no son ciertos. Sin embargo, nuestra función de perdón palidece ante la luz del amor sin forma que espera nuestro regreso desde el mundo de la forma. Recordemos este pasaje del manual:
El camino varía considerablemente a medida que uno avanza. Sería imposible predecir de antemano toda la magnificencia, la grandiosidad de los paisajes y los vastos panoramas que han de salir a nuestro encuentro a lo largo del recorrido. Y aun éstos, cuyo esplendor alcanza alturas indescriptibles según uno sigue adelante, no se pueden comparar con lo que nos aguarda cuando el camino termine y el tiempo finalice junto con él. (M-19.2:5-7)
🔹️(14:5-6) La salvación del mundo depende de ti que puedes perdonar. Ésa es tu función aquí.
No se nos pide que recordemos nuestra función en el Cielo. Se nos pide simplemente que elijamos la función en la tierra que nos restaurará al Cielo. El perdón es el medio, y el amor es el Fin.
~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.
TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL POR DANIEL BEZVESELNY.