Lección 165

QUE MI MENTE NO NIEGUE EL PENSAMIENTO DE DIOS (Lección 165 )
" «Pensamiento» se usa en Un Curso de Milagros como sinónimo de Dios, así como de nuestra Identidad como Cristo. Por lo tanto, podríamos decir que somos un Pensamiento en la Mente de Dios, Su Pensamiento habiéndonos creado como Pensamiento. Por lo tanto, en esta lección se nos pide que no neguemos a Dios, nuestra Fuente, ni neguemos nuestra Identidad como Su Hijo.
📘(1) «¿Qué es lo que hace que este mundo parezca real sino tu negación de la verdad que se encuentra más allá de él? ¿Qué otra cosa sino tus pensamientos de aflicción y de muerte ensombrecen la perfecta felicidad y vida eterna que la Voluntad de tu Padre dispone para ti? ¿Y qué otra cosa sino las ilusiones podrían ocultar lo que no puede ser ocultado? ¿Qué podría privarte de lo que te pertenece sino tu propia decisión de no verlo, al negar que se encuentra ahí?»
Jesús pone toda la responsabilidad sobre nosotros, porque es nuestra elección negar la verdad de Quiénes somos. Elegimos las mentiras del ego porque elegir la verdad significa el fin de nuestra individualidad y especialismo. Sin embargo, lo único que hacemos es defendernos de algo que no es real. Así dice Jesús: "¿Y qué otra cosa sino las ilusiones podrían ocultar lo que no puede ser ocultado?" No se puede ocultar la verdad porque la verdad «es». Sin embargo, debido a que pensamos que podemos, Jesús necesita enseñarnos que el pensamiento de separación de Dios es ilusorio, como también lo son las defensas que empleamos como protección: el pecado, la culpa y el temor de la mente, y el mundo físico. Su propósito es negar la verdad, protegiendo así aparentemente a nuestro yo. El siguiente pasaje de "La Nube de culpabilidad" expone el propósito de la culpa de ocultar el pecado que no existe, cegándonos así a la verdad de la Expiación:
“La culpabilidad te ciega, pues no podrás ver la luz mientras sigas viendo una sola mancha de culpabilidad dentro de ti. Y al proyectarla, el mundo te parecerá tenebroso y estar envuelto en ella. Arrojas un obscuro velo sobre él, y así no lo puedes ver porque no puedes mirar en tu interior. Tienes miedo de lo que verías, pero lo que temes ver no está ahí. «Aquello de lo que tienes miedo ha desaparecido». Si mirases en tu interior, verías solamente la Expiación, resplandeciendo serenamente y en paz sobre el altar a tu Padre.” (T-13.IX.7)
La verdad que la culpa ocultaría es esta expresión del principio de la Expiación:
📘(2:1-5) «El Pensamiento de Dios te creó. Y no te ha abandonado, ni tú has estado nunca separado de él ni siquiera por un instante. Te pertenece. Gracias a él vives. Es tu Fuente de vida, pues te mantiene unido a él, y todo es uno contigo porque él jamás te abandonó.»
«Las ideas no abandonan su fuente»- por consiguiente, somos un Pensamiento en la Mente de Dios: uno en Él y uno en Cristo. Todas las personas y todas las cosas lo que parecen estar separado de nosotros es una ilusión, con el propósito de oscurecer la verdad de nuestra inherente unidad como el Pensamiento de Dios:
“El Pensamiento que Dios abriga de ti es como una estrella inmutable en un firmamento eterno...No obstante, brillará por toda la eternidad sereno, puro y hermoso. En ningún momento ha dejado de estar allí, ni ha habido jamás un instante en que su luz se haya atenuado o haya perdido su perfección.” (T-30.III.8:4, 6-7)
Jesús continúa sus recordatorios tranquilizadores:
🔹️(2:6-7) «El Pensamiento de Dios te protege, cuida de ti, hace que tu lecho sea mullido y allana tu camino, al iluminar tu mente con gozo y amor. Tanto la eternidad como la vida eterna refulgen en tu mente porque el Pensamiento de Dios no te ha abandonado y todavía se encuentra en ti.»
Esto suena al principio como un mensaje reconfortante, muy parecido a como con lo que la mayoría de nosotros hemos crecido - el Amor de Dios nos rodea y nos protege de todo daño. Pero ese no es su significado. Más bien, Jesús habla de la Expiación -nunca hemos abandonado a Dios- que nos protege recordándonos que lo que pensamos que es real no lo es; lo que pensamos que trae dolor y sufrimiento no existe. El Pensamiento de Dios es así nuestra protección, felicidad y descanso porque es la verdad - nunca dejamos nuestro hogar en Dios, sino que sólo soñamos que nuestro exilio mundano es real (T-10.I.2:1). Sin embargo, si permanecemos con el ideal de un niño envuelto en los brazos reconfortantes de nuestro Padre, siempre seguiremos siendo niños y nunca creceremos espiritualmente. Necesitamos ir más allá de las palabras para llegar a su contenido: el Pensamiento de Dios nos protege porque -una vez que elegimos contra los ídolos de especialismo del ego, eligiendo en cambio el Pensamiento amoroso de Dios- su luz desvanece las tinieblas de las ilusiones. En esa elección encontramos nuestra seguridad, como el mensaje inspirador de Jesús continúa:
“Más allá de todo ídolo se encuentra el Pensamiento que Dios abriga de ti. Este Pensamiento no se ve afectado en modo alguno por la confusión y el terror del mundo, por los sueños de nacimiento y muerte que aquí se tienen, ni por las innumerables formas que el miedo puede adoptar, sino que, sin perturbarse en lo más mínimo, sigue siendo tal como siempre fue. Rodeado de una calma tan absoluta que el estruendo de batallas ni siquiera llega hasta él, dicho Pensamiento descansa en la certeza y en perfecta paz. Tu única realidad se mantiene a salvo en él, completamente inconsciente del mundo que se postra ante ídolos y no conoce a Dios. El Pensamiento que Dios abriga de ti, completamente seguro de su inmutabilidad y de que descansa en su eterno hogar, nunca ha abandonado la Mente de su Creador, al que conoce tal como su Creador sabe que dicho Pensamiento se encuentra en Su Propia Mente.” (T-30.III.10)
📘(3:1) «¿Quién negaría su seguridad, su paz, su alegría, su curación y tranquilidad de espíritu, así como su sereno descanso y apacible despertar, si reconociese dónde se encuentran?»
Ellos se encuentran en la mente correcta, no en el mundo. Una vez más, nuestra verdadera seguridad - paz, alegría y curación - no descansa en los Brazos de un Dios amoroso, que consuela nuestros cuerpos físicos y psicológicos, sino en los de la mente correcta que espera nuestra decisión correcta. «No hay» seguridad en un mundo de cuerpos. En efecto, estamos seguros precisamente porque nuestra identidad no es física - los pensamientos de culpabilidad son peligrosos sólo para los cuerpos (T-21.VIII.1:1-2) - lo que el perdón nos recuerda al deshacer nuestra culpabilidad, sin lo cual no hay miedo al castigo. Esto nos permite recordar nuestra unidad con nuestra Fuente, porque ya no vemos a nuestro hermano separado de nosotros. Ahora descansamos como uno dentro del arca de seguridad del Espíritu Santo, a la cual somos guiados por Su reinterpretación del propósito del cuerpo: del odio al perdón, de la separación a la unidad, del aprisionamiento a la libertad:
“¿Qué sentido tiene buscar refugio en lo que se construyó [por ejemplo, el cuerpo] precisamente para fomentar el peligro y el miedo? ¿Por qué recargarlo con más cerraduras, cadenas o pesadas anclas, cuando su debilidad no reside en ello mismo, sino en la fragilidad de la brecha insubstancial sobre la que se erige? ¿Qué seguridad te puede ofrecer algo que descansa sobre una sombra? ¿Edificarías tu casa sobre algo que pudiera derrumbarse con el peso de una pluma? Tu hogar está edificado sobre la salud de tu hermano, sobre su felicidad e impecabilidad, así como sobre todo lo que su Padre le prometió. Ningún pacto secreto que hayas hecho en lugar de eso ha estremecido en lo más mínimo los Cimientos de este hogar. El viento podrá soplar sobre él y la lluvia azotarlo, pero sin consecuencia alguna. El mundo será arrastrado, pero este hogar permanecerá en pie para siempre, pues su fuerza no reside sólo en él. Es un arca de seguridad, que descansa sobre la promesa que Dios le hizo a Su Hijo de que él siempre moraría a salvo en Él. ¿Qué brecha podría interponerse entre la seguridad de este refugio y su Fuente? Desde aquí se puede ver al cuerpo como lo que es, sin atribuirle más o menos valor del que tiene como medio para liberar al Hijo de Dios a fin de que pueda regresar a su hogar. Y con este santo propósito se convierte por un tiempo en un hogar de santidad, ya que comparte la Voluntad de tu Padre contigo.” (T-28.VII.6-7)
El pensamiento de perdón reemplaza así los pensamientos de culpa y ataque, y lo que queda es el Pensamiento de Dios, nuestro verdadero Ser.
🔹️(3:2-3) «¿No se prepararía de inmediato para salir a su encuentro, abandonando todo lo demás como algo sin valor en comparación? Y una vez que los hubiera encontrado, ¿no se aseguraría de que permanecieran con él y él con ellos?»
El problema es que no somos conscientes de ello. La estrategia del ego nos hace creer que estamos en este mundo, morando en un cuerpo, sin memoria - de hecho, sin deseo de recordar - que nuestro yo es un pensamiento en la mente. El propósito de Un Curso de Milagros es que nos demos cuenta, sobre todo, que todo ocurre en la mente - no en el cerebro, el cuerpo o el mundo. Así, Jesús nos dice que una vez que nos damos cuenta de que la verdadera felicidad está en la mente, nada nos detendrá de ir allí. Sin embargo, tenemos que estar convencidos de que así es. Todavía pensamos que el gozo y la salvación se encuentran externamente, y mientras lo hagamos, nunca iremos a la mente correcta, donde el tomador de decisiones puede corregir su error y elegir el Amor de Dios en lugar del pobre substituto del ego.
📘(4:1-2) «No niegues el Cielo. Hoy se te concede sólo con que lo pidas.»
"No niegues el Cielo" fingiendo que está en el mundo, y no te desvíes del recuerdo de tu mente que te llama a casa. Sin embargo, debes querer el Cielo, pues Jesús no puede dártelo. Tienes que pedirle ayuda para darte cuenta de que has estado equivocado en todo, y de que tu especialismo nunca te ha traído felicidad. Tienes que aprender que estar con él es lo único que te dará lo que quieres. Por eso, tal vez recuerdes que Jesús dice que nos necesita tanto como nosotros a él (T-8.V.6:10). Él no puede ayudarnos a menos que se lo pidamos.
🔹️(4:3) «No es necesario tampoco que percibas cuán grande es este regalo ni cuánto habrá cambiado tu mente antes de que te llegue.»
Similar a lo que vimos en la lección anterior, Jesús no está diciendo que tenemos que entender la inmensidad de este regalo, ni ser conscientes de la majestad del Cielo y nuestra gloriosa Identidad como el Pensamiento de Dios. Sólo necesitamos saber que somos infelices aquí y que queremos volver a casa. Nosotros no conocemos el camino, pero Alguien dentro de nosotros sí. Sin embargo, nuestro Guía interior nos dirige sólo en la medida en que le pedimos Su ayuda - no para cosas específicas, sino para reconocer nuestra miseria y aprender que la culpa es su causa. Sólo entonces aprendemos felizmente Sus lecciones de perdón que nos llevarán a casa:
“El Espíritu Santo necesita un alumno feliz en quien Su misión pueda llevarse a cabo felizmente. Tú que eres tan partidario de la aflicción, debes reconocer en primer lugar que eres infeliz y desdichado. El Espíritu Santo no puede enseñar sin este contraste, pues tú crees que la aflicción «es» felicidad.” (T-14.II.1:1-3)
🔹️(4:4-7) «Pídelo y se te concederá. La convicción radica en él. Hasta que no le des la bienvenida como algo que te pertenece, seguirás en la incertidumbre. Mas Dios es justo.»
Estarás convencido de que las palabras de este curso son verdaderas porque funcionan; de lo contrario, permanecen vacías. Así serás feliz y en paz cuando sigas sus enseñanzas y dejes ir la culpa y el juicio, y, sobre todo, la arrogancia de pensar que sabes lo que está pasando en tu vida. El proceso, como hemos discutido repetidamente, es llevar tu incertidumbre a la certeza de Jesús. Esto permite que su amor gentil sane, porque al traer tu regalo de arrogancia a su regalo de paz, llegas a recibirlo. La frase "Dios es justo" significa que la verdad no te abandona porque tú hayas elegido en su contra; Dios no te castiga porque te hayas escapado de casa. Puesto que tú «eres» todos nosotros, el Amor de Dios nos abraza a todos en Su "justicia", porque somos semejantes tanto en la ilusión como en la verdad.
🔹️(4:8) «No tienes que tener certeza para recibir lo que sólo tu aceptación puede otorgar.»
Una vez más, Dios no te exige que estés seguro de la verdad. Todo lo que Él pide, a través del Espíritu Santo, es que seas consciente de que no eres feliz, y que tu falta de felicidad viene de tu elección equivocada. Esta declaración del libro de ejercicios, por cierto, es similar a las del texto y el manual, que enseñan que estar listo no significa dominio:
“Estar listo es sólo el prerequisito para que se pueda lograr algo. No se debe confundir una cosa con la otra. Tan pronto como se da la condición de estar listo, también se da, en cierta medida, el deseo de querer lograr algo, si bien éste no es necesariamente un deseo indiviso. Dicha condición de estar listo no es más que el potencial para que pueda tener lugar un cambio de mentalidad...Tal vez pienses que esto implica que tiene que transcurrir mucho tiempo entre el momento en que estás listo y aquel en el que alcanzas el dominio, pero permíteme recordarte que el tiempo y el espacio están bajo mi control.” (T-2.VII.7:2-5, 9)
“Estar dispuesto, como indica el texto, no quiere decir que se haya alcanzado la maestría.”
(M-4.IX.1:10)
Así puedes estar listo para aprender a perdonar sin haber aceptado totalmente su certeza.
📘(5:1) «Pide con fervor.»
Jesús está pidiendo que realmente lo digas en serio, como dice más adelante en el libro de ejercicios:
“Decir estas palabras [deseo la paz de Dios] no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo.” (W-pI.185.1:1-2)
Se te ayuda a desear Su ayuda al darte cuenta de que estás equivocado sobre lo que te hace feliz o molesto. ¡Qué simple y fácil! Y sin embargo, ¡qué difícil cuando nuestra arrogancia se interpone en el camino!
🔹️(5:2-5) «No tienes que estar seguro de que lo que estás pidiendo es lo único que deseas. Mas cuando lo hayas recibido sabrás que estás en posesión del tesoro que siempre anhelaste. ¿Por qué otra cosa ibas a querer intercambiarlo? ¿Qué podría inducirte ahora a dejarlo desaparecer de tu extática visión?»
No necesitas estar seguro de lo que pides, sino que sólo necesitas un poco de buena voluntad para que se te muestre que estás equivocado y que Jesús tiene razón. Cuando empieces a aceptar el regalo del Pensamiento de Dios y te des cuenta de lo bien que se siente dejar de lado los resentimientos contra ti y contra los demás, será mucho menos probable que juzgues. Sin embargo, primero debes aprender que la felicidad y la paz vienen sólo cuando dejas ir el juicio, no cuando lo abrazas o tratas de justificar sus ataques. Una vez que tienes tu "visión extática", nada aquí podría seducirte para que te alejes de ella. Recordemos:
“No tienes idea del tremendo alivio y de la profunda paz que resultan de estar con tus hermanos o contigo mismo sin emitir juicios de ninguna clase.” (T-3.VI.3:1)
🔹️(5:6) «Pues verlo te demuestra que has cambiado tu ceguera por los ojos videntes de Cristo, y que tu mente ha decidido abandonar la negación y aceptar el Pensamiento de Dios como tu herencia.»
Cuando nosotros, como un solo Hijo, elegimos al ego sobre el Espíritu Santo, negamos el Pensamiento de Dios. Seguimos negando, terminando en este mundo de fragmentación y juicio. Entonces negamos haber hecho el mundo junto con las figuras de nuestro sueño, por no hablar de negar que nuestros pensamientos causan nuestro dolor y sufrimiento. Tal negación nos ha permitido poner la cara de inocencia y culpar a todos los demás por nuestra miserable condición. Para repetirlo, Jesús apela a nuestros motivos egoístas diciendo que nos sentiremos mejor si hacemos lo que él dice. Sin embargo, esto no significa hacerlo simplemente porque él lo diga. Le escuchamos porque nuestro dolor disminuirá. Sin embargo, esto tiene que ser probado para nosotros, porque no aceptamos que podríamos ser felices sin los regalos de juicio y especialismo del ego.
📘(6:1-4) «Y ahora las dudas son cosa del pasado, el final de la jornada es indudable y se te ha concedido la salvación. Ahora el poder de Cristo mora en tu mente, para que puedas curar tal como fuiste curado. Pues ahora te cuentas entre los salvadores del mundo. Ése es tu único destino.»
Nuestro destino yace en el tomador de decisiones de la mente que elige la mente correcta en lugar de la errada, la fortaleza de Cristo en lugar de la debilidad del ego. En esa elección de mentalidad correcta en favor de la fortaleza, la certeza de Cristo se hace nuestra, como ya hemos visto:
“Antes de que pueda haber conflicto tiene que haber duda. Y toda duda tiene que ser acerca de ti mismo. Cristo no tiene ninguna duda y Su serenidad procede de Su certeza. Él intercambiará todas tus dudas por Su certeza, si aceptas que Él es uno contigo y que esa unidad es interminable, intemporal y que está a tu alcance porque tus manos son las Suyas. Él está en ti, sin embargo, camina a tu lado y delante de ti, mostrándote el camino que Él debe seguir para encontrar Su Propia compleción. Su quietud se convierte en tu certeza. ¿Y dónde está la duda una vez que la certeza ha llegado?” (T-24.V.9)
🔹️(6:5) «¿Consentiría Dios acaso que Su Hijo permaneciese eternamente hambriento por haberse negado a sí mismo el sustento que le es menester para poder vivir?»
La respuesta del Amor está siempre presente en nuestras mentes. A pesar del hecho de que hemos huido de él, atrincherándonos contra él haciendo del mundo una defensa, el Amor de Dios está todavía presente, sin ser afectados en absoluto por la locura que hemos hecho de ello.
🔹️(6:6) «La abundancia mora en él, y la privación no puede separarlo del Amor vivificante de Dios, ni de su hogar.»
La abundancia de la que habla Jesús es el recuerdo en nuestras mentes correctas de Quiénes somos como Hijo de Dios. La ilusión es que al privarnos del Amor de Dios estamos en un estado de escasez. Sin embargo, la verdad sigue siendo que al privarnos de Su Amor, no somos conscientes de ello, pero el Amor sigue ahí. Regresamos a Él a través del perdón, que restaura a nuestra conciencia el Pensamiento que tanto «tenemos» como «somos»:
“En tu propia mente, aunque negada por el ego, se encuentra la declaración que te hará libre: «Dios te ha dado todo». Este simple hecho significa que el ego no existe, y esto le atemoriza mortalmente. En el lenguaje del ego, "tener" y "ser" significan dos cosas distintas, si bien para el Espíritu Santo son exactamente lo mismo. El Espíritu Santo sabe que lo "tienes" todo y que lo "eres" todo. Cualquier distinción al respecto es significativa solamente cuando la idea de "obtener", que implica carencia, ha sido previamente aceptada. Por eso es por lo que no hacemos ninguna distinción entre «tener» el Reino de Dios y «ser» el Reino de Dios.” (T-4.III.9)
📘(7:1-2) «Practica hoy lleno de esperanza. Pues tener esperanzas está ciertamente justificado.»
El ego me dice que mi situación es desesperanzadora. Mi ego es tan inmenso, mi identificación corporal es tan enorme que no hay forma de dejarlos ir y estar en paz. Llegamos a estas conclusiones desalentadoras solo porque buscamos una salida dentro del mundo. Sin embargo, cuando elegimos un instante santo y pasamos del mundo a la mente, todo se ve diferente - la inversión perceptiva de la figura y el fondo. Nos damos cuenta de que el mundo es solo una sombra que sirve como aula en la que aprendemos que la realidad está en nuestras mentes, en lugar de a la inversa - Dios es una sombra inexistente y la realidad es el mundo. ¡Cuán desesperanzadora es esa percepción!
🔹️(7:3-6) «Tus dudas no tienen sentido, pues Dios goza de perfecta certeza. Y el Pensamiento de Él nunca está ausente. La certeza no puede sino morar en ti que eres Su anfitrión. Este curso elimina toda duda que hayas interpuesto entre Él y tu certeza acerca de Él.»
Esta es una declaración explícita del propósito del Curso: no para que aprendamos sobre Dios o Su Amor, sino para eliminar las interferencias - las ilusiones y las dudas - que hemos colocado entre nosotros y Él. Este pensamiento familiar se reitera a lo largo de Un Curso de Milagros, y comienza el texto:
“Este curso no pretende enseñar el significado del amor, pues eso está más allá de lo que se puede enseñar. Pretende, no obstante, despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu herencia natural.” (T-in.1:6-7; italicsomitted)
📘(8) «Contamos con Dios, no con nosotros mismos, para que nos dé certeza. Y en Su Nombre practicamos tal como Su Palabra nos indica que hagamos. Su certeza se encuentra tras cada una de nuestras dudas. Su Amor, tras cada uno de nuestros temores. El Pensamiento de Él todavía se encuentra en nuestras mentes más allá de todo sueño, tal como Su Voluntad dispone.»
Para conocer esta certeza, necesitamos estar dispuestos a elegir un Maestro diferente y escuchar Su Palabra, hacernos a un lado y mirar nuestras vidas como partes de un sueño que todavía estamos soñando, más allá del cual está nuestra Identidad como el Pensamiento que Dios creó uno con Él, ya no negado sino felizmente aceptado. Esta certeza de la verdad se expresa en el poema de Helen, "Su Certeza", y leemos sus palabras alentadoras como conclusión a esta lección:
"Tengo mis dudas. Aún no creo en
Tus promesas. Mi propia incertidumbre
Parece ser más evidente que mi fe
En lo que Tú has ordenado que debe ser Tu Hijo,
Y cómo Tu recuerdo regresa a él.
Mis pasos son vacilantes, mi confianza es débil,
Mi sentido de propósito vacila. Me olvido
De mi meta por las imágenes que busco,
Y deambulo en ilusiones. Sin embargo, el fin
Del deambular es seguro en Tu Mente;
Lo que Tú quieres que busque, eso encontraré."
(Los Regalos de Dios, p. 32) "
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.