Lección 162

SOY TAL COMO DIOS ME CREÓ. (Lección 162)
“Recordarás que hemos hecho esta lección (“Soy tal como Dios me creó”) dos veces antes: las Lecciones 94 y 110. Además, “Soy tal como Dios me creó” se convierte en el tema del sexto repaso de las lecciones, y se repite a lo largo del libro de ejercicios, el texto y el manual. Esta declaración obviamente importante expresa el principio de Expiación, un recordatorio de que hay otro sistema de pensamiento en nuestras mentes además del ego. En general, por lo tanto, podemos decir que el propósito del libro de ejercicios – el aspecto de entrenamiento mental del plan de estudios de Un Curso de Milagros – es ayudarnos a entender que tenemos una mente que está dividida en los sistemas de pensamiento de odio y asesinato, y perdón y amor, y que podemos elegir entre ellos. Una lección como esta (162) es un hermoso recordatorio de la verdad que está presente en nuestras mentes.
📘(1:1) «Sólo con que mantuvieses este pensamiento fijo en la mente, el mundo se salvaría.»
Este pensamiento salva al mundo porque representa la aceptación de la Expiación. Deshace la premisa del ego que es la base del mundo: «no» soy tal como Dios me creó. Elegir a Jesús como nuestro maestro es elegir esta lección como la verdad, en lugar de la versión distorsionada del ego. Una vez que ese pensamiento desaparece, el mundo también debe desaparecer – «las ideas no abandonan su fuente» – porque el mundo no puede sostenerse si el pensamiento subyacente de la mente es Dios.
🔹️(1:2-3) «Lo repetiremos de vez en cuando, según vayamos alcanzando nuevos niveles en nuestro aprendizaje. Y a medida que avances tendrá cada vez más significado para ti.»
Jesús nos hace saber que aprender Un Curso de Milagros es un proceso, y el libro de ejercicios es una parte integral de él.
🔹️(1:4-6) «Estas palabras son sagradas, pues son las palabras que Dios dio como respuesta al mundo que tú construiste. Con ellas éste desaparece, y todo lo que se ve en sus brumosas nubes y vanas ilusiones se desvanece cuando se pronuncian estas palabras, pues proceden de Dios.»
Dios, por supuesto, literalmente no nos dio palabras, porque Él no puede responder a algo que nunca sucedió. Como tantas otras, esta declaración debe entenderse simbólicamente. Este punto importante necesita ser subrayado, ya que no tomar en cuenta la forma metafórica del Curso puede llevar a serios malentendidos y aplicación inadecuada.
Recuerda, por lo tanto, estas importantes palabras sobre el papel de las palabras en nuestra práctica:
“Estrictamente hablando, las palabras no juegan ningún papel en el proceso de curación…Dios no entiende de palabras, pues fueron hechas por mentes separadas para mantenerlas en la ilusión de la separación. Las palabras pueden ser útiles, especialmente para el principiante, ya que lo ayudan a concentrarse y a facilitar la exclusión, o al menos el control, de los pensamientos foráneos. No olvidemos, no obstante, que las palabras no son más que símbolos de símbolos. Por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad.” (M-21.1:1, 7-10)
Por lo tanto, necesitamos usar palabras – alguna expresión del principio de Expiación – pero solo para ayudarnos a llegar más allá de la ilusión de separación a la verdad.
Recuerda, cuando creímos que nos quedamos dormidos y comenzó el sueño del ego, llevamos con nosotros a nuestro sueño el recuerdo del Amor perfecto de Dios. Ese recuerdo es el Espíritu Santo y Su principio de Expiación, que nos vincula con el Cielo que nunca dejamos en verdad. En la presencia de este principio y de la luz del Espíritu Santo, las tenebrosas ilusiones del sistema de pensamiento del ego desaparecen. El mundo ilusorio también debe desaparecer, como leemos en un pasaje que describe la suave desaparición del mundo después de que se ha logrado el mundo real:
“Cuando percibas el mundo real, reconocerás que no lo creías [que sólo la realidad es verdad]. Mas la rapidez con la que tu nueva y única percepción real se convertirá en conocimiento no te dejará más que un instante en el que darte cuenta de que solamente eso es verdad. Y luego todo lo que inventaste pasará al olvido: lo bueno y lo malo, lo falso y lo verdadero. Pues cuando el Cielo y la tierra se vuelvan uno, dejarás de ver incluso el mundo real. El mundo no acabará destruido, sino que se convertirá en el Cielo.” (T-11.VIII.1:4-8)
📘(2:1-2) «He aquí la Palabra mediante la cual el Hijo se convirtió en la felicidad de Su Padre, en Su Amor y en Su compleción. He aquí donde se proclama la creación y donde se honra tal como es.»
En el texto, la Palabra de la creación se describe así, como recordarán:
“Esto fue lo que Su Padre le dijo [al Hijo] al crearlo: “Te amaré eternamente, como tú a Mí. Sé tan perfecto como Yo, pues nunca podrás estar separado de Mí”.” (T-28.VI.6:4-5)
La promesa de Dios asegura que nunca hemos salido de la casa de nuestro Padre. Nunca nos hemos separado de Él, seguimos siendo uno con nuestro Creador y Fuente. El poema de Helen “La Casa de mi Padre” captura el espíritu de esta Palabra. Merece una segunda lectura:
«Santificado mi nombre. Soy un Hijo de Dios
Quien camina en quietud. Extiendo mi mano,
Y desde la punta de mis dedos la quietud
Recorre el mundo para aquietar a todas las cosas vivientes Y cubrirlos de santidad. Su descanso Se une al mío, porque soy uno con ellos. No hay dolor que mi quietud no pueda sanar, Porque proviene de Dios. No hay tristeza
Que no se convierta en risa cuando me presento. No vengo solo. Ahí camina conmigo
La Luz que el Cielo considera como él mismo.
Soy un Hijo de Dios. Mi nombre es el Suyo.
La casa de mi padre es donde está mi quietud.»
(Los Regalos de Dios, p. 59)
🔹️(2:3-6) «No hay sueño que no se disipe con estas palabras; no hay pensamiento de pecado o ilusión en dicho sueño que no se desvanezca ante su poder. Estas palabras son la trompeta del despertar que resuena por todo el mundo. Los muertos despiertan en respuesta a su llamada. Y los que viven y oyen este sonido jamás verán la muerte.»
“No hay sueño que no se disipe con estas palabras” porque «no hay grados de dificultad en los milagros». Cada problema, sueño y aspecto de nuestras vidas proviene de ese único pensamiento que dice que la separación es real. El pensamiento de Expiación – “Soy tal como Dios me creó” – deshace esto, y por lo tanto deshace todos los efectos aparentes de ese pensamiento del ego también. Por cierto, la “trompeta del despertar” es una referencia al famoso pasaje de San Pablo en Corintios, también inmortalizado en el Mesías de Handel:
“…porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (1 Corintios 15:52).
Esta trompeta, entonces, es la respuesta del Espíritu Santo al sueño de muerte del ego, el despertar que es la definición del Curso de la «resurrección». Si el sistema del ego no es verdadero y yo sigo siendo tal como Dios me creó, todo lo que alguna vez ha seguido de ese pensamiento del ego se deshace – incluida la muerte. Las primeras líneas de “¿Qué es la resurrección?” expresan muy bien su significado:
“La resurrección, dicho llanamente, es la superación de la muerte o el triunfo sobre ella. Es un redespertar o renacimiento; un cambio de parecer con respecto al significado del mundo. Es la aceptación de la interpretación del Espíritu Santo con respecto al propósito del mundo; la aceptación de la Expiación en uno mismo. Es el fin de los sueños de aflicción y la jubilosa conciencia del sueño final del Espíritu Santo.” (M-28.1:1-4)
Incidentalmente, las palabras “no hay pensamiento de pecado o ilusión en dicho sueño que no se desvanezca ante su poder” es una reminiscencia de la adorable línea inicial del ya familiar poema de Helen “Awake in Stillness”:
«La paz te cubre, dentro y afuera lo mismo,
En un silencio resplandeciente y en una paz tan profunda,
Que ningún sueño de pecado y maldad se acerca
A tu tranquila mente.»
(Los Regalos de Dios, p. 73)
📘(3:1) «Santo es en verdad aquel que hace suyas estas palabras; que se levanta con ellas en su mente, las recuerda a lo largo del día, y por la noche se las lleva consigo al irse a dormir.»
Puesto que todos somos santos como hijos de Dios, el punto de Jesús es que nos damos cuenta de nuestra santidad cuando recordamos estas palabras para este día. Jesús nuevamente nos está instando a dedicar todo nuestro día, tanto como sea posible, a aprender su Curso practicando consistentemente sus enseñanzas.
🔹️(3:2-3) «Sus sueños son felices y su descanso está asegurado, su seguridad es indudable y su cuerpo goza de perfecta salud porque duerme y despierta con la verdad ante sí en todo momento. Salvará al mundo porque le da a éste lo que él mismo recibe cada vez que practica las palabras de la verdad.»
Dar y recibir son lo mismo, como bien sabemos ahora. Doy palabras de verdad que dicen que tú y yo no estamos separados, lo que luego se refuerza en mí mismo. Por lo tanto, recibo la verdad que he dado. Dios nos creó como uno, y esa es la verdad que queremos reflejar en nuestras relaciones. Al hacerlo, entramos en los sueños felices del Espíritu Santo, cuya culminación es el mundo real, el más feliz de todos los sueños, porque – paradójicamente – está más allá de ellos:
“El mundo real es también un sueño. Excepto que en él los personajes han cambiado y no se ven como ídolos traicioneros. El mundo real es un sueño en el que no se usa a nadie para que sea el substituto de otra cosa, ni tampoco se le interpone entre los pensamientos que la mente concibe y lo que ve. No se usa a nadie para lo que no es, pues las cosas infantiles hace mucho que se dejaron atrás. Y lo que una vez fue un sueño de juicios se ha convertido ahora en un sueño donde todo es dicha porque ése es su propósito. Ahí sólo pueden tener lugar sueños de perdón, pues el tiempo está a punto de finalizar. Y las figuras que entran a formar parte del sueño se perciben ahora como hermanos, a los que ya no se juzga sino que se les ama.” (T-29.IX.7)
📘(4:1-2) «Nuestra práctica de hoy es muy simple. Pues las palabras que utilizamos son poderosas y no necesitan pensamientos adicionales para poder producir un cambio en la mente de aquel que las utiliza.»
Estamos hablando de un cambio de mentalidad, no de algo externo, y no se necesita nada más que ese cambio.
🔹️(4:3) «Este cambio es tan absoluto, que ahora dicha mente se convierte en la tesorería en la que Dios deposita todos Sus dones y todo Su Amor, para que sean distribuidos por todo el mundo, se multipliquen al darse y se conserven intactos porque su compartir es ilimitado.»
Esta “tesorería” es nuestra mente correcta, el hogar del Espíritu Santo y Su principio de Expiación. Cuando elegimos dejar ir nuestro especialismo, elegimos identificarnos con esta Presencia de mentalidad recta que nos permite recibir los maravillosos dones de Dios, que, al igual que el Espíritu Santo, están siempre presentes en nuestras mentes. Sin embargo, habiéndonos alejado de ellos, debemos regresar para recibir el tesoro que nos dio en nuestra creación:
“Lo único que Dios desea es Su Hijo porque Su Hijo es Su único tesoro…Ningún otro regalo es eterno, y, por lo tanto, ningún otro regalo es verdadero…Lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti es tuyo. Dios le ha dado Su Voluntad a Su tesoro, para quien esa Voluntad es su propio tesoro. Allí donde esté tu tesoro allí estará tu corazón, tal como el Suyo está allí donde se encuentra Su tesoro. Tú, a quien Dios ama, eres completamente bendito.” (T-8.VI.5:1, 8; 10:1-4)
🔹️(4:4) «Y así aprendes a pensar con Dios.»
Tú “piensas con Dios” cuando reflejas Su Pensamiento de perfecta Unicidad. Esto significa que deshacemos nuestra inversión en la separación y el especialismo. Sobre todo, deshacemos nuestra inversión en tener la razón. Recuerda la declaración de Jesús: “Dios, no obstante, sabe que eso no es posible.” (T-23.I.2: 7). Naturalmente, Dios no piensa de la manera que nosotros lo hacemos. De hecho, Él no piensa en absoluto. Pensamos en términos de batalla: ganadores y perdedores, el bien y el mal – «uno o el otro». El Pensamiento de Dios, sin embargo, es no-dualista, ya que no hay nada más que la Unicidad. Al aprender a dejar que la visión de Cristo sea mis ojos, inevitablemente reflejo el Pensamiento de Dios, pensando así con Él.
🔹️((4:5-5:3) «La visión de Cristo ha restaurado tu vista al haber rescatado tu mente. Hoy te honramos a ti. Tienes derecho a la perfecta santidad que ahora aceptas. Con esta aceptación todo el mundo se salva, pues, ¿quién seguiría abrigando el pecado cuando una santidad como ésta ha bendecido al mundo?»
Vemos todavía una vez más un reflejo del importante tema de la unicidad. “Todo el mundo se salva” porque solo hay una mente. En el instante santo, en el que finalmente acepto la Expiación para mí mismo, sé que la mente del Hijo de Dios es una. Así es como el mundo es sanado, ya que es “salvado” de la creencia en la separación.
🔹️(5:4) «¿Quién podría desesperarse cuando la perfecta dicha es suya y está al alcance de todos como remedio para el pesar y la miseria, para toda sensación de pérdida y para escapar totalmente del pecado y la culpabilidad?»
Cuando tu mente se cura, todas las mentes se curan: “Cuando me curo no soy el único que se cura.” (W-pI.137). Esto no tiene sentido desde la perspectiva de los cuerpos individuales. Sin embargo, cuando te desapegas de este mundo y vuelves al lugar de paz en tu mente, te das cuenta de que el Hijo de Dios es uno, y los pensamientos de dolor, miseria y muerte desaparecen. Si todavía te parecen reales – veremos ese tema más adelante en la Lección 193 – es porque has elegido hacer que el ego tenga razón y que Dios esté equivocado, lo que significa que has elegido mantenerte en la miseria, por lo tanto – en tu mente – manteniendo a todos los demás en la miseria también. Al principio del texto, Jesús explica que nuestra angustia no tiene «por qué ser así», porque su causa es nuestra decisión equivocada, que se puede deshacer fácilmente mediante el perdón. Cambiamos de mentalidad, y la desesperación cede a la alegría. Aquí hay extractos de esa discusión:
“He dicho que no puedes cambiar de mentalidad modificando tu conducta, mas he dicho también, y en muchas ocasiones, que puedes cambiar de mentalidad. Cuando tu estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto es así siempre que no te sientes contento, reconoce entonces que «ello no tiene por qué ser así»…Cuando te sientas triste, reconoce que «eso no tiene por qué ser así». Las depresiones proceden de una sensación de que careces de algo que deseas y no tienes. Recuerda que no careces de nada, excepto si así lo decides, y decide entonces de otra manera. Cuando sientas ansiedad, date cuenta de que la ansiedad procede de los caprichos del ego. Reconoce que «eso no tiene por qué ser así». Puedes estar tan alerta contra los dictados del ego como en su favor.
Cuando te sientas culpable, recuerda que el ego ciertamente ha violado las leyes de Dios, pero tú no…Si te sigues sintiendo culpable es porque tu ego sigue al mando, ya que sólo el ego puede experimentar culpabilidad. «Eso no tiene por qué ser así».
Vigila tu mente contra las tentaciones del ego, y no te dejes engañar por él. No tiene nada que ofrecerte. Cuando hayas abandonado ese des-ánimo voluntario, verás como tu mente puede concentrarse, trascender toda fatiga y sanar. No obstante, no te mantienes lo suficientemente alerta contra las exigencias del ego como para poder librarte de ellas. «Eso no tiene por qué ser así».” (T-4.IV.2:1-2; 3-4; 5:1, 5-6; 6)
📘(6) «Y ¿quién no sería ahora un hermano para ti, al ser tú su salvador y redentor? ¿Quién no te abriría su corazón amorosamente, ansioso de unirse a uno que es tan santo como él? Tú eres tal como Dios te creó. Estas palabras disipan la noche, y ya no hay más obscuridad. La luz ha venido hoy a bendecir el mundo. Pues tú has reconocido al Hijo de Dios, y en ese reconocimiento radica el del mundo.»
Todos ahora son hermanos para ti, porque desaparecieron las percepciones de individualidad y separación. El mundo no es más que la proyección del pensamiento del Hijo de Dios separado, y cuando ese pensamiento se sana y recuerdas que el Hijo de Dios es uno, el mundo se sana también. Por lo tanto, a medida que transcurra tu día, presta especial atención a cuando haces real la oscuridad – separación, conflicto, juicio, dolor y especialismo. En ese punto di:
“He elegido la noche en lugar del día, la oscuridad en lugar de la luz. He elegido olvidar que el Hijo de Dios nunca ha abandonado su Fuente, y que yo «soy» el Hijo de Dios. Si elijo retener mi ira y especialismo, es porque prefiero ser el hijo del ego en lugar del de Dios. Sin embargo, ¡qué tonto es negarme a mí mismo y a mis hermanos la paz que es nuestra verdadera herencia!” Solo un loco buscaría excluirse del círculo de Expiación, dentro del cual Jesús ha bendecido a sus hermanos en su paz:
“¡Que la paz sea, pues, con todos los que se convierten en maestros de paz! Pues la paz es el reconocimiento de la pureza perfecta, de la que nadie está excluido. Dentro de su santo círculo se encuentran todos los que Dios creó como Su Hijo. El júbilo es su atributo unificador, y no deja a nadie afuera solo, sufriendo el dolor de la culpabilidad. El poder de Dios atrae a todos hacia la seguridad que ofrece su regazo de amor y unión. Ocupa quedamente tu puesto dentro del círculo, y atrae a todas las mentes torturadas para que se unan a ti en la seguridad de su paz y de su santidad. Mora a mi lado dentro de él, como maestro de la Expiación y no de la culpabilidad…Ven gustosamente al santo círculo y contempla en paz a todos los que creen estar excluidos. No excluyas a nadie del círculo porque en él se encuentra lo que tu hermano y tú estáis buscando. Ven, unámonos a él en el santo lugar de paz en el que nos corresponde estar a todos, unidos cual uno solo dentro de la Causa de la paz.” (T-14.V.8; 11:7-9)
Así recordamos gozosamente que, como un Hijo, nosotros «somos» tal como Dios nos creó.”
~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.