Lección 46

DIOS ES EL AMOR EN EL QUE PERDONO. (Lección 46)
"Esta lección es la primera vez que encontramos una discusión seria sobre el perdón.
📘(1:1-3) «Dios no perdona porque nunca ha condenado. Y primero tiene que haber condenación para que el perdón sea necesario. El perdón es la mayor necesidad de este mundo, y esto se debe a que es un mundo de ilusiones.»
Como veremos más adelante, a Jesús le "gusta" esta primera oración tanto que la repite literalmente en cada lección de repaso. El perdón no tiene lugar en el Cielo, sino únicamente en el sueño que comenzó con el pensamiento condenatorio de pecado y terminará con el deshacimiento del pecado a través del perdón, el reflejo del amor. "Primero tiene que haber condenación para que el perdón sea necesario", lo que hace del perdón una ilusión, ya que corrige lo que nunca sucedió. Dado que Dios no reconoce la ilusión (porque Él «no puede»), Él no puede corregirla. Por lo tanto, no hay necesidad de ello en el Cielo.
📘(1:4-5) «Aquellos que perdonan se liberan a sí mismos de las ilusiones, mientras que los que se niegan a hacerlo se atan a ellas. De la misma manera en que sólo te condenas a ti mismo, de igual modo, sólo te perdonas a ti mismo.»
Jesús está dejando muy claro que el perdón no tiene nada que ver con alguien que creemos que está fuera de nosotros. Ocurre en el contexto de una relación que hemos hecho real, pero debemos reconocer que lo que estamos perdonando es una proyección de la culpa que no queremos, sin mencionar la responsabilidad de nuestra situación angustiosa. Las lecciones 196-198, que discutiremos mucho más adelante en esta serie, detallan este punto esencial, como sugieren sus títulos:
Es únicamente a mí mismo a quien crucifico.
No puede ser sino mi propia gratitud la que me gano.
Sólo mi propia condenación me hace daño.
📘(2:1) «Pero si bien Dios no perdona, Su Amor es, no obstante, la base del perdón.»
Se nos recuerda aquí que el perdón es un pensamiento real y de mentalidad recta que refleja el pensamiento real del amor en nuestra Mente Crística.
📘(2:2-3) «El miedo condena y el amor perdona. El perdón, pues, des-hace lo que el miedo ha producido, y lleva de nuevo a la mente a la conciencia de Dios.»
La mente recta, o el perdón, deshace la mente errada de miedo y odio. Cuando la mente recta deshace la mente errada, ambas desaparecen y todo lo que queda es la conciencia de Dios. Una vez más, debemos recordar que Un Curso de Milagros no enseña la verdad, sino el «deshacimiento» de los obstáculos ilusorios a la verdad; un proceso que permite que el recuerdo de Dios alboree en nuestras mentes dormidas, despertándonos por fin del mundo de pesadilla de culpa y miedo del ego.
📘(2:4-5) «Por esta razón, al perdón puede llamársele verdaderamente salvación. Es el medio a través del cual desaparecen las ilusiones.»
Por lo tanto, la salvación tiene un significado diferente en Un Curso de Milagros. En lugar de ser el plan de Dios para salvarnos de nuestra pecaminosidad muy real, ahora se convierte en la corrección del perdón del Espíritu Santo para nuestra «creencia» en la pecaminosidad. Es el simple cambio de mentalidad de la ilusión de separación a la verdad de la Expiación.
📘(3) «Los ejercicios de hoy requieren por lo menos tres sesiones de práctica de cinco minutos completos, y el mayor número posible de las más cortas. Como de costumbre, comienza las sesiones de práctica más largas repitiendo la idea de hoy para tus adentros. Cierra los ojos mientras lo haces, y dedica un minuto o dos a explorar tu mente en busca de aquellas personas a quienes no has perdonado. No importa en qué medida no las hayas perdonado. O las has perdonado completamente o no las has perdonado en absoluto.»
Esta es una expresión dentro del sueño de la idea de «todo o nada», lo que describimos anteriormente como Nivel Uno. En nuestra experiencia no perdonamos totalmente; perdonamos un poco aquí y un poco allá; perdonamos a esta persona pero no a esta otra. Sin embargo, este pasaje nos dice que si esa es nuestra práctica del perdón, aún no hemos terminado. El perdón tiene que ser total, de lo contrario no es real. Esta idea de «todo o nada» encuentra una expresión similar en la siguiente declaración acerca de Un Curso de Milagros en sí mismo: “Este curso o bien se creerá enteramente o bien no se creerá en absoluto.” (T-22.II.7: 4).
📘(4) «Si estás haciendo los ejercicios correctamente no deberías tener ninguna dificultad en encontrar un buen número de personas a quienes no has perdonado. En general, se puede asumir correctamente que cualquier persona que no te caiga bien es un sujeto adecuado. Menciona cada una de ellas por su nombre, y di:
[Nombre], Dios es el Amor en el que te perdono.»
Este es el primero de varios ejercicios en los que Jesús nos pide que identifiquemos a aquellas personas que hemos elegido no perdonar. Él nos asegura que no tendremos problemas para identificar estos objetos de odio especial. Más adelante, se nos indicará con gentilmente que ampliemos esta categoría para incluir a aquellos que creemos que amamos. Una enseñanza importante en el texto es que el amor especial y el odio especial son lo mismo, ya que son diferentes «formas» del mismo «contenido» básico de separación. Por lo tanto, debemos perdonar a «todos», ya que todos - amigos o enemigos - son percibidos como estando separados de nosotros.
📘(5:1) «El propósito de la primera fase de las sesiones de práctica de hoy es colocarte en una posición desde la que puedes perdonarte a ti mismo.»
"Perdonarte a ti mismo" es de lo que trata este curso. Creo que estoy perdonando a alguien fuera de mí, pero realmente me perdono a mí mismo. De nuevo, no hace falta decir que este pensamiento es el tema central de Un Curso de Milagros. Refleja la dinámica de la proyección, donde buscamos poner en otros la culpa que no podemos aceptar dentro de nosotros mismos. Una vez que hemos proyectado la culpa, no tenemos más conciencia de su presencia continua en nuestras mentes, que para todos los propósitos ha sido olvidada debajo del «doble escudo del olvido» (W-pI.136.6: 2) - la creencia en la culpa en nosotros mismos («mente») y en otros («cuerpo»). Solo reconociendo nuestra falta de perdón hacia los demás podemos ser guiados a la falta de perdón que tenemos con nosotros mismos, y más allá de ella a la Expiación que nos conecta de regreso con el Amor que en realidad jamás hemos abandonado.
Las siguientes líneas presentan varias declaraciones que sugieren cómo podría ir nuestra práctica del día. Estas, por cierto, no deben ser tomadas como «afirmaciones» como es la práctica de muchos estudiantes de la Nueva Era. Con esto quiero decir que las declaraciones de este tipo «no» tienen que ser utilizadas para tapar el sistema de pensamiento del ego de la negatividad y del odio, sino más bien ser entendidas como símbolos de la presencia de mentalidad recta de la corrección, «hacia la cual» tenemos que llevar los pensamientos del ego:
📘(5:2-6:7) «Después que hayas aplicado la idea a todas las personas que te hayan venido a la mente, di para tus adentros:
Dios es el Amor en el que me perdono a mí mismo.
Dedica luego el resto de la sesión a añadir ideas afines tales como:
Dios es el Amor con el que me amo a mí mismo.
Dios es el Amor en el que me alzo bendecido.
El modelo a seguir en cada aplicación puede variar considerablemente, pero no se debe perder de vista la idea central. Podrías decir, por ejemplo:
No puedo ser culpable porque soy un Hijo de Dios.
Ya he sido perdonado.
El miedo no tiene cabida en una mente que Dios ama.
No tengo necesidad de atacar porque el amor me ha perdonado.
La sesión de práctica debe terminar, no obstante, con una repetición de la idea de hoy en su forma original.»
Si hacemos estos ejercicios correctamente, seremos cada vez más capaces de darnos cuenta de nuestros pensamientos de separación y de especialismo de nuestro ego y de poderlos llevar rápidamente al amor que abraza a la Filiación como una, a la misma vez que se deshacen nuestros pensamientos de culpa, miedo y ataque. Esto se reitera en el párrafo final de la lección, donde Jesús regresa a su énfasis central de usar la idea del día, así como a sus variaciones, cada vez que nos sintamos tentados a elegir al ego en lugar del Espíritu Santo:
📘(7) «Las sesiones de práctica más cortas pueden consistir ya sea en una repetición de la idea de hoy en su forma original, o en una afín, según prefieras. Asegúrate, no obstante, de aplicar la idea de manera más concreta si surge la necesidad. Esto será necesario en cualquier momento del día en el que te percates de cualquier reacción negativa hacia alguien, tanto si esa persona está presente como si no. En tal caso, dile silenciosamente:
Dios es el Amor en el que te perdono.»
Jesús nos pide, una vez más, que seamos conscientes de cualquier clase de reacción negativa, de mayor o menor importancia, y que entonces llevemos estas reacciones «a» los pensamientos sugeridos del día. De esta manera, la luz de estos pensamientos puede desvanecer la oscuridad en la cual hemos buscado escondernos. Este proceso requiere de una gran vigilancia y diligencia a medida que intentamos buscar continuamente «practicar» el instante santo (T-15.IV). Esto me recuerda de un chiste muy famoso: Alguien que está perdido en Nueva York le pregunta a otra persona cómo llegar al Carnegie Hall, el legendario auditorio de conciertos. La respuesta que le dan es: ¡Con «práctica», con «práctica», con «práctica»!"
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.