Lección 39

MI SANTIDAD ES MI SALVACIÓN. (Lección 39)
📘(1:1) «Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto?»
"Hay dos formas de responder a esta pregunta. En un nivel, y el más obvio, la respuesta es el título de la lección: lo opuesto a la culpabilidad es la santidad, y lo opuesto al infierno es la salvación. Sin embargo, como veremos en el segundo párrafo, otro opuesto a «la culpabilidad es el infierno» es que «la culpabilidad es el cielo».
📘(1:2) «Al igual que el texto para el que este libro de ejercicios fue escrito, las ideas que se usan en los ejercicios son muy simples, muy claras y están totalmente exentas de ambigüedad.»
Esto no es lo que la mayoría de los estudiantes de Un Curso de Milagros creen acerca del texto. El problema es que una vez que entiendes lo que dice el Curso, lo que significa que has dejado de lado tu culpa, especialismo e inversión en ser un individuo, lo que queda es la simple verdad. Luego lees Un Curso de Milagros en ese estado mental y es siempre tan "simple...claro y exento de ambigüedad". Lo que hace que sea difícil de entender no es el lenguaje, el verso en blanco ni ningún otro aspecto de su forma, sino tu falta de voluntad para entenderlo. Esto no pretende ser un ataque o una condena, sino simplemente un medio para ayudarte a entender por qué te resulta tan difícil de comprender, y mucho menos de practicar.
Mientras tengas una inversión en mantener tu mente oculta, en mantener tu cuerpo real y la individualidad por encima de todo, encontrarás que lo que este curso dice es terriblemente amenazador. Inevitablemente, entonces, la defensa natural contra la amenaza percibida sería oscurecer lo que está diciendo.
No puedes entender Un Curso de Milagros sin primero dejarlo entrar. Sin embargo, una vez que lo haces, encuentras que cuando lees algo que hace una semana, un mes o un año no tenía sentido, las palabras saltan de la página y están "totalmente exentas de ambigüedad". Por lo tanto, cuando Jesús dice aquí - como dice en muchos otros lugares - que su curso es simple y claro, no está siendo jactancioso ni se está burlando de ti. Simplemente está diciendo que si no te queda claro es porque estás defendiéndote contra él, una declaración hecha en el texto que originalmente fue para Helen:
“Este curso es muy claro. Si no lo ves así, es porque estás haciendo interpretaciones contra él, y, por lo tanto, no crees lo que dice. Y puesto que lo que crees determina tu percepción [una referencia a «la proyección da lugar a la percepción»], no percibes el significado del curso y, consecuentemente, no lo aceptas.” (T-11.VI.3:1-3)
📘(1:3-4) «No estamos interesados en proezas intelectuales ni en juegos de lógica. Estamos interesados únicamente en lo que es muy obvio, lo cual has pasado por alto en las nubes de complejidad en las que piensas que piensas.»
Ahí queda la idea de que son brillantes los pensamientos que pensamos que estamos pensando. Pero ya hemos aprendido que no estamos pensando en absoluto. Más bien, estos pensamientos "profundos" no son más que sombras del pensamiento de miedo que encuentra en la mente. La dinámica subyacente aquí es nuestro temor a la claridad de Un Curso de Milagros, lo que da lugar a la defensa de la complejidad. Esto hace que sus simples verdades sean inaccesibles temporalmente para nosotros.
Las enseñanzas del Curso brillan en nuestras mentes como el sol, y nos asustamos tanto de la luz que rápidamente producimos nubes, más nubes y aún más nubes. Estas defensas, que en otros lugares se describen como símbolos de la culpabilidad (T-13.IX) o "pantallas de humo" (W-pI.133.12: 3), nos "protegen" de la luz de la verdad del "sol". En el contexto de este pasaje, entonces, las nubes representan nuestras reflexiones intelectuales, todas diseñadas, bajo la racionalización de la búsqueda de la comprensión, para defenderse contra la simplicidad de las enseñanzas. Al final, la simplicidad de la verdad solo puede ser experimentada, no entendida a través del cerebro. Como Jesús explica en el texto sobre la complejidad:
“La complejidad forma parte del ámbito del ego y no es más que un intento por su parte de querer nublar lo que es obvio.” (T-15.IV.6:2)
“La complejidad no forma parte de Dios. ¿Cómo podría formar parte de Él cuando Él sólo conoce lo que es uno? Él solamente conoce una sola creación, una sola realidad, una sola verdad y un solo Hijo. Nada puede estar en conflicto con lo que es uno solo. ¿Cómo iba a poder haber entonces complejidad en Él?” (T-26.III .1 : 1-5)
📘(2:1-4) «Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto? Ésta, sin duda, no es una pregunta difícil. La vacilación que tal vez sientas al contestarla no se debe a la ambigüedad de la pregunta. Pero ¿crees acaso que la culpabilidad es el infierno?»
Ese es el problema. Creemos que la culpa es el «cielo», pero no somos conscientes de que lo hacemos. Hay una subsección de "Los obstáculos a la paz" llamada "La atracción de la culpabilidad" (T-19.IV-A.i) en la que Jesús habla específicamente de nuestra atracción para ver la culpa en otras personas. Sin embargo, es obvio que si la veo en otros es porque quiero mantenerla real en mí mismo. Ese es el problema. Creemos que la culpabilidad es el cielo y que la santidad es la condenación. En el texto, Jesús dice que nuestro temor real no es de la crucifixión sino de la redención (o santidad) (T-13.III.1: 10-11). En presencia de esta santidad - el principio de la Expiación que «es» nuestra redención - nuestro autoconcepto de individualidad desaparece: nuestro ego desaparece, al igual que nuestros problemas y sus soluciones falsas. Nada queda más que la luz de la verdad, cuya luz realmente nos asusta. Ese es el problema.
La culpa preserva la individualidad porque nos dice que nunca miremos dentro de nuestras mentes; nuestra culpa y nuestro odio hacia nosotros mismos son tan abrumadores que si nos acercamos a ellos, seremos destruidos. Así, siguiendo la estrategia del ego, que describimos en el Preludio, fabricamos un mundo y un cuerpo para ocultar la "terrible verdad" sobre nosotros mismos. Esta dinámica, que revela el verdadero propósito del cuerpo, se articula más claramente en el siguiente pasaje del texto. Ocasionalmente regresaremos a partes de ella, pero aquí está el pasaje en su totalidad. He suministrado los nombres apropiados, donde los pronombres pueden ser confusos:
“El círculo de temor yace justo debajo del nivel que los ojos del cuerpo perciben, y aparenta ser la base sobre la que el mundo descansa. Ahí [en el mundo] se encuentran todas las ilusiones, todos los pensamientos distorsionados, todos los ataques dementes, la furia, la venganza y la traición que se concibieron con el propósito de conservar la culpabilidad, de modo que el mundo pudiese alzarse desde la culpa y mantener la culpa oculta. La sombra de la culpabilidad se eleva hasta la superficie lo suficiente como para conservar las manifestaciones más externas de la culpabilidad en la obscuridad, y para causarles desesperación y mantenerlas en la soledad y en la más profunda tristeza. La intensidad de la culpa, no obstante, está velada tras los pesados cortinajes de la culpa, y así se mantiene la culpa aparte de lo que se concibió para ocultarla. El cuerpo es incapaz de ver la culpabilidad, pues surgió de la culpa para ofrecerle protección, la cual depende de que la culpa no se vea. Los ojos del cuerpo nunca verán la culpa. Pero verán lo que la culpa dicta.
El cuerpo seguirá siendo el mensajero de la culpabilidad y actuará tal como la culpa le dicte mientras tú sigas creyendo que la culpabilidad es real. Pues la supuesta realidad de la culpabilidad es la ilusión que hace que la culpa parezca ser algo denso, opaco e impenetrable, y la verdadera base del sistema de pensamiento del ego. La delgadez y transparencia de la culpa no se vuelven evidentes hasta que ves la luz que yace tras la culpa. Y ahí, ante la luz, ves la culpa como el frágil velo que es.” (T-18.IX.4-5)
Por lo tanto, no somos conscientes de que la culpa es la elección de preservar nuestra individualidad inventando pensamientos imaginarios que la equiparan con el pecado y la culpa, que merecen castigo. Todo esto está protegido por el mundo y el cuerpo, que mantiene oculto el horror de nuestra culpa. Cuando Jesús pregunta, entonces, "¿crees acaso que la culpabilidad es el infierno?", contestamos enfáticamente "No". La prueba de que hemos respondido de esta manera es que creemos que estamos aquí como cuerpos y personalidades. Jesús sabe que esto es un hecho en el universo perceptual, lo cual se hacer evidente en lo que dice a continuación:
📘(2:5-6) «Si lo creyeses [que la culpabilidad es el infierno], verías de inmediato cuán directo y simple es el texto, y no necesitarías un libro de ejercicios en absoluto. Nadie necesita practicar para obtener lo que ya es suyo.»
Esta es la respuesta de Jesús cuando dices que no puedes entender su curso; que es demasiado complicado, difícil o intrincado. Él te está diciendo que ese «no» es el problema. Al decir, una línea que ya hemos citado, "Y Dios piensa de otra forma" (T-23.I.2: 7), Jesús te dice: "Yo pienso de otra forma". El problema es que crees que la culpabilidad es el cielo, y no crees que la culpabilidad es el infierno y tu santidad es tu salvación. Claramente, Jesús no está atacando o juzgando a nadie aquí. Más bien, él te dice: “No podrás aprender este curso mientras no escuches lo que yo te estoy diciendo, y eso es que tú no deseas aprender este curso. Trae entonces hacia mí tu miedo de aprenderlo, porque yo te voy entonces a enseñar que Un Curso de Milagros te va a ayudar y no te va a herir. El amor no abandona, no traiciona, ni te crucificará, pero simplemente tienes que aceptar el Cristo que tú eres. Y este es el amor del que tienes miedo.”
Este pasaje es también una apelación a nuestra humildad. Jesús nos informa amablemente que aún somos niños espirituales, bebés en los bosques del ego que necesitan un hermano mayor y más sabio que extiende su mano amable mientras nos guía a través de ellos. Mientras nos identifiquemos con nuestro ser físico y psicológico, necesitamos Un Curso de Milagros como el medio por el cual Jesús nos guía a través de los oscurecidos matorrales del sistema de pensamiento del ego a la luz de la verdad que brilla más allá de ellos. Es sólo la arrogancia del ego la que nos hace creer que estamos más allá de la necesidad de tal ayuda.
📘(3:1-3) «Hemos dicho ya que tu santidad es la salvación del mundo. ¿Y qué hay de tu propia salvación? No puedes dar lo que no tienes.»
El mundo no es más que un espejo de lo que crees que eres; y por lo tanto la salvación del mundo y la tuya propia son dos cosas idénticas.
«Tener» y «dar», «dar» y «recibir», «tener» y «ser» - todos estos términos se igualan en el Curso (ver, por ejemplo, T-6.V), y por lo tanto son lo mismo. Si la realidad del amor, que es la «única» realidad, es perfecta unidad indiferenciada y nada más, entonces lo que «tengo» es lo que «soy» y lo que «doy» es lo que «recibo»: de nuevo - son lo mismo. Los cuatro son sinónimos de la dinámica que dice que el amor es, y que no hay nada más. En este mundo, por supuesto, «tener», «ser», «dar» y «recibir» se encuentran separados. Si te doy algo, no lo tengo. Estas oraciones, además, enfatizan la necesidad de que aceptemos la Expiación para nosotros mismos, no para alguien más. No puedo ser de ayuda para otros si sigo siendo «un sanador no sanado» (T-9.V). Las siguientes líneas dejan esto claro:
📘(3:4-5) «Un salvador tiene que haberse salvado. ¿De qué otro modo, si no, podría enseñar lo que es la salvación?»
Nada en Un Curso de Milagros tendrá sentido para ti - intelectual o experiencialmente - a menos de que te des cuenta de que todo es uno - tanto dentro del sueño del ego como en el Cielo. La culpa en tu mente errada es la misma culpa en todos. Del mismo modo, en tu mente recta: si perdonas a una persona, perdonas a todos, porque todo el mundo es lo mismo. El perdón tiene que comenzar y finalizar donde se le necesita - en nuestras mentes, porque fue ahí donde la elección original en favor de la culpa fue tomada. Ya hemos visto que a medida que aceptamos la salvación para nosotros mismos, se extiende automáticamente a través de nosotros para llegar a abrazar a la filiación como una sola.
📘(3:6) «Los ejercicios de hoy van dirigidos a ti, en reconocimiento de que tu salvación es crucial para la salvación del mundo.»
No tengo que preocuparme acerca de salvar el mundo o de aminorar una condición terrible, ya sea a nivel global o personal. Solo necesito “preocuparme” acerca de mi propia salvación, lo que significa pedirle a Jesús que me ayude a ver mis decisiones y pensamientos erróneos de otra manera.
📘(3:7) «A medida que apliques los ejercicios a tu mundo, el mundo entero se beneficiará.»
Esto, por supuesto, no tiene sentido desde el punto de vista del mundo. Por lo tanto, cuando los estudiantes se acercan a esta lección, aún pensando que son personas reales, que viven en un mundo que pueden salvar, malinterpretan la enseñanza de Jesús de que no existe el mundo, al que se le brinda atención detallada más adelante en el libro de ejercicios (por ejemplo, la Lección 132). Aquí él está enseñando que si me salvo y lo tomo como mi maestro en lugar del ego, el mundo entero también se salva.
La unicidad del mundo es un reflejo de la unicidad de nuestras mentes, ya que la unicidad permanece una consigo misma, ya que «las ideas no abandonan su fuente».
📘(4:1-2) «Tu santidad es la respuesta a toda pregunta que jamás se haya hecho, se esté haciendo ahora o se haga en el futuro. Tu santidad significa el fin de la culpabilidad y, por ende, el fin del infierno.»
Eso es lo que tememos y, por lo tanto, por qué elegimos ser impíos. Cada vez que atacamos a otro, ya sea en nuestros pensamientos, palabras o acciones, buscamos demostrar que somos impíos y que no merecemos el amor. Es muy simple. Sólo hay una motivación específica: mantenerse culpable. Si eres culpable, tienes razón y Jesús está equivocado, porque él te dice que eres santo. Esto, entonces, se convierte en la respuesta de nuestro ego a su "ataque": "¡Te mostraré! Mira lo que estoy haciendo o lo que estoy pensando. Mira lo que no estoy haciendo o lo que no estoy pensando”. Necesitas ponerte en contacto con la motivación subyacente que desea demostrar que la culpabilidad no es el infierno sino el cielo. Una vez atrapado en la vorágine de la culpa, tu sistema de pensamiento evoluciona rápidamente para que la culpa descanse otro, no en ti mismo.
Dicha proyección es el cielo del ego, ya que protege la falta de perdón a nosotros mismos (WpII.1.2) y, por lo tanto, nuestras identidades individuales y cargadas de culpa. Preservar esa identidad es la motivación última para nuestros pensamientos de juicio y ataque.
📘(4:3) «Tu santidad es la salvación del mundo, así como la tuya.»
¿Por qué? Porque son exactamente lo mismo: «las ideas no abandonan su fuente».
📘(4:4-6) «¿Cómo podrías tú -a quien le pertenece tu santidad- ser excluido de ella? Dios no conoce lo profano. ¿Sería posible que Él no conociese a Su Hijo?»
Habiendo establecido firmemente esto en el texto (por ejemplo, T-4.I.2:6,11-12; 11.8:6-7), Jesús está claramente implicando aquí que Dios no sabe acerca de este mundo. Este es un mundo no santo que proviene de un pensamiento profano, y Dios no conoce a su Hijo en un estado profano. Si lo hiciera, el estado profano sería real y la dualidad sería la verdad del Reino. Aunque el ego pudiese encontrarse atropellado al escuchar que Dios no sabe nada de acerca de él, en verdad este es el pensamiento más reconfortante de todos. Si Dios no sabe nada acerca de ti, entonces tú - el Hijo separado de Dios - no existes. Pero lo que Dios conoce eso de verdad existe: el Ser que «verdaderamente» eres.
📘(5) «Se te exhorta a que dediques cinco minutos completos a cada una de las cuatro sesiones de práctica más largas de hoy, y a que esas sesiones sean más frecuentes y de mayor duración. Si quieres exceder los requisitos mínimos, se recomienda que lleves a cabo más sesiones en vez de sesiones más largas, aunque sugerimos ambas cosas.»
Nuevamente, podemos ver como Jesús amorosamente nos anima y nos guía a que continuemos nuestra práctica. Él claramente quiere que pensemos en él y en su mensaje con la mayor frecuencia posible a lo largo del día, pero no desea que nos sintamos coaccionados, ya que la coacción simplemente refuerza el miedo.
📘(6) «Empieza las sesiones de práctica como de costumbre, repitiendo la idea de hoy para tus adentros. Luego, con los ojos cerrados, explora tu mente en busca de pensamientos que no sean amorosos en cualquiera de las formas en que puedan presentarse: desasosiego, depresión, ira, miedo, preocupación, ataque, inseguridad, etc. No importa en qué forma se presenten, no son amorosos, y, por lo tanto, son temibles. De ellos, pues, es de los que necesitas salvarte.»
Esta es una declaración sorprendente e inequívoca de que necesitas ser salvado sólo de tus pensamientos. El problema es que no somos conscientes de tenerlos porque creemos que nuestros pensamientos han alzado el vuelo y existen fuera de nosotros. Es por eso que he estado subrayando el énfasis que Jesús hace en la necesidad que tenemos de indagar en nuestras mentes. De hecho, uno de los temas más importantes de estas lecciones es la búsqueda mental de pensamientos no amorosos. Ocasionalmente, Jesús dice que busquemos pensamientos amorosos, ya que pronto aparecerán, pero en general su enfoque está en los pensamientos no amorosos, porque ellos representan el problema. Son ellos los que tenemos que llevar a la luz de la verdad. Una vez que su oscuridad quede disipada, sencillamente «quedarán» los pensamientos amorosos.
📘(7) «Todas las situaciones, personalidades o acontecimientos específicos que asocies con pensamientos no amorosos de cualquier clase constituyen sujetos apropiados para los ejercicios de hoy. Es imperativo para tu salvación que los veas de otra manera. Impartirles tu bendición es lo que te salvará y lo que te dará la visión.»
Esa es una declaración muy fuerte: "Es imperativo para tu salvación que los veas de otra manera". ¿Cómo puedes verlos de otra manera si no los ves en absoluto? Es por eso que tienes que buscar en tu mente los pensamientos no amorosos. Jesús ya te ha dicho que él comprende que tú no entiendes lo que él te está diciendo. Además, ciertamente no aceptas sus enseñanzas porque no crees que la culpabilidad sea el infierno. La idea aquí, por lo tanto, no es que pretendas que eres un estudiante maravilloso y que te creas todo en estas lecciones. Lo que te hace un estudiante maravilloso de Un Curso de Milagros es perdonarte a ti mismo por no creer todo lo que aquí se dice. Recuerda, la idea es traer tus pensamientos no amorosos al amor de Jesús para que él pueda reinterpretarlos por nosotros. Es por eso que nuestro reconocimiento y aceptación de la presencia de estos pensamientos no amorosos - en nuestras mentes - es tan esencial para nuestra curación y salvación.
📘(8) «Lentamente, sin hacer una selección consciente y sin poner un énfasis indebido en ninguno en particular, escudriña tu mente en busca de todos aquellos pensamientos que se interponen entre tu salvación y tú. Aplica la idea de hoy a cada uno de ellos de esta manera:
Mis pensamientos no amorosos acerca de _______ me mantienen en el infierno. Mi santidad es mi salvación.»
Eso es lo que Jesús quiere decir en el texto cuando dice, para citar nuevamente esta importante declaración:
“Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado contra él.” (T-16.IV.6:1)
Este aspecto de nuestro proceso del perdón es tan esencial que casi podría repetirse para cada lección. Necesitamos estar continuamente atentos a nuestros pensamientos no amorosos, con el propósito de traerlos a la Presencia del Amor que se encuentra en nuestras mentes, que gentilmente los desvanece. Nuestra tarea, nuevamente, es sencillamente buscar y encontrar estos pensamientos; la labor de removerlos es algo que le corresponde únicamente al Espíritu Santo.
El resto de la lección contiene más orientación e instrucciones para la práctica del día. Pon atención especialmente en estos recordatorios amorosos de que somos, después de todo, principiantes en esta jornada:
📘(9) «Quizá estas sesiones de práctica te resulten más fáciles si las intercalas con varias sesiones cortas en las que simplemente repites muy despacio la idea de hoy varias veces en silencio. Te puede resultar útil asimismo incluir unos cuantos intervalos cortos en los que sencillamente te relajas y no pareces estar pensando en nada. Mantener la concentración es muy difícil al principio. Sin embargo, se irá haciendo cada vez más fácil a medida que tu mente se vuelva más disciplinada y menos propensa a distraerse.»
El "Mantener la concentración" se vuelve una de las características de nuestro estadio más avanzado de aprendizaje, cuando somos capaces de pensar constantemente en Jesús y en su mensaje del perdón. El logro del mundo real, el objetivo final de Un Curso de Milagros, es el resultado de lograr mantener nuestra concentración de manera permanente - que no es otra cosa que la corrección de la mentalidad recta habiendo disuelto por completo el problema de la mentalidad errada, esto deja entonces en nuestra conciencia únicamente el recuerdo de Dios para que alboree en nuestras mentes sanadas y santas.
📘(10) «Entretanto, debes sentirte en libertad de introducir variedad en las sesiones de práctica en cualquier forma que te atraiga hacerlo. Mas no debes cambiar la idea en sí al variar el método de aplicación. Sea cual sea la forma en que elijas usarla, la idea debe expresarse de tal manera que su significado sea el hecho de que tu santidad es tu salvación. Finaliza cada sesión de práctica repitiendo una vez más la idea en su forma original y añadiendo:
Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto? »
Jesús introduce la idea de que podemos ser flexibles en nuestra práctica, un intento obvio de ayudarnos a comenzar el proceso de generalización de las lecciones específicas a «todas» las situaciones y circunstancias. Al instruirnos para que «no» cambiemos la idea, también nos presenta con delicadeza el importante tema de la forma y el «contenido»; podemos variar la forma en la cual expresamos el perdón o el amor, siempre y cuando el «contenido» siga siendo el mismo.
El párrafo final nos anima a ser cada vez más conscientes a lo largo del día, así como a aplicar la idea del día a las tentaciones de escuchar a la doctrina del ego acerca de la culpa:
📘(11) «En las aplicaciones más cortas, que deben llevarse a cabo unas tres o cuatro veces por hora o incluso más si es posible, puedes hacerte a ti mismo esa pregunta o repetir la idea de hoy, pero preferiblemente ambas cosas. Si te asaltan tentaciones, una variación especialmente útil de la idea es:
Mi santidad es mi salvación de esto.»
En la medida en que podamos responder con celeridad a las tentaciones de nuestro ego de hacernos sentir culpables y enfadados, en esa medida progresaremos hacia la meta de saber que nuestra santidad es nuestra salvación y que «somos» santos."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick .Traducción al Español por Alfonso Martinez .