Lección 36

MI SANTIDAD ENVUELVE TODO LO QUE VEO.
(Lección 36)
"Esta lección, al igual que unas cuantas de las que siguen, son extremadamente importantes, ya que exploran el tema de nuestra santidad. Al hacerlo, proporcionan la corrección obvia del pensamiento de mentalidad errada del ego, que hemos estado discutiendo en profundidad. También aclaran lo que Jesús quiere decir y no quiere decir por santidad. Otro aspecto significativo pero desafortunado de estas lecciones es que muchos estudiantes de Un Curso de Milagros han tomado su mensaje inspirador y han hecho lo opuesto, malinterpretando totalmente la enseñanza de Jesús. Por lo tanto, exploraré esa idea, entre otros temas importantes a medida que avanzamos.
📘(1:1) «La idea de hoy extiende la idea de ayer del que percibe a lo percibido.»
En la lección anterior: "Mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo ”, habíamos discutido la relación entre nuestro mundo interior y lo que percibimos que está afuera. La lección ahora cambia el enfoque del perceptor, es decir, nuestros pensamientos, a lo que percibimos afuera. Esto no es realmente un cambio, porque lo interno y lo externo son lo mismo. Lo que vemos dentro, que realmente significa lo que «pensamos» sobre nosotros mismos, es exactamente lo que creemos que estamos viendo afuera. Como ya hemos discutido, nuestra «percepción» no significa simplemente lo «que» vemos (o escuchamos, etc.), sino nuestra «interpretación» de lo que percibimos. Como siempre, el enfoque está en el «contenido» - lo que está en la mente - y nunca en la «forma» - parte del mundo físico.
📘(1:2-3) «Eres santo porque tu mente es parte de la de Dios. Y puesto que eres santo, tu visión no puede sino ser santa también.»
La implicación de esta declaración es que si somos santos dentro, lo que percibimos también debe ser santo. Si lo que percibimos no es santo - es decir, si percibimos alguna otra cosa que una expresión de amor o una petición de amor - no nos percibimos primero a nosotros mismos como santos. Por lo tanto, podemos decir si hemos elegido identificarnos con el ego o el Espíritu Santo prestando atención a nuestras percepciones; lo que percibimos siempre será un espejo directo de lo que hemos hecho realidad dentro de nosotros mismos. Un pasaje importante en el texto explica esto:
“La condenación es un juicio que emites acerca de ti mismo, y eso es lo que proyectas sobre el mundo. Si lo ves como algo condenado, lo único que verás es lo que tú has hecho para herir al Hijo de Dios. Si contemplas desastres y catástrofes, es que has tratado de crucificarlo. Si ves santidad y esperanza, es que te has unido a la Voluntad de Dios para liberarlo. Éstas son las únicas alternativas que tienes ante ti. Y lo que veas dará testimonio de tu elección y te permitirá reconocer cuál de ellas elegiste.” (T-21.in.2: 1-6)
Por eso es tan importante que estemos atentos a nuestros pensamientos. Si somos conscientes de nuestros pensamientos acerca de las personas que están «afuera» de nosotros, nos revelarán los pensamientos con los que nos hemos identificado «dentro»; nuestras relaciones especiales son, por lo tanto, el núcleo de la curación de nuestras mentes a través del perdón. Si deseas saber qué hay en la cámara después de haberla utilizado, revela la película y mira las fotos. Eso te dirá si tomaste o no una buena foto. El propósito de Un Curso de Milagros, por lo tanto, puede verse, en este contexto, como ayudarnos a reconocer que nuestras percepciones reflejan directamente lo que hemos elegido dentro. Sólo entonces, podemos elegir de nuevo.
📘(1:4-6) «"Impecabilidad" quiere decir libre de pecado. No se puede estar libre de pecado sólo un poco. O bien eres impecable o bien no lo eres.»
Este es otro ejemplo de a lo que nos hemos referido como una declaración de Nivel Uno, lo que significa que algo es totalmente verdadero o totalmente falso; no hay absolutamente ninguna transigencia entre la no dualidad y la dualidad. Declaraciones como éstas forman la base del sistema de pensamiento de Un Curso de Milagros: su metafísica no hace concesiones. O bien pecamos contra Dios al separarnos de Él; o no lo hicimos, permaneciendo así tal como Dios nos creó - uno con Aquél que es nuestra Fuente.
📘(1:7) «Si tu mente es parte de la de Dios tienes que ser impecable, pues de otra forma parte de Su Mente sería pecaminosa.»
La lógica aquí es convincente, y si aceptas la premisa básica de que Dios es la perfecta santidad, y de que cualquier cosa que provenga de Él - es decir, es parte de Él - debe compartir esa santidad, debe seguir que cualquier cosa que parezca ser pecaminosa o profana no puede ser parte de Dios, y por lo tanto no puede existir. Por esa razón, desde el punto de vista de Un Curso de Milagros, no puede haber mal. Puede haber percepciones, creencias y sueños acerca del mal; pero no el mal como algo objetivo. Si lo hubiera, significaría que una parte de Dios tiene también que ser el mal. Este es otro ejemplo de la radical postura metafísica del Curso.
📘(1:8) «Tu visión está vinculada a Su santidad, no a tu ego, y, por lo tanto, no tiene nada que ver con tu cuerpo.»
Hemos explorado brevemente este tema de nuestra mente dividida, y surgirá una y otra vez. Hay una parte ego en nuestras mentes, pero hay otra parte que es santa. La implicación que debe extraerse de la última parte de esta declaración es que nuestro cuerpo proviene de la mente errada, no de la mente recta. A menudo he dicho que nadie en su mente recta nacería en este mundo. Es solo alguien en la mente errada, huyendo de la ira percibida de Dios, quien vendría aquí. Esto no significa que el cuerpo no pueda ser usado para un propósito diferente, como ya hemos visto y lo discutiremos nuevamente; pero ontológicamente, el cuerpo es una expresión de separación, pecado y ataque.
Su finalidad de proteger la separación lo define. Del mismo modo, la dinámica de «protección» puede servir a un propósito diferente, como vemos en el siguiente párrafo donde la frase "protege tu protección" es digna de mención:
📘(2:1-2) «Hoy se requieren cuatro sesiones de práctica de tres a cinco minutos cada una. Trata de distribuirlas equitativamente y de hacer las aplicaciones más cortas a menudo para así asegurar la protección de tu proyección durante todo el día.»
La "protección" es el pensamiento del día: "Mi santidad envuelve todo lo que veo". En un sentido más amplio, por supuesto, nuestra protección es la Presencia del Espíritu Santo o Jesús. Hemos visto el paralelismo que existe entre esto y lo que Jesús menciona en el texto como la tercera lección del Espíritu Santo: “Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino” (T-6.V-C).
Esto significa mantenerse alerta en «contra» de nuestra decisión de elegir el sistema de pensamiento del ego. "Proteger la protección" requiere que estemos vigilantes a lo que estamos pensando, lo que hacemos al estar atentos a lo que estamos percibiendo. Si quiero saber lo que pienso acerca de mí mismo y de Dios, todo lo que necesito hacer es dedicar un momento a observar lo que yo pienso acerca de «ti». Esto se debe a que mis pensamientos acerca de ti - quien sea el objeto de mi especialismo en un momento dado - reflejarán directamente cómo pienso acerca de Dios y de mí mismo. Ese es el significado de “proteger la protección”, llevado a cabo bajo la guía del Espíritu Santo.
Los últimos dos párrafos tratan con instrucciones específicas para los períodos de práctica, y enfatizan la secuencia de ir primero dentro - cerrando los ojos - y luego mirar fuera - muy despacio, sin esfuerzo y sin prisas, tanto como sea posible- a las cosas específicas del mundo que nos rodea. La idea, por supuesto, es que nos identifiquemos primero con la santidad dentro - la Presencia del Espíritu Santo en nuestras mentes rectas - y entonces lo extendamos a través de nosotros para que abarque nuestras percepciones de lo que aparenta ser externo a nosotros. Las implicaciones metafísicas completas de esta lección quizás aún estén lejos de nuestra experiencia, pero estos primeros ejercicios son los peldaños - los “pequeños pasos” mencionados anteriormente descritos en la Lección 193 (13: 7) - que nos llevarán allí. Las instrucciones comienzan con la última oración del segundo párrafo:
📘(2:3-3:2) «Las sesiones de práctica más largas deben hacerse de la siguiente forma: Cierra primero los ojos y repite la idea de hoy varias veces lentamente. Luego ábrelos y mira a tu alrededor con bastante lentitud, aplicando la idea de manera específica a cualquier cosa que notes en tu ligera inspección.»
Las sugerencias para los objetos que envolvemos en nuestra santidad incluyen, una vez más, lo importante y lo poco importante; es decir: «dedos», «cuerpo», «alfombra», «pared», «silla» y «bolígrafo».
📘(3:10-4:2) «Cierra los ojos varias veces durante estas sesiones de práctica y repite la idea para tus adentros. Luego ábrelos y continúa como antes.»
Lenta y amablemente - "con el menor esfuerzo y prisa posibles" - se nos está guiando a lo largo del camino de la salvación que nos lleva del mundo externo al mundo interno, para poder entonces redescubrir nuestra santidad, la cual nuestra necesidad de especialismo buscaba negar."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.