Introducción - Repaso I

Introducción - Repaso I

“A menudo he hablado de la estructura sinfónica de Un Curso de Milagros, y generalmente me refiero al texto cuando lo hago, pero lo mismo se aplica también al libro de ejercicios. Una de las características de una obra sinfónica, especialmente las escritas en los siglos dieciocho y diecinueve, es que el movimiento de apertura tiene una «exposición» que presenta los diferentes temas, una sección de «desarrollo» que los elabora, y una «recapitulación» en la que el compositor retoma los tema, pero de una manera nueva. Esto es lo que encontramos en el libro de ejercicios.


Las lecciones 1 a 60, especialmente, demuestran la manera magistralmente sinfónica en que Jesús ha organizado su material. Las primeras cincuenta lecciones consisten en la exposición y el desarrollo de los diversos temas, y aquí en el primer repaso vuelven, pero se presentan de manera diferente. Él explica esto al final de la Introducción, como veremos en breve. Mi discusión se centrará en los temas principales de estas primeras lecciones del libro de ejercicios – el corazón de Un Curso de Milagros – y las formas en que Jesús las integra en este repaso.


En general, podemos resumir este movimiento de nuestra sinfonía así: Así como el texto comienza con su tema central – el primer principio de los milagros: “No hay grados de dificultad en los milagros” (T-1.I.1: 1) – así encontramos el tema central del libro de ejercicios en estas primeras lecciones “No hay grados de dificultad en la «percepción».”


En los primeros tres párrafos, Jesús nos enseña cómo proceder con las lecciones, y nos pide que reflexionemos sobre las ideas en el repaso ” tan a menudo como sea posible durante el día”:


📘(1:1-3:2) «Hoy comenzaremos una serie de sesiones de repaso. Cada una de ellas abarcará cinco de las ideas ya presentadas, comenzando con la primera y terminando con la quincuagésima. A cada idea le siguen un breve comentario que debes tener en cuenta al hacer tu repaso. Durante las sesiones de práctica, los ejercicios deben llevarse a cabo de la siguiente manera:


Comienza el día leyendo las cinco ideas, incluyendo los comentarios. De ahí en adelante no es necesario seguir un orden determinado al repasarlas, aunque se debe practicar con cada una de ellas por lo menos una vez. Dedica dos minutos o más a cada sesión de práctica, pensando en la idea y en los comentarios que le siguen después que los hayas leído. Haz esto tan a menudo como te sea posible durante el día. Si una de las cinco ideas te atrae más que las otras, concéntrate en ella. Sin embargo, asegúrate de repasarlas todas una vez más al final del día. No es necesario abarcar, ni literal ni concienzudamente, los comentarios que siguen a cada idea en las sesiones de práctica. Trata, más bien, de poner de relieve el punto central y de pensar en dicho comentario como parte de tu repaso de la idea en cuestión.»


Por lo tanto, vemos el énfasis continuo de Jesús en que pensemos y apliquemos estas ideas a lo largo del día. Además, notamos su insistencia en el «contenido» de la lección – su “punto central” – en lugar de su «forma». Él no está buscando que practiquemos de manera literal (es decir, compulsivamente), sino que lleguemos a aprender a generalizar el mensaje de la lección a cualquier aspecto específico de nuestro día que sea significativo.


📘(3:3-4:1) «Después de leer la idea y sus comentarios, los ejercicios deben hacerse, a ser posible, con los ojos cerrados y cuando estés solo en un lugar tranquilo. Hacemos hincapié en este procedimiento para las sesiones de práctica debido a la etapa de aprendizaje en la que te encuentras.»


Estas son dos oraciones importantes, en las que vemos que Jesús nos proporciona períodos estructurados de meditación. En “No tengo que hacer nada”, por otra parte, nos dice que este no es un curso de contemplación o meditación (T-18.VII.4). Ciertamente no está en contra de la meditación, pero eso no es parte integral del proceso de perdón. En esta Introducción, Jesús nos advierte indirectamente acerca de algo sobre lo que es más directo en el manual del maestro. (“¿Cómo debe pasar el día el Maestro de Dios?” [M-16]), que ya hemos discutido. El punto, una vez más, es que cuando tienes períodos estructurados de aprendizaje o meditación, fácilmente se convierten en rituales y dioses por derecho propio. En ese sentido, contrarrestan las enseñanzas de Jesús sobre el especialismo. Destaqué en mis disertaciones sobre las primeras cincuenta lecciones que uno de los objetivos principales de Un Curso de Milagros, bien articulado en el libro de ejercicios, es que aprendamos a generalizar. Por lo tanto, si puedes estar con Dios, pensar en Jesús o recordar la lección únicamente durante los períodos de práctica estructurada, entonces la lección está perdiendo su propósito. Es por eso que Jesús específicamente dice “en la etapa de aprendizaje en la que te encuentras”. Él está asumiendo que todos estamos comenzando en la parte más baja de la escalera, por lo que esencialmente está re-entrenando nuestras mentes desde el principio. Él nos está pidiendo que dejemos de lado todo lo que creemos saber acerca de la meditación, la contemplación, la oración y la espiritualidad y dejemos que nos enseñe de nuevo. Nuestro maestro comienza con ejercicios estructurados y muchas veces simples, pero no desea que se conviertan en objetos especiales de apego. Aunque nos encontramos en una etapa muy temprana en el libro de ejercicios, Jesús ya está emitiendo una palabra de advertencia sobre el posible mal uso de estos ejercicios.


🔹️(4:2-3) «Es necesario, sin embargo, que aprendas que no necesitas ningún ambiente especial donde aplicar lo que has aprendido. Tendrás más necesidad de tu aprendizaje en aquellas situaciones que parecen desagradables que en las que aparentan ser apacibles y serenas.»


Jesús no está diciendo que haya algo malo en arreglar las cosas externamente para que puedas estar más confortable cuando medites, simplemente él no desea que llegues a formar una relación especial con tu postura o tu respiración, con el aroma de tu incienso, la música, Un Curso de Milagros, o cualquier otra cosa. El énfasis no debe estar en modificar la situación externa para que te sientas feliz, sino en tratar de cambiar tus pensamientos para que seas «verdaderamente» feliz, independientemente de dónde te encuentres o de cuáles sean las condiciones. Nuevamente, él no está en contra de que hagas lo que sea que te ayude a relajarte, siempre y cuando estés alerta de este especialismo ritualístico que actuaría «en contra» de tu aprendizaje.


🔹️(4:4-5) «El propósito de tu aprendizaje es capacitarte para que la quietud te acompañe donde quiera que vayas, y para que cures toda aflicción e inquietud. Esto no se consigue evadiendo tales situaciones y buscando un refugio donde poder aislarte.»


Para remarcar nuevamente este importante punto, Jesús no está diciendo que no debemos meditar y tener períodos de práctica estructurados. De hecho, eso es precisamente de lo que trata esta primera parte del libro. Simplemente nos está haciendo saber que estamos en las primeras etapas de aprendizaje, y que nos llevará mucho más allá de donde estamos ahora. En este hermoso pasaje del manual para los maestros, podemos tener un vislumbre de este “mucho más allá”, dado en el contexto de aprender a practicar la justicia del Espíritu Santo:


“Entre la justicia y la verdad no existe un conflicto intrínseco: una no es sino el primer paso en dirección a la otra. El camino varía considerablemente a medida que uno avanza. Sería imposible predecir de antemano toda la magnificencia, la grandiosidad de los paisajes y los vastos panoramas que han de salir a nuestro encuentro a lo largo del recorrido. Y aun éstos, cuyo esplendor alcanza alturas indescriptibles según uno sigue adelante, no se pueden comparar con lo que nos aguarda cuando el camino termine y el tiempo finalice junto con él. Pero por alguna parte hay que comenzar. La justicia es el comienzo.” (M-19.2:4-9)


Los períodos estructurados de práctica y meditación son sólo el principio.


📘(5:1) «Ya aprenderás que la paz forma parte de ti y que sólo requiere que estés presente para que ella envuelva cualquier situación en la que te encuentres.»


La idea es que nos sentiremos en paz no solo cuando todo está tranquilo a nuestro alrededor, sino también, «y especialmente», cuando todo aparente estarse cayendo a pedazos: cuando nosotros o nuestras familias estamos siendo asolados por la enfermedad; cuando la ira y las acusaciones son desenfrenadas; y cuando nos encontramos en el medio de la culpa, la ansiedad, el terror y cualquiera de los sentimientos que forman una parte inherente de nuestras vidas. Estos son los momentos en que necesitamos pensar especialmente en Jesús y lo que él está enseñando. Obviamente, no tendría sentido desde el punto de vista del aprendizaje si pudiéramos recurrir a él y encontrar la paz cuando estuviéramos físicamente calmados. Nuestros momentos de tranquilidad son simplemente parte del programa de entrenamiento de aprender a ir adentro, de modo que una vez que nos sintamos cómodos con este proceso, podamos recurrir a la paz «cada vez» que nos encontremos recurriendo al ego en busca de ayuda, reconociendo de manera inmediata nuestra necesidad de cambiar de maestro.


🔹️(5:2) «Y finalmente aprenderás que no hay límite con respecto a dónde tú estás, de modo que tu paz está en todas partes, al igual que tú.»


Este es el objetivo final del aprendizaje: «generalizar» las lecciones y situaciones específicas en las que se nos enseña que nuestro aprendizaje se aplica a todas las relaciones, a todas las situaciones, en todo momento y en cualquier circunstancia, sin excepción. Si no existe un mundo ahí afuera, que es la premisa metafísica clave de Un Curso de Milagros, entonces el mundo se encuentra «dentro» de ti. Ahí es donde se encuentra la paz. Además, si no existe un mundo afuera de ti, ¿cómo puede afectarte? Esto es lo que necesitamos aprender, lo que hacemos a través de un estudio muy cuidadoso y de la práctica.


🔹️(6:1-3) «Notarás que, para los efectos de este repaso, algunas de las ideas no se presentan en su forma original. Úsalas tal como se presentan aquí. No es necesario volver a las lecciones originales, ni aplicar las ideas tal como se sugirió entonces.»


Observemos aquí la flexibilidad que tiene Jesús, un modelo para que «no» nos obsesionemos acerca de la «forma» de estas lecciones, y que más bien prestemos atención al «contenido» subyacente. La oración final de la Introducción ayuda a presentar de qué hablaremos a medida que avancemos en este repaso:


🔹️(6:4) «En lo que ahora estamos haciendo hincapié es en la relación que existe entre las primeras cincuenta ideas que hemos presentado hasta el momento y en la cohesión del sistema de pensamiento hacia el cual te están conduciendo.»


Para volver a decirlo, Jesús está diciendo que en estas diez lecciones de repaso, reunirá estos temas y nos mostrará cómo están integradas: “la cohesión del sistema de pensamiento”. Comprender cualquier tema o concepto en Un Curso de Milagros hará que automáticamente tu entendimiento se pueda llevar a los demás, reflejando su consistencia interna. Como acabo de mencionar, el tema predominante de estas primeras cincuenta lecciones es el de la corrección de nuestras percepciones erróneas. Hemos visto una y otra vez cuánto énfasis pone Jesús en nuestro aprendizaje de que nuestros pensamientos determinan el mundo que vemos, elaborando el principio que nos da dos veces en el texto: «la proyección da lugar a la percepción» (T-13.V.3: 5; T -21.in.1: 1). Primero miramos dentro y reconocemos con horror nuestros pensamientos de pecado, culpa y miedo, específicamente en este contexto, pensamientos de ataque y de juicio, que luego proyectamos. Estas proyecciones se convierten en la «causa» del mundo que percibimos fuera de nosotros, que en nuestra experiencia distorsionada aparece como el «efecto». Así, Jesús nos enseña que este es un curso acerca de causas y de efectos, como ya hemos visto (T-21.VII.7: 8). En otras palabras, este no es un curso para cambiar el mundo o nuestro comportamiento, sino para cambiar nuestros pensamientos, cargados de juicio y ataque.


Cuando Jesús nos dice que lo que llamamos pensar no es pensar en absoluto, es porque estamos pensando en oposición a él y a Dios. Lo que se opone a Dios y a Su amorosa Unicidad no existe. Por lo tanto, nuestros pensamientos de ataque, ansiedad y condena no existen. Sin embargo, dentro de nuestras mentes delirantes, estamos completamente seguros de que dichos pensamientos existen. Proyectamos estos pensamientos ilusorios de separación y odio, y entonces vemos un mundo que no existe porque proviene de pensamientos que en realidad no se encuentran en la mente. Por lo tanto, nuestro pensamiento es el problema, del cual tenemos que ser salvados. Así, la salvación nos enseña a corregir nuestros falsos pensamientos, eligiendo la consecuencia de la paz en lugar del conflicto. Esta declaración familiar cerca del final del texto merece otra mirada, a la que añadiremos una oración adicional:


“La salvación se puede considerar como el escape de todos los conceptos. No se ocupa en absoluto del contenido de la mente, sino del simple hecho de que ésta piensa. Y aquello que puede pensar tiene alternativas entre las que elegir, y se le puede mostrar los pensamientos que conllevan diferentes consecuencias.” (T-31.V.14:3-5)


Otro tema crucial en esta parte es el tema de la decisión, o de cambiar de mentalidad, por lo que un impulso importante de estas lecciones es ayudarnos a darnos cuenta de lo que estamos haciendo para que podamos cambiar de mentalidad e ir de pensamientos de odio y de condena a pensamientos de perdón y de paz. Cuando elegimos esos pensamientos, ellos se extienden automáticamente, y entonces hacemos la transición a lo que Jesús se refiere como la “visión”. El mundo externo no cambia necesariamente; de hecho, muchas veces no cambia en absoluto. Lo que de verdad cambia es la forma en que percibimos el mundo, lo que significa la forma en que lo interpretamos. Continuar con el proceso de perdón es lo que finalmente conduce a la visión de Cristo, o la percepción del Espíritu Santo que ve y conoce la inherente igualdad del Hijo uno de Dios.


Para resumir: Los temas centrales – hay varios temas subsidiarios que también examinaremos – son darse cuenta de la conexión entre nuestros pensamientos de ataque y el mundo que vemos; y reconocer el llamado de Jesús de que cambiemos de mentalidad y le permitamos ser la fuente de lo que vemos, logrando así una visión verdadera. De los muchos temas de estas diez lecciones de repaso, la visión es, con mucho, la más importante, como veremos ahora.”