No hay nada que temer



La lección 48 es linda, breve y dulce: "No hay nada que temer". Si Dios es la fortaleza en la que confiamos, nada en este mundo podrá jamás darnos miedo. La base del miedo es el principio de que la culpa exige castigo. Si tengo miedo, es porque primero me vi a mí mismo como culpable y débil. Si elijo a Jesús como la fuente de mi fortaleza, no soy débil ni separado, y por lo tanto no soy culpable. Si no soy culpable, no proyectaré la creencia de que seré castigado. Sin tal creencia, no puede haber miedo. Se trata del mismo proceso una vez más, todo el tiempo. Si quiero vivir sin miedo, tengo que vivir sin culpa. Si quiero vivir sin culpa, necesito que Jesús me ayude a mirarla.
Kenneth Wapnick,Ph.D
Viaje a través del Libro de Ejercicios de UCDM