KW - El Canto del Niño

La idea del niño se puede abordar de dos formas. En Un curso de milagros, ser un niño es esencialmente negativo. A un niño le dan rabietas y exige que se satisfagan sus necesidades cuando él quiere, sin preocuparse por nadie más. Jesús utiliza la frase “la limitada sabiduría de un niño” (T-29.IX.6:4), pues el niño no entiende el lenguaje de los adultos e insiste en que lo que ve y siente es la realidad. Por consiguiente, los niños viven su fantasía, pues tienen habilidad para proyectar sobre sus juguetes y hechos reales. Sin embargo, esto no es tan diferente de lo que nosotros como adultos hacemos con el mundo ilusorio. Jugamos con juguetes distintos, pero el contenido es el mismo, pues nosotros también creemos que nuestros juguetes significan algo, tanto si estamos disparando armas en una guerra como haciendo tratos de negocios o intentando deshacernos de personas que no nos agradan.
Esta es la guerra del especialismo, donde tú y yo nos enfrentamos en el campo de batalla para ver quien mata al otro primero y obtiene todo lo posible de esa victoria. En el amor especial, tratamos de canibalizarse unos a otros, sin que parezca que eso es lo que estamos haciendo. Nos sentamos, por así decirlo, a la mesa de negociaciones del ego: necesito algo de ti para compensar la carencia que hay en mí; pero sé que no me lo vas a conceder, porque tú me lo arrebataste inicialmente. Puesto que no me lo vas a devolver, tengo que pagarte por ello, lo cual tomo a mal y me produce amargura.
El regateo consiste en que te pagaré por lo que quiero de ti y, naturalmente te daré lo menos posible, y lo menos posible soy yo. Intento discernir lo que necesitas y, por supuesto, tú haces lo mismo conmigo. Así es como funcionan las relaciones en el mundo, el juego del especialismo que los niños juegan cuando están fuera del arco. Pero hay otro niño, descrito en la lección 182. Este es el Niño interno, que parece pequeño porque nuestro miedo es tan enorme. Jesús nos pide que nutramos a este Niño y que pensemos en Él como lo que llegaremos a ser cuando crezcamos, que es el resultado de vivir bajo el arco.
Necesitamos recordar que el arco representa el marco dentro del cual debemos vivir nuestro día, y en el que debemos pensar tan a menudo como podamos. Pedimos a Jesús que nos recuerde nuestra seguridad cuando estamos junto a él, pues fuera de su arco de paz somos vulnerables; lo que significa que en cualquier momento en que nos sintamos vulnerables a un huracán, a una relación abusiva, a una caída de la bolsa, a un presidente o primer ministro indiferente siempre se debe a que estamos fuera del arco y vivimos como un niño consentido que se deleita en sentirse desdichado para poder culpar a quienes lo rodean. Por eso nos hemos fabricado con un par de pulmones saludables: para poder llorar, gritar y conseguir que la gente nos preste atención.
Kenneth Wapnick
EL Arco del Perdón