T-22.III.9:3-6. Una
relación santa, por muy recién nacida que sea, tiene que valorar la santidad
por encima de todo lo demás. Cualquier valor profano producirá confusión, y lo
hará en la conciencia. En las relaciones no santas se le atribuye valor a cada
uno de los individuos que la componen, ya que cada uno de ellos parece
justificar los pecados del otro. Cada uno ve en el otro aquello que le incita a
pecar en contra de su voluntad. De esta manera, cada uno le atribuye sus
pecados al otro y se siente atraído hacia él para poder perpetuar sus pecados.
Y así se hace imposible que cada uno vea que él mismo es el causante de sus
propios pecados al desear que el pecado sea real.