L-pII.254 - Proceso del Perdón

📘(L-pII.254.2:1-2) «Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones. Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos.»
Esto es una variación de los TRES PASOS DEL PERDÓN presentados en la Lección 23. Crucial para este proceso es aprender a NO negar nuestros pensamientos del ego, ni tratar de «NO » tenerlos. En su lugar, simplemente pedimos ayuda cuando se presenten. Por lo tanto, elegimos el instante santo en el que escuchamos a Jesús instruirnos sobre la manera apropiada de mirar estos pensamientos y percepciones dementes. Cuando les observemos calmadamente, con su amor a nuestro lado, nos daremos cuenta de la insensatez de las ideas del ego. Sus ofrecimientos nunca nos darán el amor y la paz que realmente queremos, los cuales no podremos tener mientras valoremos los llamados en favor del especialismo del ego. Por lo tanto, decimos de corazón:
📘(L-pII.254.2:3-4) «No deseamos las consecuencias que nos acarrearían. Por lo tanto, no elegimos conservarlos.»
Primero debemos mirar contra qué estamos eligiendo. Este no es un curso de negación o de pretender que somos tan santos que no tenemos pensamientos del ego. Más bien, este es un curso de decir: “No soy santo, de lo contrario no estaría en este mundo. Tengo estos pensamientos del ego, pero ahora tengo el medio dentro de mi mente para verlos de otra manera.” Por lo tanto, no negamos que tenemos un cuerpo con necesidades, ni negamos el sistema de pensamiento del ego en sí. Simplemente los miramos sin juzgarnos a nosotros mismos o a cualquier otra persona, y luego felizmente los vemos desaparecer suavemente.
📘(L-pII.254.2:5-6) «Ahora se han acallado. Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle.»
“El recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena” (T-23.I.1: 1). Con la voz del ego acallada por nuestra decisión, la mente está tranquila. Y finalmente escuchamos que la Voz de Dios nos habla de Quiénes somos, mientras el recuerdo de nuestro Ser alborea dentro de la quietud de nuestras santas mentes."
Kenneth Wapnick

[254] Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.

 1. Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. No tengo otra oración que ésta: que me des la verdad. Y la verdad no es sino Tu Voluntad, que hoy quiero compartir Contigo.

 2. Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones. Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos. No deseamos las consecuencias que nos acarrearían. Por lo tanto, no elegimos conservarlos. Ahora se han acallado. Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle.