Lección 104

BUSCO ÚNICAMENTE LO QUE EN VERDAD ME PERTENECE. (Lección 104)
"Mientras Jesús continúa con su tema de la felicidad, nos habla específicamente de dejar ir lo que el ego nos ha dicho que es la verdad, porque sólo la verdad real nos hará felices.
📘(1:1) «La idea de hoy continúa con el tema de que la dicha y la paz no son sueños vanos.»
Al trabajar con Un Curso de Milagros, puede ser tentador creer que cuando Jesús habla de nuestra paz, dicha y felicidad, son palabras vanas que suenan bonitas, pero no funcionan. Sin embargo, no funcionan porque no queremos que lo hagan. Si fuéramos verdaderamente pacíficos, dichosos y felices, ya no seríamos los seres miserables y victimizados que pensábamos que éramos. Así nos sentimos atraídos a encontrar culpa en los demás, reforzando su presencia en nosotros mismos y demostrando que tenemos razón y que Jesús está equivocado.
🔹️(1:2-5) «Tienes derecho a ellos por razón de lo que eres. Te llegan procedentes de Dios, Quien no puede dejar de darte lo que Él dispone. Pero primero tiene que haberse preparado un lugar donde recibir Sus dones. Pues éstos no son bien acogidos por la mente que ha aceptado los regalos que ella misma fabricó allí donde sólo a los de Dios les corresponde estar.»
Esta condición - "Pero primero tiene que haberse preparado un lugar" - no es algo que Dios ordena, una condición a la que debemos adherirnos, de lo contrario Él no nos amará. El hecho es que no podemos saber que somos el hijo amado de Dios cuyos pecados son deshechos siempre y cuando atesoremos los regalos que hemos fabricado. En otras palabras, la responsabilidad vuelve a nosotros, un tema enunciado una y otra vez en esta lección. Es breve, pero lo que aparece repetidamente en la lección es que para que experimentemos la verdad, primero debemos dejar de lado lo que creíamos que era la verdad. Un Curso de Milagros nos ayuda así a restaurar a la mente su poder de haber elegido contra Dios, a darnos cuenta del error y a corregirlo al elegir a Jesús como nuestro maestro. Su amor nos enseña a llevar nuestra ilusoria imagen de nosotros mismos a la verdad de lo que somos: el santo Hijo de Dios.
Jesús continúa con el mismo pensamiento:
📘(2:1) «Hoy queremos deshacernos de cuanto regalo inútil nosotros mismos hayamos fabricado y depositado ante el santo altar donde sólo a los dones de Dios les corresponde estar.»
Jesús no puede darnos los dones de amor de Dios hasta que primero le demos los nuestros de pecado, culpa y especialismo. Intercambiamos los regalos que fabricamos por el amor que él nos ofrece. Él no puede tomarlos de nuestras manos, porque es nuestra responsabilidad dárselos. Es por eso que el perdón no es algo que hacemos, como tampoco el perdón es algo que Jesús hace; lo hacemos juntos. Esto significa que debemos traerle - nuevamente en el lenguaje de las páginas finales del texto - nuestros "pecados secretos y odios ocultos" (T-3 1.VIII.9: 2). Otro pasaje encantador de "Los Regalos de Dios" expresa el llamado de Jesús:
“Abre tus manos, y dame todas las cosas que has sostenido contra tu santidad y que has mantenido como una calumnia contra el Hijo de Dios....Dame estas cosas sin valor en el instante en que las veas a través de mis ojos y entiendas su costo...Los tomo de ti gustosamente, colocándolos al lado de los dones de Dios que Él ha ubicado sobre el altar de Su Hijo. Y estos te doy para que ocupen el lugar de los que me das con misericordia de ti mismo. Estos son los regalos que pido, y sólo estos. Porque cuando los pones de lado, te acercas a mí, y yo entonces puedo venir a ti como salvador. Los dones de Dios están en mis manos, para dárselos a cualquiera que quiera intercambiar el mundo por el Cielo. Sólo necesita invocar mi nombre y pedirme que acepte el regalo de dolor de manos dispuestas que quieran depositarlo en las mías...En mis manos está todo lo que deseas y necesitas, y esperas encontrar entre los destartalados juguetes de la tierra. Los tomo todos de ti y han desaparecido. Y resplandeciendo en el lugar donde una vez estuvieron, hay una puerta de entrada a otro mundo a través de la cual entramos en el Nombre de Dios.” (Los Regalos de Dios, pp. 118, 119).
El resto de este párrafo es una elaboración de los dones de Dios para nosotros, sostenidos para nosotros por el amor de Jesús:
🔹️(2:2-3) «Sus dones son los que en verdad son nuestros. Sus dones son los que heredamos desde antes de que el tiempo comenzara, y los que seguirán siendo nuestros después de que el tiempo haya pasado a ser eternidad.»
Estos son los dones de nuestra vida como Cristo: amor, libertad sin impedimentos, creación y vida eterna.
🔹️(2:4) «Sus dones son los que se encuentran en nosotros ahora, pues son intemporales.»
Jesús es la presencia dentro de nuestras mentes soñadoras que nos recuerda que la verdad está ahí, aunque hayamos huido de ella. Nuestro libre albedrío dentro del sueño tiene poder «únicamente» dentro del sueño. Los dones de Dios permanecen afuera, donde el ego no tiene ningún poder:
“El Reino está perfectamente unido y perfectamente protegido, y el ego no prevalecerá contra él.” (T-4.III.1:12)
🔹️(2:5-6) «Y no tenemos que esperar a que sean nuestros. Son nuestros hoy.»
El cristianismo tradicional, así como otras religiones, enseña que ahora sufrimos para recibir el Amor de Dios en el más allá como recompensa por nuestro sacrificio. Como sabemos, un tema importante en Un Curso de Milagros es que la salvación es ahora, ya que no hay futuro para el que haya que prepararse:
“Sin embargo, la salvación «es» inmediata…Pues el milagro es algo que es «ahora». Se encuentra ya aquí, en gracia presente, dentro del único intervalo de tiempo que el pecado y el miedo han pasado por alto, pero que, sin embargo, es el único tiempo que hay.
Llevar a cabo la corrección en su totalidad no requiere tiempo en absoluto.” (T-26.VIII.3:1; 5:8-6:1)
Es sólo nuestra culpa, nacida «del pasado», la que exige que le paguemos a Dios en el "«presente»" por la esperada promesa de salvación «futura». Sin embargo, Jesús, felizmente nos dice que no debemos esperar los regalos del Cielo (W-pI.131.6: 1); necesitamos simplemente aceptarlos ahora.
📘(3:1) «Elegimos, por lo tanto, tenerlos ahora, sabiendo que al elegirlos en lugar de lo que nosotros mismos hemos fabricado, no estamos sino uniendo nuestra voluntad a la de Dios y reconociendo que ambas disponen lo mismo.»
Jesús nuevamente enfatiza el papel de nuestras mentes para elegir. El enfoque no está en los maravillosos dones, porque no significan nada si no sabemos que podemos elegirlos. El propósito de Un Curso de Milagros es ayudarnos a elegir estos dones eligiendo contra los pobres substitutos del ego. Las palabras que describen estos dones son encantadoras y reconfortantes, pero no sirven de nada mientras no estemos conscientes de nuestro miedo. Así, Jesús nos recuerda que tenemos miedo del amor, y enseña que es la atracción a este miedo, que nace de la necesidad de preservar nuestra individualidad, lo que mantiene los dones de Dios separados de nosotros. Una vez conscientes de esta decisión de tener miedo, podemos deshacer nuestro error y elegir de nuevo, lo que refleja el reconocimiento de que nuestra voluntad y la de Dios son una.
🔹️(3:2-4) «Nuestros períodos de práctica más prolongados de hoy, los cinco minutos que cada hora le dedicamos a la verdad para tu salvación, deben comenzar con lo siguiente: Busco únicamente lo que en verdad me pertenece, y la dicha y la paz son mi herencia. Deja a un lado entonces los conflictos mundanos que ofrecen otros regalos y otros objetivos que sólo pueden perseguirse en un mundo de sueños y que se componen de ilusiones, de las cuales dan testimonio.»
Recuerda, Jesús no dice que nos quitará nuestros conflictos. Más bien, tenemos que dejarlos de lado, lo que significa mirar nuestra necesidad de estar en conflicto y dolor: culpables, enojados y deprimidos. Estos son la atracción secreta del ego, y es nuestra responsabilidad elegir atracciones diferentes a las del especialismo, los "otros regalos" ofrecidos por el mundo. Ahora elegimos practicar los ejercicios que restaurarán a nuestra conciencia los verdaderos dones de dicha y paz - nuestra herencia - que felizmente nos esperan.
Jesús continúa reiterando el mismo punto:
📘(4:1) «Dejamos todo esto a un lado y, en su lugar, buscamos aquello que verdaderamente es nuestro cuando pedimos poder reconocer lo que Dios nos ha dado.»
La única manera en que pido ayuda de manera significativa para reconocer el don amoroso de Dios es decir que estoy dispuesto a dejar de lado el especialismo que puse en su lugar. Eso es lo que Jesús quiere decir más adelante en el libro de ejercicios cuando habla acerca de la paz de Dios: “Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo.” (W-pI.185.1: 1-2). Si soy serio en cuanto a querer estar con Jesús y experimentar su amor, debo estar dispuesto a dejar de lado las exigencias de mi especialismo. O ciertamente, como un primer paso, tengo que estar dispuesto a reconocer que estas «son» las exigencias del especialismo, cuyo propósito es mantener alejado el amor del Cielo. Esto garantiza que no me engaño a mí mismo pensando que realmente quiero el amor de Jesús. Podría decirle, por ejemplo: “Todavía no quiero tu amor; tal vez mañana, pero por ahora quiero mi especialismo. Es lo primero”. Al menos esa es una declaración honesta, lo que significa que no habrá culpa. Sin culpa, dejo abierta la puerta de mi mente para que Jesús entre y me ayude. Él dice lo mismo en la siguiente oración:
🔹️(4:2) «Despejamos en nuestras mentes un santo lugar ante Su Altar, en el que Sus dones de paz y felicidad son bien recibidos y al que venimos a encontrar lo que Él nos ha dado.»
El altar son nuestras mentes. Siempre que Jesús use este término, piensa en él como el tomador de decisiones, el cual puede elegir que su mente sea un altar que gotea sangre - cuando elige adorar al ego - o uno que irradia el amor y la luz de Dios cuando elige a Jesús como su maestro. Por lo tanto, nos está pidiendo que despejemos nuestras mentes al traerle el desorden - nuestra creencia en el pecado, la culpa, el secretismo y la vergüenza - para que la luz de su amor pueda desvanecerlo. Así nuestras mentes, purificadas del pecado, se convierten en los santos recordatorios de la gozosa luz de Cristo que es nuestra verdadera y única realidad:
“El más santo de los altares se erige donde una vez se creyó reinaba el pecado. Y a él vienen todas las luces del Cielo, para ser reavivadas y para incrementar su gozo. Pues en este altar se les restituye lo que habían perdido y recobran todo su fulgor.” (T-26.IV.3:6-8)
🔹️(4:3-4) «Venimos llenos de confianza hoy, conscientes de que lo que Él da es lo que en verdad nos pertenece. Y ya no deseamos nada más, pues no hay nada más que en verdad nos pertenezca.»
Jesús nos dice una vez más que para tener los dones de Dios y aceptar Su amor y verdad, debemos dejar ir todo lo demás que deseamos. No podemos tener amor sin dejar de lado nuestra inversión en el miedo, el sufrimiento y el especialismo.
Jesús cierra la lección repitiendo lo que ya ha dicho seis, siete y ocho veces en esta breve lección:
📘(5:1-2) «De esta manera, despejamos hoy el camino para Él, al reconocer simplemente que Su Voluntad ya se ha cumplido y que la dicha y la paz nos pertenecen por ser Sus eternos dones. No nos permitiremos perderlos de vista entre cada uno de los períodos en que venimos a buscarlos allí donde Él los depositó.»
Tenemos el poder de perder de vista estos dones al ser atraídos por el regalo del especialismo. Sin embargo, el poder es también nuestro para despejar de nuestras mentes los impedimentos del ego a la verdad. Así dedicamos este día a la práctica que acercará cada vez más el momento en que se hará la elección irrevocable en favor de la paz y la dicha.
🔹️(5:3-5) «Traeremos a la memoria el siguiente recordatorio tan a menudo como podamos: Busco únicamente lo que en verdad me pertenece. Lo único que quiero son los dones de dicha y paz de Dios.»
Cuando nos sintamos tentados durante el día a no ser alegres y pacíficos, en lugar de culparnos a nosotros mismos o a cualquier otra persona, deberíamos darnos cuenta: "Me atrae sentirme molesto porque no quiero recordar la gloriosa verdad de Quién soy. El brillo de mi individualidad es la causa de mi angustia.” Cuando miremos la situación con claridad, no tendrá ningún sentido en absoluto. La elección original de ser un individuo, nos dijo el ego, era hacernos felices, pero ahora vemos que el sistema de pensamiento del ego no nos hizo felices en absoluto; todo lo contrario. Nuestros ojos se abren, vemos la conexión causal entre nuestra decisión y nuestra miseria: sentirnos molestos es el «efecto», y la creencia de que estar por nuestra cuenta nos haría felices es su «causa». Finalmente somos conscientes de que nuestra elección en favor del ego reflejaba el pensamiento demente que nos impedía buscar al otro Maestro. Por lo tanto, estamos agradecidos por haber estado equivocados y por aprender que hay Uno que tiene razón, a medida que gustosamente reclamamos los dones de dicha y paz que son nuestra verdadera herencia como Hijo de Dios."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.