La Verdadera Empatía - 10 de 23

La Verdadera Empatía - PARTE X: Comentarios sobre la Sección "El acuerdo a unirse" (T-28.III) ~ (10 DE 23) por el Dr. Kenneth Wapnick.
"(Párrafo 2 - Frases 1-2) «Ninguna mente puede estar enferma a menos que otra mente esté de acuerdo en que están separadas. Por lo tanto, su decisión conjunta es estar enfermas.»
Obviamente, esto no tiene sentido para nadie que crea que este mundo es real. Esto sólo tiene sentido cuando podemos dar un paso atrás y elevarnos por encima del campo de batalla, por encima del mundo del cuerpo, y contemplar todo desde ese punto en la mente donde el amor y la verdad de Jesús están con nosotros. Entonces podemos darnos cuenta de que la enfermedad no tiene nada que ver con el cuerpo. La enfermedad es la decisión de estar separados. Como he estado diciendo, estas líneas nos ayudan a entender y apreciar cuán radical es este sistema de pensamiento. Toda enfermedad -de hecho, todo lo del cuerpo- es de la mente, porque no hay nada en el cuerpo.
La tentación siempre es unirse a la enfermedad de la persona -- tratamos de hacer que la enfermedad o el dolor físico o psicológico desaparezcan. Esto es tan loco como estar sentado en un cine viendo una película, cuando de repente algo sale mal con la película, de modo que lo que está en la pantalla empieza a subir y bajar, y todo el mundo corre hacia la pantalla para tratar de arreglar el problema en la pantalla. No hay ningún problema en la pantalla. No hay nada en la pantalla. El problema está en el proyector o en el rollo de película. Ahí es donde hay que ir para arreglar lo que está mal con lo que estamos viendo fuera de nosotros mismos. Bueno, cuando corremos a ayudarnos unos a otros tratando de arreglar un problema físico, es igual de loco. Ya sea un problema del cuerpo, o de una respuesta emocional, o de algo externo, lo que estamos haciendo es tan loco como correr hacia una pantalla de cine y tratar de arreglar lo que está mal.
Todo lo que vemos en la pantalla es una proyección de lo que está mal en el proyector o en el rollo de película. De manera similar, lo que estamos viendo en el cuerpo enfermo de alguien es una imagen o una proyección de lo que está mal en la película de culpabilidad que atraviesa la mente. Básicamente estamos viendo una decisión equivocada de identificarnos con el ego en vez del Espíritu Santo. Y sin embargo, nos apresuramos continuamente a la pantalla para tratar de calmarnos y consolarnos mutuamente y solucionar el problema aquí. Queremos poner una bandita (curita, tirita) en la pantalla, o en el cuerpo, en lugar de volver a la fuente del problema en la mente.
(Párrafo 2 - Frase 3) «Si te niegas a dar tu conformidad y aceptas el papel que juegas en hacer que la enfermedad sea real, la otra mente no podrá proyectar su culpabilidad, ya que no has colaborado en dejar que se perciba a sí misma como separada y aparte de ti.»
El papel que jugamos en hacer que la enfermedad se haga realidad es el de volvernos hacia el ego en vez de hacia el Espíritu Santo. En el momento en que soltamos la mano de Jesús y nos unimos al ego, nos enfermamos. Debe ser uno o el otro -- si soltamos su mano, tomamos la del ego; si soltamos la del ego, tomamos la de él. En el momento en que soltamos su mano, estamos enfermos. Nuestros cuerpos pueden no reflejar esa elección inmediatamente - todos somos muy buenos negando toda la angustia que viene de nuestra creencia de que estamos separados del Amor de Dios. La enfermedad es nuestra creencia de que estamos solos y que podemos manejar las cosas a nuestra manera.
Esto no significa que, desde tu punto de vista, no puedas seguir proyectando tu culpa sobre mí. Pero si no lo tomo en serio, si no dejo que me afecte o me robe el Amor y la paz de Dios, la proyección no va absolutamente a ninguna parte. Básicamente esto es lo que Jesús hizo por nosotros en el mundo. Otros proyectaron salvajemente sobre él, pero como no se lo tomó como algo personal, no hizo que sus aparentes ataques fueran reales. No dejó que lo que ellos hacían afectara su realidad y su recuerdo de quién era como hijo de Dios. No tuvo ningún efecto.
Esa es básicamente la forma en que el Curso describe cómo funciona el perdón -nosotros nos mostramos mutuamente que la causa aparente no ha tenido ningún efecto. Cuando me atacas y me enojo o me siento herido, te digo: "Tu pecado contra mí es la causa de que esté tan molesto. Y al ver lo molesto que estoy, al ver lo herido que me has hecho sentir, deberías sentirte culpable por lo que has hecho". En otras palabras, una vez más: “Mírame hermano, por tu culpa muero” (T-27.I.4,6).
Mi muerte -ya sea una muerte física real o la "pequeña muerte" a la que el Curso se refiere como enfermedad (T-27.I.4:8), o simplemente estar ligeramente molesto- es mi manera de decirte: "Mira los efectos miserables de lo que has hecho. Deberías sentirte culpable en consecuencia."
Se nos pide que nos demostremos los unos a los otros que nuestros aparentes pecados contra los otros no han tenido ningún efecto. Sin importar lo que hayas hecho, mi amor por ti no ha cambiado. Sin importar lo que hayas hecho o dejado de hacer, la paz de Dios dentro de mí todavía está presente. No me la has quitado.
En ese momento, sin importar lo que hayas hecho -tanto si has intentado atacarme conscientemente como si no- te muestro que no ha tenido ningún efecto. Esto significa que tu proyección no va a ninguna parte y no estoy reforzando tu sistema de pensamiento. Al contrario -- te estoy mostrando que hay otro sistema de pensamiento en la mente. Al elegir ese sistema de pensamiento para mí mismo, estoy reforzando la parte de tu mente que puede hacer la misma elección. Una vez más, Jesús hizo eso por todos nosotros, y nos pide simplemente que manifestemos esa elección tanto como podamos, el uno para el otro y para cada uno de nosotros.
(Párrafo 2 - Frases 4-6) «De este modo, ninguna de las dos percibe el cuerpo como enfermo desde diferentes puntos de vista. Unirte a la mente de un hermano bloquea la causa de la enfermedad y sus percibidos efectos. La curación es el efecto de mentes que se unen, tal como la enfermedad es la consecuencia de mentes que se separan.»
Esto básicamente está hablando sobre lo que sucede dentro de la mente individual. La causa de la enfermedad es la percepción, o la creencia, de estar separados. Una vez que definimos eso como la causa de la enfermedad, entonces la curación -el deshacimiento de la enfermedad- debe ser la unión. Si empezamos por entender que la enfermedad viene de separarse del Amor de Dios, entonces la sanación viene de unirse con el Amor de Dios.
Invariablemente, cuando me separo del Amor de Dios, suelto la mano de Jesús, y digo que se está acercando demasiado, proyecto la responsabilidad de eso sobre ti. Así que no me experimento «a mí mismo» como separado de Dios, te experimento a ti como si me hubieras quitado ese Amor de Dios. Ahora no sólo estoy separado de Dios, también estoy separado de ti por lo que has hecho. Ahí es donde está mi atención, así que ahí es donde tengo que empezar. El perdón dice que lo que pensé que me hiciste «no» me lo hiciste a mí. Estoy enfermo por una decisión que tomé, no por algo que tú has hecho. En mi mente, acepto que tú y yo somos hermanos o hermanas en Cristo, que no estamos separados. Al librarte del problema -- reconozco que no eres la causa de mi angustia, «yo» lo soy -- estoy diciendo que tú y yo ya no estamos separados. Habiendo deshecho la separación que puse entre tú y yo, lo que queda es la unicidad y la unión que ya estaba allí.
Recuerden, no nos unimos de manera activa, porque ya estamos unidos. Eliminamos la creencia en la separación que mantiene esa unión separada de nuestra conciencia. Al decir que no eres responsable, me uno a ti. Lo que me permite hacer eso es que en otra parte de mi mente me he vuelto a unir con Jesús o el Espíritu Santo -no puedo unirme a ti ni perdonarte sin antes unirme a ellos.
Una vez más, la causa de la enfermedad es la separación del Espíritu Santo, que se expresa en mi separación de ti. El efecto de eso es que estoy enfermo. Cuando la causa se elimina mediante la unión, el efecto es lo que llamamos sanación. La mayor parte del tiempo el Curso habla de la curación como un efecto, lo que significa que me siento diferente. Pero la verdadera curación no es del cuerpo; la verdadera curación es de la mente que ha estado separada.
(Párrafo 3 - Frase 1) «El milagro no hace nada precisamente «porque» las mentes están unidas y no se pueden separar.»
Esto indica claramente que el milagro literalmente no hace nada porque ya somos uno. No tenemos que unirnos unos a otros. No tenemos que unirnos a otros grupos de personas. No tenemos que unirnos al planeta. No tenemos que hacer ninguna de estas cosas, porque ya estamos unidos. Simplemente aceptamos la unión que existe. Lo que nos permite aceptarlo es reunirnos con el Amor de Dios. Cuando nos identificamos con ese Amor interior, automáticamente recordamos que estamos unidos con todos los demás. Así que el milagro simplemente deshace el obstáculo que mantuvo nuestra verdadera unión oculta de nosotros.
(Párrafo 3 - Frase 2) «En el sueño, no obstante, esto se ha invertido, y las mentes separadas se ven como cuerpos, los cuales están separados y no pueden unirse.»
En otras palabras, todo esto es un sueño. Y, por supuesto, el ego ha cambiado todo. Comenzamos por separarnos de Dios y del Espíritu Santo, y luego tomamos esos pensamientos de separación, los proyectamos en un mundo, hecho para estar separados, y experimentamos a todos los demás como separados de nosotros. Los pensamientos separados en la mente, que comenzaron con el pensamiento de estar separados de Dios, se "encarnan" en un cuerpo, y todos los cuerpos parecen estar separados.
(Párrafo 3 - Frase 3) «No permitas que tu hermano esté enfermo, pues si lo está, ello quiere decir que lo dejaste a merced de su propio sueño al compartirlo con él.»
Esto no significa que yo físicamente te impida estar enfermo. Está diciendo, en cambio, que no debería permitir que te enfermes en mi mente haciendo que tu error sea real. Si crees que estás enfermo, y yo reacciono ante ti como si estuvieras enfermo, lo que significa que en mi mente permito que tu enfermedad perturbe mi estado de paz, entonces me vuelvo tan enfermo como tú. Te estoy diciendo que tienes razón.
(Párrafo 3 - Sentencia 4) «Él no ha visto dónde reside la causa de su enfermedad, y tú has ignorado la brecha que os separa, que es donde la enfermedad se ha incubado.»
La primera parte de la frase dice que si crees que estás enfermo, es porque has olvidado que la causa de la enfermedad está en tu mente. Crees que estás enfermo debido a un germen o algo que ha ocurrido dentro de tu cuerpo, olvidando dónde está realmente la enfermedad. La enfermedad reside en la brecha.
La segunda parte habla de la brecha, que es una frase importante en esta parte del texto. La pequeña brecha es la brecha que percibimos entre nosotros mismos y Dios. Esta pequeña brecha es la causa de la enfermedad, porque hemos hecho que la brecha sea real. Hemos dicho que realmente hay una brecha; que realmente hay una separación entre Dios y yo. Eso se expresa de manera secundaria, luego como una brecha entre el Espíritu Santo y yo.
Así que primero tuve la "diminuta y alocada idea" de estar separado de Dios. Entonces me separé de la Voz del Espíritu Santo que es el recuerdo del Amor de Dios, diciendo: "No, eso no es lo que parece. No es un recuerdo de amor; es realmente un recuerdo de odio e ira, y yo debería estar separado de él". Es la percepción de una brecha lo que he hecho realidad. Así que cuando proyecto ese pensamiento en un mundo, invento un mundo lleno de brechas, como la brecha entre tu cuerpo y el mío. Eso es lo que hacen los cuerpos, se separan, y por eso hay brechas en todas partes. Todo el cosmos está compuesto de brechas -- el espacio vacío entre las estrellas y los planetas; las brechas hechas por la tierra y el agua en el planeta tierra; y lo más importante, las brechas entre nosotros mismos. Así que la enfermedad y los cuerpos mantienen nuestra percepción de que la brecha es real.
Cuando me identifico con tu enfermedad, estoy ignorando la brecha en mi mente, y en vez de eso la veo en el mundo. Estoy diciendo que hay una brecha entre tu cuerpo y el mío. Pero la brecha no existe en absoluto. La brecha no es entre cuerpos porque no hay cuerpos. La brecha está en mi mente. Sin embargo, en lugar de mirar la brecha en mi mente, la veo entre nosotros, que, de nuevo, es exactamente lo que el ego quiere que yo vea. El ego no quiere que perciba la separación entre Dios y yo como el problema. Quiere que perciba el problema dentro de mi cuerpo.
La enfermedad no ha sido incubada en el cuerpo. La enfermedad no es el cáncer o el virus del SIDA que está carcomiendo mi cuerpo. La enfermedad se incuba en la pequeña brecha en mi mente. Pero el ego quiere que me aleje lo más posible de esa brecha. Si vuelvo a donde está la brecha, también escucharé la Voz del Espíritu Santo y me daré cuenta, finalmente, que esta Voz es mi amigo, no el enemigo. El propósito del ego es alejarnos lo más posible de la mente.
(Párrafo 3 - Frase 5) «De esta forma, os unís en la enfermedad para dejar sin sanar la diminuta brecha donde se protege celosamente a la enfermedad, donde se estima y donde se sustenta por una firme creencia, no sea que Dios venga y la salve con un puente que conduzca hasta Él.»
Esta frase expresa sucintamente todo el sistema de pensamiento del ego con su propósito de mantener a Dios alejado. La pequeña brecha entre nosotros y Dios que percibimos como tan real ya ha sido deshecha y salvada por el Espíritu Santo, el recuerdo del Amor de Dios. Si nos identificamos con ese Amor, lo recordamos y entonces la brecha pequeña desaparece. El ego quiere mantener el deshacimiento lo más lejos posible de nosotros. Es por eso que inventa toda esta historia, diciéndonos que Dios está enojado e iracundo, y que no queremos estar cerca de Él.
Repito, la enfermedad nos ayuda a mantener la pequeña brecha sin sanar, porque la enfermedad mantiene nuestra atención en el cuerpo y lejos de la mente donde está la brecha. La brecha se percibe entre dos cuerpos separados, o dentro de mi propio cuerpo cuando mi cuerpo no funciona bien. El propósito de la enfermedad, como la ira o cualquier otra cosa en el mundo, es distraernos de donde está realmente el problema. Lo elegimos porque no queremos que Dios venga.
(Párrafo 3 - Sentencia 6) «No te opongas a Su llegada combatiéndolo con ilusiones, pues Su llegada es lo que deseas por encima de todas las cosas que parecen titilar en el sueño.»
Jesús dice: "Deja de defender la idea de que tienes razón. Deja de intentar convencerte de que yo estoy equivocado y tú tienes razón. Sólo escucha lo que te estoy diciendo -- todo lo que hagas en este mundo es una ilusión, diseñada para mantener el Amor de Dios lejos de ti. Y sin embargo quieres el Amor de Dios más que nada en el mundo. Nada de lo que brilla o titila en este mundo, nada de lo que te atrae aquí vale la pena desechar el Amor de Dios". Cuanto más podamos entender que, cuando estamos enojados o enfermos, o cuando nos compadecemos de la gente que está enferma, estamos tomando la decisión de mantener el Amor de Dios lejos de nosotros, menos lo haremos.
En otras palabras, el propósito del Curso es restaurarnos la idea de que tenemos una elección entre milagros y asesinatos, como dice el texto (T-23.IV.5:5-6). Tenemos una clara elección entre ser miserables y ser felices, entre estar con Dios en el amor o estar fuera del Cielo en el dolor. El problema es que no sabemos que tenemos elección. La única elección que creemos que tenemos es mata o te matarán (M-17.7:11). El ego nos permite experimentar sólo una elección -- ¿me matan a mí primero o te matan a ti primero? Esto termina, por supuesto, no siendo una gran elección, porque incluso si gano ahora, en algún momento mi cuerpo va a morir, y Dios tendrá la última palabra. Esa es la única elección que creemos que tenemos.
El único propósito del milagro es restaurarnos la conciencia de que tenemos otra elección. Sin importar cuál sea mi problema -puede que esté enfermo, molesto, enojado, o que sienta que me estoy volviendo crítico, que puedo estar deprimido, o que puedo estar haciendo que tus problemas sean reales, lo cual sólo haría porque quiero hacer que mis problemas sean reales. Pero si puedo tener claro que estoy usando mi problema para mantener alejado el amor de Jesús, entonces no lo haré más. El Curso pone un fuerte énfasis, como parte de todo su proceso, en desarrollar una relación personal con Jesús o el Espíritu Santo. Quiero poder decirle a Jesús, sin juzgarme ni juzgar a nadie, "Te has acercado demasiado. Tengo que alejarte. Y la forma en que te alejo es enfermarte, enojarme, deprimirme, cometer errores estúpidos, hacer que la gente se enoje conmigo, caerme de bruces, etc. Lo he hecho porque estabas demasiado cerca y tenía miedo de ser feliz". Eso es lo que deshace las semillas de la enfermedad, porque la enfermedad se está enconando justo aquí en mi elección de separarme de Jesús y elegir al ego en su lugar. La enfermedad no tiene nada que ver con el mundo o el cuerpo. No tiene nada que ver con tu cuerpo o el mío."

~ Extractos del taller realizado en la Fundación para Un Curso de Milagros, Temecula CA, Kenneth Wapnick, Ph.D.