La Verdadera Empatía - 14 de 23

La Verdadera Empatía - PARTE XIV: Comentarios sobre la Sección "La unión mayor" (T-28.IV) (cont.) ~ (14 DE 23) por el Dr. Kenneth Wapnick.
"(Párrafo 2 - frase 1) «Hay un modo de encontrar certeza aquí y ahora.»
A pesar de toda la incertidumbre de este mundo, a pesar de lo que parece ser el hecho de que nuestra felicidad depende de otras personas y circunstancias más allá de nuestro control, todavía es posible tener certeza aquí mismo. Pero la certeza significa que debemos desviar nuestra atención del mundo y darnos cuenta de que podríamos estar seguros y en paz todo el tiempo si así lo decidimos. Esa es nuestra elección y nuestra responsabilidad. Nadie puede quitarnos eso.
(Párrafo 2 - Frases 1-2) «Hay una manera de encontrar certeza aquí y ahora. [Y esta es la manera:] Niégate a ser parte de ningún sueño de miedo, sea cual sea su forma, pues si lo haces perderás tu identidad en ellos.»
Lo importante aquí no es que lo hagamos perfectamente, porque está claro que no es algo que vayamos a hacer perfectamente de inmediato. Pero queremos ser conscientes, al menos, de que si nos encontramos alterados cuando un ser querido está alterado o enfermo o herido, que nuestra alteración no proviene de lo que le está sucediendo a esa persona. Incluso si no podemos evitar sentir lo que estamos sintiendo, al menos podemos reconocer que no estamos alterados por la razón que pensamos. Estamos alterados porque nos asustamos del hecho de que nuestra realidad es realmente espíritu, que nuestra realidad es algo que ambos compartimos, y nada de lo que sucede a nivel del cuerpo puede afectar eso. No se nos pide que hagamos esto perfectamente, pero se nos pide que reconozcamos al menos de dónde viene la angustia.
(Párrafo 2 - Frase 3) «La manera de encontrarte a ti mismo es negándote a aceptar tales sueños como tu causa, o como que tienen efectos en ti.»
"Ellos" (por el original en inglés: “by not accepting ►them◄” - “es negándote a aceptar tales” ) se refiere a los sueños de miedo de la frase anterior. Esta es la manera en que encontramos quienes somos y recordamos nuestra Identidad como Cristo. En otras palabras, nuestro bienestar, nuestra identidad propia, nuestra propia valía no dependen de los sueños de los demás. Lo que otras personas hacen o dicen de nosotros no tiene ningún efecto en lo que somos.
Lo que es importante acerca de cómo se afirma esto es que nos encontramos a nosotros mismos al no aceptar que otras personas pueden afectarnos. No necesariamente aceptamos de inmediato quiénes somos, pero al menos reconocemos que no somos el efecto del sueño de alguien más: no soy el efecto de lo que «tú» has elegido o decidido. Soy el efecto de lo que yo he elegido y decidido. Pero debido a que tengo miedo de aceptar la responsabilidad de mi sueño de miedo -ese es el recordatorio del origen del sueño cuando ataqué a Dios, y no quiero mirar eso en absoluto- digo que no es «mi» sueño de miedo el que me ha hecho infeliz, ansioso, deprimido o enfermo; es «tu» sueño de miedo, y simplemente me he quedado atrapado.
Recordamos Quiénes somos como Cristo al no dar a otras personas poder sobre nosotros, y al aceptar la responsabilidad por nosotros mismos. Estoy enfermo, soy infeliz, me desmayé en la habitación del hospital, me desmayo al ver sangre, no por la sangre, no por lo que está sucediendo fuera de mí, sino porque he elegido verme a mí mismo como un cuerpo al separarme de Aquel que me recuerda que soy espíritu.
(Párrafo 2 - Frases 4-5) «Tú no tienes nada que ver con ellos [los sueños de miedo], pero sí con aquel que los sueña. De esta manera, separas al soñador del sueño, al unirte a uno y abandonar el otro.»
Esto es extremadamente importante. La idea es que podemos separarnos del sistema de pensamiento del ego. Recuerden, el problema justo al principio era que, cuando escuchamos la voz del ego y la Voz del Espíritu Santo, no sólo elegimos escuchar la voz del ego, sino que «nos convertimos» en la voz del ego. No sólo elegimos creer en la historia del ego sobre el pecado, la culpa, el miedo y un yo separado, sino que «nos convertimos» en ese yo separado y olvidamos que había otra opción. En ese momento, el sueño y el soñador se convirtieron en lo mismo. El sueño de la separación se convirtió en el yo que soy. Así que no sólo estoy teniendo un sueño de separación, sino que yo «soy» el sueño. Me he convertido en el sueño de separación -- un yo limitado, separado, fragmentado, pecaminoso, culpable, temeroso y moribundo. El sueño y el soñador se han convertido en uno y lo mismo.
El Curso está tratando de ayudarnos -como este pasaje ahora va a explicar- a comenzar a separar la mente del sueño, de modo que el sueño y el soñador ya no son vistos como uno y lo mismo. Ahora puedo elegir dar un paso atrás con el Espíritu Santo, mirar el sueño, y decir que esto no es lo que soy.
Cuando estás teniendo un sueño maligno -digamos, por ejemplo, que tu sueño ha tomado la forma de estar realmente enojado y violando y matando gente- mi ego me haría decir que tu sueño es muy real; el sueño es lo que eres. Al hacerlo realidad, estoy expresando que creo que yo también soy ese sueño. No puedo enfadarme con Hitler, por usar otro ejemplo, a menos que primero crea que «yo» soy el Hitler. Puede que no esté de acuerdo con lo que Hitler está haciendo. Puedo darme cuenta de que él no viene de un lugar de amor. Pero no lo odiaría ni lo atacaría ni trataría de lastimarlo de ninguna manera, ni en mis pensamientos ni en mis acciones, a menos que viera en mí mismo lo que veo en él. No quiero verlo en mí mismo, así que lo niego y lo proyecto. Al atacarlo, le digo a Dios que Hitler no soy «yo» -- sino que él está aquí, es el que tú quieres. No soy yo. En otras palabras, en ese momento me identifico con el sueño de Hitler. Veo a Hitler como su sueño, y me veo a mí mismo como ese sueño.
El Curso nos está enseñando a dar un paso atrás y mirar el sueño con el Amor de Dios a nuestro lado. Así que doy un paso atrás, suelto la mano del ego, tomo la mano de Jesús y le digo a Jesús: "Mira lo que es este sueño. Qué sueño tan tonto cree esta persona -- que asesinando a trece millones de personas estará feliz y a salvo".
Ahora estamos hablando del comienzo del proceso de retirar nuestra identificación del ego y volver a la mente. La mente es el soñador, y me doy cuenta de que el soñador no es el sueño. El soñador puede ahora hacer otra elección -- lo que el curso en otra parte llama "elegir los sueños felices". Ya no estoy totalmente identificado con los sueños perversos y malvados -- ni los tuyos ni los míos. Puedo dar un paso atrás y ver que hay una mente que no es el sueño. Y tú, que estás teniendo el sueño malvado -ya sea un sueño en el nivel de Hitler, o el sueño malvado de estar enfermo, no hace ninguna diferencia- puedo ver que hay una mente en ti que eligió ese sueño pero que puede fácilmente hacer otra elección y elegir con el Espíritu Santo en vez de con el ego. Y si estoy viendo eso en ti, obviamente lo estoy viendo en mí mismo. De eso es de lo que hablan estos pasajes.
Así que me uno a ti ahora, pero no en el nivel del sueño: "Oh, pobrecito, mira las cosas terribles que te han sucedido"; o, en el nivel del odio: "Oh, persona horrible, mira lo que estás haciendo". Doy un paso atrás y me doy cuenta de que tienes una mente que tomó la decisión equivocada, así como yo tengo una mente que tomó la decisión equivocada. Y ahora podemos unirnos a ese nivel -- esa es la verdadera unión. Así que separo la mente del sueño. Me uno a ti como el soñador, no como el sueño. No me uno a ti en tu enfermedad sintiendo lástima por ti, o sintiéndome culpable por ello, o enojado por ello. Más bien, me uno a ti en el nivel del tomador de decisiones que eligió el sueño del miedo y enfermedad, porque le temes al amor. Y me doy cuenta de que hice lo mismo, lo que significa que somos uno en el nivel de la mente, no en el nivel del sueño. Paso de la forma al contenido subyacente. El contenido no es malvado ni perverso. El contenido no es el pecado. El contenido es el miedo, un miedo que ambos compartimos. Y debajo del miedo está la llamada al Amor de Dios que ambos anhelamos.
(Párrafo 2 - Frases 6-7) «El sueño no es más que una ilusión en la mente. [Recuerden, no es la mente, es una ilusión en la mente] Y a ésta te puedes unir, pero jamás al sueño. Es del sueño de lo que tienes miedo, no de la mente.»
No quiero unirme a tu enfermedad o a tu dolor. Quiero unirme a la decisión que tomaste de alejarte del amor hacia el miedo, porque eso fue lo que yo hice. Al unirme contigo allí -y esa es la verdadera unión- estoy deshaciendo el temor de estar separados. Si puedo unirme a ti y decir que ambos estamos en el mismo miserable bote del ego junto con todos los demás, esa unión dentro del sueño se convierte en el reflejo de la unión dentro de Cristo. Ya no te veo como separado de mí. No me uno a ti en una alianza de amor especial o una alianza de odio. El amor especial parece ser unión, el odio especial parece no serlo, pero ambos son formas diferentes de la misma ilusión. En cambio, voy más allá de eso y me identifico con la decisión que tomaste, lo que me ayuda a reconocer que yo tomé la misma decisión. Entonces puedo mirar a un Hitler, o a cualquier otra persona que pongamos en esa categoría, y decir que esa persona ha actuado por miedo -- no por maldad, malicia o pecado. Así que ya no estoy juzgando el ataque. Estoy haciendo un juicio que dice que esto es miedo, que viene de un miedo al amor, que es el mismo miedo que yo tengo.
Así ya no me identifico con tu sueño, con el dolor que estás experimentando. Me identifico con su decisión de sentir dolor, de soñar un sueño de dolor, miedo o enfermedad. Esto se convierte entonces en el reflejo de la verdadera empatía. Me estoy identificando con la fortaleza de tu mente que ha elegido ser débil, lo que significa que se te ha restaurado la memoria de una mente que puede elegir ser fuerte.
(Párrafo 2 - Frases 7-8) «Y a ésta te puedes unir, pero jamás al sueño. Es del sueño de lo que tienes miedo, no de la mente.»
Para repetir la enseñanza central: quiero unirme a la parte de la toma de decisiones de tu mente, lo que me ayuda a identificarme con la parte de la toma de decisiones de mi mente.
Creo que tengo miedo de lo que el ego me ha dicho que es real: pecado, culpa, miedo, castigo, sacrificio, sufrimiento y muerte. Como enseñan otras secciones del texto (por ejemplo, T-19.IV), realmente no tengo miedo del dolor, la culpa o la muerte; me siento atraído por ellos. Al identificarme con el dolor, el sufrimiento y la muerte, me identifico con mi cuerpo, lo que significa que me identifico con el pensamiento de separación. Así que le temo al sueño. Pero el sueño es una invención, así que al final no hay nada que temer.
(Párrafo 2 - Frase 9) «Sin embargo, los ves como si fuesen lo mismo porque crees que tú no eres más que un sueño.»
Equiparamos el sueño y la mente, el sueño y el soñador, lo que significa que ya no creemos que tenemos elección. Recuerden, cuando elegimos al ego, «nos convertimos» en el ego, y ese es el final de la historia en lo que concierne a nuestros egos. La única elección que tenemos en ese momento es matar o te matarán. ¿Te mato primero o permito que me mates? Esa es la única opción que veo. Pero la verdadera elección es entre el ego y el Espíritu Santo. Y es mi mente la que toma esa decisión. Cuando recuerdo dónde está la verdadera elección, mi mente -el soñador- ya no se identifica con el sueño.
Pero cuando pienso que tú «eres» tus sueños malvados, pienso que es porque eres alguien que está enfermo, y que está muriendo. Y la razón por la que te identifico con tu sueño de un cuerpo enfermo, o un cuerpo sufriente, o un cuerpo oprimido o victimizado, es porque pienso que «yo» también soy mi cuerpo enfermo. Creo que «yo» soy el sueño enfermizo de pecado, culpa, miedo y castigo. Y debido a que así es como me veo a mí mismo, así es como debo verte a ti.
La importante afirmación en el Curso de que "la proyección da lugar a la percepción" (T-21.in.1:1) es ilustrativa de eso. Primero miramos dentro, y lo que hacemos realidad en nosotros mismos es lo que haremos realidad fuera de nosotros mismos. Si miro dentro y digo que soy ese sueño limitado y separado, y que el sueño y el soñador son uno solo -- no hay otra opción -- entonces cuando miro hacia el mundo, percibiré eso en todos los que me rodean.
(Párrafo 2 - Frase 10) «Y no sabes lo que es real acerca de ti o lo que es ilusorio, ni puedes distinguir entre lo uno y lo otro.»
Lo que no es más que una ilusión es mi ego. Lo que es real en mí es el Espíritu Santo. Él es el reflejo de la realidad de mi Identidad como Cristo. Pero no conozco la diferencia entre la realidad y la ilusión, porque he descartado lo que es real, y en su lugar he hecho de la ilusión la realidad. Así que la realidad ahora es que tú eres un Hijo de Dios separado y enfermo, tal como yo lo soy. Y luego tenemos que sacar lo mejor de lo que ya es una situación terrible. No veo lo que es verdad en ti y lo que es verdad en mí -- es decir, que ambos somos mentes que hemos decidido que estamos separados. Pero una vez que podemos identificarnos con la mente o el soñador en vez del sueño, entonces podemos cambiar el sueño - es decir, antes de despertar a la realidad de que todos somos parte de la Mente una de Cristo, primero tenemos que intercambiar los sueños de pesadilla por los sueños felices del Espíritu Santo."
~ Extractos del taller realizado en la Fundación para Un Curso de Milagros, Temecula CA, Kenneth Wapnick, Ph.D.