La Verdadera Empatía - 15 de 23

La Verdadera Empatía - PARTE XV: Comentarios sobre la Sección "La unión mayor" (T-28.IV) (cont.) ~ (15 DE 23) por el Dr. Kenneth Wapnick.
"(Párrafo 3 - Frases 1-2) «Al igual que tú, tu hermano cree que él es un sueño. No compartas con él su ilusión acerca de sí mismo, pues tu Identidad depende de su realidad.»
Mi identidad, la forma en que me identifique, dependerá de cómo te perciba. Si veo tu ego y tu cuerpo limitado, separado y enfermo como algo real, así es como me veré a mí mismo. De la misma manera, si me veo a mí mismo como un cuerpo de ego limitado, separado y enfermo, así es como te veré a ti. Es uno y lo mismo. Lo que veo afuera es lo que veo adentro; lo que veo adentro es lo que veo afuera.
(Párrafo 3 - Frase 3) «Piensa en él más bien como una mente en la que todavía persisten las ilusiones, pero con la que tienes una relación fraternal.»
Esta línea es muy útil. Se nos dice que no neguemos las ilusiones que parecen ser reales, sino que pensemos en nuestro hermano como una mente -un soñador que toma una decisión, pero que aún así es un soñador- creyendo que las ilusiones son reales. Así que no niego que tú te sientas enfermo, deprimido e infeliz, o que yo me experimente de la misma manera. Pero empiezo a desarrollar lo que se puede considerar como una visión doble, en la que veo el sueño y reconozco que no soy ese sueño. No niego lo que siento. No niego que tengo hambre, por ejemplo, y no dejo de comer. Pero en algún nivel soy consciente de que estoy alimentando una parte de mí mismo que no es mi Ser. Si estás físicamente enfermo, todavía ves a un médico o tomas cualquier forma de magia para aliviar tu dolor o tus síntomas. Y no te niego esa ayuda. Pero al mismo tiempo que me relaciono con tu cuerpo enfermo o con mi cuerpo enfermo, soy consciente de que la enfermedad refleja una decisión que he tomado para mantener alejado el Amor de Dios.
Lo realmente importante en todo esto es reconocer que nuestras limitaciones, físicas o psicológicas, son decisiones que hemos tomado. Ellas no son la realidad. Somos el soñador del sueño, y podemos tomar la decisión de tener otro sueño. Pero lo peor que podemos hacer es negar la experiencia. Este no es un curso acerca de negación. Es un curso acerca de mirar al ego y tomar otra decisión al respecto. Me doy cuenta de que lo que pensaba que era independiente de mí y que estaba fuera de mi control es, de hecho, algo que venía directamente de una elección o decisión en mi mente.
Lo que también es de gran importancia en todo esto es mirar sin juzgar lo que hemos hecho -- sin juzgarnos a nosotros mismos o a otra persona. Una vez más, no me identifico con tu sueño, me identifico con tu mente. Y entonces nuestra unión con los demás como mentes separadas se convierte en la forma en que recordamos que todos somos una sola mente en el Cielo.
(Párrafo 3 - Frases 4-5) «Lo que él sueña no es lo que lo convierte en tu hermano, ni tampoco su cuerpo, el "héroe" del sueño, es tu hermano. Su realidad es lo que es tu hermano, de la misma manera en que tu realidad es lo que es hermano suyo.»
Esta es una referencia al final del capítulo anterior, la sección llamada "El héroe del sueño", siendo el héroe el cuerpo. No estamos unidos por nuestros cuerpos. Estamos unidos porque compartimos la misma mente, y compartimos el mismo amor que hay en esa mente. Y finalmente compartimos el mismo Creador que nos creó como Cristo. Pero en lugar de este nivel de compartir, todos queremos unirnos sobre la base de nuestros cuerpos. Así, podemos sentirnos unidos porque tenemos la misma religión, o venimos de la misma parte del país, o tenemos el mismo color de piel, o compartimos el mismo camino espiritual. Todos nos estamos uniendo sobre la base de nuestros cuerpos. Decimos que somos hermanos y hermanas porque compartimos el mismo cuerpo. Pero somos realmente hermanos y hermanas porque compartimos la misma mente. Siempre que nos unamos basados en el cuerpo, inevitablemente vamos a excluir. La "realidad que es tu hermano" está en la «mente», no en el cuerpo, no en los sueños de miedo. La realidad está en la mente que «elige» los sueños de miedo o los sueños de amor. Así que nos identificamos, no con el ego, sino con la parte de la mente que puede elegir entre el ego y el Espíritu Santo.
(Párrafo 3 - Frases 6-7) «Tu mente y la suya están unidas en hermandad. Su cuerpo y sus sueños tan sólo aparentan abrir una diminuta brecha en la que tus sueños se han unido a los suyos.»
Esto expresa la misma idea en la que hemos estado insistiendo: no es el cuerpo sino la «mente» la que está unida en hermandad. Y sin embargo, tendemos a unirnos en el nivel del cuerpo, el nivel del sueño. Incluso aquellos sueños que parecen ser sueños de unidad terminan siendo simplemente sueños de separación, donde uno encuentra la pequeña brecha. Típicamente, nos unimos en sueños de miedo o ataque que siempre se oponen a alguna otra forma de sueño. Así que nuestros sueños todavía implican diferencia, juicio y ataque. La idea una vez más es ver en el sueño de todos un llamado al Amor de Dios, y luego unirse a ese llamado.
(Párrafo 4 - Frase 1) «Entre vuestras mentes, sin embargo, no hay ninguna brecha.»
La brecha se percibe cuando nos identificamos con el ego, que conduce automáticamente a un cuerpo. Ya que el ego es un pensamiento de algo separado, el cuerpo entonces refleja y encarna esa separación. El ego es literalmente un pensamiento de separación, que comienza con el pensamiento de que estoy separado de Dios, lo que automáticamente significa que estoy separado de la Mente de Cristo que soy. Por lo tanto, mi ego me dice, Cristo ha sido fragmentado, Dios ha sido fragmentado, y yo soy ahora ese yo fragmentado que está separado de la Mente de Cristo. Ese pensamiento sólo se fragmenta una y otra vez, y cada uno de nosotros, pareciendo estar separado el uno del otro, se convierte en un aspecto de ese yo fragmentado. Todos estamos separados los unos de los otros. Los cuerpos separan. Los pensamientos de ego separan. Pero estamos unidos en el nivel de la mente. Hay una parte dentro de cada uno de nosotros que parece estar fragmentada pero que todavía puede elegir. Eso es lo que nos une a todos, y no hay ninguna brecha allí.
(Párrafo 4 - Frase 2) «Unirte a sus sueños significa que no te unes a él, pues sus sueños lo separan de ti.»
Esto es lo que llamamos falsa empatía: siento pena por ti -- te ha ocurrido algo terrible. Como mencioné al principio, lo que hace que la falsa empatía sea una herramienta del ego tan poderosa es que empatizamos con algo terrible que le ha pasado a alguien. Te has enfermado, o has perdido todo tu dinero en el mercado de valores, o alguien te ha matado a ti o a alguien de tu familia, o alguien te ha engañado, asaltado, robado tu negocio, etc. Siento pena por ti porque te han pasado cosas que están fuera de tu control. Esa es la falsa empatía que niega el poder de la mente para elegir.
El punto aquí es que cuando me uno a tus sueños, ya no me uno a ti en el nivel de la mente. Si me uno a ti en el nivel de la mente, estoy diciendo que has elegido esto. Ese es el comienzo de la verdadera empatía. Cuando empatizo falsamente, estoy empatizando con tu terrible sueño: ¡Qué injusto es esto! Hago que el sueño se haga realidad. Algo te ha pasado que está fuera de tu control. Cuando me uno a la mente o al soñador, estoy diciendo que este es un sueño que tú elegiste, lo que se convierte en el recordatorio de que mi suerte en la vida es un sueño que yo he elegido. Así que ahora nos unimos en el nivel de elección, donde está el poder de la mente.
Un tema crucial en todo esto es deshacer la creencia en la realidad de la victimización. No somos víctimas de nadie ni de nada que esté fuera de nuestro poder de elección. Es por eso que estamos deprimidos, molestos o enfermos; es por eso que morimos. Hay una línea tanto en el texto como en el libro de ejercicios que dice: “Nadie muere sin su propio consentimiento” (W-pI.152.1:4). La muerte es una elección. La enfermedad es una elección. La pérdida es una elección. Todo es una elección. Todo el propósito del sueño es para que podamos decir "esto me ha pasado a mí".
Cada sueño en el mundo del ego es un sueño de victimización -- cada uno de ellos. Algo me pasa a mí. El sueño parece comenzar con nuestro nacimiento. Nuestra experiencia, y la experiencia del mundo, es que el nacimiento no es algo que elegimos; el nacimiento es algo que nos sucede a nosotros. No es algo que una entidad elige -el nacimiento es el resultado de algo que hacen dos padres; no tiene nada que ver con el bebé. El nacimiento del cuerpo es el principio de todo sueño. Ya que el nacimiento del cuerpo es visto como algo que me sucede a mí -yo no lo elijo- entonces todo lo que sucede después en el sueño es un aspecto de la misma idea de victimización. Algo me pasa, yo no lo elijo. Cada sueño que involucra al cuerpo es un sueño de victimización. Cuando nos unimos a eso, estamos diciendo que las cosas nos suceden a ti y a mí más allá de nuestro control; la mente es impotente -- de hecho, ni siquiera tenemos mente. Así que unirse con la mente es unirse con el poder que elige. Ese es, de nuevo, el comienzo de la verdadera empatía.
(Párrafo 4 - Frase 3) «Libéralo, por lo tanto, proclamando sencillamente tu hermandad con él y no con sueños de miedo.»
"Proclamando sencillamente tu hermandad" significa que nuestra hermandad se encuentra dentro de la mente, como decía el párrafo anterior. Lo que nos mantiene uno dentro del sueño es que todos somos uno en la mente que ha elegido estar separada. Reconocer eso se convierte en la forma en que eventualmente despertamos del sueño y nos damos cuenta de que todos somos uno en Cristo. Esa es nuestra verdadera Hermandad, pero dentro del sueño, nuestra hermandad descansa en el hecho de que todos somos uno en el sueño. Todos hemos cometido el mismo error. Nos hemos fragmentado en diferentes sueños, pero todos somos esencialmente el mismo soñador.
Así que te libero simplemente recordando para mí mismo -y por lo tanto para ti, porque las mentes están unidas- que todo esto es un sueño que hemos elegido, para defendernos contra el despertar a la realidad del amor.
(Párrafo 4 - Frase 4) «Ayúdale a que reconozca quién es, negándote a apoyar sus ilusiones con tu fe, pues si lo haces, no podrás sino tener fe en las tuyas.»
Este es uno de los temas centrales del Curso -- nos ayudamos mutuamente al no apoyar los sueños de miedo de los demás. Como decía antes, todas las mentes son una, todos estamos unidos, y, por lo tanto, si mi mente está curada, tu mente también está curada. Dentro del nivel de tiempo y espacio, es posible que no aceptes esto todavía. De manera similar, Jesús nos demostró a todos nosotros la naturaleza ilusoria de todo en este mundo, pero dentro del mundo del tiempo y del espacio todavía tenemos que pasar por un proceso de elección para aceptarlo. Así que te ayudo a reconocer quién eres recordándote, simplemente por mi presencia, que tienes una elección. Y te lo recuerdo mostrándote que tu sueño no tiene ningún efecto en mí. No te amo más ni menos debido a lo que haces. No estoy más o menos en paz debido a lo que haces, o en lo que se ha convertido tu cuerpo. En el momento en que dejo que tu sueño tenga un efecto en mí, estoy diciendo que tu sueño es real. Eso significa que estoy diciendo que el pensamiento subyacente a tu sueño es real, que es un pensamiento de estar separado de Dios. Si refuerzo ese pensamiento en ti, obviamente lo refuerzo en mí mismo. Pero al demostrar que mi paz y mi amor no se ven afectados en absoluto por lo que te sucede, estoy diciendo que soy independiente de tu sueño. Así que te estoy ayudando a darte cuenta de que tú, de la misma manera, eres independiente de tu sueño. Eso ayuda a romper la identificación que hicimos justo al comienzo cuando «nos convertimos» en el sistema de pensamiento del ego y olvidamos que teníamos una elección.
Una vez más, el mensaje primordial del Curso es que tenemos una elección. Y no es una elección entre ilusiones aquí en el mundo. Es una elección entre las ilusiones, en general, y la verdad. De eso se trata. Por eso, como Jesús explica al principio, él no hace nada en el mundo. Si Jesús arreglara las cosas en el mundo -si él curara el cáncer o el SIDA, si irradiara luz hacia el Medio Oriente y trajera luz hacia la oscuridad- se estaría uniendo al sueño, y estaría tan loco como nosotros. Él no hace nada con el sueño. Por eso, en términos de la lección que nos enseñó, no hizo nada con el sueño de su crucifixión. No lo detuvo, porque sabía que estaba fuera del sueño. Él era la parte de la mente que estaba totalmente identificada con el Amor de Cristo. Él era la manifestación del Espíritu Santo. Por lo tanto, lo que le pasó al sueño fue irrelevante.
Los sueños de miedo de otras personas se manifestaron en ataques y se convirtieron en sueños de maldad. Como mencioné en otra ocasión, el Curso dice: “Los que tienen miedo pueden ser crueles” (T-3.I.4:2). Pero Jesús no permitió que los sueños de maldad, ataque y asesinato de otras personas tuvieran ningún efecto sobre él, porque él sabía quién era. Él no era el sueño de este cuerpo que parecía ser golpeado, abandonado, rechazado, traicionado y crucificado. Al demostrar que él no era el sueño, le dio el mensaje al mundo: «tú» no eres el sueño; tú eres el soñador, lo que significa que tiene una elección. Así que básicamente Jesús nos estaba diciendo desde la cruz que tenemos una elección de cómo lo experimentamos y lo percibimos -- ya sea como alguien que está siendo victimizado, o como alguien que nos está enseñando que no hay victimización. Así es como el mundo fue sanado. Dentro del mundo de los sueños, todavía tenemos que hacer esa elección. Pero el mensaje está claramente ahí en la mente, y eso es lo que aprendemos y enseñamos una y otra vez. Al no dejar que tu sueño tenga ningún efecto en mí, estoy diciendo que estoy separado de tu sueño y de mi sueño, y que tú también estás separado de tu sueño. Eso abre la posibilidad de elegir -- ahora podemos elegir otro sueño."
~ Extractos del taller realizado en la Fundación para Un Curso de Milagros, Temecula CA, Kenneth Wapnick, Ph.D.