La Verdadera Empatía - 23 de 23

La Verdadera Empatía - PARTE XXIII - EXTRACTOS FINALES ~ (23 DE 23) por el Dr. Kenneth Wapnick.
"Es tremendamente importante, como dije al principio del taller, que reconozcamos lo que la metafísica del Curso realmente está enseñando. EL MUNDO ENTERO ES UNA ILUSIÓN, LO QUE SIGNIFICA QUE NADA AQUÍ ES REAL. Esto significa que toda la percepción de las diferencias en este mundo es una invención. Lo que unifica todo en este mundo es que proviene de una sola fuente -- la culpa. Y la culpa viene de una sola fuente - es una defensa contra el Amor de Dios. Todo aquí es una expresión ya sea de la culpa del ego o del Amor del Espíritu Santo. Todos somos uno, no somos diferentes; sólo tenemos la ilusión de ser diferentes. La enfermedad, el sufrimiento y el dolor son dispositivos maravillosos que el ego utiliza para mantenernos SEPARADOS. Tú estás sufriendo, yo no estoy sufriendo. Así que estamos separados, somos diferentes, y en esto hay un juicio inherente hecho - un juicio que es un ataque.
No tengo que experimentar a todo el mundo como uno -- eso no es posible para un cerebro humano. Sin embargo, es posible para mí entender que todos compartimos el mismo propósito. Todos somos diferentes en la forma, pero todos compartimos el mismo propósito - eso es lo importante - eso es lo que unifica. Así que no negamos lo que ven nuestros ojos. Hay un pasaje importante en el manual del maestro que es extremadamente útil en este sentido. Si te encuentras a ti mismo o a aquellos en tu círculo del Curso de Milagros diciendo: "No estoy enfermo, tú no estás enfermo, todos somos uno, y no veo tu cuerpo, sólo veo una luz blanca," estás en negación o estás al borde de una psicosis si eso es lo que ves. No se nos pide que neguemos lo que vemos. Este pasaje es una forma maravillosa de describirlo.
El contexto del pasaje -M-8.6:1-6- es alguien cuya mente ha sido sanada.
(Párrafo 6 - Frase 1) «Los ojos del cuerpo continuarán viendo diferencias.»
No se nos pide que neguemos lo que ven nuestros ojos. No se nos pide que neguemos que, en el nivel de la forma, en el mundo de los símbolos y los nombres, todos tenemos nombres diferentes y todos somos diferentes.
(Párrafo 6 - Frase 2) «Pero la mente que se ha permitido a sí misma ser curada, dejará de aceptarlas.»
En realidad, la frase "se ha permitido a sí misma ser curada" es importante. La mente no ha sido curada, porque ya estamos curados. Simplemente hemos permitido que la curación del Espíritu Santo sea ella misma. Y esta es la doble visión de la que estaba hablando -- veo el mundo y todas las diferencias aquí, pero mi mente automáticamente corrige lo que veo. Reconozco que todas las diferencias son sólo formas diferentes de expresar la unidad de la mente separada del ego, que en sí misma es una defensa contra la unidad de la Mente de Cristo. Y las compartimos ambas. Dentro del sueño compartimos la mente ego y en la realidad compartimos la de Cristo.
(Párrafo 6 - Frase 3) «Habrá quienes parezcan estar más "enfermos" que otros, y los ojos del cuerpo informarán, como antes, de los cambios que se produzcan en su aspecto.»
No se nos pide que neguemos que alguien está muriendo de SIDA o cáncer, o que el cuerpo de alguien ha sido destrozado en un accidente automovilístico, y se ve diferente de un cuerpo que no ha estado en un accidente; ni se nos pide que neguemos que en el mundo algunas personas están más enfermas que otras - alguien que es esquizofrénico está más enfermo que alguien que no lo está.
(Párrafo 6 - Frase 4) «Mas la mente curada los clasificará a todos de la misma manera: como irreales.»
Los que están extremadamente enfermos, los que están moderadamente enfermos, los que están ligeramente enfermos y los que están razonablemente sanos -- todos son irreales.
(Párrafo 6 - Frases 5-6) «Éste es el don de su Maestro [el Espíritu Santo]: el entendimiento de que, al clasificar los mensajes que la mente recibe de lo que parece ser el mundo externo sólo dos categorías son significativas. Y de éstas, sólo una es real.»
De nuevo, no se nos pide que neguemos lo que vemos. Simplemente se nos pide que pongamos todo en una de las dos categorías - ya sea una expresión de amor o una petición de amor. El ego ve muchas categorías diferentes, en las que todos y todo expresa separación y diferencias, que son irreales. El Espíritu Santo ve a todos y a todo como todos iguales -- todos somos hijos del amor. Algunos de nosotros lo expresamos y otros lo pedimos. Pero la realidad es que todos somos uno en ese amor. Aunque usamos diferentes símbolos y creemos que existimos en diferentes formas, todos compartimos el mismo contenido básico -- todos somos Hijos del mismo Dios, lo que significa que todos somos uno.
No se nos pide que neguemos lo que vemos -- no negamos lo que es el sueño. Simplemente decimos que no somos el sueño. Eso es todo. Esa es la doble visión. Cuando Jesús estuvo aquí vio lo que todos los demás vieron, pero su experiencia fue totalmente diferente. Vio gente matando su cuerpo, sus ojos percibieron diferencias, pero su mente no reaccionó a las diferencias porque su mente sólo conocía el Amor de Cristo. Así que sólo experimentó el amor de la Filiación clamando por el amor que creía no tener. El Curso nos está pidiendo - y esto, en cierto sentido, es de lo que trata el entrenamiento del Curso, que es un proceso - que seamos conscientes de que lo que estamos viendo no es lo que es la realidad.
Ahora bien, puede que te encuentres pensando, "Todo esto suena perfectamente bien y bueno, pero tengo miedo de no ser Jesús, y por lo tanto no estoy a la altura de ver el mundo de la manera en que él lo hace". Pero no se nos pide que veamos el mundo como él lo hace. Se nos pide simplemente que «QUERAMOS » ver el mundo como él lo hace. Hay un pasaje en el Curso que dice que la pregunta que debemos hacernos es: “¿Deseo realmente verlo [a mi hermano] como alguien incapaz de pecar?” (T-20.VII.9:2). NO dice que lo «veo» como alguien incapaz de pecar. La pregunta es ¿«QUIERO » verlo como alguien incapaz de pecar? Esa es la pequeña dosis de buena voluntad.
Así que cuando te estás muriendo de cáncer o de SIDA y tu cuerpo se está marchitando delante de mí, NO se me pide que te vea como perfectamente curado e íntegro. Si pudiera verte perfectamente curado e íntegro no estaría aquí, y no necesitaría Un Curso de Milagros. Ahí es donde los estudiantes se quedan atrapados. Se me pide que te vea de la manera en que te veo, pero que esté consciente de que te estoy viendo de esta manera porque tengo miedo de ver el Amor de Dios en «mí». Olvídate de ver el Amor de Dios en ti; tengo miedo de ver el Amor de Dios en mí. Tengo miedo de dejar que ese amor se acerque demasiado a mí. No se me pide que te vea curado. No se me pide que te vea perfecto. Se me pide simplemente que tenga la poca voluntad de que me digan que estoy equivocado, y que el sueño que tengo delante de mí es simplemente un sueño, y que la realidad es el soñador, no el sueño en sí mismo. Así que cuando me encuentro disgustado, lo peor que puedo hacer como estudiante de Un Curso de Milagros es sentirme culpable porque estoy disgustado. El propósito del Curso es liberarnos de la culpa, no hacernos aún más culpables. El Curso nos enseña que para estar libres de culpa necesitamos aceptar que somos culpables y decir que eso está bien. Jesús dice en el texto, "No es en el tiempo donde no eres culpable, sino en la eternidad." (T-13.I.3:2). Él espera que seamos culpables. Espera que nos alteremos cuando un ser querido está enfermo o moribundo. Espera que nos molestemos por lo que sucede en el mundo. Espera que nos disgustemos cuando nos sentimos atacados o injustamente tratados. No se nos pide que no experimentemos estos sentimientos. Simplemente se nos pide que entendamos que experimentar de esa manera viene de una elección que hemos hecho -- y es una elección para alejar a Jesús. Eso es lo que se nos pide que entendamos.
Hay uno de esos lugares en el texto donde todo el Curso se resume en una frase: "Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es, y no de la manera en que lo has urdido." (T-27.VII.2:2). El contexto del pasaje es el sufrimiento -- todo el sufrimiento que experimentamos en el mundo, ya sea el sufrimiento de los demás o nuestro propio sufrimiento. El ego nos dice que éste es un sufrimiento del que nunca podemos escapar -el mundo es una prisión en la que, como dice el libro de ejercicios más tarde, "las criaturas hambrientas y sedientas vienen a morir." (L-pII.13.5:1). Ese es este mundo desde el punto de vista del ego. Y no hay salida, porque todos sabemos que vamos a morir. Puedo pensar que puedo disminuir un poco mi sufrimiento haciéndote sufrir más, pero al final sé que voy a morir. Así que Jesús nos dice, "Ahora se te está mostrando que «sí puedes» escapar " (T-27.VII.2:1).
Ahora bien, en esta única línea, tal como leí antes en "Los Regalos de Dios", Jesús nos dice cómo podemos escapar de todo el sufrimiento del mundo - ya sea el sufrimiento que percibo fuera de mí con el que me identifico y del que me compadezco y que quiero sanar, o el sufrimiento que experimento dentro de mí mismo. Esto es todo lo que tenemos que hacer: "Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es, y no de la manera en que lo has urdido." (T-27.VII.2:2). La manera en que hemos urdido el problema es verlo fuera de nosotros.
Por ejemplo, digamos que tengo un amigo que está enfermo y con dolor o que se está muriendo -- ese es el problema. Y siento que tengo que hacer algo al respecto. Básicamente, hemos urdido todas las cosas en el mundo de manera que estamos molestos porque se nos ha hecho algo, o se le ha hecho algo a alguien o a un grupo de personas con las que nos identificamos. Psicológicamente, no importa si el sufrimiento me está sucediendo a mí, a un ser querido, o a un grupo con el que me identifico en el otro lado del mundo. Así es como lo hemos urdido. Estoy con dolor y sufro por algo que me ha hecho el cuerpo -mío o tuyo-. La verdad es que estoy molesto porque primero tuve miedo de la cercanía de Jesús conmigo, así que solté su mano y lo aparté, y luego me sentí terrible -- porque una vez más he abandonado, rechazado y me he alejado del amor. Entonces proyecto la responsabilidad de cómo me siento sobre ti, diciendo que tú eres la razón por la que me siento molesto. Debido a que te estás muriendo de cáncer o de SIDA, o a que te ha ocurrido algo horrible, no puedo dormir por la noche. Me siento despojado y abandonado, solo, molesto, culpable, etc., y es tu culpa. He urdido el problema para que mi malestar sea el efecto de lo que tú me has hecho o de lo que te está pasando. Jesús está diciendo que todo lo que tengo que hacer es ver el problema tal como es -- yo soy el que abandonó el amor, el que se alejó de él, y por eso me siento como estoy.
Volviendo a nuestro ejemplo anterior -- me siento maravilloso y unido y amado mientras estoy aquí en la Fundación. Y tengo miedo de que cuando me vaya de aquí, todo ese amor desaparezca. La forma en que he urdido el problema es que si me quedo aquí me sentiré feliz y en paz y sentiré la cercanía de Jesús, pero si me voy de aquí estos sentimientos desaparecerán. Eso significa que la causa de mi angustia no es nada de lo que estoy haciendo. La causa de mi angustia es una circunstancia que está fuera de mi control. No puedo evitarlo si tengo un trabajo al que tengo que volver. Esto no es algo que yo haya hecho -- sino simplemente las circunstancias en las que dejo este lugar y por lo tanto dejo atrás el amor. Todo lo que tengo que hacer para escapar del sufrimiento que estoy sintiendo es ver el problema tal como es -- de la manera en que lo había descrito anteriormente. El problema es que «yo» soy el que está alejando a Jesús. «Yo» soy el que está limitando su amor, diciendo: "Te dejaré amarme aquí, pero no te dejaré amarme donde vivo".

En otras palabras, todo lo que tengo que hacer para poder dejar el mundo de las tinieblas - que es el mundo de la forma, el mundo del cuerpo - es volver al lugar en mi mente donde tomé la decisión de excluir el amor y de excluir o limitar a Jesús, y decir: "Sí, eso es lo que estoy haciendo". Eso es todo lo que tengo que hacer. Entonces he hecho mi parte para la sanación del mundo, para la sanación de todo el dolor y el sufrimiento que ha existido, existe ahora o existirá alguna vez. Y esto es porque todo el dolor y el sufrimiento - pasado, presente y futuro - viene de separarse del Amor de Dios. Así que mi parte es simplemente volver a unirme a ese amor, eso es todo - ser consciente y mirar lo que he hecho, sin juzgar, sin culpar a la Fundación, sin culpar a la gente de aquí, sin culparme a mí mismo. Si puedo hacer eso, ya estoy unido a Jesús.

Recuerden el pasaje que leímos antes del texto. No tenemos otra elección -- nos unimos a los sueños de miedo o a los sueños de amor, al ego o al Espíritu Santo. No hay otra elección. Si nos unimos con el ego habrá juicio. Tiene que haber juicio porque eso es lo que el ego es -- juicio. Si nos unimos a Jesús no habrá juicio, ni culpa, ni ataque, porque eso es lo que él es. Así que si puedo reconocer que la fuente de mi angustia no es el hecho de dejar un lugar físico e ir a otro, sino más bien que elegí excluir el amor - si puedo mirar eso en mí mismo sin tener mano dura contra mí mismo, o culpar a alguien más por ello, entonces he mirado con Jesús. He deshecho mi error. Mi error fue que había alejado a Jesús, pero ahora lo estoy trayendo de vuelta. Y he terminado. Me he permitido a mí mismo ser curado. He permitido que el mundo sea curado. Ahora, en el próximo momento puedo asustarme de nuevo y soltar la mano de Jesús, pero entonces simplemente hago todo el proceso de nuevo.
Eso es todo lo que se nos pide. Eso es lo que significa aceptar la Expiación para nosotros mismos. Recuerden, todo el dolor y el sufrimiento en el mundo, sin importar cuán grande parezca ser, sin importar cuántos miles de millones de personas abarque, proviene simplemente de alejarnos del amor en nuestras mentes, porque no hay nada más. No hay mundo aquí afuera. El mundo entero descansa en esa pequeña brecha. Recuerden, el mundo entero se erigió para encubrir la culpa en la pequeña brecha - la culpa que vino de separarse del Amor de Dios. Y nosotros lo recreamos una y otra vez. Eso es lo que el Curso quiere decir cuando dice: “cada hora y cada minuto, e incluso cada segundo, estás decidiendo entre la crucifixión y la resurrección” (T-14.III.4:1). Luego, en un pasaje posterior dice prácticamente lo mismo, que elegimos “revivir ese instante en el que la hora del terror ocupó el lugar del amor.” (T-26.V.13:1). Simplemente volvemos a representar ese momento una y otra vez. Pero siempre es el mismo momento, porque sólo hay un instante. Simplemente, como fragmentos aparentemente separados, recreamos esa elección una y otra vez. En el instante en que me siento separado del amor de Jesús, estoy viviendo el error del mundo entero, porque es todo lo mismo. Esto no tiene sentido desde este lado, en el cuerpo. Pero cuando lo miramos desde el lugar de la verdad y lo contemplamos desde allí, entonces entendemos que todo está sucediendo a la vez. Todo lo que tengo que hacer es simplemente decir, "Sí, esto es lo que he hecho. Y no fue un pecado - no voy a ser castigado por ello - fue simplemente un error tonto". Y el Amor de Dios está conmigo, diciendo conmigo: "Sí, no fue más que un error tonto y no tuvo consecuencias". La culpa que llevó a la fabricación de este mundo -y mi mente es parte de eso- y al sostenimiento de este mundo es la culpa por haberse separado del Amor de Dios, que según el ego tuvo una consecuencia desastrosa: Dios está furioso. Si podemos tener la experiencia de vernos alejados del amor, y sin embargo tener el amor mirando con nosotros ese pecado sin juicio, no es más un pecado. Y entonces puedo decir que mi limitación a Jesús, mi alejamiento de él, mi traición a él, mi traición a esta persona, mi amor traicionero, no tuvo ningún efecto. Entonces deja de ser un pecado y se convierte en un mero error, que no necesita defensa. Y la pequeña brecha se ha limpiado y el Amor de Dios está ahí. Eso es todo lo que se necesita, y eso resuelve todo el dolor y el sufrimiento que alguna vez existió.
Volviendo ahora a la Lección 184, la última línea:

(Párrafo 11 - Frase 4) «Usa todos los nombres que el mundo da a esas cosas, pero sólo por conveniencia, mas no te olvides de que comparten el Nombre de Dios junto contigo.»
Nada en este mundo significa nada. Le hemos dado un significado que es asesino. Cuando vemos el mundo como un salón de clases, una vez que regresamos a la luz, los símbolos y los nombres y las palabras del mundo se transforman por esa luz. Así que se nos pide que "usemos todos los nombres que el mundo les da a ellos"; "ellos" serían todos los fragmentos aparentemente separados.
Me seguiré relacionando contigo como si fueras una persona separada -- como si fueras mi madre o mi padre, mi hermana o mi hermano, mi hijo, mi cónyuge, mi amante o mi amigo, o mi paciente, mi terapeuta, mi colega, mi supervisor, mi jefe o mi empleado, etc., etc. Usaré todos esos nombres, pero no olvidaré que todos somos parte del mismo Cristo. Eso no significa que tenga que seguir diciendo la palabra "Cristo" mientras te hablo o que te envuelva en una luz blanca. Significa que no veo tu propósito como algo separado del mío. Todo lo que tengo que hacer es estar consciente de mi tentación, mi necesidad, mi inversión en verte a ti como separado y diferente de mí, para justificar mi juicio de diferencia. Traigo eso al lugar de luz en mi mente, y le digo a Jesús: "Estoy usando esto como un arma, no sólo contra mi hermano o hermana, sino contra ti, porque te tengo miedo". Eso es todo lo que tengo que hacer. Si pudiera hacerlo sin juzgarme a mí mismo o a ti, entonces habría aceptado la Expiación. En ese instante soy sanado y el mundo entero es sanado conmigo. Esa es la verdadera empatía. Estoy empatizando con el Amor de Cristo que está en ti, porque me he identificado con el Amor de Cristo dentro de mí."
~ Extractos del Taller realizado en la Fundación para Un Curso de Milagros, Temecula CA, Kenneth Wapnick, Ph.D.