Lección 72

ABRIGAR RESENTIMIENTOS ES UN ATAQUE CONTRA EL PLAN DE DIOS PARA LA SALVACIÓN. (Lección 72)
"Viendo las lecciones como una serie, diferentes movimientos en una sinfonía gigantesca, vemos cómo cada una es parte de un todo más grande, las lecciones que se desarrollan sobre sí mismas a medida que la música del perdón evoluciona. En esta lección, Jesús habla mucho sobre el cuerpo. Sin embargo, no es el cuerpo el problema, sino nuestra creencia en él. Esto defiende contra la fuente del cuerpo: la culpa en nuestras mentes.
📘(1:1) «Aunque hemos reconocido que el plan del ego para la salvación es el opuesto al de Dios, aún no hemos puesto de relieve que es también un ataque directo contra Su plan y un intento deliberado de destruirlo.»
Si realmente experimentáramos este "intento deliberado" en el instante en que comenzamos a emitir juicios y abrigar resentimientos, nos detendríamos al instante. El ego separa el efecto de la causa, de modo que no nos demos cuenta de lo que estamos haciendo, lo que nos permite alegremente seguir haciéndolo. Jesús estaba expresando el mismo punto en el texto cuando habló sobre la perversidad de la relación especial, no solo para destruir el "plan" de perdón de Dios, sino también para destruir a Dios Mismo. Ya hemos discutido la oración inicial del párrafo:
“Si percibieses la relación especial como un triunfo sobre Dios, ¿la desearías? No pensemos en su naturaleza aterrante, ni en la culpabilidad que necesariamente conlleva, ni en la tristeza, ni en la soledad. Pues esos no son sino atributos de la doctrina de la separación, y de todo el contexto en que se cree que ésta tiene lugar. El tema central de su letanía al sacrificio es que para que tú puedas vivir Dios tiene que morir. Y ése es el tema que se exterioriza en la relación especial.” (T-16.V.10:1-5)
Es esencial que reconozcamos los efectos de nuestros juicios; de lo contrario, elegir contra ellos no tendría ningún significado y, de hecho, nunca podría suceder.
🔹️(1:2) «En dicho ataque se le adjudican a Dios aquellos atributos que de hecho le corresponden al ego, mientras que el ego parece asumir los de Dios.»
Este es un tema importante en Un Curso de Milagros, y nos ayuda a comprender por qué el mundo ha creado imágenes de Dios tan horribles: destructor, vengador, castigador, árbitro de especialismo, etc. Proyectamos nuestros pensamientos inconscientes sobre nosotros mismos, y los tenemos ahora en Dios. Discutimos esto en la lección anterior, citando la afirmación del texto de la imposibilidad de «no» percibir a Dios como un cuerpo una vez que creemos que somos cuerpos - «la proyección da lugar a la percepción». No es solo nuestra creencia en el cuerpo lo que proyectamos sobre Dios, sino el sistema de pensamiento subyacente de pecado, culpa y miedo. Dada la naturaleza inmutable de este principio fundamental de la mente - una vez más, «la proyección da lugar a la percepción» - no puede ser que «no» proyectemos nuestros atributos inconscientes de egoísmo y odio sobre nuestro Creador; Él, el gran asesino. En las siguientes imágenes de sol y rayo de sol, océano y ola, el pequeño yo percibe a Dios como el monstruo:
“En su increíble ignorancia, ese pequeño rayo ha decidido que él es el sol, y esa ola casi imperceptible se exalta a sí misma como si fuese todo el océano. Piensa cuán solo y asustado tiene que estar ese diminuto pensamiento, esa ilusión infinitesimal, que se mantiene separado del universo y enfrentado a él. El sol se vuelve el "enemigo" del rayo de sol al que quiere devorar, y el océano aterroriza a la pequeña ola y se la quiere tragar.” (T-18.VIII.3: 4-6).
Además, no puede ser que «no» creamos - siguiendo otro principio del ego de «uno o el otro» - que lo que una vez fue de Dios se ha vuelto nuestro. Nosotros - el yo ego separado y autónomo - nos hemos convertido en los creadores. Volveremos a estas dinámicas fundamentales del ego más adelante en el libro de ejercicios.
📘(2:1) «El deseo fundamental del ego es suplantar a Dios. De hecho, el ego es la encarnación física de ese deseo. Pues es este deseo lo que parece encerrar a la mente en un cuerpo, manteniéndola sola y separada e incapaz de llegar a otras mentes, excepto a través del mismo cuerpo que fue hecho con el propósito de aprisionarla. Poner límites en la comunicación no es la mejor manera de expandirla. No obstante, el ego quiere hacerte creer que lo es. »
Estas son declaraciones explícitas de la esencia del ego, la cruda realidad de su deseo de volverse autónomo, independientes y libre, «¡y luego creer que ha logrado esta imposibilidad!». El cuerpo, entonces, “es la encarnación física del deseo [del ego]” de reemplazar a Dios y estar por su cuenta. En el texto, Jesús enseña que el cuerpo es un límite que se le impone al amor (T-18.VIII.1: 2). La «comunicación» en el Curso, sin embargo, es la canción de amor ilimitado que el Padre y el Hijo cantan el uno al otro, una canción de perfecta unicidad y unidad. El cuerpo mantiene esa realidad separada de nuestra conciencia. "El pequeño jardín" también expresa la idea de que el cuerpo nos mantiene separados de Dios, como vemos en este pasaje representativo:
“Dios no puede hacer acto de presencia en un cuerpo ni tú puedes unirte a Él ahí. Todo límite que se le imponga al amor parecerá siempre excluir a Dios y mantenerte a ti separado de Él. El cuerpo es una diminuta cerca que rodea a una pequeña parte de una idea que es completa y gloriosa. El cuerpo traza un círculo, infinitamente pequeño, alrededor de un minúsculo segmento del Cielo, lo separa del resto, y proclama que tu reino se encuentra dentro de él, donde Dios no puede hacer acto de presencia.” (T-18.VIII.2:3-6)
En los dos párrafos siguientes, Jesús explica que cuando abrigamos resentimientos siempre son en contra de un cuerpo. Esto se relaciona con la idea en la Lección 161, que mencioné anteriormente, de que el odio es específico. Si voy a odiar, debe haber un cuerpo para ser odiado. Jesús nos está ayudando a darnos cuenta de que nuestros resentimientos siempre tratan con los cuerpos, la antítesis de nuestra identidad, y la de nuestros hermanos, como espíritu:
📘(3:1) «Aunque el intento de mantener las limitaciones que un cuerpo impone es obvio aquí, tal vez no sea tan evidente por qué razón abrigar resentimientos constituye un ataque contra el plan de Dios para la salvación. Examinemos, pues, cuáles son las cosas contra las que tienes la tendencia a abrigar resentimientos. ¿Acaso no están siempre asociadas con algo que un cuerpo hace? Una persona dice algo que no te gusta. O bien hace algo que te desagrada. Dicha persona "delata" sus pensamientos hostiles con su comportamiento.»
Recuerda el papel esencial que el cuerpo juega en su plan para mantener al Hijo de Dios sin mente. No sólo consolida la afirmación del ego de que la separación se produjo realmente, sino también la esperanza mágica de que el cuerpo de otra persona sea el depósito seguro de nuestra culpa. Así, los ojos de nuestros cuerpos vagan viciosamente alrededor de su mundo, listos para lanzarse sobre cualquier prueba de que nuestro hermano es el pecador, dejándonos inocentes y libres de cualquier amenaza de castigo. Nuestro hermano "dice algo que no nos gusta" porque queremos que él diga algo que no nos gusta. Esto no significa que seamos responsables de lo que se dice, pero definitivamente somos responsables de nuestra interpretación de lo que dijo. En otras palabras, «queremos» que la hostilidad esté en otro, dirigida hacia nosotros mismos, y así la vemos allí, como este pasaje gráfico sobre los "perros hambrientos del miedo" del ego (T-19.IV-A.15: 6) describe:
“A los mensajeros del miedo se les ordena con aspereza que vayan en busca de culpabilidad, que hagan acopio de cualquier retazo de maldad y de pecado que puedan encontrar sin que se les escape ninguno so pena de muerte, y que los depositen ante su señor y amo respetuosamente...A los mensajeros del miedo se les adiestra mediante el terror, y…Sus mensajeros saquean culpablemente todo cuanto pueden en su desesperada búsqueda de culpabilidad, pues su amo los deja hambrientos y a la intemperie, instigando en ellos la crueldad y permitiéndoles que se sacien únicamente de lo que le llevan. Ni el más leve atisbo de culpabilidad se escapa de sus ojos hambrientos. Y en su despiadada búsqueda de pecados se abalanzan sobre cualquier cosa viviente que vean, y dando chillidos se la llevan a su amo para que él la devore...Pues te traerán noticia de carne, pellejo y huesos. Se les ha enseñado a buscar lo corruptible, y a retornar con los buches repletos de cosas podridas y descompuestas. Para ellos tales cosas son bellas, ya que parecen mitigar las crueles punzadas del hambre.” (T-19.IV-A.11:2; 12:3,5-7; 13:2-4)
Sin el cuerpo, estos perros cargados de miedo no tendrían nada de qué comer, y su culpa los devoraría como castigo por su pecado.
📘(4:1-4) «En este caso no estás tratando con lo que la persona es. Por el contrario, en lo único que te fijas es en lo que esa persona hace en el cuerpo. Y no sólo no la estás ayudando a librarse de las limitaciones de su cuerpo, sino que estás tratando activamente de atarla al cuerpo, al confundirla con éste y juzgar que ella y su cuerpo son una misma cosa.»
"Sombras del pasado" también nos dice que no vemos a las personas por el Cristo que son, sino como cuerpos sombríos basados ​​en la proyección de la culpa: nuestro mal percibido visto en ellos. El siguiente pasaje describe el uso impío del cuerpo por parte del ego - "como medios de venganza":
“Las tenebrosas figuras son los testigos que traes contigo para demostrar que el Hijo de Dios hizo lo que no hizo...Representan el mal que crees que se te infligió. Las traes contigo sólo para poder devolver mal por mal, con la esperanza de que su testimonio te permita pensar que otro es culpable sin que ello te afecte a ti...Te ofrecen las "razones" por las cuales deberías entablar alianzas no santas a fin de apoyar los objetivos del ego y hacer de tus relaciones testimonios de su poder...Tales relaciones tienen, sin excepción, el propósito de excluir la verdad del otro, así como la verdad acerca de ti. Por eso es por lo que ves tanto en ti como en el otro lo que no está ahí...Y por eso es por lo que cualquier cosa que te recuerde tus resentimientos pasados te atrae y te parece que es amor...Y finalmente, ésa es la razón de que todas las relaciones de ese tipo se convierten en intentos de unión a través del cuerpo, pues sólo los cuerpos pueden considerarse medios de venganza. Es evidente que los cuerpos son el foco central de todas las relaciones no santas. Has aprendido esto por experiencia propia. Pero de lo que tal vez no te das cuenta es de todas las razones que hacen que la relación no sea santa. Pues la falta de santidad procura reforzarse a sí misma, tal como la santidad lo hace, atrayendo hacia sí lo que percibe como afín a ella.” (T-17.III.1:6,9-10,12; 2:3-7)
Estrictamente hablando, no puedo retenerte en el infierno del ego; pero sin duda puedo reforzar tu elección de estar allí al equipararte con el cuerpo, el propósito de la relación especial. Por lo tanto, cada relación especial - desafortunadamente eso significa casi todas nuestras relaciones - se basa en una ilusión. Comienza con la ilusión que tenemos sobre nosotros mismos - “el hogar del mal, de las tinieblas y del pecado.” (W-pI.93.1: 1) - que luego buscamos eliminar a través de proyectarla en otros. Nuestra creencia de que estamos separados, ahora proyectada en otro, nos lleva a ese pensamiento proyectado dado forma «y hecho real». Así, nuestro hermano «es» un cuerpo, y si nosotros también lo somos, no es culpa nuestra. Las sombras pecaminosas y culpables de la decisión errónea de nuestro pasado se han convertido en realidad para nosotros, y nuestra realidad como espíritu se ha convertido en la ilusión.
🔹️(4:5-6) «De este modo se ataca a Dios, pues si Su Hijo no es más que un cuerpo, eso es lo que Él debe ser también. Es inconcebible que un creador pueda ser radicalmente distinto de su creación.»
En la Lección 68 me referí al concepto de que Dios es lo que pensamos que es Su Hijo. Por lo tanto, nuevamente, si nos vemos a nosotros mismos y a los demás como cuerpos, es imposible que no veamos a Dios como uno también. Esto se debe a que cada creencia que tenemos acerca de otro proviene directamente de nuestra creencia acerca de nosotros mismos: «la proyección da lugar a la percepción». La forma en que nos percibimos a nosotros mismos debe ser la forma en que percibimos a Dios, a Jesús y a todos los demás en la Filiación - «sin excepción». Por eso, para repetir este punto importante, Jesús habla de Dios como si Él fuera un cuerpo. Él lo llama "Padre", nos pide que tengamos una conversación con Él y que le hagamos preguntas. Sin embargo, esto no se debe a que Dios sepa acerca de la ilusión, como deja en claro la continuación del pasaje sobre el sol y el océano, metáforas para Dios:
“Mas ni el sol ni el océano se dan cuenta de toda esta absurda e insensata actividad. Ellos sencillamente continúan existiendo, sin saber que son temidos y odiados por un ínfimo fragmento de sí mismos.” (T-18.VIII.4:1-2)
Una vez más, Jesús nos habla «como» si Dios supiera de nosotros, porque así es como «nosotros» experimentamos a Dios: lo semejante percibe a lo semejante, los cuerpos perciben cuerpos, las ilusiones perciben ilusiones.
📘(5:1-5) «Si Dios fuese un cuerpo, ¿cuál sería Su plan para la salvación? ¿Qué otra cosa podría ser sino la muerte? Y al tratar de presentarse a Sí Mismo como el Autor de la vida y no de la muerte, resultaría ser un mentiroso y un impostor, lleno de falsas promesas, que ofrece ilusiones en vez de la verdad. La aparente realidad del cuerpo hace que esta perspectiva de Dios parezca convincente. De hecho, si el cuerpo fuese real, sería imposible no llegar a esta conclusión. »
Este pasaje describe al Dios bíblico - ¡con creces! Cuando hacemos real nuestro sistema de pensamiento de individualidad, hacemos real el cuerpo. Esto significa que creemos que hemos destruido al Dios verdadero, reemplazándolo con una deidad literalmente hecha a nuestra propia imagen corporal, y una mentirosa y engañosa en eso. Si el cuerpo fuera real, lo que ciertamente creemos, esta imagen de Dios también «debe» ser real. El sistema de pensamiento del ego, como puedes recordar, es totalmente coherente e internamente consistente. Por lo tanto, si el cuerpo fuera real, el sistema de pensamiento que lo fabricó y todavía informa que es real también lo es. Y Dios, la proyección de nuestra culpa, también debe ser un ego. Este mismo argumento da inicio al Capítulo 13 en el texto, el contexto es el mundo de los cuerpos, fabricado por "aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido":
“La aceptación de la culpabilidad en la mente del Hijo de Dios fue el comienzo de la separación, de la misma manera en que la aceptación de la Expiación es su final. El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido. Contempla detenidamente este mundo y te darás cuenta de que así es. Pues este mundo es el símbolo del castigo, y todas las leyes que parecen regirlo son las leyes de la muerte. Los niños vienen al mundo con dolor y a través del dolor. Su crecimiento va acompañado de sufrimiento y muy pronto aprenden lo que son las penas, la separación y la muerte. Sus mentes parecen estar atrapadas en sus cerebros, y sus fuerzas parecen decaer cuando sus cuerpos se lastiman. Parecen amar, sin embargo, abandonan y son abandonados. Parecen perder aquello que aman, la cual es quizá la más descabellada de todas las creencias. Y sus cuerpos se marchitan, exhalan el último suspiro, se les da sepultura y dejan de existir. Ni uno solo de ellos ha podido dejar de creer que Dios es cruel.
Si éste fuese el mundo real, Dios sería ciertamente cruel. Pues ningún Padre podría someter a Sus hijos a eso como pago por la salvación y al mismo tiempo ser amoroso.” (T-13.in.2:1-3:2)
No es de extrañar que el Dios bíblico sea una criatura tan despreciable. ¡Él es «nosotros»!
🔹️(5:6-9) «Cada resentimiento que abrigas reitera que el cuerpo es real. Cada resentimiento que abrigas pasa por alto completamente lo que tu hermano es. Refuerza tu creencia de que él es un cuerpo y lo condena por ello. Y afirma que su salvación tiene que ser la muerte, al proyectar este ataque sobre Dios y hacerlo responsable de ello.»
La proyección al rescate del ego, ¡una vez más! Qué mejor manera de mantener oculta nuestra verdadera Identidad que ver sólo el cuerpo sin mente como real. ¿Qué mejor manera de mantener el cuerpo real que verlo continuamente como el objeto y el autor del ataque? Qué mejor manera de mantener real la creencia en el ataque que castigándolo a través de la ley "natural" de la muerte. Finalmente, cuán diabólicamente ingenioso por parte del ego mantener inmutable esta ley atribuyéndola al Dios Todopoderoso Mismo, como tan descaradamente afirma la Biblia. Uno solo puede admirar el ingenio del ego, incluso mientras sufrimos bajo su yugo cargado de culpa.
📘(6:1) «A esta arena cuidadosamente preparada, donde animales feroces acechan a sus presas y la clemencia no puede hacer acto de presencia, el ego viene a salvarte. Dios te hizo un cuerpo. Muy bien. Aceptemos esto y alegrémonos. En cuanto que cuerpo, no te prives de nada de lo que el cuerpo te ofrece. Apodérate de lo poco que puedas. Dios no te dio nada. El cuerpo es tu único salvador. Representa la muerte de Dios y tu salvación. »
Este es un pasaje bastante fuerte, pero si somos honestos con nosotros mismos, nos daremos cuenta de que esto no es solo lo que las religiones han creído, sino también lo que nosotros creemos. De hecho, las religiones enseñan esto porque fueron hechas por el ego.
La referencia aquí es a las pequeñas migajas de especialismo que estamos tan desesperados por conseguir, por lo que nos conformamos tan lastimosamente. Por eso Jesús dice en el texto que el problema no es que pedimos mucho, sino demasiado poco (T-26.VII.11: 7); y por qué nos pide que consideremos nuestro uso del cuerpo:
“Pensar que podrías estar contento y satisfecho con tan poco es herirte a ti mismo…” (T-19.IV-A.17:12)
En «El Canto de Oración» él nos insta a no conformarnos con las partes de la canción, sino a buscar en su lugar la experiencia de la canción misma. En otras palabras, no debemos aceptar los lamentables y específicos substitutos de especialismo del ego cuando Jesús nos ofrece la totalidad del Amor de Dios:
“No puedes, por lo tanto, pedir el eco. Es la canción la que constituye el regalo. Con ella vienen los sobreagudos, las armonías, los ecos, pero estos son secundarios. En la verdadera oración sólo escuchas el canto. Todo lo demás es simplemente agregado. Has buscado primero el Reino de los Cielos, y ciertamente, todo lo demás se te ha dado por añadidura.” (S-1.I.3)
El ego nos ha dicho que Dios no nos ha dado nada, porque nos dio el cuerpo y nos dejó aquí, y no hay nada que podamos hacer al respecto. Además, Él nos va a matar. Por lo tanto, el ego continúa, mientras estemos aquí, hagamos lo mejor que podamos y ¡obtengamos todas las migajas corporales de placer que podamos! En las palabras pesimistas de Isaías, dignas del autor del Libro de Eclesiastés: “Comamos y bebamos [y divirtámonos, agrega Eclesiastés 8:15], porque mañana moriremos.”(Isaías 22:13). El ego entonces cree que tiene la última risa, porque el hecho mismo de que hay un cuerpo que puede vivir «y» morir significa que la realidad de Dios y de Cristo como espíritu eterno debe ser ilusoria. De este modo, somos salvados «del» Amor de Dios y «por» el especialismo del ego.
📘(7:1) «Ésta es la creencia universal del mundo que ves. Hay quienes odian al cuerpo y tratan de lastimarlo y humillarlo. Otros lo veneran y tratan de glorificarlo y exaltarlo. Pero mientras tu cuerpo siga siendo el centro del concepto que tienes de ti mismo, estarás atacando el plan de Dios para la salvación y abrigando resentimientos contra Él y contra Su creación, a fin de no oír la Voz de la verdad y acogerla como Amiga. El que has elegido como tu salvador ocupa Su lugar. Él es tu amigo; Dios, tu enemigo.»
No hay nadie en este mundo que no crea que el cuerpo nos salva de Dios, porque cada uno de nosotros ha elegido venir a este mundo como un cuerpo. ¿Y quién sino los locos elegirían venir al infierno en lugar de quedarse en el Cielo? Todos nos hemos reído entre dientes sobre la respuesta del Gato de Cheshire a la pobre Alicia, tal vez sin reconocer la sabiduría de Lewis Carroll:
– En esta dirección – dijo el Gato, haciendo un gesto con la pata derecha- vive un Sombrerero.
Y en esta dirección – e hizo un gesto con la otra pata- vive una Liebre de Marzo. Visita al que quieras: los dos están locos.
– Pero es que a mí no me gusta tratar a gente loca – protestó Alicia.
– Oh, eso no lo puedes evitar – repuso el Gato- . Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
– ¿Cómo sabes que yo estoy loca? – preguntó Alicia.
– Tienes que estarlo afirmó el Gato- , o no habrías venido aquí.
No hay diferencia para el ego demente si abrazamos el cuerpo o si nos repugna. De cualquier manera lo hemos hecho real. Es por eso que Jesús nos dice (¡dos veces!) En las secciones sobre los obstáculos a la paz que el hecho de que el cuerpo sea percibido como placentero o doloroso es irrelevante, siempre y cuando creamos que tiene esa capacidad (T-19.IV-A.17 : 10-11; T-19.IV-B .12). Así lo hemos hecho real en nuestra percepción, y hemos convertido el espíritu en una ilusión. Estos lados opuestos - placer y dolor - de la misma moneda corporal se discuten nuevamente en la Lección 155.
Esta devoción al cuerpo va directamente al corazón de nuestra motivación: no queremos escuchar la Voz de la verdad, que señala el fin de nuestro yo ego. Por lo tanto, primero silenciamos al Espíritu Santo con nuestra culpa, y luego glorificamos al cuerpo como nuestro amigo y salvador.
📘(8:1) «Hoy trataremos de poner fin a estos ataques absurdos contra la salvación, y en lugar de ello, trataremos de darle la bienvenida. Tu percepción invertida ha sido la ruina de tu paz. Te has visto a ti mismo como que estás dentro de un cuerpo y a la verdad como algo que se encuentra fuera de ti, vedada de tu conciencia debido a las limitaciones del cuerpo. Ahora vamos a tratar de ver esto de otra manera.»
Una vez más, después de exponer su caso, Jesús nos pide que escuchemos y, por lo tanto, que elijamos nuevamente. Al final del texto, Jesús hace este mismo llamado, incluso más enfáticamente:
“La lección que la tentación siempre quiere enseñar, en cualquier forma en que se presente e independientemente de donde ocurra, es ésta: quiere persuadir al Hijo de Dios de que él es un cuerpo, nacido dentro de lo que no puede sino morir, incapaz de librarse de su flaqueza y condenado a lo que el cuerpo le ordene sentir. El cuerpo fija los límites de lo que el Hijo de Dios puede hacer. El poder del cuerpo es la única fuerza de la que el Hijo de Dios dispone y el dominio de éste no puede exceder el reducido alcance del cuerpo. ¿Querrías seguir siendo eso, si Cristo se te apareciese en toda Su gloria, pidiéndote solamente esto?: «Elige de nuevo si quieres ocupar el lugar que te corresponde entre los salvadores del mundo, o si prefieres quedarte en el infierno y mantener a tus hermanos allí.» Él ha venido, y esto es lo que te está pidiendo.”
La pregunta es clara, el problema aún más claro. La respuesta simplemente aguarda nuestra decisión inevitable.
📘(9:1) «La luz de la verdad está en nosotros, allí donde Dios la puso. El cuerpo es lo que está fuera de nosotros, y no es lo que nos concierne. Estar sin un cuerpo es estar en nuestro estado natural. Reconocer la luz de la verdad en nosotros es reconocernos a nosotros mismos tal como somos. Ver que nuestro Ser es algo separado del cuerpo es poner fin al ataque contra el plan de Dios para la salvación y, en lugar de ello, aceptarlo. Y dondequiera que Su plan se acepta, ya se ha consumado.»
Refiriéndonos a nuestro gráfico (vea la lección 69), la luz de la verdad está en nuestras mentes - el círculo interior - y el cuerpo está en las nubes - el círculo exterior. Una vez más, la decisión es nuestra. Es útil volver al propósito básico del libro de ejercicios: entrenarnos para regresar a nuestras mentes, dentro de la cual podemos elegir entre el estado antinatural del cuerpo - que refleja el sistema de pensamiento antinatural del ego - y el estado natural de nuestro Ser como espíritu. La decisión se hace posible reconociendo la dolorosa futilidad de aferrarnos a nuestros resentimientos, cuando podríamos tener la paz de Dios en su lugar.
📘(10:1) «Nuestro objetivo para las sesiones de práctica más largas de hoy, es hacernos más conscientes de que el plan de Dios para la salvación ya se ha consumado en nosotros. Para lograr este objetivo tenemos que reemplazar el ataque por la aceptación. Mientras sigamos atacando, no podremos entender cuál es el plan de Dios para nosotros. Estaremos, por lo tanto, atacando lo que no reconocemos. Vamos a tratar ahora de suspender todo juicio y de preguntarle a Dios cuál es Su plan para nosotros:
¿Qué es la salvación, Padre? No lo sé. Dímelo, para que lo pueda entender.
Luego aguardaremos quedamente Su respuesta. Hemos atacado el plan de Dios para la salvación sin habernos detenido a escuchar en qué consistía. Hemos expresado nuestros resentimientos con gritos tan ensordecedores que no hemos escuchado Su Voz. Hemos utilizado nuestros resentimientos para cubrirnos los ojos y para taparnos los oídos.»
Ya hemos discutido extensamente el uso del lenguaje dualista en Un Curso de Milagros, que se ve de nuevo aquí y no requiere más comentarios.
Jesús nos está pidiendo que dejemos de lado nuestros juicios y resentimientos, porque estos son los "chillidos estridentes" del ego que nos impiden escuchar la amorosa Voz que refleja el plan de Dios para la salvación: la Expiación. Para citar de nuevo de ese importante pasaje sobre el especialismo:
“¿Qué respuesta del Espíritu Santo podría llegar hasta ti, cuando a lo que escuchas es a tu deseo de ser especial, que es lo que pregunta y lo que responde? Tan sólo prestas oídos a su mezquina respuesta, la cual, ni siquiera se oye en la melodía que en amorosa alabanza de lo que eres fluye eternamente desde Dios a ti. Y este colosal himno de honor que amorosamente se te ofrece por razón de lo que eres parece silencioso e inaudible ante el "poderío" de tu especialismo. Te esfuerzas por escuchar una voz que no tiene sonido, y, sin embargo, la Llamada de Dios Mismo te parece insonora.” (T-24.II.4:3-6)
Nuestros juicios son así calculados por el ego inconsciente para desviar nuestra atención de la culpa en nuestras mentes, enfocándola en el cuerpo - ¡nuestro hermano pecaminoso!
📘(11:1) «Ahora queremos ver, oír y aprender. "¿Qué es la salvación, Padre?" Pregunta y se te contestará. Busca y hallarás. Ya no le estamos preguntando al ego qué es la salvación ni dónde encontrarla. Se lo estamos preguntando a la verdad. Ten por seguro, entonces, que la respuesta será verdad, en virtud de Aquél a Quien se lo estás preguntando.»
Jesús está asumiendo que hemos hecho nuestra elección, que hemos liberado nuestros resentimientos y que somos libres de escuchar la verdad. Hemos «buscado» la respuesta donde se puede «hallar», donde ha esperado nuestro regreso. La salvación no es realmente una respuesta sino una decisión, y una que ahora felizmente tomamos.
📘(12:1) «Cada vez que sientas que tu confianza flaquea y que tu esperanza de triunfo titubea y se extingue, repite tu pregunta y tu petición, recordando que le estás preguntando al infinito Creador de lo infinito, Quien te creó a semejanza de Sí Mismo:
¿Qué es la salvación, Padre? No lo Sé. Dímelo, para que lo pueda entender.
Él te contestará. Resuélvete a escuchar.»
Como casi siempre lo hace al final de una lección, Jesús nos insta a recordar su verdad cuando seamos tentados a olvidar nuestra función y abrazar la ilusión de ataque y juicio. Recuerda nuevamente que el juicio está motivado por la decisión de «no» escuchar la Voz que habla en favor de la Expiación - la salvación de la separación y el dolor. Tal remembranza trae a la mente nuestro propósito de recordar el Amor que es la Respuesta a todos nuestros problemas y preocupaciones.
📘(13:1) «Hoy sólo será necesario una o quizás dos sesiones de práctica cortas por hora, ya que serán un poco más largas que de costumbre. Los ejercicios deben comenzar con lo siguiente:
Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación. Permíteme aceptarlo en lugar de atacarlo. ¿Qué es la salvación, Padre?
Luego espera en silencio un minuto más o menos, preferiblemente con los ojos cerrados, y aguarda Su respuesta.»
Las instrucciones de hoy requieren menos períodos de práctica que antes, y podemos ver cómo Jesús no quiere que estemos atados por una estructura rígida. Su objetivo es que dependamos del «contenido» de su mensaje, no de la «forma» en que se presenta y con la que practicamos. Así él varía la «forma» de los ejercicios diarios, aunque apenas su «contenido»."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.