Lección 90

Lección 90
(Repaso II)
"Esta lección también trata sobre dos lecciones paralelas: un sólo problema, una sola solución.
📘(1:1) (79) «PERMÍTASEME RECONOCER EL PROBLEMA PARA QUE PUEDA SER RESUELTO.»
El problema se define como un resentimiento y la solución como el milagro que deshace el problema. ¿Podría ser algo más simple? Preguntaría Jesús.
🔹️(1:2-3) «Hoy quiero darme cuenta de que el problema es siempre alguna forma de resentimiento que quiero abrigar. Quiero comprender también que la solución es siempre un milagro al que le permito ocupar el lugar del resentimiento.»
Encontramos reflejado aquí el deshacimiento de la primera ley del caos del ego - “Existe una jerarquía de ilusiones” (T-23.II.2: 3) por el primer principio de los milagros del Espíritu Santo: “No hay grados de dificultad en los milagros.” (T-1.I.1:1). A pesar de las apariencias, nuestros problemas se remontan a un resentimiento, como por ejemplo: "Si sólo hubieras sido diferente, yo sería feliz.” La solución es el milagro del perdón, porque el problema era la proyección de la culpa, que ahora felizmente reclamo para que pueda ser liberada.
🔹️(1:4-6) «Hoy quiero recordar la simplicidad de la salvación, reforzando la lección de que sólo hay un problema y sólo una solución. El problema es un resentimiento; la solución, un milagro. E invito a la solución cuando perdono la causa del resentimiento y le doy la bienvenida al milagro que entonces ocupa su lugar.»
Estas dos lecciones forman la piedra angular del período de repaso, porque expresan claramente que cada problema que experimentamos durante el día es una forma de ataque o resentimiento - ya sea que estemos conscientes de ello o no - y la única forma en que podemos ser felices y recordar nuestra función es dejar ir el ataque. Liberamos el resentimiento al pedirle a Jesús que nos ayude a darnos cuenta de que estamos equivocados porque estamos percibiendo la situación erróneamente. Así, una vez más, tomando prestado el título del capítulo final del texto, vemos y aceptamos la simplicidad de la salvación: un sólo problema, una sola solución; Un resentimiento, un milagro. Así diríamos, por ejemplo, en la primera aplicación de la idea de hoy:
🔹️(2:2) «Esto supone un problema para mí que quiero que se resuelva.»
El problema que percibimos y el remedio que buscamos son igualmente ilusorios. La "solución" puede resolver su expresión específica, pero no el problema último, el resentimiento que abrigamos contra nosotros mismos y contra Dios. Por lo tanto, si realmente queremos estar en paz, debemos pedirle a Jesús que nos ayude a percibir la situación de otra manera. Le pedimos que nos muestre que lo que estamos viendo en esta persona o circunstancia es un reflejo de la decisión de la mente de excluir al amor. Si bien las «formas» varían en nuestras aplicaciones específicas, el «contenido» sigue siendo el mismo. Elegir separarse del Amor de Dios es el problema; elegir reincorporarnos a lo que nunca dejamos realmente es la solución. Así hoy elegimos el milagro:
🔹️(2:3-4) «El milagro que se encuentra tras este resentimiento lo resolverá por mí.
La solución de este problema es el milagro que el problema oculta.»
La incapacidad de tomar esta decisión - de mirar más allá del problema a la solución - refleja nuestra negativa a hacerlo, nacida de la resistencia a "perder" el problema y, por lo tanto, "perder" nuestra identidad. Solo reconociendo que nos aferramos a una ilusión, una ilusión que es la fuente de nuestra infelicidad, estaremos motivados a elegir el milagro.
📘(3:1) (80) «PERMÍTASEME RECONOCER QUE MIS PROBLEMAS SE HAN RESUELTO.»
🔹️(3:2-3) «La única razón de que parezca tener problemas es que estoy usando el tiempo indebidamente. Creo que el problema ocurre primero, y que debe transcurrir cierto tiempo antes de que pueda resolverse.»
Esto es ciertamente verdadero desde el punto de vista del ego. Jesús - y esto es importante - no está diciendo que no debemos tratar de resolver problemas en el mundo. Sin embargo, si el verdadero problema es un resentimiento, que oculta nuestra culpa, entonces la solución - el deshacimiento de la culpa - es instantánea.
“El único problema pendiente es que todavía ves un intervalo entre el momento en que perdonas y el momento en que recibes los beneficios que se derivan de confiar en tu hermano...Sin embargo, la salvación es inmediata.” (T-26.VIII.1:1; 3:1)
Jesús no está hablando de resolver un problema mundano o realizar una tarea, lo que muy a menudo toma tiempo. Después de todo, Helen tardó siete años en tomar un Curso de Milagros. Él se refiere a la corrección del problema de la mente: el perdón que elimina nuestra culpa; los milagros que deshacen nuestros resentimientos.
Una vez más, Jesús no nos está pidiendo que ignoremos el mundo. Más bien, él nos enseña que nuestro problema no es externo, sino la decisión de la mente de excluirlo. Estamos abrumados por la culpa de este "pecado" de traición, y esa es la fuente de nuestro dolor, que puede ser remediado en un instante. Todo lo que necesitamos hacer, nos dice, es: “Tráeme de vuelta, y habla honestamente sobre lo que has hecho. Permíteme decirte que no has cometido un pecado, sino que simplemente has expresado tu temor. Deja que mi amor sea el dulce recordatorio de que estás mejor conmigo que solo.” Este, entonces, es el sentido en el cual la curación es inmediata, tomando sólo un instante:
“Llevar a cabo la corrección en su totalidad no requiere tiempo en absoluto. Pero aceptar que la corrección se puede llevar a cabo parece prolongarse una eternidad.” (T-26.VIII.6:1-2)
Como Jesús nos dice en la Lección 188, “¿Por qué esperar al Cielo?” (W-pI.188.1: 1).
🔹️(3:4-5) «No veo el problema y la solución como acontecimientos simultáneos. Ello se debe a que aún no me he dado cuenta de que Dios ubicó la solución junto al problema, de manera que el tiempo no los pudiera separar.»
Recuerda que lo que consideramos como tiempo no es más que la proyección en la forma de la impía trinidad de pecado, culpa y miedo del ego, lo que resulta en la percepción del tiempo lineal: pasado, presente y futuro. Tanto el problema de la separación como la respuesta de la Expiación se encuentran en la mente, más allá del tiempo y el espacio. Por lo tanto, no se necesita tiempo para corregir nuestra elección de mentalidad errada. Sólo cuando el problema y la respuesta se proyectan en un mundo temporal y espacial, parece que la salvación toma tiempo. Una vez más, vemos cómo todo depende de revertir nuestras proyecciones y recuperar el poder de nuestras mentes temporales para elegir.
🔹️(3:6-7) «El Espíritu Santo me enseñará esto si se lo permito. Y comprenderé que es imposible que yo pudiera tener un problema que no se hubiese resuelto ya.»
El problema es que «nosotros no queremos que Él nos enseñe», porque tememos perder nuestra identidad individual. Resolver el problema de la separación es un suicidio para el ego, y mientras nos identifiquemos con su sistema de pensamiento como lo hacemos cuando nos identificamos con nuestros yoes físicos y psicológicos - también se convierte en un suicidio para nosotros. ¿Quién, entonces, elegiría voluntariamente la aniquilación de uno mismo? Es por eso que, dentro de la ilusión temporal, toma tiempo cambiar nuestra identificación del ego al Espíritu Santo. Comenzamos cambiando nuestra identidad de un yo culpable y enojado a un yo perdonador y pacífico. De estos sueños felices, nacidos de los milagros, finalmente despertamos - gradual, amorosa y pacientemente - al Ser verdadero de la Unicidad viviente de Dios. Así hemos elegido finalmente aceptar la solución al problema que ya ha sido resuelto.
Finalmente, las tres aplicaciones que nos aceleran en nuestro viaje:
🔹️(4:2-4) «No tengo que esperar a que esto se resuelva.
La solución a este problema ya se me ha dado, si estoy dispuesto a aceptarla.
El tiempo no puede separar este problema de su solución.»
Tal vez lleve algún tiempo resolver el problema externo, pero nuestro problema interno, el «único» problema - se resuelve de inmediato, ya que la paz simplemente espera nuestra aceptación. La salvación de todo dolor y sufrimiento está en nuestras mentes, donde "Dios la colocó". Retirar nuestra atención del mundo de los cuerpos al lugar del problema y su respuesta - la mente - es todo lo que Jesús requiere para enseñarnos que el problema de la culpa ya ha sido reemplazado por la paz."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.