Lección 12

Estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene significado.

Las Lecciones 5 y 6 declararon que "Nunca estoy disgustado por la razón que creo" y "Estoy disgustado porque veo algo que no está ahí". Esta lección amplía estas ideas. Por lo tanto, "estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene significado". Ahora Jesús explica por qué esa declaración es verdadera:

L-pI.12.1 «La importancia de esta idea radica en el hecho de que contiene la corrección de una importante distorsión perceptual. Piensas que lo que te disgusta es un mundo aterrador o un mundo triste; un mundo violento o un mundo demente. Todos esos atributos se los otorgas tú. El mundo de por sí no tiene significado.»

Percibimos violencia, hostilidad, locura y un sinnúmero de otras condiciones. Jesús NO está negando lo que percibimos. Simplemente está diciendo que lo que percibimos NO es real. Sin embargo, no está diciendo que debemos negar nuestras experiencias (ver, por ejemplo, T-2.IV.3:8-11). Más bien, nos está ayudando a darnos cuenta de dónde provienen las experiencias. Si estoy molesto, no es por lo que alguien o algo en el mundo me ha hecho, como también se nos enseña más adelante en la Lección 31: "No soy víctima del mundo que veo". Este es un tema central en Un Curso de Milagros: el mundo en sí no tiene significado porque proviene de un pensamiento carente de significado. El pensamiento sin significado es que puedo estar separado de Dios; de hecho, no solo «puedo» estar separado, sino que «me encuentro» separado. No tiene significado porque el pensamiento es una defensa contra lo único que tiene significado: Dios y su creación unificada. Por lo tanto, cuando crees que puedes separarte de lo único que tiene significado, todo se vuelve inevitablemente carente de significado.

L-pI.12.2:1-2 «Estos ejercicios deben hacerse con los ojos abiertos. Mira a tu alrededor, esta vez muy lentamente.»

Jesús vuelve a hacer que nos enfoquemos en lo que vemos, habiéndonos enseñado que no hay ninguna diferencia entre lo que vemos y lo que pensamos. Date cuenta en lo siguiente el enfoque en que todas las ilusiones son iguales y por lo tanto igualmente ilusorias:

L-pI.12.2:3-7 «Trata de seguir un ritmo tal, que el lento pasar de tu mirada de una cosa a otra sea a intervalos de tiempo bastante similares. No permitas que el lapso de tiempo empleado para pasar de una cosa a otra sea ostensiblemente más corto o más largo; trata, en cambio, de mantener un compás medido y parejo a lo largo de todo el ejercicio. Lo que veas no importa. Te enseñas esto a medida que le prestas la misma atención y le dedicas el mismo tiempo a cualquier cosa sobre la que tu mirada se pose. Éste es uno de los pasos iniciales en el proceso de aprender a conferirles a todas las cosas el mismo valor.»

Al presentar la Lección 1, comenté brevemente la primera ley del caos del ego - hay una jerarquía de ilusiones, lo que significa que hay ciertas cosas y personas que son más importantes que otras. Será difícil romper ese hábito fuertemente arraigado de hacer distinciones al practicar esta idea de que "estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene significado". Jesús quiere que entendamos que todo es igualmente carente de significado, porque todo proviene del mismo pensamiento carente de significado.

Todo lo que vemos en el universo del tiempo y el espacio, incluidos nosotros mismos, es nada más y nada menos que un fragmento del pensamiento original que podríamos estar, y estamos, separados de Dios y por nuestra cuenta. Cada fragmento conserva las características de ese pensamiento original, una “diminuta y alocada idea, de la que el Hijo de Dios olvidó reírse” (T-27.VIII.6:2). Nuestra necesidad es recordar reírnos de ello por su falta de significado, no porque sea gracioso en el sentido habitual de la palabra. Nos reímos con una sonrisa amable que dice que no significa nada porque es una imposibilidad. Para usar una imagen familiar, era como si un enorme panel de vidrio se cayera, rompiéndose en miles y miles de millones de fragmentos. Cada fragmento conserva las características del panel original; cada uno tiene la composición química del vidrio, por ejemplo. Cada uno de nosotros, así como todo en el mundo, no es sino uno de estos fragmentos - todos carentes de significado porque provienen de un pensamiento sin significado.

La razón por la que me encuentro molesto, entonces, es que el mundo da testimonio del hecho aparente de que tengo razón acerca del mundo. Ya que creo que existo en un mundo que está ahí fuera, este mundo me recuerda el pensamiento original que lo originó, por no hablar de mi existencia individual: destruí el Cielo y asesiné a Dios. Esto es extremadamente perturbador porque creo que Dios ahora volverá a castigarme por lo que hice. Este concepto será desarrollado en las próximas dos lecciones.

Nuevamente, Jesús no te pide, como su estudiante que se encuentra haciendo las lecciones del libro de ejercicios, que entiendas todas las implicaciones de estas declaraciones. Tal comprensión proviene del estudio del texto. Pero él quiere que comiences la práctica de no tomarte tus percepciones tan en serio. En el siguiente párrafo, Jesús nos pide que incluyamos términos en el ejercicio que sean tanto positivos como negativos:

L-pI.12.3:1-6 «A medida que mires a tu alrededor, di para tus adentros: Creo ver un mundo temible, un mundo hostil, un mundo peligroso, un mundo triste, un mundo perverso, un mundo enloquecido, y así sucesivamente, usando cualquier término descriptivo que se te ocurra. Si se te ocurren términos que parecen ser positivos en vez de negativos, inclúyelos también. Podrías pensar, por ejemplo, en "un mundo bueno" o en "un mundo agradable". Si se te ocurren términos de esa índole úsalos junto con los demás. Es posible que aún no entiendas por qué esos adjetivos "buenos" forman parte de estos ejercicios, pero recuerda que un "mundo bueno" implica uno "malo", y uno "agradable" implica uno "desagradable".»

Lo que está implícito aquí sin que se discuta específicamente es que los contrastes y los opuestos nos arraigan sólidamente en el mundo del pensamiento dualista. El texto define al Cielo como una "conciencia de la perfecta unicidad", en la cual no hay dualidad (T-18.VI.1:6). Por lo tanto, no existe bueno y malo en el Cielo - únicamente Dios. Aprender a reconocer esto es una parte importante de nuestro entrenamiento.

L-pI.12.3:7-8 «Todos los términos que te vengan a la mente son adecuados para los ejercicios de hoy. Su aparente valor no importa.»

En otras palabras, no importa si los términos son importantes o sagrados; todo en el mundo proviene del pensamiento ilusorio; una ilusión es una ilusión es una ilusión.

L-pI.12.4 «Asegúrate, al aplicar la idea de hoy, de no alterar la duración de los intervalos de tiempo entre lo que piensas que es agradable y lo que piensas que es desagradable. Para los efectos de estos ejercicios, no hay diferencia alguna entre una cosa y otra. Al final de la sesión de práctica, añade: Pero estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene significado.»

Este punto importante acerca de que no existe una distinción real entre lo placentero y lo desagradable se hace eco de la discusión en "Los obstáculos a la paz", donde Jesús afirma dos veces que el placer y el dolor son lo mismo (T-19.IV-A.17:10-12; IV-B.12). Esta distinción fuese cierta únicamente si «hubiera» una jerarquía de ilusiones. Lenta e inevitablemente se nos está enseñando que «no» la hay.

L-pI.12.5:1 «Lo que carece de significado no es ni bueno ni malo.»

Cuando dices que algo es bueno o malo, obviamente le estás asignando un valor. Al comienzo del Capítulo 24, Jesús dice que “aprender este curso requiere que estés dispuesto a cuestionar cada uno de los valores que abrigas.” (T-24.in.2:1). La misma idea se afirma aquí, aunque más sencillamente. Habiendo asignado un valor a algo, estoy diciendo que tiene significado. Si tiene significado, debo creer que proviene de un pensamiento que tiene significado, porque lo que percibo afuera sólo puede provenir de un pensamiento que está dentro. ¿Cuál es, entonces, el pensamiento que "tiene significado"? Es que las distinciones son válidas, la dualidad es real, y hay un valor en estimar una cosa sobre otra. El núcleo de ese pensamiento es que valoro mi identidad individual por encima de la unicidad de Cristo; mi vida y mi mundo por encima del Cielo. Si esto es así, las distinciones se vuelven importantes porque me establecen como un ser dualista en un mundo dualista. Ese, entonces, es el mundo que percibo e insisto obstinadamente que es real.

L-pI.12.5:2 «¿Por qué, entonces, habría de disgustarte un mundo que no tiene significado?»

Si te encuentras afectado por cualquier cosa en el mundo, obviamente crees que este no es un lugar sin significado. Estás inclinado a creer de esta forma a causa de que piensas que «tú» tienes significado. Para el ego, lo que es significativo es lo que alimenta nuestro especialismo; lo que no tiene significado es cualquier cosa que sea irrelevante a este fin. Por lo tanto, el ego nos dice que debemos enfocarnos en lo que sirve a nuestras necesidades especiales. La próxima lección explicará por qué un mundo sin significado engendra los disgustos.

L-pI.12.5:3 «Si pudieses aceptar al mundo como algo que carece de significado y dejar que en lugar de lo que tú crees la verdad se escribiese en él por ti, ello te llenaría de una felicidad indescriptible.»

Si aceptáramos el mundo como algo carente de significado, estaríamos diciendo: "Mi mente está en blanco". Eso permitiría que el principio de Expiación del Espíritu Santo resplandezca y que el amor de Jesús se convierta en nuestra única realidad. Esa es la verdad, que nos haría "indescriptiblemente felices". Ya que este es un ser que ya no se identifica con el sistema de pensamiento de separación y culpa, lo que nos hace indescriptiblemente felices es finalmente darnos cuenta de que estábamos equivocados y de que Jesús estaba en lo cierto. Sin embargo, mientras nos identifiquemos con un yo separado y especial, temeremos la verdad de que todo esto es un sueño. Por lo tanto, continuamente estamos eligiendo «no» ser indescriptiblemente felices, porque para citar la conocida línea, preferimos tener la razón que ser felices (T-29.VII.1:9). Sin duda, el pensamiento de la no existencia no parece ser muy productor de felicidad, por decir lo menos. Es por eso que Jesús continuamente nos insta a dar “pequeños pasos” (W-pI.193.13:7); de lo contrario, nuestro miedo a ser "elevados y arrojados abruptamente a la realidad" (T-16.VI.8:1) sería demasiado abrumador. Los felices y gentiles sueños del perdón son la transición de nuestra pesadilla del mundo el ego al despertar en Dios (T-27.VII.13:4-5).

L-pI.12.5:4-6 «Pero precisamente porque carece de significado [el mundo] te sientes impulsado a escribir en él lo que tú quisieras que fuese. Eso es lo que ves en él. Eso es lo que en verdad no tiene significado.»

Debido a que el mundo no tiene significado en sí mismo, tengo que otorgarle un significado. Del mismo modo, como el mundo no es nada y «yo» no soy nada, tengo que pretender que soy algo. De hecho, todos pensamos que somos algo - no importa si es maravilloso o completamente catastrófico. Al ego le tiene sin cuidado la forma en la que el juego del especialismo se desarrolle, no importa si somos un enviado de Dios o de Satán, siempre y cuando seamos un enviado especial. La única cosa que no deseamos es ser nada. Cerca del final de "El anticristo", Jesús dice que el ego siempre desea más de algo; no importa si se trata de más placer o de más dolor, simplemente desea más (T-29.VIII.8:6-12).

Nos aterra la posibilidad de que no existamos. Esto debe repetirse con frecuencia, ya que es el supuesto subyacente de estas lecciones, por no mencionar Un Curso de Milagros en sí. Este pensamiento es la fuente de la resistencia al Curso en general, y al libro de ejercicios específicamente. Tengo que pretender que existo, así que rápidamente invento un sistema de pensamiento que luego proyecto, fabricando así un mundo - tanto cósmicamente (ya que todos somos parte del Hijo uno de Dios) como individualmente. El punto es que siempre buscamos imponer un significado, porque de lo contrario nos veremos confrontados por la falta de significado inherente de nuestro pensamiento, por no mencionar nuestro yo separado. Esto tiene lugar en el nivel metafísico de la mente, donde se establece como una cuestión de «existencia» o de «ser», como se discutió anteriormente. Sin embargo, en el nivel de nuestra experiencia personal, como cuerpos que viven en el mundo, tememos perder nuestros problemas y resentimientos - todos los cuales establecen el yo que creemos ser, a lo que el final del texto se refiere como nuestra cara de la inocencia. (T-31.V.1-3).

El verdadero temor, como veremos en la próxima lección, es que si no impongo «mi» significado en el mundo, Jesús impondrá el «suyo». Por lo tanto, tengo que hacer algo para evitar esto. Esto ayuda a explicar por qué estar realmente sosegados tiende a hacernos sentir ansiosos, y por qué experimentamos dificultades para meditar u orar: si nos aquietamos, Jesús llegará primero: “El recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena.” (T-23.I.1:1) - y si lo hace, nuestro ego está fuera del negocio, al igual que nuestro sistema de pensamiento de separación y de especialismo. Por eso terminamos, como veremos en la próxima lección, creyendo que estamos en competencia con Dios, y también con Jesús y su curso. Como resultado, antes de que estas ideas puedan penetrar en nuestras mentes, dándonos la oportunidad de elegirlas, lo que hacemos es que rápidamente las sustituimos nuestras propias ideas y pensamientos. Finalmente, esta es también la razón por la que prácticamente todos intentan cambiar Un Curso de Milagros de alguna manera, por ejemplo, escribir uno mejor o más simple. Estamos aterrados de lo que realmente dice este curso. Por lo tanto, antes de que permitamos que sus palabras y pensamientos nos afecten, los cambiaremos para que se ajusten a nuestras propias necesidades especiales.

L-pI.12.5:7 «Bajo tus palabras está escrita la Palabra de Dios.»

La “Palabra de Dios” en Un Curso de Milagros casi siempre se usa como un sinónimo para el principio de la Expiación o el Espíritu Santo. También puede ser entendida como el perdón, la corrección para el mundo del ego de la separación, el cual elegimos mantener para poder ocultar la Palabra de Dios.

L-pI.12.5:8-9 «La verdad te disgusta ahora, pero cuando tus palabras hayan sido borradas, verás la Suya. Ése es, en última instancia, el propósito de estos ejercicios.»

Ahora ya sabes la razón por la cual en el fondo no deseas hacer estos ejercicios: si tus palabras te son borradas, entonces el sistema de pensamiento —la fuente de la cual provienen tus palabras— será igualmente borrada. Jesús explicará esto un poco más en la Lección 14. La lección cierra con la expresión ahora familiar de la gentil comprensión de Jesús de nuestra resistencia a sus enseñanzas:

L-pI.12.6 «Tres o cuatro sesiones de práctica con la idea de hoy serán suficientes. Dichas sesiones no deben pasar de un minuto. Es posible que incluso un minuto te resulte demasiado largo. Suspende los ejercicios en el momento en que experimentes cualquier tensión.»

Jesús no nos impone nada, no nos acosa, no nos hace sentir culpables ni nos exige que seamos disciplinados, mucho menos que pretendamos ser espirituales. ¿Quién no habría deseado maestros así cuando éramos niños?"

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martínez.