Lección 21

ESTOY DECIDIDO A VER LAS COSAS DE OTRA MANERA. (Lección 21)
"Esta lección sigue directamente de la anterior. Es interesante notar que Jesús habla específicamente sobre la ira en esta lección, aunque no se refleja en el título en absoluto. Él ilustra la idea de que no existe una jerarquía de ilusiones al hacer que nos demos cuenta de que la ira consiste en una amplia gama de pensamientos. Comenzamos con las instrucciones específicas, que generalmente vienen al final de la lección:
📘(1:1-2:2) «La idea de hoy es obviamente una continuación y ampliación de la anterior. Esta vez, sin embargo, además de aplicar la idea a cualquier situación concreta que pueda surgir, son necesarios también períodos específicos de búsqueda mental. Se te exhorta a que lleves a cabo cinco sesiones de práctica de un minuto completo cada una. Inicia las sesiones de práctica repitiendo la idea en tu interior. Luego cierra los ojos y busca con minuciosidad en tu mente aquellas situaciones pasadas, presentes o previstas que susciten ira en ti.»
Esta es la búsqueda mental que habíamos discutido anteriormente, y ahora Jesús quiere que nos enfoquemos específicamente en nuestra ira. El problema es que no podemos estar decididos a ver las cosas de otra manera al mismo tiempo que estamos enojados, porque nuestra ira dice: "Estoy decidido a ver las cosas de la manera que «yo» siempre las he visto. Mi percepción es correcta, Jesús está equivocado y mantendré mi postura hasta que me muera." Jesús ahora nos está ayudando a darnos cuenta de que antes de poder decir "Estoy decidido a ver de otra manera", tenemos que entender nuestros pensamientos, que es la razón por la cual nos pide que nos pongamos en contacto con ellos. En otras palabras, la visión puede venir «sólo» al deshacer nuestros pensamientos de ira, o corrigiendo nuestra decisión errónea en favor del ego. Decirle «no» al ego es la forma de aprender a ver.
📘(2:3-5) «La ira puede manifestarse en cualquier clase de reacción, desde una ligera irritación hasta la furia más desenfrenada. El grado de intensidad de la emoción experimentada es irrelevante. Te irás dando cuenta cada vez más de que una leve punzada de molestia no es otra cosa que un velo que cubre una intensa furia.»
Esta última línea es la que mencioné anteriormente en la Lección 16, una de las líneas más famosas de Un Curso de Milagros. De hecho, es tan importante que Jesús lo repite virtualmente en el manual para los maestros (M-17.4: 5). Todo es lo mismo. Las formas varían, pero su contenido sigue siendo el mismo, como lo explica claramente esta lección. Declaraciones como estas ilustran cuán radical es este curso. A todos los efectos, invalida «todas» nuestras experiencias y creencias.
📘(3:1-2) «Trata, por lo tanto, durante las sesiones de práctica, de no dejar escapar aquellos pensamientos de ira que consideras "insignificantes". Recuerda que no reconoces realmente qué es lo que suscita ira en ti, y nada de lo que puedas creer al respecto tiene significado alguno.»
Nosotros creemos que lo que suscita nuestra ira es lo que las personas hacen o han dejado de hacer, pero lo que realmente despierta nuestra ira es la necesidad de proyectar la responsabilidad de la elección en favor de la separación:
“La ira siempre entraña la proyección de la separación, lo cual tenemos que aceptar, en última instancia, como nuestra propia responsabilidad, en vez de culpar a otros por ello.” (T-6.in.1:2)
Ese hecho es lo que no queremos reconocer. Necesitamos proclamar: “No soy culpable del pecado de asesinar a Dios y traicionar Su Amor. Alguien más lo es.” Cuando lo veo ahí afuera - porque lo puse allí - creo que estoy justificado en enojarme; un buen truco, en el que todos somos bastante expertos. No importa si estoy enfurecido o solo un poco molesto. De cualquier manera, estoy diciendo que mi bienestar depende de algo o de alguien externo. En ausencia de ese objeto especial, estaré molesto, y no será mi culpa.
📘(3:3-5) «Probablemente te sentirás tentado de emplear más tiempo en ciertas situaciones o personas que en otras, sobre la base falsa de que son más "obvias". Esto no es cierto. Es meramente un ejemplo de la creencia de que ciertas formas de ataque están más justificadas que otras.»
Por primera vez vemos un ejemplo específico del principio de que no existe la jerarquía de ilusiones. Jesús usa la ira como ejemplo porque es tan central para el sistema de pensamiento del ego. Todos andan enojados, porque todos se sienten culpables por la separación y no quieren aceptar la responsabilidad de ello. Así, de nuevo, antes de que podamos estar decididos a ver las cosas de manera diferente, tenemos que reconocer y entender cuál es la «interferencia» que nos impide ver las cosas de otra manera: hay algo ahí afuera - ya sea en nuestro propio cuerpo o en el de otro - que nos causa dolor y que no es nuestra responsabilidad. En otras palabras, nuestros pensamientos no tienen poder y, por lo tanto, no pueden causarnos angustia. Alguien más ha suscitado este enfado, o alguna enfermedad o circunstancia. Somos inocentes, las víctima impotentes de fuerzas que se encuentran más allá de nuestro control.
El resto de la lección repite las instrucciones que hemos visto antes.
📘(4-5) «Al escudriñar tu mente en busca de todas las formas en que se presentan los pensamientos de ataque, mantén cada uno de ellos presente mientras te dices a ti mismo:
Estoy decidido a ver a _______ [nombre de la persona] de otra manera.
Estoy decidido a ver _______ [especifica la situación] de otra manera.
Trata de ser tan específico como te sea posible. Puede, por ejemplo, que concentres tu ira en una característica determinada de alguna persona en particular, creyendo que la ira se limita a ese aspecto. Si tu percepción sufre de esa forma de distorsión, di:
Estoy decidido a ver _______ [precisa la característica] de [nombre de la persona] de otra manera.»
"Trata de ser tan específico como te sea posible" es la clave aquí. Nuestra tentación frecuentemente toma la forma de restarle importancia a las formas específicas del enfado, inconscientemente intentando negarlas como una forma de negar su fuente. Y es así como caemos dos veces en la trampa del ego: primero nos enseñamos a nosotros mismos a negar nuestra culpa y entonces también negamos la forma específica que haya tomado la ira que no es sino una segunda defensa a que miremos nuestra culpa. Este es el doble escudo del olvido que Jesús describe en la Lección 136."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martínez.