No tengo pensamientos neutros.
Esta idea es un intento de corregir la creencia errónea de que nuestros pensamientos no tienen poder. En un nivel, es cierto que no tienen ningún poder, porque no pueden cambiar el Cielo ni pueden destruir a Dios. Sin embargo, dentro del sueño, que es de lo que Jesús está hablando aquí, nuestros pensamientos tienen un poder tremendo. Solo imagina lo que nuestros pensamientos son capaces de hacer: literalmente fabricar un universo físico y un yo físico y psicológico que mora en él; este yo entonces realmente cree que existe en el universo. Ese es el punto de Jesús en la primera sección del Capítulo 31, “La simplicidad de la salvación”, cuando nos exhorta a no subestimar el poder de nuestra capacidad de aprendizaje. Aunque ese fue un mensaje originalmente dirigido a Helen Schucman, en respuesta a sus constantes quejas, Jesús nos dice a cada uno de nosotros: “No me digas que no puedes aprender este curso. No me digas que tu mente y tus pensamientos no tienen poder. Mira lo que tu aprendizaje «es» capaz de hacer ”. Aquí están «sus» palabras muy claras:
“Lo que te has enseñado a ti mismo constituye una hazaña de aprendizaje tan gigantesca que es ciertamente increíble. Pero lo lograste porque ése era tu deseo, y no te detuviste a considerar si iba a ser difícil de aprender o tan complejo que no se pudiese entender. 3. Nadie que entienda lo que tú has aprendido, con cuánto esmero lo aprendiste, y los sacrificios que llevaste a cabo para practicar y repetir las lecciones una y otra vez, en toda forma concebible, podría jamás dudar del poder de tu capacidad para aprender. No hay un poder más grande en todo el mundo. El mundo se construyó mediante él, y aún ahora no depende de nada más. Las lecciones que te enseñaste a ti mismo las aprendiste con tanto esmero y se encuentran tan arraigadas en ti que se alzan como pesadas cortinas para nublar lo simple y lo obvio. No digas que no puedes aprender. Pues tu capacidad para aprender es tan grande que te ha enseñado cosas tan difíciles como que tu voluntad no es tu voluntad, que tus pensamientos no te pertenecen, e incluso, que no eres quien eres. ¿Quién podría afirmar que lecciones como éstas son fáciles de aprender? Sin embargo, tú has aprendido eso y más. Por muy difícil que haya sido, has seguido dando cada paso sin quejarte, hasta construir un mundo de tu agrado. Y cada una de las lecciones que configuran al mundo procede del primer logro de tu aprendizaje, el cual fue de tal enormidad que, ante su magnitud, la Voz del Espíritu Santo parece débil e inaudible. El mundo comenzó con una extraña lección, lo suficientemente poderosa como para dejar a Dios relegado al olvido y a Su Hijo convertido en un extraño ante sus propios ojos, exiliado del hogar donde Dios Mismo lo había ubicado. Tú que te has enseñado a ti mismo que el Hijo de Dios es culpable, ¡no digas que no puedes aprender las sencillas lecciones que la salvación te enseña!.” (T-31.I.2:7-4:6)
Estas son palabras muy fuertes, pero sobre su verdad se erige Un Curso de Milagros. En todo el texto, así como en el corazón de estas lecciones, está el énfasis primordial de Jesús en el poder de nuestras mentes para elegir en contra de Dios, y este hecho es el que únicamente contiene la promesa de la salvación. La mente que albergaba el pensamiento de separación es el «único» poder en el universo que puede salvarse a sí mismo. Y sin embargo, ha sido este poder el que el ego, aparentemente y con éxito, ha sofocado y silenciado mediante su plan de fabricar un mundo y un cuerpo, haciendo que el Hijo de Dios no pueda percibirse como una mente. El propósito de Jesús en Un Curso de Milagros es simple: restaurar a nuestra conciencia el poder de nuestras mentes, para que finalmente podamos reconocer nuestro error, dónde ha sido cometido, y entonces «elegir de nuevo» en contra de él.
Por lo tanto, esta lección nos recuerda que nuestros pensamientos son tremendamente poderosos. De hecho, ese es el problema. Creemos - dentro del sueño - que estos pensamientos también han destruido a Dios, al Cielo y al Espíritu Santo. Le dimos a esta creencia tal poder - el poder de la culpa - que tuvimos que negar los pensamientos, proyectarlos y fabricar un mundo, todo como una defensa contra lo que el ego nos dijo: el tremendo poder de nuestras mentes destruyó el Cielo. Es por eso que la culpa es un concepto tan central en Un Curso de Milagros, porque nos dice que hemos cometido el pecado innombrable: destruir a Dios y Su Amor. Antes de que podamos entender que estos pensamientos son literalmente nada y no han tenido ningún efecto, primero debemos ponernos en contacto con el poder que estos pensamientos tienen en nuestros sueños. Ese es el propósito de esta lección.
L-pI.16.1:1-2 «La idea de hoy es uno de los pasos iniciales en el proceso de desvanecer la creencia de que tus pensamientos no tienen ningún efecto. Todo lo que ves es el resultado de tus pensamientos.»
Deberías subrayar con varios colores ¡"Todo lo que ves es el resultado de tus pensamientos."! Esta importante frase debe entenderse en dos niveles, ya que significa todo lo que ves en términos de la «forma», pero también en términos de la «interpretación». Ambos son el "resultado de tus pensamientos". Por lo tanto, en un nivel, ya que creemos que nos separamos de Dios, vemos todo tipo de cosas separadas: personas, sillas, lápices, relojes, paredes, etc. Los vemos como objetos separados porque son el resultado directo, o la sombra, de nuestros pensamientos de separación.
En otro nivel y aún más importante, para los propósitos de Un Curso de Milagros y las lecciones del libro de ejercicios específicamente, entendemos que no es sólo lo «que» vemos, sino «cómo» lo vemos. Jesús deja muy claro en el texto y en el manual que la percepción es interpretación (por ejemplo, T-3.III.2:3; T-11.VI.2:5-6; T-21.in.1-2; M-8.1-4; M-17.4:1-2). No podemos separar nuestra percepción de la "realidad objetiva" de nuestra interpretación de ella, porque son una y la misma. Nuevamente, no es sólo lo «que» vemos, sino «cómo» lo vemos.
Como lo explica Jesús en muchos otros lugares, especialmente en el texto, cuando partimos de pensamientos de culpa y la culpa está arraigada en nuestra creencia de que traicionamos al Cielo y saboteamos el plan de creación de Dios, y por lo tanto exigimos castigo - esos son los pensamientos con cuales miraremos fuera, la lente a través de la cual miramos todo. Por lo tanto, no solo veremos un mundo separado, sino un mundo separado que nos castigará y traicionará; un mundo en el que no hay esperanza sino sólo la desesperación de una muerte segura. Así leemos, por ejemplo:
“El mundo que ves es el resultado inevitable de la lección que enseña que el Hijo de Dios es culpable. Es un mundo de terror y desesperación. En él no hay la más mínima esperanza de hallar felicidad. Ningún plan que puedas idear para tu seguridad tendrá jamás éxito. No puedes buscar dicha en él y esperar encontrarla. Mas éste no es el único resultado que se puede derivar de lo que has aprendido.”
(T-31.I.7:4-8)
Además, a medida que observemos nuestras percepciones y nos encontremos enojados, ansiosos o deprimidos, la causa siempre será una interpretación de algo que creemos que es externo a nosotros. La interpretación seguirá directamente de nuestros pensamientos secretos, y si nos acusamos de traicionar a Dios, que es el pecado secreto «de todos», tenemos entonces que ver de manera inevitable la traición a nuestro alrededor.
L-pI.16.1:3-7 «En esto no hay excepciones. Los pensamientos no son ni grandes ni pequeños, ni poderosos ni débiles. Son simplemente verdaderos o falsos. Aquellos que son verdaderos crean a su semejanza. Aquellos que son falsos fabrican a la suya.»
Los pensamientos verdaderos que "crean a su semejanza" son los Pensamientos de Dios - verdad, amor, espíritu, etc. - que constituyen el Cielo. Los pensamientos falsos del ego son de separación - culpa, traición, asesinato, muerte, sufrimiento, etc. - y también fabricarán a su propia semejanza. Si estos son nuestros pensamientos, entonces percibiremos un mundo en el que todas estas cosas suceden - a «nosotros».
A medida que avancemos en estas lecciones iniciales, será cada vez más claro que Jesús está tratando de establecer para nosotros la conexión causal entre nuestros pensamientos y lo que percibimos: nuestros pensamientos determinan el mundo que vemos; en última instancia, entonces, nuestras mentes son la «causa» y el mundo el «efecto».
L-pI.16.2:1 «No hay concepto más auto-contradictorio que el de "pensamientos fútiles".»
Nuestros pensamientos no pueden ser "fútiles", tal como se nos dice en las expresiones populares, porque tienen el poder o bien de crear la realidad, que es nuestra función en el Cielo, o de fabricar ilusiones, al menos en nuestros sueños. Inherente al poder de fabricar ilusiones está el poder de olvidar que las fabricamos - el poder de la negación. Cuando olvidamos que las fabricamos, creemos que lo que percibimos fuera es un hecho. Por eso nunca aceptaremos que alguien nos diga que lo que percibimos «no» es lo que percibimos. Estamos muy seguros de tener razón con respecto a lo que percibimos en el mundo porque estamos muy seguros de que existimos. Dado que el mundo proviene de ese pensamiento de existencia separada, tenemos la misma certeza de que el mundo existe de la manera en que lo inventamos y de la forma en que lo vemos. En consecuencia, no estaríamos en absoluto inclinados a cuestionar nuestras percepciones de nosotros mismos y del mundo.
L-pI.16.2:2-4 «Difícilmente se puede calificar de fútil a lo que da origen a la percepción de todo un mundo. Cada pensamiento que tienes contribuye a la verdad o a la ilusión: o bien extiende la verdad o bien multiplica las ilusiones. Ciertamente puedes multiplicar lo que no es nada, pero no por ello lo estarás extendiendo.»
Lo interesante aquí es que Jesús dice específicamente la «percepción» de un mundo. Él está haciendo la distinción de que los pensamientos no dan lugar a un mundo, sino a la «percepción» de un mundo. No siempre hace tales distinciones, pero lo hace aquí. Esencialmente está diciendo que no hay ningún mundo ahí afuera.
Somos libres dentro de nuestro sueño de ver lo que queramos ver, tantas veces como queramos verlo. Pero eso no lo hace real. La «extensión» es un término en Un Curso de Milagros que casi siempre está asociado con el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo no puede extender la nada. En nuestra locura, sin embargo, creemos que sí podemos y que multiplicamos las ilusiones de igual forma. Sin embargo, ellas siguen siendo la nada. Una vez cero es lo mismo que mil veces cero.
L-pI.16.3:1-2 «Además de reconocer que los pensamientos no son nunca fútiles, la salvación requiere que también reconozcas que cada pensamiento que tienes acarrea paz o guerra, amor o miedo. Un resultado neutral es imposible porque es imposible que haya pensamientos neutros.»
En la próxima lección, Jesús desarrollará esto aún más al decir que lo que vemos afuera no es neutral porque lo que pensamos dentro tampoco es neutral. De este modo, Jesús nos dice que lo importante para la salvación es reconocer el poder de nuestros pensamientos - sólo dentro de nuestro sueño, por supuesto - y que sólo hay dos pensamientos en la mente dividida: el del ego, que conduce a la guerra o al miedo, y el del Espíritu Santo, que lleva a la paz o al amor. Por lo tanto, Jesús nos dice primero que nuestros pensamientos no son fútiles ni son neutros. Luego dice que sólo hay dos pensamientos. Eso lo hace muy simple, porque nuestras percepciones e interpretaciones pueden llegar a ser bastante complicadas. Por ejemplo, creemos, como veremos más adelante, que hay gradaciones de ira, como "una leve punzada de molestia" o una "intensa furia" (W-pI.21.2:5). En verdad son lo mismo, porque provienen de un pensamiento de separación. Esto es lo que hace que todo sea tan simple; no fácil, sino simple porque todo se reconoce como lo mismo.
L-pI.16.3:3-4 «Hay tal tentación de descartar los pensamientos atemorizantes por considerárseles irrelevantes, triviales e inmerecedores de que uno se ocupe de ellos, que es esencial que los reconozcas a todos como igualmente destructivos, aunque también como igualmente irreales. Practicaremos con esta idea de muchas formas antes de que realmente la llegues a entender.»
Esto parece estar dirigido especialmente a los "santurrones" quienes dicen que Dios y el amor son la verdad, y todo lo demás es trivial y carece de importancia, no vale la pena molestarse acerca de todo esto porque es una ilusión. Desde el punto de vista del Cielo, este es realmente el caso, pero en este mundo «no» es así, y es por eso que Jesús dice que hay una gran "tentación en descartar los pensamientos atemorizantes por considerárseles irrelevantes". Procuramos tratarlos como poco importantes, diciéndonos a nosotros mismos que, ya que Un Curso de Milagros enseña que estos pensamientos no son reales, no tenemos que prestarles atención. Luego los cubrimos con una sonrisa santurrona y sólo vemos amor y peticiones de amor, en donde todos llegarán a casa como un coro feliz que canta un himno de alegría, y así sucesivamente, «hasta la saciedad». Sin embargo, no somos conscientes de que hemos descartado el pensamiento de que hemos destruido el Cielo. Dentro de nuestro propio estado mental ilusorio, este pensamiento es difícilmente algo trivial y carente de importancia, así que no nos conviene pasarlo por alto en forma de negación si es que en verdad tenemos la determinación de soltarlo.
Es por eso que Jesús dice "es esencial que los reconozcas a todos como igualmente destructivos, aunque también como igualmente irreales". Antes de que puedas verlos como igualmente irreales, primero debes darte cuenta de su naturaleza destructiva. En el texto, Jesús dice que “lo que no es amor es asesinato” (T-23.IV.1:10), y que el amor sin ambivalencia es imposible en este mundo (T-4.III.4:6). Si sumas dos más dos, obtienes cuatro: si el amor no es posible en este mundo, y si lo que no es amor es asesinato, entonces todos los pensamientos en este mundo son de asesinato e igualmente destructivos, ya sea un leve punzada de molestia o un pensamiento de absoluta furia que dice: "Quiero destruirte". Claramente, sólo estamos hablando de lo que sucede en la mente errada, pero dentro de esta mente errada todos nuestros pensamientos son "igualmente destructivos" - no hay una jerarquía de ilusiones, como ya hemos observado.
Este párrafo es extremadamente importante. Debes leerlo muy cuidadosamente y ver cómo, aunque puede que no te consideres a ti mismo un santurrón, es muy tentador caer en la trampa de restar importancia a tus pensamientos de ego. Jesús ciertamente no nos está diciendo que nos obsesionemos acerca del ego o que sus pensamientos se conviertan en algo importante; después de todo, «son» inherentemente irreales. Pero no puede decirse suficientes veces que antes de que puedas descartar verdaderamente estos pensamientos como irreales, primero tienes que mirarlos por lo que son. Este punto se enfatiza fuertemente y con frecuencia en el texto donde, por ejemplo, Jesús dice:
“Nadie puede escapar de las ilusiones a menos que las examine, pues no examinarlas es la manera de protegerlas. No hay necesidad de sentirse amedrentado por ellas, pues no son peligrosas. Estamos listos para examinar más detenidamente el sistema de pensamiento del ego porque juntos disponemos de la lámpara que lo desvanecerá...debemos primero examinarla (“dinámica” del ego) para poder así ver más allá de ella, ya que le has otorgado realidad. Juntos desvaneceremos calmadamente este error, y después miraremos más allá de él hacia la verdad.” (T-11.V.1:1-3,5-6)
El siguiente párrafo trata sobre la búsqueda mental, un tema central en todo Un Curso de Milagros. Este término aparece en las instrucciones de Jesús para nosotros en casi todas estas primeras lecciones, en las que acentúa la importancia de mirar dentro de nuestras mentes a nuestros pensamientos. Nuevamente, si no somos conscientes de lo que se encuentra ahí, ¿cómo podemos entonces llevárselo a Jesús para pedir su ayuda y su corrección?
📘(4) «Al aplicar la idea de hoy, escudriña tu mente con los ojos cerrados durante un minuto más o menos, esforzándote al máximo por no pasar por alto ningún pensamiento "insignificante" que tienda a eludir tu búsqueda. Esto te resultará bastante difícil hasta que te acostumbres a ello. Descubrirás que todavía te resulta difícil no hacer distinciones artificiales. Cualquier pensamiento que se te ocurra, independientemente de las cualidades que le asignes, es un sujeto adecuado para aplicarle la idea de hoy.»
Este es otro ejemplo de cómo Jesús nos enseña que no existen grados de dificultad en los milagros. Un milagro deshace los problemas independientemente de su forma, porque todos son lo mismo. Debemos darnos cuenta de que incluso nuestros pensamientos aparentemente sin importancia ocultan la enormidad del sistema de pensamiento del ego, al igual que los llamados pensamientos importantes. Un ejemplo de "distinciones artificiales" sería por ejemplo decidir que una cosa es más importante que otra; o que esta pequeña molestia no es tan importante, pero este resentimiento que abrigo en contra de esta persona sí lo es.
Los últimos dos párrafos de esta lección repiten las mismas instrucciones amables que hemos visto en las lecciones hasta el momento, lo que indica una vez más la necesidad que tenemos de aplicar la idea del día en cada instante que experimentemos algún tipo de molestia:
📘(5-6) «Durante las sesiones de práctica, repite primero la idea para tus adentros, y luego, a medida que cada pensamiento cruce tu mente, manténlo en tu conciencia mientras te dices a ti mismo:
Este pensamiento acerca de _______ no es un pensamiento neutro.
Ese pensamiento acerca de _______ no es un pensamiento neutro.
Como de costumbre, usa la idea de hoy cada vez que notes algún pensamiento en particular que te produzca desasosiego. Sugerimos a este fin la siguiente variación de la idea:
Este pensamiento acerca de _______ no es un pensamiento neutro porque no tengo pensamientos neutros.
Se recomiendan cuatro o cinco sesiones de práctica en caso de que te resulten relativamente fáciles. De experimentar tensión, tres serán suficientes. La duración del ejercicio debe reducirse asimismo si experimentas cualquier sensación de incomodidad.»
Estamos siendo de esta forma entrenados amorosa y gentilmente en el proceso sanador de mirar a nuestros pensamientos, estamos especialmente aprendiendo a volvernos conscientes de aquellos pensamientos que producen desasosiego. Lo más probable es que no nos permitamos a nosotros mismos sentir el desasosiego y mucho menos reconocer la culpa en nuestras mentes como la fuente de este.
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martínez..